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viernes, 4 de octubre de 2024

ZACATEXAS

 Tal vez el actor Rafael Inclán sea un poco cavernario. Como de refilón, comentó, ahora que México tiene una mujer presidenta, Claudia Sheinbaum: "vamos a tener una ama de casa seis años". ¿Qué quiso decir? A lo mejor que México es como una casa y que ahora tiene "ama", que para el caso es el femenino de "amo". Es por ello que un esclavo negro o un indígena podían referirse a una mujer como "amita". "Ama de casa" significaría entonces que Inclán entendió que la figura presidencial es como la del amo, nada más que ahora es con una mujer, en el entendido que una de las acepciones de "ama de casa" es también "dueña de casa". Al mismo tiempo, no deja de ser simplemente muy tradicional. Tanto que una buena mitad de las mujeres mexicanas es ama de casa, aquí en el sentido de que no trabaja, que si acaso fue el lado cavernario de Inclán, aunque no es tan seguro. La gran mayoría de las mujeres amas de casa votaron por Sheinbaum, a reserva de saber el origen social, y puede que en parte por el ofrecimiento de un dinerito por "la economía de cuidados", retribuible entre los 60 y los 64 años. Lo interesante de algunas reformas propuestas es inducir mediante la ley a "salario igual por trabajo igual" entre hombres y mujeres. Es parte de la normalización del principio de igualdad.

       Lo que resulta extravagante es que, en conferencia de prensa, la presidenta se haya mostrado indignada por el comentario de Inclán, al confundir aquélla "ama de casa" con "empleada doméstica" o "trabajadora del hogar". Ninguna mujer a quien se le pregunte a qué se dedica y conteste "soy ama de casa" se considera, de ninguna manera, la "sirvienta", la "chacha" o la "empleada doméstica", sino que es el equivalente de decir "me dedico al hogar", lo que corresponde con frecuencia a una división del trabajo tradicional: el hombre provee el sustento, o "da para el gasto", y la mujer "ama de casa" se dedica a labores domésticas, entre las que se considera la crianza de los hijos. A niveles sociales altos, es sobre todo a lo último aunque sea un decir. "Ama de casa" quiere decir "no trabajo", si bien sucede que "atender la casa" y al hombre es, en la perspectiva más conservadora, en reciprocidad de lo recibido por quien provee. En niveles sociales altos, se tiene "trabajadora del hogar", sin dejar de ser "ama de casa", salvo que en la primera descansan algunas labores pagadas (adelante si con prestaciones sociales). Si "ama" es el femenino de "amo", es decir que significa "dueña", no hay modo, ni a patadas, de que la "trabajadora del hogar" sea la "ama de casa", salvo en la suya, tal vez, parcialmente. No se puede ser trabajador y patrón al mismo tiempo: la "trabajadora del hogar" no es, donde trabaja, la "ama de casa", salvo en algunos finales de telenovela. No queda claro hasta donde la presión mediática -para adular a la presidenta- llega para sembrar la más completa confusión, máxime que Inclán no dijo "sirvienta", ni "chacha", ni "empleada doméstica". ¿Quién le metió semejante equivocación en la cabeza a Sheinbaum, o le llegó por cuenta propia? El rollo sobre el Porfiriato y la Colonia ni venía al caso. Un enredo al margen de lo que significan las cosas, un linchamiento gratuito y una actitud dudosa de más de un progresista en Youtube o redes: no fijarse en el disparate con tal de "quedar bien". Es del mismo estilo que no invitar al rey de España, por no saber que es el jefe de Estado y que América no fue conquistada por un Estado, sino por la unión de dos reinos, el de Castilla y Aragón, sin que existiera ninguna España. Dijo la presidenta que es que "hubo muchas matanzas". Sí, también de aztecas contra tlaxcaltecas. Todo ésto es no tenerlo miedo a la ignorancia ni a descuidar lo que se dice, salvo que se quiera entrar en serio en lo del perdón. Que se pida a los descendientes de tlaxcaltecas, texcocanos (que la agarren contra Delfina Gómez), huejotzingas, totonacas y otros por andarle haciendo caso a Hernán Cortés y ayudarlo por miles a tumbar al imperio azteca. O entonces, además de creerse las últimas tonterías de gente ociosa en algún campus estadounidense, no se ha salido de la mitomanía del antiguo régimen y su "descendiente de Cuauhtémoc, mexicano por fortuna" de José Alfredo u otras de "Yo soy mexicano" de Jorge Negrete ("y como Cuauhtémoc, cuando estoy sufriendo, antes que rajarme, me aguanto y me río"). No como el tarugo de Cortés que se fue a llorar a un árbol hoy rebautizado como "victorioso". ¿No que muy macho? Al rato falta lo de que "a Malintzin la bolsearon". Por lo demás, una cosa es la equidad y la igualdad entre hombres y mujeres y otra una forma de "discriminación positiva" a la estadounidense-- que es anticonstitucional si vira a la "opción preferencial por las mujeres" (por el bien de todo, primero las mujeres, y nos pasamos por alto el artículo primero de la Constitución). La paridad de género se decidió para la administración pública: ¿entonces también para las labores de enfermería, de enseñanza, de sobrecargos (ni que se les diga "sobrecargas") y otras?¿Es por mérito o por cuotas? Por favor, si es lo que se desea: se solicitan garroteras. barman(as), bartenderas, cadeneras, somellieras (sumillieras), etcétera. O de otro modo parece que se está utilizando con extravagancia la creencia de Sheinbaum de que las mujeres son "especiales": el machito se cree lo mismo. Ante la "ama de casa", por ejemplo (encima Sheinbaum considera que las mujeres "dan la vida": ah sí, sin pecado concebida...). Cualquier disparate es válido porque quien lo haga notar es algún misógino que atenta contra gente que es "especial". Para más señas, lo que una doctora o científica no puede razonar, porque primero le gana la emoción primaria, es que Enrique Peña Nieto era más sensato: preguntado sobre el precio de la tortilla, reconoció no tener ni idea al no ser "la señora de la casa". No dijo "pregúntenle a la señora de la limpieza". Como quiera, el mandato no es público, sino mediático, es decir que a estas alturas no se responde ante el Estado como interés general y público, sino ante sus majestades los medios y sus ocurrencias, como la de no entender ni jota de lo que dijo Inclán ni atreverse a sugerirle a Sheinbaum que "ama de casa" no es "la sirvienta". No cuenta en lo más mínimo pensar, sino escandalizar.

