Mientras el sovietismo se instalaba en la mentira a partir del putsch de 1956 y el tercermundismo (China incluida, luego de un paréntesis autárquico) pasaba de una alianza circunstancial con Moscú al "pacifismo" en el acercamiento a Washington, las democracias "liberales" se dedicaron entre otras cosas...a matar, por lo que no están muy bien colocadas que digamos para juzgar las atrocidades de los demás, reales o supuestas.
Francia, por ejemplo, no abandonó por las buenas sus colonias, y no nada más por la guerra de Argelia entre los '50 y los '60. Desde antes hubo masacres de los colonialistas franceses en Indochina (como en My Trach, Vietnam) y Madagascar (durante la rebelión malgache de la inmediata posguerra). El primer ministro británico Winston Churchill era un matón consumado en asuntos coloniales. Estados Unidos, por su parte, comenzó su carrera temprano: intervino en Haití en 1915, en República Dominicana en 1916, en México en 1914, todas fechas anteriores a la Revolución Rusa, ni se diga a la Guerra Fría. Durante ésta, Estados Unidos contribuyó a derrocar al gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala en 1954 (antes de la Revolución Cubana, por lo tanto) y al gobierno democráticamente electo y ultrapacífico de Salvador Allende en Chile en 1973. No queda claro que tiene que ver todo este historial (mucho más largo...) con el liberalismo, ni por qué quienes reprueban los horrores -cada vez más desmentidos por las investigaciones históricas de archivo- del sovietismo no dicen nunca ni una palabra de las "prácticas democráticas" francesas, británicas y estadounidenses en ultramar.
A la larga, estos tres países quedaron como modelo justamente de democracias autodenominadas "liberales" y respetuosas de "las libertades", entiéndase que las suyas. En efecto, en un mundo inusualmente pacífico como el de hoy, las poquísimas guerras que quedan (en particular en Siria) han sido causadas por las mismas tres potencias, pero sin que se pueda hablar de imperialismo, algo reservado para la política exterior...rusa. Este ha sido el principio del desvirtuamiento del estudio de las relaciones internacionales, que únicamente considera la perspectiva de estos centros "hegemónicos", aunque su autoridad esté en duda si uno se atiene a la perspectiva histórica. Las "pacíficas democracias liberales" (donde en realidad impera el rentnerstaat que denunciara Lenin) estudian cómo llevar la paz a los rincones más criminales del planeta.
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miércoles, 31 de mayo de 2017
lunes, 29 de mayo de 2017
MULTIPOLARIDAD QUE NO ES PAZ
Del lado capitalista, durante la segunda posguerra no existía una tendencia tan marcada a la unipolaridad como en la actualidad. Europa Occidental no era "una sola", en particular por la posición de independencia francesa con Charles de Gaulle, posición que en materias económica y militar siempre incomodó a Washington. Hasta los años '70, España, Portugal y Grecia no estaban integrados en la Comunidad Económica Europea y los dos primeros países seguían con su política colonial propia: por ejemplo, Portugal en Angola, un país que a la larga otearía hacia Estados Unidos, muchos años después de la independencia lograda con Agostinho Neto. A su vez, el Reino Unido, que con John Maynard Keynes (partidario del Bancor y no del dólar en las negociaciones de Bretton Woods de 1944) entró tardíamente a la unidad europea y prefirió durante un buen trecho de la posguerra la EFTA (European Free Trade Association- Asociación Europea de Libre Comercio).
Lo más notorio hoy es la pérdida de autonomía francesa en materia de política exterior, y en segundo lugar, la impronta que tiene ahora Estados Unidos sobre España. Ambos giros de estos países europeos hacia Estados Unidos tuvieron lugar en los años '80 del siglo pasado. Hoy, Estados Unidos interviene abiertamente en asuntos internos de estos países: el ex presidente estadounidense Barack Obama, por ejemplo, felicitó en dos ocasiones al finalmente ganador de las elecciones francesas y galardonado de la French American Foundation, Emmanuel Macron (premiado en 2012, mientras que el mandatario saliente Francois Hollande lo fue en 1996).
Cabe señalar que el Tercer Mundo no se redujo a un tablero de "ajedrez" entre Estados Unidos y la Unión Soviética, aunque la multipolaridad de entonces hizo el mundo más violento de lo que es ahora, por lo que "multipolaridad" no es ningún equivalente de paz. La prueba de que no todo era Guerra Fría está en la existencia del Movimiento de los No Alineados (Noal) y en posiciones "intermedias" como la de México, pese a un fuerte anticomunismo en buena parte de los medios oficialistas. Hoy el Tercer Mundo está bajo una influencia estadounidense mucho más fuerte que antaño (por ejemplo en Africa), pese a la competencia china, sobre todo en materia económica. Los símbolos tercermundistas -Mahatma Gandhi o Nelson Mandela, en menor medida el Che Guevara- han sido recuperados por el "poder blando" estadounidense, que tomó el lugar violento de las antiguas potencias coloniales, con resultados positivos (para Washington), incluso en casos de derrotas militares como la de Vietnam.
Lo más notorio hoy es la pérdida de autonomía francesa en materia de política exterior, y en segundo lugar, la impronta que tiene ahora Estados Unidos sobre España. Ambos giros de estos países europeos hacia Estados Unidos tuvieron lugar en los años '80 del siglo pasado. Hoy, Estados Unidos interviene abiertamente en asuntos internos de estos países: el ex presidente estadounidense Barack Obama, por ejemplo, felicitó en dos ocasiones al finalmente ganador de las elecciones francesas y galardonado de la French American Foundation, Emmanuel Macron (premiado en 2012, mientras que el mandatario saliente Francois Hollande lo fue en 1996).
Cabe señalar que el Tercer Mundo no se redujo a un tablero de "ajedrez" entre Estados Unidos y la Unión Soviética, aunque la multipolaridad de entonces hizo el mundo más violento de lo que es ahora, por lo que "multipolaridad" no es ningún equivalente de paz. La prueba de que no todo era Guerra Fría está en la existencia del Movimiento de los No Alineados (Noal) y en posiciones "intermedias" como la de México, pese a un fuerte anticomunismo en buena parte de los medios oficialistas. Hoy el Tercer Mundo está bajo una influencia estadounidense mucho más fuerte que antaño (por ejemplo en Africa), pese a la competencia china, sobre todo en materia económica. Los símbolos tercermundistas -Mahatma Gandhi o Nelson Mandela, en menor medida el Che Guevara- han sido recuperados por el "poder blando" estadounidense, que tomó el lugar violento de las antiguas potencias coloniales, con resultados positivos (para Washington), incluso en casos de derrotas militares como la de Vietnam.
sábado, 27 de mayo de 2017
BLOQUE SOCIALISTA Y MULTIPOLARIDAD
Durante la posguerra, el mundo era mucho más multipolar de lo que es hoy, y no se reducía a la simple contienda bipolar entre un bloque capitalista y uno socialista.
