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sábado, 22 de julio de 2023

JÓDANSE, BLANQUITOS

 Muchos latinoamericanos ilustrados no tienen más que estereotipos sobre Europa. No dicen nada cuando muchos se movilizan en Francia, el Reino Unido, Holanda o Alemania para defender sus derechos sociales. Hace poco, hubo un importante movimiento sindical en Francia para evitar la decisión del presidente francés, Emmanuel Macron, de subir la edad de la jubilación de 60 a 64 años. Más de uno cree que los derechos sociales en varios países europeos son en realidad privilegios. El caso es que la defensa de estas conquistas se silencia.

     En cambio, no falta el que se ponga a los alaridos cuando, como acaba de suceder, un policía francés mata a un joven de origen extranjero -magrebí, para más señas-, aunque el primero en reprobar el hecho sea un Macron muy indignado, lo que no le sucede con sus compatriotas. ¿Racismo en Francia, como gritan muchos latinoamericanos en su "expertís", politizando la supuesta "respuesta política" de vándalos con frecuencia de menos de 17 años en algunos suburbios de Francia? El racismo en Francia no es novedad, como lo prueba la actitud de más de uno por ejemplo durante la guerra de Argelia. Hay signos de racismo en la policía francesa.

       Frente a las protestas sociales (las de los sindicatos), Macron cambia su gabinete y se deshace entre otros de su ministro de Educación Nacional, Juventud y Deportes, Pap Ndiaye, negro tirando a mulato y de padre senegalés. El presidente socialista Francois Hollande lo hacía mejor: su ministra de Cultura, dizque llamada Fleur Pellerin, era en realidad  Kim Jong-suk, nacida en Corea del Sur, ergo "amarilla", adoptada por una familia francesa.  La ministra de Justicia de Hollande, Christiane Taubira, nació en Cayena (Guyana Francesa), y es mulata. La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, nació en el sur de España y no tiene nada de rubia ni de ojos azules. Macron nombró ministra de Discapacidad a Fadila Khattabi, de origen argelino. De la misma ascendencia, fue nombrada ministra de la Ciudad, Sabrina Agresti-Roubache. Con Hollande, la ministra de Juventud y Deportes era Najat Vallaud-Belkacem, marroquí, que pasó al ministerio de Educación. El secretario de asuntos Europeos fue el martiniqués y mulato Harlem Désir. Uno de los gobiernos de Hollande fue formado de plano por un catalán, Manuel Valls, que luego se fue a hacer política a Cataluña.La ministra de Justicia del presidente Nicolás Sarkozy era Rachida Dati, de origen marroquí y argelino. Puede parecer todo lo anterior una grata vocación cosmopolita, pero es, desde hace rato, una forma de americanización, al grado que el dirigente del PCF (Partido Comunista Francés), Fabien Roussel, considera que el presidente estadounidense Joseph Biden podría "tener su carnet del partido".

     Lo único que se pidió a los vándalos recientes fue no atacar escuelas ni otros edificios públicos. Junto a obreros dizque "privilegiados", viven en suburbios inmigrantes cada vez más americanizados, es decir, con espíritu de ghetto, que se identifican por la diferencia y no por la similutud con los demás: ¿se explica o no? Buscan lo que los hace diferentes y no lo que los hace similares o semejantes, incluyendo valores y pertenencia ciudadana. Mientras desde arriba se extranjeriza el país, se deslocalizan empresas, se promueve la llegada al gobierno de "young leaders", sin que quede claro ninguna singularidad francesa, abajo se festeja el vandalismo y la identidad lumpen -sin excluir el tráfico de drogas y de armas, ahora que llegan a provenir de Ucrania-, como si fuera nada más reacción al racismo y no "marcación de territorios" sin derecho. No importa que sean comportamientos delictivos: parecen revancha contra el racismo y es algo que debe celebrarse, las reglas sin Derecho, en este caso la regla que, como tal, justifica destruir escuelas y otros edificios públicos, o ponerse a disparar con Ak-47. Para que quede claro "quién pone las reglas en el barrio", pandilleros y otros (Franceses incluidos). Resulta que es de un modo u otro "revolucionario", o en todo caso causa justa, porque los supuestos vándalos, por color de piel, "son como nosotros". Todo está en no apartarse del "nosotros", a veces contra "ellos", y en reafirmar la identidad como diferencia (!) y derecho a la endogamia. Es lo que queda de "las causas", y son compartidas por lo demás con los "demócratas liberales" y los cosmopolitas que "le hacen a todo". Que el país y quienes lo sostienen trabajen más tiempo, por menos, en la precariedad y con inseguridad. Aquí queda al menos más elegancia, cortesía y dulzura (para repetir a Marine Le Pen) que en los saqueos de suburbios: no representan a Francia (da click en el botón de reproducción).



FANÁTICAMENTE MODERADOS

 En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...