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jueves, 28 de marzo de 2024

NACIDOS DE ESTE LADO

 Parte de la libertad de los libertarios es despertar lo que cada uno es en su inalterable naturaleza: un aspirante a salvaje, un pandillero, un narcotraficante celebrado con canciones alegres (un "jefe de jefes"), un deforme obeso o anoréxico, un sadomasoquista (claro, mientras el acto sea consentido), un boxeador, un jugador de futbol americano o un basquetbolista negro estadounidenses capaces de toda la adrenalina y de ninguna neurona (la última admitida fue de Woody Allen), un Padrino (por Brando o De Niro), un estafador financiero y cualquiera que, pareciendo antes desviado, hoy establece la norma (sólo los hay que no quieren salir del clóset). En esta "longitud de onda", el lumpen es el libertario por excelencia, el que "rompe tabúes", es más aventurero que Indiana Jones y, se supone, hace "lo que realmente quiere".

       Los medios de comunicación masiva más socorridos creen en "La fábula de las abejas" de Mandeville: sin ladrones, la gente no buscaría proteger sus casas; como no mandaría fabricar rejas, no habría trabajo para herreros y forjadores de hierro; tampoco para policías encargados de vigilancia, ni, en caso de capturarse al ladrón, para el juez y su secretaria de acuerdos, el fotógrafo de nota roja, el custodio de la prisión y quien la construye, el abogado defensor...A este ritmo tan querido de la economía, sea la de Hayek o la de Keynes (ambos admiraban a Mandeville), un delincuente es un creador de empleos, un factor multiplicador de la demanda, una fuente de ingresos y, en una de esas, hasta un "emprendedor de sí mismo" (que entendió aquéllo de "empléate a tí mismo"). Hay que poner el grito en el cielo cuando, como lo hizo el presidente salvadoreño, se erradica con mano dura la delincuencia. No hay que indignarse por el terrorismo (al contrario, se lo confunde con alguna "rebeldía" y se imita la barbita islámica): lo preocupante es que sean golpeados asesinos de decenas de personas indefensas en Rusia, porque lo que no es válido en el Bataclán lo es en el Crocus (o para Hamás, que se confunde con "la causa palestina", sin excusar a Israel, pero sin solidarizarse tampoco con el primer palestino que pasa, ni con el primer pirata yemenita hutí). Todo es negocio: la muerte también, aunque no "industrializada" como la de los nazis, sino como parte de otra cosa, dosificada. No es el drogadicto George Floyd el delincuente, sino el policía que lo arresta cumpliendo un protocolo regular que se echa a perder de tan "pasado" que está el mismo Floyd. La policía de Minneapolis delinque. Como viola los Derechos Humanos, según se propaga, el presidente salvadoreño Nayib Bukele delinque. El que golpea en la cara a un asesino de decenas de personas (y sin golpes realmente graves) es característico de un régimen delincuente y paria como el del ruso Vladimir Putin, prófugo de la justicia internacional, para más señas. Dar golpes a la delincuencia es propio de delincuentes porque no se trata de erradicar nada, sino de enforcement, "control", "mantener controlado" sin erradicar. Estados Unidos es el país del control que no erradica mayor cosa, porque sería "coercitivo" (por ejemplo, pararle a la venta de armas, o de droga, puesto que hay demanda).

