Algunos analistas latinoamericanos y latinoamericanistas estaban hasta hace poco adelantando un "nuevo ciclo progresista" a partir de la resistencia opositora en Honduras, el papel del Frente Amplio en Chile y las elecciones del año 2018 (México, Brasil y Colombia). La resistencia hondureña se extinguió y el Frente Amplio jugó en Chile un papel dudoso: las elecciones las ganó el conservadurismo, con la vuelta de Sebastián Piñera. Hasta aquí, no se abrió ningún nuevo "ciclo" de nada, sino que se afianzó la restauración conservadora. De paso, esos analistas se olvidaron de las elecciones costarricenses y paraguayas.
Unas 73 mil personalidades de Brasil y otros países firmaron el Manifiesto "Elección sin Lula es fraude" (con la esperanza de llegar a las 75 mil firmas), y en la redacción del texto volvió a despuntar la esperanza en la apertura de "un nuevo ciclo político". Hasta hace poco, quienes criticaban a los gobiernos de izquierda en América Latina y el Caribe por "extractivistas" daban por sentado el "fin del ciclo progresista". Lo que llama la atención es esta visión cíclica de la Historia. Dicho sea de paso, también la tienen algunos en la economía: la crisis podría dar lugar en algún momento a una salida que haga regresar al Estado de Bienestar. Cabe preguntarse incluso si todas estas visiones cíclicas no tienen en común la nostalgia por ese tipo de Estado, que ha sido mitificado y que parecía tener en la gloria a las capas medias.
El "eterno retorno" no tiene que ver en realidad nada con la izquierda (y mucho menos con el marxismo o el leninismo), por más que le guste a José el Pepe Mujica, y sí en cambio con Nietzsche, el filósofo reaccionario alemán. Pero no hay garantía ninguna de que el supuesto "ciclo" vaya a repetirse, y menos para mejor, por algún automatismo, del mismo modo en que no hay Historia en línea recta.
Para lo que ha servido esta visión cíclica de la Historia de la izquierda es, a la vez, para que los de siempre estén expectantes de las nuevas posibilidades de "tomar el poder" y para que los problemas de los gobiernos izquierdistas sean silenciados (un caso tipo es el de los ridículos del presidente Salvador Sánchez Cerén en El Salvador y del olvidado Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, con la aberrante y mentirosa expulsión de Nayib Bukele, alcalde de San Salvador), salvo excepciones como las de Alvaro García Linera en Bolivia o Rafael Correa en el Ecuador. Las dificultades son tratadas a lo sumo en petit comité y en disputas en las cuales los unos se sacan a los otros los ojos. Esa prisa por "tomar el poder" suele hacer que se deje de lado toda experiencia desde abajo porque la "convicción" es que sólo se puede hacer "algo" desde arriba, desde el "poder" mismo: redistribuir para cooptar en vez de organizar, por ejemplo. La visión cíclica es la del "eterno retorno del poder", por lo que hay que cuidar de no perderse "las posibilidades de la próxima vuelta"; en vez de enseñar y aprender, hay que saber maniobrar para estar siempre en la posición correcta (y hasta la victoria siempre, nunca en una derrota). Lula, por ejemplo, es todo un experto en movilizar a su favor al MST (Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra), un movimiento muy horizontal, para dejarlo tirado luego desde el gobierno. La izquierda descrita -la que busca causas para las firmas- carece de cultura justamente porque no aprende ni enseña: muy "políticamente", se la pasa en la maniobra para el poder.
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viernes, 29 de diciembre de 2017
miércoles, 27 de diciembre de 2017
ARGENTINA, MAS PREVARICACION
En 1994 tuvo lugar en Buenos Aires, capital argentina, un atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), acto que provocó la muerte de unas 85 personas y heridas a tres centenares. Las primeras pistas parecieron llevar a Irán y el grupo armado libanés Hezbolá, pero el caso se fue estancando, pese a que a raíz del mismo se emitieran alertas rojas de Interpol contra varios iraníes (cinco en total).
Recientemente, la ex mandataria y hoy senadora Cristina Fernández de Kirchner fue acusada, al igual que varios de sus colaboradores, de "encubrir a los iraníes" mediante un Memorándum de Entendimiento entre Argentina e Irán, supuestamente destinado a reanimar el comercio entre ambos países (con rebajas de precios para las compras argentinas de petróleo) y de paso "dar impunidad" a los inculpados. Al confirmar las acciones legales del juez Claudio Bonadío, la Segunda Sala de la Cámara Federal de la justicia argentina negó la solicitud del ex director de Interpol, Ronald Noble, para testimoniar en el caso. Con las justas se retiró la acusación de "alta traición" contra Fernández de Kirchner y quedaron las inculpaciones de "obstaculizar la acción de la justicia, abuso de autoridad y encubrimiento agravado".
Noble quiso testimoniar que Fernández de Kirchner nunca le ordenó a la Interpol suspender las órdenes de arresto contra los iraníes inculpados, por lo que la ex presidente estaría siendo acusada de un delito imaginario. Por otra parte, un estudio de ADN realizado por el FBI (Federal Bureau of Investigation/Buró Federal de Investigaciones) rechazó la tesis del "conductor suicida libanés" en el atentado. Además, el Memorándum de Entendimiento permitía seguir la indagatoria en Irán, país que no reconocía la extradición. Lo que acaba de hacer la justicia argentina es reanimar antiguas acusaciones que nunca condujeron a nada (excepto al supuesto suicidio del fiscal Alberto Nisman), pero permitieron la politización de la justicia (más que a la "judicialización de la política") bajo la influencia de quienes ahora detentan el poder en Argentina, en complicidad con intereses extranjeros. El Poder Judicial y los medios de comunicación masiva, como en otros países de América Latina, bien podrían ser co-partícipes de un caso de prevaricación con fines por completo ajenos al esclarecimiento de las cosas.
Recientemente, la ex mandataria y hoy senadora Cristina Fernández de Kirchner fue acusada, al igual que varios de sus colaboradores, de "encubrir a los iraníes" mediante un Memorándum de Entendimiento entre Argentina e Irán, supuestamente destinado a reanimar el comercio entre ambos países (con rebajas de precios para las compras argentinas de petróleo) y de paso "dar impunidad" a los inculpados. Al confirmar las acciones legales del juez Claudio Bonadío, la Segunda Sala de la Cámara Federal de la justicia argentina negó la solicitud del ex director de Interpol, Ronald Noble, para testimoniar en el caso. Con las justas se retiró la acusación de "alta traición" contra Fernández de Kirchner y quedaron las inculpaciones de "obstaculizar la acción de la justicia, abuso de autoridad y encubrimiento agravado".
Noble quiso testimoniar que Fernández de Kirchner nunca le ordenó a la Interpol suspender las órdenes de arresto contra los iraníes inculpados, por lo que la ex presidente estaría siendo acusada de un delito imaginario. Por otra parte, un estudio de ADN realizado por el FBI (Federal Bureau of Investigation/Buró Federal de Investigaciones) rechazó la tesis del "conductor suicida libanés" en el atentado. Además, el Memorándum de Entendimiento permitía seguir la indagatoria en Irán, país que no reconocía la extradición. Lo que acaba de hacer la justicia argentina es reanimar antiguas acusaciones que nunca condujeron a nada (excepto al supuesto suicidio del fiscal Alberto Nisman), pero permitieron la politización de la justicia (más que a la "judicialización de la política") bajo la influencia de quienes ahora detentan el poder en Argentina, en complicidad con intereses extranjeros. El Poder Judicial y los medios de comunicación masiva, como en otros países de América Latina, bien podrían ser co-partícipes de un caso de prevaricación con fines por completo ajenos al esclarecimiento de las cosas.
martes, 26 de diciembre de 2017
ECUADOR: LENIN EL PEQUEÑO PREVARICA
El vicepresidente ecuatoriano Jorge Glas fue condenado hace poco a seis años de prisión por "asociación ilícita" en el caso Odebrecht, y los medios de comunicación masiva, tanto del Ecuador como del extranjero, se apresuraron a dar por hecho que "no hay vuelta atrás", silenciando a la parte acusada y el asunto mismo, turbio a más no poder.
Glas fue condenado sin pruebas, ya que ninguno de los involucrados declarantes mencionó el nombre del acusado y tampoco se aportaron evidencias materiales convincentes. El fiscal general del Estado simplemente decidió una "asociación tácita" (de "poder e influencia"), después de haber pactado con la constructora brasileña, cuyos implicados quedaron libres. En medio del fraude procesal por parte del fiscal, Glas fue condenado, por si fuera poco, con un código penal derogado, para que la sentencia incluyera por lo menos un año más. Al mismo tiempo, la Asamblea Nacional ecuatoriana decidió hacerle a Glas un juicio político por "asociación ilícita", siendo que este delito no puede ser causal de ese juicio. De remate, la Corte Constitucional ecuatoriana aceptó el pedido del ilegal juicio político. Días antes de la resolución contra Glas, en una falta total de respeto por la independencia de poderes, el mandatario Lenín Moreno, aunque admitió que no podía entrometerse, pidió en cadena nacional que hubiera "justicia" y no "tomaduras de pelo".
El ingeniero Glas fue durante el gobierno de Rafael Correa (cuando fungió como ministro Coordinador de Sectores Estratégicos y como Vicepresidente) una pieza clave en el cambio de matriz productiva en el Ecuador, en particular en el de la energética, al grado de que el país dejó de ser importador de energía para convertirse en exportador. Este cambio era clave para ir sacando al Ecuador del subdesarrollo. Glas expulsó a Odebrecht del país: en ese momento fue amenazado por el CEO (Chief Executive Officer) de la constructora, Marcelo Odebrecht. Glas era por lo demás una de las piezas de las que quería deshacerse a como diera lugar el opositor derechista Guillermo Lasso.
Haciéndole caso justamente a Lasso, el mandatario Moreno, a nombre de la "reconciliación nacional", convocó para principios de febrero a una consulta popular que contiene dos preguntas inconstitucionales, una de ellas haciendo retroactiva la prohibición de reelección (!leyes retroactivas!) con tal de impedirle a Correa volver a presentarse. El mismo Moreno presionó a la Corte Constitucional para que aprobara la consulta, pero al enterarse de que podía ser frenado en esta instancia (en particular por el informe de la jueza Tatiana Ordeñana), resolvió hacer pasar aquélla por decreto. El mandatario no podía saltarse el dictamen de la Corte, pero en este campeonato de prevaricación alegó que el tiempo para la resolución había vencido, lo que era falso. Una de las preguntas de la consulta destruye el ya quebrado estado de Derecho al sugerir pasarle al Ejecutivo el poder sobre el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. Este Consejo elige a las siguientes instancias: Defensor del Pueblo, Defensor Público, Fiscalía General del Estado, Contralor General del Estado, Consejo Nacional Electoral,Tribunal Contencioso Electoral, Procurador General del Estado y Superintendentes.
De consumarse los golpes contra Glas y en la consulta popular, el Ecuador quedaría privado de buenas posibilidades de desarrollo y de verdadero estado de Derecho (por completo).
Glas fue condenado sin pruebas, ya que ninguno de los involucrados declarantes mencionó el nombre del acusado y tampoco se aportaron evidencias materiales convincentes. El fiscal general del Estado simplemente decidió una "asociación tácita" (de "poder e influencia"), después de haber pactado con la constructora brasileña, cuyos implicados quedaron libres. En medio del fraude procesal por parte del fiscal, Glas fue condenado, por si fuera poco, con un código penal derogado, para que la sentencia incluyera por lo menos un año más. Al mismo tiempo, la Asamblea Nacional ecuatoriana decidió hacerle a Glas un juicio político por "asociación ilícita", siendo que este delito no puede ser causal de ese juicio. De remate, la Corte Constitucional ecuatoriana aceptó el pedido del ilegal juicio político. Días antes de la resolución contra Glas, en una falta total de respeto por la independencia de poderes, el mandatario Lenín Moreno, aunque admitió que no podía entrometerse, pidió en cadena nacional que hubiera "justicia" y no "tomaduras de pelo".
El ingeniero Glas fue durante el gobierno de Rafael Correa (cuando fungió como ministro Coordinador de Sectores Estratégicos y como Vicepresidente) una pieza clave en el cambio de matriz productiva en el Ecuador, en particular en el de la energética, al grado de que el país dejó de ser importador de energía para convertirse en exportador. Este cambio era clave para ir sacando al Ecuador del subdesarrollo. Glas expulsó a Odebrecht del país: en ese momento fue amenazado por el CEO (Chief Executive Officer) de la constructora, Marcelo Odebrecht. Glas era por lo demás una de las piezas de las que quería deshacerse a como diera lugar el opositor derechista Guillermo Lasso.
