Como ya se había dicho aquí, no hay nueva "oleada" ni "retorno cíclico" del progresismo en América Latina. El binomio progresista Andrés Arauz-Carlos Rabascall perdió las elecciones presidenciales ecuatorianas del 11 de abril frente al banquero Guillermo Lasso, de CREO (Creando Oportunidades).
Lo que vuelven a mostrar los resultados electorales es la existencia de una profunda división social, que no pueden negar ni discursos como los de Lasso ni repeticiones como las de Arauz sobre los "adversarios" en vez de "enemigos", siendo que los partidarios del ex mandatario Rafael Correa han sido tratados por el gobierno de Lenín Moreno como enemigos, sin poder recurrir siquiera al Derecho. Queriendo "recorrerse al centro", Arauz probablemente sumó errores, como el de aliarse con el violento líder indígena de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), Jaime Vargas. El día de su derrota, Arauz, cercano al Grupo de Puebla y miembro de la Internacional Progresista, se declaró "socialdemócrata", luego de haber multiplicado los guiños de ojo a Estados Unidos. Es un hecho que, pese a la brutal persecusión sufrida (y con varios dirigentes en el exilio, algunos de ellos muy capaces, como el ex canciller Ricardo Patiño), los simpatizantes de la Revolución Ciudadana no reiteraron en el objetivo del "socialismo del siglo XXI" ni tampoco mayormente en la denuncia frontal y antiimperialista del grado de injerencia estadounidense en los asuntos internos del Ecuador, al grado que con Moreno pareció estar gobernando en buena medida "la embajada".
Lasso se ganó a poco más de la mitad de la población, pero poco menos de la mitad estuvo a favor de Arauz. Correa lamentó que el binomio Arauz-Rabascall perdiera Quito, la capital ecuatoriana, donde el voto para el señor banquero fue muy importante, cerca del 64 %. Pero hay algo que Correa sabe, a juzgar por entrevistas que ha dado: persiste en el Ecuador la tradicional división regionalista entre sierra y costa, de tal forma que cuando gobernaba el mismo Correa se llegó a reprocharle el "exceso de monos" (costeños) en el gabinete. Hace mucho rato que estudios socioeconómicos detallados han mostrado que la sierra centro-norte ecuatoriana es retardataria, y agreguemos que refractaria a la franqueza, que toma por "violencia" y "confrontación". Cabría lamentar más bien en esta ocasión que el progresismo, a diferencia de ocasiones anteriores, haya perdido las provincias del Azuay y Loja, "capitales culturales" del Ecuador, en la sierra centro-sur, donde uno de los ganadores fue en realidad el voto nulo al que llamó el ex candidato pseudoindígena Yaku Pérez (Carlos Ranulfo Pérez). Mientras el voto nulo llegaba a casi dos millones en la justa del 11 de abril, Pérez siguió lanzando ataques descerebrados contra "esa izquierda populista" por la que se inclinó un 47 % de los votantes, casi la mitad. El voto nulo al que llamó Pérez fue histórico, al pasar de cerca de un 10 % habitual a 17 % (el voto nulo y Arauz empataron en la provincia del Azuay). Pérez admitió que gran parte de los votos para él en la primera vuelta fueron a parar a Lasso en la segunda, a pesar de que no todos los indígenas son contrarios a Correa. Como sea, si la sierra y la Amazonía se pronunciaron por Lasso (el voto nulo fue igualmente importante en bastiones indígenas serranos como Cañar, Bolívar y Cotopaxi), toda la costa, incluyendo la provincia del Guayas, además de la siempre radical Manabí, se inclinó abrumadoramente por Arauz, pese a ser éste quiteño y Lasso, guayaquileño. Dos cosas merecen anotarse: el progresismo será la primera oposición en el Congreso, pero habrá problemas por el alto número de representantes que colaron los indígenas. Como hubo desde la primera vuelta habilidad para dispersar el voto con tal de restarle fuerza a Correa, el voto para Xavier Hervas (Izquierda Democrática) se fue en la segunda vuelta a Lasso.
Parte del triunfo de Lasso fue francamente el de la tontería. Lasso, al igual que Pérez y Hervas en la primera vuelta, se apoyó mucho en las redes sociales, incluyendo Tik Tok, un lugar no muy apto para razonar, pero sí para payasadas haciendo pasar al banquero por Michael Jackson. De Abdalá Bucaram a Alvaro Noboa, el Ecuador tiene cierta tradición de histrionismo grave entre los políticos. Lasso se asesoró con el ex estratega de campaña del argentino Mauricio Macri (y alguna vez del colombiano Pablo Escobar), el ecuatoriano Jaime Durán Barba, que articuló el #AndrésNoMientasOtraVez y el "Encontrémonos" en algo así como "todos unidos contra Correa". Durán Barba es el artista de las campañas dizque políticas basadas en la mercadotecnia y la "focalización de grupos", con la firme creencia de que hay que hacer de lado "las palabras que transmiten ideas" para privilegiar "las imágenes que transmiten sentimientos", dado que "los humanos somos simios con pretensiones cartesianas" (Durán Barba es autor entre otros del libro El arte de ganar. Cómo usar el ataque en campañas electorales, que no excluye los golpes bajos). Seguramente no sea raro que Durán Barba venga del anarquismo y el izquierdismo, ni que Lasso haya logrado sumar algo de Izquierda Democrática y del indigenismos supuestamente de izquierda.Durán Barba trabajó para los presidentes derechistas mexicanos Vicente Fox y Felipe Calderón y para Jamil Mahuad, presidente de Ecuador que a finales de los años 90 remató el sistema financiero del país. En las elecciones recientes, 60 % de los votantes tenía entre 16 y 29 años: sería una verdadera lástima que hayan votado por Bad, de Michael Jackson, en Tik Tok, todo para un banquero del Opus Dei.
No queda claro por qué el progresismo se ha estado recorriendo tanto al centro Demócrata al estilo estadounidense, ni siquiera socialdemócrata, y arriando banderas, mientras, por ayuna de capacidad de gobernar que esté, la derecha ha conseguido crear sentido común de época, a diferencia de la izquierda. Lo cierto es que la renuencia del progresismo a considerar un debate cultural es marcada, y el programa de Arauz en este terreno era un desastre. Pero en fin, ahora ya hay un poco más de variedad en la música ecuatoriana, como lo prueba la siguiente canción esmeraldeña, protagonizada por algún familiar de la fiscal del Estado, Diana Salazar Méndez, y de una increíble profundidad emocional en el mensaje, piruetas aparte (da click en el botón de reproducción):