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sábado, 31 de diciembre de 2022

NO QUEMA, PERO TIZNA

 No es raro que en los medios de comunicación masiva y entre sus comentaristas se aliente la creencia de que la política no es más que algo inmundo: conspiraciones, intrigas, traiciones, manipulaciones, servilismos, etcétera, de seres que no tienen más motivo que la ambición de poder, por el poder mismo, si acaso -el psicoanálisis ayuda- por algún resentimiento, como si por lo demás este resorte no existiera más que en las más altas esferas. Es de esperar que no sea la manera que tienen los "liberales-libertarios" de proyectarse. El caso es que en política no hay nada ya no se diga noble, sino ni siquiera el menor principio o convicción, y tampoco el resorte de la razón de Estado. En este sentido, no existen los estadistas, más allá, claro está, de lo que se le atribuye al primer ministro británico Winston Churchill.

       En este orden de cosas, Televisa, con el hijo de un reconocido cineasta mexicano, puede sacar a 50 años de 1968 una serie, "Un extraño enemigo", apta para desdibujar las fronteras entre realidad y ficción, problema al que no son ajenas las jóvenes generaciones. La primera temporada de la serie (2018) colecciona las pifias de antología, pero sin mayor inocencia, puesto que el principal culpable de los sucesos del 2 de octubre, el regente de la Ciudad de México, Alfonso Corona del Rosal, pudo quedar impune y el empresariado y la ultraizquierda prefirieron linchar al mandatario Luis Echeverría, secretario de Gobernación en 1968.

     Lo interesante de la serie no es el tratamiento de Echeverría, sino el de Fernando Gutiérrez Barrios, en 1968 al frente de la Dirección Federal de Seguridad y responsable del Batallón Olimpia encargado el 2 de octubre de capturar a los principales líderes estudiantiles en la capitalina Plaza de las Tres Culturas. La serie termina inculpando a Gutiérrez Barrios de lo ocurrido en Tlatelolco, con uno que otro recurso de ficción (Gutiérrez Barrios apostado dando órdenes desde la torre de la secretaría de Relaciones Exteriores). No nada más Corona del Rosal queda limpio; también el militar Luis Gutiérrez Oropeza, del que en la serie no hay ni las luces. Quienes rodearon la Plaza de francotiradores que dispararon contra la multitud y el ejército se pueden quedar tranquilos.

     Lo que aparece de Gutiérrez Barrios es algo que llega hasta la caricatura. El jefe de la policía secreta mexicana no se mueve más que por la pura ambición, suponiendo que sea la suya y no la que se retrata como la de su mujer, para no hablar de una amante que es retratada como lo más cercano a Elena Garro. Además de matar y torturar, lo único que sabe hacer Gutiérrez Barrios, impulsado por su señora, es ambicionar el poder, sin el menor escrúpulo. Las carambolas pueden hacer que tenga éxito o que le vaya mal. Es todo. La verdad no está en los hechos, sino en la creencia de que todo el que tiene poder no hace más que usarlo en beneficio propio, por ambición y para compensar aunque sea no haber sido más que el hijo del dueño de una paletería veracruzana. Suficiente para ser capitán del ejército, jefe de la policía secreta, subsecretario y secretario de Gobernación, senador de la República y gobernador del estado de  Veracruz.

     La serie le presta a Gutiérrez Barrios desde lo que sí hizo hasta mucho que no hizo. La segunda temporada, más reciente (2022), le carga todavía más la mano. El hilo "libertario" está en la creencia de que basta con ser policía (ni se diga "policía secreto") para ser "malo", es decir, que un jefe de la policía no puede ser más que un villano, y que además, no tendría por qué reprimir. Capturados en el piso 3 del edificio Chihuahua en Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968, los líderes estudiantiles jamás hablaron de haber sido torturados, por ejemplo, aunque las circunstancias en las que fueron hechos presos no fueran de lo más amables, gracias al infiernito desatado por Corona del Rosal y Gutiérrez Oropeza. No es que se justifiquen torturas o desapariciones: es que, contra lo que muestra "Un extraño enemigo", no son la especialidad de Gutiérrez Barrios.

      La gracia está en seguir con el negocio de un empresariado y una súperpotencia que nunca vieron con buenos ojos a Echeverría, el linchado. Rinde más insistir en lo mismo que dar a conocer una verdad que no interesa. No incomoda un sexenio como el de José López Portillo (1976-1982), ni un policía como Arturo Durazo, ni una película como La cuarta compañía, que retrata la escandalosa corrupción del mismo Durazo. Tampoco otro policía, Genaro García Luna. No: el guión dice que se transita del autoritarismo a la democracia, y con el menor estatismo posible. Lo que se haya hecho por razones de Estado no cuenta, o ni siquiera existe: los jóvenes "libertarios", junto al empresariado, están entonces autorizados a lo que sea, sin límites. Ni siquiera se sabe qué piden, salvo "libertad", como la de un líder estudiantil de ser homosexual.

     Si el mundo de los políticos es de caricatura y un jefe de la policía secreta es un villano por el solo hecho de tener tal función, los estudiantes son buenazos por el solo hecho de ser jóvenes, a juzgar por el retrato que se hace del rector Javier Barros Sierra. A fin de cuentas, lo que cuenta es lo que sea negocio, y se identifica con el bien. Es negocio puesto que es lo propio del empresariado que detestó a Echeverría. Y donde está el negocio está el bien y la verdad. Es un poco inexplicable que actores como Daniel Giménez Cacho o Karina Gidi se presten a una visión tan simplona y al margen de las pruebas que se han dado a conocer con el correr de los años, y dan una visión distinta del pasado. Todo pasado fue peor y un error de décadas; sobre el futuro no cabe hacer preguntas y no queda más que "vivir el momento": el 2 de octubre de 1968, luego de haber sido la renta para muchos, es ahora el entretenimiento que se les ofrece a los jóvenes para convencerlos de que los líderes estudiantiles y los muertos -a granel, si es posible- "nos dieron la libertad", incluida la de creernos una estafa que no quema, pero tizna.

     En el año 1997, Gutiérrez Barrios fue secuestrado.. Existió la grabación de una conversación entre el banquero Roberto Hernández y el subsecretario de Relaciones Exteriores, Juan Rebolledo Gout, y éste afirmó: "A Gutiérrez Barrios con el susto que le preparó el doctor Córdoba hace un mes basta". "Usted sabe que con el doctor Córdoba no se juega". Giménez Cacho y Karina Gidi, protagonistas de "Colosio. El asesinato" (2012) tal vez podrían atar algunos cabos. La liquidación del régimen priísta, en efecto, nunca fue una broma, mucho menos para los estadounidenses que le apostaron a la desestabilización en 1968, para empujar a un golpe militar. México mostró no ser una república bananera ni una dictadura, mucho menos "perfecta", pese a lo que quiera ahora aducir cierta ala del lópezobradorismo y la obediencia  a las "Comisiones de la Verdad". No van a lograr quemar: pero tiznar, sí. En éso están. Llegó la felicidad (da click en el botón de reproducción).



jueves, 29 de diciembre de 2022

OTRO NEGOCIO

 Se cumplió este año un aniversario más de la creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y de la derrota crucial del nazi-fascismo en Stalingrado (1942). Es algo que pasó casi desapercibido, salvo para seguir con la criminalización de la experiencia soviética. No es tanto ésta la que cuenta, sino el mensaje del sistema capitalista imperante, que es en el fondo chantaje o extorsión: o las cosas como están, o la escasez y el terror. Cualquiera es libre de creer que el sistema capitalista puede cumplir con la inclusión para todos. Dicho sea de paso, no era el propósito del socialismo, que era para los trabajadores -no para "el pueblo", ni para "la gente", ni para "las masas"-, y no para todos, ya que no recompensaba la explotación ni el parasitismo.

       La criminalización no se sostiene a la luz de las investigaciones serias más recientes. Hacer una historia de la Unión Soviética como si no hubiera existido un cerco -el "cordón sanitario"-, y, sobre todo, como si las conspiraciones desde el exterior y con connivencias locales no hubieran sido una realidad, es falsear las cosas. También es falsearlas seguir a estas alturas inventando cifras, cuando el capítulo ya se ha cerrado. Es probable que la realidad sea lo de menos: más de uno debe seguir para justificarse a sí mismo, cuando no, incluso, para desviar la mirada. En la izquierda, mientras lo que queda de las fuerzas comunistas está muy maltrecho, dado que suele creerse en la versión dominante sobre la experiencia socialista, ya no hay mayor cosa que reivindicar de alternativo y radical, y no suele quedar, salvo en muy contadas excepciones, más que la promesa de inclusión "para todos", en algunos casos de corte medianamente "progresista" o "nacional-popular". Impera el miedo a la exclusión -ciertamente real- infundido por los medios de comunicación masiva. Y es innegable que el sistema socialista también ha tenido sus exclusiones.

       Los que rematan creen en historias que no lo son, porque no son modos serios de historiografiar. Lo curioso es que se trata de réplicas en  "demócrata liberal" del ultraizquierdismo infantil de antaño. El asunto del terror se explica de la manera más simplista: los "buenos pueblos" víctimas de tiranos, dictadores o autócratas sedientos de poder y de sangre, o de autoritarismo y "totalitarismo". En este orden de cosas, se explica tal o cual historia por un solo hombre, como si se tratara de monarquías o regímenes parecidos, como el del zarismo. Esta manera de escribir la Historia es muy antigua y llega a caer en errores gruesos, entre otras cosas porque no se trata más que de "buenos" y "malos". Es lo que ocurre cuando no se va más allá de la caricatura, y lo que queda de visión del pasado soviético es cada vez más caricatura. No hay pues rigor de historiador, sino trazo de caricaturista, a tal grado que la apariencia de "empatía" no es más que éso, apariencia: la experiencia del otro no está recogida en sus propios términos, sino que se reduce a trazos simplones para "encajarla" mejor en el mensaje actual. El agregado de testimonios no suele hacer más que dar verosimilitud, para quien quiera confundir lo verdadero con lo verosímil.