Haciéndole caso justamente a Lasso, el mandatario Moreno, a nombre de la "reconciliación nacional", convocó para principios de febrero a una consulta popular que contiene dos preguntas inconstitucionales, una de ellas haciendo retroactiva la prohibición de reelección (!leyes retroactivas!) con tal de impedirle a Correa volver a presentarse. El mismo Moreno presionó a la Corte Constitucional para que aprobara la consulta, pero al enterarse de que podía ser frenado en esta instancia (en particular por el informe de la jueza Tatiana Ordeñana), resolvió hacer pasar aquélla por decreto. El mandatario no podía saltarse el dictamen de la Corte, pero en este campeonato de prevaricación alegó que el tiempo para la resolución había vencido, lo que era falso. Una de las preguntas de la consulta destruye el ya quebrado estado de Derecho al sugerir pasarle al Ejecutivo el poder sobre el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. Este Consejo elige a las siguientes instancias: Defensor del Pueblo, Defensor Público, Fiscalía General del Estado, Contralor General del Estado, Consejo Nacional Electoral,Tribunal Contencioso Electoral, Procurador General del Estado y Superintendentes.
De consumarse los golpes contra Glas y en la consulta popular, el Ecuador quedaría privado de buenas posibilidades de desarrollo y de verdadero estado de Derecho (por completo).
viernes, 22 de diciembre de 2017
AMERICA LATINA, LA REGRESION
Contra lo que señalan algunos analistas latinoamericanistas, la remoción de los gobiernos de izquierda en América Latina y el Caribe no comenzó con Brasil y Argentina, sino antes.
El presidente hondureño, Manuel Zelaya, fue destituido por órdenes de la Suprema Corte de Justicia de Honduras en el año 2009. Aunque no sean muy de confiar, la Organización de Estados Americanos (OEA) y la de Naciones Unidas (ONU) pidieron la restitución de Zelaya, que nunca tuvo lugar. Luego, en 2012, el presidente paraguayo Fernando Lugo fue destituido de su cargo por la vía parlamentaria, en un proceso de "juicio político exprés" que fue considerado como "ruptura del orden democrático" por el Mercosur (Mercado Común del Sur) y la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas). Sólo hasta 2016 fue destituida la mandataria brasileña Dilma Rousseff, mediante impeachment: fue acusada de violar normas fiscales, maquillando el déficit presupuestal ("pedaladas fiscales"). Posteriormente se comprobó que Rousseff no había hecho nada ilegal, pero ya era demasiado tarde. Dicho sea de paso, Eduardo Cunha, quien presidió el proceso contra la presidente, fue suspendido y condenado a nueve años de prisión. Varios procesos mostraron que compró a diputados. Michel Temer, el actual presidente de Brasil, tiene encima numerosas acusaciones de corrupción.
En este contexto llegó el caso Odebrecht. En julio de 2017 se dictó prisión preventiva para el ex presidente peruano Ollanta Humala y su esposa, Nadine Heredia, quienes se entregaron a la justicia. No sólo no siguieron el mismo camino Keiko Fujimori (hija de Alberto Fujimori), quien habría recibido dinero de Odebrecht para su campaña en 2011, ni Alan García, ligado al CEO (Chief Executive Officer) de la constructora, Marcelo Odebrecht (hoy bajo arresto domiciliario), sino que el fujimorismo (Fuerza Popular) ha estado buscando controlar -para blindarse y perseguir antifujimoristas- el Tribunal Constitucional y la Fiscalía de la Nación. Humala también fue acusado de recibir dinero de empresas venezolanas. El ex presidente Alejandro Toledo (2001-2006) está prófugo: recibió sobornos de Odebrecht. El actual presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski, estuvo a punto de caer al ser vinculado a Odebrecht. Pero lo cierto es que en el Perú el caso Lava Jato ("Lavado a presión") se convirtió, como lo advirtió la opositora de izquierda Verónika Mendoza (Nuevo Perú), en lo más parecido a "Lava Keiko" y "Lava Alan". En el Ecuador, el caso Odebrecht sirvió para condenar a seis años de prisión al actual vicepresidente Jorge Glas (de izquierda), en un caso de prevaricación ejemplar. Las cosas pasaron de tal modo que Glas es prácticamente un preso político.
La ex mandataria argentina Cristina Fernández ha sido acusada de "encubrir a terroristas" mediante un pacto con Irán, que habría alentado a quienes atentaron en 1994 contra la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina), siendo gobernante Carlos Saúl Menem. En algo curiosamente olvidado, ha sido acusado de corrupción y vive por ende refugiado en Nicaragua quien fuera presidente de El Salvador entre 2009 y 2014, Mauricio Funes, por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). En Centroamérica y el Caribe, como en el resto del continente, los acusados de derecha han salido impunes, o casi: es el caso de James Jimmy Morales en Guatemala (financiamiento electoral ilícito) y del ex presidente panameño Ricardo Martinelli (compras con sobrecostos), detenido y "protegido" en Estados Unidos.
Si se revisan los casos de corrupción, los verdaderos y los supuestos, la aplicación de la ley en América Latina ha sido a la vieja usanza y para desplazar maliciosamente del gobierno a izquierdistas: "plata para los amigos, plomo para los enemigos", pero en una versión lo suficientemente sutil para que la masa se lo crea y permanezca pasiva.
El presidente hondureño, Manuel Zelaya, fue destituido por órdenes de la Suprema Corte de Justicia de Honduras en el año 2009. Aunque no sean muy de confiar, la Organización de Estados Americanos (OEA) y la de Naciones Unidas (ONU) pidieron la restitución de Zelaya, que nunca tuvo lugar. Luego, en 2012, el presidente paraguayo Fernando Lugo fue destituido de su cargo por la vía parlamentaria, en un proceso de "juicio político exprés" que fue considerado como "ruptura del orden democrático" por el Mercosur (Mercado Común del Sur) y la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas). Sólo hasta 2016 fue destituida la mandataria brasileña Dilma Rousseff, mediante impeachment: fue acusada de violar normas fiscales, maquillando el déficit presupuestal ("pedaladas fiscales"). Posteriormente se comprobó que Rousseff no había hecho nada ilegal, pero ya era demasiado tarde. Dicho sea de paso, Eduardo Cunha, quien presidió el proceso contra la presidente, fue suspendido y condenado a nueve años de prisión. Varios procesos mostraron que compró a diputados. Michel Temer, el actual presidente de Brasil, tiene encima numerosas acusaciones de corrupción.
En este contexto llegó el caso Odebrecht. En julio de 2017 se dictó prisión preventiva para el ex presidente peruano Ollanta Humala y su esposa, Nadine Heredia, quienes se entregaron a la justicia. No sólo no siguieron el mismo camino Keiko Fujimori (hija de Alberto Fujimori), quien habría recibido dinero de Odebrecht para su campaña en 2011, ni Alan García, ligado al CEO (Chief Executive Officer) de la constructora, Marcelo Odebrecht (hoy bajo arresto domiciliario), sino que el fujimorismo (Fuerza Popular) ha estado buscando controlar -para blindarse y perseguir antifujimoristas- el Tribunal Constitucional y la Fiscalía de la Nación. Humala también fue acusado de recibir dinero de empresas venezolanas. El ex presidente Alejandro Toledo (2001-2006) está prófugo: recibió sobornos de Odebrecht. El actual presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski, estuvo a punto de caer al ser vinculado a Odebrecht. Pero lo cierto es que en el Perú el caso Lava Jato ("Lavado a presión") se convirtió, como lo advirtió la opositora de izquierda Verónika Mendoza (Nuevo Perú), en lo más parecido a "Lava Keiko" y "Lava Alan". En el Ecuador, el caso Odebrecht sirvió para condenar a seis años de prisión al actual vicepresidente Jorge Glas (de izquierda), en un caso de prevaricación ejemplar. Las cosas pasaron de tal modo que Glas es prácticamente un preso político.
La ex mandataria argentina Cristina Fernández ha sido acusada de "encubrir a terroristas" mediante un pacto con Irán, que habría alentado a quienes atentaron en 1994 contra la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina), siendo gobernante Carlos Saúl Menem. En algo curiosamente olvidado, ha sido acusado de corrupción y vive por ende refugiado en Nicaragua quien fuera presidente de El Salvador entre 2009 y 2014, Mauricio Funes, por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). En Centroamérica y el Caribe, como en el resto del continente, los acusados de derecha han salido impunes, o casi: es el caso de James Jimmy Morales en Guatemala (financiamiento electoral ilícito) y del ex presidente panameño Ricardo Martinelli (compras con sobrecostos), detenido y "protegido" en Estados Unidos.
Si se revisan los casos de corrupción, los verdaderos y los supuestos, la aplicación de la ley en América Latina ha sido a la vieja usanza y para desplazar maliciosamente del gobierno a izquierdistas: "plata para los amigos, plomo para los enemigos", pero en una versión lo suficientemente sutil para que la masa se lo crea y permanezca pasiva.
miércoles, 20 de diciembre de 2017
CHILE: LA ULTRAIZQUIERDA EN ACCION
En la reciente segunda vuelta de las elecciones presidenciales chilenas se impuso Sebastián Piñera, "conservador" cuyo hermano José ocupó importantes cargos ministeriales durante la dictadura de Augusto Pinochet. El ganador, quien se ha visto envuelto en el pasado en escándalos de corrupción (sin consecuencia ninguna), se impuso en medio de una fuerte abstención, de cerca de la mitad de los electores. El perdedor fue Alejandro Guillier, de centro-izquierda (Nueva Mayoría).
En la primera vuelta había llamado la atención la votación para el "izquierdista" Frente Amplio, de Beatriz Sánchez (20 % de los votos), un grupo de partidos que tomó ese nombre, supuestamente, para seguir el ejemplo del Frente Amplio uruguayo. Guillier cerró su campaña para la segunda vuelta invitando al infaltable cantante de boliche que es José el Pepe Mujica, el uruguayo cuya sencillez tiene conmovido al empresariado partidario de la "excelencia personal". Pero el Frente Amplio chileno es otra cosa, y agrupa a partidos "libertarios" como Izquierda Libertaria, ecologistas (Partido Ecologista Verde), movimientos "autonomistas" (Movimiento Autonomista, Izquierda Autónoma), al Movimiento Socialismo y Libertad y al Partido Liberal y otros, incluyendo el Partido Pirata de Chile (!). En suma, este Frente Amplio, a diferencia del uruguayo, es de ultraizquierda. Uno de sus líderes, Giorgio Jackson (Revolución Democrática), exdirigente estudiantil (2011), recibió fondos del magnate estadounidense George Soros, a través de la fundación Open Society.
En entrevista con la revista de modas Paula, Beatriz Sánchez, a su vez, tuvo un "desliz" al declarar, al ser interrogada sobre el gobierno de Salvador Allende: "yo prefiero un Estado que no sea totalitario, porque no creo en un Estado totalitario"(!). La lideresa tuvo que disculparse ante las críticas que recibió de la izquierda, en particular del Partido Socialista.
Pese a las promesas de Guillier para granjearse votos del Frente Amplio (como la plurinacionalidad para reconocer la "autonomía" mapuche, siendo que muchos chilenos, sin ser indígenas, llevan sangre mapuche), los líderes frentistas no insistieron demasiado en su llamado a votar por el centro-izquierda. Es probable que parte de los electores del Frente Amplio se haya abstenido en la segunda vuelta y que hasta un 25 % se haya ido a votar...por Piñera, al tratarse de votantes muy jóvenes que eligen más por el "carisma" (Guillier no tiene ninguno) que por el programa (¿Guillier tenía alguno?). Que la ultraizquierda se comporte del modo descrito no tiene nada de raro. Lo extraño es que algunos analistas latinoamericanistas hayan quedado satisfechos con el "progreso de la izquierda en Chile" (el 20 % para el Frente Amplio en la primera vuelta), siendo que socialistas y comunistas (los de Guillier) sufrieron una estrepitosa derrota. Que Michelle Bachelet, la presidente socialista saliente, sea mujer no cambia en nada las cosas.