El "campo socialista" o "bloque socialista", como se quiera llamar, estaba dividido. Un polo lo dirigía la Unión Soviética (su aliado más fiel era probablemente la República Democrática Alemana-RDA). Otro polo lo dirigió China a partir de la ruptura sino soviética de 1960 y chinos y soviéticos pelearon entre sí, incluso con las armas (por ejemplo en Angola) en el Tercer Mundo. Vietnam, por ejemplo, que era un país asiático que se reclamaba socialista, fue atacado en 1979 por China y el conflicto se extendió a Camboya. En Europa del Este, Yugoslavia decidió muy pronto seguir su propio camino (socialismo auto-gestionario) y buscarse aliados en el Movimiento de los No-Alineados (Noal). La pequeña Albania se alió con la Unión Soviética, luego con China y siguió finalmente sola, en un camino extravagante como el de Norcorea (Rumania también siguió a partir de los años '70 su propio camino). Se pueden contar de este modo por lo menos tres polos (soviético, chino y yugoslavo), y por cierto que no todo el Tercer Mundo se alineó con uno u otro campo, socialista o capitalista (como ocurrió con India y en buena medida con México, por ejemplo).
La ruptura sino soviética es un hecho de 1960 que influyó en la intelectualidad tercermundista y de más de un país central luego del putsch soviético de 1956 -que desprestigió al sovietismo y lo asoció con "terror", como lo asociaría luego con "escasez"-. Es por este motivo que hasta la actualidad se le otorga -sobre todo en el Tercer Mundo- un papel protagónico a China como "polo del futuro" o en una nueva "bipolaridad" (Occidente-Asia u Occidente-Eurasia) que no pasa de estar en ciernes (proyecto Un Cinturón, Una Ruta, con las llamadas "nuevas rutas de la seda" chinas). incluso pese a que India y Estados Unidos tendrían proyectos propios. Este supuesto protagonismo chino -en realidad es regional y no global- hunde sus raíces en la visión del mundo de los baby-boomers que crecieron con las "proezas" de Mao (Revolución Cultural, etcétera...) y luego el gran despegue de China contra el autoritarismo y el estancamiento soviéticos, por lo que no hay un cambio de época radical, mucho menos hacia una mayor multipolaridad: el mundo ex soviético y China están mucho más americanizados que en el pasado.
El "campo socialista" o "bloque socialista", como se quiera llamar, estaba dividido. Un polo lo dirigía la Unión Soviética (su aliado más fiel era probablemente la República Democrática Alemana-RDA). Otro polo lo dirigió China a partir de la ruptura sino soviética de 1960 y chinos y soviéticos pelearon entre sí, incluso con las armas (por ejemplo en Angola) en el Tercer Mundo. Vietnam, por ejemplo, que era un país asiático que se reclamaba socialista, fue atacado en 1979 por China y el conflicto se extendió a Camboya. En Europa del Este, Yugoslavia decidió muy pronto seguir su propio camino (socialismo auto-gestionario) y buscarse aliados en el Movimiento de los No-Alineados (Noal). La pequeña Albania se alió con la Unión Soviética, luego con China y siguió finalmente sola, en un camino extravagante como el de Norcorea (Rumania también siguió a partir de los años '70 su propio camino). Se pueden contar de este modo por lo menos tres polos (soviético, chino y yugoslavo), y por cierto que no todo el Tercer Mundo se alineó con uno u otro campo, socialista o capitalista (como ocurrió con India y en buena medida con México, por ejemplo).
La ruptura sino soviética es un hecho de 1960 que influyó en la intelectualidad tercermundista y de más de un país central luego del putsch soviético de 1956 -que desprestigió al sovietismo y lo asoció con "terror", como lo asociaría luego con "escasez"-. Es por este motivo que hasta la actualidad se le otorga -sobre todo en el Tercer Mundo- un papel protagónico a China como "polo del futuro" o en una nueva "bipolaridad" (Occidente-Asia u Occidente-Eurasia) que no pasa de estar en ciernes (proyecto Un Cinturón, Una Ruta, con las llamadas "nuevas rutas de la seda" chinas). incluso pese a que India y Estados Unidos tendrían proyectos propios. Este supuesto protagonismo chino -en realidad es regional y no global- hunde sus raíces en la visión del mundo de los baby-boomers que crecieron con las "proezas" de Mao (Revolución Cultural, etcétera...) y luego el gran despegue de China contra el autoritarismo y el estancamiento soviéticos, por lo que no hay un cambio de época radical, mucho menos hacia una mayor multipolaridad: el mundo ex soviético y China están mucho más americanizados que en el pasado.
viernes, 26 de mayo de 2017
BOBOS CON MACRON
Emmanuel Macron, nuevo presidente de Francia, se benefició entre otros de los votos de la mayoría de los partidarios de Jean-Luc Mélenchon, izquierdista. En la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas, en la cual se enfrentaron Macron y la supuestamente "fascista" Marine Le Pen -otra vez a las palabrotas-, 25 % de los simpatizantes de Mélenchon se abstuvieron, pero el 62 % de los mismos, según la periodista Diana Johnstone, votó por Macron. Así las cosas, casi no hubo votos para Le Pen en el campo izquierdista. Quienes votaron en gran medida por Marine Le Pen fueron trabajadores y otros miembros de las llamadas "categorías populares" (53 %).
Siempre según Johnstone, por Macron votó el 90 % de la ciudad de París, algo explicable en la medida en que los trabajadores viven fuera de ella y está tomada por los bobos ("categorías socio-profesionales superiores", y bourgeois bohëme). Según Johnstone, esta segunda categoría está integrada entre otros por periodistas, comentaristas y personalidades del show business (muchas son nuevas ocupaciones de los servicios que reproducen la ideología dominante, aunque sin siquiera mencionar la palabra "ideología"). Los bobos de París están empleados -para seguir a Johnstone- en los ramos del negocio de la fabricación ideológica de los nuevos "derechos humanos": periodistas, profesores, consultores, y miembros de la industria del entretenimiento. De remate, el 80 % de los ancianos ("personas de la tercera edad"), categoría en la que abundan los rentistas, votó por Macron.
Diana Johnstone ha recordado que Macron se lanzó en un mitin en Lyon a decir que "no existe la cultura francesa", de la misma manera en que Jean-Yves Le Drian es ministro "de Europa y de Asuntos Exteriores" y Sylvie Goulard, ministra de Defensa, declaró tranquilamente que "no se siente francesa". Con tal de parar a un fascismo fantasmático, el izquierdismo (gauchisme) fue a regalarle sus votos a quien, sin sentirse ni siquiera realmente francés (es "europeo"), tiene pensado seguir con reformas al código del trabajo, del tal modo que el neo-fascismo rampante golpee a los trabajadores...con el apoyo del izquierdismo "á la Mélenchon" (y la indiferencia de los hijos de papá bobos que pululan por doquier).
Siempre según Johnstone, por Macron votó el 90 % de la ciudad de París, algo explicable en la medida en que los trabajadores viven fuera de ella y está tomada por los bobos ("categorías socio-profesionales superiores", y bourgeois bohëme). Según Johnstone, esta segunda categoría está integrada entre otros por periodistas, comentaristas y personalidades del show business (muchas son nuevas ocupaciones de los servicios que reproducen la ideología dominante, aunque sin siquiera mencionar la palabra "ideología"). Los bobos de París están empleados -para seguir a Johnstone- en los ramos del negocio de la fabricación ideológica de los nuevos "derechos humanos": periodistas, profesores, consultores, y miembros de la industria del entretenimiento. De remate, el 80 % de los ancianos ("personas de la tercera edad"), categoría en la que abundan los rentistas, votó por Macron.
