No todos los cubanos están ciegos sobre los efectos que pudiera tener en Cuba la "reconciliación" con Estados Unidos -incluyendo los efectos sobre las ciencias sociales. En el portal "Con Nuestra América", Rafael Cuevas Molina, de la Asociación por la Unidad de Nuestra América, de Costa Rica, ha sugerido lo obvio: Washington quiere lograr con el llamado soft power (poder blando) lo que en décadas no consiguió por las malas.
Desde Cuba, en una intervención reproducida en Cubadebate, Fernando Martínez Heredia ha alertado sobre los peligros que acechan a las ciencias sociales cubanas. Lo interesante es que lo dicho sobre estas ciencias incumbe a las de toda la América Latina. Estas son las constataciones:
-el paso del pensamiento "débil" al "único" y finalmente al nulo, "el ningún pensamiento, una suerte de proceso de idiotización de masas". "Si permitimos que este retroceso descomunal de las capacidades y las cualidades humanas se instale entre nosotros, ha dicho Martínez Heredia, que se vuelva creencia compartida y sentido común, tendría consecuencias funestas, y sería un factor importante del desarme ideológico que trata de ganar terreno en nuestro país". En el resto de América Latina parece creerse en una "neutralidad" que es en realidad, con frecuencia, una forma sutil de control ideológico por parte de quienes manejan las variables del poder.
-el problema de quien, teniendo alguna formación social, "en ese mismo acto, explica Martínez Heredia, se va tornando un extranjero en su propia cultura y el pueblo en que nació, en cuanto permanece en el estado de colonización mental y vive en la ansiedad de ser aceptado por los extraños que son dueños del saber y del juicio". Más allá de Cuba, agreguemos, muchos ya no pueden hacer algo que no sea lo que les dicta la agenda de algún organismo internacional o de un campus estadounidense.
-"El pensamiento teórico -afirma Martínez Heredia- está desvalorizado y se realizan muy pocas investigaciones y publicaciones en ese campo". En América Latina, un concepto es de inmediato "sospechoso de altanería" (una forma de agresión de la falsa erudición contra el pobre hombre natural) y considerado un ataque a la simplicidad de la agenda formateada que incluye el instructivo para hacer circular las supuestas "ideas", en realidad sencillas palabras para armar.
-Raúl Castro hizo un llamado a estudiar marxismo y reanimar las ciencias sociales. "Se investiga muy poco acerca del socialismo (...) y los jóvenes investigadores suelen desconocer el marxismo", afirma Díaz Heredia. Según este autor, el llamado del menor de los Castro no tuvo mayor efecto. Por lo demás, el divorcio entre una "élite" y los demás ha terminado por no fomentar el hábito de pensar ni el debate a escala del pueblo.
-existe el peligro del remplazo de nuevos desarrollos intelectuales y espirituales por "consumos culturales" y "nuevas tecnologías", que en el resto de América Latina, agreguemos, ya están "en operatividad" como sucedáneos de ciencias sociales.
-La incidencia de los buenos conocimientos -que los hay- es limitada entre las propias ciencias sociales y ni se diga en la sociedad.
El llamado de alerta no debiera caer en saco roto, aunque en Cuba la batalla está en parte perdida por más de dos décadas de un clima acomodaticio, que está a la espera de la oportunidad que Estados Unidos parece querer brindar. Son las ciencias sociales latinoamericanas -convertidas en "adorno" y "actividad tolerada", para retomar las palabras del autor cubano- en su conjunto las que podrían darse por enteradas, salvo que, de nuevo citando a Martínez Heredia, suceda que para estas ciencias sus productos sean mercancías, sus usuarios, clientes, y su política la gestión de un negocio.
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viernes, 27 de noviembre de 2015
VENEZUELA Y LA IZQUIERDA LATINOAMERICANISTA, O PARECE QUE SE FUE LA LUZ (ii)
Venezuela no se ha estado cayendo sola ni únicamente por los eventuales errores de gobierno en Caracas. Es un hecho que la campaña de desprestigio contra ese gobierno no ha cesado, como tampoco el injerencismo de moda, en particular a través de organizaciones no gubernamentales (con generoso dinero estadounidense) que hacen pasar la intervención por un supuesto gesto espontáneo de la "sociedad civil" local.
Al mismo tiempo, algo se ha perdido en el impulso inicial del cambio venezolano. Andrés Mora Ramírez, de la Asociación por la Unidad de Nuestra América, de Costa Rica, ha hecho notar en estos días en el portal "Con Nuestra América" que hay una dimensión -la de la batalla cultural- donde "acaso (...) esté nuestra mayor debilidad en este momento". Mora Ramírez recuerda que el extinto Hugo Chávez quiso propagar el bolivarianismo. Con sus aciertos y sus errores, difícilmente puede negarse que Chávez creía en lo que hacía, al grado de sacrificarse y probablemente haber dejado la salud y la vida en ello. Lo extraño es que nadie se haya preocupado mayormente por rescatar ese bolivarianismo, salvo hasta hace poco el presidente ecuatoriano Rafael Correa, que también ha creído y promovido sin mucho eco.
Simón Bolívar no dejó nada más discursos y el legado de acciones para una mayor integración latinoamericana. También fue con frecuencia muy crítico con los vicios de la región que se independizaba de España y vió venir más de un problema desde adentro, no nada más desde la potencia que sin duda está llamada a plagar el mundo de males a nombre de la libertad. La obra de Bolívar no fue una, monolítica, como lo prueban los pasajes sobre la forma de gobierno que debía convenir a la América Latina. Valía la pena debatir, leer y releer, tomarse en serio a Bolívar y no convertirlo en un monumento o en una casa de citas, como se hizo en cambio en Cuba con José Martí. Según Mora Ramírez, en tiempos recientes se instalaron en los "nuestroamericanos" un "vacío discursivo" y un "vacío estratégico". Digamos que el proceso venezolano se fue en repartir y, desafortunadamente, en crear formas clientelares. La batalla cultural seguramente no importó demasiado, si importó: ha sido la última de las prioridades de la izquierda latinoamericanista, salvo para adornarse, porque lo suyo es la política -cuando hay tantos pobres no hay tiempo para la cultura- y de cultura entiende tan poco como de economía (cuando lo sugirió Heinz Dieterich, con quien se puede estar o no de acuerdo en tal o cual punto, la izquierda latinoamericanista muy rápido llevó a cabo desde la "conspiración del silencio" hasta los "golpeteos" a los que acostumbra ya no digamos al menor asomo de dicrepancia, sino de posibilidad de debatir algo, lo que sea). En esto no se diferencia mucho cierta parte de la izquierda de la derecha a la que combate: es democrática sin discusión (es decir que se consensúa de tal forma lo decidido de antemano que nunca se abre el menor debate real sobre nada).
Al mismo tiempo, algo se ha perdido en el impulso inicial del cambio venezolano. Andrés Mora Ramírez, de la Asociación por la Unidad de Nuestra América, de Costa Rica, ha hecho notar en estos días en el portal "Con Nuestra América" que hay una dimensión -la de la batalla cultural- donde "acaso (...) esté nuestra mayor debilidad en este momento". Mora Ramírez recuerda que el extinto Hugo Chávez quiso propagar el bolivarianismo. Con sus aciertos y sus errores, difícilmente puede negarse que Chávez creía en lo que hacía, al grado de sacrificarse y probablemente haber dejado la salud y la vida en ello. Lo extraño es que nadie se haya preocupado mayormente por rescatar ese bolivarianismo, salvo hasta hace poco el presidente ecuatoriano Rafael Correa, que también ha creído y promovido sin mucho eco.
Simón Bolívar no dejó nada más discursos y el legado de acciones para una mayor integración latinoamericana. También fue con frecuencia muy crítico con los vicios de la región que se independizaba de España y vió venir más de un problema desde adentro, no nada más desde la potencia que sin duda está llamada a plagar el mundo de males a nombre de la libertad. La obra de Bolívar no fue una, monolítica, como lo prueban los pasajes sobre la forma de gobierno que debía convenir a la América Latina. Valía la pena debatir, leer y releer, tomarse en serio a Bolívar y no convertirlo en un monumento o en una casa de citas, como se hizo en cambio en Cuba con José Martí. Según Mora Ramírez, en tiempos recientes se instalaron en los "nuestroamericanos" un "vacío discursivo" y un "vacío estratégico". Digamos que el proceso venezolano se fue en repartir y, desafortunadamente, en crear formas clientelares. La batalla cultural seguramente no importó demasiado, si importó: ha sido la última de las prioridades de la izquierda latinoamericanista, salvo para adornarse, porque lo suyo es la política -cuando hay tantos pobres no hay tiempo para la cultura- y de cultura entiende tan poco como de economía (cuando lo sugirió Heinz Dieterich, con quien se puede estar o no de acuerdo en tal o cual punto, la izquierda latinoamericanista muy rápido llevó a cabo desde la "conspiración del silencio" hasta los "golpeteos" a los que acostumbra ya no digamos al menor asomo de dicrepancia, sino de posibilidad de debatir algo, lo que sea). En esto no se diferencia mucho cierta parte de la izquierda de la derecha a la que combate: es democrática sin discusión (es decir que se consensúa de tal forma lo decidido de antemano que nunca se abre el menor debate real sobre nada).
ARGENTINA Y LA IZQUIERDA LATINOAMERICANISTA, O PARECE QUE SE FUE LA LUZ (i)
No faltaron intelectuales que apoyaron al saliente kirchnerismo en Argentina, aún de modo crítico, y que ya advertían desde hace rato lo que era el reciente ganador de las elecciones presidenciales, Mauricio Macri. El grupo Espacio Carta Abierta estuvo siguiendo de cerca y con agudeza la coyuntura argentina desde 2008. Este grupo definía así a una "nueva derecha" que escogió llamarse muy graciosamente "Cambiemos". "Nueva derecha decimos ahora, escribía este grupo de intelectuales. Lo decimos para nombrar una serie de posiciones que se caracterizan por pensarse contra la política y contra sus derechos de ser otra cosa que gestión y administración de los poderes existentes. Una derecha que reclama eficiencia y no ideología, que alega más gestión que valores -y puede coquetear con todo valor-, que invoca la defensa de las jerarquías existentes, aunque se inviste miméticamente de formas y procedimientos asamblearios y voces sacadas de las napas prestigiosas de las militancias de ciclos anteriores". Para Carta Abierta, aunque la creencia de fondo de esta derecha sea básicamente "no me metan la mano en el bolsillo", "impugnó la política como un gasto superfluo" pero haciéndose pasar ella por la progresista: "el neoconservadurismo argentino -decía la Quinta Carta Abierta- ha aprendido a no ser literal como sus ancestros. Puede ser también, si lo apuran, un 'progresismo de derecha', imbuido de los miles de fragmentos sueltos que vagan por los lenguajes políticos". Así que el conservadurismo se presentó como el cambio.
Tampoco puede decirse que el kirchnerismo haya sido siempre formidable (había que hacer esfuerzos gigantescos para entender la justificación del populismo que hacía con malabares de Lacan el "ideológo" Laclau). Hay algo que llama poderosamente la atención, y es que la izquierda -hasta donde el kirchnerismo llegó a serlo- parece haber compartido con la derecha ciertos vicios, incluido el mediático.
Un ejemplo se encuentra en el Foro Emancipación e Igualdad al que hace algún tiempo convocó el Ministerio de Cultura argentino. Estuvieron presentes, entre otros, líderes sociales como Camila Vallejo, Alvaro García Linera o Piedad Córdoba. Si se examina la transmisión de este encuentro en Youtube, la actitud del público sorprende, como ya había ocurrido antes en un evento de intelectuales en Caracas: el auditorio -en el caso argentino, desde las madres de Plaza de Mayo hasta nenas mascando chicle en extraña insolencia- ostensiblemente no distinguía entre un espacio de reflexión y un concierto de Los Fabulosos Cadillacs o Los Auténticos Decadentes, por lo que no aplaudía ningún razonamiento (los citados trataban de hacerlos, en particular García Linera), sino "nombres" y "consignas", como quien aplaude a celebridades (vedettes) y sonidos y "efectos especiales" excitantes. No había modo de retener ninguna reflexión y volvió a sorprender el ánimo "callejero" y profundamente antiintelectual de los congregados. El problema es que no se gobierna ni se logra poder frente a los medios actuales con consignas ni "reconocidos prestigios" con séquitos que aplauden para autohomenajearse. Gobernar no es hacer activismo sesentaiochero.
