Aunque es deseable que suceda, no es seguro que la derecha ecuatoriana pierda las elecciones presidenciales de octubre próximo.
El candidato derechista, Daniel Noboa, hijo del gran millonario del banano, Alvaro Noboa, no ganó en la costa, ni siquiera en la ciudad de Guayaquil. Sin mayor experiencia, hombre de negocios, muy joven, despistado, Daniel Noboa no ganó en la costa productora de banano, ni en la ciudad de Guayaquil, capital económica del Ecuador. Ganó en provincias serranas, varias en el centro y dos más, al norte (Carchi) y al sur (Loja), con excepción de Imbabura y del Azuay. Dichas provincias tienen una alta proporción de población indígena. Las agrupaciones indígenas (Pachakutik) no tuvieron candidato. En las elecciones anteriores, Yaku Pérez, quien nucleó a los indígenas, se inclinó por la alianza con la derecha del actual presidente ecuatoriano Guillermo Lasso. La relación de los indígenas con la Revolución Ciudadana (RC), partido de Rafael Correa, ha sido más bien mala, aunque hay divisiones.
En la medida en que no tiene propuesta seria, Daniel Noboa tiende al fraude, como ha ocurrido en distintos países de América Latina con candidatos empresarios: no terminan bien. El fraude consiste en hacer creer, si es necesario con cierto asistencialismo, en que habrá "dinero circulando" al estar el gobierno en manos de alguien con mucha riqueza, y como si ésta no la creara el trabajo. Noboa empezó por lo demás su carrera política ligado a Edwin Moreno, hermano de Lenin Moreno, quien traicionó a la RC y una vez en el gobierno comenzó con las políticas que han llevado al Ecuador al despeñadero. Correa sugiere que Lenin Moreno es un sicópata, pero puede tratarse de otra cosa: el hoy ex presidente tal vez jugó la carta del engaño hasta hacerse del gobierno. Y es una carta común en buena parte del Ecuador, en particular en la sierra, por herencia colonial. No se engaña "mareando" al hablar, a diferencia de México, sino con un uso peculiar del silencio, "taimado", para decirlo con una palabra ecuatoriana. No es de descartar que Lenin Moreno haya sido taimado -astuto en la disimulación- hasta, ya en el gobierno, permitirse hacer "lo que le diera la gana": no se trata más que de una actitud señorial. Correa estuvo al tanto: desde la sierra se llegaba a criticar el "exceso de monos" (costeños) en el gobierno de la RC, y simplemente fue tomada a mal la frecuente actitud frontal de los guayaquileños.
Lo que ocurrió esta vez, a juzgar por la geografía del voto, es que el fraude de Daniel Noboa pudo pasar en provincias serranas habituadas al engaño. Más allá de ésto, el voto para el sustituto del asesinado Fernando Villavicencio, Christian Zurita, no fue más que localista y personalista, sin alcance nacional, pese a que la ejecución perjudicó la intención de voto para Luisa González, de la RC, aunque el perjuicio fue apenas en una provincia de la sierra. Lo dicho sugiere que siguen pesando el personalismo, en algunos casos, y actitudes indígenas que no cabe idealizar, ya que carecen de visión de país y tienen de estamental. Dicho de otro modo, el Ecuador no tiene resuelta la "cuestión indígena", lo que se complica con la injerencia externa (onegeísta, etcétera).
El segundo elemento que llama la atención es que hubo votación para CONSTRUYE, de Zurita. En el origen está un grupo de la ministra de Gobierno de Lenin Moreno, María Paula Romo, muy cercana a Estados Unidos y, en este sentido, sin sentido de nación. Sumando, el voto que no fue para la RC, y concentrado en la sierra y una parte de la Amazonía, es un voto carente de sentido nacional, y, hay que decirlo para el caso indígena, fragmentador, mientras que la RC de González tiende a unificar el país. Si se considera que, en el pasado, la RC nunca logró triunfos apabullantes, no es exactamente que se trate de "hacer resurgir la patria", sino de saber si Luisa González puede conseguir hacer cuajar al Ecuador como Estado nación, considerando las victorias en parte de la Amazonía y en las provincias serranas de Imbabura y el Azuay. Si así fuera, se terminaría con una habitual polarización costa-sierra, muy marcada en las elecciones anteriores, y en parte con la Amazonía.
Lo echado a andar con la RC es el Estado nación efectivo, si llega a cuajar más allá del país formal. La derecha apuesta a las diferencias, es apátrida y no exenta de vínculos con el crimen organizado, como ocurre con el presidente Guillermo Lasso. Es difícil saber si la RC puede avanzar hasta dejar en segundo lugar a lo que el ex vicepresidente Jorge Glas llama "la patria del lleve", es decir, únicamente como espacio para "llevarse algo" en el reparto. Dicho sea de paso, es una mujer, la misma María Paula Romo, quien se ensañó con Glas en prisión, con distintos tipos de agresiones físicas y psicológicas por encargo. En octubre y en las elecciones de 2025 (puesto que por ahora se trata de cubrir el periodo que dejará vacante Lasso), no es poco lo que está en juego: retomar el camino de la construcción estatal y nacional, o, a través de la alianza del viejo régimen personalista/clientelista y estamental y la oligarquía, terminar de dar en el Estado fallido.