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miércoles, 1 de mayo de 2024

¿QUÉ ES ESA "COSA"?

 Cuba está pasando un mal rato. Ya no tiene un Índice de Desarrollo Humano (IDH) como el de antaño (ha caído 30 lugares) y la desigualdad ha crecido.

       Como lo recordaba recientemente el portal Rebelión, Lenin detestaba entre otras cosas la "altanería comunista", el analfabetismo y el soborno. Dicha altanería, como lo recuerda el portal mencionado, se siente cuando un funcionario "se digna" dar un servicio como quien explora el tracto rectal con un alambre de púas. Y para que no suceda, o para otras cosas, está el cohecho. No hay cifras, pero si el sentimiento de que la corrupción en Cuba ha crecido.

       Por este camino, al rato ya no tendrá mucho sentido seguir insistiendo en los males del bloqueo sin hablar de que, adentro, hay cosas que no van sin que dicho bloqueo tenga gran cosa que ver. Gracias a las remesas y al turismo, el cubano tiene salvavidas en lo que antaño podía ser visto como otra fuente de corrupción en el "burdel de América", y que ahora uno que otro añora -junto a quienes desde el exterior festinan toda disidencia porque es una forma de "distinción".

      Es tabú decir que el multicitado Fidel Castro era un histrión -según consta a más de uno que lo vió-, carente de capacidad teórica (así fuera enciclopédico), dado a los pronósticos errados, de ser necesario a una que otra treta y a volteretas de postura política sorprendentes. ¿No debió quedarse mejor en ese gran texto que es La historia me absolverá? Cuba no ha sido de los trabajadores -hay serios problemas con el trabajo-, sino de esa cosa vaga que es "el pueblo" y que tiene que ver más con populismo que con socialismo. Esta versión del Estado de Bienestar da igual a quien se esfuerza que a quien no mueve un dedo, lo que no tiene que ver con socialismo, ya que este sistema no es "para todos", sino para quienes trabajan más y mejor y que merecen recompensa en dinero por ello, no estímulos morales que al rato son casi como el "empleado del mes" de un Starbucks. Si hay desigualdades, y debe haberlas, debe ser en relación con el trabajo y no con los cargos o la capacidad para hablar. En el socialismo, la lucha de clases no se detiene, sino que se agudiza.

       Cuba suele desconocer el ABC del marxismo-leninismo. La Revolución Cubana se declaró socialista, pero el Partido Comunista de Cuba (PCC), no es un secreto, se creó de tendencias en las cuales los comunistas procedentes del Partido Socialista Popular (PSP) eran minoría ante los "fidelistas" del Movimiento 26 de julio, que ni siquiera ocultaron su carencia de toda formación marxista. Fidel Castro no la tenía ni trató de adquirirla: como muchos, se grabó que "los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo, y lo que se trata es de transformarlo", por lo que se está en la acción sin teoría. A estas alturas algunos saben a dónde no quieren ir -a caer en brazos de Estados Unidos-, pero no a dónde van. Este tipo de proceso es nacional-revolucionario, y en su momento fue hasta cierto punto de liberación nacional (y no anticolonial). El problema está en esa "casta maldita" que toma prestado el nombre del "comunismo" sin modificar siquiera hábitos prerrevolucionarios, al cabo de sesenta y cinco años.

       Cuba es así, en parte, una fábrica de espíritus clasemedieros que han visto que en nombre de la Revolución algunos obtienen ventajas personales inmerecidas, y que sueñan entonces con lo mismo, sea en Cuba o en el exterior, donde más de un cubano o una cubana, si bien hay excepciones, destaca por el más afilado colmillo para esquilmar al prójimo, y sin el menor escrúpulo, como si hubieran crecido bajo el llamado "neoliberalismo".

       Es, así, una suerte de mescolanza entre populismo y nacionalismo-revolucionario -los martianos llegaron ya- para "todos", bloqueado por dos cosas: el anhelo socialista real de una parte de la población, que la "casta maldita" desconoce; y al mismo tiempo, la certeza de que a esa distancia de Estados Unidos no puede aparecer un empresariado nacional que no corra el riesgo de ser fagocitado de inmediato. Por algún motivo que tal vez tenga que ver con hábitos psicosociales que logran ponerse el camuflaje de la cultura, desde el principio el famoso "desarrollo de las fuerzas productivas" no va -y Fidel Castro lo describía muy bien en La Historia me absolverá. Entiéndase que también se puede poner capitalismo: tampoco es seguro que vaya, al menos no para "todos". Querer socialismo esperándolo todo del Estado y sin mover un dedo es de las pocas cosas que, muy malamente, recuerda más de un ruso del pasado soviético. Es la clase de problema del que no se sale hablando (da click en el botón de reproducción).



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