En estas condiciones (el grupo Espacio Carta Abierta supo ser crítico), no todo ha sido "contraofensiva de la derecha". No lo es por ejemplo en Brasil (salvo que la derecha le ponga delante el queso Petrobrás al ratón petista que se lo come, o es más, que se lo devora), con su bochornoso Lula haciendo la peor demagogia en la inauguración de Claxon, aunque pueda serlo en el Perú si es que mañana se impone -hasta ahora lo sugieren las encuestas- Keiko Fujimori, la hija de Alberto Fujimori. Y es que buena parte de las masas, como de la izquierda, no quiere pensar, reflexionar en nada: quiere que la formateen en un muy progresista "reparto mejor" de "los beneficios del crecimiento"y del "poder" el de "sentirse alguien".
Tampoco puede decirse que el kirchnerismo haya sido siempre formidable (había que hacer esfuerzos gigantescos para entender la justificación del populismo que hacía con malabares de Lacan el "ideológo" Laclau). Hay algo que llama poderosamente la atención, y es que la izquierda -hasta donde el kirchnerismo llegó a serlo- parece haber compartido con la derecha ciertos vicios, incluido el mediático.
Un ejemplo se encuentra en el Foro Emancipación e Igualdad al que hace algún tiempo convocó el Ministerio de Cultura argentino. Estuvieron presentes, entre otros, líderes sociales como Camila Vallejo, Alvaro García Linera o Piedad Córdoba. Si se examina la transmisión de este encuentro en Youtube, la actitud del público sorprende, como ya había ocurrido antes en un evento de intelectuales en Caracas: el auditorio -en el caso argentino, desde las madres de Plaza de Mayo hasta nenas mascando chicle en extraña insolencia- ostensiblemente no distinguía entre un espacio de reflexión y un concierto de Los Fabulosos Cadillacs o Los Auténticos Decadentes, por lo que no aplaudía ningún razonamiento (los citados trataban de hacerlos, en particular García Linera), sino "nombres" y "consignas", como quien aplaude a celebridades (vedettes) y sonidos y "efectos especiales" excitantes. No había modo de retener ninguna reflexión y volvió a sorprender el ánimo "callejero" y profundamente antiintelectual de los congregados. El problema es que no se gobierna ni se logra poder frente a los medios actuales con consignas ni "reconocidos prestigios" con séquitos que aplauden para autohomenajearse. Gobernar no es hacer activismo sesentaiochero.
En estas condiciones (el grupo Espacio Carta Abierta supo ser crítico), no todo ha sido "contraofensiva de la derecha". No lo es por ejemplo en Brasil (salvo que la derecha le ponga delante el queso Petrobrás al ratón petista que se lo come, o es más, que se lo devora), con su bochornoso Lula haciendo la peor demagogia en la inauguración de Claxon, aunque pueda serlo en el Perú si es que mañana se impone -hasta ahora lo sugieren las encuestas- Keiko Fujimori, la hija de Alberto Fujimori. Y es que buena parte de las masas, como de la izquierda, no quiere pensar, reflexionar en nada: quiere que la formateen en un muy progresista "reparto mejor" de "los beneficios del crecimiento"y del "poder" el de "sentirse alguien".
lunes, 23 de noviembre de 2015
POROSHENKO, UCRANIA Y LA CONDENA DE LA MEMORIA
La historia muy reciente ha venido a darle razón a las tesis del filósofo e historiador Domenico Losurdo sobre el objetivo de "revisar la Historia" de lo que fue el mundo comunista.Se eliminó en primer lugar el principio del tu quoque: el terror no ha existido más que en los totalitarismos, el mal, y las democracias liberales nunca lo han ejercido (mucho menos han sido imperialistas), por lo que lo único que quieren es nuestro bien, "civilizarnos". Ningún ex soviético puede reprocharle a un imperio occidental sus brutalidades. El otro asunto es el de la damnatio memoriae, condena del recuerdo del "enemigo del Estado" tras su muerte.
Petro Poroshenko, empresario chocolatero (pero no nativo de Vinnitsa, la ciudad de los afamados chocolates ucranianos Roshen) ha decidido borrar en Ucrania todo lo que sea soviético y ruso. En el ejército ucraniano ya no habrá Orden de Lenin, de la estrella roja o de la bandera roja, así como un monumento a Chapaiev se volverá "monumento al cosaco". Si Poroshenko quería deshacerse de las medallas comunistas, bueno. Pero ya no habrá tampoco Orden de Kutuzov (vencedor de Napoleón) ni de Suvorov (vencedor de suecos, prusianos y turcos) ni de Alejandro Nevski ni, lo que es el colmo, de Bogdán Jmelnitski, atamán (jefe) de los cosacos de Zaporozhia -en pleno centro de Ucrania- que se levantaron en el siglo XVII contra la Mancomunidad Polaco-Lituana. Se le reprocha a Jmelnitski haber pactado con el zar de Rusia en ese siglo.
En Kíev, se propone borrar los nombres de las calles que hagan alusión a Rusia (como la calle "de Moscú", la plaza "de Moscú" o el puente "de Moscú"). El asunto va más lejos, puesto que también deberán desaparecer las calles "de Pushkin","de Lermóntov" y "de Chéjov", en un grado de "descomunización" que parece ignorar que estos autores existieron antes de la Revolución de Octubre de 1917.
Resulta que Ucrania nunca tuvo nada que ver con Rusia. Al rato será como en Georgia, donde una de las avenidas principales se llama George W. Bush (además del monumento del mismo nombre), o una avenida de Kíev se llamará "173 Brigada Aerotransportada del Ejército", en gran homenaje a los 300 militares estadounidenses que desde hace algunos meses entrenan a la Guardia Nacional ucraniana. Desde luego que también habrá que borrar los nombres de los ucranianos que combatieron al nazismo junto a rusos y soldados de otras nacionalidades soviéticas y hacerle la guerra sorda a buena parte del pueblo ucraniano mismo (como ocurrió en Odessa), que en muchas aldeas conserva monumentos a quienes expulsaron al ejército alemán (Hitler se estacionó una parte de la guerra cerca de Vinnitsa, la misma ciudad de la empresa chocolatera de Poroshenko).
Petro Poroshenko, empresario chocolatero (pero no nativo de Vinnitsa, la ciudad de los afamados chocolates ucranianos Roshen) ha decidido borrar en Ucrania todo lo que sea soviético y ruso. En el ejército ucraniano ya no habrá Orden de Lenin, de la estrella roja o de la bandera roja, así como un monumento a Chapaiev se volverá "monumento al cosaco". Si Poroshenko quería deshacerse de las medallas comunistas, bueno. Pero ya no habrá tampoco Orden de Kutuzov (vencedor de Napoleón) ni de Suvorov (vencedor de suecos, prusianos y turcos) ni de Alejandro Nevski ni, lo que es el colmo, de Bogdán Jmelnitski, atamán (jefe) de los cosacos de Zaporozhia -en pleno centro de Ucrania- que se levantaron en el siglo XVII contra la Mancomunidad Polaco-Lituana. Se le reprocha a Jmelnitski haber pactado con el zar de Rusia en ese siglo.
En Kíev, se propone borrar los nombres de las calles que hagan alusión a Rusia (como la calle "de Moscú", la plaza "de Moscú" o el puente "de Moscú"). El asunto va más lejos, puesto que también deberán desaparecer las calles "de Pushkin","de Lermóntov" y "de Chéjov", en un grado de "descomunización" que parece ignorar que estos autores existieron antes de la Revolución de Octubre de 1917.
Resulta que Ucrania nunca tuvo nada que ver con Rusia. Al rato será como en Georgia, donde una de las avenidas principales se llama George W. Bush (además del monumento del mismo nombre), o una avenida de Kíev se llamará "173 Brigada Aerotransportada del Ejército", en gran homenaje a los 300 militares estadounidenses que desde hace algunos meses entrenan a la Guardia Nacional ucraniana. Desde luego que también habrá que borrar los nombres de los ucranianos que combatieron al nazismo junto a rusos y soldados de otras nacionalidades soviéticas y hacerle la guerra sorda a buena parte del pueblo ucraniano mismo (como ocurrió en Odessa), que en muchas aldeas conserva monumentos a quienes expulsaron al ejército alemán (Hitler se estacionó una parte de la guerra cerca de Vinnitsa, la misma ciudad de la empresa chocolatera de Poroshenko).
EU-RUSIA. SABER DETENERSE
Estados Unidos es un país acostumbrado por motivos geográficos e históricos a sentirse invulnerable, pero también hay otros, materiales: los de la sacrosanta propiedad, inviolable y que "todo lo permite" (porque la vida está comprada), mientras sea la de uno (en la competencia se puede pasar por encima de la del vecino). Esta sacralización de la propiedad es de peso en el sentimiento de invulnerabilidad y puede arrastrar a grandes masas, no por la influencia de los medios, sino por "sentirse propietario".
Ese es por ejemplo el problema del jefe del staff del Ejército estadounidense, Mark A. Milley, quien a principios de noviembre del año en curso designó a Rusia. como "amenaza número uno" contra Estados Unidos Desde luego, no hay tal amenaza: Rusia no está cercando a Washington por ningún lado. Lo que molesta es otra cosa: "en términos de capacidad, declaró Milley, Rusia es el único país en la Tierra que puede destruir a Estados Unidos". Milley dice: "es una amenaza existencial". Ciertamente lo es, porque le quita a Estados Unidos esa sensación de invulnerabilidad. Esta misma sensación se encuentra en el origen de muchos de los errores de cálculo que Estados Unidos puede cometer si, con tal de no reconocerse como un país entre otros, pretende sacar partido de las vulnerabilidades -reales o supuestas- de la Federación Rusa.
¿Cuál es el propósito del escudo antimisiles europeo? Decapitar a Rusia pero, también, evitar cualquier respuesta y corroborar la invulnerabilidad: el analista ruso Serguei Mikheyev, entrevistado por Pravda.ru, cree por ejemplo que "el juego es sencillo. Los estadounidenses están construyendo su sistema de defensa contra misiles para neutralizar las fuerzas nucleares rusas y para sentirse invulnerables. Necesitan este sentimiento de invulnerabilidad para tener absoluta impunidad"
Esta sensación ha dado además en la creencia en que Estados Unidos es un pais superior a los demás, lo que pone a esta superpotencia en la antesala de más errores. Así por ejemplo, el líder de la Unión de Veteranos de Afganistán, Franz Klintsevich, entrevistado también por Pravda.ru, señala que aunque se diga que Estados Unidos es capaz de destruir a Rusia 36 veces (Estados Unidos ha llegado hasta planear cuatro mil golpes con misiles en una hora sobre distintos blancos en el territorio ruso) y Rusia a Estados Unidos "solo" 18 veces, bastarían unos cuantos golpes nucleares que toquen el territorio estadounidense para que Estados Unidos caiga en la desmoralización: el motivo es simple, ya que la superpotencia habría perdido su sensación de invulnerabilidad.
No queda claro si Estados Unidos puede detenerse (Stalin decía de Hitler que su problema era no saber hacerlo a tiempo) e interpretar correctamente mensajes que no son casuales: por ejemplo, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) quedó neutralizada por sistemas rusos para detectar y vigilar lo que hace la fuerza aérea rusa en Siria. De igual modo, Rusia acaba de dar a conocer, como por casualidad, un centro de comando militar en Moscú -ultraprotegido, un búnker repleto de túneles subterráneos y centro de mando apto para una guerra- que, nótese bien, se junta con un centro de procesamiento de datos cuya capacidad sobrepasa tres veces la del Pentágono estadounidense y tiene un volumen de almacenamiento 19 veces superior. The Washington Post admitió haberse quedado estupefacto ante la exhibición del Centro Nacional de Control de la Defensa realizada por la televisión rusa. El mensaje, desde luego, es que Rusia no está indefensa; el otro mensaje -"sugerido" con el submarino Status 6- es que el territorio estadounidense puede ser alcanzado en respuesta a un intento por neutralizar la capacidad nuclear rusa. El problema no es tanto militar (algunos militares estadounidenses cuestionan que Estados Unidos mantenga a estas alturas la supremacía que dice tener): es asunto de saber si la supuesta invulnerabilidad del propietario sabrá detenerse o si preferirá dejarse arrastrar -con tal de no asumir ninguna dimensión humana, incluida la falibilidad, ni de salir de la "zona de confort" que es la conveniencia ("yo me vendo, tú me compras")- en una aventura de masas cuyos riesgos le pueden pasar desapercibidos a cualquier ciego.
