El rentismo que invade distintas esferas de la sociedad ya tenía desde Gilles Deleuze a su animal preferido: la garrapata (ixodoidea).
Ciego y sordo, este animal es un parásito que detecta el olor del beneficio, perdón, del ácido butírico (el olor contenido en el sudor) y el calor que ofrece el buena gente, perdón, el mamífero, para lanzársele, "dejándose caer" desde una hoja -y no de papel, sino de vegetación alta- sobre el huésped para chuparle la sangre hasta hincharse de tal modo que segregue un pegamento que permite seguir de "chupóptero" sobre la víctima. La garrapata no se despega hasta que no se siente "llena", sin salir en ningún momento - porque está impedida- de su ceguera y su sordera.
La garrapata no agradecerá haber recibido sin dar otra cosa que molestias: un animal tiene memoria, pero ningún recuerdo. Feliz votación.
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