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jueves, 1 de julio de 2021

COLOMBIA: ¿TODOS A LA BASURA?

El estudioso argentino Atilio Borón ha dicho recientemente que la derecha no es democrática, pero queda por ver si la derecha no encierra contradicciones.

     El colombiano Humberto De Lacalle no es alguien de izquierda, sino de derecha liberal de larga tradición. De Lacalle se encuentra lejos de la "socialdemocracia" no muy clara del hoy ex presidente colombiano Ernesto Samper, de quien aquél fue vicepresidente. De Lacalle parece ser simplemente fiel a una tradición liberal no adulterada.

     De Lacalle fue el jefe del equipo negociador de los Acuerdos de Paz de La Habana (2016) entre el gobierno de Colombia, encabezado por un muy vivo Juan Manuel Santos, y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). De Lacalle ha defendido los Acuerdos que la ultraderecha colombiana del presidente Iván Duque y del Centro Democrático (?) del ex presidente Alvaro Uribe tratan de sabotear a como dé lugar. Para el político liberal, dichos Acuerdos deberían servir, entre otras cosas, para erradicar la corrupción de la política colombiana y para asegurar una reforma rural que es, agreguemos, condición de cualquier país para el desarrollo. De la Calle es capaz de criticar una ceguera de la élite que ha hecho de Colombia uno de los países más desiguales del mundo. A diferencia incluso del líder de Comunes (ex FARC), Rodrigo Londoño, que vende todo lo que puede, De Lacalle ha señalado al Estado colombiano por el incumplimiento de los Acuerdos. Entre otras cosas, según la entrevista concedida por el político al periódico español El País, el gobierno actual es especialmente miope con los campesinos, en particular los que no tienen tierra. Por lo demás, para el ex vicepresidente no se trata de culpar en exclusiva a las FARC, sino que también hay otras partes que cometieron crímenes y que por ahora no parecen ser tocadas. Son otras violencias que se están minimizando. Uribe, a juicio de De la Calle, es culpable de fanatizar las cosas y de volver duro el ambiente colombiano, pero no hay manera de evitarlo. A juicio de De Lacalle, Uribe debería ser llamado a algo que difícilmente sucederá: a comparecer en relación con el pasado violento de Colombia. Es algo que no se puede remplazar con "manifestaciones en la prensa".

     De Lacalle se ha dado cuenta de cómo se quiere convertir, por equivocación, al líder centroizquierdista Gustavo Petro en referencia única. "Creo que hay incluso sectores interesados en crecerlo para destruirlo", considera el político liberal.

     De Lacalle ha reconocido en un libro de Memorias el origen de las guerrillas y la tardanza de muchos en darse cuenta de la inequidad en Colombia, sobre todo en la que llama la "invisible y profunda". A juicio del ex vicepresidente, los campesinos han vivido en situaciones casi de servidumbre. Es la segunda vez que un alto político hace una observación de este tipo: el mandatario salvadoreño Nayib Bukele dijo poco antes de asumir el cargo que El Salvador es un país "feudal"..


     El entusiasmo por el desborde de manifestaciones en Colombia, algo en lo que coinciden "demócratas liberales" e izquierdistas, seguramente no está desligado del ánimo de entronizar a Petro. Puede ser. Pero en el espectro de derecha como en el de izquierda hay contradicciones a tomar en cuenta. Por ejemplo, entre los procubanos, la tendencia al sectarismo en nombre de la unidad (con una vanguardia designada de antemano). Es de este tipo de actitudes que sale la tendencia a no debatir con la parte de la derecha con la que se podría hacerlo, y a colocarlo todo en un mismo costal, lo que tampoco se puede hacer con "las izquierdas". A veces, las cuestiones del género (las del género humano, como la honestidad) están por encima de la ubicación política. Es por lo mismo que uno que otro izquierdista puede caer también en la deshonestidad, o aunque sea en el error. Es una lástima cuando quien aspira a ser "intelectual orgánico" o algo así no puede distanciarse de ciertos maniqueísmos. Y no se trata de glorificar a De Lacalle, pero si apostó por una reforma rural y por desbancar a la oligarquía, probablemente esté en lo justo. Queda un antiguo bambuco colombiano, de los que ya no se oyen (da click en el botón de reproducción):


 




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