En diciembre de 1981, en plena guerra interna en El Salvador, el ejército de este país (Batallón Atlácatl) perpetró en el caserío El Mozote y lugares aledaños, en el norte del departamento de Morazán, la matanza de cerca de mil personas, la mitad de ellos niños. Este hecho es considerado una de las peores masacres en la historia moderna de América Latina e incluso del hemisferio occidental.
De inmediato llegó la impunidad. Luego de firmados los Acuerdos de Paz, en 1992, la impunidad siguió con los gobiernos de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), de extrema derecha. Se esperaba que las cosas cambiaran con los gobiernos de izquierda del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), pero no fue así, más allá de lo declarativo y de los eventos sociales.
Lo que estuvo sucediendo, en algo no muy distinto de Haití, es que políticos, asociaciones y organizaciones no gubernamentales (ONGs) estuvieron "sacando la renta" de la tragedia, salvo excepciones, al recibir donaciones que fueron a parar a sus bolsillos y no a los necesitados de ayuda.
Con el gobierno salvadoreño actual, de Nayib Bukele, el asunto cambió. En efecto, se decidió invertir en el caserío (infraestructura, centros de salud, escuelas...) para que cambie la situación de sus habitantes y, también, a modo de reparación del daño, lo que no había llegado antes. La idea ha sido que no se olvide lo sucedido, pero también dejar de regodearse en el tema con tal de "sacar la renta" para mejor, buscar darles un buen porvenir a los lugareños de El Mozote.
El hecho debe contrastar con el hábito de lucrar con las tragedias y servirse del pueblo -sin que su situación cambie- para lucimiento personal y lo dicho, una "renta", algo de lo que no necesita Bukele. Así, lo que cuenta es que, por fin, la herida cierre de verdad -en vez de estarse a reomover la llaga por conveniencia- dándole a la gente afectada el futuro que alguna vez se le quiso quitar. Becas universitarias, centro de atención geriátrica (y club de la "cuarta edad"), pavimentación e iluminación, estación de policía (incluyendo policía montada), canchas deportivas, internet de buena calidad y entrega de computadoras y tablets al 100 por ciento de estudiantes de cuarto grado en adelante, drenaje, tratamiento de aguas negras y restauración de iglesias y monumentos históricos. Es una forma efectiva de justicia, pero no parece digna de mención entre los medios de comunicación masiva dominantes que dicen velar por el lado "humanitario" de las cosas y por los Derechos Humanos. Son varios los países de América Latina que se merecerían este tipo de acciones concretas -atención Colombia- y no una nutrición alta en palabras.. A la antigua antes de la guerra en El Salvador (da click en el botón de reproducción).