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martes, 26 de agosto de 2025

COMO EN BOTICA

 Una de las cosas más difíciles de admitir entre universitarios actuales, más si de izquierda, es que el mundo indígena es, como el "pueblo", heterogéneo, para bien y para mal. Los pueblos originarios siguen siendo un porcentaje importante de la población sobre todo en Guatemala; es menos en Bolivia (menos del 40 %) y ni se diga en el Ecuador, donde desde hace rato existe por lo demás una "burguesía indígena" (o empresariado, si se prefiere este nombre) en el norte (provincia de Imbabura), alrededor de la relativamente próspera ciudad de Otavalo, cuyas artesanías se venden internacionalmente. Hace rato también que en el norte del Ecuador existen indígenas "letrados", como los de la familia Lema, aunque no es necesario "sacarse de la manga" una supuesta historia "milenaria", porque no existe.

       Hoy en Guatemala se ha formado también una "burguesía indígena", sobre todo en Quetzaltenango. Como en el Ecuador, donde hay cierta tradición de asociación indígena con intereses extranjeros, la hay en Guatemala en Totonicapán, con la USAID (Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional). Los pueblos originarios mayas de Guatemala se hicieron conocer en parte gracias a Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz (1992). Dado el año de este Premio, lo de los "500 años de resistencia" es erróneo: sí hubo pueblos originarios que resistieron, a veces por siglos, ciertamente, pero otros colaboraron con la invasión española, desde el actual México y la actual Guatemala hasta la actual Colombia, el actual Ecuador y el actual Perú. En la actual Guatemala, por ejemplo, fue ambigua la actitud de los cakchiqueles, como en el actual Ecuador la de los cañaris. Hay sí, resistencias aguerridas conocidas, como la de los yaquis (en el actual México) o los mapuches (actual Chile). Hay también pueblos originarios que fueron completamente o casi exterminados (lacandones) y civilizaciones que se derrumbaron (azteca e inca).

      El hecho es que Menchú terminó causando revuelo porque se demostró, en la llamada polémica "Menchú/Stoll", que la indígena se había inventado gran parte de su historia ante Elizabeth Burgos Debray, en Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia. El guatemalteco Mario Roberto Morales fue de los pocos que habló del asunto, que es más bien tabú, pese a que Burgos reconoció el trabajo de David Stoll. Menchú sí que supo de "narrativa" y "personaje", no de narración y personalidad, a diferencia de la olvidada boliviana Domitila Chungara, mucho más valiosa. Medio mundo se sirvió de Menchú, en un momento muy distinto al de Chungara. Apenas se toma distancia de Menchú, sobre la base del trabajo de Stoll, empieza la "censura no dicha" en el mdio universitario, que se sirve del "personaje" no tanto por interés por los pueblos originarios, sino para el fund raising, la "recolección de fondos" internacionales, por arriba, así haya que mitificar, como se hace con el "pueblo". Que Menchú mienta no importa: es "valor que se autovaloriza", sin importar la utilidad social (y no puede haberla mucha si se miente). En el origen, es en parte un problema de Cuba y del guatemalteco EGP (Ejército Guerrillero de los Pobres), que utilizaron a Rigoberta Menchú y justificaron cualquier cosa por "la causa". Sucedió en los '80, cuando Estados Unidos decidió volver por sus fueros en América Latina en nombre de "la diversidad": entonces te "acuerdas" de que eres primero indígena y después, si acaso, ser humano, por lo que el "ser indígena" y víctima otorga derechos y libertades sin que sea necesario ser persona. No faltará quien se haga de la vista gorda en nombre de la "otredad" para anular cualquier semejanza: en vez de tanto un blanco mo un indio son capaces de mentir, el segundo es inocente y el primero culpable. Tampoco es posible mencionar que hay pueblos originarios prósperos, o gente indígena contraria a algunos usos y costumbres inhumanos, como lo demostró la oaxaqueña Eufrosina Cruz. Gran parte de lo que se está haciendo sobre los pueblos originarios es ficción, aunque hay importantes excepciones, no escuchadas.