En la primera vuelta había llamado la atención la votación para el "izquierdista" Frente Amplio, de Beatriz Sánchez (20 % de los votos), un grupo de partidos que tomó ese nombre, supuestamente, para seguir el ejemplo del Frente Amplio uruguayo. Guillier cerró su campaña para la segunda vuelta invitando al infaltable cantante de boliche que es José el Pepe Mujica, el uruguayo cuya sencillez tiene conmovido al empresariado partidario de la "excelencia personal". Pero el Frente Amplio chileno es otra cosa, y agrupa a partidos "libertarios" como Izquierda Libertaria, ecologistas (Partido Ecologista Verde), movimientos "autonomistas" (Movimiento Autonomista, Izquierda Autónoma), al Movimiento Socialismo y Libertad y al Partido Liberal y otros, incluyendo el Partido Pirata de Chile (!). En suma, este Frente Amplio, a diferencia del uruguayo, es de ultraizquierda. Uno de sus líderes, Giorgio Jackson (Revolución Democrática), exdirigente estudiantil (2011), recibió fondos del magnate estadounidense George Soros, a través de la fundación Open Society.
En entrevista con la revista de modas Paula, Beatriz Sánchez, a su vez, tuvo un "desliz" al declarar, al ser interrogada sobre el gobierno de Salvador Allende: "yo prefiero un Estado que no sea totalitario, porque no creo en un Estado totalitario"(!). La lideresa tuvo que disculparse ante las críticas que recibió de la izquierda, en particular del Partido Socialista.
Pese a las promesas de Guillier para granjearse votos del Frente Amplio (como la plurinacionalidad para reconocer la "autonomía" mapuche, siendo que muchos chilenos, sin ser indígenas, llevan sangre mapuche), los líderes frentistas no insistieron demasiado en su llamado a votar por el centro-izquierda. Es probable que parte de los electores del Frente Amplio se haya abstenido en la segunda vuelta y que hasta un 25 % se haya ido a votar...por Piñera, al tratarse de votantes muy jóvenes que eligen más por el "carisma" (Guillier no tiene ninguno) que por el programa (¿Guillier tenía alguno?). Que la ultraizquierda se comporte del modo descrito no tiene nada de raro. Lo extraño es que algunos analistas latinoamericanistas hayan quedado satisfechos con el "progreso de la izquierda en Chile" (el 20 % para el Frente Amplio en la primera vuelta), siendo que socialistas y comunistas (los de Guillier) sufrieron una estrepitosa derrota. Que Michelle Bachelet, la presidente socialista saliente, sea mujer no cambia en nada las cosas.
lunes, 18 de diciembre de 2017
¿EMPATE CATASTROFICO?
Desde 1978, el traductor Roger Dangeville había adelantado -para referirse a una larga crisis- la expresión "capitalismo senil" (Marx-Engels. La crise), que ha sido retomada por varios estudiosos (Samir Amin entre ellos). Cabe decir de entrada que Karl Marx nunca previó algo así como un "pase automático" al socialismo: no descartó una decadencia que haría palidecer a la del Imperio Romano. El capitalismo lleva medio siglo en crisis, pero tal vez sirva de muy poco insistir en que se trata de una "crisis terminal" y en la "senilidad" del capitalismo. La intelectualidad y la academia están lejos de la mayoría de la gente, que por distintos motivos sigue creyendo en una salida capitalista a la crisis, aunque se dé exclusivamente para unos pocos. Una larga y penosa decadencia no deja de ser empero una posibilidad real, entre otras. Puede ser más o menos localizada, o más o menos generalizada.
En esta perspectiva, no sirve de mucho establecer, por ejemplo, que hemos llegado a un mundo "tripolar" (Estados Unidos, Rusia, China), o que hay una forma -no del todo falsa- de vuelta a un mundo "bipolar" (Estados Unidos, y por el otro lado China y Rusia). Si no están explicitados los valores en juego, o si no los hay (y el hecho es que Rusia y China tienen muchísimo de países capitalistas), lo único que se estaría haciendo es agregar "cantidad" con tal de seguir jugando el mismo juego, y como si la crisis fuera éso, un "juego" en el que, más que los valores mismos, importaría nada más ganar o perder. ¿Ganar o perder qué, además de "posiciones" y "negocios"?
En este caso, sin redefinición de valores, existiría la posibilidad de la "decadencia de la civilización" a la que se ha referido Samir Amin, con una desintegración social al "estilo"romano. "Esto implica, escribe Amín, que nadie controla el devenir de los acontecimientos, que se abren camino por la mera 'fuerza de las cosas'. En nuestra época, teniendo en cuenta el potencial destructivo del que disponen los poderes (destrucciones ecológicas y militares), el riesgo -denunciado por Marx en su momento- de que los combates destruyan a todos los bandos enfrentados es real". No tiene por qué ser un gran desastre militar: igual podría darse una larga decadencia por un "empate catastrófico" si los valores de los supuestos "jugadores" son los mismos, o casi.Es una pena que más de un analista latinoamericano examine las cosas en el mundo como lo haría en una casa de apuestas y, para decirlo con palabras del periodista venezolano, José Vicente Rangel, olvidando que "el ejercicio de la política no puede referirse a lo banal, a la maniobra artera o a la manipulación rastrera de las ideas".
En esta perspectiva, no sirve de mucho establecer, por ejemplo, que hemos llegado a un mundo "tripolar" (Estados Unidos, Rusia, China), o que hay una forma -no del todo falsa- de vuelta a un mundo "bipolar" (Estados Unidos, y por el otro lado China y Rusia). Si no están explicitados los valores en juego, o si no los hay (y el hecho es que Rusia y China tienen muchísimo de países capitalistas), lo único que se estaría haciendo es agregar "cantidad" con tal de seguir jugando el mismo juego, y como si la crisis fuera éso, un "juego" en el que, más que los valores mismos, importaría nada más ganar o perder. ¿Ganar o perder qué, además de "posiciones" y "negocios"?
En este caso, sin redefinición de valores, existiría la posibilidad de la "decadencia de la civilización" a la que se ha referido Samir Amin, con una desintegración social al "estilo"romano. "Esto implica, escribe Amín, que nadie controla el devenir de los acontecimientos, que se abren camino por la mera 'fuerza de las cosas'. En nuestra época, teniendo en cuenta el potencial destructivo del que disponen los poderes (destrucciones ecológicas y militares), el riesgo -denunciado por Marx en su momento- de que los combates destruyan a todos los bandos enfrentados es real". No tiene por qué ser un gran desastre militar: igual podría darse una larga decadencia por un "empate catastrófico" si los valores de los supuestos "jugadores" son los mismos, o casi.Es una pena que más de un analista latinoamericano examine las cosas en el mundo como lo haría en una casa de apuestas y, para decirlo con palabras del periodista venezolano, José Vicente Rangel, olvidando que "el ejercicio de la política no puede referirse a lo banal, a la maniobra artera o a la manipulación rastrera de las ideas".
viernes, 15 de diciembre de 2017
PEOR, IMPOSIBLE...
El capitalismo lleva ya medio siglo en crisis, por lo que es la más larga de su Historia, pero ésto coincide con la imposibilidad de superarlo, algo que no desean amplias franjas de la población en el planeta, por voluntad propia, por ignorancia o por la influencia de los medios de comunicación masiva, que han contagiado el "síndrome TINA" (There Is No Alternative/No hay alternativa).
Uno de los problemas para forjar una alternativa socialista es lo que Samir Amin ha llamado "la extrema dispersión de las luchas, del plano local al mundial, siempre específicas, circunscritas a lugares y ámbitos particulares (ecología, derechos de las mujeres, servicios sociales, reinvindicaciones comunitarias, etc.). Las escasas campañas de alcance nacional o siquiera mundial, prosigue Amin, apenas han obtenido éxitos significativos que hayan comportado un cambio de las políticas aplicadas por los poderes, y muchas de estas luchas han sido absorbidas por el sistema y alimentan la ilusión de la posibilidad de reformarlo". Un gigantesco proletariado a escala mundial está fragmentado en "fracciones diferenciadas, a menudo enfrentadas entre sí". Esto vino, agreguemos, con la crisis misma y el cambio en la división internacional del trabajo a partir de los años '80, que puso a los trabajadores (y un poco a todo el mundo) a competir ferozmente entre sí, en medio de una creciente precarización.
"En el Norte, constata Amín, se ha abandonado el tema central de la lucha de clases anticapitalista -que ha quedado reducido a su expresión más parcelaria- en beneficio de una pretendida redefinición de la 'cultura social de izquierda', comunitarista, que separa la defensa de los derechos particulares del combate general contra el capitalismo". Cuando el Norte se solidariza con el Sur, lo hace bajo una forma "humanitaria" y "caritativa" que en realidad, en vez de ser realmente solidaria, lucra con la ayuda o justifica injerencias. El Sur, a su vez, agreguemos, se dedica a extorsionar al Norte con el tema de la migración, "cobrándole al rico" o al "blanco" en vez de enfrentarse con el criollo creador del desempleo y causante de la falta de oportunidades. Son los derechos particulares del migrante sin relación con un combate general contra el capitalismo. El trabajador blanco del Norte reacciona a su vez atrincherándose en posiciones de derecha.
"En algunos países del Sur, considera Amín, la tradición de las luchas que asociaban el combate antiimperialista con el progreso social ha cedido el puesto a ilusiones retrógradas y reaccionarias de expresión pararreligiosa o pseudoétnica". Así, "una nueva ideología de derechas ha obtenido la adhesión de los pueblos", señala el economista egipcio.
En su peor crisis, el capitalismo ha conseguido reventar las luchas de los trabajadores, dispersándolos por el mundo, y hacerles cargar con reivindicaciones que no son las suyas, sino que empujan a una mayor competencia de todos contra todos por razones de género, edad, raza, religión, "etnia", etcétera. Sorprende un poco que las universidades, siguiendo el modelo de los campi estadounidenses, se hayan convertido en lugares de justificación de esta competencia acérrima y de confusión de la academia -que debiera ser creativa como tal - con el activismo. Este, desde el 68, no ha sido precursor de ningún adelanto democrático, sino garante de las justificaciones ideológicas que ha necesitado el capitalismo para quebrar la unidad de quienes son productivos y re-producen la vida en sociedad.
Uno de los problemas para forjar una alternativa socialista es lo que Samir Amin ha llamado "la extrema dispersión de las luchas, del plano local al mundial, siempre específicas, circunscritas a lugares y ámbitos particulares (ecología, derechos de las mujeres, servicios sociales, reinvindicaciones comunitarias, etc.). Las escasas campañas de alcance nacional o siquiera mundial, prosigue Amin, apenas han obtenido éxitos significativos que hayan comportado un cambio de las políticas aplicadas por los poderes, y muchas de estas luchas han sido absorbidas por el sistema y alimentan la ilusión de la posibilidad de reformarlo". Un gigantesco proletariado a escala mundial está fragmentado en "fracciones diferenciadas, a menudo enfrentadas entre sí". Esto vino, agreguemos, con la crisis misma y el cambio en la división internacional del trabajo a partir de los años '80, que puso a los trabajadores (y un poco a todo el mundo) a competir ferozmente entre sí, en medio de una creciente precarización.
"En el Norte, constata Amín, se ha abandonado el tema central de la lucha de clases anticapitalista -que ha quedado reducido a su expresión más parcelaria- en beneficio de una pretendida redefinición de la 'cultura social de izquierda', comunitarista, que separa la defensa de los derechos particulares del combate general contra el capitalismo". Cuando el Norte se solidariza con el Sur, lo hace bajo una forma "humanitaria" y "caritativa" que en realidad, en vez de ser realmente solidaria, lucra con la ayuda o justifica injerencias. El Sur, a su vez, agreguemos, se dedica a extorsionar al Norte con el tema de la migración, "cobrándole al rico" o al "blanco" en vez de enfrentarse con el criollo creador del desempleo y causante de la falta de oportunidades. Son los derechos particulares del migrante sin relación con un combate general contra el capitalismo. El trabajador blanco del Norte reacciona a su vez atrincherándose en posiciones de derecha.
"En algunos países del Sur, considera Amín, la tradición de las luchas que asociaban el combate antiimperialista con el progreso social ha cedido el puesto a ilusiones retrógradas y reaccionarias de expresión pararreligiosa o pseudoétnica". Así, "una nueva ideología de derechas ha obtenido la adhesión de los pueblos", señala el economista egipcio.
