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domingo, 25 de febrero de 2024

COMPÁS DE ESPERA...

 Recientemente se llevó a cabo en Estados Unidos un cónclave conservador al que asistieron el presidente salvadoreño Nayib Bukele y el argentino Javier Milei. El segundo no es antipático ni tonto, así que dió una cátedra de teoría económica y se lanzó contra el estatismo y el socialismo, aunque al final de su discurso logró ser más preciso y atacar al populismo. No es falso, a juzgar por las experiencias latinoamericanas, decir que el populismo clásico tiene más de un defecto ligado a la "Estadolatría", que lleva a que se cree una "casta", como la llama Milei (qué curioso: Stalin la llamaba "la maldita casta"), en la que políticos y burócratas, con frecuencia corruptos e ineptos, se ocupan más de ventajas y privilegios personales que del servicio público. A partir del periodo llamado de "estancamiento" en la Unión Soviética, bajo el "liderazgo" de Leónid Brezhnev, fue dándose una deriva hasta cierto punto "populista" del socialismo de Estado.

       Identificar socialismo y estatismo es, hasta cierto punto, inexacto. Lo es porque, según Engels (sin que Marx escribiera mucho sobre el tema), el socialismo no tiene por qué ser "de Estado" sino de manera transitoria, para hacerse cargo de los grandes medios de producción. Estos deben ir pasando del Estado a manos de la sociedad de trabajadores, bajo la forma de propiedad social, y sin negar la propiedad privada personal. El paso del socialismo al comunismo supone, claramente dicho, la extinción del Estado, o en todo caso su reducción a mínima expresión para "la administración de las cosas". Nunca ha habido "Estadolatría" en la teoría marxista y, en rigor, ni caso tiene ser marxista, puesto que Marx era el primero en decir "no soy marxista". La expresión adecuada es más bien "marxiano". Para más señas, en un país como Cuba importa muy poco Marx -nunca se lo menciona- e importaba igualmente casi nada en la Unión Soviética en las últimas décadas. La intervención del Estado tiende hoy a ser más bien asunto de origen keynesiano, y Keynes dijo alguna vez que era incapaz de leer a Marx, porque le parecía soporífero. El populismo y el keynesianismo están ligados en la idea de "Estado de Bienestar", que es "regulador" -y Milei no se privó de criticar al keynesianismo. Si lo que ofrece Milei se da, en el sentido de parar la "Estadolatría" peronista, la corrupción y la forma de actuar de "la casta", adelante. Tampoco se puede privar al presidente argentino de su derecho a dar explicaciones de teoría económica. Y, como lo señaló la periodista rusa Inna Afinogenova en un programa mexicano (entrevista con Julio Astillero, disponible en Youtube), no tiene sentido tachar a Milei de "fascista" y ver a la larga "fascistas" por doquier. Como lo señaló Afinogenova, el problema está en que, en realidad, a estas alturas no es Milei quien gobierna, sino que se trata del "macrismo" (del ex presidente argentino Mauricio Macri), o más aún, agreguemos, de figuras como Patricia Bullrich,  y grandes intereses económicos que, agreguemos, deben entender muy bien el "viva la libertad, carajo": la libertad del zorro en el gallinero, y la socialización del desastre (el último lo creó Macri con un formidable endeudamiento, sin que sea excusa para los peronistas Sergio Massa o el presidente Alberto Fernández, de una incompetencia total). Por ahora, mientras Milei hace interesante teoría económica -eso sí, discutible-, vuelve la polarización entre Macri y Cristina Fernández de Kirchner, tampoco exenta de teorizaciones a la vez interesantes y discutibles (el "populismo" versión Ernesto Laclau). Macri es otra cosa: negocios y nada más. Hay cosas interesantes en lo que dice Milei, pero no es seguro que no sea rehén de quienes se sirven de "la libertad" para hacer pasar la aplanadora de los negocios incluso por encima de los individuos. Y Bullrich, de gran origen aristocrático, lo debe saber bien: muy peronista en la juventud, cercana a Montoneros y la guerrilla, exiliada hasta 1982, secretaria del sociólogo Guillermo O'Donnell,  doctora en ciencia política por la universidad de San Martín con una tesis dirigida por Marcelo Cavarozzi (del Club Político Argentino y sus 234 intelectuales), pasó a ofrecerle la "libertad" a la derecha...en términos de "seguridad", de la mano de "la" embajada, los cocteles y las reuniones oficiales con el FBI (Oficina Federal de Investigación), la DEA (Agencia de Control de Drogas), el Departamento de Estado y la Homeland Security (Oficina de Seguridad Interior) estadounidenses. Dirá que se hizo a sí misma, como la ex trotskista mexicana Xóchitl Gálvez. El problema está en bailarlas todas muy pegadito. Es MAGA (Make America Great Again), no la Maga (Make Argentina Great Again). Milei, mitad responsable mitad profeta de secta, según el Club Político Argentino en su página Web, puede acabar como todo en la imaginación de Julio Cortázar: una creatividad impecable y simpática sin el menor juicio de realidad.

      Bukele tuvo más tino, al considerar que la ley y el orden deben hacer que se instauren la ley y el orden, y que el aparato de Justicia debe hacer justicia: no lo hacen en América Latina porque tampoco se los entrena para ello en el mundo Demócrata estadounidense, experto en adulterar esos principios básicos para fines criminales y políticos (¿no era Barack Obama el presidente estadounidense cuando se instruyó a México la alianza con un Cártel para bloquear a los rivales, y no una inexistente "guerra contra las drogas"?).. Bukele no es Milei, porque El Salvador carece de ciertas pretensiones (no todo es ventaja en la inmigración europea): advirtió tranquilamente el problema de la época, que parte de que Estados Unidos basa su economía en papel y que, a la larga, un buen día puede caerse en la cuenta de esta artificialidad sin tener ya salida. La ovación no fue tan fuerte. Ni fue Bukele a apersonarse con los Republicanos, a diferencia de Milei. Ni hay "nueva derecha", ni sentido en repetir mueras a Donald J. Trump por inteligencia imitativa y porque, para el globalismo, es "lo que hay que tener". Compás de espera...Es decir, Milei y Bullrich esperando, a diferencia de Bukele, que "América los haga grandes de nuevo". Esto es siempre lo que piensa Bukele, cuando señala cómo Open Society financía "medios independientes" (¿de quién?). Es como "los ciudadanos de Xóchitl" en México y en su "sociedad civil", puesto que cierta derecha fue instruida desde finales de los '80 (en los Documentos de Santa Fe, publicados por el periodista Gregorio Selser, el periódico El Día y luego en 1990 por la Universidad Obrera de México -UOM) para agarrarse de la izquierda "a lo Gramsci". En algo convergen con parte del oficialismo mexicano agarrado de Laclau en la universidad pública. Bukele, en cambio, se lleva 85 % de los votos (y viene el click en el botón de reproducción):







FANÁTICAMENTE MODERADOS

 En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...