Recientemente, en una ceremonia de premiación, un alto funcionario de la universidad pública afirmó que la ciencia y la ideología están reñidas, además de señalar, palabras más, palabras menos, que la ciencia cuestiona y el poder busca que no lo cuestionen. Es una evidencia, a medias: la ciencia es un cuerpo de verdades establecidas, pero la investigación científica no. Hay poderes que aceptan que los cuestionen, o al menos han existido en la Historia. El funcionario agregó que la ciencia no se hace responsable de lo que suceda con las políticas públicas. Es también una verdad a medias. La "idea" de que la investigación científica es ajena a la ideología es en realidad falsa, pero es una creencia común: La Ciencia no se equivoca, mientras que la ideología está hecha para tomarle el pelo a la gente y embaucarla. Luego de la ideología siguen el negacionismo y las afirmaciones "acientíficas", para desembocar eventualmente en el "conspiracionismo". La Ciencia, en cambio, es el progreso. Incluso en el capitalismo, del que se supone que no hace ideología, sino negocios. Así, lo objetivo son los negocios, lo cual es cierto bajo el capitalismo, así tenga que caerse "La Ciencia".
Durante la más reciente crisis sanitaria de la Covid 19, se vendió la "idea" de que la solución estaba en la vacuna, incluyendo las vacunas de ARN (m) mensajero, como las de Pfizer y Moderna. La crisis sanitaria habría cedido por la vacunación masiva. Efectivamente, las tasas de personas completamente vacunadas son muy altas en algunos lugares: 75 % en el Reino Unido, casi 70 % en Estados Unidos, la friolera de casi 79 % en Francia, , poco más de 76 % en Alemania, pero también más del 63 % en México. La vacuna habría sido la mejor y, para más de uno, la única manera de evitar complicaciones incluso mortales.
Si lo anterior es correcto, y no se trata de una creencia vendida con tal de hacer negocios, al grado de bloquear tratamientos existentes sin vacuna, no se explica por qué hay países sin mucha vacunación donde no ha habido ninguna hecatombe: Haití tiene un porcentaje de vacunación de 2,1 %, y es la hora de que la "evidencia" no ha podido explicar por qué el país más pobre del hemisferio occidental no tuvo tampoco mayor mortalidad. Personas completamente vacunadas en Senegal: 7,8 % (y 11,1% con una sola dosis); personas completamente vacunadas en Burundi, donde la crisis sanitaria pasó completamente desapercibida: 0,3 % (igual número con una sola dosis); en Argelia, 14,5 % (17,6 % con una sola dosis). En Madagascar: 6,4 % (6,6 % con una sola dosis). No es que haya negacionismo: en los países mencionados se utilizan remedios contra la Covid-19. Otro contraste: China con casi 90 % de la población vacunada, pero Rusia con 54 %, sin que se haya oído hablar de problemas en el frente ucraniano. Rusia tiene la mejor vacuna, según se ha probado al aplicarla (Sputnik V), ya que a diferencia de otras casi no tiene efectos secundarios. ¿Hay alguno de los países mencionados con tan baja vacunación en donde se haya producido alguna catástrofe médica? En número de muertos, algunas de las catástrofes están en países que vacunaron a diestra y siniestra. Más de 300 mil muertos en México; más de un millón en Estados Unidos. Más de 200 mil en el Reino Unido. Casi dos mil en Senegal y 860 en Haití, con 11 millones y medio de habitantes (Senegal tiene 17 millones). No hay que buscar demasiado para mostrar que hay fallas en las "evidencias", y ya habrá ocasión de señalar cómo se vuelve "evidente" lo que conviene al negocio, lo que incluso puede llegar hasta ser "transparente": en efecto, más de uno cree que si le conviene al negocio, es garantía de que le conviene también a uno. Aquí puede entrar el funcionario de la investigación científica en la universidad pública a tratar de demostrar que no es lo propio de la ideología hacerse pasar por lo "evidente".
Lo mismo sucede con la "evidencia" de que el cambio climático urge a utilizar energías renovables y "limpias", mientras no sea gas ruso. No es que se niegue el cambio climático, pero no hay consenso científico sobre sus causas, pese a que ahora se volverá "evidente" que hay que ponerse al automóvil eléctrico o perecer. A la izquierda, se puede tomar con lamento y sentimentalismo clasemediero, como lo hace el ex presidente uruguayo José Mujica, mezcla de Facundo Cabral, Paulo Coelho y Dalai Lama de la pampa: resulta que los políticos le deben hacer caso más aún a "La Ciencia", como si en el mundo de hoy existiera investigación científica al margen de grandes intereses económicos: la hay, pero no hace "evidencia". Mujica habla con ese desagradable tono de humildad que sugiere al mismo tiempo al imbécil de enfrente: "¿lo estamos entendiendo?".. No es demasiado extraño que La Ciencia y los gurús proliferen al mismo tiempo. Los defensores de La Ciencia, como los de La Democracia de Derechos y Libertades, no hacen más que hablar de evidencias: "es indispensable", es "imprescindible", es "ineludible", es..."evidente". Además, tienen al coro que repite: "es evideeeeente". Lo que semeja un criterio propio, sin que lo haya, es "la marca": marca Mujica, marca Lula, marca Biden, lo que sea que permita ser vedette. Si la puesta en escena funciona, es verosímil, sin que importe que no sea verdadero. Ay de aquél que no consiga hacer la distinción. 1 de cada 73 vacunados en el Reino Unido ya no están para contarlo, así sean cifras oficiales.