     La Unión Soviética se fundó hace un siglo. La batalla de Stalingrado tuvo lugar apenas 20 años después, y han pasado 80 años. No hay mayor motivo para que los "demócratas liberales" y los "libertarios" respondan de actos que no fueron los suyos. Lo que tienen que explicar es si la "democracia sin adjetivos" y el "libre mercado" pueden cumplir con sus promesas, atención, suponiendo que las haya, salvo que deban tomarse por tales la Agenda 2030 de Naciones Unidas y objetivos por el estilo, los Derechos Humanos (los de la Declaración de 1948 están lejísimos de existir en la práctica) o que la "libertad de elegir" no sea, como cierto tipo de democracia, más que una formalidad, al igual que "los derechos y libertades", a falta, para empezar, de libertad sustantiva. Los "demócratas liberales" y los "libertarios" deben responder por sus propios actos, y en sus propios términos. Justificarse descalificando al otro no es responsable.

     Y es que tampoco interesa ser responsable, sino hacer negocio con la experiencia soviética. Despotricar contra ella sigue siendo una posibilidad de llevarse un "plus" y desbancar a un rival, sin que cuente en lo más mínimo la experiencia aludida, en el fondo. El testimonio agregado es algo ya algo viejo: tiene más de medio siglo, considerando los inicios del escritor Alexandr Solzhenitsyn, alguien dado a las cifras más disparatadas sobre las represiones soviéticas, pero digno de elogio para el actual gobierno ruso, que no es ajeno a los negocios. A estas alturas, salvo excepciones, hablar de la Unión Soviética, la escasez y el terror es tan negocio que las cifras deben manejarse por millones, así sean irreales: se trata de "vender la idea" y buscar quien quiera "comprársela", desde luego que por algún interés, y al parecer sin temor a la estafa. Como toda del tipo, necesita de grandilocuencia. La pregunta como quiera es errónea: es otra, ¿creen los "demócratas liberales" y los "libertarios" poder responder por el estado actual del mundo, o es que están convencidos de que con dinero se sale impune de lo que sea?. Dejemos las cosas con el actual himno ruso (da click en el botón de reproducción).



martes, 27 de diciembre de 2022

SER SUSPICACES

 Es probable que si lo que hoy le ocurre al ex presidente estadounidense Donald Trump le ocurriera a un líder progresista, la izquierda estaría poniendo el grito en el cielo por lawfare.

      Demócratas y buena parte de los Republicanos están buscando inhabilitar a Trump como candidato para las elecciones de 2024, acusándolo de mil y un cosas, desde delitos fiscales hasta incitación a la rebelión por lo ocurrido en el Capitolio de Washington, capital estadounidense, poco antes de la asunción del actual mandatario Joseph Biden.

      Trump ha sugerido que deberían emprenderse de inmediato negociaciones para poner fin al conflicto en Ucrania, en vez de seguir en la escalada. Lejos de esta posición, el Congreso de Estados Unidos y el partido de la guerra, el partido Demócrata, recibieron como héroe al presidente ucraniano Volodímir Zelenski, para prometerle más ayuda militar, misiles Patriot incluidos. Biden volvió a cerrar toda puerta a una posible negociación, sugerida también por el presidente ruso Vladimir Putin.

     Se puede buscar acusar a Trump de muchas cosas, como de "fascismo", pero una reconstitución minuciosa de lo sucedido en el Capitolio no lo señala como culpable, ni quedó realmente claro el modo de Biden de ganar las elecciones. Como Trump es un outsider, contra él se fueron desde los Demócratas hasta alguien como el ex presidente republicano George W. Bush, de quien la izquierda progresista dijo en su momento que era un "fascista". Algunos han recordado que Trump fue en Estados Unidos uno de los pocos en atreverse a contradecir la versión oficial de los "atentados" del 11 de septiembre de 2001. Durante su presidencia, Trump no libró ninguna guerra y se distanció del llamado "Estado profundo". Trump quiso por lo demás que se investigaran los siniestros negocios de Hunter, hijo de Joseph Biden, en Ucrania. Del tema no se ha vuelto a hablar. Tampoco se ha señalado quién es la Victoria Nuland, funcionaria del gobierno de Biden, que fue a asegurarse de las "buenas migas" con el actual presidente colombiano Gustavo Petro. Nuland, casada con un ideólogo "neocon" estadounidense (Robert Kagan), estuvo entre las instigadoras del Euromaidán ucraniano de 2014 que llevó al neonazismo al poder. Nuland fue representante permanente de Estados Unidos ante la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), portavoz del Departamento de Estado estadounidense y es subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos.

     Trump no sobresalió por algún imperialismo, lo que asustó al "Estado profundo" y a los "socios y aliados". La política exterior de Biden ha sido imperialista, pero se trata de una palabra que la izquierda progresista ha dejado de usar. Gente como el presidente entrante de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, no ha dudado en celebrar a Biden contra Trump. Buena parte de la izquierda progresista, en el Grupo de Puebla y en la Internacional Progresista, se ha estado deslizando hacia la deshonestidad y la coincidencia en más de un punto con los "demócratas liberales". No se trata de defender a Trump a ultranza, pero tampoco de etiquetarlo como lo quieren los grandes medios de comunicación masiva ni de caer en brazos de Biden. Cuestión de suspicacia (da click en el botón de reproducción).



domingo, 25 de diciembre de 2022

¿QUIÉN MANDA?

Los elementos disponibles hasta ahora hacen pensar que el depuesto presidente peruano, Pedro Castillo, cayó en una trampa y cometió un error garrafal. Al parecer, Castillo llegó a creer que el Congreso del Perú declararía la vacancia, aunque mucho parecía indicar que no sería así. la hoy ex primera ministra Betssy Chávez y el ex primer ministro Aníbal Torres habrían jugado un papel en la decisión errónea de Castillo.  Queda por dilucidar el papel del ministro del Interior y de el de Defensa, Gustavo Bobbio, quien, recién nombrado, había corrido ya a entrevistarse con la embajada de Estados Unidos en Lima, capital peruana.

     Todo lo anterior no es motivo para exhibir una constitucionalidad que parece bastante dudosa. Puede tomarse como ejemplo lo ocurrido cuando fue destituido el presidente Martín Vizcarra: para ese momento, en 2020, 68 congresistas estaban siendo investigados por el Ministerio público debido a diversos delitos, sin contar a otros 13 cuyos casos acababan de ser archivados. Para noviembre de 2022, poco antes de que cayera Castillo, más de 27 congresistas peruanos estaban siendo investigados, condenados o prófugos de la Justicia, pero sin ser tocados y "trabajando" -es un decir.  Ya existía el antecedente de los llamados "Mamanivideos", cuando Kenji Fujimori, hijo de Alberto Fujimori, y congresistas de Fuerza Popular (fujimorista) buscaron comprar a otros congresistas al tratarse la vacancia del presidente Pedro Pablo Kuczynski. En estas circunstancias, habida cuenta del silencio sobre esta problemática, el Congreso peruano no tiene gran credibilidad que digamos, y no queda claro lo que se entiende por "establecimiento de la legalidad" si una parte del Legislativo se encuentra tranquilamente al margen de ella.

     No es la primera vez que en líder de origen popular cae en una trampa. Ya le había sucedido al mandatario boliviano Evo Morales al persistir en la voluntad de reelección: por referéndum en 2016, ciertamente apretado y en el cual los medios de comunicación jugaron un papel nefasto, Morales quedó impedido de volver a un mandato más y debía terminar en 2020. No era necesario ir a buscar una resolución del Tribunal Constitucional que le permitiera al líder boliviano presentarse de nuevo "para no atentar contra sus derechos políticos". Lo dicho no quita que Morales no hizo trampa cuando le fue robado el triunfo en 2019, algo de lo que hay pruebas contundentes aportadas, para más señas, desde Estados Unidos e instancias no especialmente izquierdistas.

     El problema llega más lejos, puesto que el líder brasileño Luiz Inácio Lula da Silva criticó a Morales por haber buscado la reelección a toda costa. Esta visión de las cosas no le impidió a Lula lanzarse otra vez  como el "hombre imprescindible" a ganar las más recientes elecciones de Brasil, de manera muy apretada, algo que sus partidarios no habían previsto.

     Esta colección de errores no significa que la derecha juegue limpio, hasta donde aprovecha su posición predominante en los medios de comunicación masiva para fabricar lo que sea, como le venía ocurriendo a Castillo, como le ocurrió a Morales en el referéndum mencionado y como trató de hacérsele a Lula.

