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jueves, 30 de mayo de 2024

PARA DALTÓNICOS

 En algún momento de su mandato, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador embistió contra las "clases medias" en general, no sin dejar de recordar el papel que tuvieron en 1973 en Chile en la caída del mandatario de izquierda Salvador Allende. Con dirigencia de "clase media", no de ninguna otra, la izquierda mexicana no tiene respuesta al problema planteado por este grupo de la población, que generó una voltereta de las preferencias en las elecciones de la Ciudad de México en 2021. Ahora es probable que Santiago Taboada, ex alcalde de Benito Juárez (BJ) y de la oposición, tenga buena votación en la capital mexicana contra la oficialista Clara Brugada, quien proviene de la populosa alcaldía de Iztapalapa. Contra Taboada pesó de último momento la denuncia, formalizada, de que ordenó junto con otra persona (César Deras Barrientos, los dos denunciados ante la Fiscalía General)envenenar con químicos y combustible el abastecimiento de agua de BJ a través del pozo Alfonso XIII (en contubernio con gente de Álvaro Obregón), además de inventarle a Brugada un lugar de nacimiento (Guatemala) que no es. La "mala fe" consiste, como lo indican las palabras, en tener fe en cosas erróneas: la calumnia, o la difamación, por ejemplo. A veces consiste en servirse de la verdad a medias para mentir omitiendo, como estuvo haciéndolo sobre el caso Colosio el candidato a senador Manlio Fabio Beltrones, de Sonora. Colosio alguna vez levantó al Partido Revolucionario Institucional (PRI), pero no es el caso de Beltrones, quien más bien falló en su cometido durante el sexenio de Enrique Peña Nieto (2012-2018, tocándole a Beltrones el periodo 2015-2016). En fin que, con gente tan venida a menos, una parte del voto de la oposición se antoja "de castigo", y tal vez quepa dividir a la "clase media" en tres, a reserva de las dificultades para desmenuzar lo que contiene, por ser diverso.

       Una parte de esta "clase" es clasista, como en varios lugares de BJ. No quiere a México y considera a la gente de abajo ignorante, perezosa y fea. No ha faltado quien diga que votará por el "guerito" (rubio) Taboada, porque "se ve que es de familia", al parecer en la piel y el color de pelo (en el comportamiento, pareciera que tiene más bien de la "clase media" que no se hace problemas para delinquir). Así se rige parte de la "clase media" que, como lo ha mostrado la "marea rosa", tiende a ser blanca y lo que en otros países se llama "civilista". "MoReNa" (Movimiento de Regeneración Nacional) les debe parecer, desde el nombre, una afrenta a la posibilidad de ser "gringo", al menos de medio tiempo. Estos son los "kapos" que no piensan en México más que para seguir "exprimiéndole el limón" al de abajo. Esta misma parte de la "clase media" es la primera en ostentar su propia ignorancia y en tener rasgos señoriales en decadencia.

      Sin embargo, no es más que una parte. Tanto López Obrador como la candidata oficialista Claudia Sheinbaum creen que todo está "muy bien", pero no es así. Según lo dió a conocer en estos días El Independiente, no hubo en el sexenio dinero del Estado circulando. Una cosa es reducir la corrupción y de lo ahorrado así destinar dinero a programas sociales. Ahora bien, ha sido notorio que varias secretarías de Estado están en la nada: ya ni se diga Cultura, sino a su modo la de Educación Pública (SEP), Función Pública (SFP) que prácticamente cayó en el olvido, Agricultura y otras más. Ocurre que ha habido un subejercicio del Presupuesto de Egresos de la Federación, y que cerca del 40 % del dinero se regresó a Hacienda para ser destinado a los proyectos estelares de López Obrador en el sur-sureste: corredor interoceánico, que es para beneficio estadounidense, el dudoso Tren Maya y la refinería más entendible de Dos Bocas. Por la situación descrita, distintas secretarías, sin chistar, y antes acostumbradas a tener proyectos, no los tuvieron, afectando a la parte de la "clase media" ligada al Estado. En este sentido, se operó más como gobierno, para una preferencia casi personal por el sur-sureste (así fuera para reducir la brecha con el norte del país, más adelantado), que como Estado para todos, en algunos casos agregando "candados" temáticos de estilo estadounidense para soltar el poco dinero en circulación. Se afectaron así los intereses de parte de la "clase media" que solía ser más bien mimada por Acción Nacional o por el PRI, incluso por motivos ideológicos, de creencia más en la misma "clase media" que en "el pueblo". Además de falta de trabajo ligado al aparato de Estado -lo que llevó no sin razón a muchos a pensar que en este aspecto se estaba mejor antes de 2018-, se agrega el impacto de una fuerte inflación. Debe tomarse en cuenta que López Obrador llegó al gobierno en 2018 básicamente gracias a la "clase media", pero se quedó sin una parte no desdeñable de ella. De acuerdo con El Independiente, López Obrador no siguió ningún Plan Nacional de Desarrollo, ni un diagnóstico certero de los problemas nacionales, sino que se fue "por la libre" para beneficio del sur-sureste...y en parte, de Estados Unidos. La incompetencia del aparato de Estado, vuelto gobierno, es flagrante. Un presidente tiene la obligación de conciliar sus intereses particulares de gobierno, por los que ganó, con los intereses de todos a través del Estado. El subejercicio y el no proteger de una fuerte inflación han sido errores, mientras más de una secretaría duerme en la inoperancia. Esto es vivido como lo que es: un gobierno incompetente, y que afectó intereses, no forzosamente de gente corrupta, aunque tampoco todo era ajeno al despilfarro en gobiernos anteriores, con tal de hacerse de o de mantener clientelas.

      Otra parte de la "clase media", más popular, puede estar aferrándose a las ayudas sociales y al oficialismo porque los programas algo "redondean" en medio de la crisis económica. La problemática se refleja en la complejidad de las intenciones de voto en la capital mexicana y según sus alcaldías, habiendo algunas en las que se mezclan las tres "clases medias" con preferencias electorales distintas y empatadas. También hay una parte de "clase media" enquistada en el actual aparato de gobierno a la espera de "su turno para agarrar". Como sea, no hay "una" "clase media", ni es cierto, contra lo que dijo López Obrador, que la capital mexicana vive un "aburguesamiento". Es la sede de los poderes federales y resintió políticas erróneas, si bien mejoró en seguridad -sobre todo gracias al candidato a senador, el probablemente desperdiciado Omar García Harfuch- y en más de una infraestructura, que es de lo que sabe "la doctora".

     A reserva de lo que suceda en la Ciudad de México, habrá que interpretar con cuidado los resultados, por si acaso muestran "dos mitades", una oficialista y otra dividida entre una coalición opositora encabezada por Acción Nacional,  y MC (Movimiento Ciudadano). Lo que en el pasado era a la vez gobierno y Estado, es decir, equilibrio de grupos "rotativo", en el marco de una unidad estatal, se rompió y está ahora con un centro -que no está en México, desde los años '80- y dos "alas" polarizadas, al menos de palabra y con tintes de clase. Cuauhtémoc Cárdenas, aún con sus limitaciones, fue de los últimos en tener cierto sentido de Estado-nación, pero éste se fue diluyendo: se tiende más a la pugna intestina cuyo principal beneficiado es Estados Unidos, que estará feliz si queda la ilusión de "dos mitades" para "alternar" y mantener la parálisis, sin "partido independentista" y sin estadistas, sino con gobernadores de turno (y seguimos con Puerto Rico: da click en el botón de reproducción).



martes, 28 de mayo de 2024

HAY QUE SEGUIR FLUYENDO

 Las elecciones mexicanas están en puerta y no parece que deparen mayor sorpresa, a reserva de lo que ocurra en la capital, la Ciudad de México, dado el no tan bajo porcentaje de votos que las encuestas le atribuyen al opositor de Acción Nacional (PAN), Santiago Taboada (en coalición con el Partido Revolucionario Institucional -PRI y el Partido de la Revolución Democrática-PRD), parte del "cártel inmobiliario" de la alcaldía Benito Juárez (BJ) y que hizo carrera a la sombra del "jefe" del "cártel", Jorge Romero Herrera, acusado de corrupto hasta por el presidente panista Felipe Calderón. Durante el tiempo en que la mermada alcaldía BJ tuvo al frente a Taboada, siguieron apareciendo construcciones irregulares por decenas.

         La oposición, en particular panista, tiene una actitud que nada tiene que ver con el PAN original. Diego Fernández de Cevallos, alguna vez candidato del PAN a la presidencia, ha dicho que  el hoy ex mandatario Vicente Fox tiene problemas de "facultades mentales". Lo cierto en que Fox carece de todo sentido de investidura, aunque sea algo que se le recuerde menos que al actual mandatario Andrés Manuel López Obrador. Fox es otro que se permite una que otra grosería contra los "huevones" y "cabrones" que, según él, no trabajan, en México. A juzgar por un programa como Atypical TV, ponerse majadero y transgredir ciertas normas resulta signo de estatus, a la vieja usanza priísta, por lo demás: Javier Lozano, ex secretario de Trabajo de Calderón, no puede evitarse un lenguaje insultante y rabioso, como otro de grosería maliciosa, Carlos Alazraki. Si bien la ex priísta Beatriz Pagés no entra a las groserías, nadie parece atreverse a decirle que escribe incoherencias en el actual Siempre! con tal de "impactar" al lector. Pagés Rebollar es el fin de una estirpe periodística que empezó con José Pagés Llergo. El problema no es de fake news porque no hay news, ni de postverdad porque no cuida Pagés Rebollar ni la lógica más elemental en sus editoriales. Tal vez sea otra libertad para transgredir y no preocuparse, para qué, por el sentido de lo dicho, sino más por el performance, la puesta en escena. Performance es algo para nada ajeno a Xóchitl Gálvez, tampoco exenta de groserías.

