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domingo, 18 de abril de 2021

CUBA: NO ES FÁCIL...

 Raúl Castro se retiró del cargo de primer secretario del Partido Comunista Cubano (PCC) con la capacidad que siempre lo ha caracterizado: la de ser, según lo dijo alguna vez el analista Salim Lamrani, el "primer disidente de la isla". Fidel Castro era distinto: se creía Fidel Castro, lo que sin duda no era poca cosa, y nunca faltaba la puesta en escena, al mismo tiempo que el rétor solía dárselas de profeta y fallar regularmente (la deuda externa latinoamericana, por ejemplo, se pagó varias veces, y "nuestros pueblos" no "hicieron erupción"). No deja de resultar simpático que los herederos del XXavo Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), de 1956, no puedan pensar e ir más allá de repetir al infinito cualquier frase de "Fidel" o de Martí (José). En Casa de Las Américas, por ejemplo, el encargado, Abel Prieto, es incapaz de hablar del pueblo o de los trabajadores: vive en las citas de los próceres, los amigotes y las eternas efemérides, con una representación completamente ornamental de la cultura.

      En su informe al 8avo Congreso del PCC, Raúl Castro dejó planteados problemas. Criticó la política de cuadros y señaló que "no pocos cuadros se creen imprescindibles y no crean reserva", lo que, agreguemos, genera dificultades para el relevo intergeneracional (después de todo, Fidel Castro estuvo en el liderazgo cubano mucho más tiempo que Stalin en el soviético, 50 años). "Hay falta de capacidad para movilizar a los colectivos, débil trabajo hacia los subordinados, e insuficiente cultura comunicacional para motivar, comprender, participar y debatir con los trabajadores". Ya se ha dicho: éstos se han ausentado de los principales portales cubanos seguramente en parte porque, como otros socialismos, el cubano ha sido una fábrica de una capa complicada de clasemedieros capaces de cualquier cosa por estatus. No se rigen por ninguna meritocracia, que aquí también levanta ámpula: "incluso, dijo Raúl Castro, se detectan casos en los que se promueven personas a cargos de dirección sin haberse comprobado su capacidad para ejercerlos. También hay una débil intencionalidad para mejorar la composición de la cantera de cuadros". Desde el sexto Congreso se ha buscado la incorporación de cuadros más jóvenes, pero no siempre ha sido posible. Al parecer, se llega a promover gente por otros criterios que por el del mérito en el trabajo y sin consideración por quienes crean la riqueza. Tal vez opera con mayor fuerza la creencia de que, tratándose de un país quiérase o no dependiente y subdesarrollado, la riqueza sólo puede venir de afuera, a comenzar por las remesas o el turismo...

     La lucha ideológica no va de lo mejor, y se puede decir que se nota en los portales cubanos. "Aunque nuestros medios de prensa mantienen su apego a la verdad, afirmó Raúl Castro, todavía hay triunfalismo, estridencia y superficialidad". Están en la inmediatez, según el informe de Raúl Castro, y tienden a confundirla con la objetividad, como sucede por lo demás en el mundo capitalista. El otro riesgo señalado es el de la difusión de cualquier cosa por redes sociales y la necesidad de cierta seguridad en este terreno.

     Parte de la solución puede estar en una clara separación entre asuntos de partido y asuntos del Estado, sin duda para evitar el carrerismo a través del PCC. "El partido debe concentrarse en sus obligaciones, dijo Raúl Castro, y no inmiscuirse en lo que no le corresponde, como asuntos del Estado o de las instituciones del gobierno". No puede haber suplantación de funciones y, agreguemos, el Estado está para ser dirigido y no para concursos de oratoria y alabanzas a los líderes para ganarse favores. El partido está ante todo para poner el ejemplo y sugerir soluciones, en competencia con los sectores no partidistas de la sociedad.

      Raúl Castro fue más lejos, puesto que está claro desde el comienzo que con la mentalidad heredada del régimen prerevolucionario algunos han interpretado de manera muy particular el socialismo, que no es el "Estado de bienestar": así, "hay que borrar la dañina noción surgida bajo el paternalismo, donde Cuba es el único país donde se puede vivir sin trabajar. El nivel de vida de los cubanos deberá estar marcado por los ingresos legales que reciben y no por subsidios y gratuidades indebidas". Los ingresos, agreguemos, pueden ir dependiendo del trabajo y no de la capacidad para hacerse de relaciones en el centro de trabajo. Debería valer para detener el pésimo espectáculo que dan algunos periodistas y funcionarios cubanos que ya no tienen más que una "lengua de madera" para andar de protocolo en protocolo. La zalamería puede confundirse con la lealtad.

     No hay secreto: "persisten efectos de burocracia y deficiente control de los recursos, lo que causa corrupción", pero además "chapucería e improvisación".

     El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, tuvo recientemente un lapsus que mostró que confunde política con gestión. Ciertamente se puede tratar de ser más eficientes y de incursionar en la iniciativa privada, dentro de ciertos límites, pero nada remplaza un trabajo -es un trabajo- ideológico que en Cuba ha sido por lo general débil, salvo por la responsabilidad de algunos sectores de la población. Es de lamentar que las palabras y las acciones de Raúl Castro se hayan tenido que hacer con frecuencia a contra corriente. 

      La siguiente resolución del 8avo Congreso no es cosa menor: "asegurar que el trabajo y la laboriosidad  constituyan valores morales cardinales y que la aplicación del principio de distribución socialista con arreglo a la calidad y la cantidad del trabajo posibilite que esta sea la vía fundamental de satisfacción de las necesidades".

      Sobre la actitud de una parte de la población, lo que afirmó un delegado al Congreso del PCC muestra mucho: "ante la falta de recursos, la tendencia a pedir, en vez de generar". Por su parte, la crítica de arte Graziella Pogolotti expresó en estos días: "en el ámbito de la cultura, los fuegos artificiales y los efímeros íconos del entretenimiento sustituyen, con su tentador facilismo, la práctica sistemática del pensamiento creador". No se trata de constatar cosas "históricas", al estilo de Díaz-Canel, quien ya tiene la enfermedad estadounidense de la exageración, ni de tapar, como lo hará más de uno, los asuntos planteados con "Fidel y Martí"para seguirle chupando la sangre al entorno crédulo ante el héroe . Se trata de trabajo y laboriosidad, y éso es contrario a la costumbre de creer que las palabras, si no crean la realidad como por acto de magia, al menos permiten "sobrellevarla" con goce. Es de esperar que en la estela de Raúl Castro (foto, abajo) surjan quienes sean capaces del reconocimiento y el planteamiento frontal de los problemas a resolver. Citas ajenas las puede leer o copiar hasta un niño.



    

   

FANÁTICAMENTE MODERADOS

 En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...