Contra lo que podía predecirse hace algunos años, la evolución del Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, El Salvador y Honduras) ha dado un vuelco positivo. El más notorio es el de Nayib Bukele en El Salvador, donde tiene una popularidad apabullante. Ha seguido Guatemala, donde finalmente Bernardo Arévalo llegó al gobierno, pese al "pacto de corruptos". En Honduras, la mandataria Xiomara Castro ha conseguido buenos resultados. Lo que cabe hacer notar es que se ha tratado de procesos no coordinados, cada uno endógeno, a su manera. La única ligada al progresismo latinoamericano es Xiomara Castro.
De entrada, la delincuencia ha disminuido en Honduras, en particular en los homicidios.
El gobierno de Xiomara Castro ha estado haciendo, según lo recuerda recientemente el portal de Rebelión, un esfuerzo importante en materia de infraestructura, para la recuperación de bosques, en particular para reforestación y reducción de la desforestación. Se han creado 80 microcuencas, cuatro áreas protegidas y no se han dado nuevas concesiones mineras a cielo abierto.
Asimismo, se ha frenado la venta del país, que se estaba dando bajo la forma de Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (Zedes), y en este marco se buscaba antes aprovechar, entre otras cosas (además del alto grado de pobreza extrema), la Ley de Empleo por Hora, que precarizaba y flexibilizaba la fuerza de trabajo. Al mismo tiempo, se ha buscado ayudar a la pequeña y mediana empresa nacional.
Pese a las diferencias en la coalición que llevó a Castro al gobierno, en particular con Salvador Nasralla, se ha buscado tener un aparato de Justicia menos desfavorable, a partir de la elección de la Corte Suprema de Justicia y el fiscal general, de tal modo que estos cargos no estén copados por personeros del antiguo gobierno, que era un narcogobierno. Aunque no es lo mejor y los equivalentes crearon problemas en Guatemala y El Salvador, se espera la instalación de la Comisión Internacional contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (CICIH), bajo supervisión de Naciones Unidas. Como sea, la idea es que no vuelva a repetirse un golpe blando -y no tanto- como el que hace años sacó del gobierno a Manuel Zelaya. En El Salvador ha quedado descartado un golpe oligárquico, y en Guatemala fue abortado. En Honduras no es fácil luego de 12 años de narcogobierno.
Lo enumerado no ha impedido que siga la violencia contra líderes y movimientos sociales, por lo que en este terreno, pese a la baja de la violencia, Honduras sigue siendo uno de los países más violentos del mundo. La violencia contra defensores de las tierras se ha hecho sentir en particular en la región de Bajo Aguán. Cabe señalar que Honduras fue hasta la llegada de Xiomara Castro el país del mundo con la quinta tasa más alta de feminicidios, según datos recogidos por Rebelión.
Estados Unidos ha apoyado a su manera el cambio en Honduras: el anterior narcopresidente Juan Orlando Hernández fue extraditado a Estados Unidos y la vicepresidente estadounidense, Kamala Harris, asistió a la toma de posesión de la actual mandataria. El interés estadounidense está, en parte, en que Honduras no llegue a una situación tan desastrosa que se multiplique la emigración, y en parte en "orillar al centro" a Xiomara Castro. Es de esperar, en todo caso, que se complete un cuadro distinto en una de las regiones que era hasta hace poco de las más violentas del mundo, si no la más violenta. (da click en el botón de reproducción).