       Pareciera que ponerse majadero es un signo especial de estatus desde la banda sinaloense a todo volumen hasta el lenguaje que ha salido del "rajarse" y la "chingada" para entrar en un terreno corporal más adolescente, así se originara en parte en "chavos banda" en los años '80 (y nada que ver con tradiciones como la del albur de Tepito, el "barrio bravo"): hay que saber que un problema no está para ser resuelto, sino para evitarlo y alejarse porque huele mal, al ser "un pedo". Igual se ha colado la fijación oral de la "mamada", eso sí como crítica, y, como lo hiciera notar alguna vez Daniella Blejer, el uso del "wey" (buey) como equivalente de signo de puntuación. Con un toque sinaloense, ya no se manda a la chingada, sino "a la verga", por lo que quien no quiere pedos wey deja que las cosas se vayan a la verga wey y no anda con mamadas wey ni es culero. Más allá de cierto uso esporádico, cabe preguntarse si una expresión frecuente en estos términos -a la que a veces tampoco es ajeno el oficialista Gerardo Fernández Noroña- no refleja algo más: la transgresión cercana a lo lumpen como parte de una creencia en que parecer "banda" es un modo de ser "desacomplejado" y por ende "libre". Ni siquiera se escapa una que otra youtuber oficialista. La otra es hablar casi a gritos, con gran excitación, como Carlos Loret de Mola o el mismo Taboada, que berrean. La mezcla es un programa llamado "La corneta": divierte estar al aire y ser de lo más procaz, hablando de chaquetas y entradas por la puerta trasera. Es en lo que anda buena parte de la capital mexicana, entre distintas clase sociales (no se crea exentos a los ricos), mientras el oficialismo está "al borde de": una candidata de buenas cuentas y aspecto vulgar, y una presidenciable que no distingue popular de populachero y, en el límite, de la agresión del que "se las puede" y no se frena, a juzgar por lo llevado al zócalo capitalino, como Grupo Firme. De "tiempo de libertarios" a libertad de no respetar el espacio público y "mostrarse" en modo "pulsional", "desinhibido" (desenvuelta con la Palomilla en el podcast)  ¿No dice el anuncio de tiendas Liverpool que "la moda no tiene reglas"?

        A la "derecha" del centro, se vale delinquir, que salvo excepciones es lo que propone Acción Nacional, extraviarse casi hasta la extinción (PRD), sin nada que ver con los orígenes, y ponerse a remolque con corrupción y discursos, como si el PRI ya no recordara nada de lo que es el Estado, a fuerza de ponerse a tono con los libertarios y los negocios: no es creíble ni el candidato a senador Manlio Fabio Beltrones, sombra de lo que pudo ser (y no fue), metido al teatro para terminar de "ahogar" el caso Colosio y considerado por lo demás parte del inicio de la corrupción en el estado de Sonora (baste con ver todo lo que siguió al "faraónico" Beltrones), elegancias aparte. A la "izquierda" del centro, gente universitaria abajofirmante colgada de personas como Juan Ramón de la Fuente a la espera de que sea el sexenio de las mujeres y los científicos como "intereses especiales" para privilegios mal disimulados: no que "la doctora" no sea honesta -el periodista Javier Solórzano seguramente tiene razón al decir que en ella no hay engaño y "es lo que es"-, sino que no es seguro que sea inteligente -se rodea de personas que no lo son para nada-, como si desde hace un buen rato México tuviera que ver desfilar, salvo excepciones, a personas estrechas de miras en la presidencia (y al menos Enrique Peña Nieto tenía su sex appeal). No hay candidatos con dos dedos de frente, no porque se trate de rebajar a nadie, sino porque no se pueden esperar estadistas donde en vez de Estado hay gobierno. !Ni pedo wey, sin mamadas y a la verga culeros!. Casi ni cantantes: berridos, como los del "sonorense" Carín León. Si izquierda o derecha del centro, es porque éste dejó de estar en México. Música puertorriqueña (da click en el botón de reproducción).




domingo, 26 de mayo de 2024

EMPEZÓ EL REALITY

 Es frecuente hoy hablar de crisis de la educación. Parte de esta crisis se refleja en algunos lugares en el modo en que los padres de familia tratan a los maestros, como si fueran empleadas domésticas. También puede verse el pago, con frecuencia bajo para los maestros, en más de una ocasión obligados a trabajar en condiciones muy difíciles. Los medios de comunicación masiva, según puede verse por ejemplo en México, hace rato que denigran al maestro, como si fuera el "profesor Jirafales", la clase algo así como una fiesta y el "profe" digno de una comedia de Jorge Ortiz de Pinedo. No es un secreto que en la principal potencia del mundo, Estados Unidos, fuera de lugares de punta la educación no siempre es buena y la actitud de los estudiantes, menos todavía. En países como Francia, es una proeza mantenerse como maestro en los suburbios. En otros, como Colombia, algunos han renunciado al no poder con estudiantes llamados "nativos digitales". En Cuba, según reporta el portal Rebelión, no falta el maestro más preocupado por cumplir con indicadores que con el contenido de lo que enseña. Lo curioso es que se tiende a pedir mejores cualificaciones, pero al mismo tiempo las estructuras de poder en los centros de enseñanza no las garantizan. Los contenidos de la educación no se mueven según los requisitos de la educación misma y su función social, sino los dictados de organismos internacionales que emparejan todo, como si fuera lo mismo lo requerido en un país central que en uno periférico. Tampoco es un misterio la proliferación de centros de enseñanza fraudulentos, como en el Perú, con uno de los peores niveles educativos de América Latina. Más de un maestro se queja del bajo nivel del alumnado, pero más de un alumno se queja de que el maestro no se preocupa realmente por enseñar: no falta el que crea que maestro es un lugar de poder, ni el que haga demagogia complaciendo en todo al alumnado "cliente". Debería preocupar que, en México, la candidata oficialista, Claudia Sheinbaum, doctora, se rodee de gente como el ex rector universitario y "chapulín" Juan Ramón de la Fuente. Nadie se atreve a decirle a Sheinbaum que su "universidad" Rosario Castellanos no es tal, habida cuenta de su diseño de planes de estudio: a duras penas entró una Licenciatura en Filosofía e Historia que se propone "intervenir en procesos de innovación, ciencia y tecnología". La universidad pública misma, si bien tiene alguna tradición que subsiste, se orilla a convertirse en tecnológico.

     Perdidos otros horizontes, no se trata de transformar el mundo sino de adaptarse a él, según el conformismo darwinista imperante. El desinterés por la Historia es creciente, porque parece no "servir para nada", lo que se reforzó con las creencias -no  ideas- instaladas a raíz del desplome de la Unión Soviética en 1991. Por el   futuro no conviene preocuparse en un mundo que no sale de la inmediatez y la coyuntura, no incita a prevér, no ofrece más que potenciales apocalipsis -climáticos, bélicos, etcétera- y llama a "vivir el momento" o cada instante como si fuera el último. La mercantilización se ceba en los jóvenes: se supone que son un ideal, ya que hay que "ser siempre joven" y prácticamente evitar la madurez e instalarse en la eterna adolescencia-. Son clientes predilectos y los mejor estafados: no se les ofrece ya educación, sino "formación", lo mínimo para desempeñarse en el mercado laboral. Y para ésto no necesitan saber del pasado ni prever: adelantar distintas formas de apocalipsis y andar en la escatología es una forma de fomentar el conformismo y el "sálvese quien pueda" (pero "yo primero").

     En los países periféricos, la clase dominante, además de aliada con el extranjero, no ha sabido ser clase dirigente, que "dé una dirección", puesto que se trata de compartir lo que viene de afuera, no de hacer un camino propio, y se mantiene así a la población en la ignorancia, siendo que, por lo demás, las clases dominante y "media" suelen ser también bastante ignorantes y hasta ufanarse de ello (basta con ver el "nivel" de empresarios mexicanos como Ricardo Salinas Pliego o Carlos Slim, o el lenguaje y la actitud de la gente de la "marea rosa" y su incapacidad para generar ideas). Como lo explicara alguna ez el estudioso Jurgen Schuldt, en un país periférico la clase dominante puede conocer más del centro que del interior más cercano: más de Vail que de fuera de Interlomas. Así sea con veneno, en caso de coronavirus se corre a vacunarse en los Estados Unidos y el "paisito" de residencia, si no rinde para eneficio propio, no es más que una fuente de males. Así que, como se comparte ante todo con lo extranjero (en éso dan igual Sheinbaum que Xóchitl Gálvez), no hay mucho de compartido con lo interno y, por lo tanto, tampoco mayor razón para dirigir y, al hacer, educar, e-ducere, conducir.

     El otro aspecto es que la educación, a diferencia de las maneras de Carreño o de la formación para el mercado laboral, estaba ligada a la idea de emancipación, cancelada, lo que sabía toda familia mexicana hasta hace algún tiempo, en estratos bajos: tener educación no era nada más asunto de movilidad social, sino de tener "clase", por así decirlo, porque educarse significaba esfuerzo y, por ende, trabajo. Ahora se pasa por el dinero y el consumo de marcas, y no hay mayor cosa de la cual emanciparse, sino que hay que arreglárselas para competir por encontrar un lugar bajo el sol que, se supone, sale ya para todos, salvo quienes se "autoexcluyen": para jóvenes, mujeres, minorías, todas las razas, los discapacitados, los veganos y los amantes de los animales. ¿Liberarse de qué si desde hace un buen rato hay una naturaleza humana dada y es normal competir contra otro? No se habla ya de género humano, sino de especie, o de animales humanos o no humanos: lo demás es la sobrevivencia del más apto, o el que cree serlo. Por lo demás, más de un asunto está automatizado. Ya no es necesario educar y, para el resto, hace rato que se cree posible vivir sin pensar (el libro de Alain Finkielkraut, La derrota del pensamiento, es de décadas atrás). La cosa, como hay siempre algo de fiesta de masas, es participar, "tomar parte", y no hacerse de criterio propio a través del aprendizaje. Dos cosas, entonces, en contra del futuro de la educación, que no interesa mucho, a diferencia de la formación para competir: un viejo desinterés en el país periférico, para el cual lo extranjero es siempre mejor; y un nuevo desinterés por nihilismo, es decir, porque ya no hay la creencia de que la educación y el aprendizaje sirvan para emanciparse, puesto que no hay de qué y, si acaso, el futuro no es más que una catástrofe (con lo reconfortante que tiene para competir sin luchar, y ser conformista). Otra cosa de tantas perdida sin que se quieran abordar las consecuencias: ¿las libertades, de qué?¿De exhibirse como ignorante de manera desacomplejada, como Xóchitl Gálvez y los de la "marea rosa", o creyendo como Sheinbaum que la Historia se hace por decreto y desde 1968? (da click en el botón de reproducción).



jueves, 23 de mayo de 2024

MENOS BIEN, NO MENOS MAL

 El día 1o de mayo era una fecha de celebrar cuando importaba más el trabajo que consumir. Con todo, no cabe idealizar esa celebración: era muy oficial en el sovietismo y, en los países populistas como México, era un día de acarreo a cambio de una torta, una playera o una gorra, con suerte. Como sea, hasta la segunda posguerra se consideraba asunto no menor el sindicato. Había sindicalización con distintas corrientes, desde comunistas hasta católicos. Algunos sectores, como el minero, tenían fuerte experiencia sindical en varias partes del mundo (la Central Obrera Boliviana, por ejemplo). Era relevante que los trabajadores aquilataran organizarse para defender sus derechos. Ahora pasan cosas como la siguiente: una reforma a la ley laboral en México, a favor de los sindicatos, no mueve a una mayor organización y en cambio el "pueblo" está a la espera de que le caigan desde arriba sus derechos como dádivas. Decirlo le costó la excomunión a la dirigencia del PCV (Partido Comunista de Venezuela), puesto que si algo tiene el gobierno venezolano es cierta afición por el anticomunismo. Decía el PCV que antes daban placer las cosas conquistadas, ganadas en la lucha, en vez de lo que hay ahora, "regalitos" desde arriba para crear, hay que decirlo, conformismo, por más ayuda que se reciba.- Todavía hasta los '80, las marchas callejeras de sindicatos no eran poca cosa en varios países, México incluido, tratándose de sindicatos independientes, de universitarios, de trabajadores de la industria nuclear o de electricistas, por ejemplo.