Ese es por ejemplo el problema del jefe del staff del Ejército estadounidense, Mark A. Milley, quien a principios de noviembre del año en curso designó a Rusia. como "amenaza número uno" contra Estados Unidos Desde luego, no hay tal amenaza: Rusia no está cercando a Washington por ningún lado. Lo que molesta es otra cosa: "en términos de capacidad, declaró Milley, Rusia es el único país en la Tierra que puede destruir a Estados Unidos". Milley dice: "es una amenaza existencial". Ciertamente lo es, porque le quita a Estados Unidos esa sensación de invulnerabilidad. Esta misma sensación se encuentra en el origen de muchos de los errores de cálculo que Estados Unidos puede cometer si, con tal de no reconocerse como un país entre otros, pretende sacar partido de las vulnerabilidades -reales o supuestas- de la Federación Rusa.
¿Cuál es el propósito del escudo antimisiles europeo? Decapitar a Rusia pero, también, evitar cualquier respuesta y corroborar la invulnerabilidad: el analista ruso Serguei Mikheyev, entrevistado por Pravda.ru, cree por ejemplo que "el juego es sencillo. Los estadounidenses están construyendo su sistema de defensa contra misiles para neutralizar las fuerzas nucleares rusas y para sentirse invulnerables. Necesitan este sentimiento de invulnerabilidad para tener absoluta impunidad"
Esta sensación ha dado además en la creencia en que Estados Unidos es un pais superior a los demás, lo que pone a esta superpotencia en la antesala de más errores. Así por ejemplo, el líder de la Unión de Veteranos de Afganistán, Franz Klintsevich, entrevistado también por Pravda.ru, señala que aunque se diga que Estados Unidos es capaz de destruir a Rusia 36 veces (Estados Unidos ha llegado hasta planear cuatro mil golpes con misiles en una hora sobre distintos blancos en el territorio ruso) y Rusia a Estados Unidos "solo" 18 veces, bastarían unos cuantos golpes nucleares que toquen el territorio estadounidense para que Estados Unidos caiga en la desmoralización: el motivo es simple, ya que la superpotencia habría perdido su sensación de invulnerabilidad.
No queda claro si Estados Unidos puede detenerse (Stalin decía de Hitler que su problema era no saber hacerlo a tiempo) e interpretar correctamente mensajes que no son casuales: por ejemplo, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) quedó neutralizada por sistemas rusos para detectar y vigilar lo que hace la fuerza aérea rusa en Siria. De igual modo, Rusia acaba de dar a conocer, como por casualidad, un centro de comando militar en Moscú -ultraprotegido, un búnker repleto de túneles subterráneos y centro de mando apto para una guerra- que, nótese bien, se junta con un centro de procesamiento de datos cuya capacidad sobrepasa tres veces la del Pentágono estadounidense y tiene un volumen de almacenamiento 19 veces superior. The Washington Post admitió haberse quedado estupefacto ante la exhibición del Centro Nacional de Control de la Defensa realizada por la televisión rusa. El mensaje, desde luego, es que Rusia no está indefensa; el otro mensaje -"sugerido" con el submarino Status 6- es que el territorio estadounidense puede ser alcanzado en respuesta a un intento por neutralizar la capacidad nuclear rusa. El problema no es tanto militar (algunos militares estadounidenses cuestionan que Estados Unidos mantenga a estas alturas la supremacía que dice tener): es asunto de saber si la supuesta invulnerabilidad del propietario sabrá detenerse o si preferirá dejarse arrastrar -con tal de no asumir ninguna dimensión humana, incluida la falibilidad, ni de salir de la "zona de confort" que es la conveniencia ("yo me vendo, tú me compras")- en una aventura de masas cuyos riesgos le pueden pasar desapercibidos a cualquier ciego.
INTERVENCION RUSA CONTRA EL EI
Hasta ahora, salvo en el descuido en Chechenia (que correspondió en gran medida a la época de Yeltsin), no ha habido en la Federación Rusa una tensión excesiva con la población musulmana, contra lo que esperaba el "choque de civilizaciones" artificialmente montado por Samuel Huntington, un think tank estadounidense. Con todo, con el auge del Emirato Islámico (EI), es probable que Rusia haya temido su presencia en el Caúcaso Norte e incluso en el Asia Central ex soviética.
En el Asia Central ex soviética, políticamente inestable y más bien pobre, Arabia Saudí ha estado regando dinero para ganar adeptos a la causa islamista wahabí, que muchos no reconocen como auténticamente islámica. El EI intentó reclutar adeptos en Chechenia, pero no fue muy lejos. En cambio, según la agencia rusa Itar Tass, hasta tres mil voluntarios de Asia Central habrían ido a Siria a pelear en las filas del EI, mientras unos 70 millones de dólares han entrado en el Asia Central ex soviética para financiar actos de terrorismo. Liudmila Alexandrova, siempre en Itar Tass, ha hecho notar que en medio de la pobreza y la ignorancia por analfabetismo, en un país como Kirguistán se han construido más mezquitas que escuelas. Es la misma política que siguen Arabia Saudí y Qatar en los barrios pobres de Europa Occidental, al financiar mezquitas y madrasas (los saudiárabes han gastado 87 mil millones de dólares en promover el terrorismo en los últimos 20 años, según Russia Today).
Desde agosto de 2014, algunos países occidentales lanzaron ataques contra el EI que no le impidieron a éste extenderse y tomar varias ciudades (como Palmira, donde el EI voló monumentos históricos después de iniciada la "ofensiva" de los "aliados"). No queda claro qué estuvo bombardeando el grupo de "aliados", salvo infraestructura que podía serle útil al ejército sirio (puentes, subestaciones eléctricas, estaciones de bombeo de agua, etcétera). El 17 de noviembre, por ejemplo, Estados Unidos y sus aliados hicieron 20 vuelos de combate y destruyeron 14 objetivos del EI, mientras que los aviones rusos hicieron 127 vuelos destruyendo 206 objetivos (en dos meses, Rusia realizó cuatro mil 100 ataques, aproximadamente la mitad del total realizado por los "aliados" en 15 meses). Rusia decidió además destruir la infraestructura financiera del EI, constituida por ventas de petróleo (60 toneladas al mercado negro con una ganancia de 1,5 millones de dólares al día) con gigantescos convoyes en el desierto que los satélites "aliados" curiosamente nunca detectaron (Rusia destruyó en un santiamén 500 camiones cisterna).
Por lo demás, después de los atentados del 13 de noviembre en Paris, los aviones de combate franceses, al atacar Raqqa, "capital" del EI, lanzaron unas 20 bombas que cayeron en un museo, un estadio de fútbol y varias instalaciones médicas, además de dejar sin electricidad a cerca de 200 mil personas. Entretanto, el mandatario estadounidense, Barack Obama, declaró: "las operaciones militares iniciales de Rusia no se han sumado a los esfuerzos para desalentar al EI y en cierto modo lo fortalecieron". El asunto del cheap talk puede terminar por cierto en autoengaño -es el caso grave de Hillary Clinton, más que el de Obama. En cuanto a la gratitud, está entre los valores que Occidente desconoce: los "aliados" únicamente siguen calculando cómo deshacerse de Bashar al Assad y abrir nuevos frentes contra él en Siria, por lo pronto tal vez con otro grupo terrorista (Ahrar al Sham, que tiene entre 10 mil y 20 mil combatientes y que está siendo "considerado" por el ex embajador estadounidense en Siria, Robert Ford) y con los kurdos de las Fuerzas Democráticas de Siria, para colmo con orígenes izquierdistas (norte de Siria)..
En el Asia Central ex soviética, políticamente inestable y más bien pobre, Arabia Saudí ha estado regando dinero para ganar adeptos a la causa islamista wahabí, que muchos no reconocen como auténticamente islámica. El EI intentó reclutar adeptos en Chechenia, pero no fue muy lejos. En cambio, según la agencia rusa Itar Tass, hasta tres mil voluntarios de Asia Central habrían ido a Siria a pelear en las filas del EI, mientras unos 70 millones de dólares han entrado en el Asia Central ex soviética para financiar actos de terrorismo. Liudmila Alexandrova, siempre en Itar Tass, ha hecho notar que en medio de la pobreza y la ignorancia por analfabetismo, en un país como Kirguistán se han construido más mezquitas que escuelas. Es la misma política que siguen Arabia Saudí y Qatar en los barrios pobres de Europa Occidental, al financiar mezquitas y madrasas (los saudiárabes han gastado 87 mil millones de dólares en promover el terrorismo en los últimos 20 años, según Russia Today).
Desde agosto de 2014, algunos países occidentales lanzaron ataques contra el EI que no le impidieron a éste extenderse y tomar varias ciudades (como Palmira, donde el EI voló monumentos históricos después de iniciada la "ofensiva" de los "aliados"). No queda claro qué estuvo bombardeando el grupo de "aliados", salvo infraestructura que podía serle útil al ejército sirio (puentes, subestaciones eléctricas, estaciones de bombeo de agua, etcétera). El 17 de noviembre, por ejemplo, Estados Unidos y sus aliados hicieron 20 vuelos de combate y destruyeron 14 objetivos del EI, mientras que los aviones rusos hicieron 127 vuelos destruyendo 206 objetivos (en dos meses, Rusia realizó cuatro mil 100 ataques, aproximadamente la mitad del total realizado por los "aliados" en 15 meses). Rusia decidió además destruir la infraestructura financiera del EI, constituida por ventas de petróleo (60 toneladas al mercado negro con una ganancia de 1,5 millones de dólares al día) con gigantescos convoyes en el desierto que los satélites "aliados" curiosamente nunca detectaron (Rusia destruyó en un santiamén 500 camiones cisterna).
Por lo demás, después de los atentados del 13 de noviembre en Paris, los aviones de combate franceses, al atacar Raqqa, "capital" del EI, lanzaron unas 20 bombas que cayeron en un museo, un estadio de fútbol y varias instalaciones médicas, además de dejar sin electricidad a cerca de 200 mil personas. Entretanto, el mandatario estadounidense, Barack Obama, declaró: "las operaciones militares iniciales de Rusia no se han sumado a los esfuerzos para desalentar al EI y en cierto modo lo fortalecieron". El asunto del cheap talk puede terminar por cierto en autoengaño -es el caso grave de Hillary Clinton, más que el de Obama. En cuanto a la gratitud, está entre los valores que Occidente desconoce: los "aliados" únicamente siguen calculando cómo deshacerse de Bashar al Assad y abrir nuevos frentes contra él en Siria, por lo pronto tal vez con otro grupo terrorista (Ahrar al Sham, que tiene entre 10 mil y 20 mil combatientes y que está siendo "considerado" por el ex embajador estadounidense en Siria, Robert Ford) y con los kurdos de las Fuerzas Democráticas de Siria, para colmo con orígenes izquierdistas (norte de Siria)..
sábado, 21 de noviembre de 2015
EU-RUSIA-CHINA: ¿DOS FRENTES A LA VEZ?
Cualquier agresión contra Rusia -que podría incluir formas de ataque convencional- degeneraría, según ha explicado el analista Will Hart en Pravda.ru- en un intercambio de misiles. Estados Unidos puede creer que saldrá con ventaja, calculando además que el enfrentamiento tendría lugar ante todo en suelo europeo: la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) incluye ya una formidable fuerza de 28 países con una población del triple de la rusa, presupuestos nacionales en conjunto varias veces superiores al de Rusia y una capacidad de combate de 3 a 1, según Hart. Agreguemos que Occidente tiene a su favor a una opinión pública dispuesta a creer cualquier cosa y a entrar en cualquier chantaje, al sentirse invulnerable. La tentación es fuerte, sobre todo si se consideran las ganancias potenciales y la infravaloración de la capacidad de respuesta nuclear rusa (tal vez Estados Unidos calcule que podrá ser neutralizada a fin de cuentas a la vez por el escudo antimisiles y por el chantaje de la opinión pública). Queda por saber si la OTAN comprende que Rusia tiene ya tal vez los medios de neutralizar el escudo antimisiles y penetrarlo para golpear al potencial enemigo. Aquí no hay ninguna Tercera Guerra Mundial, sino un espacio de enfrentamiento delimitado.
Hart sostiene que el error de cálculo de Occidente podría estar en otra parte, ya que los occidentales en la segunda Guerra Mundial tenían una economía sana y en ascenso.Ahora no es este el caso. Para que la agresión limitada contra Rusia no pase a mayores (en los cálculos occidentales), Occidente tendría que ahorrarse un choque simultáneo con China. Hart se pregunta: ¿en caso de guerra China seguiría comerciando en dólares y acumulando deuda estadounidense, ahora que Estados Unidos y Europa Occidental están con deudas gigantescas, a diferencia de lo que ocurría en 1945? Para Hart, eso significaría que los chinos son completamente tontos. Sin financiamiento chino, ¿cómo se sostendría Estados Unidos? Algunos han llamado este financiamiento "el arma nuclear económica". Sin embargo, es poco probable que Occidente esté viendo su debilidad económica real.