       No es raro que algunos indígenas se metan a curiosos "intercambios" internacionales. Así se echó a perder el boliviano Evo Morales, por el onegeísmo (por las ONGs, organizaciones no gubernamentales)  y la cercanía con estadounidenses acelerados, hasta reventar la izquierda boliviana: Morales se condujo no como el gran organizador sindical que fué, sino como cacique de feudo cocalero, por lo que no se justifica que el exvicepresidente boliviano, Alvaro García Linera, recurra a la importancia del "líder carismático". No queda claro por qué se deba negar que entre los grupos indígenas hay caciquismo, y por algo la palabra "cacique" no es de origen español. Hay buenos trabajos -como en México, de Solange Alberro- que muestran la tendencia de los caciques a unirse con los españoles (alcaldes mayores), para "intermediar" y sacar provecho personal. Evo Morales fue, en parte, producto del onegeísmo de los '80 y '90, y da pena verlo defender al presidente estadounidense Barack Obama o a la señora Hillary Clinton al mismo tiempo que ataca al imperialismo. Las cifras dicen bastante: cerca de un 20 % de voto nulo, más algo arriba del ocho por ciento para Andrónico Rodríguez, ante quien Morales no supo ceder. Morales, encima, incapaz de proceder por ensayo y error, consideró que el voto a la derecha fue de castigo al presidente Luis Arce. No fue lo único: Morales dijo que si se imponía el voto nulo a los demás candidatos, en un 50 %, era como "triunfo de Evo". Según Rodríguez, lo que hizo la actitud de Evo Morales fue "confundir, desanimar, dividir y dispersar el voto popular", hasta "promover la victoria de la derecha"...y favorecer a Estados Unidos. Tal vez sea de "esencia" de ni sé qué y no historia, pero Evo Morales se equivocó como ser humano, y en parte por los que no lo quisieron ver como tal, sino como justamente "esencia", es decir, "poder encarnado".

       Lo anterior viene también a cuento por Vidulfo Rosales, abogado (indígena tlapaneco de Totomixtlahuaca, en la Montaña de Guerrero) de los padres de los "43" (de Ayotzinapa), en México, hasta hace poco y por 11 años. La ONG Centro de la Montaña Tlachinollan  es de las que recibió dinero opaco estadounidense a raíz de la Iniciativa Mérida, gracias a la mediación del magnate George Soros. Rosales era parte de dicho Centro, y se trató de dos cosas, para las cuales se utilizó a los padres de "los 43": de embestir al ejército mexicano y de encubrir lo que sabe Estados Unidos sobre lo sucedido con los de Ayotzinapa y el tráfico de droga desde Guerrero hacia Estados Unidos. Se supone que Rosales es indígena, así que no se puede decir nada, porque la maldad, mezcla de ignorancia y mala voluntad, dirá que está siendo atacado "por ser indígena", por lo que se puede cerrar el caso antes siquiera de abrirlo. El presidente Andrés Manuel López Obrador, de "colmillo" pero no deshonesto, afirmó que ya se sabe qué ocurrió en la llamada "noche de Iguala"; también se sabe que, desde los 80, Estados Unidos decidió servirse de la dizque "sociedad civil" y de la cooptación -muy bien lograda- de intelectuales y universitarios para debilitar al Estado nación. Como es igualmente sabido que desde hace rato los estadounidenses y su legión de antropólogos se dedicaron a hacer labor entre pueblos originarios (por ejemplo, con el Instituto Linguístico de Verano), a la maldad de unos se suma la credulidad de quienes se creen que "originario es bueno" (is beautiful, tal vez), por lo que ni siquiera cabe fijarse en qué es un indio como persona, no como "autóctono". Como se acaba "el patriarcado", la mamitis dicta que el indígena no sea semejante ni prójimo, sino un "otro" al que, como tal, se le debe pasar todo, así dé falso testimonio, quiebre una alternativa o sirva de tapadera de criminales. Vaya con "la otredad": es como "el interés superior de la niñez": el último de los malcriados es un ser de luz, un índigo, un guerrero resiliente o un intocable. Y ahora, el himno de "los 43"... (da click en el botón de reproducción).



ENRIQUE SERNA: CAPERUCITA EN LA ZONA ROJA

 Es probable que el señor Enrique Serna se haya encumbrado no desde la nada, como le ocurre a más de uno, sino por haber sido (no queda clar...