     Son, entonces, dos ingredientes que se encuentran por ejemplo en México: no le faltan errores y recurrentes caídas en trampas al presidente Andrés Manuel López Obrador, el más reciente con la candidatura de la ministra Yasmin Esquivel, por lo demás esposa de un empresario favorito del actual gobierno, José María Rioboó. Es igualmente cierto que López Obrador dista de estar bien rodeado: no hubo prácticamente ni un alma para recoger su idea de hacer germinar un humanismo mexicano. Cero. Pero tampoco se puede desconocer que el grueso de los medios de comunicación masiva se encuentra en el límite entre el engaño -de graves repercusiones- y la estafa. Como lo decía palabras más, palabras menos recientemente Pedro Miguel, periodista de vez en cuando atinado en su apoyo al lópezobradorismo, el pedido de los medios al presidente es el siguiente: "permítanos que lo difamemos, lo calumniemos y lo insultemos, y permanezca con la boca callada". Los medios, en todos los casos mencionados, han estando ocupando el espacio en principio público de tal modo que no hay debate posible de programas, ni sobre el Estado nación que se quiere a futuro, ni sobre los problemas sociales. Se trata más bien de entretener a la gente en dimes y diretes -sin negar los múltiples errores mencionados- hasta "marear el punto", como se dice en México, de tal modo que el punto en cuestión quede desplazado hacia donde lo quieren colocar los medios en cuestión, y los intereses que representan. Es un riesgo si no hay cómo contrarrestar esta privatización del espacio público. Como atinadamente lo señaló hace poco en México la escritora Sabina Berman, toca a la ley y no a la horda decidir sobre determinados casos: los linchamientos están de más, incluso cuando lo hace por ejemplo la izquierda contra un presidente como el brasileño saliente Jair Bolsonaro, por no decir que contra el mandatario salvadoreño Nayib Bukele, quien encontró un resquicio dudoso para reelegirse, por mucho que tenga a su favor, por lo demás. También serían las cosas más diáfanas si no hubiera un uso de la Ley tan endeble en América Latina, al grado que en más de un caso parezca que son los medios mencionados los que se han tomado la atribución de "hacer la ley", entiéndase que "su ley". Como sea: del Perú (da click en el botón de reproducción).



























































































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jueves, 22 de diciembre de 2022

¿QUIÉN ES MÁS GRANDILOCUENTE?

 Argentina tiene cierto don...

      Argentino, el Papa Francisco declaró hace poco que la guerra en Ucrania es "una derrota para la Humanidad", sin que quede claro por qué. La idea de una Humanidad compartida desapareció en los años '80 y '90, con la creencia en la superioridad de un país sobre los demás. Más que de una derrota para la Humanidad, hasta ahora parece tratarse de una derrota para Ucrania y de un conflicto limitado, de los poquísimos que quedan en el mundo.

     Pero el don, compartido por otros latinoamericanos, parece ser el de la grandilocuencia. Más de un presidente y ex presidente "progresista" festejó el triunfo de Argentina en la reciente Copa Mundial futbolera de Catar. Lo hizo el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (¿está realmente en sus funciones?) en un arranque verbal sobre el "compromiso social" de Diego Armando Maradona. Rafael Correa, ex mandatario del Ecuador con ciertas dificultades ocasionales para salir del "club de amigos", encontró el "lado humano" del astro argentino Lionel Messi. Todo lo anterior, sin importar mucho la forma en que Argentina llegó a la final de la Copa (quede para los "especialistas" el entender algunos penaltis o la manera argentina, muy poco deportiva, de humillar a los holandeses). Después de todo, se vale la maña: que lo diga si no la mano de Maradona.

      El lado humano de Messi consistiría en haberse mostrado contrario a la desigualdad social. Hay distintas formas de entender el asunto: se puede querer "hacer más ricos a los pobres", pero también "más pobres a los ricos" si la riqueza es insultante y debiera ser distribuida de otro modo que con promesas de inclusión. Y es que en el mundo actual es raro que indigne la riqueza extrema, o que parezca incluso inhumana. Es simpática esa costumbre de hablar del "lado humano" de tal o cual; es de suponer que hay otro lado "inhumano". Y es que con Messi lo hay.

      Vamos, lo anterior viene a cuento porque Lionel Messi gana 10,5 millones de dólares al mes y un salario semanal de 2,4 millones de dólares. ¿En qué parte alguien explotado, como lo es Messi, gana 14 mil dólares la hora? Esto es lo que está dispuesto a pagar un sistema como el capitalista no por amor al deporte, sino para servirse de éste para enajenar o alienar a la gente.

     Cuando el equipo argentino volvió desde Catar a su país, fue recibido por una cifra difícil de calcular de argentinos: cientos de miles, por lo bajo. Es el tipo de movilización que no puede ocurrir por una condena injusta contra la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner, por apoyo al presidente Alberto Fernández (de popularidad por los suelos) o para protestar por las condiciones del Fondo Monetario Internacional. Se puede decir de otro modo, sin descartar los coches de lujo, las residencias de la misma índole desde España hasta Miami, en Estados Unidos, el jet privado y negocios adicionales que redondean el sueldo (porque no se trata de ganancias): las masas argentinas únicamente se vuelcan en grande a la calle para compartir un sueño de grandeza e idolatrar a quien gana 14 mil dólares la hora. No es muy entendible que la izquierda comulgue, salvo que crea que, por ser de masas y en algunos aspectos popular, la enajenación es también algo loable. Si el presidente colombiano Gustavo Petro no tuviera mayores resultados, tal vez las masas de Colombia puedan volcarse a las calles en actos multitudinarios para festejar a Shakira. No faltará quien salga con una perorata sobre la universalidad de la Patria Grande, cuando no es más que cierta universalidad de la enajenación capitalista.

     Que alguien le muestre al otro rock star - Francisco- la nueva bandera de Ucrania, al menos a juzgar por el representante de este país ante Naciones Unidas:




martes, 20 de diciembre de 2022

SALUDA A TUS AMIGOS

 La presidente de Honduras, Xiomara Castro, de centro-izquierda, no deja de ser un caso curioso, puesto que se ha declarado partidaria del socialismo, en este caso, del "socialismo democrático".  Es parte de la "banda" del progresismo latinoamericano. Castro cuenta actualmente con una popularidad muy alta, de las mayores de America Latina: cerca del 70 por ciento de la población la apoya.

     El hecho es que Castro decidió lanzar una fuerte operación contra el pandillerismo en Honduras, y en particular contra la extorsión. Habrá que ver si la izquierda se escandaliza como con el presidente salvadoreño Nayib Bukele, aunque lo cierto es que, en el país centroamericano, los organismos de Derechos Humanos y las organizaciones no gubernamentales (ONGs) ya están "muy vigilantes", sin que parezcan haberlo estado antes.

     Cabe señalar que 200 mil familias en Honduras se han visto obligadas a dejar sus casas y eventualmente a emigrar antes las extorsiones en años recientes. Hay más, porque afecta directamente al mundo del trabajo: la friolera de tres mil chóferes de autobús ha muerto a manos de pandilleros, sin protesta de Derechos Humanos ni de ONGs. Este es el mundo lumpen del capitalismo desde hace rato: permisivo con la delincuencia, que es hecha pasar por "víctima de las circunstancias", y represiva con quienes se ganan la vida trabajando, hasta hace poco sin "derechos y libertades", salvo la "libertad" de hacerse ejecutar por algún marginado o excluído.

     El calvario no termina aquí: quienes han migrado desde Honduras han sido utilizados por activistas de filiación conocida en Estados Unidos -lo denunció en su momento la secretaría de Gobernación mexicana- mediante las "caravanas" para meter en problemas a México. Todo ésto consiste en convertir la pobreza en un negocio o, si se quiere, en lucrar con ella, al igual que con la violencia. Hay un mar de especialistas en el asunto y en el llevado y traído tema de las migraciones. Lo que no existe tanto es quien explique lo que significa trabajar -siendo con frecuencia, por lo demás, explotado- poniendo la vida en riesgo, como si no fuera más que el caso de los migrantes. Se trata de un desconocimiento flagrante de lo que sucede abajo en la "sociedad", por descomposición y, también, por negocios como el del narcotráfico, que ha pesado en hacer de una ciudad como la hondureña de San Pedro Sula una de las más violentas del mundo. ¿Hay quien crea que se trata nada más de pandillas de vagos del barrio?

      El plan de Castro incluye el toque de queda parcial en San Pedro Sula y en Tegucigalpa, capital hondureña, ciudades donde 160 colonias están en manos de la delincuencia. No queda claro si se procederá a una represión efectiva como la llevada a cabo en El Salvador, habida cuenta del más bien bajo número de refuerzos policíacos hondureños  (20 mil agentes).

     Tampoco queda claro por qué ya se ha puesto el grito en el cielo por la "militarización", como si no fuera necesaria la represión contra la delincuencia organizada y ésta no fuera más que un sector más de la sociedad con "derechos y libertades" tácitamente admitidos, y que sirven para "aquietar" al mundo del trabajo y parte de las capas medias infundiendo miedo, como lo recrean sistemáticamente los medios de comunicación masiva predominantes, que se encargan de agrandar el problema. Recae sobre la gente de trabajo atosigada por la parte lumpen del pueblo; después de todo, parte de las capas medias, no todas, pero sobre todo la gente de dinero vive de tal forma que tiende a moverse en espacios de seguridad privada ajenos al impacto que recae en el mundo del trabajo desprotegido. Es desde aquel acomodo que se juega todo el tiempo la difusión de la inseguridad y el curioso rechazo a medidas de fuerza de gran impacto contra la delincuencia. Más balazos y menos abrazos, por el derecho de vivir en paz, si acaso Xiomara Castro se atreviera a ir a fondo contra ese gran aliado de las oligarquías que es el lumpen.





domingo, 18 de diciembre de 2022

CUANDO OCURRE EL DESLIZ...

