Quién lo diría. El presidente chileno Salvador Allende dijo poco antes de morir que volverían a abrirse las grandes alamedas, pero no alcanzó a ver que sería para que pasara por ellas un grupo de boy scouts. Digamos de entrada que hay elementos importantes de cambio en el nuevo gobierno de Chile, aunque no se puede negar el protagonismo de ciertos sectores de clase media y antiguos estudiantes. Es muy curioso, pues se está tomando por síntoma de abandono de los resabios de la dictadura lo que no son sino signos de que su herencia perdura, y no nada más porque el nuevo presidente Gabriel Boric no ganó de manera abrumadora, sino en una sociedad dividida.
Hay síntomas, en efecto. México pareció enviar en su representación a la señora, que no ha querido asumirse como Primera Dama, y que fue a título extraño, previa visita a la Argentina de Alberto Fernández -felizmente asesorado por el chileno Marco Enríquez-Ominami (MEO)- para un discurso por el Día Internacional de la Mujer. Pareciera que las razones de Estado importan poco. Boric fue festejado por igual por Beatriz Gutiérrez Muller que por la ex candidata a dirigir el Fondo de Cultura Económica (FCE) en México, Margo Glantz, feminista empedernida, o Gioconda Belli, nicaraguense revolucionaria de alcurnia que fue a pedirle por los presos políticos de "su" país a Boric. Este armó un gabinete a full de mujeres y feministas. Boric se había apresurado a condenar por lo demás lo que debe parecerle un acto del más salvaje autoritarismo: la entrada, es de suponer, del macho alfa ruso en Ucrania. Boric se distanció igualmente de los gobiernos progresistas de América Latina y ni se diga de Cuba, Nicaragua y Venezuela. No se trata de socialdemocracia, puesto que ésta es una corriente política de capa caída, aunque algunos se la siguen creyendo, como otro fan de Boric, el mexicano Héctor Aguilar Camín. Se entiende que no se quiere una izquierda "autoritaria". Cabe señalar que es de esperar que el Partido Comunista de Chile (PCCh) sepa qué hace: Camila Vallejo Dowling se define ante todo como feminista y tuitea para “todes”.Deberá saber dicho partido si logra conservar su autonomía o si se diluye en los medios de comunicación masiva. Vallejo, vocera de la nueva presidencia, ha condenado por ejemplo a Nicaragua. Es importante que se reconozca el vínculo comunista con el mundo del trabajo, por lo que el ministerio del Trabajo recayó en la miembro del PCCh, Jeannette Jara, abogada y ex dirigente sindical. El otro nombrado es el médico Flavio Salazar, para asuntos de de ciencia, tecnología e innovación. No está de más señalar que las bases comunistas y sindicales no confían plenamente en Boric.
El gobierno de gineceo de Boric cuenta con 14 mujeres de 24 cargos clave (ministerios). Boric, una personalidad complicada, tiene 35 años. Viene apoyado por el partido Convergencia Social, algo importante: su presidente, Alondra Arellano, tiene 23 años. Es feminista y libertaria. La misma Camila Vallejo tiene 33 años. Convergencia Social no es nada inocente, pese a la juventud de sus dirigentes: es una agrupación afiliada a la Internacional Progresista lidereada por el estadounidense Demócrata Bernie Sanders. Tal vez sea parte de lo que explique que el programa del maternal Boric mezcle propuestas típicamente comunistas con muchas otras propias de algún organismo internacional bajo fuerte influencia estadounidense.
Iskia Siches, la nueva ministra del Interior, tiene 36 años. Es feminista y partidaria de la paridad de género, que implica paridad en el acceso a cargos al margen de los méritos en el trabajo. Ministra de Defensa y nieta de Salvador Allende, aunque por lo menos con 50 años, Maya Fernández Allende se declara también feminista : de filiación socialista, creció en Cuba, y hay que señalar que las relaciones cubanas con la izquierda chilena han sido, por decirlo de algún modo, tumultuosas, satelizando a los comunistas y granjeándose a ultraizquierdistas como el empresario Max Marambio, del extinto Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), involucrado en asuntos de corrupción en la isla. El ministerio de la Mujer en Chile quedó en manos de Antonia Orellana, de 32 años, y fundadora de Convergencia Social. La secretaría general de la presidencia recayó en Giorgio Jackson, ex líder estudiantil: de 35 años, nunca le incomodaron sus vínculos con el magnate húngaro-estadounidense George Soros. Jackson catalizó en algún momento la candidatura presidencial de Beatriz Sánchez, de izquierda, para quien Allende era "totalitario". Jackson está incluido en los Global Shapers ("moldeadores de opinión") del Foro Económico Mundial. Revolución Democrática, partido de Jackson, no tuvo inconveniente en recibir en 2012 fondos de la Open Society de Soros. El dinero se destinó a un curioso "activismo" en el sector educativo.
Con las designaciones suficientes para contentar al empresariado y mantener una política económica "adecuada", pareciera que este kínder quiere quedar bien con todos, aunque está claro que es el resultado de la "rebeldía juvenil antiautoritaria", el tipo de cosas que produce una herencia dictatorial: es la presidente Michelle Bachelet poniéndose a bailar la cueca. No por nada son los boomers que salen a festejar lo que puede ser la inexperiencia piloteada desde modelos foráneos. Como sea, el asunto estará más claro cuando termine otro proceso paralelo: el constituyente. No es que Boric esté haciendo algo histórico e inaugurando una "nueva izquierda": es que Estados Unidos ha entendido la fuerza del llamado "poder blando" para neutralizar cualquier riesgo de radicalización, o para estorbar lo suficiente para que no haya transformación de fondo, como ha estado sucediendo en México y con el bloqueo sistemático al presidente peruano, Pedro Castillo. La completa moderación de Alberto Fernández en Argentina o de Luiz Inácio Lula da Silva si compite en Brasil está garantizada, como probablemente la de quien siga en Colombia. Que el presidente estadounidense Joseph Biden haya decidido quitar a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) de la lista de grupos terroristas no puede tomarse como un gesto inocente, siendo interesado. En fin, que el gobierno chileno de Boric es un síntoma, ya sabrá cada quién de qué, como este éxito chileno tautológico de la transición, Gondwana (da click en el botón de reproducción):