Diana Johnstone ha recordado que Macron se lanzó en un mitin en Lyon a decir que "no existe la cultura francesa", de la misma manera en que Jean-Yves Le Drian es ministro "de Europa y de Asuntos Exteriores" y Sylvie Goulard, ministra de Defensa, declaró tranquilamente que "no se siente francesa". Con tal de parar a un fascismo fantasmático, el izquierdismo (gauchisme) fue a regalarle sus votos a quien, sin sentirse ni siquiera realmente francés (es "europeo"), tiene pensado seguir con reformas al código del trabajo, del tal modo que el neo-fascismo rampante golpee a los trabajadores...con el apoyo del izquierdismo "á la Mélenchon" (y la indiferencia de los hijos de papá bobos que pululan por doquier).
miércoles, 24 de mayo de 2017
SIN REGLAS DEL JUEGO
El especialista estadounidense en relaciones internacionales (After Victory) John Ikenberry sostenía en los años '90 que la potencia vencedora de una guerra debe integrar a los vencidos en un sistema institucional que deje en claro las "reglas del juego", de tal modo que, pese a la hegemonía o supremacía, el vencedor pueda hacer concesiones y tomar en cuenta el lugar y el punto de vista del que perdió. Así sucedió en 1945 o incluso desde un poco antes (1944 en Bretton Woods): Estados Unidos diseñó para Occidente y parte de Asia reglas del juego que quedaron plasmadas en instituciones del tipo de la Organización de Naciones Unidas o del Fondo Monetario Internacional.
Actualmente, pese al supuesto fin de una "guerra" (la Guerra Fría), no se ha remodelado el sistema internacional, ni desde el punto de vista político (el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, por ejemplo), ni desde el económico, ni mucho menos desde el militar (persistencia de la Organización del Tratado del Atlántico Norte). Desde este punto de vista, la situación se parece un poco más a la de entre-guerras en el siglo XX, cuando después de la paz de 1919 las instituciones creadas (como la Sociedad de Naciones) iban colapsándose. Las instituciones internacionales existentes hoy en día han sido instrumentalizadas descaradamente por Estados Unidos, que les impone su dictado sin tomar mayormente en cuenta a los demás, de tal modo que no ha habido manera de proceder a reformas ni a refundaciones. Así las cosas, detrás de las instituciones ya no hay "reglas del juego", sino un juego "sin reglas" (se vale todo, incluso violar abierta y cínicamente la ley y el derecho internacionales). Sucede que este "juego sin reglas" parece convenir a la potencia que se cree vencedora y la más fuerte y a sus aliados, mientras como punta de lanza el izquierdismo "a lo Lennon" también aborrece la institucionalidad. Es otra prueba de que no ha habido cambio de época, sino la inercia de lo creado en la posguerra, que va descomponiéndose, sin "salto cualitativo", a pesar de que el mundo vive un periodo de paz sin precedentes.
Actualmente, pese al supuesto fin de una "guerra" (la Guerra Fría), no se ha remodelado el sistema internacional, ni desde el punto de vista político (el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, por ejemplo), ni desde el económico, ni mucho menos desde el militar (persistencia de la Organización del Tratado del Atlántico Norte). Desde este punto de vista, la situación se parece un poco más a la de entre-guerras en el siglo XX, cuando después de la paz de 1919 las instituciones creadas (como la Sociedad de Naciones) iban colapsándose. Las instituciones internacionales existentes hoy en día han sido instrumentalizadas descaradamente por Estados Unidos, que les impone su dictado sin tomar mayormente en cuenta a los demás, de tal modo que no ha habido manera de proceder a reformas ni a refundaciones. Así las cosas, detrás de las instituciones ya no hay "reglas del juego", sino un juego "sin reglas" (se vale todo, incluso violar abierta y cínicamente la ley y el derecho internacionales). Sucede que este "juego sin reglas" parece convenir a la potencia que se cree vencedora y la más fuerte y a sus aliados, mientras como punta de lanza el izquierdismo "a lo Lennon" también aborrece la institucionalidad. Es otra prueba de que no ha habido cambio de época, sino la inercia de lo creado en la posguerra, que va descomponiéndose, sin "salto cualitativo", a pesar de que el mundo vive un periodo de paz sin precedentes.
lunes, 22 de mayo de 2017
SIN PAZ GENEROSA
Según escribía en los años '90 el especialista en relaciones internacionales John Ikenberry, una paz suele ser duradera si es "generosa". Por ejemplo, la de Versalles luego de la primera Guerra Mundial no lo fue: con frecuencia se ha considerado, como lo hiciera el economista británico John Maynard Keynes, que Alemania fue obligada a pagar reparaciones humillantes. En cambio, la paz de 1945 integró a Japón y Alemania en el sistema vencedor, así fuera por las necesidades de la Guerra Fría, y con el "consenso" de buena parte de la población nipona y germana, por lo demás beneficiarias de la ayuda económica estadounidense.
Actualmente no hay paz formal entre Occidente y sus aliados asiáticos y la Federación Rusa porque la Guerra Fría no fue una guerra propiamente dicha (fue más bien una "Paz Fría" y por momentos, una "Paz Caliente"). Que la Unión Soviética y el bloque socialista desaparecieran no debía convertir automáticamente en "vencedores" a los occidentales y sus aliados, puesto que no había existido la guerra, pero Estados Unidos y sus cómplices sí pasaron a considerarse vencedores, y no solo éso, sino también vencedores con derecho a "tributo" (el famoso "premio euroasiático" que se adjudicara el halcón Zbigniew Brzezinski). Además de que no hubo guerra, aunque Occidente y sus aliados se comporten como si la hubiera habido (exigiendo como reparación hasta las pequeñas islas Kuriles...), tampoco hay paz generosa, puesto que la humillación y las provocaciones contra Rusia son el pan de todos los días. No hay integración alguna en el sistema supuestamente "vencedor", ni forma de que la población rusa lo acepte. Dicho sea de paso y contra quienes han buscado ver alianzas roji-pardas un poco por doquier, tampoco hay un castigo como el que se le impuso a partir de 1919 a Alemania, simplemente porque no hay paz formal ninguna: al final de la Guerra Fría, nadie ha firmado entre los contendientes ningún tratado, pacto, acuerdo, armisticio ni nada que se le parezca, tal vez porque Occidente y sus aliados se reservan el derecho de no adquirir ningún compromiso, o tal vez porque algunos consideran que ha llegado la ocasión de pasar, en efecto, de lo que era una Paz Fría a una Guerra Fría -o incluso "en caliente"- sin otra regla que la que convenga al que se cree el más fuerte. Tal vez simplemente y por inercia del supuesto vencedor se esté prolongando, sin cambio de época, el sueño de Occidente y sus aliados durante la posguerra: el de liquidar la "paridad" Washington-Moscú (lograda en los años '70) y al enemigo militar (ahora la Federación Rusa). Desde este punto de vista, no hay ningún "nuevo orden" mundial, ni creación de condiciones para una paz generosa.
