Que Estados Unidos haya intervenido en 1989 en Panamá para sacar a un "narcodictador" es falso. A lo pocos años, la misma potencia se sirvió del militar Raoul Cédras, en Haití, ligado al narcotráfico, para derrocar al presidente de izquierda Jean-Bertrand Aristide. Cédras fue siempre solapado por Estados Unidos.
En Haití se precipitaron entonces los problemas de trasiego de drogas, incluyendo marihuana desde Jamaica. Es probable que, al oír "Jamaica", más de uno piense en cruceros, playas o reggae. Desde mediados de los años '70, cuando estaba triunfando Bob Marley, los políticos jamaiquinos ya se estaban metiendo a arreglar sus diferencias a tiros.
Jamaica es el país más violento de América Latina y el Caribe, por tasa de homicidios ( y cuarto lugar del mundo, según Naciones Unidas), y la capital jamaiquina, Kingston, es considerada "la capital mundial del crimen", tomada en parte por pandillas o posse. Las pandillas controlan sectores para partidos políticos (Partido Nacional del Pueblo, oeste y sur de Kingston, o Partido Laborista de Jamaica, este de Kingston, habiendo sido el partido de Edward Seaga, empresario de origen libanés, que contribuyó en grande al desmantelamiento social en la isla). Lo que en tiempo de Marley era una disputa por territorios y votos se complicó por la pelea por el trasiego de drogas y armas. Jamaica es el principal proveedor de droga a Estados Unidos. Es también una ruta de la cocaína sudamericana. Las pandillas logran en Estados Unidos su acceso a las armas. La declaración de estados de emergencia no ha tenido los efectos esperados. Parte del problema es el enquistamiento de las pandillas en los partidos políticos. Estados Unidos, que tiene una vicepresidente de origen jamaiquino (Kamala Harris) y ha tenido altos jefes militares del mismo origen (Colin Powell), no se ha inmutado en lo más mínimo. Ni siquiera se cortan los vínculos de pandillas locales en ciudades como Nueva York o, fuera de Estados Unidos, Toronto o Londres. Desde este punto de vista, no estaría de más señalar que no se interceptan las redes de un Cártel como el de Sinaloa en Estados Unidos, muy extendidas, y en cambio se permite desde la potencia la repatriación de pandilleros -lo que había contribuido a un infierno en El Salvador- y narcotraficantes como Guy Philippe a Haití.
Jamaica no tiene una pobreza mayor, y no es nada comparable a Haití. La fachada jamaiquina vive de turismo, remesas, minería (bauxita) y algunas exportaciones agrícolas todavía. Existen algunas manufacturas de textiles. Jamaica tiene cerca del 20 % de la población en la pobreza, por contraste con alrededor de casi el 60 % en Haití. Hay menos pobreza en Jamaica que en Argentina -y que en México, por lo demás, según datos de Statista. Así, no hay vínculo comprobable de causa a efecto entre pobreza y delincuencia. Son muchas las maneras de confirmarlo. Es un país un poco pobre -mucho menos que antes-, Bolivia, que tiene la menor tasa de homicidios de la región. Jamaica tiene un IDH (Índice de Desarrollo Humano) más bien alto, aunque por debajo de Cuba.
La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) ha hecho estudios que demuestran que, en América Latina y el Caribe, efectivamente no hay relación directa entre pobreza y violencia, En cambio, la desigualdad sí tiene que ver, o, dicho de otra manera, no es ajena a la delincuencia la ostentación de riqueza o extrema riqueza.-Como no hay relación con la pobreza, hay más violencia urbana que rural, por lo que la violencia tampoco tiene que ver con el atraso. El desempleo tampoco está asociado mayormente con delincuencia. Con todo, lo que sí llama la atención es que hay relación entre inasistencia a la escuela y delincuencia: sin trabajo y sin escolaridad, sí se da en los homicidios. El otro factor, que tampoco tiene que ver con la pobreza, es la baja institucionalidad y, sobre todo, la impunidad en el aparato Judicial: el nivel de impunidad en homicidios, según la CEPAL, supera el 90 % en países como Brasil, Colombia, Venezuela y México. Este último país se encuentra entre los 13 que ostentan la más alta tasa de impunidad en el mundo. En suma, lo que se ofrece a los pobres es escuela de pésima calidad, impunidad, “ocio” y ostentación de riqueza, por lo que el problema sale del terreno de los pobres para ubicarse en los desplantes de los ricos, las distorsiones que introducen en la Justicia (quien la puede comprar y quien no), la impunidad (parte de lo mismo) y la oferta de "empleos paralelos" no mal remunerados, sino que encajan con la desigualdad ostentada. Jamaica agrega a las fachadas para el turismo tipo Montego Bay la antigua producción de ganja (marihuana) y un lugar geográfico muy útil. El reggae ha degenerado en parte de la música lumpen de reggaetón, que ya no es para ex esclavos liberados que sueñan con volver al África, sino para atontarse los sentidos y provocar al escucha. (del pasado, da click en el botón de reproducción).