Gracias a una vieja trayectoria que se remonta a la Colonia, en América Latina se desconoce a partir de qué nivel de ingreso -a falta de hábitos cívicos- puede considerase que una persona es responsable de sus actos. Mucha gente de escasos recursos lo es, porque tiene a su carga un trabajo, sin que pueda decirse forzosamente lo mismo de gente acomodada, capaz de destruir una economía entera por aplicar a ciegas algún modelo. Sin embargo, la idea de que la gente de abajo delinque por escasez de recursos y/o falta de oportunidades está arraigada: los pobres, como víctimas de la pobreza, no tienen ninguna responsabilidad de nada, sino que son inocentes casi por definición.
     Es en estas condiciones que el periódico mexicano de izquierda La Jornada denuncia lo que considera el "sombrío récord" de pandilleros detenidos en 260 días en El Salvador, unos 60 mil, y las "atroces violaciones a los Derechos Humanos" que ésto supone. Hay una nueva palabreja para este tipo de situaciones: resulta que es "populismo penal". El rotativo considera que con políticas como la salvadoreña sólo se exacerban los problemas de fondo, puesto que el origen de todo está en la pobreza, la desigualdad, la marginación y la "exasperante falta de oportunidades", claro está, del "neoliberalismo". Encima, el periódico mexicano se inventa que los recursos destinados a liquidar el pandillerismo se restarán a la salud, la educación, la cultura, la vivienda y el trabajo, por lo que se recrudecerán las "carencias" y con ello, las situaciones "incontrolables". Por si fuera de interés, lo que ha hecho el Salvador es poner en la cárcel al equivalente de un millón 300 mil mexicanos, de una población de más de 120 millones.
     Las pandillas salvadoreñas, o maras, de origen estadounidense (angelino en particular), no se caracterizan por la suavidad en sus métodos: son homicidas. Si el actual gobierno salvadoreño tiene un 85 por ciento de popularidad, además de realizar programas sociales que la izquierda desconoce, es porque la gente de escasos recursos, pobre, y que vive en medio de la desigualdad siente que puede, para empezar, salir a ganarse la vida honradamente sin correr el riesgo de ser asaltada, violada, ejecutada o lo que se quiera, además de que esa misma gente con carencias puede disfrutar sin peligro de salir a pasear un poco, por ejemplo, o de ir a visitar a sus familiares. No se está hablando de los marginados, sino de la gente con carencias que escoge ganarse la vida de otro modo que asesinando, extorsionando, cobrando derecho de piso, etcétera. ¿Qué extraña visión es ésa que confunde escasos recursos con marginación o pobreza con exclusión? Es la visión de los ricos y del lenguaje de los organismos internacionales y los medios universitarios. ¿Qué es lo que se puede salir de control si la gente que trabaja puede hacerlo con tranquilidad y seguridad, incluyendo la seguridad en su ingreso?¿Los Derechos Humanos de la gente trabajadora no cuentan?
     Da un poquito de pena decirlo, pero no queda claro por qué la delincuencia, más con fuertes tendencias homicidas, no debiera ser perseguida con toda la dureza del caso, y castigada. Los motines carcelarios no ocurren en El Salvador, por cierto, en cuyas prisiones se han tomado medidas de lo más elementales como prohibir teléfonos móviles e internet para que los centros de reclusión no sean centros de mando del crimen organizado.
     Es el colmo que La Jornada hable de la necesidad de una "mínima vigencia de la civilización", por contraste con la "inhumanidad" del gobierno salvadoreño. Esta es la gente con la que se debe ser "mínimamente civilizado" y "humano", y ésto es lo que, a juicio del periódico mexicano, producen "las carencias":.




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jueves, 15 de diciembre de 2022

MADRUGAR NO AYUDA

 Habrá que mostrar con detenimiento qué sucedió con el mandatario peruano Pedro Castillo, acusado de "golpe de Estado" a partir de una visión muy particular de la constitucionalidad, que entre otras cosas nunca obligó al Congreso peruano a legislar. Quien salió ganando de inmediato fue la bancada fujimorista: por si no se sabe, o no se ha repetido lo suficiente, casi no hay miembro de la familia Fujimori que no esté involucrado en asuntos de corrupción verdaderos y no fabricados, a diferencia de Castillo. Alberto Fujimori se afianzó en 1992 en el gobierno con un "autogolpe" que no sólo disolvió el Congreso, sino que desembocó en una nueva Constitución de la que se sirven muchos congresistas para no dejar gobernar a nadie, y mucho menos a quien, como Castillo, tiene orígenes populares y quiere mejores condiciones de vida para el pueblo peruano. Cualquiera sea la interpretación de lo que hizo Castillo, no dijo nada falso en su más reciente mensaje a la nación, pero el problema no está aquí.

     El equipo de Castillo se había preparado para otra cosa: un discurso a un Congreso del que se sabía, a grandes rasgos, que no iba a obtener los votos suficientes para declarar la vacancia presidencial, incluidos los de Perú Libre, de izquierda. En este sentido, no parecía venir mucho al caso que Castillo se "adelantara" a algo que no tenía muchas probabilidades de suceder. Castillo estaba listo para presentarse ante el Congreso. Puede ser que se haya precipitado bajo influencia de Betssy Chávez y Aníbal Torres, ambos ligados a Peru Libre.

     Lo que no queda claro es qué pudo suceder para que hubiera un giro aparente. El problema está en la posibilidad de que el presidente peruano haya sido coaccionado: por el ministro del Interior, Willy Huerta, por alguna gente de ultraizquierda (¿qué papel jugaron en efecto Chávez y Torres?) y encima, drogado o algo parecido para lanzar un mensaje que nadie sabe bien a bien quién preparó.¿Los dictadores salen ante las cámaras temblando, como Castillo? ¿Por qué Castillo no recordaba haber dado el mensaje a la nación?¿Por qué Castillo ya detenido se negó a pasar pruebas toxicológicas?¿Qué sucedió exactamente en la mañana del 7 de diciembre, día del supuesto golpe?¿Por qué su consejero y abogado Aníbal Torres tuvo que pasar a la clandestinidad y declaró que se trata de un mensaje parlamentario para que nadie de pueblo se atreva a querer gobernar en el Perú? Pero, lo que es más: teniendo prácticamente la seguridad de que el Congreso no lo iba a "vacar", ¿por qué Castillo hizo algo tan torpe como colocarse en situación de que lo "vacaran"? Ni el dirigente de Peru Libre, Vladimir Cerrón, tiene claro qué sucedió, salvo que se haya temido erróneamente un cambio de voto del Bloque Magisterial. Dicho sea de paso, la inmunidad presidencial de Castillo no fue respetada por la policía que prácticamente lo secuestró.

     Lo que es un hecho es que no cabe comparación entre Castillo y Fujimori, si se atiende al significado de las cosas y se deja de lado el "striptís" moral para "mostrarnos los atributos constitucionales". Si a Fujimori se lo dejó hacer, a Castillo se le hizo la guerra desde antes de que venciera, se le quiso atribuir "fraude" en la victoria (desde el fujimorismo de Keiko Fujimori), se le intentaron dos vacancias -era la tercera intentona, con extrañezas sobre el modo de interpretar la denegación de confianza- y se le negó el gobierno desde las instancias legislativa y judicial, buscando fabricarle cualquier cosa -sin que gente como la empresaria Karelim López pudiera probar nada-y obstruyéndole 70 iniciativas, algo sin precedente en la historia del Perú. ¿Quién ha garantizado que las instancias parlamentaria -hoy poco representativa- y Judicial peruanas no sean corruptas? De lo que se acusa ahora a Castillo no está tipificado como delito.

     Es una auténtica pena que el progresista Grupo de Puebla se haya callado y no haya abierto la boca sobre los recurrentes intentos de "criminalización" contra Castillo, pero que además haya aceptado sin más a Dina Boluarte, que se apresuró a consultar con la embajada estadounidense- sin que se haya aclarado lo sucedido. ¿El Grupo de Puebla no quiso darse cuenta de lo que se le fabricaba a Castillo? Música peruana, mientras tanto (da click en el botón de reproducción).



domingo, 11 de diciembre de 2022

LOS LIBERTARIOS

 Una de las candidatas -aún no oficiales- a la presidencia de México en el 2024, la jefe de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, es una persona honesta, pero sin cultura política, porque ésta no se consigue con el activismo, sino con formación, algo que se ha abandonado. Dicho de otra manera, Sheinbaum carece de formación política, al grado de que no parece entender qué es el pueblo, ni la necesidad de darle a éste acceso a la misma formación ya mencionada: no se trata de adoctrinar, sino de hábitos cívicos, propios de una república ("cosa pública"), lo que tiene sin cuidado a la jefe de gobierno y a más de un progresista, por más interesados que estén en "la educación". Basta con ver el caos habitual del tráfico en la capital mexicana-pero también de otros comportamientos- para constatar que no hay interés en hábitos cívicos, con lo que no se entiende muy bien de qué trata la "ciudadanía". 

     Hace algún tiempo, el gobierno de la Cdmx pagó un buen dinero para que se presentara en el Zócalo capitalino el Grupo Firme, que se puede escuchar más abajo (da click en el botón de reproducción). Dejemos de lado que se quiera presumir que se trata de música, o de observar que son cuatro sexenios al estilo musical abierta o apenas disimuladamente narco. Lo que evidencia el Grupo Firme es un "paso al acto" que revela pre-fascismo conductual. Es por la actitud en general, en las antípodas no nada más del hábito cívico, sino del menor respeto. Es es la ausencia de esta forma que se denota el pre-fascismo mencionado, y es lo que Sheinbaum no tiene inconveniente en ofrecerle al pueblo, al igual que Beatriz Gutiérrez Muller. Si es "lo que le gusta a la gente", no se trata más que de demagogia, pero sin tener la menor idea de lo que puede estar sucediendo ya no en el pueblo, sino entre la gente. La otra explicación posible es el arranque libertario, que no considera anormal las costumbres licenciosas.