       Se considera que fue en los '80 que se empezó a ver con malos ojos la organización sindical: la primera ministra británica, Margaret Thatcher, golpeó a los mineros, y en Estados Unidos fue por bastante tiempo la última huelga la de controladores aéreos que el presidente Ronald Reagan atacó con dureza. A la vuelta de los años, y habiendo más trabajadores, por lo demás, los sindicatos se fueron abajo, cayéndose la capacidad de organización desde abajo para la defensa de los derechos laborales. Las tasas de sindicalización entre los trabajadores se fueron a pique. Sorprende que ningún trabajador haya salido a defender el régimen soviético en 1991, y las huelgas previas -en minas, con frecuencia- no tuvieron gran eco, además de estar influidas por el extranjero.

    Algo de mencionar fue el apoyo en los '80 al sindicato Solidaridad, polaco, de Lech Walesa, nacido en astilleros (Gdansk), y que, además de recibir generosos financiamientos extranjeros (está comprobado, y al mismo tiempo que había un Papa Polaco, Juan Pablo II), sirvió de ariete para desgastar al gobierno socialista en Polonia. Se trató de un punto de inflexión. El derrumbe del bloque soviético y la apertura de China al capitalismo, ya ha habido ocasión de mencionarlo, pusieron a los trabajadores de esos países a competir con los occidentales, del Norte como del Sur, con su "made in China", por ejemplo, de tal modo que el capital quedó libre de moverse y de ampliar sus mercados y los trabajadores, en cambio, con barreras nacionales y fragmentados (desde los '80 se agudizó el problema en México, parte de Centroamérica y del Caribe con la industria maquiladora). El llamado "neoliberalismo" vendió la idea de que un sindicato es una "distorsión en el mercado". Esto es arte de la creencia de que, a fin de cuentas, cualquier forma de organización es un potencial "monopolio" en el que, además, no faltará el líder que quiera aprovecharse para fines personales (salvo Lech Walesa, quien acabó por cierto en el desprestigio total y como amigo del presidente mexicano Vicente Fox). El Estado es, también, un riesgo monopólico, una fábrica de vivales y en "ente" que debe "dar un paso al costado". Es así que la candidata oficialista mexicana, Claudia Sheinbaum, cree en buena medida, como lo dictan los empresarios, que los aumentos salariales pueden ser un riesgo inflacionario. Decirlo es gracioso porque los aumentos salariales se evaporan ante una inflación que, como lo han demostrado por ejemplo estudios del portal Sin permiso, se debe a la voracidad empresarial y no a asuntos como "la guerra en Ucrania" o "el efecto de la pandemia". Cualquier cosa es buena para que quienes trabajan no se organicen y acepten sin chistar, al mismo tiempo que, en vez de luchar por sus intereses, se ponen a luchar entre sí, como ocurre en tantos ambientes de trabajo y con tanta mezquindad. Pese a una que otra huelga (Amazon en Estados Unidos, o Zara y GAP en los textiles en Bangladesh), la organización de los trabajadores ya no dice mucho, y menos aún la sindicalización, ante el chantaje de "los mercados" que reclaman "confianza": la que da la mano de obra dócil. Ni siquiera se trata ya del "equilibrio de los factores de la producción": Sheinbaum, por ejemplo, parece creer que es asunto de "responsabilidad social de la empresa". Empieza como rechazo a la organización del trabajo, pero al rato con imposibilidad de organizar mayor cosa -ni los partidos políticos lo hacen ya seriamente, aunque hay excepciones- frente al "dinero que va y viene" y en lo que de lo que se trata es de competir, todos contra todos, que es en parte el envite de la disputa en México por quedarse con "el dinero" del nearshoring, con dos variantes en la "clase media" -dividida- para repartirse o repartir la riqueza creada por el trabajo, no por redistribución del gobierno ni por "espontaneidad del mercado" para premiar a quien empiece vendiendo gelatinas. Una parte de la riqueza que ellos creen les regresará a los trabajadores bajo forma de dádiva para "acompletar"; si no, es el viejo "empléate tú, empléate a tí mismo", recibe unos centavos y "hazle como puedas", porque hasta el presidente francés Emmanuel Macron propala que nada más es cosa de querer, como si hubiera oportunidades para todo el que lo desee y despierte al "empresario que lleva dentro". De derechos del trabajo, ya no se trata, porque "la confianza de los mercados" son nada más los derechos de las grandes empresas (da click en el botón de reproducción).








martes, 21 de mayo de 2024

COMO CANGREJOS

 Todavía se usa la palabra en países de la periferia: se supone que deben lograr el desarrollo, o que están "en vías de desarrollo". Contra lo que suele creerse, esta palabra, destinada a los países del otrora Tercer Mundo, tiene su origen en Estados Unidos, y el primero en usarla fue el presidente estadounidense Harry S. Truman (1945-1953), quien habló también de subdesarrollo. En principio., los países recién liberados del colonialismo debían emprender la "senda del desarrollo". De desarrollo se habló en especial en América Latina en la segunda posguerra, con la creación de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), al grado de que se acuñara otra palabra, "desarrollismo". Hasta hoy, algunas personas -lo ha hecho la candidata oficialista Claudia Sheinbaum en México- afirman que el crecimiento debe acompañarse de "desarrollo", entendido a grandes rasgos como salida del estado actual de cosas en el "Sur global".

       Alcanzado el desarrollo, un país alguna vez subdesarrollado podría equipararse con uno desarrollado, se entiende que en general en nivel de vida de la población. Es lo que queda, aunque desarrollo quiso decir alguna vez otra cosa: en particular, realización de reformas agrarias y despegue de la industrialización, a la larga con capacidad para generar "industrias industrializantes" (la expresión era de Gérard de Bernis), es decir, industria pesada o de fabricación de maquinaria. Desarrollo suponía también una base científico-tecnológica propia y la erradicación de males propios del subdesarrollo, como la miseria extendida, lo más visible. Hoy, desarrollo ya no se asocia con las medidas mencionadas, ni con cierto proteccionismo necesario para garantizar el despegue industrial nacional, lo que se fue acabando desde los '80 (por ejemplo, en México, con la entrada al GATT, antecedente de la Organización Mundial de Comercio- OMC). El desarrollo debía ser nacional: puede decirse que era, en buena medida, la traducción a la economía de la soberanía política, puesto que los países desarrollados tienden a tener un desarrollo "endógeno", con bases propias, y es erróneo que nada más dependan de lo extraído del Sur. En la idea de desarrollo está la de "valerse por sí mismo", como sujeto nacional, con un buen grado de autosuficiencia. Si es así, pese a la mención de la palabra, el ideal del desarrollo ha sido dejado a un lado en el Sur global, donde se compite en grande por atraer recursos del exterior. Varios gobiernos progresistas no tienen nada de "en vías de desarrollo": en Brasil, por ejemplo, Luiz Inácio Lula da Silva se las ingenió en su primer mandato para contribuir a liquidar la industria nacional. "Desarrollo" remite a duras penas a dinero circulando y algo de redistribución, ahora, a diferencia de antaño, sin tocar casi las condiciones de producción (se pasa más por las esferas de la circulación y la distribución), y sin siquiera otra cosa de ayer, la idea de "Estado rector", así sea en una "economía mixta".

        Ya no se trata entonces de desarrollo como "valerse por sí mismo" en términos económicos, y ni siquiera de mayor "cooperación para el desarrollo", afición de países como los escandinavos, Japón o Canadá, ni, pese a la esperanzas de algunos, de "ayuda al desarrollo" al estilo de la Alianza para el Progreso de John F. Kennedy, que cautiva a los creyentes del Estado de Bienestar, traducción del Welfare State de posguerra. Mucho menos de un "plan Marshall" (que nunca fue entendido, como lo ha demostrado recientemente la historiadora Annie Lacroix-Riz) para el Sur. En vez de voltear a mirar hacia dentro, lo desatado, como se ha dicho, es la carrera por atraer recursos del exterior, que llegan a los llamados "mercados emergentes" o, si se atienden correctamente las estadísticas, a casi todos los BRICS (Brasil, India, China, Sudáfrica, menos Rusia), desde Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, en busca de consumidores, recursos naturales y mano de obra barata. Habiendo perdido todo poder de negociación, el Sur no tiene las condiciones para el desarrollo que se reclamaban todavía a principios de los '70, por ejemplo a través del México del presidente Luis Echeverría con la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados, que ponía ciertas condiciones a la entrada de inversión extranjera y pedía por una base propia científico-tecnológica, salvo que no se sepa cuándo fue creado el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología en México, o incluso para qué creó el presidente mexicano Lázaro Cárdenas el Instituto Politécnico Nacional). Apenas dos países han intentado la senda del desarrollo capitalista en América Latina -con un objetivo de "buen vivir"- en tiempos recientes: Ecuador, hundido luego de la salida del presidente Rafael Correa, y Bolivia, ahora en dificultades. La gracia de los BRICS, un grupo ideado por Goldman Sachs, es que gigantes como China e India se abran o permanezcan abiertos a los países centrales: abrir mercados al Este, en China y al Sur, lo que puede dar una ilusión de bonanza sin que cambie la estructura distorsionada de los países del Sur, justamente por falta de desarrollo y porque, más allá de pugnas intestinas, no se está más que en qué se agarra del exterior y cómo se encuentra acomodo a directrices de organismos internacionales que ya se olvidaron del desarrollo (OCDE -Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, por ejemplo, lo que sirve para trucar sistemáticamente las estadísticas).

