La ciudadana francesa Florence Cassez, alguna vez acusada sin serlo de "secuestradora", logró salir libre por un amparo "liso y llano", hasta donde se consideró que había sido víctima de un montaje televisivo que desvirtuó todo el proceso. A pesar de numerosas demostraciones de que Cassez era inocente, NO fue declarada tal. Dicho sea de paso, las investigaciones de las periodistas Anne Vigna y Emmanuelle Steels dejaron entrever que sí existía una banda de secuestradores, pero protegida por la policía (la entonces AFI, Agencia Federal de Seguridad), y era una banda que no tenía nada que ver con Cassez, en lo absoluto. Esto quiere decir que se había franqueado un límite. En efecto, en tiempos del PRI (Partido Revolucionario Institucional), parte de la conocida eficacia de la policía mexicana estaba en su manera de tener nexos con la delincuencia, pero, eso sí, a favor de la policía, lo que se fue invirtiendo en los años '80. Como ya ha habido ocasión de recordarlo, el político priísta Manlio Fabio Beltrones llegó a decir que con el derechista partido Acción Nacional (PAN), se hacía lo que el PRI, "más lo que se imaginaba que hacía el PRI". El PRI tenía cierto sentido de Estado, pero se perdió entre los '80 y los '90: entonces, fue la delincuencia la que se tomó el gobierno, y éste se puso al servicio del crimen organizado. Es por ello que el secretario de Seguridad del gobierno de Felipe Calderón (2006-2012), Genaro García Luna, se asoció con el cartel de Sinaloa y, en parte también, con el de los Beltrán Leyva, en lo que no fue nunca una "guerra contra las drogas", sino la decisión estadounidense de controlar el mercado monopolizándolo con dicho cartel, favorecido contra sus rivales para "controlar el caos".
Junto con Cassez fue detenido Israel Vallarta. Este permaneció hasta hace poco en la cárcel, sin sentencia, pero es importante señalar lo siguiente. Primero, hay elementos para pensar que Vallarta buscó proteger a los Cassez (ya que Sébastien Cassez, hermano de Florence Cassez, hacía negocios en México) de las extorsiones de alguien llamado Eduardo Margolis, hombre de la comunidad judía en México, muy poderoso, cuyas conexiones tal vez no sean del todo conocidas, aunque entre otras cosas traficaba armas. Margolis, con contactos en la policía, decidió vengarse de Vallarta, y a éste se le fabricó de cabo a rabo un caso. No es fácil de entender que Sébastien Cassez se haya esfumado, ni que, ya liberada, tiempo después, Florence Cassez haya aceptado hablar con Margolis. El que estaba pagando "el pato", como se dice coloquialmente en México, era Vallarta, y junto con él, su familia.
Al poco tiempo se le inventó a Vallarta ser miembro de una banda de secuestradores, "Los Zodiaco". Resulta que no lo era, ni tenía nada que ver, pero que la banda existía y estaba protegida por la AFI, por lo que, entonces, la policía protegía a delincuentes, traficaba influencias con gente como Margolis y fabricaba culpables. La delincuencia se volvió "gobierno", traficando influencias y favores, a cambio de negocios (como los hechos con Margolis, a reserva de saber si las bandas de secuestradores tenían que pagar "cuota" por ser protegidas). Vallarta no quiso salir como Cassez, sino declarado INOCENTE, lo que logró, a diferencia de Cassez, y a reserva de que haya tenido algo que ver (lo que no es seguro) la muerte de la señora Isabel Miranda de Wallace, dedicada a fabricar culpables encontrando contubernios en el aparato judicial, y notoriamente en la FGR (Fiscalía General de la República). Miranda de Wallace, premiada por su "defensa de los Derechos Humanos" y candidata alguna vez a la jefatura de gobierno capitalina, era una delincuente, como su hijo. Se trataba, aquí también, de proteger a la delincuencia fabricando culpables, aunque uno, Brenda Quevedo, logró a estas alturas importantes pasos hacia la libertad.
Juan Rulfo le mostró alguna vez a Elías Trabulse una curiosa crónica de Indias: en caso de delito, los españoles, en vez de agarrar al culpable, se dedicaban a "prender indios", como se decía, es decir, a agarrar al primer indio que encontraran, así fuera inocente, para engañar y aparentar haber hecho justicia. No es nada más el montaje televisivo con Cassez y Vallarta, sino la regresión a tiempos coloniales, limitada en tiempos del PRI, que sí tenía esa práctica, pero no muy propagada y menos con tales espectáculos. Si acaso, lo que a partir de cierto momento era conocido era que la policía, en caso por ejemplo de asalto bancario, llegaba muy tarde y agarraba a quien se dejara para inculpar, aunque ya con Arturo "El Negro" Durazo eran delincuentes, o más precisamente reos, los que salían de la cárcel a asaltar para darle su "parte" a la policía, como lo muestra el filme La cuarta compañía, de 2016.
Andarse con la cantinela de "las víctimas del secuestro" es desconocer que, como casi todo país latinoamericano, México con frecuencia (no siempre) se caracteriza por el ENGAÑO, al que simplemente García Luna "redimensionó". El engaño estuvo en fabricar culpables para proteger a la delincuencia hecha "gobierno" y a los verdaderos delincuentes. Vallarta se ganó a pulso, con la ayuda de su esposa, Maria Sainz (y no faltó cierto apoyo de Cassez) la libertad y la inocencia, y puede tomarse como efecto de la reforma judicial, porque antes, ni una pifia de un mal enterado Adán Augusto López Hernández ni los formalismos anticonstitucionales de Olga Sánchez Cordero ayudaron en nada. El mérito es de Vallarta. Y puede servir de ejemplo de que, como gusta decirse, "SI se puede" frente a lo que para otros no es más que el enfermizo asunto de "saber relacionarse" para influencias y favores y tener una sensación no siempre correcta de omnipotencia. García Luna y su acólito Luis Cárdenas Palomino perdieron su libertad y, en particular, el primero midió mal sus "conexiones" con sus patrones estadounidenses, como más de un narcotraficante, aunque desde luego que se los hará hablar (El Mayo y Caro Quintero) y se los congelará, y no se les dará ninguna pena de muerte. Por criticable que sea, la autodenominada "Cuarta Transformación" no es "lo mismo o peor". Eso es de "demócratas liberales" y "progres" que no consiguen "relacionarse en la grande" (da click en el botón de reproducción).