En su peor crisis, el capitalismo ha conseguido reventar las luchas de los trabajadores, dispersándolos por el mundo, y hacerles cargar con reivindicaciones que no son las suyas, sino que empujan a una mayor competencia de todos contra todos por razones de género, edad, raza, religión, "etnia", etcétera. Sorprende un poco que las universidades, siguiendo el modelo de los campi estadounidenses, se hayan convertido en lugares de justificación de esta competencia acérrima y de confusión de la academia -que debiera ser creativa como tal - con el activismo. Este, desde el 68, no ha sido precursor de ningún adelanto democrático, sino garante de las justificaciones ideológicas que ha necesitado el capitalismo para quebrar la unidad de quienes son productivos y re-producen la vida en sociedad.
miércoles, 13 de diciembre de 2017
SOBRE SPUTNIK Y RT
Sputnik y RT (Russia Today) son dos agencias noticiosas oficiales rusas que ofrecen una ventaja: en ellas se encuentran con cierta frecuencia -y no más- informaciones que la prensa occidental tiende a silenciar. De este modo, esas agencias ofrecen una pequeña alternativa de información. También dan a conocer lo oficial sobre el gobierno ruso y en particular sobre el mandatario Vladimir Putin (declaraciones, entrevistas, eventos, etcétera), no sin un dejo de "culto a la personalidad", pero moderno, tipo fan.
Y es que, en efecto, Sputnik y RT han querido, al parecer, salir del estilo "propaganda" para entrar en la modernidad. Estas agencias tienen un gran defecto: a diferencia de lo que era esa "propaganda", que buscaba dar cuenta positivamente de lo que acontecía en la Unión Soviética, RT y Sputnik se concentran en noticias y análisis sobre el extranjero. Salvo a la hora de mostrar a la "Kim Kardashian rusa" o a los animalitos rusos, todo supuestamente "mejor que en Occidente", las agencias en cuestión ni muestran mayormente ni analizan lo que sucede dentro de la Federación Rusa, sobre todo en la vida cotidiana. El habitante occidental carece de un punto de referencia otro, como no sea la figura exclusiva de Putin.
Las noticias y más de un análisis tienden a ser sensacionalistas, además de insistir, excesivamente a veces, en asuntos de armamento. No faltan los anuncios sobre la "Tercera Guerra Mundial" que se adelantan a los acontecimientos y procesos reales, e incluso textos dignos de Selecciones, como uno que se pregunta recientemente "¿en qué país habría que buscar refugio en caso de una guerra nuclear?". Por otra parte, a veces hay, a nombre del análisis, propaganda -sí, la hay- mentirosa en contra de algunos gobiernos y a favor de algunos partidos políticos de oposición (como ocurre en la bochornosa sección sensacionalista "La batalla por México" de RT), lo cual va más allá de las reglas elementales de la diplomacia. Desde el punto de vista económico, estas agencias también son sensacionalistas, anunciando por ejemplo (hace poco) en un encabezado que "el precio del oro explotará y el dólar desaparecerá", y así por el estilo. En distintos terrenos, los errores de pronóstico son frecuentes, pero admitidos.
Los problemas de Sputnik y RT no les pertenecen en exclusiva. Son el resultado de querer jugar en el mismo terreno que la prensa occidental, la cual abandonó hace rato la búsqueda de la objetividad y la imparcialidad con tal de no perder rating y seguir haciéndose la interesante para llamar la atención. Las agencias referidas también caen en la mundanidad y muestran así, involuntariamente, a una parte de la Rusia de hoy.
Y es que, en efecto, Sputnik y RT han querido, al parecer, salir del estilo "propaganda" para entrar en la modernidad. Estas agencias tienen un gran defecto: a diferencia de lo que era esa "propaganda", que buscaba dar cuenta positivamente de lo que acontecía en la Unión Soviética, RT y Sputnik se concentran en noticias y análisis sobre el extranjero. Salvo a la hora de mostrar a la "Kim Kardashian rusa" o a los animalitos rusos, todo supuestamente "mejor que en Occidente", las agencias en cuestión ni muestran mayormente ni analizan lo que sucede dentro de la Federación Rusa, sobre todo en la vida cotidiana. El habitante occidental carece de un punto de referencia otro, como no sea la figura exclusiva de Putin.
Las noticias y más de un análisis tienden a ser sensacionalistas, además de insistir, excesivamente a veces, en asuntos de armamento. No faltan los anuncios sobre la "Tercera Guerra Mundial" que se adelantan a los acontecimientos y procesos reales, e incluso textos dignos de Selecciones, como uno que se pregunta recientemente "¿en qué país habría que buscar refugio en caso de una guerra nuclear?". Por otra parte, a veces hay, a nombre del análisis, propaganda -sí, la hay- mentirosa en contra de algunos gobiernos y a favor de algunos partidos políticos de oposición (como ocurre en la bochornosa sección sensacionalista "La batalla por México" de RT), lo cual va más allá de las reglas elementales de la diplomacia. Desde el punto de vista económico, estas agencias también son sensacionalistas, anunciando por ejemplo (hace poco) en un encabezado que "el precio del oro explotará y el dólar desaparecerá", y así por el estilo. En distintos terrenos, los errores de pronóstico son frecuentes, pero admitidos.
Los problemas de Sputnik y RT no les pertenecen en exclusiva. Son el resultado de querer jugar en el mismo terreno que la prensa occidental, la cual abandonó hace rato la búsqueda de la objetividad y la imparcialidad con tal de no perder rating y seguir haciéndose la interesante para llamar la atención. Las agencias referidas también caen en la mundanidad y muestran así, involuntariamente, a una parte de la Rusia de hoy.
lunes, 11 de diciembre de 2017
LLORONA
La izquierda tercermundista no-comunista, en la cual está incluida la de América Latina, tiene sus peculiaridades:
-le encanta el autoelogio. El que escribe desde esta izquierda no puede no mencionar "el pensamiento del Che", "la espada de Simón Bolívar", la frase de José Martí, las cualidades de Benito Juárez, "la Patria Grande", cualquier cosa que efectivamente, de tan grande que suene, engrandezca al que habla o escribe. El Che, et puis moi, et moi, et moi.
-es retórica y teatral, en parte porque se habla a sí misma, y en parte porque se dirige al mismo tiempo al poder, sin tomar demasiado en cuenta al que, de a pié, no lo tiene, el que es Pablo Pueblo o Juan Pachanga. Esta izquierda no analiza, salvo excepciones, y ni siquiera razona o argumenta con "el análisis concreto de la situación concreta", o tomando lo concreto por la "síntesis de múltiples determinaciones" (ambas son referencias de Lenin). Es una izquierda de torneos provincianos de oratoria y que desprecia olímpicamente, desde su trinchera (porque desde la Revolución Cubana está en imparable combate, "hasta la victoria siempre"), los tristes gabinetes de estudio. Es una izquierda con una flojera proverbial para el estudio, la formación de cuadros y la cultura que no sea de ornato y extranjera. Lo que cuenta es el dogma de autoridad, aunque quien lo usa se diga "anti-dogmático", "anti-sectario" y con otros deslindes del comunismo.
-es religiosa, porque quiere fieles, seguidores (y ahora algo de fans), en vez de estar al servicio de la base o de brindar un servicio público (con algún análisis de algo, por ejemplo). Es una izquierda de compadres (crony left?) y, también, de comadres.
-tiene rasgos oligárquicos, porque usa al pueblo, teniéndolo a disposición, y dejándolo en la cuneta cuando ya se tiene el poder o cuando se está en la derrota (que nunca es confesable). Es la clase de amigo que sale corriendo en las dificultades y que al mismo tiempo sigue en la oratoria, pero de victimización. Nunca es responsable de nada. Es la izquierda "yo te aseguro que yo no fuí".
-Como no tiene ni cultura cívica ni ética y sí en cambio rasgos oligárquicos, aunque sea en decadencia, no es de fiar en lo personal: da la espalda con la misma facilidad con la que seduce.
Nada de lo anterior aparece como está descrito, sino que viene envuelto para regalo, de tal modo que cuente el factor sorpresa: el compadre se las da de picante pero sabroso, y la comadre anda con un hermoso huipil.
-le encanta el autoelogio. El que escribe desde esta izquierda no puede no mencionar "el pensamiento del Che", "la espada de Simón Bolívar", la frase de José Martí, las cualidades de Benito Juárez, "la Patria Grande", cualquier cosa que efectivamente, de tan grande que suene, engrandezca al que habla o escribe. El Che, et puis moi, et moi, et moi.
-es retórica y teatral, en parte porque se habla a sí misma, y en parte porque se dirige al mismo tiempo al poder, sin tomar demasiado en cuenta al que, de a pié, no lo tiene, el que es Pablo Pueblo o Juan Pachanga. Esta izquierda no analiza, salvo excepciones, y ni siquiera razona o argumenta con "el análisis concreto de la situación concreta", o tomando lo concreto por la "síntesis de múltiples determinaciones" (ambas son referencias de Lenin). Es una izquierda de torneos provincianos de oratoria y que desprecia olímpicamente, desde su trinchera (porque desde la Revolución Cubana está en imparable combate, "hasta la victoria siempre"), los tristes gabinetes de estudio. Es una izquierda con una flojera proverbial para el estudio, la formación de cuadros y la cultura que no sea de ornato y extranjera. Lo que cuenta es el dogma de autoridad, aunque quien lo usa se diga "anti-dogmático", "anti-sectario" y con otros deslindes del comunismo.
-es religiosa, porque quiere fieles, seguidores (y ahora algo de fans), en vez de estar al servicio de la base o de brindar un servicio público (con algún análisis de algo, por ejemplo). Es una izquierda de compadres (crony left?) y, también, de comadres.
-tiene rasgos oligárquicos, porque usa al pueblo, teniéndolo a disposición, y dejándolo en la cuneta cuando ya se tiene el poder o cuando se está en la derrota (que nunca es confesable). Es la clase de amigo que sale corriendo en las dificultades y que al mismo tiempo sigue en la oratoria, pero de victimización. Nunca es responsable de nada. Es la izquierda "yo te aseguro que yo no fuí".
-Como no tiene ni cultura cívica ni ética y sí en cambio rasgos oligárquicos, aunque sea en decadencia, no es de fiar en lo personal: da la espalda con la misma facilidad con la que seduce.
Nada de lo anterior aparece como está descrito, sino que viene envuelto para regalo, de tal modo que cuente el factor sorpresa: el compadre se las da de picante pero sabroso, y la comadre anda con un hermoso huipil.
viernes, 8 de diciembre de 2017
AMOR Y PAZ
Las fuerzas comunistas, que en el caso de América Latina tuvieron algún poderío hasta los años '30/40, salvo excepciones (como Chile y Uruguay), cayeron en la autofobia a raíz del XXavo Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), celebrado en 1956, en el cual el líder soviético Nikita Jrushchov dió a conocer el (hoy se sabe) supuesto terror de Stalin. Los adversarios aprovecharon y crearon el "paradigma anti-Stalin", estableciendo las equivalencias comunismo=terror y comunismo=estalinismo. Muchos partidos comunistas (como los eurocomunistas de Italia, Francia y España) terminaron tratando de deslindarse y al hacerlo acabaron con menos fuerza aún.
La izquierda en general cayó en la autofobia justo al momento en que, siempre para usar la caracterización del estudioso italiano Domenico Losurdo, el capitalismo empezó a dar en el autobombo: con la caída del sovietismo en 1989-1991. Desde entonces, la "tercera vía" que el propio capitalismo había soltado por ahí dejó de tener vigencia y la izquierda concluyó que tenía que "adaptarse o perecer", para lo que empezó a ceder lo máximo esperando conservar lo mínimo. Muchos se deslindaron del supuesto "experimento" soviético, que dejó así de ser experiencia de aciertos y errores de la cual extraer lecciones. A la larga, la propia izquierda socialdemócrata resultó perjudicada y carece hoy del empuje de antaño. No hay centro entre el capitalismo y la nada, ni puede haberlo. Quienes dicen que hay que tomar "lo mejor de los dos sistemas" quieren el lucro con Estado de Bienestar, que es la vuelta al "esplendor" de la segunda posguerra.
