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lunes, 17 de mayo de 2021

CHILE: OTRA SORPRESA...

 Para quienes alguna vez aspiraron a ello, ya pudieron pisar las calles nuevamente de lo que fue Santiago ensangrentada, parafraseando al cantautor cubano Pablo Milanés. Lo pudieron hacer desde hace rato, con el retorno a la democracia en Chile. A raíz de las protestas de 2019 ocurrió otra cosa. La derecha y la extrema derecha chilenas (básicamente Renovación Nacional-RN y Unión Democrática Independiente-UDI), con el presidente Sebastián Piñera, cedieron en casi todo con la fe puesta en que, de sesionarse para redactar una nueva Constitución, distinta de la pinochetista de 1980, podrían bloquear los artículos incómodos con un tercio de representantes. Pues bien, ni éso lograron, por lo que los bloqueos no podrán tener lugar (Vamos por Chile, justamente de la derecha y extrema derecha, obtuvo apenas 37 escaños de los 52 necesarios para influir en el contenido de la Carta Magna). La oligarquía fue hecha a un lado.

     Es un poco pronto para echarse a correr por las grandes alamedas y hacer retórica con palabras del presidente Salvador Allende, muerto a raíz del golpe de Estado de Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973. Por algún motivo, Chile e incluso algunos intelectuales del progretariado creyeron en una tradición democrática chilena fuerte inexistente:  De la suerte corrida por José Manuel Balmaceda a la matanza de Arturo Alessandri, pasando por el exterminio de los mineros de Iquique, Chile distó de ser un oasis democrático. El análisis tuvo que ser hecho entre otros por el fuerte Partido Comunista de Chile (PCCh) entre sus exiliados en Alemania Oriental, después del golpe contra Allende. Chile ha tenido tradición de luchas obreras, pero no las bases de propiedad para un régimen sólidamente democrático.

      Lo que sucedió en la elección de este 16 de mayo para gobernadores, concejales, alcaldes y para la Convención Constituyente (la encargada de redactar una nueva Constitución) es, primero, que hubo una alta abstención (casi un 60 % del padrón electoral). La participación fue especialmente baja en los municipios pobres y populares: desde 2019 se dijo que se trataba de una revuelta de clase media. Lo segundo es que los socialistas y sus aliados (los partidos de la Concertación) no recibieron mayor votación. La lista Apruebo quedó con 25 escaños (con un particular descalabro para la Democracia Cristiana) por debajo de los comunistas y el Frente Amplio (28 escaños, lista Apruebo Dignidad), pese a los frecuentes desbarres de ambos al exigir a como diera lugar paridad de género, escaños para los pueblos originarios (tendrán 17 asegurados) y tuitear para "todes", como estila ahora la ex líder estudiantil Camila Vallejo Dowling. 48 escaños fueron en realidad para candidatos independientes (independientes a secas, independientes "no neutrales", Lista del Pueblo, Nueva Constitución), dándole un carácter más ciudadano que partidista al ánimo de cambiar las cosas. Eso sí, el PCCh le arrebató Santiago, la capital, a la derecha, al imponerse la candidata Iraci Hassler a Felipe Alessandri (UDI-RN) con cerca del 40 % de los votos. Por este motivo, es erróneo decir que "no ganaron los partidos tradicionales", contra lo que aseveró por ejemplo el periódico mexicano La Jornada, o hacerse de la vista gorda como el portal progresista Alainet. Los tradicionales que no ganaron fueron los de la Concertación, y el mensaje pudiera ser que una parte de la sociedad chilena se cansó de las componendas, es decir, de las formas de hacer política oligárquicas que también han permeado a la izquierda, en particular la no comunista, por décadas, incluyendo a Cuba (aunque lo único que notó el portal oficial cubano Cubadebate fue el triunfo de Hassler y no el hartazgo ciudadano).

     No se trata de las grandes alamedas porque nadie está proponiendo el socialismo, a lo sumo el "vivir bien", y además algunos están demasiado cerca de intereses "a la estadounidense", pero si se logra dejar de hacer política al estilo oligárquico -politiquería, al fin y al cabo- ya será un logro, histórico para Chile. El silencio progresista y del Grupo de Puebla (que condenó junto al mandatario estadounidense Joseph Biden al presidente salvadoreño Nayib Bukele) no deja de ser llamativo. El "progresismo" ha perdido en el Uruguay, el Ecuador, El Salvador y ahora en Chile, sin que todo sea negativo (salvo el Ecuador). Se queda el cantante chileno Víctor Jara (da click en el botón de reproducción):



FANÁTICAMENTE MODERADOS

 En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...