     La cosa no termina aquí, para mala fortuna de la activista.  Sheinbaum buscó al puertorriqueño Bad Bunny (da click en el botón de reproducción) para un concierto en el Zócalo. Se puede ver abajo qué música y puesta en escena propone Bad Bunny. También es pre-fascismo conductual, con la escenificación del "paso al acto" de la agresión. Es la versión subdesarrollada del gringo que se cree que todo le está permitido. Es posible pensar en demagogia hacia los jóvenes, como si el hecho de serlo les diera automáticamente la razón en sus gustos. Y puede estar también el ingrediente libertario que no se incomoda con la liberalización de las costumbres. 

     Gran parte de la responsabilidad -no asumida como tal- recae en la Secretaría de Cultura, a cargo de Alejandra Frausto. Pero queda claro que Sheinbaum, sin formación política, y por honesta que sea, se presta a la demagogia si se le aparece como una "causa" y a los derrapes libertarios. Tal vez sea lo que quiera reclamar ahora la izquierda, pero, insistamos, no hay cómo encontrar en estos gestos hacia el pueblo o hacia los jóvenes el menor interés por darles algo distinto que la violencia convertida en una forma más de entretenimiento. Es la misma gente que se queja de las agresiones hacia las mujeres, por lo demás, así que, con una parte de la clase media al timón, el ingrediente popular que puso López Obrador puede terminar de diluirse, rodeado como está el mandatario mexicano de este espíritu liberal-libertario (liberal hasta donde Sheinbaum ya se mostró yendo a hacer ejercicio con el magnate Carlos Slim). No se hace absolutamente nada contra la conversión de la mujer en objeto y se fomenta -hasta López Obrador termina haciéndolo- la violencia como una diversión más, sin que al parecer haya relación con las agresiones contra las mujeres. Se acabaron las relaciones de causa a efecto.












Y CONCRETAR LA JUSTICIA

 En diciembre de 1981, en plena guerra interna en El Salvador, el ejército de este país (Batallón Atlácatl) perpetró en el caserío El Mozote y lugares aledaños, en el norte del departamento de Morazán, la matanza de cerca de mil personas, la mitad de ellos niños. Este hecho es considerado una de las peores masacres en la historia moderna de América Latina e incluso del hemisferio occidental.

      De inmediato llegó la impunidad. Luego de firmados los Acuerdos de Paz, en 1992, la impunidad siguió con los gobiernos de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), de extrema derecha. Se esperaba que las cosas cambiaran con los gobiernos de izquierda del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), pero no fue así, más allá de lo declarativo y de los eventos sociales.

     Lo que estuvo sucediendo, en algo no muy distinto de Haití, es que políticos, asociaciones y organizaciones no gubernamentales (ONGs) estuvieron "sacando la renta" de la tragedia, salvo excepciones, al recibir donaciones que fueron a parar a sus bolsillos y no a los necesitados de ayuda.

      Con el gobierno salvadoreño actual, de Nayib Bukele, el asunto cambió. En efecto, se decidió invertir en el caserío (infraestructura, centros de salud, escuelas...) para que cambie la situación de sus habitantes y, también, a modo de reparación del daño, lo que no había llegado antes. La idea ha sido que no se olvide lo sucedido, pero también dejar de regodearse en el tema con tal de "sacar la renta" para mejor, buscar darles un buen porvenir a los lugareños de El Mozote.

     El hecho debe contrastar con el hábito de lucrar con las tragedias y servirse del pueblo -sin que su situación cambie- para lucimiento personal y lo dicho, una "renta", algo de lo que no necesita Bukele. Así, lo que cuenta es que, por fin, la herida cierre de verdad -en vez de estarse a reomover la llaga por conveniencia- dándole a la gente afectada el futuro que alguna vez se le quiso quitar. Becas universitarias, centro de atención geriátrica (y club de la "cuarta edad"), pavimentación e iluminación, estación de policía (incluyendo policía montada), canchas deportivas, internet de buena calidad y entrega de computadoras y tablets al 100 por ciento de estudiantes de cuarto grado en adelante, drenaje, tratamiento de aguas negras y restauración de iglesias y monumentos históricos. Es una forma efectiva de justicia, pero no parece digna de mención entre los medios de comunicación masiva dominantes que dicen velar por el lado "humanitario" de las cosas y por los Derechos Humanos. Son varios los países de América Latina que se merecerían este tipo de acciones concretas -atención Colombia- y no una nutrición alta en palabras.. A la antigua antes de la guerra en El Salvador (da click en el botón de reproducción).


jueves, 8 de diciembre de 2022

NUEVO PARTIDO: PERÚ IMPOSIBLE

 Hay gente que muestra sus supuestos atributos democráticos de la misma manera en que los hooligans ingleses han acostumbrado mostrar el trasero: con un insolente rechazo a cualquier posibilidad de transformación social, puesto que ésta no interesa, sino que de lo que se trata es de "inclusión" a un estado de cosas dado.

     En este orden de cosas, no faltan mujeres a las cuales felicitar: pudo haber sido ayer Jeanine Añez en Bolivia, y puede serlo ahora Dina Boluarte en el Perú.

     Ciertas formas de indignación moral también tienen algo de vandálico. Si Alberto Fujimori dió un "autogolpe" en 1992 y disolvió el Congreso, no fue mayormente incomodado. Fujimori gobernó el Perú por un buen rato. Su hija es campeona de la democracia: acaba de hacer su respectivo "striptís" para mostrarnos sus atributos constitucionales, pese a estar metida en líos de corrupción, de lo que no se está hablando (por lo que no importa).

     El depuesto presidente peruano, Pedro Castillo, intentó solicitar asilo en México. Lo que hay que castigar es que el mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, haya decidido no chuparse el dedo. Es preferible una exhibición de democracia y gran apego a la Constitución que la posibilidad de hablar de frente. No: lo que se está pidiendo es la participación en un ritual contra Castillo que dura desde antes de que ganara la presidencia. El mejor teibolero para enseñarnos el tamaño de sus pelotas democráticas es Luiz Inácio Lula da Silva:  "entiendo que todo fue remitido en el marco constitucional ", afirmó, para deshacerse de todas sus ropas populares y agregar que lo que se necesita es "diálogo, tolerancia y convivencia democrática" (no importa que así se semeje una invitación a una charla de café), además de una "senda de desarrollo y paz". Un poco más y se quita también la tanga. Digamos que no deja de tener algo de obsceno salir así a decir tamañas palabrotas que no tienen más significado que el de "mostrarse" a los ojos del público. Mesa que más aplauda.

     Pedro Castillo dió un paso en falso, pero no es un secreto que ya lo estaban esperando. En su alocución, es Castillo quien acusó al Congreso de "destruir el estado de Derecho y la democracia". El asunto en ningún momento empezó ayer, sino que duró 16 meses en los cuales el Congreso peruano se dedicó prácticamente en exclusiva a buscar la vacancia presidencial, por lo demás fabricando pruebas a partir de lo que el presidente destituido llamó una prensa "corrupta y mercenaria que difama y calumnia con absoluto libertinaje". Metido en estos asuntos, el Congreso no hizo jamás el menor caso de unas 70 iniciativas de ley enviadas por el poder Ejecutivo para su deliberación. Esto sí se vale, como fabricar pruebas y no dedicarse más que a una sola cosa por más de un año, desconociendo la voluntad popular expresada en las urnas. No queda claro por qué haya que felicitar a los adalides de un "orden constitucional" en el que no se trabaja ni se vela por la mejora del país, sino que se ve únicamente por la división de las fuerzas del adversario hasta lograr su destrucción. ¿Alguien que conozca el contenido de las iniciativas de ley mencionadas? Puede que ni en el Congreso de vividores peruanos.

     El progresista Grupo de Puebla no dijo ni pío, porque Castillo no es del "club", Pifias del tipo se acumulan: dicho Grupo es un grupo de amigotes capaz de buscar organizar un encuentro internacional de solidaridad con Cristina Fernández de Kirchner, pero de callar por completo sobre el hecho de que Castillo estaba siendo objeto de "criminalización" por un aparato de Justicia dudoso. Basta con ver distintos casos: América Latina está viviendo con aparatos de Justicia "a modo", y fallidos (hay casos escandalosos como el del Ecuador, dado el grado de desverguenza, pese a la celebrable vuelta a liberar de Jorge Glas), pero no parece que sean reformables, salvo excepciones muy decididas como la salvadoreña. Por cierto: Castillo se aprestaba a reformar el Poder Judicial cuando desde éste salió la declaratoria de inconstitucionalidad de sus medidas. Es decir: hay que celebrar que se mantenga un "orden constitucional" que no funciona más que para volver al Perú ingobernable, y que data, por cierto, de la Constitución fujimorista. Mejor algo alegre (da click en el botón de reproducción).



      

miércoles, 7 de diciembre de 2022

¿LO ESTAMOS ENTENDIENDO?

 Recientemente, en una ceremonia de premiación, un alto funcionario de la universidad pública afirmó que la ciencia y la ideología están reñidas, además de señalar, palabras más, palabras menos, que la ciencia cuestiona y el poder busca que no lo cuestionen. Es una evidencia, a medias: la ciencia es un cuerpo de verdades establecidas, pero la investigación científica no. Hay poderes que aceptan que los cuestionen, o al menos han existido en la Historia. El funcionario agregó que la ciencia no se hace responsable de lo que suceda con las políticas públicas. Es también una verdad a medias. La "idea" de que la investigación científica es ajena a la ideología es en realidad falsa, pero es una creencia común: La Ciencia no se equivoca, mientras que la ideología está hecha para tomarle el pelo a la gente y embaucarla. Luego de la ideología siguen el negacionismo y las afirmaciones "acientíficas", para desembocar eventualmente en el "conspiracionismo". La Ciencia, en cambio, es el progreso. Incluso en el capitalismo, del que se supone que no hace ideología, sino negocios. Así, lo objetivo son los negocios, lo cual es cierto bajo el capitalismo, así tenga que caerse "La Ciencia".