La izquierda dejó de atreverse a hablar de socialismo (ya ni se diga de comunismo, que nunca fue lo suyo) y se limitó en su autofobia a "fugarse de la Historia" (parafraseando a Losurdo), con propuestas tan vagas como "otro mundo es posible" y así por el estilo. Desde luego que "otro mundo es posible": para peor, por ejemplo. La izquierda dejó también de atacar al imperialismo y a lo sumo acogió a la derecha del partido Demócrata estadounidense (hasta en Cuba hay muchos dispuestos a seguirlo) como máximo horizonte posible. La propuesta del "socialismo del siglo XXI" no duró en Venezuela (entre otras cosas por el anticomunismo de algunos chavistas como Diosdado Cabello). La izquierda que nació con el capitalismo en la Revolución francesa (y no contra él) dejó de reclamar igualdad (lo entendió para bien o para mal como nivelación por lo bajo), se olvidó por completo de la fraternidad y se quedó no con la libertad, sino con "lo libertario", otra vez al gusto de los Demócratas estadounidenses. Más de uno llegó a creer que sin el comunismo y cediendo lo máximo sería más fácil: ya no habría la posibilidad de establecer la equivalencia izquierda=comunismo, aunque el capitalismo estableció otras (izquierda=populismo, izquierda=Norcorea o izquierda=anacronismo). Con la autofobia no hay nada que enseñar (predicar con el ejemplo) ni que aprender (de una Historia que según la izquierda "no es la suya", aunque ya no tiene una propia). Salvo excepciones, la izquierda dejó incluso de tener un lenguaje propio, que correspondiera a sus intereses: se limitó, como el capitalismo estadounidense (the pursuit of happiness), a proponer "perder el miedo a ser feliz". Amor y paz.
La izquierda en general cayó en la autofobia justo al momento en que, siempre para usar la caracterización del estudioso italiano Domenico Losurdo, el capitalismo empezó a dar en el autobombo: con la caída del sovietismo en 1989-1991. Desde entonces, la "tercera vía" que el propio capitalismo había soltado por ahí dejó de tener vigencia y la izquierda concluyó que tenía que "adaptarse o perecer", para lo que empezó a ceder lo máximo esperando conservar lo mínimo. Muchos se deslindaron del supuesto "experimento" soviético, que dejó así de ser experiencia de aciertos y errores de la cual extraer lecciones. A la larga, la propia izquierda socialdemócrata resultó perjudicada y carece hoy del empuje de antaño. No hay centro entre el capitalismo y la nada, ni puede haberlo. Quienes dicen que hay que tomar "lo mejor de los dos sistemas" quieren el lucro con Estado de Bienestar, que es la vuelta al "esplendor" de la segunda posguerra.
La izquierda dejó de atreverse a hablar de socialismo (ya ni se diga de comunismo, que nunca fue lo suyo) y se limitó en su autofobia a "fugarse de la Historia" (parafraseando a Losurdo), con propuestas tan vagas como "otro mundo es posible" y así por el estilo. Desde luego que "otro mundo es posible": para peor, por ejemplo. La izquierda dejó también de atacar al imperialismo y a lo sumo acogió a la derecha del partido Demócrata estadounidense (hasta en Cuba hay muchos dispuestos a seguirlo) como máximo horizonte posible. La propuesta del "socialismo del siglo XXI" no duró en Venezuela (entre otras cosas por el anticomunismo de algunos chavistas como Diosdado Cabello). La izquierda que nació con el capitalismo en la Revolución francesa (y no contra él) dejó de reclamar igualdad (lo entendió para bien o para mal como nivelación por lo bajo), se olvidó por completo de la fraternidad y se quedó no con la libertad, sino con "lo libertario", otra vez al gusto de los Demócratas estadounidenses. Más de uno llegó a creer que sin el comunismo y cediendo lo máximo sería más fácil: ya no habría la posibilidad de establecer la equivalencia izquierda=comunismo, aunque el capitalismo estableció otras (izquierda=populismo, izquierda=Norcorea o izquierda=anacronismo). Con la autofobia no hay nada que enseñar (predicar con el ejemplo) ni que aprender (de una Historia que según la izquierda "no es la suya", aunque ya no tiene una propia). Salvo excepciones, la izquierda dejó incluso de tener un lenguaje propio, que correspondiera a sus intereses: se limitó, como el capitalismo estadounidense (the pursuit of happiness), a proponer "perder el miedo a ser feliz". Amor y paz.
miércoles, 6 de diciembre de 2017
TOLERANCIA
Izquierda y comunismo no son lo mismo, porque el segundo, a diferencia del primero, supone una ruptura radical con el capitalismo. En la actualidad el comunismo prácticamente ya no existe, aunque en algunos países (como China, Vietnam y Cuba) gobiernan partidos comunistas (el más cercano al ideario comunista es el gobierno de Raúl Castro en Cuba, aunque en este país el fidelismo/Movimiento 26 de julio/ dejó una huella de profundo anticomunismo). En otros países existe oposición comunista: la más fuerte, aunque ideológicamente desorientada, es la de la Federación Rusa (Partido Comunista de la Federación Rusa, PCFR o KPRF), todavía con Guennadi Ziuganov a la cabeza. En América Latina los partidos comunistas fuertes, donde los hubo (por ejemplo en Chile y Uruguay) se colocaron a remolque de la Revolución Cubana, que hizo mucho por marginarlos, como lo hizo con las guerrillas que no eran pro-cubanas (las Fuerzas Armas Revolucionarias de Colombia, FARC, por ejemplo). En el Tercer Mundo los gobiernos nacional-populares han solido ser duramente anticomunistas, y Cuba no ha sido la excepción, así se llame nominalmente "socialista". Esto quiere decir que no hay equivalencia izquierda=comunismo, de la misma manera en que no la hay entre izquierda=populismo y menos aún entre izquierda y terror, escasez y antidemocracia. Desafortunadamente, en América Latina los partidos comunistas se colocaron a la cola del guevarismo, perdiendo autonomía y pensamiento propio. Por lo demás, cuando un partido comunista como el chino hace una política capitalista, es perfectamente bien tolerado por el mundo capitalista. Norcorea es otra cosa, ya que sigue con extravagancia la idea "Juche" de Kim Il Sung, su fundador.
La izquierda surgió con la Revolución Francesa (los parlamentarios que se sentaban a la izquierda en la Asamblea), el comunismo bastante después, con Marx, Engels y posteriormente Lenin. La izquierda no-comunista ha sido bastante bien tolerada por el capitalismo (lo fue durante la segunda posguerra), porque sirve de "indicador" -según tenga fuerza o no la tenga- para orientar la "gobernabilidad" y detectar los puntos en los cuales hay que hacer el ademán de ceder o soltar algo, para cooptar el descontento y canalizarlo dentro del mismo capitalismo, si es necesario con gobiernos o con posturas socialdemócratas, es decir, de centro-izquierda. A su vez, el comunismo opositor, donde lo hay, es tolerado hoy simplemente porque no significa riesgo de ruptura, dada su mínima representatividad.
Después de haber pregonado la "tercera vía", incluso en el estilo de un Anthony Blair (hoy ex primer ministro británico), el capitalismo, que a lo sumo admite "en la izquierda" -dizque- al partido Demócrata estadounidense (sin Bernard Bernie Sanders), se ha vuelto menos tolerante con la izquierda en general, incluso con gobiernos socialdemócratas como el venezolano (ya abandonó toda idea de "socialismo del siglo XXI"), hasta donde pretende ser nacional-popular y ésto molesta. Desde antes del desplome del bloque socialista y la Unión Soviética, el capitalismo ha venido siguiendo la "estrategia de la rodaja de salami" (segmentación mediante alianzas o amenazas) para debilitar a la izquierda, después de haberse deshecho del comunismo occidental. Es esta nueva incapacidad del capitalismo para tolerar a la izquierda, incluso hacia el centro (la izquierda reformista, partidaria de reformar al mismo capitalismo) la que ha orillado a muchos electores hacia la derecha -el dizque "populismo"- del conservadurismo imperante. Sin comunismo, la izquierda está reducida a sobrevivir como una variante "redistributiva" de este conservadurismo, por más que se haga llamar "liberal", cosa que en la práctica no es, porque no lucha contra los privilegios. La otra variante es la ultraizquierda o izquierda infantil, que puede darle al conservadurismo ganador tintes e incluso prácticas fascistoides.
Dado que la izquierda, a diferencia del comunismo, nació con el capitalismo (y no por oposición a éste), serrucharla -cuando no se serrucha sola- es volver aún más conservador al mismo capitalismo, de tal modo que corta la rama en que está sentado y arriesga seguir llevándose cuesta abajo en la descomposición a quien se deje ilusionar.
La izquierda surgió con la Revolución Francesa (los parlamentarios que se sentaban a la izquierda en la Asamblea), el comunismo bastante después, con Marx, Engels y posteriormente Lenin. La izquierda no-comunista ha sido bastante bien tolerada por el capitalismo (lo fue durante la segunda posguerra), porque sirve de "indicador" -según tenga fuerza o no la tenga- para orientar la "gobernabilidad" y detectar los puntos en los cuales hay que hacer el ademán de ceder o soltar algo, para cooptar el descontento y canalizarlo dentro del mismo capitalismo, si es necesario con gobiernos o con posturas socialdemócratas, es decir, de centro-izquierda. A su vez, el comunismo opositor, donde lo hay, es tolerado hoy simplemente porque no significa riesgo de ruptura, dada su mínima representatividad.
Después de haber pregonado la "tercera vía", incluso en el estilo de un Anthony Blair (hoy ex primer ministro británico), el capitalismo, que a lo sumo admite "en la izquierda" -dizque- al partido Demócrata estadounidense (sin Bernard Bernie Sanders), se ha vuelto menos tolerante con la izquierda en general, incluso con gobiernos socialdemócratas como el venezolano (ya abandonó toda idea de "socialismo del siglo XXI"), hasta donde pretende ser nacional-popular y ésto molesta. Desde antes del desplome del bloque socialista y la Unión Soviética, el capitalismo ha venido siguiendo la "estrategia de la rodaja de salami" (segmentación mediante alianzas o amenazas) para debilitar a la izquierda, después de haberse deshecho del comunismo occidental. Es esta nueva incapacidad del capitalismo para tolerar a la izquierda, incluso hacia el centro (la izquierda reformista, partidaria de reformar al mismo capitalismo) la que ha orillado a muchos electores hacia la derecha -el dizque "populismo"- del conservadurismo imperante. Sin comunismo, la izquierda está reducida a sobrevivir como una variante "redistributiva" de este conservadurismo, por más que se haga llamar "liberal", cosa que en la práctica no es, porque no lucha contra los privilegios. La otra variante es la ultraizquierda o izquierda infantil, que puede darle al conservadurismo ganador tintes e incluso prácticas fascistoides.
Dado que la izquierda, a diferencia del comunismo, nació con el capitalismo (y no por oposición a éste), serrucharla -cuando no se serrucha sola- es volver aún más conservador al mismo capitalismo, de tal modo que corta la rama en que está sentado y arriesga seguir llevándose cuesta abajo en la descomposición a quien se deje ilusionar.
lunes, 4 de diciembre de 2017
MI PEOR ES NADA
El habitante promedio del mundo capitalista no puede representarse el socialismo, por ignorancia (las más de las veces, completa) o porque, al no tener el acto psicológico de la "vivencia", no puede juzgar ni pronunciarse, salvo que tenga la "vivencia" de algún otro. Las cosas hay que vivirlas, y como ese habitante no ha vivido lo desconocido, más allá de lo que pudieran haberle dicho, no puede quererlo. Tal pareciera que es mejor quedarse con "lo vivido", por conocido, así sea algo nada bueno. Qué se le va a hacer: al menos es "nuestra vivencia", en vez de un salto a lo desconocido o algo peor.
De este modo, se prefiere al cambio la inercia o incluso la regresión, pero en lo conocido. Son décadas que el capitalismo no se reforma, por lo menos desde los años '70, y que la crisis se ha vuelto permanente, pero la única "vivencia que se vió" es que el socialismo tal y como se lo conocía se desplomó en 1989-1991. No hay razón para querer nada mejor que no sea más abundancia (adictiva) dentro del capitalismo, si alcanza para más (y siempre lo promete, porque nadie gana una elección diciendo que no alcanzará para todos, o al menos para la mayoría). Parafraseando a Samir Amin, se trata de salir de la crisis del capitalismo y no del capitalismo en crisis, aunque quienes logren "salir" sean finalmente pocos. Al no tenerse la "vivencia" del socialismo, bien puede preferirse caer hasta en la abyección, pero con tal de que sea "algo vivido", en el capitalismo.
