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martes, 20 de abril de 2021

RUSIA, EL BIEN CONTRA EL MAL Y EL SILENCIO...

 En las condiciones actuales, seguramente haya que "entender", o más bien justificar, el comportamiento del presidente estadounidense Joseph Biden hacia Rusia. Se puede entrar sin problema en alguna versión del Bien contra el Mal: Biden es La Democracia (e incluso el progretariado latinoamericano ya lo está festejando porque es supuestamente "el fin del neoliberalismo"), mientras que el presidente ruso Vladimir Putin es La Autocracia, suficiente para tocar el son a cuyo ritmo hay que bailar. No se ha visto mayor solidaridad de nadie con la Federación Rusa en estos días en que el mandatario estadounidense desplegó el arte de la provocación de tipo más o menos fascistoide, a cuya cabeza se puso Ucrania. Lo lamentable es la falta de reciprocidad: no es poco lo que algunos países de América Latina han recibido de Rusia, y hasta podría decirse que lo recibido es más o menos del tamaño de la ingratitud ambiente. Ya que Biden parece "todo incluido", se trataría entonces de quedar incluido, nunca fuera, así haya que sacrificar a otro y cualquier asomo de convicción.

     Biden firmó una orden ejecutiva declarando ni más ni menos que la Emergencia Nacional por "las acciones de Rusia", ahora por intentar "interferir en las elecciones de 2020" y "por ofrecer incentivos a personas que asesinen a soldados americanos en Afganistán", algo que desestimó la propia comunidad de inteligencia estadounidense. Hace rato que se puede vender cualquier creencia sin tener que respaldarla en pruebas, o incluso contra las existentes. No se las pide, tampoco.

     Dado lo decidido por Biden, suponiendo que decida él (que es en todo caso un hipócrita consumado), Estados Unidos volvió a recurrir a sanciones contra Rusia. La portavoz de la Casa Blanca estadounidense, Jen Psaki, no deja de ser el hazmerreír de los rusos: denunció "las agresiones de Rusia en la frontera con Ucrania", lo cual supone que los rusos se están disparando una bala en el pié, así "porque sí", puesto que no hubo denuncia de agresión más allá de la frontera, es decir, en Ucrania. La soldadesca de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) puede pasear 40 mil hombres en las fronteras occidentales rusas, pero Rusia no puede tener tropas en su propio territorio, donde mejor le plazca. Si mañana la Federación Rusa estaciona tropas a la mitad de Siberia, se le pedirá que "se aleje de Kazajstán", a lo mejor. Los medios de comunicación masiva occidentales, tan fraudulentos como el sistema que los gobierna, ya ni siquiera se preocupan demasiado por la lógica.

      Lo que las nuevas sanciones intentaron es un fuerte golpe financiero contra Rusia que tampoco fue denunciado. En efecto, se prohibió a compañías e instituciones financieras estadounidenses adquirir títulos de deuda pública rusa denominados en rublos. Nada inocente, esta medida buscó provocar salida de capitales y debilitamiento del rublo, enlentecimiento del crecimiento e inflación -para crear descontento entre la población. Se conjugan varios tipos de presión: la "social", buscando fabricar una oposición "civilista" (Alexei Navalny), la militar (con despliegues provocadores de la OTAN), la económica (con sanciones como las descritas) y la política (aislamiento internacional), en un tipo de guión que se practica desde hace mucho, mucho tiempo (por ejemplo desde el periodo 1987-1989 en Panamá, o luego contra Iraq o Yugoslavia). La creencia es que se puede "hacer colapsar" a Rusia como se hizo con la Unión Soviética (salvo en la idea de quienes creen que la mató un tirador solitario, Mijaíl Gorbachov por ejemplo). No parecen fijarse los estadounidenses: la deuda pública rusa es una de las más confiables y de menor riesgo del mundo, y está detentada en un 80 % por inversionistas nacionales. Un "enfriamiento general", como el previsto por la administración Biden para Rusia, no forzosamente se dará en las finanzas rusas, que podrían en cambio alejarse más del dólar y del sistema de pagos (transferencias interbancarias) SWIFT.

      Sin la menor protesta de nadie, Occidente estuvo años apostándole, hasta la administración Obama, a un escudo antimisiles cuyo verdadero propósito era descabezar nuclearmente a Rusia. Todo quedó inservible con las armas hipersónicas rusas y su notable superioridad. Al parecer, no es una disuasión suficiente, y menos ahora que Biden retomó el proyecto de "Gran Area" para mantener también sometidos a europeos y japoneses. Biden llegó a pedir a todas las empresas participantes abandonar el proyecto gasífero Nord Stream 2, de suministro de gas ruso a Alemania (vía el mar Báltico y obviando la ruta ucraniana), amenazando con nuevas sanciones. La obra está en su tramo final y no parece que Alemania vaya a renunciar a ella, aunque los europeos muestran una muy grave incapacidad para salir del vasallaje ante Estados Unidos. Como era de esperarse, Biden no abrió dos frentes a la vez. Después de la reunión en Anchorage, Alaska, se reanudaron negocios entre chinos y estadounidenses y se hicieron acuerdos entre ellos contra el cambio climático.

      Queda que Biden declaró el retiro de las tropas estadounidenses de Afganistán, de tal modo que además aparecerá como "pacifista", ocultando lo necesario: cuando se anunció la retirada de Iraq se dejaron en este país suficientes instalaciones y "contratistas" para seguir con el control y armar incluso luego asuntos tan peligrosos como el del Estado Islámico. La prensa estadounidense asegura que Estados Unidos mantendrá en Afganistán una fuerza de operaciones especiales clandestinas, contratistas y agencias de inteligencia. Biden habrá hecho fraude otra vez. Es la especialidad Demócrata. Nos quedamos con Alla Pugacheva, tiempos soviéticos (da click en el botón de reproducción), cosa de aguantarse la hipocresía estadounidense.





 

    


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