La apertura de "dos frentes a la vez" arriesgaría a Estados Unidos (junto con sus aliados europeos) a recibir golpes nucleares rusos, así sean limitados, y al mismo tiempo a una catástrofe económica si China reacciona dejando "seca" a la economía estadounidense. Según Hart, no es la economía la que está conduciendo a una eventual guerra, sino el ánimo belicista el que puede desembocar -para Estados Unidos- en una real "guerra económica" devastadora para el nivel de vida occidental promedio. Estados Unidos, que no es tonto, ha cedido por lo pronto para "comprarse" a China incluyendo al yuan -moneda china- en la cesta de divisas del Fondo Monetario Internacional (FMI). Es poco probable que el estadounidense promedio tenga alguna conciencia de la escala del riesgo que podría llegar a correr si en Washington se sigue designando como enemigos a la vez a Rusia y a China (Hillary Clinton acaba de hacerlo). En vez de Tercera Guerra Mundial, podría llegarse al fin militar y económico de Estados Unidos como potencia.
Hart sostiene que el error de cálculo de Occidente podría estar en otra parte, ya que los occidentales en la segunda Guerra Mundial tenían una economía sana y en ascenso.Ahora no es este el caso. Para que la agresión limitada contra Rusia no pase a mayores (en los cálculos occidentales), Occidente tendría que ahorrarse un choque simultáneo con China. Hart se pregunta: ¿en caso de guerra China seguiría comerciando en dólares y acumulando deuda estadounidense, ahora que Estados Unidos y Europa Occidental están con deudas gigantescas, a diferencia de lo que ocurría en 1945? Para Hart, eso significaría que los chinos son completamente tontos. Sin financiamiento chino, ¿cómo se sostendría Estados Unidos? Algunos han llamado este financiamiento "el arma nuclear económica". Sin embargo, es poco probable que Occidente esté viendo su debilidad económica real.
La apertura de "dos frentes a la vez" arriesgaría a Estados Unidos (junto con sus aliados europeos) a recibir golpes nucleares rusos, así sean limitados, y al mismo tiempo a una catástrofe económica si China reacciona dejando "seca" a la economía estadounidense. Según Hart, no es la economía la que está conduciendo a una eventual guerra, sino el ánimo belicista el que puede desembocar -para Estados Unidos- en una real "guerra económica" devastadora para el nivel de vida occidental promedio. Estados Unidos, que no es tonto, ha cedido por lo pronto para "comprarse" a China incluyendo al yuan -moneda china- en la cesta de divisas del Fondo Monetario Internacional (FMI). Es poco probable que el estadounidense promedio tenga alguna conciencia de la escala del riesgo que podría llegar a correr si en Washington se sigue designando como enemigos a la vez a Rusia y a China (Hillary Clinton acaba de hacerlo). En vez de Tercera Guerra Mundial, podría llegarse al fin militar y económico de Estados Unidos como potencia.
miércoles, 18 de noviembre de 2015
RUSIA: ¿VUELTA A LA CARRERA ARMAMENTISTA?
Con sanciones económicas y un cerco militar, Occidente, con Estados Unidos a la cabeza, parece haber calculado que la Federación Rusa no aguantaría y se encontraría en una situación muy vulnerable. No es seguro que el occidental promedio entienda que Rusia no es un país tan débil como se quiere hacer creer.
Desde la llegada del actual mandatario ruso, Vladimir Putin, al Kremlin, Rusia terminó con el terrorismo en Chechenia y en una operación muy rápida defendió a Osetia del Sur, de un modo tan eficaz que el entonces presidente georgiano, Mijaíl Saakashvili, terminó literalmente tratando de comerse su corbata por el nerviosismo, . Del mismo modo, cuando se llevó a cabo en Crimea un referéndum para que esta península pasara a manos rusas, los sistemas de comunicaciones rusos bloquearon a los occidentales y ucranianos de tal modo que la consulta no fuera interrumpida por un ataque y un baño de sangre.
Después de lo sucedido en Crimea, Estados Unidos despachó al Mar Negro (abril de 2014), cerca de esa península, el buque USS Donald Cook, parte del sistema de escudo antimisiles occidental en Europa y equipado con el radar Aegis (para ayudar a derribar misiles enemigos). En seis días, sin dar explicación, el USS Donald Cook tuvo que abandonar el lugar que Washington había escogido para "lanzar una advertencia" a Moscú. Un avión de combate ruso Sukhoi SU-34, sin armas (bombas o misiles), pero con un aparato electrónico de guerra (Khibin) debajo del fuselaje, se acercó al buque estadounidense y muy rápidamente dejó inoperantes en éste al radar, los circuitos de control de combate y el sistema de transmisión de datos, después de lo cual el SU-24 simuló el lanzamiento de un misil contra el barco. Simplemente, el SU-34 neutralizó a modo de prueba el "escudo antimisiles" del USS Donald Cook.
Como sin quererlo, la televisión rusa mostró hace poco el "Status 6 Oceánico Multipropósito", un submarino nuclear que no puede ser detectado por los radares de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y ningún sistema de misiles, y que puede llegar a costas enemigas (a título de ejemplo: Boston, Washington o Nueva York) para infligir lo que se llama un "daño inaceptable asegurado". El 10 de noviembre, Putin dijo que Rusia contrarrestará el sistema antimisiles europeo con un equipo capaz de "penetrar el escudo". El Status-6 puede hacerlo.
El 1 de septiembre de 2014, un informe del Departamento estadounidense de Estado reconoció que Rusia ha vuelto a alcanzar a Estados Unidos en el terreno de las armas estratégicas nucleares, por lo que hay una paridad similar a la de los años '70. Empero, Estados Unidos no ha renunciado a obtener la ventaja con el escudo antimisiles (como mínimo para chantajear y como máximo para una agresión de grandes proporciones) a riesgo de llevarse sorpresas.
Occidente parece haber calculado que Rusia, como la Unión Soviética, se cargaría hacia "armamento muy pesado", cuantitativo, ineficiente y costoso (por llamarlo de algún modo), pero Putin optó por tecnología de mejor calidad que por lo demás debe tener aplicaciones a la vez civiles y militares, para beneficio de la economía rusa. En suma, Estados Unidos ha seguido calculando como si tuviera enfrente a un enemigo agotado, aunque la Federación Rusa no es la Unión Soviética. El problema es que por razones de crisis interna y de expectativas de ganancia Occidente parece seguir necesitando el probable error de percepción, que ni siquiera es "detectado" como tal.
Desde la llegada del actual mandatario ruso, Vladimir Putin, al Kremlin, Rusia terminó con el terrorismo en Chechenia y en una operación muy rápida defendió a Osetia del Sur, de un modo tan eficaz que el entonces presidente georgiano, Mijaíl Saakashvili, terminó literalmente tratando de comerse su corbata por el nerviosismo, . Del mismo modo, cuando se llevó a cabo en Crimea un referéndum para que esta península pasara a manos rusas, los sistemas de comunicaciones rusos bloquearon a los occidentales y ucranianos de tal modo que la consulta no fuera interrumpida por un ataque y un baño de sangre.
Después de lo sucedido en Crimea, Estados Unidos despachó al Mar Negro (abril de 2014), cerca de esa península, el buque USS Donald Cook, parte del sistema de escudo antimisiles occidental en Europa y equipado con el radar Aegis (para ayudar a derribar misiles enemigos). En seis días, sin dar explicación, el USS Donald Cook tuvo que abandonar el lugar que Washington había escogido para "lanzar una advertencia" a Moscú. Un avión de combate ruso Sukhoi SU-34, sin armas (bombas o misiles), pero con un aparato electrónico de guerra (Khibin) debajo del fuselaje, se acercó al buque estadounidense y muy rápidamente dejó inoperantes en éste al radar, los circuitos de control de combate y el sistema de transmisión de datos, después de lo cual el SU-24 simuló el lanzamiento de un misil contra el barco. Simplemente, el SU-34 neutralizó a modo de prueba el "escudo antimisiles" del USS Donald Cook.
Como sin quererlo, la televisión rusa mostró hace poco el "Status 6 Oceánico Multipropósito", un submarino nuclear que no puede ser detectado por los radares de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y ningún sistema de misiles, y que puede llegar a costas enemigas (a título de ejemplo: Boston, Washington o Nueva York) para infligir lo que se llama un "daño inaceptable asegurado". El 10 de noviembre, Putin dijo que Rusia contrarrestará el sistema antimisiles europeo con un equipo capaz de "penetrar el escudo". El Status-6 puede hacerlo.
El 1 de septiembre de 2014, un informe del Departamento estadounidense de Estado reconoció que Rusia ha vuelto a alcanzar a Estados Unidos en el terreno de las armas estratégicas nucleares, por lo que hay una paridad similar a la de los años '70. Empero, Estados Unidos no ha renunciado a obtener la ventaja con el escudo antimisiles (como mínimo para chantajear y como máximo para una agresión de grandes proporciones) a riesgo de llevarse sorpresas.
Occidente parece haber calculado que Rusia, como la Unión Soviética, se cargaría hacia "armamento muy pesado", cuantitativo, ineficiente y costoso (por llamarlo de algún modo), pero Putin optó por tecnología de mejor calidad que por lo demás debe tener aplicaciones a la vez civiles y militares, para beneficio de la economía rusa. En suma, Estados Unidos ha seguido calculando como si tuviera enfrente a un enemigo agotado, aunque la Federación Rusa no es la Unión Soviética. El problema es que por razones de crisis interna y de expectativas de ganancia Occidente parece seguir necesitando el probable error de percepción, que ni siquiera es "detectado" como tal.
RUSIA: DOS TERRENOS MINADOS
Hasta ahora, la evolución de la situación rusa indica que Occidente ha fallado en fabricar una oposición política (una eventual "revolución de color" con la injerencia de todo tipo de organizaciones no gubernamentales) y también en la intención de crear descontento a raíz de las sanciones y su efecto en el gasto social.
Un hecho es significativo: en ciudades como Moscú, capital rusa, un 38 % de los jóvenes rusos de entre 18 y 34 años sueñan con vivir en el extranjero (contra apenas 13 % en el interior de la Federación Rusa, una cifra muy baja). Lo que esto indica es que el régimen Putin no ha logrado deshacerse de la influencia de oligarcas financieros que por lo demás han entorpecido la salida de la crisis.
El Banco Central ruso es independiente y el rublo está "amarrado" al dólar y al euro (aunque tiene reservas importantes, con un récord en oro este año). De este modo, el artículo 75 le da a este banco -que busca ante todo la estabilidad de la moneda- el poder soberano de crear o no moneda. En el entorno del mandatario ruso Vladimir Putin se está discutiendo la posibilidad de crear alguna alternativa (algo así como un "banco nacional público") para financiar una economía que de todos modos no ha respondido tan mal a las sanciones foráneas.
Entretanto, lo que sucede es que en realidad el sistema financiero está controlado desde el exterior, que se dedica a la especulación. Aunque en términos generales la producción rusa ha caído, la rentabilidad de las operaciones en la bolsa de valores de Moscú es de 80 % (el volumen de negocios se ha duplicado). La banca rusa (70 de los activos) ha estado haciendo ganancias a tasas usurarias (manipulando las tasas de interés a su antojo) y oponiéndose a toda forma de control estatal en las cuentas bancarias.
A su vez, la oligarquía ha ocultado sus ingresos en otros países para no pagar impuestos y bloquea cualquier medida para evitar la fuga de capitales.
En suma, hay en la esfera financiera rusa una"quinta columna" que "bloquea" alternativas y que tiene en buena medida capacidad para diseminar sus "valores" en la sociedad y los de Occidente, en particular en las grandes ciudades (Moscú y San Petersburgo). En el entorno de Putin las cosas no están decididas y no hay determinación completa de reorientar la economía lejos del poder financiero, que ha buscado hacer recaer la crisis por las sanciones en el grueso de la población. Este problema va junto con una fuerte crisis ideológica: que la inmensa mayoría de la sociedad rusa enfile detrás de su presidente -sobre todo por hartazgo de las humillaciones desde el exterior- no quiere decir que tenga un rumbo claro ni mayor idea de lo que podría ser la sociedad rusa a futuro. En el terreno financiero y en el ideológico, Occidente ha ganado la batalla.
Un hecho es significativo: en ciudades como Moscú, capital rusa, un 38 % de los jóvenes rusos de entre 18 y 34 años sueñan con vivir en el extranjero (contra apenas 13 % en el interior de la Federación Rusa, una cifra muy baja). Lo que esto indica es que el régimen Putin no ha logrado deshacerse de la influencia de oligarcas financieros que por lo demás han entorpecido la salida de la crisis.
