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miércoles, 19 de mayo de 2021

COLOMBIA: ¿QUÉ ES QUÉ?

 Colombia se ha puesto de moda, como si una parte de la "opinión pública" internacional, hasta donde la hay, acabara de descubrir que la oligarquía local no es muy suave en sus modos. Simplemente, tiende a matar. La moda tiene que ver con una apuesta apenas disimulada a favor del líder centro-izquierdista Gustavo Petro, algo en lo que coinciden procubanos y progresistas, como los del Grupo de Puebla. No está de más señalar que este Grupo no dijo nada de los resultados de las elecciones chilenas, como tampoco antes de las peruanas, y parece practicar la endogamia, repitiendo siempre a los mismos de la pasada "oleada" progresista, que ni siquiera saben bien a bien lo que dicen: así por ejemplo, la ex mandataria brasileña Dilma Rousseff estuvo en la Ciudad de México para quejarse de las "desigualdades milenarias" (?) en América Latina, como si se supiera algo del tema por ejemplo entre los olmecas o las tribus de la Amazonía antes de la llegada de los portugueses. Es el discurso Demócrata en pleno.

     En estos días cayó en combate Jesús Santrich (Seuxis Pausias Hernández Solarte), guerrillero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)-Segunda (Nueva) Marquetalia. Santrich probablemente no tenía por qué haber vuelto a la clandestinidad y no es de descartar que haya sido muerto por mercenarios colombianos en una zona binacional Colombia-Venezuela. Rodrigo Londoño, alias Timochenko, ex líder de las FARC y ahora dirigente de Comunes, declaró: "sinceramente me da pesar que haya terminado así, independientemente de que nos traicionó cuando nos la jugamos por la paz. Si no lo hubiera hecho de seguro podría haber contribuido mucho, pero su locura lo llevó a terminar así". 

     Esta manera de Londoño de expresarse es inaudita. Hace poco tiempo, Santrich, uno de los negociadores de los Acuerdos de Paz de La Habana en 2016, había sido acusado de vínculos con el narcotráfico, una vieja cantinela. A la larga se supo que la acusación le fue sembrada al futuro congresista (el mismo Santrich) por el fiscal Néstor Humberto Martínez. Las evidencias estaban en audios que la Fiscalía colombiana se negó a entregar a la Jurisdicción Especial de Paz (JEP). Incluso Petro declaró que se había tratado de una trampa contra Santrich, que la pagó con cárcel y riesgo de extradición. En la trampa participó la DEA (Administración para el Control de Drogas, por sus siglas en inglés) estadounidense. En una reunión en una casa que el gobierno colombiano le había puesto por seguridad a Santrich se traslapó una discusión sobre proyectos productivos con frases de la gente de la DEA por encima de la charla real, tratando de incriminar al mismo Santrich. De hecho, Petro contribuyó a las revelaciones sobre las intenciones de funcionarios de la Fiscalía para incriminar con estos "métodos" a varios líderes de las FARC. En el asunto se estaba tratando de involucrar también a otro líder de las FARC y negociador de los Acuerdos, Iván Márquez, a través de su sobrino Marlon Marín. Márquez tuvo que regresar también a la clandestinidad. 

     No queda claro a qué traición se refiere Londoño, puesto que, en los hechos, es a Santrich y a Márquez a quienes se traicionó. Londoño no sabe donde está: debería entender cuidadosamente lo que quiere decir Eduardo Cifuentes, presidente de la JEP, cuando declara que "los excombatientes entregaron las armas. Ahora deben entregar la verdad y han comenzado a hacerlo". En efecto, Londoño ha comenzado a entregar su verdad, llevando entre otras cosas a que la cúpula de las FARC sea imputada por secuestro.

     En todo ésto, la difusión sobre el contenido de los Acuerdos de Paz ha sido nula, y pocos pueden tener idea de su alcance: promueven formas de Reforma Agraria sin las cuales difícilmente puede enrumbar Colombia al desarrollo. Petro, ex guerrillero del M-19 (Movimiento 19 de abril), ha dicho que opta por un "capitalismo democrático". Petro ha dicho igualmente que no propone un programa de izquierda, y mucho menos socialista, porque según él "éso no funcionó". Seguramente no se equivoca Petro cuando afirma que "el problema de Colombia es que no se ha desarrollado el capitalismo". Lo que fascina es sin duda toda la idealización de la clase media por parte de este ex guerrillero. Como sea, es el capitalismo realmente democrático el que no podría construirse sin un cumplimiento cabal de la Reforma Agraria contenida en los Acuerdos de Paz de 2016, para quitarle el poder a la narco-oligarquía colombiana. Es un problema similar, contra las oligarquías, el que está en juego en un país como El Salvador, en otro como Perú (donde hace falta una segunda Reforma Agraria) y probablemente también en Chile. El regodeo de la clase media en sí misma es otro asunto. Lástima por Londoño, y ojalá se termine de entender que, así como reprime en las ciudades, la oligarquía colombiana ha estado dispuesta a "ponerle conejo" a los firmantes de los Acuerdos de Paz. Es dicha oligarquía la apasionada de la traición. Para lo demás, la intelectualidad de la cosa nostramericana, que incluye a los ultraizquierdistas y antiextractivistas como el uruguayo Raúl Zibechi, puede seguir mirándose en el espejo y creer que una banda de jóvenes millennials conseguirá no nada más el fin del uribismo, sino la salida de la colección de bases militares que los estadounidenses tienen en Colombia. Sobre la relevancia de los Acuerdos de Paz y problemas como el que viviera Santrich injustamente no dirá ni pío. A ver si hay alguna manera de que la narco-oligarquía colombiana deje de seguir matando. Música, maestro (da click en el botón de reproducción).




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