        América Latina, sin pasar de la esfera de la circulación/distribución, dió en el desarrollismo y su crítica limitada, el dependentismo, que como sea demostró que abriéndose a todo lo que da a economías fuertes lo que se logra es "el desarrollo del subdesarrollo", según una expresión del estudioso André Gunder Frank. No es con el "folclore de la filosofía" del "agarra lo que puedas" que se arregla nada, ni con lo que antaño se enseñaba como "efecto demostración" o "efecto imitación", la creencia añeja de que todo lo de afuera es por fuerza mejor, mientras lo de adentro se reduce a "pueblos sin Historia", es decir, a "grandezas culturales" para terminar de vender. Alguna vez se llamaron "ilusiones del progreso". Es puro asunto de cantidad, reproducción de un estado de cosas y repetición sin ningún atisbo de nada cualitativamente nuevo ni de humanamente mejor (da click en el botón de reproducción).



domingo, 19 de mayo de 2024

ARRIBA, Y YA NO ADELANTE

 Hoy que se habla de "Sur global", cabe recordar que una de las cosas que se fue con el desplome de la Unión Soviética en 1991 fue el Movimiento de los No Alineados, surgido del "espíritu" de la Conferencia de Bandúng en 1955. Ya no había a partir de 1991 ninguna vía "media" para determinar el No Alineamiento, aunque en algún momento fue un movimiento con cierto peso -entre otros, por el papel de Cuba, pese a que este país estaba en rigor alineado con el sovietismo. Tan se olvidó el No Alineamiento que uno de los países clave en el movimiento, Yugoslavia, no fue objeto de apoyo a partir de los '90, al ser destruído, y a pesar de que se había hecho la crítica del "titismo", su corrupción y su brutalidad. Yugoslavia fue destruida en medio de lo que el comunista italiano Domenico Losurdo llamó en un libro La izquierda ausente. Parte de la destrucción de Yugoslavia y el aislamiento de Serbia tenían como objeto destruir al ejército yugoslavo, el más poderoso de los Balcanes, y montar por ese flanco el cerco contra Rusia, en una manera de concebir las cosas similar a la de Hitler. Como sea, así como dejó de haber motivo para hablar de Tercer Mundo al desaparecer el "Segundo", ya no fue posible sostener a los No Alineados.

     Ese movimiento abarcaba en gran medida países de Africa y Asia que lograron su descolonización formal en la segunda posguerra, además de una que otra excepción como el Belice (Honduras británica) de George Price, de centro-izquierda. La independencia de Belice tuvo lugar hasta 1981.  Algunas descolonizaciones fueron pacíficas (como en el África occidental francesa) y otras no tanto (como en la Indochina francesa, Madagascar o Argelia, por no hablar de algunas colonias británicas donde Churchill fue poco tolerante). Sucedió en gran medida que Estados Unidos fue favorable a la descolonización, en acuerdo con lo dicho por el presidente Harry S. Truman y el antecedente de Woodrow Wilson en los 14 puntos posteriores a la Primera Guerra Mundial, para favorecer la "autodeterminación" de los que estaban bajo los yugos ruso, austro-húngaro y otomano. No tiene ningún caso hablar de colonialismo o neocolonialismo estadounidenses, porque Estados Unidos no tiene tradición colonial (un Estado Libre Asociado como Puerto Rico es otra cosa). Estados Unidos no tuvo esa tradición ni siquiera en Filipinas ni en Cuba, dejando de lado la pequeña base de Guantánamo. Así pues, y como lo había entendido el olvidado estudioso Xabier Gorostiaga a propósito de Panamá (donde Estados Unidos devolvió el Canal y zonas aledañas), Estados Unidos siempre prefirió la influencia informal. Más de una antigua colonia británica quedó en la Mancomunidad británica (Commonwealth), pero reorientándose a Estados Unidos, para lo que basta recordar el origen jamaiquino de Colin Powell o parcialmente de Kamala Harris (para no hablar del keniano de Barack Obama). En la segunda posguerra, Charles de Gaulle aceptó más de una independencia africana con tal de que la ex colonia mantuviera fuertes vínculos económicos con Francia, a través de la moneda, por ejemplo (franco CFA). A Portugal le costó un poco más aceptar las independencias de sus colonias africanas (en particular Angola) a mediados de los '70. En algunos casos, en plena descolonización algunos lugares se vieron envueltos en conflictos entre potencias capitalistas y socialistas, y entre las socialistas mismas: hoy se olvida rápido que Vietnam liberó a Camboya de un Pol Pot apoyado por China, por ejemplo, o la clase de grupos retrógradas que China apoyaba en Afganistán -hasta celebrar recientemente con los talibanes- o en Angola (Jonas Savimbi). De manera particular, Cuba contribuyó en los '80 a la independencia política de Angola -y de paso, de Namibia- derrotando a los sudafricanos en la batalla de Cuito Canavale. Como desde el siglo XIX no había ya colonias, salvo en Cuba y Puerto Rico, en América Latina se planteaba no el anticolonialismo, sino la "liberación nacional" (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, Frente Sandinista de Liberación Nacional, Ejército de Liberación Nacional en Colombia, etcétera), con una perspectiva nominalmente más cercana al socialismo, más después de 1961, a raíz de la alianza de Cuba con la Unión Soviética.

       Si parte de Asia se fue por otro rumbo (Asia-Pacífico), al pasar Hong Kong y Macao a manos chinas y quedar pendiente el asunto de Taiwan o el de la división entre dos Coreas, a cambio de soberanía política formal se fue perdiendo en independencia económica en los países "libres", por lo que se habló de los mecanismos de "dependencia", en particular en América Latina. A muchos países africanos y algunos asiáticos no les molestó, sobre todo después de la caída de la Unión Soviética, acercarse a Estados Unidos, como ocurrió por ejemplo con Angola, ya fallecido Agostinho Neto .(murió en 1979), líder del Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA). Otros como Samora Machel en Mozambique murieron en atentados de aviación (Frente para la Liberación de Mozambique -FRELIMO). Otros se eternizaron en el gobierno por décadas, cerca de cuatro de Robert Mugabe en Zimbabue, con apoyo chino (ZANU-Unión Nacional Africana de Zimbabue). Quien en su momento usara la independencia para estar con los soviéticos era mal visto incluso por los independentistas como De Gaulle (Guinea-Conakry). Simplemente, la idea era remplazar el colonialismo por presencia informal, estadounidense (Estados Unidos se abalanzó sobre el África de los Grandes Lagos a raíz de la tragedia de Ruanda y la salida francesa) y china, con Francia en retroceso (todavía hasta hoy, en el Sahel). Por doquier -salvo en América Latina, por la fuerza de la presencia española- se fue acabando el colonialismo y, en buena medida, el neocolonialismo, salvo excepciones (Gabón con Francia, por ejemplo). El saldo fue positivo en términos políticos formales, pero a la soberanía política adquirida no ha correspondido soberanía económica, salvo en muy contadas excepciones (en Asia-Pacífico). No es el imperialismo -a diferencia del colonialismo- el que salió perdiendo, antes bien, al contrario, tomando el lugar de las antiguas potencias hasta dar en cierta disputa económica reciente con China. La "liberación de los pueblos" fue recuperada por Estados Unidos para atarlos económicamente: si para algunos, la soberanía debía ser completa (en el marco de lo que algunos llamaban en los '70 Diálogo Norte-Sur o Nuevo Orden Económico Internacional), estuvo lejos de lograrse y, hoy, las fuertes ataduras económicas, sin soberanía en este terreno, arrojan dudas sobre la viabilidad política de más de un Estado.

       Quienes, desde un mundo algo más desarrollado, como México, conocieron por ejemplo un país africano recién descolonizado como Mozambique, se dieron cuenta de que poco se podía progresar con fuertes herencias tribales (que por lo demás los colonizadores habían utilizado). La Internacional Progresista (IP) del estadounidense proDemócrata Bernie Sanders ha pedido por un mundo "descolonizado, donde todas las naciones determinen su destino colectivo libres de opresión", aunque antaño se buscaba uno que otro destino soberano individual, desde el punto de vista económico, procediendo a nacionalizaciones y estatizaciones. En realidad, los espacios colectivos como el Grupo de los 77 o la UNCTAD (Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo) también se debilitaron. Quienes intentaron alcanzar la soberanía económica y ampliarla a otros países (como Libia con Muamar el Gadafi y su idea de crear una moneda africana) fueron atacados brutalmente por Occidente. El proceso de descolonización dejó poca teoría (la de Fanon no lo es), salvo excepciones como la de Amilcar Cabral en Guinea-Bisau. Más allá, en algunos casos, de cierto condominio sino-estadounidense, lo que se jugó de unas décadas para acá y con el derrumbe soviético es la apertura desaforada del otrora Tercer Mundo al exterior, como si nunca se hubiera tratado de que la soberanía política se viera acompañada de la económica ni de una mínima resolución de ingentes problemas sociales. Esta idea no existió más que cuando hubo el ejemplo soviético, y no tiene que ver por lo demás con la autarquía norcoreana ("o globalización o Kim Jong-un"). Las integraciones en el Sur -panarabismo, panafricanismo, integración latinoamericana- están por lo demás en una vía muerta. Que la IP tenga a africanos y asiáticos no los acerca mucho de América Latina ni hay demasiada cooperación Sur-Sur. (da click en el botón de reproducción).