El Banco Central ruso es independiente y el rublo está "amarrado" al dólar y al euro (aunque tiene reservas importantes, con un récord en oro este año). De este modo, el artículo 75 le da a este banco -que busca ante todo la estabilidad de la moneda- el poder soberano de crear o no moneda. En el entorno del mandatario ruso Vladimir Putin se está discutiendo la posibilidad de crear alguna alternativa (algo así como un "banco nacional público") para financiar una economía que de todos modos no ha respondido tan mal a las sanciones foráneas.
Entretanto, lo que sucede es que en realidad el sistema financiero está controlado desde el exterior, que se dedica a la especulación. Aunque en términos generales la producción rusa ha caído, la rentabilidad de las operaciones en la bolsa de valores de Moscú es de 80 % (el volumen de negocios se ha duplicado). La banca rusa (70 de los activos) ha estado haciendo ganancias a tasas usurarias (manipulando las tasas de interés a su antojo) y oponiéndose a toda forma de control estatal en las cuentas bancarias.
A su vez, la oligarquía ha ocultado sus ingresos en otros países para no pagar impuestos y bloquea cualquier medida para evitar la fuga de capitales.
En suma, hay en la esfera financiera rusa una"quinta columna" que "bloquea" alternativas y que tiene en buena medida capacidad para diseminar sus "valores" en la sociedad y los de Occidente, en particular en las grandes ciudades (Moscú y San Petersburgo). En el entorno de Putin las cosas no están decididas y no hay determinación completa de reorientar la economía lejos del poder financiero, que ha buscado hacer recaer la crisis por las sanciones en el grueso de la población. Este problema va junto con una fuerte crisis ideológica: que la inmensa mayoría de la sociedad rusa enfile detrás de su presidente -sobre todo por hartazgo de las humillaciones desde el exterior- no quiere decir que tenga un rumbo claro ni mayor idea de lo que podría ser la sociedad rusa a futuro. En el terreno financiero y en el ideológico, Occidente ha ganado la batalla.
martes, 17 de noviembre de 2015
SANCIONES: CAPACIDAD DE RESPUESTA RUSA
A juzgar por dos corresponsales, una del periódico español de mayor venta en el mundo y otro de un periódico mexicano de izquierda, Rusia sufre ya los efectos de las sanciones occidentales, que han obligado a congelar o incluso recortar gasto social mientras se elevan los gastos militares. Algunos portales rusos, como Nakanune.ru, parecen confirmarlo: pocos rusos de la inmensa -abrumadora- mayoría que apoya hoy al huésped del Kremlin, Vladimir Putin, se diría satisfecha con la calidad de vida.
Estados Unidos apostó a una reedición de la Guerra Fría, al hacer bajar artificialmente los precios del petróleo (el mandatario ecuatoriano, Rafael Correa, dijo recientemente que la baja se debió a factores geopolíticos que por lo demás impiden algún acuerdo en la Organización de Países Exportadores de Petróleo-OPEP) y buscar con sanciones "estrangular" a la economía de la Federación Rusa, tal vez para crear descontento (¿en las filas para obtener alimentos, aunque no las hay, salvo en McDonald's?).
La respuesta rusa puede sorprender un poco. Gracias a las fluctuaciones de un rublo -moneda rusa- ciertamente afectado por la depreciación, los productores rusos han podido invertir en sectores en pleno crecimiento como el equipamiento electrotécnico, la química, la construcción mecánica y las materias plásticas y el caucho, sectores industriales importantes porque sirven de apoyo a otros (industriales y agrícolas).
En la agricultura, Rusia logró una sustitución de importaciones nada desdeñable (sector agroalimentario), en particular en productos cárnicos, lácteos y pescado. En este sector se han lanzado grandes proyectos de inversion al mismo tiempo que alimentos extranjeros son vetados.
El otro logro no es menor, puesto que es en el sector de las empresas de armamentos que se ha reducido la dependencia de proveedores extranjeros, luego de las calamidades de los años '90 y Yeltsin. La Federación Rusa sigue vendiendo armamento con éxito y por ejemplo para el año 2017 se estima que la fuerza aérea dejará ya de depender de las importaciones provenientes de Occidente.
El contraste es notorio con países como Brasil, Argentina y otros que destruyeron todo lo logrado en la segunda posguerra -así fuera relativo- en materia de sustitución de importaciones. Dejando de lado el caso chino, Rusia es el único país de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) que se ha orientado a una mayor autosuficiencia y a lo que podría llamarse un principio de reindustrialización endógeno (mientras que en países como Brasil y Argentina es un desastre). Ciertamente, el precio a pagar está en el gasto social: pero el boom previo de los hidrocarburos -que por lo demás quedaron en lo fundamental en manos rusas- tampoco fue aprovechado para comprar votantes en masa ni "lealtades" dudosas de la población, despilfarrando sin atención ninguna a la estructura económica y sus debilidades. Estados Unidos calculó como si estuviera tratando con el mismo país que era la Unión Soviética, pero la Federación Rusa es otra. Algo no funciona que no se ven grandes filas para tener algo racionado, lo que sea (simplemente, los hermanos Mikhalkov-Konchalovski reaccionaron esta vez con la idea de crear una cadena de cómida rápida rusa)..
Estados Unidos apostó a una reedición de la Guerra Fría, al hacer bajar artificialmente los precios del petróleo (el mandatario ecuatoriano, Rafael Correa, dijo recientemente que la baja se debió a factores geopolíticos que por lo demás impiden algún acuerdo en la Organización de Países Exportadores de Petróleo-OPEP) y buscar con sanciones "estrangular" a la economía de la Federación Rusa, tal vez para crear descontento (¿en las filas para obtener alimentos, aunque no las hay, salvo en McDonald's?).
La respuesta rusa puede sorprender un poco. Gracias a las fluctuaciones de un rublo -moneda rusa- ciertamente afectado por la depreciación, los productores rusos han podido invertir en sectores en pleno crecimiento como el equipamiento electrotécnico, la química, la construcción mecánica y las materias plásticas y el caucho, sectores industriales importantes porque sirven de apoyo a otros (industriales y agrícolas).
En la agricultura, Rusia logró una sustitución de importaciones nada desdeñable (sector agroalimentario), en particular en productos cárnicos, lácteos y pescado. En este sector se han lanzado grandes proyectos de inversion al mismo tiempo que alimentos extranjeros son vetados.
El otro logro no es menor, puesto que es en el sector de las empresas de armamentos que se ha reducido la dependencia de proveedores extranjeros, luego de las calamidades de los años '90 y Yeltsin. La Federación Rusa sigue vendiendo armamento con éxito y por ejemplo para el año 2017 se estima que la fuerza aérea dejará ya de depender de las importaciones provenientes de Occidente.
El contraste es notorio con países como Brasil, Argentina y otros que destruyeron todo lo logrado en la segunda posguerra -así fuera relativo- en materia de sustitución de importaciones. Dejando de lado el caso chino, Rusia es el único país de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) que se ha orientado a una mayor autosuficiencia y a lo que podría llamarse un principio de reindustrialización endógeno (mientras que en países como Brasil y Argentina es un desastre). Ciertamente, el precio a pagar está en el gasto social: pero el boom previo de los hidrocarburos -que por lo demás quedaron en lo fundamental en manos rusas- tampoco fue aprovechado para comprar votantes en masa ni "lealtades" dudosas de la población, despilfarrando sin atención ninguna a la estructura económica y sus debilidades. Estados Unidos calculó como si estuviera tratando con el mismo país que era la Unión Soviética, pero la Federación Rusa es otra. Algo no funciona que no se ven grandes filas para tener algo racionado, lo que sea (simplemente, los hermanos Mikhalkov-Konchalovski reaccionaron esta vez con la idea de crear una cadena de cómida rápida rusa)..
viernes, 13 de noviembre de 2015
EU-RUSIA: LA NARCOTIZACION DE LA "OPINION PUBLICA"
Estados Unidos ha venido calculando medidas de "represalia" porque Rusia supuestamente habría violado el Tratado sobre Misiles de Alcance Medio y Corto (INF), si bien Moscú lo niega. Estas represalias serían económicas- más sanciones, claro está- y militares, que podrían ir desde el desarrollo de "medios de defensa" y golpes de "contrafuerza" hasta un nuevo "balance de las capacidades de ataque", lo que supone el uso potencial de armas nucleares (y desde luego, un despliegue de misiles estadounidenses en Europa). El INF data de 1987 y comprometió a las partes a destruir completamente sus misiles de alcance medio (1000-5500 km) y corto (500-1000 km). El Tratado había sido cumplido en principio en 1991.
Algo debe quedar claro. A raíz de sucesos como los de Ucrania y en menor medida en Siria, Occidente ha buscado retratar a la Federación Rusa como un país "agresivo", que por lo mismo pone en riesgo la seguridad de "Estados Unidos y sus socios y aliados". Rusia no sería "fiable", sería "imprevisible" en su supuesta agresividad y todo ésto lo haría Moscú con armas nucleares de por medio, jugando con ellas como lo estaría haciendo al "violar el INF".
Junto con amenazar así "nuestra seguridad", los rusos estarían jugando incluso con ellos mismos con armas de destrucción masiva "fuera de control", las nucleares incluidas, al estar en manos de líderes que, como el mandatario ruso Vladimir Putin, son "agresivos e imprevisibles" (entiéndase que no muy responsables que digamos), un peligro incluso para sí mismos. Entendámonos: no estamos ni rodeando a Rusia ni amenazándola, sino que estamos haciendo el bien, como acostumbramos: el bien por nosotros mismos y nuestra seguridad, y el bien incluso por los rusos que no debieran jugar con acuerdos tan delicados como el INF, por poner un ejemplo, por lo que estamos velando incluso humanitariamente por los propios rusos. El mal en nosotros no existe: nosotros somos el bien que hay en la verdadera naturaleza humana y estamos viendo por la seguridad de todos, "por su propio bien".
Funciona tan excelentemente que, después de Syriza en Grecia, Podemos en España ya se fue también a acostar: luego de pedir hace algún tiempo "mayor autonomía frente a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)", Sergio Pascual, dirigente de Podemos en Sevilla, prefiere declarar ahora: "respetaremos hasta la última coma de los acuerdos suscritos por nuestro país", mientras Julio Rodríguez, el general candidato de Podemos para futuro Ministro de Defensa, confirma que "la OTAN es necesaria". Por nuestro bien, se entiende.
Algo debe quedar claro. A raíz de sucesos como los de Ucrania y en menor medida en Siria, Occidente ha buscado retratar a la Federación Rusa como un país "agresivo", que por lo mismo pone en riesgo la seguridad de "Estados Unidos y sus socios y aliados". Rusia no sería "fiable", sería "imprevisible" en su supuesta agresividad y todo ésto lo haría Moscú con armas nucleares de por medio, jugando con ellas como lo estaría haciendo al "violar el INF".
Junto con amenazar así "nuestra seguridad", los rusos estarían jugando incluso con ellos mismos con armas de destrucción masiva "fuera de control", las nucleares incluidas, al estar en manos de líderes que, como el mandatario ruso Vladimir Putin, son "agresivos e imprevisibles" (entiéndase que no muy responsables que digamos), un peligro incluso para sí mismos. Entendámonos: no estamos ni rodeando a Rusia ni amenazándola, sino que estamos haciendo el bien, como acostumbramos: el bien por nosotros mismos y nuestra seguridad, y el bien incluso por los rusos que no debieran jugar con acuerdos tan delicados como el INF, por poner un ejemplo, por lo que estamos velando incluso humanitariamente por los propios rusos. El mal en nosotros no existe: nosotros somos el bien que hay en la verdadera naturaleza humana y estamos viendo por la seguridad de todos, "por su propio bien".
Funciona tan excelentemente que, después de Syriza en Grecia, Podemos en España ya se fue también a acostar: luego de pedir hace algún tiempo "mayor autonomía frente a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)", Sergio Pascual, dirigente de Podemos en Sevilla, prefiere declarar ahora: "respetaremos hasta la última coma de los acuerdos suscritos por nuestro país", mientras Julio Rodríguez, el general candidato de Podemos para futuro Ministro de Defensa, confirma que "la OTAN es necesaria". Por nuestro bien, se entiende.
miércoles, 11 de noviembre de 2015
EU-RUSIA: AL FIN, UN ACUERDO...
Pareciera ser que al fin Estados Unidos y Rusia han llegado a un acuerdo sobre el enemigo internacional a vencer en la actualidad.
Ashton "Ash" Carter, secretario estadounidense de Defensa, ni siquiera considera prioritario el terrorismo: "otros desafíos son más complicados -ha declarado- y dadas su magnitud y capacidades, potencialmente resultan más perjudiciales". Carter quiere preservar el "orden" actual, pero también ha dicho: "ni China ni Rusia pueden derrumbar ese orden, pero ambos presentan desafíos a ello". Lo mejor del capitalismo actual es que su ideología es de izquierda, de tal modo que "Ash" se propone defender, según sus propias palabras, "la solución pacífica de disputas, la inexistencia de coacción y el respeto por la soberanía de Estado". Es lo que parece que Rusia y China están desafiando.
