Es frecuente entre quienes no creen que Estados Unidos es la última Coca Cola del desierto que se hable de mundo multipolar. Rusia ha sido el país que, desde hace tiempo, más hace por la multipolaridad. La actuación de China es más dudosa.
Rusia ha buscado impulsar la multipolaridad desde la Unión Económica Euroasiática (UEE, que además de Rusia incluye a Belarús, Armenia, Kazajistán y Kirguistán), pero, pese a sus dimensiones, sobre todo por el tamaño de la Federación Rusa, este espacio no representa más de cerca del dos por ciento de la economía internacional, no mucho.
Habría que saber qué hace China, porque acaba de promover la primera Cumbre China-Asia Central, con Kazajistán, Kirguistán (dos países de la UEE), Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán. Beijing, capital china, no se mete por el rumbo en nombre del socialismo, sino de una amistad de "más de dos mil 100 años". Por lo demás, fue en la universidad Nazarbayev de Kazajistán que el mandatario chino, Xi Jinping, lanzó hace algún tiempo la Iniciativa de la Franja y la Ruta. China ha conseguido un gasoducto de Turkmenistán a su territorio, pasando por el centro de Uzbekistán y el sur de Kazajistán, y hay muchos otros proyectos chinos en la región. Aunque se habla de "complementariedad por interés", no queda muy claro si es muy del agrado de Rusia que China en cierto modo carcoma parte de la UEE. Los chinos no son los únicos, puesto que la Unión Europea (UE) acaba de lograr un importante acuerdo comercial con Kirguistán. Teniendo a China como uno de sus principales socios comerciales, es poco probable que la UE quiera perderlo, luego de lo sucedido con Rusia, y pese a ciertos roces en el estrecho de Taiwan, chinos y estadounidenses se las arreglan para llevar la fiesta en paz en los más altos niveles. Quien pierde es Rusia, a la que, la verdad sea dicha, sólo le queda una amistad fiable, Belarús. Kazajistán y Kirguistán ya han arrojado dudas.
Rusia no tardó en impulsar a los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfica), pero no representan sino entre el 20 % y el 27 % de la economía internacional, según las fuentes, y pensando en que está incluida China. No es que no sean loables los esfuerzos para intercambiar sin pasar por el dólar, o los intentos del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva por reanimar la UNASUR (Unión de Naciones Sudamericanas), que debía tener una moneda propia, el Sucre. Sin embargo, no hay datos que confirmen la entrada en un mundo multipolar.
Estados Unidos representa cerca del 16 % de la riqueza mundial., y la UE cerca del 15 %. Sumando a Japón (seis por ciento de la riqueza mundial), la tríada se acerca al 40 % de la riqueza mundial, muy por encima del grupo BRICS, y ni se diga de la UEE. No queda claro qué sentido tiene hablar de diferencias Norte-Sur ("Norte global", "Sur global") cuando Rusia está en el Norte y promueve mucho más la multipolaridad que los chinos, más centrados en sus estrictos intereses. China es ciertamente el país con mayor porcentaje del producto interno bruto mundial (PIB), con poco más de 18 %, pero no spuera con demasiado a Estados Unidos. India tiene cerca del siete por ciento. Juntos, China, India y Rusia no logran superar a la tríada Estados Unidos-UE-Japón, que hace hasta lo imposible por no dividirse, como constó con todo el esfuerzo por impedirle actuar al presidente Donald J. Trump.
Las limitaciones de la crisis capitalistas hacen que la tríada mantenga su interés por el mercado chino y por los recursos naturales rusos, habiendo encontrado un "tope" en el soberanismo ruso. Cierta forma de presión no va a cesar, pero la tríada no tiene demasiados motivos para inquietarse sobre su predominio. Pese a estarse rearmando, no es del interés alemán ni japonés perderse un mercado como el chino. Es posible así cierto "condominio" con China, lo que más de un experto chino en relaciones internacionales pregona. Al parecer, los efectos de la desaparición de la Unión Soviética todavía no están comprendidos del todo, como tampoco los del ascenso polémico de China. Lo que es aún menos claro es el perfil futuro de las relaciones internacionales: no son unipolares, pero no corren hacia la multipolaridad, y mientras los países de la tríada actúan, es propio de otros ser largos en el prometer y cortos en el cumplir, por más que se multipliquen Cumbres, Foros, Reuniones, etcétera, a cuál más sensacionalista.