Pese a sus apariencias de modernidad, o de estar en el último grito de la moda, los "demócratas liberales" no siempre están exentos de añejas prácticas clientelares: son notorias por ejemplo en el grupo Letras libres, que encabeza el ensayista mexicano Enrique Krauze, hasta llegar en "X" (el antiguo Twitter) al nepotismo más abierto y descarado; los "centristas" del grupo Nexos, no exactamente "demócratas liberales", también se rigen por la clientela. Ambos tienen la vieja pasión oligárquica del acaparamiento en pocas manos, algo que no ven como un mal, sino como símbolo de prestigio a ostentar, de la misma manera en que el antiguo terrateniente deseaba tener el máximo de tierras aunque no se ocupara mucho de mejorar los cultivos y estuvieran incluso ociosas. La fachada liberal o moderna no es novedad: las antiguas oligarquías se las daban de inglesas o francesas sin interiorizar nada más allá de símbolos u ornamentos externos.
Es así que se ha conservado un ´gusto por la servidumbre, incluida la doméstica, como parte de la "casona", y no sin cierto paternalismo, incluso benefactor en el caso de México. En la telenovela, es la servidumbre la que llega a salvar al patrón en ruina, sobre todo cuando algún milagro final hace descubrir que dicha servidumbre ha tenido derecho a herencia o tiene incluso algo de sangre azul, lo que es el reciclado de un hábito de Conquistadores y colonial, por lo demás. Es así que la servidumbre queda integrada "como parte de la familia". Y es así que la candidata opositora en México (Frente Amplio) es vista como parte de la familia: es Xóchitl. Para recordar que viene de abajo, puede permitirse incluso un lenguaje florido. Millonaria, al haber logrado convertirse en empresaria, ha sido adoptada por los patrones "casi" como una hija más, encima con presuntos orígenes indígenas, y originaria del Valle del Mezquital en el estado de Hidalgo. Es "pueblo", lo que le sirve a la oposición en sus cálculos para restarle bases al lópezobradorismo, pero encima tiene algo de self made woman (la "mujer que se ha hecho a sí misma"), para asimilar un poco a México a lo que supuestamente permite Estados Unidos: la recompensa del esfuerzo individual sobre el que Xóchitl no para de hacer énfasis. En México, con esforzarse, se puede pasar del pueblo mugriento y el cuarto de azotea a las empresas millonarias y de vanguardia: basta con "echarle ganas", mensaje patronal. Cabe el paternalismo, pero el dependiente debe retribuirlo "echándole muchas ganas". A este ritmo, Xóchitl Gálvez es la "cultura del esfuerzo" contra la del "privilegio" de Claudia Sheinbaum, candidata oficial. No importa demasiado que Xóchitl haya llegado tirando debajo del autobús, en un proceso no muy claro, a la mujer-patrona, Beatriz Paredes, del PRI (Partido Revolucionario Institucional). La servidumbre permite complacer: Xóchitl es mujer y "originaria", para la moda estadounidense.
De lo dicho existe tradición en México, más allá de la telenovela. Es María Nicolasa Cruz, la "India María", que divierte al "pueblo" desde San José de los Burros. Un poco más nuevo, y más adaptado a la moda, se encuentra en "la Cleo" de Roma, que conmueve hasta las lágrimas a la clase media con pretensiones oligárquicas (afortunadamente, Yalitza Aparicio ha logrado otros papeles y bien actuados). En una perspectiva así, Xóchitl puede apelar a una parte de la clase media descontenta con el lópezobradorismo. Y antes había hasta para serie televisiva: "La criada bien criada", que encarnaba María Victoria. No faltan, pues, "personajes" de "pueblo" con los cuales puedan encariñarse no nada más una parte del "pueblo", sino también de los patrones y de la clase media, hasta donde no han perdido rasgos oligárquicos, pese a la fachada. También es clásica la parte del "pueblo" que, antes que con los suyos, prefiere identificarse con el señor de la casa, así no se lleve forzosamente bien con la señora (Paredes, por ejemplo), o con "el joven" (Miguel Angel Mancera, del Partido de la Revolución Democrática, se quedó protestando en el vacío). Por cierto que, como el señor suele estar muy ocupado en el trabajo y la señora no trabaja, la marcha de la casa recae en la empleada doméstica que, ciertamente, puede llevarse con paternalismo todo un homenaje.
Es bastante simpático que, junto a sus cálculos, la oposición mexicana se haya encontrado como candidata idónea a la criada, que difícilmente puede ignorar de quién lo ha sido: con qué gobierno (de patrón confianzudo y majadero) y en qué delegación de la Ciudad de México. Más que cuestión de entrar al golpe bajo, como lo está haciendo MoReNa (el oficialista Movimiento de Regeneración Nacional, en particular con Mario Delgado) o incluso el presidente, Andrés Manuel López Obrador, no estaría mal ubicar lo que representa Xóchitl: el paternalismo patronal, la identificación de parte del "pueblo" con el patrón y, encima, el barniz estadounidense del esfuerzo individual que hace de cualquier Juan Pérez Jolote un Robert Kiyosaki en potencia. Lo que sí, como parte de la superación y de ir adquiriendo educación, Xóchitl podría usar cierta inteligencia que no le falta en mejorar sus modales: no los tenían los personajes mencionados y parecen parte de la falta de compostura convertida en licencia que se ha ido apoderando de una parte de la sociedad mexicana, como signo de prepotencia, de "podérselas" hasta por lo bajo y de obligar a la gente a tolerar programitas de radio como "La corneta" y otros parecidos. Es la versión degradada, en marcha desde el sexenio de Vicente Fox (2000-2006), de la antigua bravata del macho, ahora a ritmo de banda (no cesa: el sexenio que termina tuvo que aguantarse el mal gusto de Firme y Carín León, una verguenza para Sonora). Xóchitl anda jugándole al "que yo las puedo", apelando a lo peor de la atracción para el pueblo y de algunas maneras del viejo régimen. Es que ni los patrones conservan la compostura, salvo los del PRI que lograron algo de "aburguesamiento", como Paredes o Enrique de la Madrid. Más allá de Fox, el ex presidente Felipe Calderón (2006-2012) tuitea HDSPM ("Hijos de su puta madre") como signo de distinción. Al PAN, el PRI (el presidente Enrique Peña Nieto tampoco tenía malos modales) y el PRD no los une el amor, sino el espanto: así se encontraron una jugada que denigra pareciendo al mismo tiempo complaciente con "su" pueblo, el que les hace el aseo, les prepara la comida, se encarga de los niños, vela por la cena cuando el patrón llega cansado a casa y se evita si es posible roces con la señora. Es quien hace andar la casa, y, siguiendo buenos consejos de sus patrones, se da tiempo de superarse personalmente. Nada más falta que el marido de Xóchitl sea albañil de origen. Así se lleva México en la piel. Ahora, la campaña (da click en el botón de reproducción).