Occidente ni siquiera alega ya que está diseñando su "escudo antimisiles" europeo contra Irán. El mandatario ruso, Vladimir Putin, declaró recientemente: "las supuestas amenazas nucleares de Irán y Corea del Norte sólo son una tapadera para los planes verdaderos". ¿Qué buscan? Según Putin, "su objetivo real es neutralizar el potencial estratégico nuclear en primer lugar de Rusia y otros Estados, excepto EEUU y sus aliados, para obtener de este modo la superioridad militar". "Otros Estados" puede referirse a China. En todo caso, no hay secreto: Estados Unidos quiere una posición de monopolio nuclear como la que tuvo entre 1945 y 1949 y cualquier competidor, es decir, cualquiera que no sea un "socio" (en coaliciones manejadas como juntas de accionistas) representa un potencial "costo", ya que impide la fijación unilateral del precio de cualquier cosa y cualquier persona en el orbe. Ni siquiera se trata de que Rusia sea anticapitalista porque no lo es (Putin no es partidario de ningún socialismo), ni de parar un mundo multipolar que no da visos de prosperar (basta con ver el tipo de dificultades de Brasil o las de Sudáfrica). Hace rato que la que fuera secretaria de Estado de George W. Bush, Condoleezza Rice, escribió en una conocida revista estadounidense de política exterior que había que hacer todo lo posible para volver a esa situación de privilegio inmediatamente posterior a 1945.
Ashton "Ash" Carter, secretario estadounidense de Defensa, ni siquiera considera prioritario el terrorismo: "otros desafíos son más complicados -ha declarado- y dadas su magnitud y capacidades, potencialmente resultan más perjudiciales". Carter quiere preservar el "orden" actual, pero también ha dicho: "ni China ni Rusia pueden derrumbar ese orden, pero ambos presentan desafíos a ello". Lo mejor del capitalismo actual es que su ideología es de izquierda, de tal modo que "Ash" se propone defender, según sus propias palabras, "la solución pacífica de disputas, la inexistencia de coacción y el respeto por la soberanía de Estado". Es lo que parece que Rusia y China están desafiando.
Occidente ni siquiera alega ya que está diseñando su "escudo antimisiles" europeo contra Irán. El mandatario ruso, Vladimir Putin, declaró recientemente: "las supuestas amenazas nucleares de Irán y Corea del Norte sólo son una tapadera para los planes verdaderos". ¿Qué buscan? Según Putin, "su objetivo real es neutralizar el potencial estratégico nuclear en primer lugar de Rusia y otros Estados, excepto EEUU y sus aliados, para obtener de este modo la superioridad militar". "Otros Estados" puede referirse a China. En todo caso, no hay secreto: Estados Unidos quiere una posición de monopolio nuclear como la que tuvo entre 1945 y 1949 y cualquier competidor, es decir, cualquiera que no sea un "socio" (en coaliciones manejadas como juntas de accionistas) representa un potencial "costo", ya que impide la fijación unilateral del precio de cualquier cosa y cualquier persona en el orbe. Ni siquiera se trata de que Rusia sea anticapitalista porque no lo es (Putin no es partidario de ningún socialismo), ni de parar un mundo multipolar que no da visos de prosperar (basta con ver el tipo de dificultades de Brasil o las de Sudáfrica). Hace rato que la que fuera secretaria de Estado de George W. Bush, Condoleezza Rice, escribió en una conocida revista estadounidense de política exterior que había que hacer todo lo posible para volver a esa situación de privilegio inmediatamente posterior a 1945.
1983: EL MUNDO AL BORDE DE LA GUERRA NUCLEAR
En 1983, la entonces Unión Soviética ya se había comprometido a no ser jamás el primer país en lanzar un ataque nuclear.
En sus ejercicios militares de ese año (Able Archer 1983), la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), como "simulacro" (¿o blofeo de los que estilaba el entonces presidente estadounidense, Ronald Reagan?), subió el nivel de alerta a DEFCON 1 ("blanco" o "guerra nuclear inminente"). Este nivel no había sido utilizado ni siquiera en 1962, durante la llamada "crisis de los misiles", cuando se llegó a DEFCON 2 ("rojo"), un nivel previo (anterior), por cierto que al igual que en la guerra contra Iraq en 1991. La OTAN tenía nuevos códigos de comunicación e impuso el silencio en las comunicaciones por radio. Enterada del nivel DEFCON 1, la Unión Soviética sacó la conclusión lógica: una guerra nuclear era probable. Moscú reaccionó con preparativos en consecuencia. Estados Unidos ni se dió por enterado. Solo hasta 1984, el entonces jefe de la Central de Inteligencia Americana (CIA), William Casey, le entregó un memorándum a Reagan informándole de que la Unión Soviética había tomado en serio la amenaza.
Los estadounidenses, jugando a la "guerra nuclear inminente", no habían entendido nada de los dirigentes soviéticos. Después de que la Unión Soviética se comprometiera a no lanzar el primer golpe nuclear, Estados Unidos había contestado con la "Guerra de las Galaxias" (Iniciativa de Defensa Estratégica) y la instalación de misiles Pershing en Europa Occidental. Los estadounidenses creyeron que "los rusos nunca se atreverían", aunque Moscú se estuvo preparando en el otoño de 1983. Moscú, en cambio, pensó que, si a una oferta de paz se contestaba con una nueva escalada, la conflagración era posible. Solo la primera ministra británica Margaret Thatcher se dió cuenta de los preparativos soviéticos (alertas reforzadas, transporte de cabezas nucleares a sitios de lanzamiento...) y avisó a Washington. Estados Unidos había estado blofeando con una guerra nuclear sin siquiera medir la menor consecuencia en el adversario.
Toda la información anterior acaba de ser desclasificada en octubre en Estados Unidos por el National Security Archive. No bastará nunca para convencer a un occidental de que suele ponerse en manos de gente sin la menor cordura.
En sus ejercicios militares de ese año (Able Archer 1983), la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), como "simulacro" (¿o blofeo de los que estilaba el entonces presidente estadounidense, Ronald Reagan?), subió el nivel de alerta a DEFCON 1 ("blanco" o "guerra nuclear inminente"). Este nivel no había sido utilizado ni siquiera en 1962, durante la llamada "crisis de los misiles", cuando se llegó a DEFCON 2 ("rojo"), un nivel previo (anterior), por cierto que al igual que en la guerra contra Iraq en 1991. La OTAN tenía nuevos códigos de comunicación e impuso el silencio en las comunicaciones por radio. Enterada del nivel DEFCON 1, la Unión Soviética sacó la conclusión lógica: una guerra nuclear era probable. Moscú reaccionó con preparativos en consecuencia. Estados Unidos ni se dió por enterado. Solo hasta 1984, el entonces jefe de la Central de Inteligencia Americana (CIA), William Casey, le entregó un memorándum a Reagan informándole de que la Unión Soviética había tomado en serio la amenaza.
Los estadounidenses, jugando a la "guerra nuclear inminente", no habían entendido nada de los dirigentes soviéticos. Después de que la Unión Soviética se comprometiera a no lanzar el primer golpe nuclear, Estados Unidos había contestado con la "Guerra de las Galaxias" (Iniciativa de Defensa Estratégica) y la instalación de misiles Pershing en Europa Occidental. Los estadounidenses creyeron que "los rusos nunca se atreverían", aunque Moscú se estuvo preparando en el otoño de 1983. Moscú, en cambio, pensó que, si a una oferta de paz se contestaba con una nueva escalada, la conflagración era posible. Solo la primera ministra británica Margaret Thatcher se dió cuenta de los preparativos soviéticos (alertas reforzadas, transporte de cabezas nucleares a sitios de lanzamiento...) y avisó a Washington. Estados Unidos había estado blofeando con una guerra nuclear sin siquiera medir la menor consecuencia en el adversario.
Toda la información anterior acaba de ser desclasificada en octubre en Estados Unidos por el National Security Archive. No bastará nunca para convencer a un occidental de que suele ponerse en manos de gente sin la menor cordura.
MOSCU: CUANDO CHURCHILL QUERIA UN PRIMER GOLPE NUCLEAR
Ashton Carter, secretario de Defensa estadounidense, acaba de recordar "la profunda cautela que los líderes de la era nuclear tuvieron respecto a esgrimir armas nucleares". Carter contrastó esta cautela con lo que serían supuestamente "los preparativos nucleares de Moscú" (¿cómo para qué?), un argumento que es parte de un guión y que no responde a ningún acto o hecho ruso. Según Carter, Rusia tiene "actitudes desafiantes" por mar, por aire, en el espacio y en el cíberespacio.
De acuerdo con un informe de un agente del FBI (Federal Bureau of Investigation) estadounidense desclasificado recientemente y citado en el cotidiano The Daily Mail, Winston Churchill, a través del senador republicano Styles Bridges, buscó persuadir al entonces presidente estadounidense Harry S. Truman (1945-1953) de proceder a un golpe nuclear (bid to nuke) contra la Unión Soviética para reducirla a un "problema insignificante" y "arrasar con el Kremlin (to wipe out) de la superficie terrestre". Churchill quiso convencer a los estadounidenses de que, de tener la bomba, la Unión Soviética atacaría Estados Unidos en "dos o tres años" y que "la civilización desaparecería". Churchill buscó persuadir a Truman en 1947. La Unión Soviética obtuvo la bomba atómica dos años después, en 1949, y no atacó a Estados Unidos ni acabó con civilización ninguna. Churchill simplemente había querido "realizar la ganancia" implícita en una situación de ventaja (del mismo modo en que Douglas MacArthur quiso emplear la bomba atómica contra China).
El memorandum del agente del FBI ha sido publicado en el libro When the Lions Roar: the Churchills and the Kennedys.
Cuando Estados Unidos tuvo el monopolio de la bomba atómica la usó una vez y pensó en utilizarla otra vez, a juzgar por las intenciones de Churchill. MacArthur fue frenado por Truman porque la Unión Soviética ya tenía su propia bomba.
Carter tal vez no miente pero no sabe ni qué declara (ni tiene importancia para la supuesta opinión pública occidental), puesto que con aquél monopolio los anglosajones parecían representarse el arma atómica como de "uso normal" sin la menor cautela. El resto de la declaración del secretario estadounidense de Defensa consiste en "mostrar" que Rusia es un supuesto "peligro nuclear" que de una u otra manera debe ser neutralizado y desarmado, para hacer por vías sinuosas lo que Churchill quería lograr de un solo golpe.
De acuerdo con un informe de un agente del FBI (Federal Bureau of Investigation) estadounidense desclasificado recientemente y citado en el cotidiano The Daily Mail, Winston Churchill, a través del senador republicano Styles Bridges, buscó persuadir al entonces presidente estadounidense Harry S. Truman (1945-1953) de proceder a un golpe nuclear (bid to nuke) contra la Unión Soviética para reducirla a un "problema insignificante" y "arrasar con el Kremlin (to wipe out) de la superficie terrestre". Churchill quiso convencer a los estadounidenses de que, de tener la bomba, la Unión Soviética atacaría Estados Unidos en "dos o tres años" y que "la civilización desaparecería". Churchill buscó persuadir a Truman en 1947. La Unión Soviética obtuvo la bomba atómica dos años después, en 1949, y no atacó a Estados Unidos ni acabó con civilización ninguna. Churchill simplemente había querido "realizar la ganancia" implícita en una situación de ventaja (del mismo modo en que Douglas MacArthur quiso emplear la bomba atómica contra China).
El memorandum del agente del FBI ha sido publicado en el libro When the Lions Roar: the Churchills and the Kennedys.
Cuando Estados Unidos tuvo el monopolio de la bomba atómica la usó una vez y pensó en utilizarla otra vez, a juzgar por las intenciones de Churchill. MacArthur fue frenado por Truman porque la Unión Soviética ya tenía su propia bomba.