     Durante la más reciente crisis sanitaria de la Covid 19, se vendió la "idea" de que la solución estaba en la vacuna, incluyendo las vacunas de ARN (m) mensajero, como las de Pfizer y Moderna. La crisis sanitaria habría cedido por la vacunación masiva. Efectivamente, las tasas de personas completamente vacunadas son muy altas en algunos lugares: 75 % en el Reino Unido, casi 70 % en Estados Unidos, la friolera de casi 79 % en Francia, , poco más de 76 % en Alemania, pero también más del 63 % en México. La vacuna habría sido la mejor y, para más de uno, la única manera de evitar complicaciones incluso mortales.

     Si lo anterior es correcto, y no se trata de una creencia vendida con tal de hacer negocios, al grado de bloquear tratamientos existentes sin vacuna, no se explica por qué hay países sin mucha vacunación donde no ha habido ninguna hecatombe: Haití tiene un porcentaje de vacunación de 2,1 %, y es la hora de que la "evidencia" no ha podido explicar por qué el país más pobre del hemisferio occidental no tuvo tampoco mayor mortalidad. Personas completamente vacunadas en Senegal: 7,8 % (y 11,1% con una sola dosis); personas completamente vacunadas en Burundi, donde la crisis sanitaria pasó completamente desapercibida: 0,3 % (igual número con una sola dosis); en Argelia, 14,5 % (17,6 % con una sola dosis). En Madagascar: 6,4 % (6,6 % con una sola dosis). No es que haya negacionismo: en los países mencionados se utilizan remedios contra la Covid-19. Otro contraste: China con casi 90 % de la población vacunada, pero Rusia con 54 %, sin que se haya oído hablar de problemas en el frente ucraniano. Rusia tiene la mejor vacuna, según se ha probado al aplicarla (Sputnik V), ya que a diferencia de otras casi no tiene efectos secundarios. ¿Hay alguno de los países mencionados con tan baja vacunación en donde se haya producido alguna catástrofe médica? En número de muertos, algunas de las catástrofes están en países que vacunaron a diestra y siniestra. Más de 300 mil muertos en México;  más de un millón en Estados Unidos. Más de 200 mil en el Reino Unido.  Casi dos mil en Senegal y 860 en Haití, con 11 millones y medio de habitantes (Senegal tiene  17 millones). No hay que buscar demasiado para mostrar que hay fallas en las "evidencias", y ya habrá ocasión de señalar cómo se vuelve "evidente" lo que conviene al negocio, lo que incluso puede llegar hasta ser "transparente": en efecto, más de uno cree que si le conviene al negocio, es garantía de que le conviene también a uno. Aquí puede entrar el funcionario de la investigación científica en la universidad pública a tratar de demostrar que no es lo propio de la ideología hacerse pasar por lo "evidente".

     Lo mismo sucede con la "evidencia" de que el cambio climático urge a utilizar energías renovables y "limpias", mientras no sea gas ruso. No es que se niegue el cambio climático, pero no hay consenso científico sobre sus causas, pese a que ahora se volverá "evidente" que hay que ponerse al automóvil eléctrico o perecer. A la izquierda, se puede tomar con lamento y sentimentalismo clasemediero, como lo hace el ex presidente uruguayo José Mujica, mezcla de Facundo Cabral, Paulo Coelho y Dalai Lama de la pampa: resulta que los políticos le deben hacer caso más aún a "La Ciencia", como si en el mundo de hoy existiera investigación científica al margen de grandes intereses económicos: la hay, pero no hace "evidencia". Mujica habla con ese desagradable tono de humildad que sugiere al mismo tiempo al imbécil de enfrente: "¿lo estamos entendiendo?".. No es demasiado extraño que La Ciencia y los gurús proliferen al mismo tiempo. Los defensores de La Ciencia, como los de La Democracia de Derechos y Libertades, no hacen más que hablar de evidencias: "es indispensable", es "imprescindible", es "ineludible", es..."evidente". Además, tienen al coro que repite: "es evideeeeente". Lo que semeja un criterio propio, sin que lo haya, es "la marca": marca Mujica, marca Lula, marca Biden, lo que sea que permita ser vedette. Si la puesta en escena funciona, es verosímil, sin que importe que no sea verdadero. Ay de aquél que no consiga hacer la distinción. 1 de cada 73 vacunados en el Reino Unido ya no están para contarlo, así sean cifras oficiales.





lunes, 5 de diciembre de 2022

MÁS DESLACTOSADO, MÁS DESCAFEINADO

 Más de un gobernante actual en el mundo, por no hablar de sus allegados, no lee. No se trata de que se pongan a las novelas de Proust o de Flaubert, sino de que conozcan los dossiers de los asuntos de los que se ocupan, pero no debe ser sencillo cuando se tiene que estar a cada rato en actos protocolarios, viajes y puestas en escena para los medios de comunicación masiva y/o las redes. Lo que sucede es que se contrata a quien haga tal o cual discurso, al que se encargue del "manejo de imagen" y a los asesores que hagan los papeles de "expertís", como se le llega a llamar al asunto. Queda por saber de dónde abrevan los asesores, máxime si las consultas se convierten en otro negocio que se vende. Tal vez no quede claro, pero no siempre hay alguien al timón del barco. No se hunde por los remeros. Entretanto, más de un gobernante, a lo mejor algo consciente de que no conoce mucho del tema que trata, considera entonces necesario envolverlo en demagogia y algo así como un "striptís" de moralina. No queda claro si hay alguien que crea que el presidente estadounidense Joseph Biden lleva el barco, y es preferible que no sea el caso. Puede no ser muy querido en algunos lugares, pero el mandatario ruso Vladimir Putin ya ha expresado sus dificultades para hablar con gente en Occidente que no distingue entre Austria y Australia.

     Es así que se termina por responder no a los problemas nacionales, sino a los organismos internacionales y a medios de comunicación masiva trasnacionalizados, que tienen su "agenda", una curiosa manera de hablar como si se estuviera entre hombres de negocios. Entre tanta "agenda", viaje y protocolo, los problemas mencionados tal vez pueden esperar (más si son "ancestrales"). Es así que, a través del Grupo de Puebla, el progresismo latinoamericano acaba de dar otro giro más a lo que debe ser el "extremo centro" o algo así. La actualización consiste en promover a diestra y siniestra el feminismo como asunto que el ex primer ministro español José Luis Rodríguez Zapatero considera clave,  en buscar la libre movilidad de las personas, tal vez para que puedan entrar a sus anchas en Estados Unidos, en impulsar la transición ecológica, léase las energías renovables ("alternativas") y la lucha contra el cambio climático, e incluir a "nuevos actores sociales". (la referencia al movimiento LGBTTTIQ+ es explícita), sin dejar de lado la desregulación de las drogas. Pasemos sobre la largueza en prometer, por ejemplo una moneda única latinoamericana. En general, no es muy diferente de las creencias de los Demócratas estadounidenses, así se "corte el cupón" de luchas pasadas de vez en cuando: un saludito a Palestina, otro a las Madres de Plaza de Mayo.

     No hay ninguna resonancia para quien se atreva a contradecir. Todos a una contra Nicaragua, por ejemplo, pero silencio cuando el presidente nicaraguense Daniel Ortega pregunta quién eligió al Papa Francisco. Ni la menor mención de lo que ocurre en Haití, hasta que no haya renta o ganancia a la vista, pero tampoco sobre Jamaica o Puerto Rico, que a su modo se caen a pedazos. En realidad, se ha perdido de vista qué sociedad se quiere a futuro. Lo único que se propone es la "inclusión" de los "excluídos" en el estado de cosas actual, salvo para hacer cambios al ritmo de la Agenda 2030 de Naciones Unidas o el Foro Económico Mundial. Esta gente que no está informada, ni parece pretender mayormente estarlo, no ha perdido lo que se aprendió en la segunda posguerra: digamos que, con la "sincronización del ritmo", la necesidad de estar siempre muy "in", nunca "out" -hay que tener éxito y no ser fracasados-, y el gran "sentido de oportunidad". Lo que está haciendo el progresismo es husmear las "ocasiones" para ver qué ventaja puede lograrse en el "margen de maniobra": en vez de aprovecharlo para resolver los problemas desde abajo, "hacer montón" y ruido para llegar a la fiesta. Que luego no se diga que el latino no es aprovechado, aunque haya excepciones, y más de lo que creen quienes están colgados de "lo que hay que tener" para ser un "actor" en el "nuevo escenario". Cuando no es lenguaje de negocios, es de espectáculo. Vaya con las puestas en escena. No son tiempos de harapos (da click en el botón de reproducción)





viernes, 2 de diciembre de 2022

UNA MIRADA

 Poco a poco, las cosas se van alineando en América Latina sobre el estilo estadounidense, que ve mal el "odio". Con frecuencia, se trata de servirse de ésto para descalificar: quien discrepe de la exhibición de ciertas minorías o del feminismo actual será sospechoso de "odiar", por lo que todo argumento queda cancelado. Se supone que la derecha, o extrema derecha, está unida por un sentimiento primario del que obtiene su fuerza, el odio, parafraseando al sociólogo Marcos Roitman Rosenmann. Nada que argumentar: "lo que pasa es que tú...", estás resentido, eres rencoroso, te pones agresivo, resultas conflictivo, y un largo rosario de etcéteras, como antes se tapaba la boca con "eres muy cartesiano", o "lo que ocurre es que eres dogmático".- No es tan nuevo, pero sí muy gringo: no hay argumento, nada más "evidencias" que, de ser contradichas o aunque sea matizadas, llevan a la hoguera del "negacionismo" o del "acientificismo".. De remate, queda la sospecha de que el que odia es "neonazi". Hay que agregar una pizca de defensa de los inmigrantes, sin que quede claro por qué no luchan en su propio país por mejores condiciones de vida, y creen que todo se resuelve con ir a un país central que, se entiende, debe "resarcir" siglos de opresión, lo que deviene en extorsión.

