No queda al parecer gran cosa del latinoamericanismo que en su momento impulsó el líder venezolano Hugo Chávez, mi mucho análisis sobre lo que pasa en América Latina: no hay ninguna "ola" ni "ciclo" de nadie.
En las elecciones primarias en Argentina se alzó con la victoria Javier Milei, del que el eterno centro -al igual de izquierda que "demócrata liberal"- dirá que es "un peligro" u otro Donald Trump, nada más por decir, porque Milei no es un gran empresario multimillonario, ni Trump un libertario. Si Trump se asocia con la MAGA (Make America Great Again), Milei no llegó a la mitad de votos en elecciones en las cuales los argentinos se dividieron en tres (dirán ellos que se multiplicaron por tres). Milei ha prometido que Argentina volverá en 35 años a ser una "gran potencia", sin que importe en lo más mínimo que el país sudamericano en realidad no haya sido nunca una potencia, ni siquiera cuando era a lo sumo una promesa, a principios del siglo XX, antes de que -según Milei- las cosas se echaran a perder desde la llegada de Hipólito Yrigoyen al gobierno . En esta perspectiva, llevarían poco más de un siglo echadas a perder por "la casta parasitaria", de "los políticos".
No es la novedad. Candidata ganadora de la derecha, aunque no muy cerca de Milei en porcentaje de votos, peronista montonera de origen, Patricia Bullrich ocupó varios ministerios en el gobierno de Fernando de la Rúa, que desembocó en una grave crisis económica y el grito "!que se vayan todos!". Otro asunto psicoanalítico: no se fueron todos, volvió el peronismo a hacer una mezcla de grandes negocios con algo de redistribución "qué grande sos", hasta que llegó Mauricio Macri, empresario: se las arregló para dejar sumido al país sudamericano en otra grave crisis económica, en parte por adicción fondomonetarista. Ni Milei escapa al peronismo, al haber sido aquél cercano a Daniel Scioli.
Habría que saber si el actual presidente Alberto Fernández va a asumir algo, al igual que el Grupo de Puebla y el gran promotor progresista chileno MEO (Marco Enríquez Ominami), más allá de que ciertamente un aparato de Justicia torcido terminó de sacar de la "jugada" a Cristina Fernández de Kirchner, quien intentó articular una alternativa desde las posiciones "populistas" y postmarxistas de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe. Al menos buscaba ideas. Alberto Fernández no es capaz de citar a más de dos próceres latinoamericanos de la Independencia, y la Agenda Argentina se perdió en los temas de moda en las universidades estadounidenses; nótese que no son del agrado de Milei, opuesto a la legalización del aborto y la enseñanza "de género" en las escuelas. En cierto modo, el peronismo se volvió una renta. Espetarle a Milei que es "fascista" es omitir ciertos ribetes de un peronismo en el que cupo de todo, de extrema izquierda a extrema derecha. No es secreto que lo que salga mínimamente del "extremo centro" es tachado de "populista" o "fascista", sin ton ni son, puesto que ni populismo ni fascismo han sido anarquistas -más bien, estatistas-, ni liberales, ni libertarios..
La derecha argentina de Mauricio Macri está aliada con Estados Unidos, a fondo, y Milei quiere dolarizar el país. Lo que queda de más o menos nacional es el peronismo con sus corrientes, yéndose a pique. No se puede aventurar que Argentina esté camino de ser un Estado fallido porque es desatar toda una discusión psicoanalítica sobre el sentido de "fallido". ¿Es un lapsus?¿Acaso se conocen argentinos "fallidos"? La otrora "potencia mundial" que nunca fue tal -y que luego desfiló por un golpe de Estado militar cada dos mil 800 días- tiene hoy a más de 40 % de la población en la pobreza y un mar de líos, incluyendo de fuerte inseguridad, lo que no quita que se pueda proponer el mismo negocio: comprar a Milei por lo que vale y venderlo por lo que cree que vale. Si Haití se va al infierno con ritmo, Argentina no dejará de hacerlo sin palabras y tono despectivo. Como sea, falta para terminar de estrellarse ante la ausencia de alternativas, salvo que se quiera creer, forzando un poco las cosas, en esa mezcla de Elvis Presley y Leo Dan que es "el peluca" Milei. Sin aparato de Justicia digno de ese nombre, Argentina podría estrenarse en el circo con promesa de pan con un showman en la Casa Rosada. Y Milei no es el último de los incultos, por lo demás. Como sea, en la elección de tercios, con fuerte abstencionismo (una participación históricamente baja), no está decidida de antemano la victoria de Milei y La Libertad Avanza, su movimiento, para las presidenciales. Lo que se plantea sumando los votos de Milei, Bullrich, la baja participación y la caída del peronista Sergio Massa es la crisis del "Perón, qué grande sos". Para Massa, el asunto no es de análisis, sino de medio tiempo: queda el segundo tiempo, y hay tiempos extras y penales. Si no es Perón, que sea Maradona y la mano de Dios. Cosa de seguir maniobrando.
El llamado "neoliberalismo" es persuasivo. Lo diría Luisa González, de la Revolución Ciudadana ecuatoriana, para referirse a lo ocurrido entre 2017 y 2023 en el Ecuador: la "libertad de lo que me dé la gana", como algo generalizado, es el desastre asegurado. Así que hay que "quemar el banco central", "acabar con el Estado", "vender órganos" y lo que sea. Es una libertad que marea, y no está reñida con la demagogia. Si el ex presidente ecuatoriano Rafael Correa dice que el Ecuador debe volver a ser "el país más lindo del mundo", se entiende que hay un toque de humor y amor a la patria. Si en México la oficialista Claudia Sheinbaum dice en campaña que la Huasteca Potosina es "por su cultura y naturaleza" un lugar "sin igual en México y en el mundo", pasa desapercibido desde que todo en suelo mexicano se ha vuelto "mega", "híper", "súper" y otras imitaciones de las manías estadounidenses. Debe ser que la señora está "haciendo Historia", como los estadounidenses a la menor cosa: encestar, taclear, lo que sea. Si Javier Milei dice que Argentina "volverá a ser una potencia mundial"...bueno, gana las elecciones primarias y más del 30 % se lo cree. Suena más atractivo que decir que el peronismo se volvió incompetente y que entretanto gobiernan la Justicia podrida -no tocada por Milei- y el espectáculo. Desafortunadamente, en ésto los argentinos no son especiales, de la misma manera en que los chilenos nunca han sido los campeones de la estabilidad democrática, ni los uruguayos los inofensivos del rincón (su proclividad a la mentalidad de clase media para consumo izquierdista no siempre es lo mejor). Tal vez nada más se esté atemperando la creencia de que, en el Cono Sur, todo tiene algo de excepcional. Y bueno, da click. Es como votar por Milei y no suena mal.