Una de las candidatas -aún no oficiales- a la presidencia de México en el 2024, la jefe de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, es una persona honesta, pero sin cultura política, porque ésta no se consigue con el activismo, sino con formación, algo que se ha abandonado. Dicho de otra manera, Sheinbaum carece de formación política, al grado de que no parece entender qué es el pueblo, ni la necesidad de darle a éste acceso a la misma formación ya mencionada: no se trata de adoctrinar, sino de hábitos cívicos, propios de una república ("cosa pública"), lo que tiene sin cuidado a la jefe de gobierno y a más de un progresista, por más interesados que estén en "la educación". Basta con ver el caos habitual del tráfico en la capital mexicana-pero también de otros comportamientos- para constatar que no hay interés en hábitos cívicos, con lo que no se entiende muy bien de qué trata la "ciudadanía".
Hace algún tiempo, el gobierno de la Cdmx pagó un buen dinero para que se presentara en el Zócalo capitalino el Grupo Firme, que se puede escuchar más abajo (da click en el botón de reproducción). Dejemos de lado que se quiera presumir que se trata de música, o de observar que son cuatro sexenios al estilo musical abierta o apenas disimuladamente narco. Lo que evidencia el Grupo Firme es un "paso al acto" que revela pre-fascismo conductual. Es por la actitud en general, en las antípodas no nada más del hábito cívico, sino del menor respeto. Es es la ausencia de esta forma que se denota el pre-fascismo mencionado, y es lo que Sheinbaum no tiene inconveniente en ofrecerle al pueblo, al igual que Beatriz Gutiérrez Muller. Si es "lo que le gusta a la gente", no se trata más que de demagogia, pero sin tener la menor idea de lo que puede estar sucediendo ya no en el pueblo, sino entre la gente. La otra explicación posible es el arranque libertario, que no considera anormal las costumbres licenciosas.
La cosa no termina aquí, para mala fortuna de la activista. Sheinbaum buscó al puertorriqueño Bad Bunny (da click en el botón de reproducción) para un concierto en el Zócalo. Se puede ver abajo qué música y puesta en escena propone Bad Bunny. También es pre-fascismo conductual, con la escenificación del "paso al acto" de la agresión. Es la versión subdesarrollada del gringo que se cree que todo le está permitido. Es posible pensar en demagogia hacia los jóvenes, como si el hecho de serlo les diera automáticamente la razón en sus gustos. Y puede estar también el ingrediente libertario que no se incomoda con la liberalización de las costumbres.
Gran parte de la responsabilidad -no asumida como tal- recae en la Secretaría de Cultura, a cargo de Alejandra Frausto. Pero queda claro que Sheinbaum, sin formación política, y por honesta que sea, se presta a la demagogia si se le aparece como una "causa" y a los derrapes libertarios. Tal vez sea lo que quiera reclamar ahora la izquierda, pero, insistamos, no hay cómo encontrar en estos gestos hacia el pueblo o hacia los jóvenes el menor interés por darles algo distinto que la violencia convertida en una forma más de entretenimiento. Es la misma gente que se queja de las agresiones hacia las mujeres, por lo demás, así que, con una parte de la clase media al timón, el ingrediente popular que puso López Obrador puede terminar de diluirse, rodeado como está el mandatario mexicano de este espíritu liberal-libertario (liberal hasta donde Sheinbaum ya se mostró yendo a hacer ejercicio con el magnate Carlos Slim). No se hace absolutamente nada contra la conversión de la mujer en objeto y se fomenta -hasta López Obrador termina haciéndolo- la violencia como una diversión más, sin que al parecer haya relación con las agresiones contra las mujeres. Se acabaron las relaciones de causa a efecto.