Actualmente no hay paz formal entre Occidente y sus aliados asiáticos y la Federación Rusa porque la Guerra Fría no fue una guerra propiamente dicha (fue más bien una "Paz Fría" y por momentos, una "Paz Caliente"). Que la Unión Soviética y el bloque socialista desaparecieran no debía convertir automáticamente en "vencedores" a los occidentales y sus aliados, puesto que no había existido la guerra, pero Estados Unidos y sus cómplices sí pasaron a considerarse vencedores, y no solo éso, sino también vencedores con derecho a "tributo" (el famoso "premio euroasiático" que se adjudicara el halcón Zbigniew Brzezinski). Además de que no hubo guerra, aunque Occidente y sus aliados se comporten como si la hubiera habido (exigiendo como reparación hasta las pequeñas islas Kuriles...), tampoco hay paz generosa, puesto que la humillación y las provocaciones contra Rusia son el pan de todos los días. No hay integración alguna en el sistema supuestamente "vencedor", ni forma de que la población rusa lo acepte. Dicho sea de paso y contra quienes han buscado ver alianzas roji-pardas un poco por doquier, tampoco hay un castigo como el que se le impuso a partir de 1919 a Alemania, simplemente porque no hay paz formal ninguna: al final de la Guerra Fría, nadie ha firmado entre los contendientes ningún tratado, pacto, acuerdo, armisticio ni nada que se le parezca, tal vez porque Occidente y sus aliados se reservan el derecho de no adquirir ningún compromiso, o tal vez porque algunos consideran que ha llegado la ocasión de pasar, en efecto, de lo que era una Paz Fría a una Guerra Fría -o incluso "en caliente"- sin otra regla que la que convenga al que se cree el más fuerte. Tal vez simplemente y por inercia del supuesto vencedor se esté prolongando, sin cambio de época, el sueño de Occidente y sus aliados durante la posguerra: el de liquidar la "paridad" Washington-Moscú (lograda en los años '70) y al enemigo militar (ahora la Federación Rusa). Desde este punto de vista, no hay ningún "nuevo orden" mundial, ni creación de condiciones para una paz generosa.
viernes, 19 de mayo de 2017
ALGO SOBRE CHACALES VIRTUOSOS
Los hay que se dicen abandonados -por su hermana, por ejemplo- cuando la han dejado a su suerte por pura conveniencia: de forma tal que aquélla no reclame una herencia que los supuestos abandonados seguramente acabaron percibiendo como "indemnización", para que la conciencia tuviera una coartada. Es mejor el auto-engaño que confesarse cínico y auto-excluirse socialmente. Son los "chacales virtuosos" que ha descrito Enrique Serna: tienen la necesidad de "adoptar una posición de superioridad moral para cometer una canallada, invocando móviles sacrosantos que ocultan móviles egoístas".
Por lo general, las oligarquías son también así: mientras le meten mano a los recursos del Estado y la nación, para beneficio personalísimo y fortunas chuecas de la noche a la mañana, invocan los más altos valores familiares, como si no hubiera valor más elevado que la familia. En primer lugar, no es exactamente un valor "humano": en cierta forma, la "familia" (si se deja de lado el asunto de la herencia) existe en el mundo animal. Y en segundo lugar, siempre queda la pregunta: ¿y de qué vive la familia? Un valor pasa antes, antes incluso que las "familias extendidas" de indios, negros, homosexuales, mujeres, pobres, etcétera: es el trabajo, salvo que la familia viva de rentas, algo no tan inusual en las oligarquías (financieras incluidas, y en más de un chacal virtuoso). Con el valor trabajo, el hombre transforma su mundo y se transforma a sí mismo, "si se da el trabajo de pensar", ya que los conceptos son también trabajo. Con el valor familia puede haber, ciertamente, decencia, pero con un fruto del trabajo de por medio (una herencia) es muy probable que salgan al mismo tiempo las garras más animales y las excomuniones más fanáticas. Después de todo, más de uno recomienda "acercarse a la familia" con el mismo virtuosismo con que cree necesario cuidar una billetera propia mal habida.
Por lo general, las oligarquías son también así: mientras le meten mano a los recursos del Estado y la nación, para beneficio personalísimo y fortunas chuecas de la noche a la mañana, invocan los más altos valores familiares, como si no hubiera valor más elevado que la familia. En primer lugar, no es exactamente un valor "humano": en cierta forma, la "familia" (si se deja de lado el asunto de la herencia) existe en el mundo animal. Y en segundo lugar, siempre queda la pregunta: ¿y de qué vive la familia? Un valor pasa antes, antes incluso que las "familias extendidas" de indios, negros, homosexuales, mujeres, pobres, etcétera: es el trabajo, salvo que la familia viva de rentas, algo no tan inusual en las oligarquías (financieras incluidas, y en más de un chacal virtuoso). Con el valor trabajo, el hombre transforma su mundo y se transforma a sí mismo, "si se da el trabajo de pensar", ya que los conceptos son también trabajo. Con el valor familia puede haber, ciertamente, decencia, pero con un fruto del trabajo de por medio (una herencia) es muy probable que salgan al mismo tiempo las garras más animales y las excomuniones más fanáticas. Después de todo, más de uno recomienda "acercarse a la familia" con el mismo virtuosismo con que cree necesario cuidar una billetera propia mal habida.
miércoles, 17 de mayo de 2017
¿ROJO O CONOCEDOR?
Desde finales de los años '30, Stalin y sus allegados estaban buscando el modo de separar, hasta donde fuera posible, al partido oficial comunista (bolchevique) de las funciones del Estado. El problema estaba en que los cargos estatales se ocupaban no en función de conocimientos del cargo mismo, sino de clientelas partidistas, formadas alrededor de los "primeros secretarios". "Los ministros y sus gabinetes tenían que saber sobre los asuntos de los que se encargaban, si querían ser eficaces en la producción. Esto significaba educación, y también conocimientos técnicos en su campo. Pero los líderes del Partido a menudo hicieron sus carreras solamente mediante una ascensión en los escalones del Partido. No se necesitaba ningún conocimiento técnico para esta clase de ascenso. Más bien se requerían criterios políticos", ha observado el académico estadounidense (Montclair State University) Grover Furr siguiendo al estudioso ruso Yuri Zhukov. ¿Rojo o experto? Stalin y algunos de sus allegados no querían burocratismo y preferían expertos a rojos, por lo que buscaron apoyarse en la Constitución de 1936 para "devolver la dirección de las instituciones estatales a aquellos que realmente estuvieran preparados para ello" y "evitar la degeneración del Partido en sus niveles superiores hacia una casta de parásitos y carreristas corruptos". Los "primeros secretarios" del Partido muy pronto buscaron ahogar la discusión, que se planteaba por lo demás en un contexto difícil: en vísperas de la guerra. También se complicaba la cuestión en la medida en que Stalin y algunos allegados, en vez de perseguir "enemigos del pueblo" hasta debajo de las alfombras, buscaban sustituir el "voto a mano alzada" por el voto universal y secreto, que incluía el derecho a voto para antiguos contrarrevolucionarios (no todos se habían hecho antisoviéticos, por cierto). Así pues, en vez de parasitar desde arriba, el partido oficial debía dedicarse a la agitación y propaganda y, más aún, a la selección de cuadros, mediante un trabajo duro.
Después de la segunda Guerra Mundial, en el decimonoveno Congreso del Partido, en 1952, el tema se volvió a plantear. Nunca se supo qué ocurrió exactamente. Bajo Leonid Brezhnev se publicaron las transcripciones de todos los Congresos del Partido hasta el decimoctavo y no se han publicado -hasta el momento en que lo hiciera notar Furr, no hace mucho- las del decimonoveno. Se "tragó" así el aparato partidista una hora y media de discurso de Stalin -que, por lo visto, no era todopoderoso- ante el Pleno del Partido. Dicho sea de paso, desde 1947/1948 Stalin y su gente más cercana promovía una renovación obligatoria periódica (cada año) de no menos de una sexta parte del Comité Central del Partido. Stalin murió en 1953 y los putschistas de 1956, con Nikita Jruschev a la cabeza, sepultaron el potencial debate bajo un alud de mentiras, consolidando el poder de los "funcionarios del partido". Es una lástima que solo exista una traducción al español del libro de Furr, Kruschev mintió, traducido a varios idiomas en el mundo asiático en particular. Si el tercermundismo se fue orientando hacia Estados Unidos e incluso el pacifismo (Luther King, Gandhi, Mandela) recuperado por Estados Unidos, la alianza circunstancial con Moscú lo fue con carreristas que por lo visto solo esperaban la ocasión -les cayó como bendición en 1991- para legalizar privilegios mal habidos. Hasta ahora no hay mayor cambio de época.
