Estados Unidos se encuentra en una posición contradictoria. Sigue siendo el mayor comprador del mundo, o "comprador de última instancia", porque se trata de un país de ingreso medio alto, a condición de considerar lo "medio". Pese a ésto, gran parte de la población estadounidense, si no es que la mayoría, vive al día. Para que pueda ser así, debe existir acceso al consumo barato, lo que se logra en parte gracias a productos importados, sean de regular o mala calidad. ¿Se está hablando de cantidad o de calidad? Una parte de lo que hace China tiene cierta calidad y buen precio, pero no todo, y lo que hace un consumo barato como el de los estadounidenses en su mayoría es paliar un problema chino de sobreproducción.
Las clases medias estadounidenses de la segunda posguerra se distinguían por un buen nivel de vida y consumo de bastante calidad, de productos estadounidenses. Antes de que se desatara la deslocalización de empresas en los '80, hubo desde los '60 dos signos precursores de la crisis: la renuencia estadounidense a seguir cobrando impuestos altos a los más ricos y el inicio del desmantelamiento de la capacidad de negociación sindical, a la que en los '80 el presidente Ronald Reagan trató de darle la puntilla golpeando una huelga de controladores aéreos. Junto con los paraísos fiscales (que no faltan entre los "socios" de Estados Unidos), se les desató las manos a los ricos, creyendo que así éstos invertirían más, "detonando" o "derramando" sabrá Dios qué, y se ató al trabajo. Una parte de las clases medias se enganchó a las nuevas tecnologías y trepó, pero gran parte cayó en la precariedad, incluyendo a los trabajadores llamados "de cuello azul". Por extensa que sea y por relativamente alto que tenga el ingreso, por términos simplemente comparativos, la "clase media"" estadounidense ya no es la de la segunda posguerra: se encuentra, como Estados Unidos todo, en la contradictoria situación de un nivel de vida a la baja, menos holgado, y además, por encima de sus medios, lo que implica "clases medias" quebradas, como ya despuntó con la "Gran Recesión" de 2008. Por encima de sus medios porque, contrario a lo que dice el presidente Donald J. Trump, es gran parte del "resto del mundo" que financia a Estados Unidos por el "privilegio exorbitante del dólar"". Parte del problema es que los dólares de "los demás" se han estado yendo a Wall Street y una minoría, para acentuar las desigualdades en Estados Unidos. Para Trump, más allá de que alguno de sus allegados ande en la "hegemonía global", se está con niveles de ingreso y de deuda, en particular deuda pública, que hacen que, efectivamente, ninguna de las dos cosas sea sostenible a la larga, porque implica vivir MAL y POR ENCIMA DE SUS MEDIOS. Para los Demócratas y los "globalistas", es "tolerable" mientras una parte de las clases medias, los grandes ricos, las corporaciones transnacionales y la alta finanza se beneficien, adoptando para el conjunto promesas de inclusión baratas y bucando encima que se haga algo así como "abrirles crédito" a cambio de fraude. Hace rato que, como ya se recogiera del economista John Kenneth Galbraith, Estados Unidos está en una situación fraudulenta, aunque no es el único. Es algo que ha resultado conveniente para todos los que encuentran ventajas en venderles cualquier cosa a los estadounidenses y en dedicarse a la alta finanza..El error de percepción está en la creencia de que, como es "la" potencia, Estados Unidos "aguanta un piano": too big to fail (demasiado grande para caerse, al menos por unas décadas). Como además al mismo tiempo Estados Unidos se hace detestar por arrogancia, no debe faltar quien piense que "se aguante el gigante", al menos que se explique hacia dónde ha estado yendo Estados Unidos con los Demócratas y los "neocons", más allá de lo ganado por una parte de advenedizos. ¿Hay alternativa Demócrata o es que debe seguirse en que "no hay problema", porque no lo hay para una parte de la población?