     Hay gente que es galardonada en la universidad pública por esta capacidad para anular el debate acusando al que discrepe o incluso contradiga de "propagador del odio", como lo hace la señora de Wendy Brown, entiéndase que la galardonada Judith Butler, cuyo aspecto no es amistoso, ni especialmente amoroso, como no lo es el de muchas mujeres estadounidenses. Para Butler, resulta que en el mundo actual "el odio se eleva a posición política". En medio de una ensalada que mezcla todas las modas, como si fuera realmente imposible distanciarse de "la agenda" (contra el cambio climático, la violencia feminicida...), Butler es premiada por ver, tal cual, un "auge del fascismo", sin que resulte claro dónde, ni qué se entiende por fascismo, al menos que se esté alertando contra grupúsculos. Del presidente estadounidense Donald J. Trump no puede tratarse: dejó la presidencia. El brasileño saliente Jair Bolsonaro también. Del presidente ruso, Vladimir Putin, menos: lo que no se condena es el descarado e histórico nazismo ucraniano. Tal vez quede quejarse de Víktor Orbán en Hungría, aunque ciertas defensas de valores tradicionales o conservadores no hacen forzosamente un "auge del fascismo". Al menos que sea tanta la "evidencia" que no haya nada que argumentar, ni debatir.

     Las cosas no se imponen: no es "evidente" que haya que reivindicar el aborto por sí mismo (en todo caso, mucho se puede debatir sobre el tema), ni que haya que admitir lo LGBTTTIQ+ sin argumentación de por medio, dejando las cosas al "te gusta o no te gusta", ni que haya que estar de acuerdo con la ideología de género (por ejemplo en su dimensión de paridad de género, que puede muy bien discutirse), salvo, insistamos, en que se trate de algún condicionamiento y, en esta medida, de extorsión (al mismo título en que se habla de "extorsión de plusvalía"): uno puede negarse a querer un "plus", como el de la señora Butler, por el solo hecho de sostener lo queer y sugerir que hay formas larvadas de corrupción, como el otorgamiento de ciertas "licencias" o "autorizaciones", dadas por "libertades", a cambio de ir callándose sobre otros temas y de que los infantes no vean lo que hacen los progenitores, más allá del cambio climático, la violencia feminicida, el rechazo contra los inmigrantes, la lucha de los pueblos originarios y el racismo. Curiosamente, aquí se gana ese "plus" que no se obtiene denunciando ya no digamos la tan llevada y traída pobreza, sino los ataques contra el poder de compra, los salarios, los sindicatos, los empleos, las prestaciones sociales, el derecho a la calidad de vida (el tema cayó en el olvido), a la educación y la salud. No: la "cuestión social" está fuera y no muy lejos de volverse tabú, al igual por cierto que el derecho de vivir en paz, es decir, con seguridad.

     No es que haya que alabar a quienes ven "comunismo" o "socialismo" donde no lo hay, pero no queda claro el por qué creciente de "prioridades" que no incumben más que a una ínfima minoría de gente, como en el caso del movimiento LGBTTTIQ+, o de ciertas "fijaciones", por llamarlas de algún modo. Lo que está claro es el deslizamiento hacia formas de deshonestidad, como la que consiste en alertar contra el "auge del fascismo", con tal de impresionar. Tampoco es muy convincente que un Juan Carlos Monedero diga que en una marcha en la Ciudad de México vió "odio" y en la del presidente "mucho amor". Quien considere que un mandatario no debiera andar haciendo de activista es entonces una víctima del "desamor", o algo así. Parece nimio, pero es la anulación del debate en plena democracia: el "amor" seguramente deba darse por la "evidencia buena" contra la mala del "odio", por lo que se está en la franca caricatura de buenos y malos. Como en los supermercados y otros lugares de consumo, es el baile de las etiquetas.

      Desde luego, se negocia la costumbre  licenciosa, signo de estatus, contra el tabú de la explotación, libertad cada vez mayor del patrono. Y de remate, el trabajador como un "diferente" más: ¿pero una sociedad se sostiene por el trabajo o por el sexo, el color de piel, incluso el nivel de ingreso o la "alteridad"? En todo caso, esta expresión de Butler no es agradable: fraude, prepotencia y desverguenza just around the corner.




lunes, 28 de noviembre de 2022

AQUÍ SE VALE DE TODO

 El tirano mexicano Porfirio Díaz (era más propiamente un tirano que un dictador) utilizó el pretexto de "injurias contra el presidente" para encarcelar en su momento al opositor Francisco I. Madero. Esto lo recordaba hace poco la señora de López Obrador, actual mandatario de México. Señora intocable, por cierto, para la oposición.

     López Obrador lo dijo en su más reciente celebración, otra vez como activista y no considerando mayormente su investidura, y es cierto: México es un "país de libertades" y entre ellas está garantizada la de "disentir". Vamos, hay libertad de casi cualquier cosa, hasta para la transgresión. Tan es así que la señora declaró a través de un tuit que "las ofensas al presidente son parte de la tolerancia y la pluralidad gubernamental".

     En la actualidad son tales las libertades que se puede decir cualquier cosa sin siquiera responder por lo dicho, que está hecho para "impactar" y no para ser respaldado por hechos o para asumir consecuencias. Es uno de los grandísimos logros de los medios de comunicación masiva. Una ofensa es algo fuerte: tiene una connotación de insulto, injuria, daño y, lo que es más, humillación. Pero ahora "perdonamos a quienes nos ofenden", en un país donde la gente con dinero y poder no duda de nuevo en humillar al que es considerado inferior, lo que antes se manejaba con cierto cuidado para "no despertar al México bronco". Gracias a que éste despertó hace rato, al parecer se vale ofender y se debe tolerar, aunque la señora habló por su espíritu sesentaiochero y no por su esposo, quien alguna vez en el sexenio salió a defenderla de una de las raras ofensas de las que fue objeto. Por lo demás, en la ofensa se descalifica, lo que cierra la puerta a cualquier debate. En suma: la señora escritora e investigadora desconoce el significado de lo que dice, puesto que implica que al ofender se cancele el debate que en principio es propio de una democracia, al menos que no sea más que una "conversación pública", es de esperar que no al estilo del programa radial "La corneta". Lo que quiso hacer la señora es darse aires de gran demócrata, sin importar el contenido de lo dicho. La cosa es impresionar, crear impresión.

     Y es que impresionar es lo que predomina cuando mandan los medios de comunicación masiva. No se escapa López Obrador: el AIFA (Aeropuerto Internacional Felipe Angeles) es "el mejor aeropuerto del mundo" , el Tren Maya es "el tren más largo del mundo" y el programa "Sembrando Vida" es el proyecto contra la desforestación "más grande del mundo". Cosa del "humanismo mexicano" -que no se tratará de entender-, ahora se habla como gringo: todo es "mega", "súper" y friki, un asunto "monstruo", de la misma manera en que la oposición y sus medios tratan de demostrar que México está "peor que nunca" y ante una corrupción si no igual, entonces "peor que antes": López Obrador es un mega-súper-friki-autoritario, un sediento "monstruo de poder", adornado como "seráfico doberman" o como "sicofante". El contenido es lo de menos: hay que "impresionar". Algunos hablan de tal manera que parecen ya no poder salir de la fuerte impresión que tienen de sí mismos: Carlos Loret de Mola sin reparar en que casi da chillidos, o Jorge Ramos arrastrado por su ritmo de AK-47 verbal, al grado que las palabras se enciman unas con otras hasta irse tropezando; Fernando del Rincón es el típico que cree que en los ojos claros está inscrita una licencia para la prepotencia y hablar desde el Olimpo. !Qué impresionante! Se vale difamar, calumniar, etcétera, sin responder por nada: al fin y al cabo, como lo quiere la señora, se está en la tolerancia. Hace tiempo, el marido entendía cierta diferencia: tolerar puede ser válido si está incluido el respeto, pero ya se olvidó que "la forma es fondo", y se envidia al gringo en su aspecto desvergonzado. Defenderse de un sinverguenza es "ser autoritario".

     Como de lo que va es de estilo de Estado Libre Asociado, a la desverguenza se suma algo más bien asimilado del exterior: la "negligencia benigna", parte curiosa del nuevo estilo del "humanismo mexicano" en algunas dependencias. "Di lo que quieras, no puedes hacer nada", así que, en serio, sigue discurriendo, más en una sociedad que, así esté americanizada, sigue creyendo en el carácter mágico de la verborrea. "Di lo que quieras, los medios de comunicación están conmigo", así que "!no pasarás !"; o dí lo que quieras, "el pueblo está conmigo y !no pasarás!". Tolerarte es verte la cara. No es la actitud presidencial, que es frontal y respeta si reconoce en el otro a un interlocutor, así sea en conflicto. Es algo muy distinto de afirmar que se permite ofender, es decir, que se tolera la transgresión del mínimo respeto debido (Loretito es el rey de la transgresión). Todo montado sobre añejo (da click en el botón de reproducción). !Me ofenden porque me envidian!



sábado, 26 de noviembre de 2022

AHORA, EL BREVE ESPACIO EN EL QUE ESTÁN

 El camino de las armas puede parecer al mismo tiempo el más difícil y fructífero, porque es semillero de héroes y mártires. En estas fechas, por diversos motivos, cubanos y gente cercana a ellos no ha dejado de vanagloriarse de lo logrado pese, se entiende, a que "los dogmas" y "la ortodoxia" (del Partido Socialista Popular -comunista) indicaban un cambio pacífico. Seguramente más de un comunista podía estarse equivocando antes de 1959, año del triunfo de la Revolución Cubana, al creer en una "alianza con la burguesía" cuando América Latina, por decirlo de alguna manera, estaba más atrasada que éso, no habiendo tales "burguesías".

