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lunes, 6 de mayo de 2024

EL BALBOA QUIERE DÓLAR

 No queda claro por qué algunos se lanzan a anunciar triunfos imposibles: como era de prever, la candidata popular Maribel Gordón obtuvo en las recientes elecciones panameñas 1.07 % de votos.

       La grave derrota es la del torrijismo, que además se lanzó dividido: Martín Torrijos, hijo de Omar Torrijos, compitió con el Partido Popular y obtuvo apenas 16 % de los votos. Por el oficialista Partido Revolucionario Democrático (PRD), el original torrijista, el candidato José Gabriel Carrizo se hundió con poco menos de seis por ciento de los votos. Sumando a Martín Torrijos y Carrizo, no se pasa de un ínfimo 22 % de votos, muy por debajo del poco más del 34 % que consiguió el ganador, José Raúl Mulino, de la Alianza para Salvar a Panamá, seguramente que de los políticos corruptos. A condición de olvidar que Mulino fue viceministro de Relaciones Exteriores de 1990  a 1993, con el gobierno de Guillermo Endara, que juramentó en una base norteamericana. El primer mensaje es que con tal de echar a los políticos corruptos -o a algún militar supuestamente corrupto, como Manuel Antonio Noriega en 1989-, no importa mucho tener escrúpulos. Hay que agregar que una parte de la izquierda panameña también se deshizo de ellos, repudiando a la "dictadura", en más de un caso luego de haber colaborado con ella y haberse beneficiado personalmente de la misma. Las cosas cambiaron muy rápido: los años '90 se convirtieron para el PRD -de vuelta al gobierno en 1994, con Ernesto "Toro" Pérez Balladares- en trampolín para colocarse, dejando lo demás en el olvido, Omar Torrijos incluido. Es lo que hoy le pasa la cuenta al gobierno de Laurentino "Nito" Cortizo, luego de la salida de Martín Torrijos. Como ya ha habido ocasión de decirlo, el PRD terminó de cortar sus vínculos populares cuando arrumbó a Balbina Herrera -no exenta de cierta vulgaridad- en 2009: era de las pocas personas que, como el estudioso Julio Yao, no se dedicaba a denostar el pasado, con tal de acomodarse y meterse con los advenedizos a la "república de primos".

    Mulino compitió y ganó por Ricardo Martinelli, ex presidente de Panamá metido en un asunto de lavado de dinero e incapacitado así para ser candidato. En suma, no es cuestión de políticos corruptos, sino de empresarios corruptos. Martinelli apareció en 2009 ganándole a Balbina Herrera, quien obtuvo 37 % de votos, contra 60 % del primero y un restante para Endara. No es difícil colegir que lo que se disgregó fue la alianza nacional-popular: al "pueblo" no le quedó mucho y la "nación" se convirtió en negocio de unos cuántos. Muchos sacaron entonces la conclusión de que salir adelante dependía de la "derrama" de empresarios, es decir que la riqueza la crean los ricos o, lo que es lo mismo, que el dinero lo distribuye el dinero. De paso, Martinelli se dedicó a perseguir a Herrera. Totalmente formado en Estados Unidos, Martinelli es dueño de una cadena de supermercados, Súper 99, de una importadora y varias empresas más, incluyendo televisoras. Curiosamente, aunque tal vez no tanto en la "república de primos", Martinelli fue funcionario (encargado de la Caja del Seguro Social) en el gobierno de Pérez Balladares, del PRD. Mulino, el actual ganador, hijo de un ex gobernador de la provincia de Chiriquí,  formado en Estados Unidos (Tulane), ex civilista (opositor a Noriega), ministro de Martinelli, alguna vez preso por peculado, ha llegado a ser representante de la Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresa y del Consejo Nacional de la Empresa Privada (lo fue ante la Cruzada Civilista contra Noriega). Dados los antecedentes de Martinelli, para el cantautor Rubén Blades, poco tomado en cuenta en la política panameña, Mulino representa el triunfo democrático de la corrupción. Blades puede equivocarse, pero también suele ser franco:  "un convicto, corrupto y prófugo, afirmó,  ha ganado la presidencia a través de su ungido testaferro, con el voto de un pueblo autocondenado por su irresponsabilidad". "Es -agregó- pronunciarse a favor de la trampa como razón de vida ". Martín Torrijos dijo por su parte que Panamá se juega "el inicio del pacto de impunidad".

     Izquierda independiente casi no hay. La nacional-popular se fragmentó, lo más llamativo, y la derecha se alzó con una victoria menos representativa de lo que se cree, pese a una baja abstención, puesto que Mulino es poco más de un tercio del electorado, aunque lo que decía mucho era la votación de 2009. A duras penas logra el torrijismo de los "torrijitos", salvo excepciones, no verse asociado con privilegios, pero, además, de advenedizos, o al menos a la cabeza de una familia de arribistas. 

     Los hombres de negocios pueden dar una fachada de bonanza. Pero Panamá es uno de los países más desiguales del mundo, con una tasa de desempleo de nueve por ciento y de empleo informal de más del 50 %, y con sólo un tercio de los asalariados con ingresos estables. La pobreza extrema está entre el 11 y el 15 %.  Lo que estuvo haciendo sobre todo el "gobier-nito" de Laurentino "Nito" Cortizo, además de algunos programas sociales, fue infraestructura pública para beneficio del sector privado, y "austeridad" sin gravar a los ricos, campeones de la evasión fiscal. ¿Triunfo de la derecha corrupta o cortedad de miras del nacionalismo-popular, y todo sin ninguna alternativa radical que salga de algo tan vago como "el pueblo"?. Raros han sido -aunque han existido, hasta hace algún tiempo- los esfuerzos por vincular "pueblo" y trabajo para ir más allá del nacionalismo popular, que en más de un aspecto -incluso con la independiente Maribel Gordón, en Panamá, cuyo programa es de "estilo minimalista"- tiende a ser recuperado y adulterado desde ópticas que ya no saben de las prioridades de un país periférico, ni distinguirlo de uno central (da click en el botón de reproducción).



FANÁTICAMENTE MODERADOS

 En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...