Carter tal vez no miente pero no sabe ni qué declara (ni tiene importancia para la supuesta opinión pública occidental), puesto que con aquél monopolio los anglosajones parecían representarse el arma atómica como de "uso normal" sin la menor cautela. El resto de la declaración del secretario estadounidense de Defensa consiste en "mostrar" que Rusia es un supuesto "peligro nuclear" que de una u otra manera debe ser neutralizado y desarmado, para hacer por vías sinuosas lo que Churchill quería lograr de un solo golpe.
sábado, 7 de noviembre de 2015
AMERICA LATINA: CATASTROFE DEL PENSAMIENTO
No sin cierta razón, el Emir del Saber se ha quejado de que el pensamiento crítico parece ahora ausente en América Latina. No hay que descartar con todo al pensamiento en general:en Bolivia, fuera de los marcos establecidos por la retórica oficial "progresista", la vicepresidencia a cargo de Alvaro García Linera lleva años promoviendo un debate que permita avanzar en la descolonización del "sentido común" boliviano, racista y clasista. En el Ecuador, Rafael Correa polemiza mientras una parte de la intelectualidad de izquierda se declara "aburrida" de los gabinetes itinerantes y otra se lanza contra las tareas de reflexión del geógrafo británico David Harvey. Sucede que parte de la intelectualidad de izquierda quiere del pensamiento crítico lo crítico, pero no el pensamiento. Gente dispuesta a joder -al "neoliberalismo", al "progresismo" o a lo que caiga- no falta, si se confunde criticar y estar jodiendo "libertariamente" contra cualquier autoridad y contra todo Estado. Tradición anarquista nunca ha faltado en la izquierda latinoamericana.
Si por pensamiento crítico se entiende el marxista o el próximo a él, se abandonó incluso en Claxon, que por un lado ha rescatado el importante pensamiento de los "clásicos" del latinoamericanismo de los setenta y por otro lado, tal vez por presión de la pertenencia a una agenda de organismo internacional, ha llevado a los jóvenes a desconocer por completo ese legado. El mismo Claxon tiene una agenda de campus estadounidense donde todos los temas y todas las categorías que inspiraron a esos clásicos fueron tirados a la basura. Debería sorprender, por ejemplo, la ausencia total de debate sobre el desarrollo o sobre los cambios de estructura económica en las últimas décadas en América Latina. En vez de esto, Claxon se suma a las leyes del mercado o, más bien, a las del capitalismo actual, capitalismo monopolista de Estado (sí, tal y como dice), donde se subsidia la sobreacumulación y la sobreproducción: como en Flaxon, hay exceso de acumulación de instalaciones y prebendas, con tendencias al monopolio, a fijar precios y cerrarle el paso a competidores, junto a una copiosa sobreproducción de temas "dame una beca" y "quiero viáticos" que consisten en duplicar (por decir lo menos) los estudios sobre los indígenas, las mujeres y el medio ambiente. Vender el proyecto ante esta oferta de compra -y de "reconocido prestigio"- ha supuesto deshacerse -vendiéndolo en remate- del viejo pensamiento latinoamericano que se ocupaba de asuntos totalmente distintos y al que si acaso se homenajea como el joven cabo a Hindenburg antes de pasarlo a retiro y declararlo con demencia senil. Por si fuera poco, hay universidades públicas donde el obispo de Copilco ha premiado oficialmente (además de al activismo desembozado, contraviniendo incluso las estipulaciones universitarias) a quienes, siguiendo a Immanuel 2 en Impensar las ciencias sociales, las destruyeron en su autonomía para sincronizar a las "jóvenes promesas" con los reflectores.
Más para atrás, no queda ni huella de otros clásicos, como Gino Germani, Tulio Halperin Donghi, Sergio Bagú, Caio Prado y otros, simplemente porque, siguiendo la moda del campus estadounidense, las nuevas promesas y sus mentores/gestores creen simplemente: 1) que el mundo empezó con ellos, 2) que ellos son el mundo (we are the world), y 3) que las ciencias sociales terminan donde terminan ellos (o donde termina su ombligo convertido en "preferencia vocacional" y "tema para la mesa"). Es crisis de sobreacumulación y sobreproducción, no de falta de lectores para el tema que se repite hasta la saciedad, como si el asunto fuera de subconsumo y de lo que se tratara fuera de seguir consiguiendo una audiencia que consuma lo mismo (por éso se llama "con-su-mismo")..Para que hubiera pensamiento habría que detenerse a pensar, en vez de ver sin pensar (justamente) cómo "ofertarse" ante la "demanda" de los otorgantes de becas y/o viáticos de movilidad. No salgamos con la puntada de que esto es autónomo y público.
Si por pensamiento crítico se entiende el marxista o el próximo a él, se abandonó incluso en Claxon, que por un lado ha rescatado el importante pensamiento de los "clásicos" del latinoamericanismo de los setenta y por otro lado, tal vez por presión de la pertenencia a una agenda de organismo internacional, ha llevado a los jóvenes a desconocer por completo ese legado. El mismo Claxon tiene una agenda de campus estadounidense donde todos los temas y todas las categorías que inspiraron a esos clásicos fueron tirados a la basura. Debería sorprender, por ejemplo, la ausencia total de debate sobre el desarrollo o sobre los cambios de estructura económica en las últimas décadas en América Latina. En vez de esto, Claxon se suma a las leyes del mercado o, más bien, a las del capitalismo actual, capitalismo monopolista de Estado (sí, tal y como dice), donde se subsidia la sobreacumulación y la sobreproducción: como en Flaxon, hay exceso de acumulación de instalaciones y prebendas, con tendencias al monopolio, a fijar precios y cerrarle el paso a competidores, junto a una copiosa sobreproducción de temas "dame una beca" y "quiero viáticos" que consisten en duplicar (por decir lo menos) los estudios sobre los indígenas, las mujeres y el medio ambiente. Vender el proyecto ante esta oferta de compra -y de "reconocido prestigio"- ha supuesto deshacerse -vendiéndolo en remate- del viejo pensamiento latinoamericano que se ocupaba de asuntos totalmente distintos y al que si acaso se homenajea como el joven cabo a Hindenburg antes de pasarlo a retiro y declararlo con demencia senil. Por si fuera poco, hay universidades públicas donde el obispo de Copilco ha premiado oficialmente (además de al activismo desembozado, contraviniendo incluso las estipulaciones universitarias) a quienes, siguiendo a Immanuel 2 en Impensar las ciencias sociales, las destruyeron en su autonomía para sincronizar a las "jóvenes promesas" con los reflectores.
Más para atrás, no queda ni huella de otros clásicos, como Gino Germani, Tulio Halperin Donghi, Sergio Bagú, Caio Prado y otros, simplemente porque, siguiendo la moda del campus estadounidense, las nuevas promesas y sus mentores/gestores creen simplemente: 1) que el mundo empezó con ellos, 2) que ellos son el mundo (we are the world), y 3) que las ciencias sociales terminan donde terminan ellos (o donde termina su ombligo convertido en "preferencia vocacional" y "tema para la mesa"). Es crisis de sobreacumulación y sobreproducción, no de falta de lectores para el tema que se repite hasta la saciedad, como si el asunto fuera de subconsumo y de lo que se tratara fuera de seguir consiguiendo una audiencia que consuma lo mismo (por éso se llama "con-su-mismo")..Para que hubiera pensamiento habría que detenerse a pensar, en vez de ver sin pensar (justamente) cómo "ofertarse" ante la "demanda" de los otorgantes de becas y/o viáticos de movilidad. No salgamos con la puntada de que esto es autónomo y público.
LA CATASTROFE WRIGHT MILLS
En su libro The marxists ("Los marxistas"), C. Wright Mills, padre de más de un intelectual latinoamericano de izquierda, tuvo tiempo de cometer más de una equivocación.
No hay "determinismo económico" en Marx, quien afirmó que "el ser social determina la conciencia social", no que "tanto tienes, tanto vales", "cómo te vendes, te tratan o te contratan" y otras linduras más de un mundo que promueve en sus librerías ante todo "el arte de hacer negocios". Marx hizo "Economía Política", no economía ni crematística (como arte de hacerse rico).
Marx no afirmó que el futuro pertenecería al asalariado (wageworker), sino al "proletariado" o a los "trabajadores" como forma de decir, ya que se refería a quien sufre explotación. Se puede ser asalariado y no ser explotado.
C. Wright Mills quiso relativizar la lucha de clases (que en Marx estaba ligada al problema de la propiedad), aunque hay que tomar en cuenta que Marx no afirmó que la sociedad se polarizaría entre "ricos y pobres", ni entre "propietarios y asalariados" (aunque tal vez sí entre explotadores y explotados, algo muy distinto). De todos modos, cualquiera sabe que en el mundo capitalista, que es algo así como la Gran Fraternidad Universal, nadie le husmea al otro la posición social casi de la misma manera en que algunos animales se husmean la cola. Mucho menos sucede este tipo de cosas en Estados Unidos, país donde las clases seguramente desaparecieron.
Marx no redujo las fuerzas productivas a "implementos tecnológicos" ni "técnicas", ya que se trataba de relación entre el Hombre y su objeto de trabajo, un asunto de conocimiento.
De todos modos, como la Unión Soviética ya había al parecer fracasado y el proletariado de los países industrializados no tenía mayores deseos de hacer la revolución, lo que cuenta de argumentos como los de C. Wright Mills es que sirvieron para convencer a más de uno de dos cosas: que la fuerza del cambio vendría de los pobres y de los "condenados de la Tierra" (con Fanon, Césaire y otras víctimas tercermundistas por el estilo), y que al mismo tiempo el futuro sería algo así como el estadounidense, de abundancia para (casi) todos. Esto puede verse de otro modo: cualquier víctima real o imaginaria con cierta capacidad de "negociación" -empoderada, vaya- podría tal vez obtener su parte de la derrama, que es de lo que se trata en un grupo de presión, en un campus con "acción afirmativa" o también en la caliente imaginación de un emigrante cubano. Puede ser, pero lo que gente como C. Wright Mills preparó es la creencia de que el cambio vendría del Tercer Mundo, aunque curiosamente bajo una forma que haría de Estados Unidos un modelo: modelo de técnica, claro está, con grandes "implementos tecnológicos", pero también de "amortiguamiento" del choque entre clases para privilegiar cierta armonía y con bienestar material para cualquiera que supiera arrancarle un dólar al otro. Fue así como de distintas formas el tercermundismo pasó de recitar lo que fuera contra el "eurocentrismo" a buscar emular "un mundo donde quepan todos los mundos", como sucede al parecer en Estados Unidos. Que el tercermundismo y Estados Unidos tenían cierta alianza contra Europa -contra la occidental y contra la soviética- no fue algo tan secreto. Nadie critica hoy el "americanocentrismo" en los campus latinoamericanos "postcoloniales" En el camino, Marx, además de equivocado, quedó como "eurocentrista", "patriarcal" y cuanto defecto apareciera, por lo que en la América Latina actual, por ejemplo, los cuadros para sostener el "cambio de época" y orientarlo hacia la emancipación humana no abundan, mientras pululan en cambio las franquicias mentales de los campus estadounidenses.
No hay "determinismo económico" en Marx, quien afirmó que "el ser social determina la conciencia social", no que "tanto tienes, tanto vales", "cómo te vendes, te tratan o te contratan" y otras linduras más de un mundo que promueve en sus librerías ante todo "el arte de hacer negocios". Marx hizo "Economía Política", no economía ni crematística (como arte de hacerse rico).
Marx no afirmó que el futuro pertenecería al asalariado (wageworker), sino al "proletariado" o a los "trabajadores" como forma de decir, ya que se refería a quien sufre explotación. Se puede ser asalariado y no ser explotado.
C. Wright Mills quiso relativizar la lucha de clases (que en Marx estaba ligada al problema de la propiedad), aunque hay que tomar en cuenta que Marx no afirmó que la sociedad se polarizaría entre "ricos y pobres", ni entre "propietarios y asalariados" (aunque tal vez sí entre explotadores y explotados, algo muy distinto). De todos modos, cualquiera sabe que en el mundo capitalista, que es algo así como la Gran Fraternidad Universal, nadie le husmea al otro la posición social casi de la misma manera en que algunos animales se husmean la cola. Mucho menos sucede este tipo de cosas en Estados Unidos, país donde las clases seguramente desaparecieron.
Marx no redujo las fuerzas productivas a "implementos tecnológicos" ni "técnicas", ya que se trataba de relación entre el Hombre y su objeto de trabajo, un asunto de conocimiento.
