El presidente Gustavo Petro se propuso construir el capitalismo en Colombia, lo que no está nal, pero se le olvidó precisar algo: si capitalismo endógeno (con las propias fuerzas) o extravertido (es decir, contando básicamente con el exterior). En la extraversión se genera lo que ha sido llamado "el desarrollo del subdesarrollo": por más fachada de modernidad que aparezca, los problemas de la economía y la sociedad extravertidas no se resuelven.
Por lo pronto, la violencia prosigue en Colombia pese al pacto firmado entre Petro y la última guerrilla, la del Ejército de Liberación Nacional (ELN), simplemente porque la imperante es sobre todo violencia criminal, ocasionalmente utilizada contra líderes sociales: van 52 masacres en este año. El mismo Petro ha llegado a decir que no se tiene idea de la magnitud del crimen organizado.
El mandatario colombiano tiene entre sus temas favoritos el de "economía verde", para salir de un país dedicado a los hidrocarburos (ya no básicamente al café),y propuso hace poco en una Cumbre Amazónica lo mismo que el presidente Guillermo Lasso para las Islas Galápagos: canje de deuda por naturaleza o, como dice el colombiano, por "acción climática". Se trata de que la deuda externa o parte de ella sea comprada por ONGs (organizaciones no gubernamentales) que invierten en el medio ambiente, y resulta que son estadounidenses y respaldadas por estadounidenses. Es tanto como entregarle a extranjeros el cuidado de la naturaleza local. Petro está convencido de que el presidente estadounidense, Joseph Biden, es el campeón "verde" y se propuso además alguna forma de militarizar la Amazonia. Petro se reúne a cada instante con Laura Richardson, del Comando Sur estadounidense, no ha salido ninguna base estadounidense de las varias que hay en Colombia -como plataforma de entrada de Estados Unidos a Sudamérica- ni parece que se quiera marcar alguna distancia en este terreno, a diferencia notoria de lo que en su momento hicieron Rafael Correa en el Ecuador y Evo Morales en Bolivia, fortaleciendo sus respectivas soberanías. Tal vez quienes tanto se regocijaron con Petro deban explicar si son Demócratas estadounidenses. Hubo alternativas en las últimas elecciones colombianas, pero el contrincante, Rodolfo Hernández, fue tachado de "Trump colombiano" y descalificado.
El gobierno de Petro lleva ya varias acciones de gran entreguismo, puesto que cabe recordar las buenas migas de Francia Márquez con el magnate estadounidense George Soros. Lo anterior no impide tener a los medios de comunicación masiva y al aparato de Justicia molestando, pero lo que llama la atención es el grado de "americanización" de Colombia. Para colmo, el hijo de Petro, Nicolás Petro, no resultó muy ejemplar: siendo imputado, dijo que la campaña de su padre recibió recursos ilícitos, en parte de un exnarco (Samuel Santander) y con cantidades no declaradas, de parte de empresarios. Los problemas de Nicolás Petro pudieran no ser "a espaldas de papá".
Hasta ahora, la construcción capitalista colombiana de Petro no es muy llamativa, y el equipo gobernante da la impresión de no saber bien a bien dónde está parado. Es en todo caso parte de una izquierda globalista -entiéndase que no reñida con Estados Unidos- y no soberanista. Más allá del escándalo de Petro hijo, quien difícilmente fue enviado por Petro padre a delinquir, la Justicia colombiana no es tal, por más que desde principios de los años '90 haya querido ser copiada del "modelo" estadounidense: un problema particular está en la Fiscalía. Es un aparato de Justicia al que no le incomoda fabricar casos ni dejar otros en la impunidad, y que se rige por lo que se llama "entramado judicial-mediático", a riesgo de que se termine discutiendo sobre si Petro o no Petro y no sobre sus propuestas de gobierno, no todas entreguistas.
Mejor da click en el botón de reproducción, porque la "potencia de la vida" hasta ahora no da.