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miércoles, 20 de agosto de 2025

NOS AMÁBAMOS TANTO

México ha sido, salvo raras excepciones, un país muy tolerante con la inmigración en el siglo XX y lo que va del XXI. Como parte de este fenómeno, lo fue con los exilios: el muy conocido del exilio español, aunque no dejó de tener sus diferencias internas ("los del Vives" y "los del Madrid", por ejemplo), y el guatemalteco en 1954, que le permitió a más de un "chapín" -como se le llega a conocer a un habitante de Guatemala- hacerse de una reputación, intelectual o en la universidad pública, dejando, como más de un español, trabajos de largo aliento, como en los casos de Luis Cardoza y Aragón o de Severo Martínez Peláez. Como ya ha habido ocasión de decirlo, las condiciones de los 80 para los centroamericanos, pese a Rigoberta Menchú, de la que es conocido que se inventó un "personaje", fueron más difíciles (guatemaltecos y salvadoreños, aunque algunos optaron por establecerse en México).

        En el exilio de los '70, muy favorecido por Luis Echeverría y José López Portillo, hubo un poco de todo, incluyendo al ex cura paraguayo a quien no se perseguía en su país de origen, al ecuatoriano que para 1972 ya no era exiliado, habida cuenta del régimen de Guillermo Rodríguez Lara, al chileno que pasó de su armario al aeropuerto para aterrizar de extravagante en las letras (sin ser realmente perseguido) y alguno que otro colado más, que se hicieron en parte pasar por lo que no eran, o a quien se les quiso fabricar una aureola que no tenían, como parte del clientelismo: se adula esperando en contraparte el posible favor. Más de uno fue arrogante -era, por ejemplo, la fama de los muy señoriales peruanos. Otros u otras, hasta de países más bien "tranquilos" como el Uruguay, lograron hacerse de alguna pequeña clientela entre quienes consideran que en la universidad pública no se puede sin padrinazgo. Cierto que se creó un ambiente de debate que aportó, y que venía desde Chile a finales de los 60 y principios de los 70: también, pese a veces a un trabajo escaso, uno que otro, brasileño por ejemplo, deslumbró por su "señorío" y lo que supuestamente conlleva de "trascendencia". Más de uno regresó con las aperturas democráticas, y alguno más prefirió mantenerse al margen del "grupo". Son contados los que se integraron en México, y menos los que no hicieron del "grupo" de exiliados otra forma de clientela y de comparsas de amiguis. 

      Ya había cierto dejo de renta en "sacar la renta" de aparecer en el grupo de amiguis como el "representante de X o Y país", "en nombre de". Más de uno provocó descontento al tener lo que se conoce como un "exilio dorado", con cargos y emolumentos que a veces ni siquiera correspondían con algún título en el país de origen (lo que en uno que otro caso se descubrió en los 80 "a la hora del SNI", Sistema Nacional de Investigadores). Resulta que "el exilio" era en sí un "título". Más de un vivo lo sabía, que decía que el vuelo de Aerolíneas Argentinas de Buenos Aires a México era la mejor manera de graduarse en estudios superiores. Hubo jefes de divisiones de estudios profesionales o de asociaciones de sociólogos que a duras penas llegaban a licenciados. Como acostumbrado, en América Latina, falsa nobleza, ilegítima, ya se ha dicho que con excepciones. Algunos descubrieron un "nicho de mercado" en los 80: ir a su país de origen dando a entender una "gloria" alcanzada en México y usufructuar y gozar en México de la renta de ser "los representantes de". Al igual que gente de otras latitudes, sin faltar de países centrales, no faltaron quienes entendieron que había que dárselas de "chingón", como se decía en México, para hacerla y encontrarse adeptos. Caen redondos: los hay que creen que Francisco Ignacio Taibo Mahojo (Taibo II) es exiliado de algo, cuando no lo es, ni lo era su padre, entre quienes hacían el I/II de comida en comida. Como cuando no quieres que se lea mucho El impostor, de Javier Cercas. No negocio. Renta, con comidas de fines de semana campestres -nos vemos en Tepoz- y otras cosas de tráfico de indulgencias (ah, yo no puedo criticar a X o Y si apenas ayer comí con él y me presentó a su nueva mujer. Etcétera). A más de uno, los privilegios de varios de estos exilios, reales o supuestos, causaron disgusto, menos a "nenas" y "señoras" en busca del favor de algún "gran señor". Algunos resabios quedaron por ejemplo en la organización de "universidades" de la "Cuarta Transformación", con la creencia de que maestros y alumnos son dependientes de la "casa poblada", para traerlos a malas condiciones y la espera del favor de la "real gana" del patrón o la "coronela". ¿Mérito para el cargo? No. Es el supuesto mérito de "la causa".