jueves, 16 de mayo de 2024

APAGA LA LUZ

 Como Marx, Engels y Lenin trabajaron en sociedades de despegue industrial (de "maquinaria y gran industria") y parcialmente agrarias (o muy agrarias, como en el caso de Rusia), la historia del socialismo quedó en buena medida ligada a la creencia de que el sujeto del cambio era la "clase obrera", aunque la Unión Soviética no se lo creyó tanto (durante un tramo incluyó a obreros, campesinos...y trabajadores intelectuales, antes de ir a dar en vaguedades sobre el "pueblo"). La Revolución China de 1949 dió en la creencia en un papel importante de los campesinos, aunque éstos incluyen desde propietarios privados de medios de producción hasta jornaleros agrícolas. La palabra "proletariado" se ganó su equivalencia de broma con "pobretariado": se dió en plena creencia de que el sujeto del cambio era el trabajador manual y el hombre de manos callosas, hasta llegar hasta cierto punto al miserabilismo. El cambio debía venir del harapo y la mesa sin mantel. Al poco rato ya se estaba en los "condenados de la Tierra" de Fanon, hasta dar en una mescolanza sin trabajadores, pero con "masas", "pobres", "excluídos" y todo lo que el capitalismo consiguió recuperar. En el camino de quedó la idea de que, en realidad, era el trabajo el que estaba en el centro de la teoría de Marx. Se vulgarizó tanto la "causa" que la derecha sugiere que, palabras más, palabras menos, el socialismo es cosa de "pobres" (muy de José Martí: "con los pobres de la Tierra/quiero mi suerte echar") y de que el poder lo tome una horda digna de las "Urdes" de Luis Buñuel. Es asunto de lo que quedó de la izquierda -en particular, la no comunista- si a estas alturas el "proletariado" de antaño -que designaba en realidad el mundo del trabajo- se quedó en una ensalada como la indicada más arriba, y que se resume en algo así como la "filosofía Azcárraga": para los "jodidos". Que se haya hablado de trabajadores de la ciudad y del campo, además de trabajadores intelectuales, no tiene que ver con la ensalada descrita que, a fin de cuentas, se quedó sin sujeto propio -en la izquierda-, como a fin de cuentas lo reconocen por ejemplo Jorge G. Castañeda y Joel Ortega sobre México en Las dos izquierdas, de publicación reciente. Si acaso, la Revolución Cubana nunca escondió demasiado que el lugar lo tenía "la clase media", que ya iba de moda. Hasta los '70 u '80 había gente que iba a agitar en fábricas creyendo estar al borde de la toma de Palacio, para no hablar de creencias más brutales como las de Sendero Luminoso en Perú, que logró que fueran identificados "izquierdista" y "terruco" (terrorista). Así que lo radical es mezcla de hambreado y terrorista, como alguien de Hamás, y no faltará quien se ponga la pashmina o se deje la barba estilo islámico creyendo sumar a lo hambreado un toque "rebelde" y "combatiente", hay que agregar que ajeno al mundo del trabajo y como deformación del guerrillero de antaño. Para más señas, los últimos líderes obreros, salvo excepciones, estaban en México a finales de los '50 (!casi un siglo atrás!), tipo Demetrio Vallejo o Valentín Campa, y los últimos campesinos a la vuelta de esos años (como Rubén Jaramillo). Si acaso, quedó la vaguedad del "amor al pueblo", entre peña de música folclórica y demagogia para los llamados eufemísticamente "vulnerables".

    Lo anterior viene a cuento en parte porque la Internacional Progresista de Bernie Sanders propone un "postcapitalismo" en el que, dice, "valgan todas las formas laborales" y se elimine el "culto al trabajo". Cierto que no se trata de culto al trabajo porque sí. No queda claro si es una referencia al "stajanovismo" soviético, que premiaba al mejor trabajador sobre todo en cantidad. También puede ser referencia a ciertas creencias del autodenominado "neoliberalismo": el ex presidente Vicente Fox, sin tener en cuenta el grado de explotación brutal por pago bajo que hay en México, considera que es "trabajando duro" (¿para vender gelatinas?) que se sale de pobre, como si el mexicano promedio estuviera durmiendo con un sarape bajo un cáctus o meciéndose en una hamaca en el trópico. Sucede en realidad que México es de los países del mundo donde más se trabaja por menos, y con unos empresarios inconscientes (El empresario inconsciente, de Hernán Gómez Bruera, es un muy buen estudio sobre el tema), al grado que es visible cómo dichos empresarios no se molestan ni en una capacitación mínima. El culto al trabajo debe ser la creencia de que todo está en "echarle muchas ganas" y en éso de "no recibir pescado, sino caña de pescar".

      Lo de "todas las formas laborales" es de lo más impreciso, hoy que "trabajo" se confunde con "empleo" y "ocupación" y que no pareciera haber forma clara de determinar la utilidad social, porque sería tal vez "autoritario". A este ritmo, son "formas laborales" (!!!) desde una comida de negocios hasta un show de payasito en una esquina para ganarse unas monedas. "Todas las formas laborales" querría decir "todo lo que deja dinero", tal vez, para lo cual tan útil es ser lanchero en el puerto de Acapulco que tener un "postdoc", sin que se tome en cuenta toda una herencia de debate sobre trabajo manual y trabajo intelectual y otras: el empleo u ocupación que consiste en meter las maletas en la cajuela de un taxi es lo mismo que el de un ingeniero o que el "trabajo" de un político y sus asesores, que puede ser oratoria y desfile de acto protocolario en acto protocolario para en realidad no hacer estrictamente nada. Se dirá también que la prostitución es una "forma laboral" (un sexoservicio) y que lo es el trabajo de un actor o una actriz porno. 

     Suena en la Internacional Progresista a otro "paso a la acción" sin ningún esfuerzo teórico de nada, porque el pragmatismo estadounidense con pizca de Heidegger lo detesta. Como Marx dijo que "los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo, y que de lo que se trata es de transformarlo"  (la tesis XI sobre Feuerbach), mayor teoría no hay. Y resulta que no hay mayor teoría ni verdadera capacidad para identificar algún sujeto sólido del cambio (no "significantes volando" en el estilo de Ernesto Laclau, quien quiso inventarse un nuevo populismo): después de todo, el capitalismo es el que mejor vende la idea del cambio y de que "tú haces el cambio", para lo que no se necesita ninguna concepción sino make it,  tener "el modo" o "el instrumento" para "hacerlo", técnica. Just do it, "sólo hazlo". Y no "le" pienses, no "lo" pienses, "ni" le pienses, deja de pensarlo tanto, hay que estar siempre en acción -salvo que se escoja la meditación para limitarse a un haiku. También le pasa a algunos comunistas: sujeto o teoría, ni idea. Renunciar a prácticamente todo puede parecer conveniente para el acomodo -no perder electores ni "oferta electoral", y en esta medida exento de consecuencias, algo extraño en una sociedad en la que se trabaja y mucho, pero también se rivaliza demasiado. El último apaga la luz. (viejos tiempos de derechos civiles: da click en el botón de reproducción).



martes, 14 de mayo de 2024

AL CENTRO DEL CENTRO

 Tal vez lo ocurrido hace poco en Panamá no sea algo local, pese a tratarse de un país pequeño. El centro-izquierdista Partido Revolucionario Democrático (PRD) se fue a pique, con una votación bajísima, de menos del seis por ciento, para el candidato José Gabriel Carrizo, luego además de una división que hizo que Martín Torrijos, hijo del líder histórico Omar Torrijos, se fuera a otro partido (Partido Popular), pero sin obtener tampoco mayor votación (poco más del 16 %). Es algo similar a lo que le ha ido ocurriendo en México al Partido Revolucionario Institucional (PRI), populista de larga data (fue creado en 1946), que ha sufrido varios desgajamientos y un liderazgo incapaz, como el de Alito Moreno, de tal modo que el otrora poderoso partido está, salvo en estados como Coahuila, a remolque de la derecha del partido Acción Nacional (PAN). En otros lugares también se desplomaron partidos de tendencia más o menos populista de larga data, como el MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario), protagonista por décadas de la política boliviana. Como el PRI en los '80 y el PRD poco a poco desde los '90, el MNR se desmoronó conforme se orientó a la tecnocracia, los negocios y la corrupción, cayéndose finalmente en 2003 con Gonzalo Sánchez de Lozada, el Goni, llevado a renunciar para que se abriera la era de Evo Morales y de lo que tal vez sea el "evismo". Sin dejar el populismo, el chavismo venezolano destronó al populismo "adeco" (de Acción Democrática), de Carlos Andrés Pérez, de centro-izquierda que terminó aplicando a rajatabla las "recetas" del llamado "neoliberalismo". Considerado de centro-izquierda, "CAP", como se conocía al venezolano, acabó acusado de corrupción, por malversación de fondos y fraude. AD databa de 1941.  "CAP" había ayudado a Omar Torrijos y rechazado las dictaduras de Anastasio Somoza Debayle en Nicaragua y de Augusto Pinochet en Chile. No hay que olvidar, pese a un error del expresidente Rafael Correa en Twitter, cómo terminó con el expresidente Alan García el populismo del APRA (en realidad, Alianza Popular Revolucionaria Americana, o PAP, Partido Aprista Peruano), peruano, creado en 1924 por Víctor Raúl Haya de la Torre, bajo fuerte inspiración de la Revolución Mexicana. Presidente en los años '80, Alan García fue también a dar en la corrupción  y al mismo tiempo la tecnocracia. García repitió y se quedó luego hasta 2011; más tarde, prefirió suicidarse a responder a acusaciones de corrupción. En 2011, aliado con la derecha, Alan García rondaba el seis por ciento de votos y no era de fiar. Prácticamente sobrevivió de la antigua herencia de centro-izquierda populista el peronismo argentino, aunque lo rebasó el anarcolibertario Javier Milei denunciando a "la casta". Si se observan bien las fechas, problemas que venían de atrás se agudizaron entre los '80 y los '90 en los partidos mencionados, tendiendo el populismo a ser relegado, salvo muy parcialmente en Argentina.

      Ya hubo ocasión de mencionar cómo en la misma época empezaron a decaer "emblemas" del tercermundismo como el liderazgo palestino y el sudafricano, desaparecidos Yasser Arafat y Nelson Mandela. No es todo: ya ha habido ocasión de señalar también como empezó a caerse la socialdemocracia europea (incluso entre los escandinavos), con la salvedad española del PSOE (Partido Socialista Obrero Español). Antes, en medio de serios escándalos de corrupción, se eclipsó el PSI (Partido Socialista Italiano). Aunque con mayor tardanza, se fue igualmente desacreditando el PSF (Partido Socialista Francés), que no da una en las elecciones y llegó al ridículo con el presidente Francois Hollande. El lugar lo tomó LFI (La Francia Insumisa), que es otra cosa. Aunque también se demoró, se cayó el PASOK griego (Partido Socialista Panhelénico): seis por ciento de votos en las elecciones de 2015, luego de haber gobernado en los '80 y los '90. La corrupción venía afectando al PASOK desde finales de los '80, aunque, también, se mantenía con una figura líder, Andreas Papandreu.

      Los problemas de las agrupaciones de centro-izquierda eran, parcialmente al menos, previos a la caída de la Unión Soviética (como la eternización de Arafat o la corrupción de Winnie Mandela, o el pacto del PRI con el narco con el presidente Miguel de la Madrid, el "caracazo" de "CAP", etcétera). La mezcla de tecnocracia y corrupción en grande (al igual que en el histórico Partido del Congreso de India) fue despuntando desde principios de los '90, en muchos casos, como si la desaparición de la Unión Soviética permitiera "desembozarse", aunque apareciendo al mismo tiempo como alternativa "centrista" que no podía durar, porque, de la misma manera en que dejó de haber Tercer Mundo (al desaparecer el Segundo), dejó de haber izquierda radical, partidaria del socialismo: el movimiento comunista internacional es hoy diminuto y, encima, está dividido, entre quienes ven en Rusia y China algo de "fuerza contrahegemónica" y quienes, encabezados por el Partido Comunista Griego, ven en cambio en esas dos potencias a otros tantos "imperialistas". Cuando se pensaba que la caída de la Unión Soviética iba a permitir por fin no ser ubicado entre los "rojillos", mucho se destiñó: incluso entre algunos comunistas, lo más radical es la Internacional Progresista de Bernie Sanders y su cercanía con los Demócratas estadounidenses (dicha Internacional incluye al laborista británico Jeremy Corbyn, "amigo" del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador. Los fenómenos descritos tienen lugar cuando gran parte de la derecha carece de ideas y considera que "es lo que hay" como "fin de la Historia": a lo que se asiste, creyendo que "no pasó nada" -que no fuera asunto de los comunistas- es a un estado entre de regresión y de estancamiento -pese a las promesas tecnológicas-. que tienden a la fuerte división o a lo propio de la descomposición, que es la desintegración de lo conocido (y no son los tiempos tranquilos sudafricanos de Miriam Makeba: da click en el botón de reproducción).