Lo que buena parte del resto del mundo ha estado haciendo es sufragar el "modelo" a ciegas y por conveniencia, para no dejar de estar volcado al exterior y negar las necesidades internas, al punto de no verlas. Como sea, no está mal que ya se frenen algunas cosas que toma una izquierda que no lo es, en particular las llamadas culturas woke y cancel. Hay formas de deseo y fantasía personales que no tienen por qué volverse rasero público o político: si un ser humano cree que es una jirafa y que tiene por error un cuerpo de humano, no queda claro por qué obligar a todo el mundo a que le diga "buenos días, señor Jirafa". No sólo es sorprendente que la izquierda se dedique a ésto, sino que ya no pueda hablar con propiedad y encima persiga a quien se niegue a festejar a "les muchaches". Si no les gusta que les impongan, que no hagan lo propio: lo pueden dejar en cuestión de gustos, si en gustos se rompen géneros. Esto es tan chatarra como el consumo de gran parte de las clases medias, y encima provoca que algún despistado de derecha crea que es "marxismo cultural". Como sea, gran parte de la izquierda está ayudando a diluir las fronteras políticas, al sumarse al "globalismo", porque es del interés de más de una "clase política", hasta coincidir con los "demócratas liberales", que de liberales tampoco tienen mucho. No pareciera que a este espectro de la opinión "pública" le importe equivocarse con "ahí viene el lobo", sea "la guerra mundial" o "el fascismo": "soy yo, o el caos", según la frase que se le inventó a Charles De Gaulle.
Sin que se le preste atención, Trump ha expresado molestia por la deuda estadounidense. La deuda pública de Estados Unidos, gigantesca, es la mayor del mundo, enorme como porcentaje del PIB (producto interno bruto), en buena medida en manos de extranjeros (y todo lo que se puede disimular en lugares como las islas Caimán, incluyendo a los chinos); se explica así estar viviendo por encima de sus medios, por lo que, si se tratara de un país del Sur, ya se le habría recetado a Estados Unidos tener "finanzas sanas" y exportar más (junto con tipo de cambio competitivo, reforma tributaria, etcétera). No: hasta aquí, se admite que Estados Unidos se rija por "haz lo que te digo, no lo que hago". Los "globalistas" consideran que es el "fin de la historia" y el mejor de los mundos, porque como vasallos de Estados Unidos pueden comprar con sus dólares activos financieros estadounidenses, y de "rebote" financiar que Estados Unidos siga comprándoles a "los demás", hace rato volcados al exterior para ahorrarse las consecuencias de la sobreproducción, como China, pese a haber cedido parte de sus bonos estadounidenses. Si Trump sugiere bajar las tasas de interés (para no monetizar parte de la deuda imprimiendo dólares mediante la Reserva Federal, lo que puede introducir tensiones inflacionarias), o cambio a bonos de largo plazo, es porque no se puede estar en el endeudamiento creciente imparable, con tasas de interés altas (para atraer compradores) y mayor costo de financiamiento del déficit fiscal (¿y de dónde para infraestructura, etcétera...?), aunque ganen los mal llamados "inversores" (cortadores de cupones), extranjeros incluidos (por las altas tasas de interés). Estar aumentando la deuda pública a un ritmo mayor que el PIB e importando sin contrapartida es síntoma de que algo no va para Estados Unidos, y de que los vasallos tienen también de aves carroñeras: asegurarse el mercado estadounidense y los activos financieros de Estados Unidos así sea a costa de los mismos estadounidenses y su autonomía económica. Es un asunto de parasitismo bajo distintas formas, del que participan los tenedores de reservas en dólares que "invierten" en Estados Unidos.
Trump no es el adalid del proletariado estadounidense, aunque lo voten los trabajadores "de cuello azul", ni es el keynesiano que se vaya a precipitar a la "eutanasia del rentista", pero tampoco es alguien que no sepa qué hace, aunque está bajo presión de la alta finanza. Global quiere decir poco: es multinacional y transnacional con Estados Unidos en el centro, de manera tan contradictoria que los mismos que precipitan una decadencia relativa se quejan de una supuesta "hegemonía (también) global", con la misma creencia Demócrata: que se puede aventar desajustes al exterior (deslocalizando empresas a donde sea que resulte más barato, y extranjerizando Estados Unidos vía importaciones y oferta de activos financieros) sin la menor consecuencia, como hasta ahora China le exporta a quien se deje su sobreproducción. Dicho lo anterior, Trump no está haciendo más que admitir que algo no va con ingresos afectados y deuda por los cielos, mientras que los "globalistas" consideran el menor planteamiento de un problema como algo de lo que es mejor no saber, y como si no tuvieran nada que ver, salvo si cabe para un "se los dije", antes mismo de que las cosas sucedan. Además de la alta finanza, tienen de su lado a los carroñeros de los medios de comunicación masiva para estarse a "marear el punto", ya ni siquiera por algo de sentido del límite, sino por soberbia e ignorancia: para éso ganaron la Guerra Fría (da click en el botón de reproducción)