Los "testimonios" que nunca se pueden verificar o que son aíslados o mentirosos, o los testimonios sacados de contexto (como los recogidos por la escritora Svetlana Alexievich), bastan, porque son "vivencias", para establecer las equivalencias de siempre, socialismo=terror, socialismo=escasez y socialismo=antidemocracia. Nadie repetirá que, conceptualmente, socialismo es igual a propiedad social de los medios de producción (no propiedad de unos cuantos para explotar a muchos). Un concepto no se puede "vivenciar", al parecer. Así que el que no es ignorante puede creer que tiene "la vivencia" porque la vió en pantalla o la leyó: esta (falsa) vivencia -muy frecuente en el esnobismo intelectual- señala que socialismo no significa la posibilidad de proseguir con la humanización de la vida en sociedad, la salida de la alienación. Es preferible "la vivencia" de una deshumanización que ni siquiera se ve como tal (al menos en las capas medias y clases dominantes), aunque muchos se quejen, porque el capitalismo "vivido" (!y hasta el "por vivir"!) se plantea como más humano y mejor, una "forma superior". ¿Qué sigue? Más de lo mismo, o peor, porque el capitalismo es "nuestro peor es nada" (puesto que el socialismo es "nada"). Si alguien se atreviera a querer algo mejor y en verdad más humano, que desafiara al statu quo, se quedaría sin nada. Esa es la amenaza velada.
De este modo, se prefiere al cambio la inercia o incluso la regresión, pero en lo conocido. Son décadas que el capitalismo no se reforma, por lo menos desde los años '70, y que la crisis se ha vuelto permanente, pero la única "vivencia que se vió" es que el socialismo tal y como se lo conocía se desplomó en 1989-1991. No hay razón para querer nada mejor que no sea más abundancia (adictiva) dentro del capitalismo, si alcanza para más (y siempre lo promete, porque nadie gana una elección diciendo que no alcanzará para todos, o al menos para la mayoría). Parafraseando a Samir Amin, se trata de salir de la crisis del capitalismo y no del capitalismo en crisis, aunque quienes logren "salir" sean finalmente pocos. Al no tenerse la "vivencia" del socialismo, bien puede preferirse caer hasta en la abyección, pero con tal de que sea "algo vivido", en el capitalismo.
Los "testimonios" que nunca se pueden verificar o que son aíslados o mentirosos, o los testimonios sacados de contexto (como los recogidos por la escritora Svetlana Alexievich), bastan, porque son "vivencias", para establecer las equivalencias de siempre, socialismo=terror, socialismo=escasez y socialismo=antidemocracia. Nadie repetirá que, conceptualmente, socialismo es igual a propiedad social de los medios de producción (no propiedad de unos cuantos para explotar a muchos). Un concepto no se puede "vivenciar", al parecer. Así que el que no es ignorante puede creer que tiene "la vivencia" porque la vió en pantalla o la leyó: esta (falsa) vivencia -muy frecuente en el esnobismo intelectual- señala que socialismo no significa la posibilidad de proseguir con la humanización de la vida en sociedad, la salida de la alienación. Es preferible "la vivencia" de una deshumanización que ni siquiera se ve como tal (al menos en las capas medias y clases dominantes), aunque muchos se quejen, porque el capitalismo "vivido" (!y hasta el "por vivir"!) se plantea como más humano y mejor, una "forma superior". ¿Qué sigue? Más de lo mismo, o peor, porque el capitalismo es "nuestro peor es nada" (puesto que el socialismo es "nada"). Si alguien se atreviera a querer algo mejor y en verdad más humano, que desafiara al statu quo, se quedaría sin nada. Esa es la amenaza velada.
viernes, 1 de diciembre de 2017
EN DESCOMPOSICION
El capitalismo no se encuentra en la actualidad amenazado desde fuera, mucho menos por el socialismo, y ya no se diga por lo que algunos se han inventado como "populismo".
En el capitalismo, las capas medias y las clases dominantes están convencidas de que socialismo=escasez, de que socialismo=terror y, finalmente, de que el socialismo es anti-democrático. Esas capas y clases le tienen pavor al pueblo y han remplazado a la democracia como "gobierno del pueblo" por la democracia como "gobierno de la mayoría", lo que no es lo mismo. Esta mayoría consensúa luego de actos de compra-venta "simbólicos" (electorales) decisiones que no toma: en el capitalismo actual, las decisiones que sí importan se toman sin consultar al pueblo, con frecuencia contra él (en particular si es trabajador) y entre la alta finanza, las corporaciones transnacionales, los complejos militar-industriales, los organismos internacionales y políticos al servicio de estos intereses. Al mismo tiempo, las capas medias y hasta una parte de los sectores populares se compran el derecho de hacerse de la vista gorda -aunque se quejen- a cambio de que haya aunque sea una mínima derrama económica -una oferta- por parte de esos intereses. En la democracia para mayorías, que no paran de demandar, hay "demanda y oferta" (y los políticos no paran de ofertar). Cerrado el trato, cada quien se va a lo suyo: la mayoría al "mientras yo y los míos estemos bien, lo demás no importa", y los intereses descritos a sus negocios ("y lo demás no importa"), siendo ambos perjudiciales para la sociedad en su conjunto, porque se le da la espalda a cualquier bien común. En rigor, la democracia actual ni siquiera es el gobierno de las mayorías, sino un negocio que perjudica la vida en común. El capitalismo está así amenazado desde dentro, mientras cree estarlo desde fuera, por los supuestos populismos o lo que sea.
Cuando existió en el poder, el socialismo fue el gobierno del pueblo y no de las mayorías, al menos durante determinados periodos. Lo del temor a la escasez es algo que sale de grupos sociales que viven en la abundancia (capitalista) sin darse cuenta de que es por sobre-producción, por lo tanto por crisis y no por una verdadera bonanza, que por lo demás no debería ser anárquica: como lo hiciera notar el traductor Roger Dangeville (Marx-Engels. La crise) a principios de la misma crisis, en los años '70, se trata de un "capitalismo drogado", entre otras cosas por los lujos. Por otra parte, las investigaciones históricas serias y más recientes han demostrado, sobre la base de archivos, que no hubo "gran terror" en el socialismo (en este caso, el soviético). No importa, ahí viene el coco: incluso bajo el gobierno democrático chileno de Salvador Allende (1970-1973) se convencía a las capas medias de que iban a ser expropiados hasta los niños, para quedar "a cargo del Estado y no de la familia".
La fuerza de estos estereotipos -en otro nivel, se trata de falacias- y la comodidad del negocio electoral-democrático -mientras haya para cierta derrama- vuelven imposible un cambio en profundidad, pero permiten que en esta misma se siga descomponiendo el capitalismo.
En el capitalismo, las capas medias y las clases dominantes están convencidas de que socialismo=escasez, de que socialismo=terror y, finalmente, de que el socialismo es anti-democrático. Esas capas y clases le tienen pavor al pueblo y han remplazado a la democracia como "gobierno del pueblo" por la democracia como "gobierno de la mayoría", lo que no es lo mismo. Esta mayoría consensúa luego de actos de compra-venta "simbólicos" (electorales) decisiones que no toma: en el capitalismo actual, las decisiones que sí importan se toman sin consultar al pueblo, con frecuencia contra él (en particular si es trabajador) y entre la alta finanza, las corporaciones transnacionales, los complejos militar-industriales, los organismos internacionales y políticos al servicio de estos intereses. Al mismo tiempo, las capas medias y hasta una parte de los sectores populares se compran el derecho de hacerse de la vista gorda -aunque se quejen- a cambio de que haya aunque sea una mínima derrama económica -una oferta- por parte de esos intereses. En la democracia para mayorías, que no paran de demandar, hay "demanda y oferta" (y los políticos no paran de ofertar). Cerrado el trato, cada quien se va a lo suyo: la mayoría al "mientras yo y los míos estemos bien, lo demás no importa", y los intereses descritos a sus negocios ("y lo demás no importa"), siendo ambos perjudiciales para la sociedad en su conjunto, porque se le da la espalda a cualquier bien común. En rigor, la democracia actual ni siquiera es el gobierno de las mayorías, sino un negocio que perjudica la vida en común. El capitalismo está así amenazado desde dentro, mientras cree estarlo desde fuera, por los supuestos populismos o lo que sea.
Cuando existió en el poder, el socialismo fue el gobierno del pueblo y no de las mayorías, al menos durante determinados periodos. Lo del temor a la escasez es algo que sale de grupos sociales que viven en la abundancia (capitalista) sin darse cuenta de que es por sobre-producción, por lo tanto por crisis y no por una verdadera bonanza, que por lo demás no debería ser anárquica: como lo hiciera notar el traductor Roger Dangeville (Marx-Engels. La crise) a principios de la misma crisis, en los años '70, se trata de un "capitalismo drogado", entre otras cosas por los lujos. Por otra parte, las investigaciones históricas serias y más recientes han demostrado, sobre la base de archivos, que no hubo "gran terror" en el socialismo (en este caso, el soviético). No importa, ahí viene el coco: incluso bajo el gobierno democrático chileno de Salvador Allende (1970-1973) se convencía a las capas medias de que iban a ser expropiados hasta los niños, para quedar "a cargo del Estado y no de la familia".
La fuerza de estos estereotipos -en otro nivel, se trata de falacias- y la comodidad del negocio electoral-democrático -mientras haya para cierta derrama- vuelven imposible un cambio en profundidad, pero permiten que en esta misma se siga descomponiendo el capitalismo.
miércoles, 29 de noviembre de 2017
EZHOVSCHINA: CONTRA LA DEMOCRATIZACION DE LA URSS
El periodo 1937-1938 fue el peor de la represión bajo Stalin en la Unión Soviética y en vísperas de la guerra. Al ser Comisario del Pueblo para Asuntos Interiores (jefe del NKVD, policía secreta) Nikolai Ezhov, ese mismo periodo se conoce como ezhovschina y durante él fueron ejecutadas poco menos de 700 mil personas, muchas de ellas inocentes. No ha sido posible establecer cuántas en la medida en que llegaron a ser fusiladas también personas culpables de delitos graves, en particular contra el Estado (por el artículo 58 de la Unión Soviética). Cabe señalar que este artículo era muy severo con delitos que concernieran a lo militar, pero no tanto con la agitación y propaganda antisoviéticas, por ejemplo (6 meses de prisión).
La ejecución de personas inocentes, a cargo de Ezhov, llegó a oídos del Comité Central del Partido Comunista (bolchevique) en octubre de 1937, y se descubrió a otro de los culpables, Pavel Postyshev, quien fue expulsado de la organización y ejecutado, aunque luego rehabilitado por Nikita Jrushchov, líder soviético a la muerte de Stalin.
Ezhov y su gente conspiraban contra Stalin e intentaron asesinarlo el 7 de noviembre de 1938, cuando el primero ya era sospechoso para el poder soviético. El 17 de noviembre de 1938, durante el periodo de Stalin y bastante antes de la llegada de Jrushchov al gobierno, el buró político del Partido Comunista (bolchevique) se lanzó a criticar la ejecución de personas inocentes, los juicios por motivos nimios y las investigaciones "sembradas". Se cambió el sistema judicial para evitar que este tipo de "procedimientos" siguiera y el 23 de noviembre de 1938 Ezhov tuvo que dimitir, siendo sustituido por Lavrentii Beria, quien de inmediato liberó a miles de detenidos (unos 100 mil) sin alguna justificación. Ezhov fue finalmente arrestado en abril de 1939, e igual suerte corrieron otros culpables dentro del NKVD. Durante el periodo de Beria (hasta 1946), el número de ejecuciones bajó a menos del 1 % de lo que eran entre 1937 y 1938. Muchos de los ejecutados sí fueron culpables esta vez, ya que con frecuencia eran gente de Ezhov (hasta que en 1940, luego de un juicio por un Colegio Militar, llegó el turno del mismo Ezhov).
¿Ezhov reprimió a inocentes por órdenes de Stalin? No, lo hizo para crear descontento entre la población contra Stalin. Hombre disoluto, Ezhov había sido reclutado por los servicios de inteligencia alemanes (nazis) y esperaba ansioso la invasión foránea para que coincidiera con el descontento creado dentro de la Unión Soviética por esta "quinta columna" en la que por cierto participó Nikolai Bujarin. Todo este proceso está reconstituido a base de archivos por Grover Furr en Yezhov vs. Stalin. The truth about mass repressions and the so called Great Terror in the USSR. No fue Stalin quien mandó ejecutar a inocentes. En cambio, logró frenar antes de la invasión nazi las conspiraciones de quienes estaban descontentos con una mayor democratización de la Unión planteada desde 1936 y nuevamente parada -hasta ser liquidada- por la gente del partido después de la guerra y a la muerte del líder georgiano. Sepultar esa democratización fue el comienzo del estancamiento y la descomposición del régimen soviético.