     Al mismo tiempo, salvo en el caso de Nicaragua en 1979, y en una experiencia distinta de la cubana, no hubo triunfo de las armas en América Latina después de 1959. No lo hubo a pesar de que hasta ahora se recuerde con bien a quien promovió guerrillas un poco por doquier en la región, Manuel Piñeiro. Las visiones distanciadas existen, pero no por parte de los cubanos, que nunca supieron explicar a cabalidad tanto fracaso en las intentonas armadas, ni los muertos que provocaron, a la izquierda. En vez de un mínimo de crítica, lo que se distingue es el espíritu sesentaiochero y la costumbre de reiterar en el anticomunismo. Publicado en el portal de Alainet, el artículo "Fidel y el marxismo de la Revolución cubana: rebelión contra los dogmas", entronca muy en el estilo del 68 al concluir que Fidel dejó "como lección eterna de incalculable valor que para una revolución lo más sensato y recomendable , es decir, lo mejor, será siempre luchar por lo imposible".

     Ser héroe se convierte en fuero: no se puede pedir explicación del fracaso de tantos movimientos armados en América Latina. Tampoco se puede pedir explicación de que en algún momento alrededor de los '80 Fidel prometiera la llegada de un comunismo que no se produjo. Nadie le señaló al héroe su incansable quijotismo, al grado de retratar a la América Latina como un lugar de "volcanes en erupción" frente a la deuda externa que acabó pagándose varias veces. Tampoco se entienden las fallas reiteradas del "profeta" de los No Alineados que pronosticó lo que nunca llegó para el Tercer Mundo. Como lo muestra el artículo citado, de Marx y Lenin, Fidel no conocía demasiado. Es así que, hay que recordarlo, Fidel Castro terminó por decir que se hablaba de "socialismo" sin que nadie entendiera de qué se hablaba, según las propias palabras del héroe. Viene a cuento porque, pese a la voluntad mayoritaria de los cubanos, de socialismo no se habla casi entre intelectuales e incluso dirigentes políticos de la isla. De lo que se habla más es del levantamiento del bloqueo (que es un embargo), arma de dos filos. Y, claro está, de José Martí. Nunca se dice lo que dijo Martí de Marx al morir éste, acusándolo de propagar "el odio". Algunos autores poco tomados en cuenta para discutir han hecho notar las diferencias entre Marx y Martí, y lo que podría llamarse la manía del "suplemento de moral": alguna frase edificante del apóstol como sustituto regular del análisis. Vamos: pueden existir frases, pero no hay pensamiento de Fidel Castro porque era un hombre de acción -y de mucha palabra- poco dado a la teoría. Para ser más concretos, a diferencia de Stalin, que dejó así fuera de manera didáctica varios libros, Fidel no dejó más que discursos y frases hechas para la Historia. Ni siquiera algo como el "pequeño libro rojo" de Mao en China. Seguramente no sea fácil teorizar cuando en la práctica, junto a logros indudables, se tienen también errores que no se quiere abordar y no se hace más que reclamar adhesión incondicional. Lo que hace Cuba con Fidel y Martí llama la atención entre gente que, por antisoviética, anticomunista o las dos cosas, seguramente jura detestar el "culto a la personalidad".

     Pero aquí viene un viejo asunto que más de un intelectual cubano no puede dejar de sacar hasta hoy, que no ha pasado el anticomunismo. Decía de los comunistas de su tiempo el Che Guevara: "son capaces de crear cuadros que se dejen despedazar en la oscuridad de un calabozo, sin decir una palabra, pero no de formar cuadros que tomen por asalto un nido de ametralladora". Bueno, Stalin afirmaba: "es más fácil fusilar que poner a trabajar", y Raúl Castro se despidió del secretariado general del Partido Comunista de Cuba diciendo que, al parecer, la isla es "el único lugar del mundo donde la gente piensa que puede vivir sin trabajar". Llegará el momento de que los "rebeldes" tengan que rendir cuentas sin tener a la mano comunismo al que culpar. Porque son décadas de los mismos problemas que no se resuelven en Cuba y que se tapan con "ideología", cuando no es pura fraseología. La fama latinoamericana de la promesa que se queda en puras palabras es algo que ha logrado trascender a la región. Primero tomar un nido de ametralladora que trabajar, salvo que sean tiempos que se están yendo. Por cierto, ¿cómo ha podido haber tanto oportunista con la muerte de Pablo Milanés, "Pablito" para los de la isla y allegados, encontrándose al lado de los homenajes de The Washington Post y The New York Times, sin tapujos?¿O es que sigue escondido que algunos en la isla no piensan diferente de lo que Milanés decía abiertamente, al punto de declarar que el sistema cubano había fracasado? Es muy gracioso hacer el balance de los comunistas: falta todavía un poco para hacer el de los "nacional-populares", hoy en el extremo centro y en la frecuente deshonestidad (como el presidente venezolano Nicolás Maduro hablando de socialismo en su país), y haciendo lo que los "demócratas liberales", descalificar al menor desacuerdo, impidiendo todo debate. Queda el "poeta de lo cotidiano" (da click en el botón de reproducción).



miércoles, 23 de noviembre de 2022

A LA QUE FALTA

No es tan difícil entender la repercusión internacional por el reciente fallecimiento del cantante cubano Pablo Milanés, de la Nueva Trova. Ante todo, la izquierda no se aleja de las costumbres de otros, que declaran a sus amigos y preferidos "indispensables", así que Eugenia León, cantante mexicana, decidió que Milanés es un "imprescindible".
      Milanés se había alejado de la Revolución Cubana, a la que criticaba con argumentos más bien simplones, entre otras cosas despotricando contra "la ortodoxia" y la "generación histórica". No es que no se deba criticar, pero el también trovador Silvio Rodríguez, por ejemplo, suele ser menos trivial: recientemente pidió que a los jóvenes se les bombardee menos de "tanta ideología", asunto éste en el que el oficialismo cubano es insoportable, repitiendo a diestra y siniestra lo mismo. "Cuando oigo hablar de cultura, saco a Martí y a Fidel", podría ser el lema.
      Milanés dijo haber estado en "campos de concentración" (las UMAPS, Unidades Militarizadas de Ayuda a la Producción), pero no lo eran, sino que se trataba de campos de trabajo forzado: no es agradable, pero no es lo mismo. Lo que siempre fue ocultado es por qué Milanés fue a parar allí, porque no se trataba de selección al azar. ¿Por qué nunca se dice todo?
     En gustos se rompen géneros y hubo, hasta cierto punto, varios Pablo Milanés, desde el comprometido de "Yo pisaré las calles nuevamente" hasta el que supo recrear con gran gusto la música cubana tradicional en Filin y álbumes hermosos como los de Años. Había en ésto raigambre popular.
     Al mismo tiempo, en los años '80, Milanés acompañó con su música el reflujo de la izquierda y el retiro a "la vida cotidiana", de lo más clasemediero y desde luego que opuesto, diríase posmodernamente, a los "grandes relatos". Ahí sí, el señor se volvió grande, opacando al resto de la Nueva Trova, incluido Silvio Rodríguez. Ya no había que ocuparse de transformar el mundo, sino del hecho de que "todavía quedan restos de humedad/sus olores llenan ya mi soledad". No era necesario ser de izquierda para "El breve espacio en que no estás", ni para "Yolanda", así que hasta Margarita Zavala le pudo dedicar a Felipe Calderón, el ex presidente mexicano de derecha (Acción Nacional), unas palabras de Milanés, de la canción "Amor". Milanés terminó siendo, así, básicamente patrimonio de las clases medias latinoamericanas y sus lugares comunes sentimentales, hasta con el grupo Maná (Querido Pablo). Nunca se ha hecho un álbum intitulado Querido Silvio, porque era seguir con el "gran relato", por ejemplo en "El necio". Si acaso quepa lamentarse de que Silvio Rodríguez haya decidido llevar la fiesta en paz con su hijo disidente en Estados Unidos, Silvito El Libre, pero no mucho más. Por quedarse en la isla, Silvio Rodríguez ha dejado en claro que no es "Silvio El Preso". Ni está tan preso, ni Silvito es tan libre.
     Milanés debutó después de todo con el soporte de la Revolución, pero no le fue leal, y no es "miserable" recordarlo. Lo que sí lo es consiste en encumbrar a Milanés no nada más por ser "víctima" de una Revolución y criticarla, sino por encarnar, a fin de cuentas, una "libertad de escoger" muy "neoliberal", sesentera y clasemediera. "No ha sido fácil", cantó alguna vez Milanés. Pero no está de más preguntarse de nuevo por qué no hubo nunca un Querido Silvio. No era la Revolución Cubana, que lo enalteció, lo que atraía en Milanés, si es que es posible discrepar, en vez de ponerse a comulgar en la supuesta evidencia de un "imprescindible", otra imposición, y por ende de ideología (da click en el botón de reproducción, de la serie cubana "Algo más que soñar").


FANÁTICAMENTE MODERADOS

 En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...