Después de la segunda Guerra Mundial, en el decimonoveno Congreso del Partido, en 1952, el tema se volvió a plantear. Nunca se supo qué ocurrió exactamente. Bajo Leonid Brezhnev se publicaron las transcripciones de todos los Congresos del Partido hasta el decimoctavo y no se han publicado -hasta el momento en que lo hiciera notar Furr, no hace mucho- las del decimonoveno. Se "tragó" así el aparato partidista una hora y media de discurso de Stalin -que, por lo visto, no era todopoderoso- ante el Pleno del Partido. Dicho sea de paso, desde 1947/1948 Stalin y su gente más cercana promovía una renovación obligatoria periódica (cada año) de no menos de una sexta parte del Comité Central del Partido. Stalin murió en 1953 y los putschistas de 1956, con Nikita Jruschev a la cabeza, sepultaron el potencial debate bajo un alud de mentiras, consolidando el poder de los "funcionarios del partido". Es una lástima que solo exista una traducción al español del libro de Furr, Kruschev mintió, traducido a varios idiomas en el mundo asiático en particular. Si el tercermundismo se fue orientando hacia Estados Unidos e incluso el pacifismo (Luther King, Gandhi, Mandela) recuperado por Estados Unidos, la alianza circunstancial con Moscú lo fue con carreristas que por lo visto solo esperaban la ocasión -les cayó como bendición en 1991- para legalizar privilegios mal habidos. Hasta ahora no hay mayor cambio de época.
lunes, 15 de mayo de 2017
ANTI TODO
El tercermundismo rara vez fue marxista y muy pronto comenzó en la posguerra a difundir propaganda de "identidades", desde la negritud de Aimé Césaire hasta el feminismo de una Simone de Beauvoir que, como Jean Paul Sartre, no fallaba una en confundir emancipación y "libertades". Cuando la hubo, la alianza entre tercermundismo y sovietismo fue circunstancial, puesto que los seguidores de quienes dieron el virtual golpe de 1956 consideraron que, desde luego, el "estalinismo" no era el modelo a seguir y, en adelante, que mucha de la autoridad en general no era tampoco modelo a seguir. El tercermundismo, con sus negros, indios e indias (a lo Menchú) y féminas encontró ecos en los 68 que enarbolaban junto a las "libertades" la efigie del supuesto liberador Ernesto Che Guevara, después de haber adorado con frecuencia a Trotski y Mao. Ese 68 fue el "puente" entre tercermundismo, izquierda tercermundista y recuperación estadounidense, de tal modo que fueran los conservadores quienes recogieran las "libertades". Tal vez no sea casual que muchos movimientos de liberación nacional del Tercer Mundo tuvieran a fin de cuentas más puntos de anclaje y afinidades en Estados Unidos que en la Unión Soviética.
Fue por este camino que el izquierdismo -que es lo que queda de la izquierda- terminó siendo el platillo favorito de las cafeterías de campus estadounidenses y otros y la punta de lanza de quienes no cejan en perseguir el fantasma de "libertades" que suelen ser frívolas y de renta. En efecto, cada renta (la renta-mujer, la renta-negro, la renta-indio, etcétera, sin creación individual) da para ser punta de lanza de una oligarquía financiera que busca como sea abortar cualquier recuperación de un capitalismo productivo. El tercermundismo-izquierdismo sirvió la mesa al ser a la vez antiimperialista y anticapitalista, dejando de lado dos cosas: 1) el capitalismo es contradictorio (para decirlo de manera simplista, tiene de "bueno" y "malo"), y 2)no puede haber transición hacia un régimen distinto (socialista) que no recupere "dentro" de las contradicciones capitalistas. En cambio, al atacar todo capitalismo y haberse olvidado del trabajo y la dimensión productiva, el izquierdismo-tercermundismo sirve a la oligarquía financiera y sus derivas de control "total" de la sociedad y del planeta. Nunca debió ser tratado como un secreto que el tercermundismo jugaba la carta estadounidense ascendente -y hoy casi incapaz de salir del predominio financiero- contra la "vieja Europa" industrial y "disciplinaria" spuestamente dedicada a vigilar y castigar (parafraseando a Foucault). El resultado es que, sin considerar las contradicciones del capitalismo y siendo anticapitalista en abstracto, no hay transición ni alianzas pensables, ni sujetos, sino individuos "identitarios" (los ya mencionados).
Fue por este camino que el izquierdismo -que es lo que queda de la izquierda- terminó siendo el platillo favorito de las cafeterías de campus estadounidenses y otros y la punta de lanza de quienes no cejan en perseguir el fantasma de "libertades" que suelen ser frívolas y de renta. En efecto, cada renta (la renta-mujer, la renta-negro, la renta-indio, etcétera, sin creación individual) da para ser punta de lanza de una oligarquía financiera que busca como sea abortar cualquier recuperación de un capitalismo productivo. El tercermundismo-izquierdismo sirvió la mesa al ser a la vez antiimperialista y anticapitalista, dejando de lado dos cosas: 1) el capitalismo es contradictorio (para decirlo de manera simplista, tiene de "bueno" y "malo"), y 2)no puede haber transición hacia un régimen distinto (socialista) que no recupere "dentro" de las contradicciones capitalistas. En cambio, al atacar todo capitalismo y haberse olvidado del trabajo y la dimensión productiva, el izquierdismo-tercermundismo sirve a la oligarquía financiera y sus derivas de control "total" de la sociedad y del planeta. Nunca debió ser tratado como un secreto que el tercermundismo jugaba la carta estadounidense ascendente -y hoy casi incapaz de salir del predominio financiero- contra la "vieja Europa" industrial y "disciplinaria" spuestamente dedicada a vigilar y castigar (parafraseando a Foucault). El resultado es que, sin considerar las contradicciones del capitalismo y siendo anticapitalista en abstracto, no hay transición ni alianzas pensables, ni sujetos, sino individuos "identitarios" (los ya mencionados).
viernes, 12 de mayo de 2017
EL ESCUDO ANTIMISILES, SEGUN PAUL CRAIG ROBERTS
De acuerdo con Paul Craig Roberts en un artículo publicado recientemente en su blog y reproducido en el portal de Sputnik ("Sauron reina en Washington...."), el sistema antimisiles estadounidense, que va de Europa del Este a la península coreana, busca establecer las condiciones para un primer ataque contra Rusia y China que evite con un escudo las medidas de respuesta de Moscú y Beijing. Las bases pueden estar equipadas con misiles nucleares sin que Rusia y China lo sepan, sugiere Craig Roberts. En este caso, el tiempo de alerta ante un ataque estadounidense se reducirá a cinco minutos, dejando poco tiempo para tomar una decisión.
