El presidente salvadoreño, Nayib Bukele, declaró el estado de excepción luego de un fin de semana con un récord de homicidios atribuibles a las maras (pandillas), que suman a decenas de miles de integrantes (algunas cifras llegan hasta los 70 mil miembros y unos 16 mil encarcelados), todo un ejército y más. Bukele está facultado por la Constitución (artículo 29) para tomar este tipo de medidas, que por lo demás no restringen la libertad de circulación ni, por cierto, la de expresión. Si acaso, el estado de excepción se hará valer por otro mes más.
"Matar, violar y controlar" es el lema de estas pandillas. Aquí entra un asunto bastante delicado. La Declaración Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas reza en su primer artículo: "todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros". El comportamiento de los pandilleros está un poco lejos de la fraternidad, que a estas alturas no es un valor muy apreciado en el mundo. Los mismos pandilleros son conscientes de lo que hacen, puesto que lo reivindican, pero faltaría demostrar que están dotados de razón. Dicho de otra manera, queda por demostrar que su comportamiento se caracteriza por ser uno humano. Si no lo es, entonces no queda tampoco claro por qué debe dárseles un trato humano. De ser así, el mensaje es completamente absurdo: "mata, viola y controla", que al fin de cuentas se te respetará tu dignidad (¿matar dignifica?), se te respetarán tus derechos y se te dará trato de iguales. Bukele no ha partido de esta contradicción, sino incluso del hecho de que esta gente, aún de origen popular, lastima la vida del pueblo, que tiene el derecho a la seguridad. Al menos que, sorprendentemente, el capitalismo no quiera el derecho a la seguridad de todos en su persona y sus bienes. Bukele comenzó endureciendo las condiciones de los pandilleros presos, y hay quienes han sido pillados en francas mentiras, como La Prensa Gráfica: es antes, y no con Bukele, que los maras presos tenían derecho a celulares y prostitutas. Las penas eran hasta hace poco increíblemente bajas. Y cuando se endurecen, la BBC inglesa puede hablar de que los pandilleros son "vejados por el Estado".
Bukele logró una baja histórica de homicidios en El Salvador, atribuible según algunos a un "pacto", pero probablemente más bien al Plan Control Territorial. Si hubiera "pacto", las condiciones de trato a las maras no se estarían endureciendo como ahora, ni como al principio de la presidencia de Bukele. En pocos días luego de la declaración del estado de excepción fueron capturados cerca de tres mil pandilleros. Lo curioso está en la reacción internacional, para empezar. Naciones Unidas, según lo expresó su secretario general, Antonio Guterres, quiere que las medidas adoptadas estén "en línea con los estándares internacionales de los Derechos Humanos". La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) pidió revertir las medidas que "(...) pongan en riesgo la vida e integridad de las personas que están bajo custodia" (el 44 % de los presos en El Salvador son pandilleros). Human Rights Watch y Amnistía Internacional han pedido que se aborde el problema de la violencia de las pandillas "respetando los derechos". Bukele ha contestado: "cuando los pandilleros asesinaron a decenas de personas inocentes, la CIDH no dijo ni una sola palabra". Lo cierto es que las maras han llegado a hechos como los de prenderle fuego a un autobús de pasajeros con éstos adentro.
Bukele ha amenazado con dejar la CIDH luego de que ésta tuiteara que las medidas tomadas son represivas y "pueden resultar en serias violaciones a los Derechos Humanos de las personas privadas de libertad". Bukele recuerda que nadie ha querido ayudar a los salvadoreños a luchar contra el flagelo: "estos vividores de las ONG (organizaciones no gubernamentales), ha dicho, dicen velar por los Derechos Humanos, pero no se interesan por las víctimas, sólo defienden asesinos como si disfrutaran ver los baños de sangre. Díganme cuántos miles de pandilleros van a llevarse, para que los traten como reyes", remata. Lo cierto es que “ la nota” fue la medida de Bukele; no la oleada homicida.
Si el problema es delicado, es porque se considera humano -y por ende susceptible de derechos -violar, matar y controlar, pero se considera implícitamente inhumano castigar duramente a quienes cometen estos actos. Pero hay más, y es que contra esta política de Bukele, contraria al "caos controlado", se unen Estados Unidos y la oposición, muy en particular la de extrema derecha de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), cuyos vínculos con las maras no suelen ser noticia. Se acusa a Bukele de "pactar" con los pandilleros, y luego se le pide un "trato humano" para los criminales, en lo que es a todas luces un sinsentido. "Ustedes pueden ayudar a estos angelitos, ha tuiteado Bukele, no permitan que les sigamos 'violando sus derechos". "Sáquenlos de esta 'persecusión dictatorial y autoritaria". El problema está en lo que se entiende por humano: la Declaración antes citada dicta claramente que a seres "dotados de razón", lo que puede interpretarse de muchas maneras. Tal vez haya quien considere que "violar, matar y controlar" con toda conciencia es un acto de razón.
Cabe señalar que fue sobre todo el grupo parlamentario de ARENA el que arremetió contra Bukele por solicitar el estado de excepción,. Dejemos de lado la tregua del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) en tiempos del presidente Mauricio Funes, que no fue objeto de ninguna reprimenda. Los Derechos Humanos pueden volverse también un instrumento de búsqueda de ganancias, políticas y otras. Balazos, no abrazos, homeboys, salvo que de lo que se trate sea de quitarle toda autoridad a Bukele, que es quien "no estaría dotado de razón". !Qué bien! Se las volvemos a poner (da click en el botón de reproducción):