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jueves, 30 de octubre de 2025

¿LA MAFIA MUERE?

 Se señaló hace poco que la Teoría de la Dependencia, formulada sobre todo en los '70 y como respuesta a la CEPAL (Comisión Económica para América Latina), en gran medida por autores brasileños (Ruy Mauro Marini, Theotonio Dos Santos, Fernando Henrique Cardoso, Vania Bambirra...), fue de los últimos esfuerzos teóricos en México y América Latina, desde una perspectiva que se reclamaba del marxismo y de Lenin. Dicha Teoría no fue un principio, sino, en parte, un coletazo, en medio de las dictaduras conosureñas, no forzosamente equivalentes de fascismo -aunque influidas por algunas figuras nazis- y luego de la Revolución Cubana de 1959. Fueron circunstancias que contribuyeron a que, en la Teoría mencionada, hubiera "urgencias", de coyuntura y de "política". Así, desde 1969 Dos Santos escribió Socialismo o fascismo: el dilema latinoamericano. Dos Santos pasó por la esperanza de una fallida integración latinoamericana, hoy por los suelos. Marini estaba cerca de la revolución. Bambirra escribió, entre otros textos, La Revolución Cubana: una reinterpretación. Pasada la oscilación entre dictadura y revolución, siendo por lo demás que no hubo revolución en Chile bajo el gobierno de la Unidad Popular (UP), de Salvador Allende, y sí cierta creencia de "ahora nos toca a nosotros", los dependentistas agarraron como pudieron la curva a la democracia en medio del auge llamado "neoliberal".

       La "dependencia" era del imperialismo, por lo que el dependentismo fue, en gran medida, un antiimperialismo, al demostrar que la dependencia económica de la periferia respecto del centro no provocaba sino lo que otro llamó "el desarrollo del subdesarrollo". Y muchas cosas descritas siguen siendo válidas, más allá de coyunturas y de asuntos de "toma del poder", la obnubilación cubana. Dependiendo mucho de centros desarrollados, un país periférico no se desarrolla bien (algunos lo llamaron "mal desarrollo"), o conjuga aspectos de desarrollo, parciales e incluso de fachada, con agravamiento de los males y las deformaciones del subdesarrollo. Quedaría por saber por qué, si el conocimiento se tuvo, hoy no se toma para nada en cuenta, sin que se sepa por lo demás qué se pretende: si crecimiento, si desarrollo o si qué cosa, si se habla por ejemplo en México de "prosperidad compartida" cuando el líder chino habla de "prosperidad común". Debe ser "estilo minimalista", pero además tiene por característica querer, bajo distintas formas, "armonizar" para evitarse la menor contradicción, ya ni se diga conflicto: ni siquiera, a diferencia de antaño, con el imperialismo, que ni se menciona, y que tiende a asociarse con una sola versión, la del presidente estadounidense Donald J. Trump, para algunos "fascista". Pese a la debacle teórica y conceptual, más allá de las palabras que interesan más por su efecto que por su significado, no deja de haber intereses. Uno de ellos, el del imperialismo, aunque hay facciones entre las clases dominantes y no todo es nada más "la burguesía" o el equivalente, ni "la burguesía que lleva al fascismo".

        Algo llama poderosamente la atención en la Teoría de la Dependencia, más allá de antecedentes catastróficos en la obra del argentino Sergio Bagú (no toda) y su interpretación de la Colonia. Dicha Teoría no toma para nada en cuenta los debates teóricos previos en América Latina, algo en lo que por lo demás se persiste, con tendencia al desconocimiento previo a lo sucedido antes de la Revolución Cubana y "el poder". En particular, no hay nada sobre el peruano José Carlos Mariátegui y su debate con su compatriota Víctor Raúl Haya de la Torre. En este sentido, por "política" y ambición de poder, la Teoría mencionada parece haberse creído que era "vanguardia" y que, además, debía no considerar los "años del realismo". Así, en algo en parte explicable por la Revolución Cubana, la Teoría de la Dependencia se comporta todo el tiempo como si, más allá de constatar la inexistencia o debilidad de la "burguesía nacional", NO hubiera clase dominante local, rehuyendo hasta la fecha el problema, pese a tanto escrito, demostrado e ilustrado (por ejemplo, mediante la literatura) sobre las oligarquías locales, su origen en la hacienda y luego su visión de latifundio. Con antecedentes coloniales, estas oligarquías marcan el modo de vida latinoamericano clasista que se trata de hacer pasar por "cultura" para esconder el clasismo mismo. En la universidad pública, el tema es tabú, porque sería cuestionar modos de vida y de comprensión de la "política" y del obnubilante poder, y luego de su paulatina entrada en crisis. En la Teoría de la Dependencia, son "países" o extrañas "burguesías" que no pueden desarrollarse por causas siempre externas. Interior no hay, salvo para hacer como en Cuba: "el cambio somos nosotros", es decir, "clases medias" indefinibles hablando en menjurje (a la vez "todos" y "el pueblo"), sin que se sepa de clases en concreto; estudiantes preclasistas e intelectuales "iluminados". No hay historia propia previa a 1959, ni tradición de historiadores; ni diálogo con otras corrientes de pensamiento (ni a Simón Bolívar toman en cuenta los "bolivarianos" tan apegados a la Dependencia y el antiimperialismo). Ni existió Mariátegui, salvo para distorsionar lo que dijo sobre el indio.

       El resultado fue el divorcio entre teoría y posición vital: lo había previsto Mariátegui sobre una primera etapa de las clases medias cercanas al ideal oligárquico- así tuvieran fachada modernizante- de "política", "poder" y relaciones personales y de ademán nacionalista, pero imbuido de dicho ideal, propio de señoritos machines y señoras de muéganos. Por suerte, es en la propia América Latina que suceden dos cosas: estudios para enmendar la plana (los auspició otra institución que la universidad pública) y, a pesar del libertinaje y en medio de la desestatización y sus riesgos, el surgimiento de un mayor peso capitalista para ir cuando menos delineando opciones de vida no señoriales; la urbanización en grande, con una segunda oleada desde los '70; la mayor escolarización (con grandes logros por cierto en la Ciudad de México, donde prácticamente todos en edad de hacerlo  han alcanzado hasta el bachillerato) y los cambios demográficos (en el tamaño de la familia y en su funcionalidad), ya van, así sea de a poco, dejando de lado los hábitos de "casa poblada", de "dependientes" y de posibilidad de delirar a la antigua, con prácticas de vida ajenas a las pretensiones de cambio. Incluso cuando se pasa de pequeños finqueros tabasqueños a científicas modestas. Una parte de la sociedad en América Latina ya se salió de la hacienda. Y no es la autodenominada "demócrata liberal" con su clientelismo sinverguenza, ni la de los añejos poderes y grupos o grupitos de la universidad pública y sus pumajuniors. (da click en el botón de reproducción).



¿LA MAFIA MUERE?

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