De todos modos, como la Unión Soviética ya había al parecer fracasado y el proletariado de los países industrializados no tenía mayores deseos de hacer la revolución, lo que cuenta de argumentos como los de C. Wright Mills es que sirvieron para convencer a más de uno de dos cosas: que la fuerza del cambio vendría de los pobres y de los "condenados de la Tierra" (con Fanon, Césaire y otras víctimas tercermundistas por el estilo), y que al mismo tiempo el futuro sería algo así como el estadounidense, de abundancia para (casi) todos. Esto puede verse de otro modo: cualquier víctima real o imaginaria con cierta capacidad de "negociación" -empoderada, vaya- podría tal vez obtener su parte de la derrama, que es de lo que se trata en un grupo de presión, en un campus con "acción afirmativa" o también en la caliente imaginación de un emigrante cubano. Puede ser, pero lo que gente como C. Wright Mills preparó es la creencia de que el cambio vendría del Tercer Mundo, aunque curiosamente bajo una forma que haría de Estados Unidos un modelo: modelo de técnica, claro está, con grandes "implementos tecnológicos", pero también de "amortiguamiento" del choque entre clases para privilegiar cierta armonía y con bienestar material para cualquiera que supiera arrancarle un dólar al otro. Fue así como de distintas formas el tercermundismo pasó de recitar lo que fuera contra el "eurocentrismo" a buscar emular "un mundo donde quepan todos los mundos", como sucede al parecer en Estados Unidos. Que el tercermundismo y Estados Unidos tenían cierta alianza contra Europa -contra la occidental y contra la soviética- no fue algo tan secreto. Nadie critica hoy el "americanocentrismo" en los campus latinoamericanos "postcoloniales" En el camino, Marx, además de equivocado, quedó como "eurocentrista", "patriarcal" y cuanto defecto apareciera, por lo que en la América Latina actual, por ejemplo, los cuadros para sostener el "cambio de época" y orientarlo hacia la emancipación humana no abundan, mientras pululan en cambio las franquicias mentales de los campus estadounidenses.
AMERICA LATINA: REBELDES SIN CAUSA
El Emir del Saber acaba de quejarse un poco amargamente de que hoy, en América Latina, no hay mayor "pensamiento crítico" frente a lo que es una contraofensiva de la derecha. Muchos otros deploran la falta de "poder" de la izquierda en el "sentido común" de la gente.
En realidad, desde la Revolución Cubana se fue desmantelando en la intelectualidad latinoamericana de izquierda cualquier posibilidad de pensar la existencia de algo que podría llamarse "sujeto del cambio". La Revolución Cubana nunca se apegó a un marxismo que se empeñó en desconocer y fueron muchos los intelectuales de izquierda procubanos que se formaron bajo influencia de las universidades estadounidenses. C. Wright Mills, el de "!Escucha, yanqui!", por ejemplo, fue el modelo de muchos, como lo sería luego Immanuel 2. En un libro intitulado The marxists ("Los marxistas"), C. Wright Mills hizo más de una crítica al marxismo. Este estadounidense disolvió la base material y las relaciones sociales de producción (asuntos de propiedad) en una "base económica" mal entendida -convertida en supuesto "determinismo"- y disolvió asimismo el interés de clase en la "estratificación", el "estatus" y cosas por el estilo. El marxismo fue culpado de no hablar más que de economía cuando el capitalismo actual no habla más que de negocios, se negó el interés de clase cuando el capital financiero no tiene más que "éso" y, finalmente, Marx fue acusado por todo lo que no pronosticó, desde la caída de la Unión Soviética hasta el resultado de cada Copa Mundial de Futbol, como si el mismo Marx debiera haber sido profeta y haber dicho además -y desde ultratumba- en cada momento qué hacer.
Como junto a la propiedad se abandonó el trabajo, los trabajadores (peor si son más o menos blancos y de mediana edad) hoy no son sujetos de nada: si acaso, los "actores del cambio" podrían ser los indios, las mujeres y la naturaleza, si alguien quiere tomarse en serio que la Pachamama tiene una estrategia para el cambio, o que ser mujer es garantía de "progresismo" (Violeta Barrios de Chamorro o Mireya Moscoso ciertamente lo prueban, al igual que la Sra. Margaret Thatcher...). Fuera de estas agendas de campus estadounidense recicladas por la ultraizquierda latinoamericana que lo espera todo "al natural" (desde "el tsunami del cambio" hasta el papel protagónico de la fémina), el problema está en que, mientras los medios de comunicación masiva funcionan "abajo", algunos en América Latina no tienen otra cosa como sujeto que no sea el Estado y el "gran líder" de turno, siempre desde arriba, desde donde habrá de "redistribuirse", sobre todo, claro está, para la clase media. Esta era una de las preocupaciones de C. Wright Mills, fue el "caballito de batalla" de los procubanos cuando creyeron haber descubierto al "nuevo sujeto" y es la piedra de toque de la "contraofensiva" de la derecha. En realidad, con excepciones (desde Bolivia hasta El Salvador), la intelectualidad latinoamericana de izquierda sigue a la vanguardia de distintos procesos sin sujeto (salvo que el sujeto sea ella), lo que es tanto como tener los abajofirmantes sin tener detectada claramente la causa -y para muchos, es lo de menos.
En realidad, desde la Revolución Cubana se fue desmantelando en la intelectualidad latinoamericana de izquierda cualquier posibilidad de pensar la existencia de algo que podría llamarse "sujeto del cambio". La Revolución Cubana nunca se apegó a un marxismo que se empeñó en desconocer y fueron muchos los intelectuales de izquierda procubanos que se formaron bajo influencia de las universidades estadounidenses. C. Wright Mills, el de "!Escucha, yanqui!", por ejemplo, fue el modelo de muchos, como lo sería luego Immanuel 2. En un libro intitulado The marxists ("Los marxistas"), C. Wright Mills hizo más de una crítica al marxismo. Este estadounidense disolvió la base material y las relaciones sociales de producción (asuntos de propiedad) en una "base económica" mal entendida -convertida en supuesto "determinismo"- y disolvió asimismo el interés de clase en la "estratificación", el "estatus" y cosas por el estilo. El marxismo fue culpado de no hablar más que de economía cuando el capitalismo actual no habla más que de negocios, se negó el interés de clase cuando el capital financiero no tiene más que "éso" y, finalmente, Marx fue acusado por todo lo que no pronosticó, desde la caída de la Unión Soviética hasta el resultado de cada Copa Mundial de Futbol, como si el mismo Marx debiera haber sido profeta y haber dicho además -y desde ultratumba- en cada momento qué hacer.
Como junto a la propiedad se abandonó el trabajo, los trabajadores (peor si son más o menos blancos y de mediana edad) hoy no son sujetos de nada: si acaso, los "actores del cambio" podrían ser los indios, las mujeres y la naturaleza, si alguien quiere tomarse en serio que la Pachamama tiene una estrategia para el cambio, o que ser mujer es garantía de "progresismo" (Violeta Barrios de Chamorro o Mireya Moscoso ciertamente lo prueban, al igual que la Sra. Margaret Thatcher...). Fuera de estas agendas de campus estadounidense recicladas por la ultraizquierda latinoamericana que lo espera todo "al natural" (desde "el tsunami del cambio" hasta el papel protagónico de la fémina), el problema está en que, mientras los medios de comunicación masiva funcionan "abajo", algunos en América Latina no tienen otra cosa como sujeto que no sea el Estado y el "gran líder" de turno, siempre desde arriba, desde donde habrá de "redistribuirse", sobre todo, claro está, para la clase media. Esta era una de las preocupaciones de C. Wright Mills, fue el "caballito de batalla" de los procubanos cuando creyeron haber descubierto al "nuevo sujeto" y es la piedra de toque de la "contraofensiva" de la derecha. En realidad, con excepciones (desde Bolivia hasta El Salvador), la intelectualidad latinoamericana de izquierda sigue a la vanguardia de distintos procesos sin sujeto (salvo que el sujeto sea ella), lo que es tanto como tener los abajofirmantes sin tener detectada claramente la causa -y para muchos, es lo de menos.
viernes, 6 de noviembre de 2015
ARGENTINA COMO NEGOCIO
La presidente saliente de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, pareció hacer un viraje al final de su mandato, al acercarse tanto a China como a Rusia. Sin embargo, la Argentina de los "K" en general hizo tan poco por la integración latinoamericana como Brasil.
Esta Argentina kirchnerista sobrevivió en buena medida gracias a negocios que muy poco tienen que ver con algún nacionalismo. El negocio mayor fue el de la soya en manos de transnacionales, como Monsanto. Este negocio creció tanto que aceleró la desertificación del campo argentino, en particular con el paso de los pequeños productores pampeanos a la ciudad, después de rentarles sus tierras al agronegocio. La soya difícilmente puede impulsar cadenas productivas hacia adentro, ya que los insumos (fungicidas, insecticidas, herbicidas, fertilizantes, agroquímicos en general) se importan. Los impactos negativos de la siembra de soya transgénica sobre productores y consumidores son conocidos. Apenas aparecida esa variedad, correspondía al 90 % de la siembra en Argentina, mientras la expulsión de otros productores empezó a crear una llamada "agricultura sin agricultores" y problemas por la migración a centros urbanos. Al boom soyero hay que agregar el de maíz para biodiesel.
No fue todo. A Cristina Fernández no pareció gustarle que el periodista Miguel Bonasso diera a conocer otro negocio, el de la megaminería, en particular en el oro, con la empresa Barrick Gold, que terminó contaminando con cianuro aguas argentinas, como ocurrió en la mina de Veladero. Al poco tiempo llegó a la misma región argentina de San Juan otra minera, Minsud Resources, para explotar cobre (Proyecto Chita), como sino importara demasiado el medio ambiente. Hay que agregar a esta transnacionalización la del petróleo, con compañías off shore, incluso británicas ("pirata") y el "desembarco" ni más ni menos que de la empresa Chevron en Vaca Muerta (Neuquén, Río Negro y Mendoza). Lo que no gustó de lo revelado por Bonasso es el buen estado de la amistad entre Fernández y David Rockefeller. Cristina Fernández llegó a declarar graciosamente, para atraer inversiones extranjeras, que "la rentabilidad no es un pecado" y que "ganar dinero no es pecaminoso". Desde luego: por este mismo motivo, el "modelo K" no es bendecible y pudo haber obtenido así fuera una mínima crítica entre los "progresistas", al menos para explicar lo sucedido con un país que alguna vez tuviera un mercado nacional relativamente importante y un nivel educativo alto para Latinoamérica.
Hacerle un mausoleo al fallecido Néstor Kirchner (en Río Gallegos) no fue un pecado, aunque sí una exageración. Simplemente pareciera que el "modelo K" perdió la medida de las cosas con el dinero que estuvo en circulación, a reserva de que la oposición que hoy encabeza Mauricio Macri tampoco sea ninguna panacea.
Esta Argentina kirchnerista sobrevivió en buena medida gracias a negocios que muy poco tienen que ver con algún nacionalismo. El negocio mayor fue el de la soya en manos de transnacionales, como Monsanto. Este negocio creció tanto que aceleró la desertificación del campo argentino, en particular con el paso de los pequeños productores pampeanos a la ciudad, después de rentarles sus tierras al agronegocio. La soya difícilmente puede impulsar cadenas productivas hacia adentro, ya que los insumos (fungicidas, insecticidas, herbicidas, fertilizantes, agroquímicos en general) se importan. Los impactos negativos de la siembra de soya transgénica sobre productores y consumidores son conocidos. Apenas aparecida esa variedad, correspondía al 90 % de la siembra en Argentina, mientras la expulsión de otros productores empezó a crear una llamada "agricultura sin agricultores" y problemas por la migración a centros urbanos. Al boom soyero hay que agregar el de maíz para biodiesel.
No fue todo. A Cristina Fernández no pareció gustarle que el periodista Miguel Bonasso diera a conocer otro negocio, el de la megaminería, en particular en el oro, con la empresa Barrick Gold, que terminó contaminando con cianuro aguas argentinas, como ocurrió en la mina de Veladero. Al poco tiempo llegó a la misma región argentina de San Juan otra minera, Minsud Resources, para explotar cobre (Proyecto Chita), como sino importara demasiado el medio ambiente. Hay que agregar a esta transnacionalización la del petróleo, con compañías off shore, incluso británicas ("pirata") y el "desembarco" ni más ni menos que de la empresa Chevron en Vaca Muerta (Neuquén, Río Negro y Mendoza). Lo que no gustó de lo revelado por Bonasso es el buen estado de la amistad entre Fernández y David Rockefeller. Cristina Fernández llegó a declarar graciosamente, para atraer inversiones extranjeras, que "la rentabilidad no es un pecado" y que "ganar dinero no es pecaminoso". Desde luego: por este mismo motivo, el "modelo K" no es bendecible y pudo haber obtenido así fuera una mínima crítica entre los "progresistas", al menos para explicar lo sucedido con un país que alguna vez tuviera un mercado nacional relativamente importante y un nivel educativo alto para Latinoamérica.
Hacerle un mausoleo al fallecido Néstor Kirchner (en Río Gallegos) no fue un pecado, aunque sí una exageración. Simplemente pareciera que el "modelo K" perdió la medida de las cosas con el dinero que estuvo en circulación, a reserva de que la oposición que hoy encabeza Mauricio Macri tampoco sea ninguna panacea.
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