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lunes, 13 de mayo de 2024

TERCERMUNDISMO A PIQUE

 En la actualidad se ha reavivado entre algunos jóvenes la simpatía por la causa palestina, si bien se sabe que en algunas universidades -estadounidenses en particular- hay manipulación de la juventud por parte de los magnates Soros (incluido Alexander Soros), para buscar mantener cierto estado de agitación que llegado el caso permita que se identifique a Donald J. Trump con Israel, algo no falso. Si bien lo que hace Israel es condenable, ya no es tan sencillo, como antaño, estar del lado de "los palestinos" en general, dado que tampoco es de aprobar un grupo como Hamás.

       En el origen del problema está la descomposición de las autoridades palestinas, después de los acuerdos de Oslo de principios de los años '90, si bien ya existían algunos problemas previos con el liderazgo de Yasser Arafat, quien tal vez permaneció demasiado tiempo al frente del liderazgo palestino. Luego, la Autoridad Nacional Palestina terminó yendo de un caso de corrupción a otro, y es lo que, al provocar el descontento de la población, permitió el ascenso de Hamás, sobre todo en la Franja de Gaza. En suma, el liderazgo palestino, entre corrupción y extremismo, ha dejado mucho que desear y complicado la situación: lejos están los tiempos de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina), aunque tampoco exenta de ser idealizada. Tal pareciera que más de un movimiento del antiguo Tercer Mundo no resistió al colapso de la Unión Soviética. Baste recordar que, en Sudáfrica, luego de Nelson Mandela, el gobernante Congreso Nacional Africano (CNA) también fue a dar en serios problemas de corrupción, al grado de que, más allá de tratarse de un "emblema" contra la segregación racial (el apartheid), ni siquiera queda claro qué hace Sudáfrica -que tiene varias de las ciudades más violentas del mundo- en el supuestamente "multipolar" grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), más que los sudafricanos no tienen realmente liderazgo regional o continental (como tampoco Brasil, por lo demás). 

      Ejemplos de partidos de izquierda o centro-izquierda alguna vez "históricos" que fueron a dar en el descrédito no faltan: ahí está también en India el Partido del Congreso, de Nehru e Indira Gandhi, que hace rato se volvió tecnócrata y corrupto a la vez, si acaso fuera cierto "toque" del Sur global, antes de la llegada al poder de alguien como el muy derechista indio Narendra Modi, exento de críticas por ser bastante cercano a Estados Unidos. Con variantes, el asunto llega hasta Venezuela, donde el presidente Nicolás Maduro recita como actor de televisión: ahora el mismo Maduro cree que "la cultura" es una "vacuna" contra lo que llama el "capitalismo occidental", siendo que Venezuela no está en Oriente ni es socialista y que, a fin de cuentas, más de un país del "Occidente capitalista" tiene cultura, a reserva de la fuerte tendencia estadounidense a ostentar la incultura y a reducir la cultura a patrimonio para comprar y turistear y entretenerse. Es el mismo país, Estados Unidos, que para más señas educó al primer ministro...palestino, Mohammad Mustafá, tecnócrata (universidad George Washington y funcionario del Banco Mundial) y aliado de Mahmoud Abbás, líder de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Mustafá fue nombrado por presión de Estados Unidos. Es nada más muy en general que ciertas causas pueden seguir siendo defendidas. En el caso del Partido del Congreso indio, se acercó a Estados Unidos antes de que llegara Modi, en particular con Rajiv Gandhi, nieto de Nehru e hijo de Indira Gandhi. Rajiv Gandhi fue cambiando la orientación del Partido del Congreso desde los años '80. Tampoco es un secreto que el mismo Mandela fue "suavizando" su política entre otras cosas, como lo dijera el muy honesto periodista mexicano Alejandro Nadal, a raíz de la muerte del líder comunista sudafricano Chris Hani, asesinado en 1993. Si en Palestina hubo el problema de la eternización de Arafat en el cargo líder, Abbas también ha tenido lo suyo. La hora de un Tercer Mundo que ya no existe (no hay "Segundo Mundo") ha pasado, y seguramente tenga que verse hacia atrás con cierto escepticismo. Tampoco es especialmente bueno que sea gente como los Soros que recupere como negocio causas como la palestina o la de los "afrodescendientes " (Black Lives Matter). (da click en el botón de reproducción: más liderazgo tiene en África el nigeriano).



viernes, 10 de mayo de 2024

YA LLEGAMOS A DONDE ÍBAMOS

 El desplome de la Unión Soviética en 1991 llevó a más de uno a dejar de creer en una Historia "lineal", aunque ni Marx ni Engels la consideraban así. Se abundó en que la Historia "no es teleológica", es decir, que no está orientada a un fin. Para más señas, Marx decía que "la Historia" no hace nada si los hombres no le dan un sentido. Así, es perfectamente posible ir a la deriva y sin sentido, aunque cabe preguntarse si es algo deseable o humano, y no más bien un riesgo de barbarie específica. Como el mismo Marx decía que los Hombres sólo se plantean los problemas que pueden resolver, no cabe mayormente preguntarse si estamos o no ante el fin del mundo por alguna decisión "del Universo". En su Dialéctica de la naturaleza, Engels decía que la Tierra tarde o temprano se acabaría, pero no es el tipo de problema que esté en manos del Hombre abordar.  La teleología es en todo caso un asunto de metafísica, propio de sistemas precapitalistas.

      Gran parte de la izquierda no está orientada a un fin claro y, lo que es más, tampoco al socialismo como forma de superar el capitalismo. Lo último, el "socialismo del siglo XXI", fue abandonado ya por Venezuela y también por el ex presidente ecuatoriano Rafael Correa. Sin que sea explícito, se tiene más bien en mente algo así como un "capitalismo inclusivo", sin mucho más, a falta de teoría, porque prácticamente no la hay. Para decirlo de otra manera, a diferencia de los llamados "demócratas liberales", convencidos de un fin (el "fin de la Historia"), la izquierda anda extraviada.

          Ciertamente, no puede anticiparse cómo tendrá lugar el futuro. En su Historia del siglo XX, el historiador Eric Hobsbawm, británico, decía hace pocas décadas: "no sabemos a dónde vamos, sino tan sólo que la historia nos ha llevado hasta este punto y por qué". Siempre hay modo de arrojar nueva luz sobre el pasado, pero en todo caso Hobsbawm expresaba tal vez cierta desazón, escribiendo luego del desplome soviético. Otros se aferraron a una formulación parecida, de un medievalista inglés, Chris Wickham: "el desarrollo histórico no va a ninguna parte, sino que, al contrario, procede de algún sitio". Es algo distinto de lo dicho por Hobsbawm. Si "el desarrollo histórico no va a ninguna parte", se corre el riesgo que actualmente tiene lugar: ir adaptándose de coyuntura en coyuntura para "sacar algo", sin propósito claro. Es una visión totalmente desligada del mundo del trabajo, puesto que quien trabaja se forma una conciencia, puede abstraer (por ejemplo, diseñar lo que quiere hacer, sea una máquina, un edificio o la cosecha del campo) y proponerse claramente un fin (crear un objeto, cosechar algo, etcétera). De la misma manera, al menos que crea en algún "orden espontáneo del mercado", el ser en sociedad puede plantearse metas para ésta y los medios para llegar a ella, evaluando si se cumplen o no y, sobre la base de un aprendizaje, corrigiendo lo que sea necesario. Efectivamente, "el desarrollo histórico no va a ninguna parte", suponiendo que haya "desarrollo", lo que habría que precisar. Dejadas las cosas así, las sociedades no van a ninguna parte. Con todo, el ser humano que se basa en el trabajo puede buscar encauzar el desarrollo histórico hacia algún lado: es al menos lo que trata de hacer más de un capitalista, al buscar por ejemplo encauzar el "desarrollo histórico" hacia las energías renovables o el "capitalismo de partes interesadas". Dicho de otro modo, los capitalistas suelen tratar de llevar "el desarrollo histórico" por el rumbo más conveniente para los negocios. No quiere decir que haya un "complot", sino simplemente que siguen sus intereses. Expectorar desde la izquierda que "el desarrollo histórico no va a ninguna parte" es renunciar al trabajo, es decir, a la organización para conseguir un fin, una meta, y justificar la deriva, instalándose en ella, aunque, claro, sin sacarlo en las torneos electorales, en los que no puede decirse "voten por mí, para que no vayamos a ninguna parte". En cambio, se hacen promesas coyunturales que responden al darwinismo: "adaptarse o perecer", y al conformismo. Se trata ya no de trabajar y tomar de sí para ir en una dirección, sin excluir azares, sino de consumir la última directriz de algún organismo internacional o del Foro Económico Mundial, que sí van a alguna parte. Esta manera de consumir directrices sin trabajo propio de orientación es parasitario. Para lo demás, se trata de "folclore de la filosofía": sabe el Hombre dónde nace y no dónde va a morir, desde luego, pero también es sujeto y, como tal, y pese a que no puede eliminar el azar, puede buscar darle un sentido a su historia, al menos que no sea más que una manera aventura sin rumbo. Desde luego, la metafísica ahorra el trabajo -trabajo, otra vez- de pensar qué ocurrió en 1991, a qué pudo deberse y qué consecuencias tiene, salvo que "no pase nada" porque "no sabemos a dónde vamos". En estas "circunstancias", tal vez deba entenderse que tampoco hay responsables de nada (da click en el botón de reproducción).



miércoles, 8 de mayo de 2024

LO QUE HAY QUE TENER (THE RIGHT STUFF)

 La Internacional Progresista (IP) del político Demócrata estadounidense Bernie Sanders se ha tragado a buena parte del progresismo latinoamericano, incluyendo el que se ubica en el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), que organiza regularmente auténticos maratones de palabras. La IP promete lo que cree que es lo mejor, y tal vez deba llamarse la atención no sobre el "postcapitalismo" y la eliminación del "culto al trabajo" (no queda claro para qué tipo de régimen socioeconómico es la pedrada), sino el mundo "próspero", que "invierta en un futuro dichoso de abundancia compartida", sin que se diga en el portal de la organización entre quiénes hay que compartir. Esta "abundancia compartida" en la prosperidad no puede no recordar la promesa de campaña de la oficialista candidata mexicana Claudia Sheinbaum, de "prosperidad compartida", si bien el último que tuvo una ocurrencia más o menos parecida fue el presidente mexicano Luis Echeverría con su "desarrollo compartido". Lo dicho por la IP o por Sheinbaum es una promesa de inclusión en sabrá Dios que "caudalosos ríos de leche y miel", parafraseando el himno del Frente Sandinista nicaraguense.