Los neoconservadores estadounidenses, dice Craig Roberts, están convencidos de que el primer ataque de Washington causará tanto daño a las capacidades de represalia rusas y chinas que ambos gobiernos se rendirán en lugar de lanzar ataques de respuesta. De esta manera, los líderes en Moscú y Pekín concluirán que tienen pocas posibilidades de que sus misiles balísticos intercontinentales sean capaces de superar el escudo de Estados Unidos.
Por otra parte, una represalia débil simplemente provocaría una segunda ola de ataques nucleares por parte de Washington que borraría ciudades rusas y chinas, matando a millones de personas, y dejando a ambos países en ruinas.
Este planteamiento supone el sueño más salvaje del capitalismo: ganancia máxima, costo cero, puesto que la capacidad rusa y china de infligirle un daño a Estados Unidos sería mínima -se buscaría que no exista- y a lo sumo podrían ser golpeados los vasallos estadounidenses en Europa del Este y Asia Pacífico. El plan, desde luego, existe, pero además con la anuencia tácita de gran parte de una supuesta "opinión pública" que no ve inconveniente en que una monstruosidad como la planeada llegue a tener lugar mientras no le cueste nada a los occidentales y sus aliados asiáticos. En simples términos de "mercado", las cosas cambiarían si el costo de un ataque de la naturaleza descrita se elevara de tal modo que hiciera la ganancia poco atractiva y que el enemigo, a su vez, pudiera subir ese costo llevándose su parte de ganancia (y no es la destrucción mutua asegurada). No es porque alguien está a la ofensiva y otro a la defensiva que está garantizado que el primero se lleve todas las ganancias y el segundo asuma todos los costos. Todo es cuestión de no caer en la ignorancia. Digamos por lo pronto que lo que están haciendo los neoconservadores no es una simple "locura": es el cálculo "racional" de "mercado" llevado a su máxima expresión.
Los neoconservadores estadounidenses, dice Craig Roberts, están convencidos de que el primer ataque de Washington causará tanto daño a las capacidades de represalia rusas y chinas que ambos gobiernos se rendirán en lugar de lanzar ataques de respuesta. De esta manera, los líderes en Moscú y Pekín concluirán que tienen pocas posibilidades de que sus misiles balísticos intercontinentales sean capaces de superar el escudo de Estados Unidos.
Por otra parte, una represalia débil simplemente provocaría una segunda ola de ataques nucleares por parte de Washington que borraría ciudades rusas y chinas, matando a millones de personas, y dejando a ambos países en ruinas.
Este planteamiento supone el sueño más salvaje del capitalismo: ganancia máxima, costo cero, puesto que la capacidad rusa y china de infligirle un daño a Estados Unidos sería mínima -se buscaría que no exista- y a lo sumo podrían ser golpeados los vasallos estadounidenses en Europa del Este y Asia Pacífico. El plan, desde luego, existe, pero además con la anuencia tácita de gran parte de una supuesta "opinión pública" que no ve inconveniente en que una monstruosidad como la planeada llegue a tener lugar mientras no le cueste nada a los occidentales y sus aliados asiáticos. En simples términos de "mercado", las cosas cambiarían si el costo de un ataque de la naturaleza descrita se elevara de tal modo que hiciera la ganancia poco atractiva y que el enemigo, a su vez, pudiera subir ese costo llevándose su parte de ganancia (y no es la destrucción mutua asegurada). No es porque alguien está a la ofensiva y otro a la defensiva que está garantizado que el primero se lleve todas las ganancias y el segundo asuma todos los costos. Todo es cuestión de no caer en la ignorancia. Digamos por lo pronto que lo que están haciendo los neoconservadores no es una simple "locura": es el cálculo "racional" de "mercado" llevado a su máxima expresión.
jueves, 11 de mayo de 2017
SE ESPONTANEO
Todo, hay que darlo todo, es una orden, un deber, un imperativo. !Sé espontáneo! Se sale a la calle a practicar y platicar el arte de parecer auténtico, de sincerarse a cada momento, de exhibir la felicidad. Dilo todo, sincérate, ábrete, déjate llevar, que todo fluya, intíma, suéltate, hazlo ya, no lo dejes para mañana, vive el momento, mañana fue, confiésalo, confía, ten fe, revélalo, devélalo, no te reprimas, no lo dudes, ya no lo pienses, en fin, sé tú mismo, transparente, feliz, gracias al sol. !Buenos días, Señor Sol!
Hazlo enseñando los dientes en una sonrisa plena, como enseñan los dientes los estadounidenses, los burros y los perros (aunque éstos, para morder). Deja ver que eres feliz, que "tienes" amor (es decir, que lo recibes y de todas partes) y que en ti es "al natural", aunque estés haciendo todo este teatro (y jurando que nunca habías estado tan bien, se diría que de maravilla, espléndido, súper) porque así lo reclama esa convención social que no admite el menor fracaso, por ende la menor dificultad y luego entonces el menor aprendizaje. ¿Qué importa? Tu "tienes" amor. El resto del tiempo, cuando no estés mostrando tu sonrisa fotogénica y tus dientes resplandecientes, masca chicle.
Evita en todo momento que se desdibuje esa felicidad que es tan convencional como el modo en que tu cerebro te dice dónde y cómo mostrarla, para quedar bien, guardar el contacto, ser digno de inversión (¿alguien invierte en fracasados?¿no, verdad?). Tu eres una ganancia, no un costo: como te vendes te tratan. La felicidad como fiesta sin fin es el argumento del seductor. Que sea otro el que observe bien. Por lo general, hay un breve momento en que esta sonrisa descrita se congela y aparece como lo que verdaderamente es: la mueca de un idiota.
Hazlo enseñando los dientes en una sonrisa plena, como enseñan los dientes los estadounidenses, los burros y los perros (aunque éstos, para morder). Deja ver que eres feliz, que "tienes" amor (es decir, que lo recibes y de todas partes) y que en ti es "al natural", aunque estés haciendo todo este teatro (y jurando que nunca habías estado tan bien, se diría que de maravilla, espléndido, súper) porque así lo reclama esa convención social que no admite el menor fracaso, por ende la menor dificultad y luego entonces el menor aprendizaje. ¿Qué importa? Tu "tienes" amor. El resto del tiempo, cuando no estés mostrando tu sonrisa fotogénica y tus dientes resplandecientes, masca chicle.
Evita en todo momento que se desdibuje esa felicidad que es tan convencional como el modo en que tu cerebro te dice dónde y cómo mostrarla, para quedar bien, guardar el contacto, ser digno de inversión (¿alguien invierte en fracasados?¿no, verdad?). Tu eres una ganancia, no un costo: como te vendes te tratan. La felicidad como fiesta sin fin es el argumento del seductor. Que sea otro el que observe bien. Por lo general, hay un breve momento en que esta sonrisa descrita se congela y aparece como lo que verdaderamente es: la mueca de un idiota.
lunes, 8 de mayo de 2017
PALABRA DE LOUSTIC
Nunca se insistirá demasiado en que hoy se emplean las palabras sin mayor precaución por su sentido. No hay ideas, sino calificativos.
Decir del presidente X que es un fascista o un neonazi requeriría, como mínimo, probar similitudes entre el régimen de ese presidente y los pasados traídos a colación. Y como máximo, requeriría encontrar, mediante conceptos (corporativismo, por ejemplo), propiedades iguales o similares. Derecha e izquierda -que en tanto coinciden hoy- se lanzaron desde hace algunos meses a tildar de "fascista" o "neonazi" al presidente X sin ofrecer pruebas o razonamientos, pero eso sí, a coro. Lo que importa no es cómo se produce un concepto, sino rebajarlo a lo consumible y circulable, al grado que no contenga idea ninguna. Ni siquiera es el presidente X lo que importa, porque lo mismo se hace con "socialista", "comunista" o "populista". Hoy se tilda de "populista" con mucha facilidad, sin precisar qué concepto se tiene del populismo. En realidad, hay renuncia a pensar: no se precisa el concepto de nada, como si hubiera rechazo a plantearse la pregunta sencilla: ¿qué concepto tienes de tal o cual cosa?
