Antes de pasar a los resultados de las recientes elecciones presidenciales peruanas, no estaría de más señalar cómo el periodista cubano Angel Guerra, "Guerrita" para sus amigos, se tomó la atribución de pedir cuentas por la derrota del progresismo en el Ecuador. El periodista de La Jornada, diario mexicano, le reprochó al progresismo no "emplearse a fondo" para ganarse a "los indígenas", sin saber al parecer que hay agrupaciones indígenas simpatizantes del ex presidente Rafael Correa y que la supuestamente "admirable" Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) no lo es todo, aunque se acercó, mediante gentuza como el violento líder Jaime Vargas, a la candidatura progresista de Andrés Arauz. No se puede escribir en este tono, menos cuando ni siquiera se sabe que Quito, la capital ecuatoriana, no es una ciudad indígena: "los líderes de la Revolución Ciudadana deben una explicación a sus seguidores, al pueblo ecuatoriano y a tantas y tantos que fuimos solidarios con su fuerza política". "Guerrita" ni siquiera conoce las organizaciones indígenas ecuatorianas: los líderes de la CONAIE, Jaime Vargas y Leónidas Iza, pidieron no apoyar al pseudoindígena Yaku Pérez. Pachakutik (Movimiento de Unidad Plurinacional) no es la CONAIE, ni tampoco Ecuarunari (Movimiento de los Indígenas del Ecuador). No es que no haya un "análisis autocrítico" de los indígenas y que "ojalá y lo escuchemos pronto". Es que no hay unidad indígena e insistamos que los hay partidarios de Correa, o incluso ligados al Partido Comunista del Ecuador, desde José Agualsaca Guamán hasta Luz Guanotuña. Más allá de las provincias de Bolívar, Cotopaxi, Cañar y Azuay, no sería tan sencillo interpretar el voto de la sierra como "voto indígena contra el progresismo", y Correa llegó a sugerir incluso que el fuerte voto de Quito para Lasso pudo haber sido de rechazo a la alianza entre Vargas y Arauz.
A raíz de las elecciones en el Perú se perfiló una segunda vuelta entre el candidato de izquierda popular y socialista Pedro Castillo y Keiko Fujimori, la hija de Alberto Fujimori. Ollanta Humala, esta vez, no sabía ni quién era Castillo. La candidata progresista era desde luego de clase media y apoyada por el Grupo de Puebla, Verónika Mendoza. Dicho Grupo se quedó callado sobre Castillo, se entiende que porque no es del "club", aunque cabe resaltar que fue otra la actitud -de felicitación- del ex mandatario boliviano Evo Morales. De inmediato, The New York Times dijo cómo pensar: se trata de "dos males", por lo que tal vez los peruanos tengan que escoger el menor, y a saber cómo puede interpretarse ésto.
El mismo portal de izquierda de Alainet que reprodujo la andanada a la vez soberbia e ignorante de "Guerrita" publicó una extraña evaluación de Castillo: "tiene errores y limitaciones, consideró Ricardo Jiménez sobre esta izquierda popular-. (...) Que pueden ser graves y deben cambiarse, como su rechazo al enfoque de género y los derechos de la diversidad sexual (...).Que reflejan, además, las limitaciones de su ancha base popular que todavía tiene estos prejuicios y desconocimientos". Es falso: el programa de Perú Libre, de Castillo, tiene un apartado sobre "la mujer socialista", aunque rechaza el feminismo, en especial el de las señoras de clase acomodada. Por otra parte, no queda claro por qué debería hacerse propia la agenda de los Demócratas estadounidenses, que en democracia gobiernan para las minorías, siendo que este tipo de régimen político es el de las mayorías, a juzgar por el voto. ¿O no? No queda claro por qué una izquierda popular y socialista tendría que ocuparse de los problemas de un porcentaje muy muy bajo de la población (en Europa, alrededor de un 6 % de la población es LGBTTTIQ+, contando con una fuerte participación de los situados en la franja de edad entre 26 y 34 años). Contra lo que pudiera pensar alguien como "Guerrita", no se trata de aliarse con el primero que pase, y por cierto que Castillo no hizo tampoco mayor circo sobre los indígenas pese a su importancia en el Perú.
Pedro Castillo, quien no es para nada de "extrema izquierda", tuvo altas votaciones en la sierra peruana, superiores al 50 % en Apurímac, Ayacucho, Huancavélica y votaciones de más del 40 % en Cajamarca y Puno. Se trata claramente de un añejo problema social que divide al campo de la ciudad y sobre todo de la capital, Lima. Lo que se le puede ir encima a Castillo en la segunda vuelta es una alianza terrible de las derechas: Keiko Fujimori, pero también el añejo Hernando de Soto y otros. Aquí abajo puede verse la votación peruana reciente, y desde luego que Fujimori puede intentar gobernar dándole la espalda a gran parte del país. Queda abajo algo de música popular peruana (da click en el botón de reproducción), para alegrarse.