         Los Demócratas estadounidenses y los  .campi universitarios estadounidenses se han especializado en el "levantamiento de fondos" (fund raising), para obtener dinero o subsidios sobre la base de "intereses especiales". Quien quiera "compartir la abundancia" -suponiendo que es para todos- tiene que recitar alguno de los temas en boga, para lo que basta con ver el portal de CLACSO: mujeres, desde luego; infancias y adolescencias; migraciones; violencia; medio ambiente; Derechos Humanos y paz, y si acaso una pizca de "trabajo" si es el lugar del activismo en los sindicatos. Recientemente se ha agregado la "descolonización", también un tema de la IP, a pesar de que Estados Unidos no ha sido nunca potencia colonial y ha operado más bien sobre la base de una dominación informal que no se aborda. La gracia está en agarrar alguno de esos temas -o de minorías sexuales o raciales, sean "pueblos originarios" o "afrodescendientes" para ganar en lo que se da en llamar "visibilidad" y, a partir de aquí, hacerse de fondos. Para más señas, se toca así en parte la Agenda 2030 de Naciones Unidas y supuestos simpáticos, como el de que tal vez nadie ha llegado a la madurez sino que es un pequeño niño o un eterno adolescente, o como "el derecho a migrar", entiéndase que a entrar a como dé lugar en el Arca de Noé estadounidense. Se aproximan tiempos solares, eólicos y "de mujeres", incluso a pesar de que, sí el "tiempo de mujeres" se convierte en "preferencia por las mujeres" (y no exactamente la caballeresca de antaño), en casos como el de México es anticonstitucional: la "discriminación positiva" atenta contra los principios de no discriminación y de igualdad entre el hombre y la mujer. En fin, que se trata de saber "armar la cosa" para ajustarse a lo que se llama "la agenda" y recoger fondos con frecuencia condicionados -implícita o explícitamente- a que los descritos sean los temas abordados.

       Lo anterior implica el acomodo a una "agenda global", no ajena a grandes intereses económicos, y el abandono de la realidad nacional hasta grados graves: no se abordan temáticas como la de la evolución salarial, las nuevas ocupaciones, el empleo, el desempleo, el subempleo y el empleo informal, por ejemplo; no se toca el tema de la diversificación de la "clase" media; no se aborda la situación del campo y tampoco se tratan los problemas de urbanización desbocada y desordenada; se desconoce la evolución del sector terciario (servicios) y ni se diga la de la diversificación industrial, nacional o de maquila; no existe ya el menor trabajo teórico; no se aborda la inversión extranjera directa e indirecta, ni la estructura del comercio exterior, ni se trata de los efectos del libre comercio; no se explican las diferencias entre países cuando son señaladas y la Historia no presenta el menor interés; las Humanidades se reducen a una manera de hacerse el interesante, como las relaciones internacionales a repeticiones de Goldman Sachs sobre los BRICS+ (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica e invitados) sin siquiera un examen de tendencias económicas reales, así se esté en realidad muy lejos de la "multipolaridad". Aunque se trata de violencia, no se aborda a fondo el crimen organizado o el narcotráfico; tampoco la minería o las bases militares extranjeras, ni se evalúan programas de gobierno detallados, si los hay. No se discuten los valores de la derecha fuera de acusarla de "ahí viene el fascismo". Si bien se habla de "reducir la desigualdad", no se toca el tema de las distintas formas de pobreza. Al parecer, no queda más que la creencia de que "la torta debe crecer" para repartirla mejor y "compartir". Tampoco hay, a decir verdad, una idea algo más nítida de futuro, salvo para un catastrofismo no siempre justificado: un día se está al borde de la Tercera Guerra Mundial y al siguiente de la lencería El Refugio, por decir algo, o del cambio climático -no es que no exista- para vender el nuevo negocio de las energías renovables. Pese a que no hace acuerdo científico, se persiste en el darwinismo: el apto es el que sabe acomodarse, pareciera que ya sin mayor idea de que está haciendo de la trampa razón de vida al no atender más que una "agenda global" y darle la espalda a la patria. Los todavía más aptos encuentran la manera de hacer clientela con los intereses-especiales-que-levantan-fondos. Al final, se está en el "extremo centro" que no llega ni a socialdemocracia, ni a la "tercera vía" alguna vez de William Clinton y Tony Blair. La ciencia social no es Lenin, es Lennon, "Imagine" y "Hey Jude", con vagas apelaciones al pueblo como lo pop. Por lo pronto, esta Odisea en el espacio es una nueva fachada de apariencia "abundante" mientras no nada más se desatienden por completo los grandes problemas nacionales, sino que no se quiere trabajar en ellos y, en el peor de los casos, se los confunde con "la agenda global". Algo tiene que haber pasado para que CLACSO esté en la IP sin mayor empacho. Por lo demás, hay cierta generación de malicia: la suficiente para adular a "grandes pensadores latinoamericanos" y a uno que otro político de izquierda y colocarse con la "nueva agenda", todo cuestión de hacerse de un "plus". Del arribismo no se sale así como así (da click en tu 45).






lunes, 6 de mayo de 2024

EL BALBOA QUIERE DÓLAR

 No queda claro por qué algunos se lanzan a anunciar triunfos imposibles: como era de prever, la candidata popular Maribel Gordón obtuvo en las recientes elecciones panameñas 1.07 % de votos.

       La grave derrota es la del torrijismo, que además se lanzó dividido: Martín Torrijos, hijo de Omar Torrijos, compitió con el Partido Popular y obtuvo apenas 16 % de los votos. Por el oficialista Partido Revolucionario Democrático (PRD), el original torrijista, el candidato José Gabriel Carrizo se hundió con poco menos de seis por ciento de los votos. Sumando a Martín Torrijos y Carrizo, no se pasa de un ínfimo 22 % de votos, muy por debajo del poco más del 34 % que consiguió el ganador, José Raúl Mulino, de la Alianza para Salvar a Panamá, seguramente que de los políticos corruptos. A condición de olvidar que Mulino fue viceministro de Relaciones Exteriores de 1990  a 1993, con el gobierno de Guillermo Endara, que juramentó en una base norteamericana. El primer mensaje es que con tal de echar a los políticos corruptos -o a algún militar supuestamente corrupto, como Manuel Antonio Noriega en 1989-, no importa mucho tener escrúpulos. Hay que agregar que una parte de la izquierda panameña también se deshizo de ellos, repudiando a la "dictadura", en más de un caso luego de haber colaborado con ella y haberse beneficiado personalmente de la misma. Las cosas cambiaron muy rápido: los años '90 se convirtieron para el PRD -de vuelta al gobierno en 1994, con Ernesto "Toro" Pérez Balladares- en trampolín para colocarse, dejando lo demás en el olvido, Omar Torrijos incluido. Es lo que hoy le pasa la cuenta al gobierno de Laurentino "Nito" Cortizo, luego de la salida de Martín Torrijos. Como ya ha habido ocasión de decirlo, el PRD terminó de cortar sus vínculos populares cuando arrumbó a Balbina Herrera -no exenta de cierta vulgaridad- en 2009: era de las pocas personas que, como el estudioso Julio Yao, no se dedicaba a denostar el pasado, con tal de acomodarse y meterse con los advenedizos a la "república de primos".

    Mulino compitió y ganó por Ricardo Martinelli, ex presidente de Panamá metido en un asunto de lavado de dinero e incapacitado así para ser candidato. En suma, no es cuestión de políticos corruptos, sino de empresarios corruptos. Martinelli apareció en 2009 ganándole a Balbina Herrera, quien obtuvo 37 % de votos, contra 60 % del primero y un restante para Endara. No es difícil colegir que lo que se disgregó fue la alianza nacional-popular: al "pueblo" no le quedó mucho y la "nación" se convirtió en negocio de unos cuántos. Muchos sacaron entonces la conclusión de que salir adelante dependía de la "derrama" de empresarios, es decir que la riqueza la crean los ricos o, lo que es lo mismo, que el dinero lo distribuye el dinero. De paso, Martinelli se dedicó a perseguir a Herrera. Totalmente formado en Estados Unidos, Martinelli es dueño de una cadena de supermercados, Súper 99, de una importadora y varias empresas más, incluyendo televisoras. Curiosamente, aunque tal vez no tanto en la "república de primos", Martinelli fue funcionario (encargado de la Caja del Seguro Social) en el gobierno de Pérez Balladares, del PRD. Mulino, el actual ganador, hijo de un ex gobernador de la provincia de Chiriquí,  formado en Estados Unidos (Tulane), ex civilista (opositor a Noriega), ministro de Martinelli, alguna vez preso por peculado, ha llegado a ser representante de la Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresa y del Consejo Nacional de la Empresa Privada (lo fue ante la Cruzada Civilista contra Noriega). Dados los antecedentes de Martinelli, para el cantautor Rubén Blades, poco tomado en cuenta en la política panameña, Mulino representa el triunfo democrático de la corrupción. Blades puede equivocarse, pero también suele ser franco:  "un convicto, corrupto y prófugo, afirmó,  ha ganado la presidencia a través de su ungido testaferro, con el voto de un pueblo autocondenado por su irresponsabilidad". "Es -agregó- pronunciarse a favor de la trampa como razón de vida ". Martín Torrijos dijo por su parte que Panamá se juega "el inicio del pacto de impunidad".

     Izquierda independiente casi no hay. La nacional-popular se fragmentó, lo más llamativo, y la derecha se alzó con una victoria menos representativa de lo que se cree, pese a una baja abstención, puesto que Mulino es poco más de un tercio del electorado, aunque lo que decía mucho era la votación de 2009. A duras penas logra el torrijismo de los "torrijitos", salvo excepciones, no verse asociado con privilegios, pero, además, de advenedizos, o al menos a la cabeza de una familia de arribistas. 