        Como parte del circo ofrecido, el gabinete de Sheinbaum salió a justificarse ante los medios -!confundidos con el público, increíble!- por haber invitado al presidente ruso Vladimir Putin a la toma de posesión. Horas o días de "conversación" (no es pública, por favor) sobre si había que capturarlo o no, sin el menor asomo de sensatez: ¿alguien en sus cinco creyó que Putin es tarado al grado de aceptar y venir a plantarse en México, es decir, en las narices de Estados Unidos? Pues imposible: incluso para no comprometer a México. Ni siquiera quedó claro si esta "conversación" no era nada más para "acalambrar" a Sheinbaum.

      El manifiesto desprecio por la mujer inteligente y la preferencia por la obtusa de emociones puede verse en otro circo mediático: que si iba a cantar o no Ismael "El Mayo" Zambada, cuando la periodista María Idalia Gómez afirmó que es habitual de los operativos de inteligencia enredar las pistas. Ni caso: horas y días de "conversación" cuando ni Genaro García Luna ni Joaquín "El Chapo" Guzmán andan por Estados Unidos gritando con megáfono sus conexiones. Ah, pero Ken Salazar se apresuró a torcerle el brazo a Sheinbaum, al igual que la "triple especial" (mujer, medio negra, medio hindú) Kamala Harris -aquí habrá cuotas para todos, menos para hombres blancos heterosexuales y trabajadores, por "riesgo potencial de patriarcado". Normalmente, al circo se asiste para reírse, no para arrancarse con solemnidad a "quedar bien" y esperar ser retribuido con algún favor. Ahora resulta que se rinde cuenta a los medios (una oración/cada mañana): entonces no se es UNA estadistA, sino la escogida de los medios para lo que Sheinbaum no paró de repetir en su toma de posesión: todas las seguridades para los empresarios y para una invasión de inversión extranjera; todas las libertades para todos, "prohibido prohibir" y el feliz matrimonio de los libertarios con los grandes negocios. No es necesario ninguna sensatez particular; de lo que se trata es de que empresarios e inversión extranjera provean, de que la "señora de la casa" administre el gasto y de que se retribuya como es debido a la "trabajadora del hogar", dándole -como en las telenovelas- alguno que otro derecho de "ama de casa". Srvientas acá no hay, nomás sirvientes. Si no lo son, como en el caso de Andrés Manuel López Obrador, pues no falta quien sienta que le salen ronchas. Como a Beatriz Gutiérrez Muller, que se enseñó a manejar la emoción culpabilizante para imponer. Es que Inclán es comediante, no burro. Se refirió a "la señora de la casa". Es lo que hay. (da click en el botón de reproducción).



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