       Los medios de comunicación masiva más socorridos, entonces, se ponen al sensacionalismo con la muerte. Crean la sensación de inseguridad permanente y venden protección, sin miedo a lo chusco: se atomiza la sociedad porque se propaga la desconfianza y al mismo tiempo se ofrece bienestar resguardado -para el que puede pagárselo- de tal modo que se quede agradecido. En efecto, gracias a la proliferación de compañías de vigilancia y espacios cerrados y vedados, no es que se erradique la violencia, sino que gracias al control se la puede ver por televisión y agradecer que "esas cosas" sólo pasan en Gaza, el Crocus y alguno que otro barrio como Tepito que es preferible esquivar. Lo sabía Adam Smith: la noticia no son los miles de muertos en un terremoto en China, por más que en un arranque lo lamentes, sino la cortada en el dedito que te hiciste sin querer al pisar un vidrio roto. Es el pequeño gusto de ponerte un curita para estar bien en un par de días -en lo que cicatriza- y no haber quedado sepultado bajo los escombros rodeado de amarillos. Mejor evitarse en lo posible noticias y pasar por Tepito, e instalar más cámaras de vigilancia, tarjetas de seguridad electrónica para entrar en tu vivienda y poder quedar de lo más seguro oyendo a Azucena Uresti hablar de balaceados en Celaya o secuestrados en Culiacán. Que todo lo posible esté bajo control y sin necesidad de ir a Celaya ni a Culiacán. Si eres Miguel Bosé, los asaltantes querrán tomarse la selfie contigo mientras terminan de desvalijarte.

      Ya está: la inseguridad recreada al mismo tiempo que la protección para tu zona de confort. El candidato en la capital mexicana "blinda" su alcaldía y te ofrece protección, como lo haría un mercenario: te podrás hacer de la vista gorda sobre el hecho de que el candidato está ligado a un sindicato que extorsiona a desarrolladores inmobiliarios, es decir que tu buen mercenario -no es tan inusual- es también el delincuente que no querrás ver, Santiago Taboada, a diferencia de la ex jefe de gobierno que detestas así haya reducido en casi 60 % los homicidios en la capital. Como tu principal preocupación es el "bienestar para tu familia" y que cicatrice tu dedo, serás como el que, cuando le mostraron el sol, se quedó mirando...el dedo. Querrás seguir "blindado" y votarás contra quien en cinco años redujo el secuestro en 80 % en el país, o 50 % el robo a vehículos (Rosa Icela Rodríguez en El Heraldo) y algunas cosas más: que de los seis estados del país con más homicidios dolosos cuatro sean de los "democráticos" y no del "autoritarismo" (incluyendo Guanajuato y Chihuahua) no hará que te percates de que Taboada es un delincuente, sino que veas en él al que te "blindó", es rubiecito, te ofrece una sonrisa de sinverguenza estelar (eso es lo tuyo) y "desarrolla" tu alcaldía por lo que, después de todo, la fachada de modernidad y de edificios inteligentes bien valen perdonarle el lavado de dinero y la fortuna mal habida. El remate lógico es que, sin este lavado y esta fortuna, no habría desarrollo inmobiliario. La delincuencia es negocio -si no, no la habría-, si tú no te metes con ellos, ellos no se meten contigo, te "blindan" de nacos y te permiten andar con toda libertad, protegido, con tus tatuajes de heroinómano, tu fealdad y tu provocación, tu deformidad y tus canes, tu creencia de que estás en Malibú y tu disposición a creerte que Vladimir Putin está detrás de Lety Varela, si te lo dice la pantalla plana de tu casa mientras estás con unos drinks y tragando Ruffles Jalapeño. Crocus es el nombre que le pondrías a tu perrito si no se llamara Sherman y Gaza es lo que te pusieron en el dedo para sanar. Algo te queda de agradecimiento para los delincuentes que te hacen sentir que eres alguien en la vida, tienes estatus, estás "blindado BJ" y al margen de relajos de los que, a fin de cuentas, no entiendes mucho y que no te van a impedir tus drinks ni tus Ruffles Jalapeño Cheese. Difícilmente leerás a algún bloguero que sugiera que eres un prototipo de antisocial algo difundido y que contribuyes a serruchar la rama en la que estás sentado, al creerte que la solución para la ciudad es que la gobierne un delincuente Así la dejamos y nos vamos con el nahual de un familiar afectado, el gran, gran Mitia, que en paz descanse (da click en el botón de reproducción).



FANÁTICAMENTE MODERADOS

 En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...