En el fondo, la escritura, queriéndose solemne, "trascendente" e in, ha renunciado a pensar y aborrece o bloquea todo pensamiento, la "circulación" de las ideas, como sugiere el escritor mexicano Enrique Serna que ocurre en el mundo intelectual (Genealogía de la soberbia intelectual). Lo nuevo es que, además, lo que era concepto está rebajado a caricatura (como el presidente X puede estar rebajado a caricatura): ¿Cómo? En nombre del rechazo a la seriedad y el reclamo no dicho, pero compartido en la circulación de estereotipos y su consumo, de la máxima frivolidad en un mundo "desencantado". Qué viva lo que en francés se llama el loustic (en el estilo de los presidentes saliente y entrante franceses Francois Hollande o Emmanuel Macron): el tipo -que alguna vez describió Michel Clouscard- que en apariencia se lo toma todo a la ligera -y a cierta risa muy de moda, con gags- porque la seriedad es "fascista", como en el pasado era "estalinista", todo lo contrario de la hoy omnipresente homogeneidad light.
Decir del presidente X que es un fascista o un neonazi requeriría, como mínimo, probar similitudes entre el régimen de ese presidente y los pasados traídos a colación. Y como máximo, requeriría encontrar, mediante conceptos (corporativismo, por ejemplo), propiedades iguales o similares. Derecha e izquierda -que en tanto coinciden hoy- se lanzaron desde hace algunos meses a tildar de "fascista" o "neonazi" al presidente X sin ofrecer pruebas o razonamientos, pero eso sí, a coro. Lo que importa no es cómo se produce un concepto, sino rebajarlo a lo consumible y circulable, al grado que no contenga idea ninguna. Ni siquiera es el presidente X lo que importa, porque lo mismo se hace con "socialista", "comunista" o "populista". Hoy se tilda de "populista" con mucha facilidad, sin precisar qué concepto se tiene del populismo. En realidad, hay renuncia a pensar: no se precisa el concepto de nada, como si hubiera rechazo a plantearse la pregunta sencilla: ¿qué concepto tienes de tal o cual cosa?
En el fondo, la escritura, queriéndose solemne, "trascendente" e in, ha renunciado a pensar y aborrece o bloquea todo pensamiento, la "circulación" de las ideas, como sugiere el escritor mexicano Enrique Serna que ocurre en el mundo intelectual (Genealogía de la soberbia intelectual). Lo nuevo es que, además, lo que era concepto está rebajado a caricatura (como el presidente X puede estar rebajado a caricatura): ¿Cómo? En nombre del rechazo a la seriedad y el reclamo no dicho, pero compartido en la circulación de estereotipos y su consumo, de la máxima frivolidad en un mundo "desencantado". Qué viva lo que en francés se llama el loustic (en el estilo de los presidentes saliente y entrante franceses Francois Hollande o Emmanuel Macron): el tipo -que alguna vez describió Michel Clouscard- que en apariencia se lo toma todo a la ligera -y a cierta risa muy de moda, con gags- porque la seriedad es "fascista", como en el pasado era "estalinista", todo lo contrario de la hoy omnipresente homogeneidad light.
viernes, 5 de mayo de 2017
PEGADO AL TELEFONO
Cruza la calle gritándole a un rectángulo pegado a la oreja. Corre el riesgo de que -en el mejor de los casos- le grite a él un automovilista. Corta una conversación para acariciar el rectángulo con su dedito, casi sensualmente. Mira distraído a las luces y señales que salen del aparato. No está distraído, en el fondo. Está concentrado en el fetiche y en el neg-ocio (neg-otium), el ocio hecho negocio, tráfico. Este hombre de la calle y los pasillos vive ocupado con su fetiche como siempre lo ha estado con los "asuntos urgentes" el hombre de negocios, para quien es distracción todo lo que no sea esa ocupación -hecha de múltiples ocupaciones- que no consiste en "darse el trabajo"- ni se diga en algo que "valga la pena". No es el fetiche en sí: es la "oportunidad" que pueda presentarse o algún supuesto riesgo. Como en la Bolsa, con la misma agitación, solo que en solitario o en la soledad compartida. Al mismo tiempo, el fetiche es marca de estatus: hay que estar conectado, no se puede no estarlo. Y significar -siempre como el hombre de negocios- que se está muy, muy ocupado.
El resultado es la destrucción de la atención a los lados y alrededor. Bernard Stiegler (Ars Industrialis) considera que una técnica puede ser un remedio o un veneno. El problema no está en sí en el aparato, sino en el hecho de que no se ha acompañado de ninguna educación para su uso y sí en cambio del fomento a la adicción, por lo que "capta la atención". Esta misma adicción vuelve intolerable e imposible de llenar el espacio en blanco, como antaño se odiaban los silencios en las conversaciones telefónicas o en las pláticas a secas. No es otra cosa que la propagación del fetichismo y la alienación -ahora auspiciados incluso por la escuela-, la sumisión a una fuerza extraña, como si estuviera dotada de poderes mágicos, aunque creada por el ser humano. Ahora sí, el "cel" o el teléfono inteligente son el tótem: todos descendemos no del mono, sino de alguna aplicación (parental).
El resultado es la destrucción de la atención a los lados y alrededor. Bernard Stiegler (Ars Industrialis) considera que una técnica puede ser un remedio o un veneno. El problema no está en sí en el aparato, sino en el hecho de que no se ha acompañado de ninguna educación para su uso y sí en cambio del fomento a la adicción, por lo que "capta la atención". Esta misma adicción vuelve intolerable e imposible de llenar el espacio en blanco, como antaño se odiaban los silencios en las conversaciones telefónicas o en las pláticas a secas. No es otra cosa que la propagación del fetichismo y la alienación -ahora auspiciados incluso por la escuela-, la sumisión a una fuerza extraña, como si estuviera dotada de poderes mágicos, aunque creada por el ser humano. Ahora sí, el "cel" o el teléfono inteligente son el tótem: todos descendemos no del mono, sino de alguna aplicación (parental).
miércoles, 3 de mayo de 2017
SIN HORIZONTE
Solidaridad es una palabra en desuso, tabú, y que mucho menos se actúa. Hasta hace algún tiempo, luego de haber sido utilizada en exceso para toda suerte de causas izquierdistas, servía para la recuperación demagógica en programas asistencialistas y clientelares.
La solidaridad ha sido remplazada, en el estilo estadounidense, por la caridad, el "voluntariado", lo que es tanto como decir que ser parte de una división del trabajo no es una obligación ("hoy por tí, mañana por mí"), exactamente de la misma manera en que el intelectual o el académico no pueden ver esa misma división ni el hecho de que es un llamado para "hacer equipo".
Otra faceta es lo que Hannah Arendt llamó "la compasión que humilla", el sempiterno "yo estoy bien, tú estás mal". Pero ni caridad ni compasión remplazan el "darse el trabajo" y poner la atención en la solidaridad. Perdida de vista la división del trabajo, es que también lo está la organización, ya que organizarse supone justamente la capacidad de solidarizarse en los hechos.
