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jueves, 14 de julio de 2022

DORMIRSE EN LOS LAURELES

 Al parecer, no hay modo de que Occidente logre percatarse de ciertos cambios que algo implican para las relaciones internacionales y el futuro de la Humanidad.

     Al comenzar la invasión rusa de un parte pequeña de Ucrania, no faltó quien alertara sobre guerra nuclear y catástrofes por el estilo. De manera "interesante", algún experto barajó probabilidades de que un conflicto nuclear afectara a "alguna parte" del territorio mexicano, etcétera. Estados Unidos sabía desde el principio del costo límite: la Federación Rusa tiene la superioridad militar desde hace algunos años gracias a las armas hipersónicas, pero nadie sale a gritarlo a los cuatro vientos ni se entiende lo que ésto significa. Ocurre que, contra lo largamente acostumbrado, el capital y el imperio no están en capacidad de resolver sus contradicciones actuales mediante una guerra en gran escala. Volar el planeta no tendría sentido porque se acabaría la posibilidad de hacer ganancias: para el capital y el imperio, la vida tiene un sentido y uno que otro valor. Lo que no se ha hecho es agradecerle a Rusia el haber creado las condiciones para que una guerra en gran escala, "mundial", sea imposible. No queda claro dónde quedaron todas las alarmas sobre el próximo conflicto nuclear y la guerra mundial venidera. 

       Frente a las "sanciones del infierno", el presidente ruso Vladimir Putin de algún modo se quedó entre dos sillas: al ratificar al frente del Banco Central de Rusia a Elvira Nabiullina, se inclinó por la política económica "neoliberal" y el beneficio para oligarcas y especuladores. Al mismo tiempo, nadie puso atención en el hecho de que Putin decretara el fin de la "unipolaridad", o al menos de la creencia en un excepcionalismo que les hace a los estadounidenses y sus seguidores sentirse "como Dioses".

      Probablemente no fue una simple bravata. Al frente de la Unión Económica Euroasiática (UEE) está, como ministro de Integración y Macroeconomía, Serguei Glaziev, ex asesor por siete años de Putin. Glaziev está trabajando en la búsqueda siguiente, desde su cargo: el intercambio comercial entre los países de la misma UEE, China, los países del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y los de la gigantesca Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) sin pasar por el dólar, recurriendo a monedas nacionales y "cestas" de monedas y valor de bienes como ciertas materias primas. No es un proyecto menor, puesto que marcaría el fin de la supremacía del dólar (y sin pasar por el euro, el yen o la libra). Si este proyecto avanzara, Estados Unidos habría perdido dos de las palancas claves de su intento de supremacía: la militar y la monetaria. No le quedaría más que el arma energética, en medio de notorias dificultades para meter al mundo entero a las energías renovables, y las ventajas tecnológica y sobre todo, como lo ha sugerido Glaziev, "cognitivo-informativa". El cambio que impulsa Gláziev supone la colaboración de "distintos estratos sociales interesados en el bienestar común". No es un hecho, pero como sea la UEE busca moverse y mover a otros hacia la desdolarización.

     Estados Unidos y sus "socios y aliados" sin duda no ignoran lo descrito, y darán la batalla, pero, nótese bien, hasta donde logren ganancias y los costos no sean altos. Es difícil anticiparse, pero hasta hace algún tiempo no era creible que Rusia pudiera adelantarse a Estados Unidos en la carrera armamentística. No vaya a ser que algún día Estados Unidos y sus "socios y aliados" se despierten sin ser lo que creían ser.

     El proceso transforma también a una Rusia contradictoria y, de una manera general, sorprende la tendencia a moverse en una órbita capitalista desconociendo las leyes del capitalismo, creyendo por demanda (y no deseo) que siempre habrá cabida para todos, aunque ocurra porque el capitalismo da la impresión de poder "cumplir todo deseo" y permitir que cada quien sea libre de perseguir el que más le plazca. Algo debe de haber de raro que no estamos en la guerra mundial ni en la nuclear, y ni siquiera en la atención al significado de las tendencias -no proyecciones- en juego. En el gobierno de Putin se dice más de una tontería, pero también se tiene determinación frente a los desafíos de las relaciones internacionales. ¿Hay que hacer caso omiso? No son los rusos los dormidos en sus laureles. Algo sencillo...(da click en el botón de reproducción).



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