La ejecución de personas inocentes, a cargo de Ezhov, llegó a oídos del Comité Central del Partido Comunista (bolchevique) en octubre de 1937, y se descubrió a otro de los culpables, Pavel Postyshev, quien fue expulsado de la organización y ejecutado, aunque luego rehabilitado por Nikita Jrushchov, líder soviético a la muerte de Stalin.
Ezhov y su gente conspiraban contra Stalin e intentaron asesinarlo el 7 de noviembre de 1938, cuando el primero ya era sospechoso para el poder soviético. El 17 de noviembre de 1938, durante el periodo de Stalin y bastante antes de la llegada de Jrushchov al gobierno, el buró político del Partido Comunista (bolchevique) se lanzó a criticar la ejecución de personas inocentes, los juicios por motivos nimios y las investigaciones "sembradas". Se cambió el sistema judicial para evitar que este tipo de "procedimientos" siguiera y el 23 de noviembre de 1938 Ezhov tuvo que dimitir, siendo sustituido por Lavrentii Beria, quien de inmediato liberó a miles de detenidos (unos 100 mil) sin alguna justificación. Ezhov fue finalmente arrestado en abril de 1939, e igual suerte corrieron otros culpables dentro del NKVD. Durante el periodo de Beria (hasta 1946), el número de ejecuciones bajó a menos del 1 % de lo que eran entre 1937 y 1938. Muchos de los ejecutados sí fueron culpables esta vez, ya que con frecuencia eran gente de Ezhov (hasta que en 1940, luego de un juicio por un Colegio Militar, llegó el turno del mismo Ezhov).
¿Ezhov reprimió a inocentes por órdenes de Stalin? No, lo hizo para crear descontento entre la población contra Stalin. Hombre disoluto, Ezhov había sido reclutado por los servicios de inteligencia alemanes (nazis) y esperaba ansioso la invasión foránea para que coincidiera con el descontento creado dentro de la Unión Soviética por esta "quinta columna" en la que por cierto participó Nikolai Bujarin. Todo este proceso está reconstituido a base de archivos por Grover Furr en Yezhov vs. Stalin. The truth about mass repressions and the so called Great Terror in the USSR. No fue Stalin quien mandó ejecutar a inocentes. En cambio, logró frenar antes de la invasión nazi las conspiraciones de quienes estaban descontentos con una mayor democratización de la Unión planteada desde 1936 y nuevamente parada -hasta ser liquidada- por la gente del partido después de la guerra y a la muerte del líder georgiano. Sepultar esa democratización fue el comienzo del estancamiento y la descomposición del régimen soviético.
lunes, 27 de noviembre de 2017
STALIN: OCHOCIENTOS TRILLONES DE MUERTOS
En un régimen de "libertades", cualquiera es libre de decir cualquier cosa e incluso, si lo desea, de saltarse a la torera las leyes de la demografía, que es lo que hacen quienes calculan, pareciera que "a ojo de buen cubero", los muertos del periodo de Stalin en la Unión Soviética.
Estos cálculos suelen tener tres fuentes:la propaganda (con material de la Gestapo, la policía secreta nazi) del periodista William Randolph Hearst, la del "académico" (y miembro de la sección de desinformación del espionaje británico) Robert Conquest y las "estimaciones" del escritor y antiguo disidente ruso Alexander Solzhenitsin. Cabe partir de lo siguiente, para seguir los argumentos absurdos de Alain de Benoist en Comunismo y nazismo, que retoman entre otros los cálculos del Libro negro del comunismo, coordinado por Stéphane Courtois. En 1917, el imperio zarista tenía 143,5 millones de habitantes.
-Por lo que parece ser un error de tipografía, De Benoist le atribuye a Conquest la cifra de 450 millones de víctimas, "sin contar los muertos de la guerra mundial" (que fueron 27 millones), lo que arroja un total de 477 millones de víctimas. El periodo no está especificado, pero visto el número de habitantes que tenía el imperio zarista en 1917, pareciera que entre los años '20 y '50 Stalin hubiera estado matando soviéticos un poco al ritmo de 4 de cada 3, algo un tanto alucinante. De Benoist, por cierto, calcula en 44 millones las víctimas de la segunda Guerra Mundial.
-Solzhenitsin calculó 110 millones de muertos entre 1917 y 1959. De Benoist le atribuye la cifra de 88 millones de víctimas, sin precisar el periodo. No queda claro si hay que agregar los 27 millones de muertos de la guerra, pero sí cabe preguntarse si un país que arrancó con 143,5 millones de habitantes hubiera aguantado perder entre 88 millones y 110 millones de habitantes en un lapso relativamente corto. Lo extraño es que tan tremenda masacre no frenó el crecimiento demográfico (casi 209 millones de habitantes en 1959, por ejemplo, y en el contexto de transición de una sociedad rural a una industrial-urbana).
-Siempre sin especificar el periodo histórico, Courtois se va por los 20 millones, otra vez sin que se sepa si incluye las víctimas de la guerra o no. Son aparentemente 47 millones (20 millones por represión y 27 millones por la guerra). Podríamos agregar las cifras de deportados, 28 millones por ejemplo, con 18 millones en trabajos forzados (son las cifras de algunos "especialistas", como M. Collinet o J. Rossi). Como a partir de la muerte de Stalin y la llegada de Nikita Jrushschov se vacían los gulags, podríamos entrever ese cálculo para el periodo de Stalin. Es posible pensar que los muertos y los deportados eran en su inmensa mayoría hombres, al igual que las víctimas de la guerra. Son 75 millones de hombres "inutilizados" (entre muertos y deportados) para una población de 143,5 millones en 1917. Como los hombres son teóricamente la mitad de la población, resulta que Stalin (culpado también de errores en la segunda Guerra Mundial), entre 1924 y 1953, se habría encargado, junto con la guerra, de que estuviera bajo tierra o deportado el equivalente de algo así como toda la población masculina del imperio zarista al momento de la Revolución de Octubre. A este ritmo, la soldadesca hitleriana habría sido recibida en 1941 por bebitas (¿no sería la explicación de la desazón de Stalin?). Todo el arte de estas "cotizaciones" está en no precisar periodos y en no mencionar el número de habitantes de la Unión Soviética a cada "corte".
Viktor Zemskov fue el encargado bajo Mijaíl Gorbachov, último líder soviético, de certificar con archivos "los muertos de Stalin": son poco más de 700 mil (ejecutados bajo Stalin por motivos político-penales), a los que se suma un millón de deportados al gulag. En ningún momento la cifra llega a "millones" en plural y coincide con investigaciones de estudiosos occidentales serios como J. Arch Getty, de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA). Estas cifras están basadas en archivos y no en ocurrencias (3 de los participantes en el Libro negro de Courtois acabaron deslindándose públicamente de él) o en encargos de agencias de inteligencia. Por lo demás, el grueso de las víctimas -incluyendo gente inocente- se concentra durante la ezhovschina (1937-1938), como parte de una conspiración del Comisario del Interior, Nikolai Yezhov, contra Stalin y la Unión Soviética, por lo que fue ejecutado (1940).
Cabe señalar que durante el periodo de Stalin, la Unión Soviética creció a un ritmo demográfico superior al de países como Inglaterra o Francia: 147 millones de habitantes en 1926, 162 millones en 1937 y 170,5 millones en 1939. ¿Habría ocurrido bajo tanto terror? El crecimiento demográfico ruso, no está de más mencionarlo, se fue a pique en la época del presidente Boris Yeltsin y sólo muy recientemente se ha recuperado.
Estos cálculos suelen tener tres fuentes:la propaganda (con material de la Gestapo, la policía secreta nazi) del periodista William Randolph Hearst, la del "académico" (y miembro de la sección de desinformación del espionaje británico) Robert Conquest y las "estimaciones" del escritor y antiguo disidente ruso Alexander Solzhenitsin. Cabe partir de lo siguiente, para seguir los argumentos absurdos de Alain de Benoist en Comunismo y nazismo, que retoman entre otros los cálculos del Libro negro del comunismo, coordinado por Stéphane Courtois. En 1917, el imperio zarista tenía 143,5 millones de habitantes.
-Por lo que parece ser un error de tipografía, De Benoist le atribuye a Conquest la cifra de 450 millones de víctimas, "sin contar los muertos de la guerra mundial" (que fueron 27 millones), lo que arroja un total de 477 millones de víctimas. El periodo no está especificado, pero visto el número de habitantes que tenía el imperio zarista en 1917, pareciera que entre los años '20 y '50 Stalin hubiera estado matando soviéticos un poco al ritmo de 4 de cada 3, algo un tanto alucinante. De Benoist, por cierto, calcula en 44 millones las víctimas de la segunda Guerra Mundial.
-Solzhenitsin calculó 110 millones de muertos entre 1917 y 1959. De Benoist le atribuye la cifra de 88 millones de víctimas, sin precisar el periodo. No queda claro si hay que agregar los 27 millones de muertos de la guerra, pero sí cabe preguntarse si un país que arrancó con 143,5 millones de habitantes hubiera aguantado perder entre 88 millones y 110 millones de habitantes en un lapso relativamente corto. Lo extraño es que tan tremenda masacre no frenó el crecimiento demográfico (casi 209 millones de habitantes en 1959, por ejemplo, y en el contexto de transición de una sociedad rural a una industrial-urbana).
-Siempre sin especificar el periodo histórico, Courtois se va por los 20 millones, otra vez sin que se sepa si incluye las víctimas de la guerra o no. Son aparentemente 47 millones (20 millones por represión y 27 millones por la guerra). Podríamos agregar las cifras de deportados, 28 millones por ejemplo, con 18 millones en trabajos forzados (son las cifras de algunos "especialistas", como M. Collinet o J. Rossi). Como a partir de la muerte de Stalin y la llegada de Nikita Jrushschov se vacían los gulags, podríamos entrever ese cálculo para el periodo de Stalin. Es posible pensar que los muertos y los deportados eran en su inmensa mayoría hombres, al igual que las víctimas de la guerra. Son 75 millones de hombres "inutilizados" (entre muertos y deportados) para una población de 143,5 millones en 1917. Como los hombres son teóricamente la mitad de la población, resulta que Stalin (culpado también de errores en la segunda Guerra Mundial), entre 1924 y 1953, se habría encargado, junto con la guerra, de que estuviera bajo tierra o deportado el equivalente de algo así como toda la población masculina del imperio zarista al momento de la Revolución de Octubre. A este ritmo, la soldadesca hitleriana habría sido recibida en 1941 por bebitas (¿no sería la explicación de la desazón de Stalin?). Todo el arte de estas "cotizaciones" está en no precisar periodos y en no mencionar el número de habitantes de la Unión Soviética a cada "corte".
Viktor Zemskov fue el encargado bajo Mijaíl Gorbachov, último líder soviético, de certificar con archivos "los muertos de Stalin": son poco más de 700 mil (ejecutados bajo Stalin por motivos político-penales), a los que se suma un millón de deportados al gulag. En ningún momento la cifra llega a "millones" en plural y coincide con investigaciones de estudiosos occidentales serios como J. Arch Getty, de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA). Estas cifras están basadas en archivos y no en ocurrencias (3 de los participantes en el Libro negro de Courtois acabaron deslindándose públicamente de él) o en encargos de agencias de inteligencia. Por lo demás, el grueso de las víctimas -incluyendo gente inocente- se concentra durante la ezhovschina (1937-1938), como parte de una conspiración del Comisario del Interior, Nikolai Yezhov, contra Stalin y la Unión Soviética, por lo que fue ejecutado (1940).
Cabe señalar que durante el periodo de Stalin, la Unión Soviética creció a un ritmo demográfico superior al de países como Inglaterra o Francia: 147 millones de habitantes en 1926, 162 millones en 1937 y 170,5 millones en 1939. ¿Habría ocurrido bajo tanto terror? El crecimiento demográfico ruso, no está de más mencionarlo, se fue a pique en la época del presidente Boris Yeltsin y sólo muy recientemente se ha recuperado.
viernes, 24 de noviembre de 2017
TROTSKI, EL GRAN MENTIROSO
Durante mucho tiempo, los llamados "procesos de Moscú" de los años '30 sirvieron al "paradigma de (contra)Stalin", en el sentido de mostrar supuestamente que se "fabricaban culpables" que eran obligados por lo demás a firmar "confesiones" bajo tortura.