A mediados de los años '80, en una entrevista televisiva hoy reproducida por escrito, Christopher Lasch y Cornelius Castoriadis señalaban cómo iba triunfando una "cultura del egoísmo" sobre la base de la desorganización creciente de la clase obrera, puestos los obreros del mundo a competir unos con otros. Esta es una de las bases de la in-solidaridad "abajo", y se mantiene en la medida en que, efectivamente, el llamado "mercado" es la competencia de todos contra todos y la desconfianza y/o la indiferencia son el fondo de esta rivalidad ("hoy por mí, mañana por mí"). Los medios de comunicación de masas mantienen este clima de tal modo que la dizque sociedad -pese a que la división del trabajo en la base sigue existiendo- esté atomizada e inerme para reaccionar horizontalmente: no tener ni sentir solidaridad (y ver para arriba, nunca a los lados ni alrededor) no es asunto de palabras, sino de incapacidad para la organizaciòn, la simple organización. Es la misma que es vista con desconfianza por quienes, contándose que el mundo se "autorregula" (como supuestamente el mercado), consideran que en toda organización hay siempre alguien para aprovecharse, por lo que no vale la pena dar, devolver, solidarizarse.
La solidaridad ha sido remplazada, en el estilo estadounidense, por la caridad, el "voluntariado", lo que es tanto como decir que ser parte de una división del trabajo no es una obligación ("hoy por tí, mañana por mí"), exactamente de la misma manera en que el intelectual o el académico no pueden ver esa misma división ni el hecho de que es un llamado para "hacer equipo".
Otra faceta es lo que Hannah Arendt llamó "la compasión que humilla", el sempiterno "yo estoy bien, tú estás mal". Pero ni caridad ni compasión remplazan el "darse el trabajo" y poner la atención en la solidaridad. Perdida de vista la división del trabajo, es que también lo está la organización, ya que organizarse supone justamente la capacidad de solidarizarse en los hechos.
A mediados de los años '80, en una entrevista televisiva hoy reproducida por escrito, Christopher Lasch y Cornelius Castoriadis señalaban cómo iba triunfando una "cultura del egoísmo" sobre la base de la desorganización creciente de la clase obrera, puestos los obreros del mundo a competir unos con otros. Esta es una de las bases de la in-solidaridad "abajo", y se mantiene en la medida en que, efectivamente, el llamado "mercado" es la competencia de todos contra todos y la desconfianza y/o la indiferencia son el fondo de esta rivalidad ("hoy por mí, mañana por mí"). Los medios de comunicación de masas mantienen este clima de tal modo que la dizque sociedad -pese a que la división del trabajo en la base sigue existiendo- esté atomizada e inerme para reaccionar horizontalmente: no tener ni sentir solidaridad (y ver para arriba, nunca a los lados ni alrededor) no es asunto de palabras, sino de incapacidad para la organizaciòn, la simple organización. Es la misma que es vista con desconfianza por quienes, contándose que el mundo se "autorregula" (como supuestamente el mercado), consideran que en toda organización hay siempre alguien para aprovecharse, por lo que no vale la pena dar, devolver, solidarizarse.
lunes, 1 de mayo de 2017
ESCRITURA LATINOAMERICANA: EL DEBATE AUSENTE
Todo el que puede y se lo cree, desde la academia hasta el periodismo, se lanza solo a la escritura en América Latina y gran parte del Caribe. No hay mayor noción de colectividad, ni siquiera en un latinoamericanismo que es con frecuencia de clientela y para ella - "yo escribo para mis amigos". La forma de citar lo dice todo, ya que, cuando se cita al nacional, se privilegia al compinche, al que ayudará a hacerse de una "brillante carrera" (llena de luces y ornamental), aunque con mucha mayor frecuencia se menciona al nacional para caerle encima, toda una ventaja comparada con la de ser simple y llanamente ignorado, hoy, mañana y siempre.
Otro vicio consiste en citar regularmente al extranjero, a éste sí, quemándole incienso por el solo hecho de ser metropolitano, sea contemporáneo o pasado y "clásico". Los hay que practican como deporte la "gran cita" del extranjero, así sea desconociendo el debate de donde sale éste, y el "ninguneo", el ignorar paralela y sistemáticamente al nacional.
Al enemigo, adversario u opositor se lo ignora -salvo tras bambalinas- o se lo lincha, en tumulto, repitiendo a coro. No hay tampoco reconstitución de un debate, reproducción de la voz del otro, admisión de su derecho a existir como otro, aunque todo el mundo se diga demócrata, como si serlo fuera más bien asunto de unanimidad, consenso. Por lo general, se descalifica y adjetiva.
Estas prácticas no debieran sorprender en una derecha que llega a creerse que la escritura es cosa de genios, inspiraciones súbitas (líricas, poéticas, retóricas....) o de minorías selectas ("vanguardias"). Sorprende más en la retórica de una izquierda que habla de un "nosotros" que no es más que un coro para el yo que practica todo lo descrito hasta aquí, creyéndose con una "trascendencia asegurada" -una renta ya asegurada. El problema no es nada más la ausencia de debate. Es también, en la izquierda, la ausencia de la idea de que se debiera hacer equipo y al mismo tiempo respetar y fomentar las individualidades para enriquecerse mutuamente. Casi no las hay, pero los ventrílocuos, en cambio, abundan. "Nosotros" es un tumulto que le dará la espalda a una individualidad apenas aparezca. Así, sin individualidades pero en el individualismo más feroz, no se informa, no se debate, no se brinda ningún servicio público. La realidad es que no hay mayor público, porque a su vez está atrofiado y ve la ornamenta como lo que es, ornamenta.
Otro vicio consiste en citar regularmente al extranjero, a éste sí, quemándole incienso por el solo hecho de ser metropolitano, sea contemporáneo o pasado y "clásico". Los hay que practican como deporte la "gran cita" del extranjero, así sea desconociendo el debate de donde sale éste, y el "ninguneo", el ignorar paralela y sistemáticamente al nacional.
Al enemigo, adversario u opositor se lo ignora -salvo tras bambalinas- o se lo lincha, en tumulto, repitiendo a coro. No hay tampoco reconstitución de un debate, reproducción de la voz del otro, admisión de su derecho a existir como otro, aunque todo el mundo se diga demócrata, como si serlo fuera más bien asunto de unanimidad, consenso. Por lo general, se descalifica y adjetiva.
Estas prácticas no debieran sorprender en una derecha que llega a creerse que la escritura es cosa de genios, inspiraciones súbitas (líricas, poéticas, retóricas....) o de minorías selectas ("vanguardias"). Sorprende más en la retórica de una izquierda que habla de un "nosotros" que no es más que un coro para el yo que practica todo lo descrito hasta aquí, creyéndose con una "trascendencia asegurada" -una renta ya asegurada. El problema no es nada más la ausencia de debate. Es también, en la izquierda, la ausencia de la idea de que se debiera hacer equipo y al mismo tiempo respetar y fomentar las individualidades para enriquecerse mutuamente. Casi no las hay, pero los ventrílocuos, en cambio, abundan. "Nosotros" es un tumulto que le dará la espalda a una individualidad apenas aparezca. Así, sin individualidades pero en el individualismo más feroz, no se informa, no se debate, no se brinda ningún servicio público. La realidad es que no hay mayor público, porque a su vez está atrofiado y ve la ornamenta como lo que es, ornamenta.
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