       Unos, con aire de quien no quiere la cosa, se aprendieron el truquito: el argentino que triunfó en México y que de vez en cuando se crea una gloria en Argentina tratando de servirse de la universidad pública mexicana y sus recursos; el peruano trotamundos a base de hoja de coca que habla en quechua a mexicanos extasiados con cuentas de vidrio (de supuestos indios) y ofrece en el Perú sus relaciones mexicanas; el boliviano del tocho morocho que hace una carrera aparatosa como religioso e hijo de papá (víctima ejecutada por una dictadura) y que dragonea en Bolivia con sus adscripciones mexicanas, o la uruguaya que se hace de cierto poder entre asados y vinitos. A cargo del erario público mexicano y bajo los auspicios de más de una "señora" promotora de "causas" como quien promueve asistencia humanitaria para los niños de Gaza. La típica histérica brasileña que entre poemas y gritos contra Jair Bolsonaro se ahorra trabajar para la universidad pública. Cuando con relaciones se sabe sacar "para la renta", aún estando un poco -o bastante-ocioso, da hasta para amarrarse al aparato diplomático sin saber nada de diplomacia, pero porque la autodenominada "Cuarta Transformación" a veces sigue creyendo en lo que Graham Greene, después de pasar por Tabasco, llamó El poder y la gloria. Si además te ponen los reflectores, harás aunque sea de payaso con tal de sentirte vedette. Desde los '70, sobre todo en la segunda mitad, los tan llevados y traídos exilios, otra forma de saquear el erario universitario (ahora, !estudiándolos!), han tenido un dejo de impostura que se revela entre quienes, ya sin ser perseguidos por nadie, salvo por su ambición, encuentran como ser parte de la universidad cortesana, aunque ilegítima.-Todo está en crearse el personaje, que éste se ponga a una "narrativa" -de víctima- y que sepa del deporte nacional, la extorsión. Algún verdadero exiliado que trabajaba, Marcos Kaplan, predijo (no fue el único) la universidad "lumpen", la otra faceta, tampoco tan nueva, de la universidad cortesana, que desde los '80 se volvió, en parte, lo que se conoce como "agencia de viajes". Si hubo "Edad de Oro", es porque México ha sido lo que se conoce como "La Meca". Lo fue con la música y el cine, irradiando hacia América Latina, y por pocos años para la teoría social. No era ésta última el lugar para el trabajo de largo aliento en los '70, aunque sí lo hubo antes. Fue más bien el "crea fama y échate a dormir". Todavía los hay que creen que "la causa" es licencia -porque es poder- para comportamientos dominantes.

         Otras comunidades, no siempre exiliadas, también fueron bien tratadas en México, como la llamada "sirio-libanesa" (fuerte también en varios otros países de América Latina, incluyendo Haití) y la judía. La tolerancia es al grado de que nadie se acuerda de que la presidentA de México, Claudia Sheinbaum, no es católica ni animista. Con menos tolerancia se toparon en algún momento los chinos en una parte del norte, y también víctimas de Villa en Torreón. Tampoco ha habido especial racismo, como lo muestra Menchú y el tabú sobre sus mentiras, no poca cosa. Ser indígena es hoy otro título, como el de la Suprema Corte. Menos aún racismo contra la población negra o asiática de reciente incorporación, en condiciones de trabajo. Lo que se ha querido decir es que los grandes señores de los 70, los del "don", llegaron a tener privilegios que recrearon con hábitos de hacienda que no tuvieron nada que ver con la "causa" pregonada. Después, ya no quedó más que la renta apenas disimuladamente fraudulenta, y basada en "relaciones", para perjuicio de la institución y de los que optaron, volviéndose incómodos, por el trabajo en profundidad. No fue ni para "capitalismo de amigos", sino el declive oligárquico con los privilegios de la capital mexicana para todo el que "le entre" y acepte la contraparte: no ser nada en términos de persona o de valores para la humanización. "Los encomenderos del otro lado", los llamó el escritor mexicano Juan Rulfo. Y situados lejos de la "honrada medianía" hoy adulterada en "justa", como si tuviera que ver con algún "justo medio" (da click en el botón de reproducción).



ENRIQUE SERNA: CAPERUCITA EN LA ZONA ROJA

 Es probable que el señor Enrique Serna se haya encumbrado no desde la nada, como le ocurre a más de uno, sino por haber sido (no queda clar...