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miércoles, 28 de febrero de 2024

SIMPÁTICOS: NO SIEMPRE HUMANOS, NI DERECHOS

 No es tan sencillo saber qué se entiende por "pesos y contrapesos" o "controles y equilibrios" (lo que no es exactamente lo mismo, checks and balances en la versión estadounidense) a partir de la división de poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial). Pareciera que a los más rancios lo anterior les implica que no se pueda hacer nada en ningún sentido, salvo parlotear en la llamada "conversación pública". No es un secreto que hay muchas maneras de conversar y se puede hacer para no llegar a nada, salvo al palabreo como un fin en sí mismo, mejor si ahoga el objeto de conversación o, a fuerza de dispersión, termina por no haber ninguno y quedan todos felices con todos, tolerándose sin debate real ni cambio. Pareciera entonces que no cuenta la función de cada poder, sino que haya la suficiente diferencia política para que unos se paralicen a otros y se esté en la inercia. Que un Congreso como el peruano no cumpla sus funciones pero tenga la capacidad de impedir que cualquier Ejecutivo cumpla las suyas no es visto como anomalía, sino como democracia. Lo mismo que un poder como el Judicial sea el que decida quién se queda o quién se va en el Ejecutivo, como sucedió en Brasil a partir de la presidencia de Dilma Rousseff y hasta hace poco. En estos casos, la función termina por no importar y se invaden esferas por motivos ajenos a la división de poderes. No se trata más que de parodia de sistemas políticos como el estadounidense menos impolutos de lo que se cree.

      El gobierno colombiano del presidente Gustavo Petro ya se ha visto enfrascado en problemas con el aparato Judicial. No que no haya nada que perseguir, sino que, capturado dicho aparato por intereses ajenos a su función, persigue un delito que, siendo el mismo en un gobierno de otro signo, no es perseguido en lo más mínimo si el signo político es afín. En la base se encuentra un poder clientelista no erradicado, y en el que las cosas son de facción o de grupo: el que no comulga ni combate golpeando queda fuera e incluso mal visto. Así, la Procuraduría colombiana sin firme asiento legal se mete en asuntos de la cancillería local; la Fiscalía repite lo que se hace donde quiera que un poco de giro a la izquierda incomoda: hurgar dinero sucio en las campañas. Cabe recordar que así se paralizó, sin pruebas, al ex presidente Ollanta Humala en el Perú y a la candidata Keiko Fujimori, en menor grado. Según distintas agencias noticiosas, es lo que puede preparar la Fiscalía colombiana contra Petro, siendo -lo que no debería ocurrir -el fiscal de un partido político rival. Insinuaciones sobre campañas o candidatos se han manejado por igual, sin pruebas claras, en el Ecuador. Y cuando las pruebas aparecen, rara vez sucede algo, como con la misma Keiko Fujimori, hasta ahora, o Guillermo Lasso en el Ecuador, quien evadió el juicio político, como ha logrado evadir la Justicia el ex presidente ecuatoriano Lenín Moreno, felizmente refugiado en Paraguay. El guión se repite en intentonas bastante burdas como las recientes contra el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, bajo el supuesto repetido por varios medios de que entró dinero de narcotraficantes en la campaña de 2006. Cuando se trata del "primer ministro" haitiano Ariel Henry o del presidente colombiano Iván Duque y los amigos con los que se fotografía, no ocurre nada o, es más, como se ha reportado en la Web, quien intenta seguirle la pista a Henry debe desistirse y renunciar. Que un país como Haití u otro como el Ecuador sean Estados fallidos sin el menor estado de derecho, como a su manera el Perú, no es algo que le quite el sueño a Estados Unidos.

     En Colombia es tan de caricatura -tal vez porque, como dice López Obrador en México, el dinero es de lo que no se puede ocultar- que el fiscal saliente, Francisco Barbosa, parte de la extrema derecha (uribismo, llamado "Centro Democrático", más o menos como en México el empresario Claudio X. González se ostenta como de "centro progresista") ha pretendido dejar en el cargo  - lográndolo recientemente por encargo- a la vicefiscal Martha Mancera, que tapa tranquilamente crímenes del narcotráfico y le hace favores. Barbosa informó de su gestión no a los colombianos, sino al Departamento estadounidense de Estado , a quien le propuso a Mancera, según lo que informa el portal Rebelión. Desde los '60, ya no siquiera hay ciertos principios doctrinarios, como entre conservadores y liberales, sino que se trata de llevarse el Estado en pedazos. Petro no logra por su parte un equipo consciente del reto, y se dedica más bien a dar su propio "puertorriqueñazo":, convirtiendo al turismo en la gran entrada de ingresos -casi seis millones de visitantes extranjeros en un año, uno de los principales destinos del mundo y con Puerto Rico como invitado de honor de  de la Anato (Asociación Colombiana de Agencias de Viajes y Turismo)- y buscando todo en las energías renovables a costa del carbón y el petróleo, porque "no hay alternativa a la descarbonización"-. En vez de hacer algo interno, el ministerio de Justicia ha buscado contra la corrupción una "Comisión de Verdad" bajo amparo de juristas internacionales. O la ultraderecha -aliada con Estados Unidos - o la tutela internacional, a modo de "alternancia".

      Mientras Petro puede mejorar la fachada e intentar una que otra reforma social, si lo dejan, el clientelismo persiste en que, como lo hace notar Rebelión "el desgobierno es galopante en lo municipal, departamental y nacional. La corrupción y la impunidad se tornaron incontenibles", con "el declive ético y moral del poder", que puede llevar a la anarquía. "No ha habido -enfatiza Rebelión - voluntad política, ni responsabilidad social de los gobernantes para ejercer la función pública para beneficiar a todos los ciudadanos". Esto no marca sino la imposibilidad del Estado. Como en Colombia la pobreza es cercana a la de Puerto Rico, un poco por arriba del 40 % (si bien llega casi al 47 % entre las mujeres), Petro sería tolerable si se ocupara de turismo y energías renovables, sin llevar a cabo mayor reforma social y sin Estado digno del nombre: después de todo, Colombia es un país partido en dos y con las causas de abajo descabezadas (da click en el botón de reproducción).






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 A reserva de lo que dé a conocer Ricardo Raphael, muy buen conocedor del caso, Isabel Miranda de Wallace es una mujer de antología que llev...