Por pasos.. Hay cosas que el tiempo no deja pasar en nadie y el escritor Enrique Serna está agarrando un ligero toque que recuerda a la Gilbertona. Su gusto es, pero sucede que Serna además está entendiendo mal la ideología de género.
El escritor se queja de las "runflas de matraqueros", por lo que podría abstenerse de sumarse a la de Letras Libres, con deplorables alabanzas al señor Enrique Krauze.
El escritor cree que el credo revolucionario del marxismo-leninismo, que "ya fracasó en todo el mundo", sigue "en las aulas universitarias de América Latina", sin mencionar ninguna. En esas aulas lo que predomina, salvo que se trate de escuelas de negocios abiertas o cada vez más fuera del clóset, es el credo Demócrata que incluye lo queer, lo ecológico y la energía limpia, aséptica, los pueblos originarios o afro, el rechazo al maltrato animal y temas por el estilo en los que el mundo del trabajo sale sobrando. Tal vez sea entendible: el trabajo no siempre da, mientras que ofertarse como mercenario sigue siendo todavía bien pagado, al menos en ciertas profesiones, aunque estudiar Letras para sermonear como ideólogo sea extraño.
-Don Enrique, si se trata de prestigio (como el que se ganó la Gilbertona) cree que la universidad pública tiene a una comunidad estudiantil pro-Morena (Movimiento de Regeneración Nacional), lo que no es el caso. Las Facultades radicales andan por el antiextractivismo y cosas por el estilo, y como sea hay cierto hartazgo por los paros en vísperas de vacaciones para lograr puentes como el de San Francisco, el Golden Gate. A estas alturas, por lo demás, el origen de los paros es opaco y el activismo que reclama Serna no interesa a nadie, salvo a provocadores, los "porros violetas" sabrá Dios de qué dependencia, aunque algunas muy activistas violan -tema de interés de Serna- las leyes universitarias. Hasta hace poco, era sabido y tolerado. No hay mayor disciplina partidaria, contra lo que cree el señor sabor de la Fruta Verde, sino el activismo ocasional que no es asunto de "runfla de matraqueros", sino con frecuencia de teatro de titiriteros.
. La Gilbertona de las letras mexicanas, que siendo parte de una gritonea que "sólo las clientelas políticas son incondicionales", está indignado por la apatía ante una ministra plagiaria, siendo que el plagiario, que es otro, reconoció su plagio. Tal vez Edgar Báez sea el ejemplo a seguir: sales impune porque la Justicia la hacen, o creen hacerla, los medios de comunicación masiva, sirviéndose de progresivos resbalones de algunos hacia la mala fe, que don Guillermo Sheridan (ah, es de la misma clientela) adereza con grosería maliciosa. Tiene razón don Enrique en su prolijo vocabulario: cualquier vivales, si las circunstancias políticas se prestan, puede lograr lograr escabullirse con memes y devaluar títulos "hasta la ignominia" (póngale lo sabroso), encontrando contubernios. No hay ninguna intromisión política: aunque sea porque la universidad que defiende doña Gilbertona no es independiente de un grupo claramente político, clientelista, amiguista y personalista, como lo demuestran varias entregas de reconocimientos, por ejemplo a la investigación inexistente. Cosa de woldies but goodies. Después de años en manos del PRI cooptador (Partido Revolucionario Institucional), con el narrow minded obispo de Copilco, se le dió el changarro al Instituto de Estudios de la Transición Democrática que, fachadas aparte, es una clientela política de incondicionales, por lo demás ligados sobre todo a un periódico, y sin problemas para saqear el erario y tomar pista de aterrizaje en el "Alma Máter" de Serna al margen de lo que marcan las leyes internas. Discursos rimbombantes aparte, se trata de un organismo descentralizado del Estado, que lo socava y funciona como gran feudo con otros feudos más pequeños en pleno fund raising. Gracias al activismo que pregona el autor de El miedo a los animales, el "órgano" se dedica a todo menos a atender en serio problemas nacionales que ni siquiera ubica.
-Como parte de su folclor, cree doña Enrique que es cosa de reformas judiciales para "abogados huizacheros" y de afanes intimidatorios. El lenguaje sobre los huizacheros, las runflas de matraqueros y las ministras atornilladas y los mandamases no permite clarificar si la asistencia a la cantina es la de don Gilbertón o de la comunidad estudiantil que como puede trata de sortear la interminable politiquería de grupos a los que les tiene sin cuidado no saber distinguir entre lugar de saber y sociedad política, por lo que hoy se sirven de grupos de presión que reproducen además clientelas de incondicionales, hasta volver la atmósfera irrespirable. Por lo visto, a la señora Serna ya le dió por la mezcla en boga de arrogancia e ignorancia, aunque sea porque riman. Y sin siquiera ser de Argentina.
Gracias a la difusión de lo "trans", cualquier cosa es posible: por ejemplo, que alguien nacido para escritor se crea de repente que tiene cuerpo de universitario, y que exija que se lo reconozca como adalid de la autonomía y se lo trate como Don Suma Cum Laude, aunque el mismo nacimiento indique otra cosa, como el oficio perdido -una lástima-, que no es para nada el del deber universitario, como ya se dijo, el del saber y no el de mercenario de un grupo. Ni volver a leer alguna de sus novelas. No es guasa: ¿sí sabe don Gilbertón de qué delitos está acusado Báez? (da click en el botón de reproducción).