     Los hombres de negocios pueden dar una fachada de bonanza. Pero Panamá es uno de los países más desiguales del mundo, con una tasa de desempleo de nueve por ciento y de empleo informal de más del 50 %, y con sólo un tercio de los asalariados con ingresos estables. La pobreza extrema está entre el 11 y el 15 %.  Lo que estuvo haciendo sobre todo el "gobier-nito" de Laurentino "Nito" Cortizo, además de algunos programas sociales, fue infraestructura pública para beneficio del sector privado, y "austeridad" sin gravar a los ricos, campeones de la evasión fiscal. ¿Triunfo de la derecha corrupta o cortedad de miras del nacionalismo-popular, y todo sin ninguna alternativa radical que salga de algo tan vago como "el pueblo"?. Raros han sido -aunque han existido, hasta hace algún tiempo- los esfuerzos por vincular "pueblo" y trabajo para ir más allá del nacionalismo popular, que en más de un aspecto -incluso con la independiente Maribel Gordón, en Panamá, cuyo programa es de "estilo minimalista"- tiende a ser recuperado y adulterado desde ópticas que ya no saben de las prioridades de un país periférico, ni distinguirlo de uno central (da click en el botón de reproducción).



sábado, 4 de mayo de 2024

FALTABA MÁS

 Estados Unidos ha venido haciendo toda una política de recuperación de posiciones en Sudamérica, lo que incluye a Bolivia, el país del mundo con las mayores riquezas de litio. Actualmente, la ventaja del Movimiento al Socialismo (MAS) en el gobierno es sobre todo la desarticulación de la oposición. Los enfrentamientos dentro del MAS pueden contribuir a una situación caótica. Con una flamante encargada de negocios, Debra Hevia, Estados Unidos fomenta candidatos de cara a las elecciones de 2025, en particular entre los cruceños y cochabambinos (oriente), con antiguas figuras como Manfred Reyes y Johnny Fernández (por lo pronto). La apuesta sigue siendo en parte la división regional, aunque también la fabricación del espantajo de un supuesto "narcogobierno" y el ahondamiento de las divisiones dentro del MAS, jugando en parte la carta "indigenista". Algunos libertarios no tienen clara la diferencia entre el líder sindicalista Evo Morales y un jefe sioux. Es de esperar que Morales lo entienda.

       Lo dicho tiene que ver con una información grave del portal Rebelión. El marido de Katherine Ledebur es un médico de origen cubano que trata a Morales. Ledebur y marido están ligados a las orientaciones cubano-estadounidenses de Miami. Ledebur, quien dirige la Red de Información Andina, financia activamente la radio Kausachun Coca, partidaria de Morales. Los fondos para este y otros objetivos entre los indígenas provienen de una compañía como BlackRock y de Alexander Soros, hijo de George Soros. Desde la llegada de Hevia, por lo demás, la presencia estadounidense en las regiones que apoyan a Morales se ha incrementado.

        Dos cosas deben ser tomadas en cuenta, además de que varios líderes progresistas latinoamericanos están en la Internacional Progresista del Demócrata estadounidense Bernie  Sanders. Luiz Inácio Lula da Silva, presidente brasileño; Francia Márquez, vicepresidente colombiana o algunos antiguos miembros del gobierno chileno de Gabriel Boric, como Giorgio Jackson (Internacional Progresista) se han manifestado a favor de los Demócratas estadounidenses y del presidente Joseph Biden o del magnate George Soros. Morales ha tenido en el pasado cierto acercamiento con el presidente estadounidense William Clinton y con el presidente James Carter, además de compartir el mundo de las organizaciones no gubernamentales que inundan el área andina. En algún momento en su pasado onegeísta Morales tuvo que ver con Human Rights Watch/Americas, financiada por Soros. No se trata de demeritar a Evo Morales en un momento delicado, ni al ex vicepresidente Alvaro García Linera (pese a su excesivo "indigenismo" a falta de "sujeto social"), pero hace buen rato que más de un progresista se ha creído la política "inclusiva" Demócrata (¿qué hace el ex presidente ecuatoriano Rafael Correa en la Internacional de Sanders?). Ya ha habido ocasión de mencionar a quienes están en la Internacional Progresista, y es de deplorar como versión "a la derecha" o al "extremo centro" de la decaída socialdemocracia. Ni siquiera queda claro qué hace García Linera en dicha Internacional.

     Hay otros casos, como el de la cubana Mariela Castro, el del brasileño Fernando Haddad que tiene en jaque a la educación y la salud brasileñas, Sacha Llorenti (del ALBA-TCP-Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), el ex candidato ecuatoriano a vicepresidente, Andrés Arauz y la comunista chilena Karol Cariola.

     Lo que deja en claro la situación boliviana, como la mexicana, es que Estados Unidos juega varias cartas a la vez, a la izquierda y a la derecha, para estancar las situaciones internas, crear parálisis y entretanto sacar provecho. Es una pena decirlo, pero a la Internacional mencionada se han sumado el gobernante Movimiento Semilla guatemalteco y el partido hondureño Libertad y Refundación, igualmente gobernante y de Manuel Zelaya, además del presidente colombiano Gustavo Petro. No es cuestión de estar por principio contra Estados Unidos, pero tampoco de ignorar lo que los Demócratas han venido haciendo en América Latina: todo un cálculo de recuperación de espacios perdidos, tal vez mientras la izquierda de origen nacionalista-popular no pierde sus hábitos de "maniobra", creyendo ser ella la que se sirve de "las contradicciones del enemigo". En todo caso, no queda clara la amistad con el gran capital estadounidense del que desde los años '90 está agarrado un partido Demócrata convertido un un club de arribistas. De paso, la Internacional Progresista es una de las vías mediante las cuales desde Estados Unidos se está fagocitando a las universidades públicas latinoamericanas. 

       Evo Morales, a fuerza de hacer énfasis en los indígenas, puede llegar a ser líder de facción y no exento de un personalismo hartante. Quienes sí saben lo que hacen son los estadounidenses al buscar reiteradamente la desestabilización de Bolivia (da click en el botón de reproducción).



miércoles, 1 de mayo de 2024

¿QUÉ ES ESA "COSA"?

 Cuba está pasando un mal rato. Ya no tiene un Índice de Desarrollo Humano (IDH) como el de antaño (ha caído 30 lugares) y la desigualdad ha crecido.

       Como lo recordaba recientemente el portal Rebelión, Lenin detestaba entre otras cosas la "altanería comunista", el analfabetismo y el soborno. Dicha altanería, como lo recuerda el portal mencionado, se siente cuando un funcionario "se digna" dar un servicio como quien explora el tracto rectal con un alambre de púas. Y para que no suceda, o para otras cosas, está el cohecho. No hay cifras, pero si el sentimiento de que la corrupción en Cuba ha crecido.

       Por este camino, al rato ya no tendrá mucho sentido seguir insistiendo en los males del bloqueo sin hablar de que, adentro, hay cosas que no van sin que dicho bloqueo tenga gran cosa que ver. Gracias a las remesas y al turismo, el cubano tiene salvavidas en lo que antaño podía ser visto como otra fuente de corrupción en el "burdel de América", y que ahora uno que otro añora -junto a quienes desde el exterior festinan toda disidencia porque es una forma de "distinción".

      Es tabú decir que el multicitado Fidel Castro era un histrión -según consta a más de uno que lo vió-, carente de capacidad teórica (así fuera enciclopédico), dado a los pronósticos errados, de ser necesario a una que otra treta y a volteretas de postura política sorprendentes. ¿No debió quedarse mejor en ese gran texto que es La historia me absolverá? Cuba no ha sido de los trabajadores -hay serios problemas con el trabajo-, sino de esa cosa vaga que es "el pueblo" y que tiene que ver más con populismo que con socialismo. Esta versión del Estado de Bienestar da igual a quien se esfuerza que a quien no mueve un dedo, lo que no tiene que ver con socialismo, ya que este sistema no es "para todos", sino para quienes trabajan más y mejor y que merecen recompensa en dinero por ello, no estímulos morales que al rato son casi como el "empleado del mes" de un Starbucks. Si hay desigualdades, y debe haberlas, debe ser en relación con el trabajo y no con los cargos o la capacidad para hablar. En el socialismo, la lucha de clases no se detiene, sino que se agudiza.

       Cuba suele desconocer el ABC del marxismo-leninismo. La Revolución Cubana se declaró socialista, pero el Partido Comunista de Cuba (PCC), no es un secreto, se creó de tendencias en las cuales los comunistas procedentes del Partido Socialista Popular (PSP) eran minoría ante los "fidelistas" del Movimiento 26 de julio, que ni siquiera ocultaron su carencia de toda formación marxista. Fidel Castro no la tenía ni trató de adquirirla: como muchos, se grabó que "los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo, y lo que se trata es de transformarlo", por lo que se está en la acción sin teoría. A estas alturas algunos saben a dónde no quieren ir -a caer en brazos de Estados Unidos-, pero no a dónde van. Este tipo de proceso es nacional-revolucionario, y en su momento fue hasta cierto punto de liberación nacional (y no anticolonial). El problema está en esa "casta maldita" que toma prestado el nombre del "comunismo" sin modificar siquiera hábitos prerrevolucionarios, al cabo de sesenta y cinco años.

       Cuba es así, en parte, una fábrica de espíritus clasemedieros que han visto que en nombre de la Revolución algunos obtienen ventajas personales inmerecidas, y que sueñan entonces con lo mismo, sea en Cuba o en el exterior, donde más de un cubano o una cubana, si bien hay excepciones, destaca por el más afilado colmillo para esquilmar al prójimo, y sin el menor escrúpulo, como si hubieran crecido bajo el llamado "neoliberalismo".

       Es, así, una suerte de mescolanza entre populismo y nacionalismo-revolucionario -los martianos llegaron ya- para "todos", bloqueado por dos cosas: el anhelo socialista real de una parte de la población, que la "casta maldita" desconoce; y al mismo tiempo, la certeza de que a esa distancia de Estados Unidos no puede aparecer un empresariado nacional que no corra el riesgo de ser fagocitado de inmediato. Por algún motivo que tal vez tenga que ver con hábitos psicosociales que logran ponerse el camuflaje de la cultura, desde el principio el famoso "desarrollo de las fuerzas productivas" no va -y Fidel Castro lo describía muy bien en La Historia me absolverá. Entiéndase que también se puede poner capitalismo: tampoco es seguro que vaya, al menos no para "todos". Querer socialismo esperándolo todo del Estado y sin mover un dedo es de las pocas cosas que, muy malamente, recuerda más de un ruso del pasado soviético. Es la clase de problema del que no se sale hablando (da click en el botón de reproducción).



FANÁTICAMENTE MODERADOS

 En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...