León Trotski, una vez exiliado, siempre negó estar conspirando para derrocar al gobierno soviético. Lo hizo delante de una Comisión designada para el caso, la estadounidense Comisión Dewey. Gracias a los trabajos de archivo de Grover Furr, ahora se sabe que Trotski no nada más mentía, sino que además conspiraba contra los soviéticos con la Alemania nazi y el Japón.
En enero de 1980 se abrió al público el Archivo Trotski de la Universidad de Harvard. Pierre Broué, historiador trotskista, descubrió algunas de las mentiras de Trotski. En 1985, el historiador estadounidense Arch Getty encontró que además los archivos habían sido mutilados ("purgados") de bastantes elementos comprometedores para Trotski, quien efectivamente conspiraba contra los soviéticos y mantenía contactos en la Unión Soviética. En el año 2010, el historiador sueco Sven-Eric Holström demostró en un artículo sobre el asunto del "Hotel Bristol" (ligado al primer proceso de Moscú en agosto de 1936) que Trotski mintió sobre el mismo caso.
Los investigadores que la gente de Mijaíl Gorbachov, último líder soviético, mandaba a los recién abiertos archivos soviéticos para volver a "demostrar" que Stalin había ordenado el asesinato de Serguei Kirov (1934), no encontraban nada. Y eran enviados en repetidas ocasiones, siempre a tratar de "confirmar" esta otra mentira de Trotski (Alexander Yakovlev, tan cercano a Gorbachov y a la Central de Inteligencia Americana, CIA, lo hizo sin éxito, tampoco, como lo intentó luego gente del líder ruso Boris Yeltsin)
Furr cotejó los archivos soviéticos de los "procesos de Moscú" con archivos occidentales (double-check) y encontró que Trotski sí mantenía contactos en la Unión Soviética para derrocar a su gobierno. Esto quiere decir que los acusados en los "procesos de Moscú" no estaban mintiendo (el caso más sonado en el cual se mostró que no había mentiras en las confesiones es el de Tujachevski).
Nikita Jrushchov, líder soviético a la muerte de Stalin, también nombró una comisión (Comisión Shvernik) para demostrar que los "procesos de Moscú" habían sido inventados, y la Comisión no consiguió probar nada de lo que esperaba el dirigente.
La primera parte de los trabajos de Furr ha sido publicada en varios idiomas (Trotsky's amalgams) y la segunda (Leon Trotsky's Collaboration with Germany and Japan) confirma la alianza de Trotski con la Alemania nazi y el militarismo japonés. Los hijos del XX Congreso (1956) y sus herederos difícilmente admitirán lo que de todos modos son pruebas de archivo irrefutables, y en el mejor de los casos habrá, por un tiempo indescifrable, silencio y sobre todo denegación, un mecanismo perverso por el cual lo que no conviene simplemente "no ha lugar".
León Trotski, una vez exiliado, siempre negó estar conspirando para derrocar al gobierno soviético. Lo hizo delante de una Comisión designada para el caso, la estadounidense Comisión Dewey. Gracias a los trabajos de archivo de Grover Furr, ahora se sabe que Trotski no nada más mentía, sino que además conspiraba contra los soviéticos con la Alemania nazi y el Japón.
En enero de 1980 se abrió al público el Archivo Trotski de la Universidad de Harvard. Pierre Broué, historiador trotskista, descubrió algunas de las mentiras de Trotski. En 1985, el historiador estadounidense Arch Getty encontró que además los archivos habían sido mutilados ("purgados") de bastantes elementos comprometedores para Trotski, quien efectivamente conspiraba contra los soviéticos y mantenía contactos en la Unión Soviética. En el año 2010, el historiador sueco Sven-Eric Holström demostró en un artículo sobre el asunto del "Hotel Bristol" (ligado al primer proceso de Moscú en agosto de 1936) que Trotski mintió sobre el mismo caso.
Los investigadores que la gente de Mijaíl Gorbachov, último líder soviético, mandaba a los recién abiertos archivos soviéticos para volver a "demostrar" que Stalin había ordenado el asesinato de Serguei Kirov (1934), no encontraban nada. Y eran enviados en repetidas ocasiones, siempre a tratar de "confirmar" esta otra mentira de Trotski (Alexander Yakovlev, tan cercano a Gorbachov y a la Central de Inteligencia Americana, CIA, lo hizo sin éxito, tampoco, como lo intentó luego gente del líder ruso Boris Yeltsin)
Furr cotejó los archivos soviéticos de los "procesos de Moscú" con archivos occidentales (double-check) y encontró que Trotski sí mantenía contactos en la Unión Soviética para derrocar a su gobierno. Esto quiere decir que los acusados en los "procesos de Moscú" no estaban mintiendo (el caso más sonado en el cual se mostró que no había mentiras en las confesiones es el de Tujachevski).
Nikita Jrushchov, líder soviético a la muerte de Stalin, también nombró una comisión (Comisión Shvernik) para demostrar que los "procesos de Moscú" habían sido inventados, y la Comisión no consiguió probar nada de lo que esperaba el dirigente.
La primera parte de los trabajos de Furr ha sido publicada en varios idiomas (Trotsky's amalgams) y la segunda (Leon Trotsky's Collaboration with Germany and Japan) confirma la alianza de Trotski con la Alemania nazi y el militarismo japonés. Los hijos del XX Congreso (1956) y sus herederos difícilmente admitirán lo que de todos modos son pruebas de archivo irrefutables, y en el mejor de los casos habrá, por un tiempo indescifrable, silencio y sobre todo denegación, un mecanismo perverso por el cual lo que no conviene simplemente "no ha lugar".
miércoles, 22 de noviembre de 2017
OCCIDENTE-RUSIA: EN MEDIO DE LA ESCALADA
A pesar de que las posibilidades que tiene Occidente de ganarle una guerra a Rusia son prácticamente nulas, sobre todo en el terreno nuclear, la carrera armamentista sigue. Más de 20 países de la Unión Europea (UE) anunciaron hace poco su decisión de participar en la Cooperación Estructurada Permanente (PESCO, por sus siglas en inglés), de tal forma que la Unión tenga estructuras de defensa propias, gastando más en armas y sin perjuicio para la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
La cooperación involucra 60 proyectos, 47 de los cuales ya están listos. Implican la creación de hospitales militares, misiones de capacitación, transferencia de datos de inteligencia militar y construcción a gran escala de logística para transportar equipo militar pesado.
La PESCO prevé un aumento regular del gasto de defensa de los integrantes de la UE, dos veces menor que el de Estados Unidos, hasta hoy. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, aseguró que la OTAN seguirá siendo la piedra angular de la defensa europea. La PESCO es complementaria. El problema está en saber qué amenaza la seguridad europea de tal modo que la UE tenga que aumentar lo que destina a una muy supuesta "defensa". ¿Defensa contra quién?
No basta la explicación de que la burocracia (o tecnocracia) militar necesita justificar sus puestos. La OTAN ha seguido aumentando sus fuerzas cerca de la Federación Rusa (Báltico, Ucrania) de tal modo que no son de descartar las provocaciones. Una provocación, en efecto, buscaría desatar una respuesta rusa de tal forma que sea Rusia la que aparezca como la agresora y se justifique una escalada, exactamente como ha venido sucediendo en la supuesta "opinión pública" estadounidense con la descabellada tesis del "hackeo ruso". Una escalada de este tipo, a partir de algún "incidente" fabricado, justificaría a los ojos de los occidentales el aislamiento de Rusia y la tentación arriesgada de aplastarla con algún tipo de "golpe definitivo". El efecto propagandístico consistiría en cubrir la retaguardia o, si se quiere, en "cubrirse las espaldas", el mismo motivo por el cual los Demócratas y neocons estadounidenses estaban "limpiando" América Latina y el Caribe (compra de Cuba por parte de Barack Obama, desestabilización de México con el "caos controlado" contra el partido oficial, proliferación de bases militares en Centroamérica y parte de Sudamérica, rendición de la guerrilla colombiana y planteamiento de la entrada de Colombia a la OTAN (!), presión sobre Venezuela, etcétera).
La fabricación de pretextos era la especialidad de los nazis (incendio del Reichstag, noche de los cristales rotos, asunto de los Sudetes en Checoslovaquia...) para hacer recaer la culpa de la agresión en el enemigo y también ha sido una especialidad estadounidense, desde el hundimiento del Maine (para desatar la guerra de EU contra España por Cuba) hasta el incidente del Golfo de Tonkín (para justificar el ataque estadounidense a Vietnam), pasando por los sospechosísimos Pearl Harbor y el 11/S. No es que una provocación de este tipo vaya a tener forzosamente lugar, pero, dada la trayectoria histórica de Estados Unidos y sus "socios" y la ignorancia de la supuesta "opinión pública"occidental, tampoco es de descartar por completo.
La cooperación involucra 60 proyectos, 47 de los cuales ya están listos. Implican la creación de hospitales militares, misiones de capacitación, transferencia de datos de inteligencia militar y construcción a gran escala de logística para transportar equipo militar pesado.
La PESCO prevé un aumento regular del gasto de defensa de los integrantes de la UE, dos veces menor que el de Estados Unidos, hasta hoy. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, aseguró que la OTAN seguirá siendo la piedra angular de la defensa europea. La PESCO es complementaria. El problema está en saber qué amenaza la seguridad europea de tal modo que la UE tenga que aumentar lo que destina a una muy supuesta "defensa". ¿Defensa contra quién?
No basta la explicación de que la burocracia (o tecnocracia) militar necesita justificar sus puestos. La OTAN ha seguido aumentando sus fuerzas cerca de la Federación Rusa (Báltico, Ucrania) de tal modo que no son de descartar las provocaciones. Una provocación, en efecto, buscaría desatar una respuesta rusa de tal forma que sea Rusia la que aparezca como la agresora y se justifique una escalada, exactamente como ha venido sucediendo en la supuesta "opinión pública" estadounidense con la descabellada tesis del "hackeo ruso". Una escalada de este tipo, a partir de algún "incidente" fabricado, justificaría a los ojos de los occidentales el aislamiento de Rusia y la tentación arriesgada de aplastarla con algún tipo de "golpe definitivo". El efecto propagandístico consistiría en cubrir la retaguardia o, si se quiere, en "cubrirse las espaldas", el mismo motivo por el cual los Demócratas y neocons estadounidenses estaban "limpiando" América Latina y el Caribe (compra de Cuba por parte de Barack Obama, desestabilización de México con el "caos controlado" contra el partido oficial, proliferación de bases militares en Centroamérica y parte de Sudamérica, rendición de la guerrilla colombiana y planteamiento de la entrada de Colombia a la OTAN (!), presión sobre Venezuela, etcétera).
La fabricación de pretextos era la especialidad de los nazis (incendio del Reichstag, noche de los cristales rotos, asunto de los Sudetes en Checoslovaquia...) para hacer recaer la culpa de la agresión en el enemigo y también ha sido una especialidad estadounidense, desde el hundimiento del Maine (para desatar la guerra de EU contra España por Cuba) hasta el incidente del Golfo de Tonkín (para justificar el ataque estadounidense a Vietnam), pasando por los sospechosísimos Pearl Harbor y el 11/S. No es que una provocación de este tipo vaya a tener forzosamente lugar, pero, dada la trayectoria histórica de Estados Unidos y sus "socios" y la ignorancia de la supuesta "opinión pública"occidental, tampoco es de descartar por completo.
lunes, 20 de noviembre de 2017
RUSIA-EU: CAMBIO EN LA CORRELACION DE FUERZAS MILITAR
Estados Unidos ha contado siempre en las guerras con la invulnerabilidad de su territorio y la relativa invulnerabilidad de su ejército, con la excepción de Vietnam, "síndrome" que la primera contienda del Golfo Pérsico contribuyó a erradicar. Desde entonces, la guerra se ha vuelto para el habitante promedio de Occidente un espectáculo.
La Federación Rusa cuenta en la actualidad con el armamento suficiente para "horadar" esta invulnerabilidad. El misil hipersónico 3M22 Zircón no puede ser detenido ni "hackeado" por ninguno de los sistemas actuales de la Armada estadounidense, y puede ser desplegado en cualquier lugar del mundo y en cualquier plataforma. Puede ser lanzado desde barcos (cruceros, fragatas, corbetas), submarinos, aviones bombarderos y puede estar igualmente basado en tierra. La velocidad del 3M22 Zircón es de hasta Mach 8. Los objetivos estadounidenses (como los porta-aviones) se han vuelto por lo mismo relativamente fáciles de alcanzar.
Por su parte, el misil balístico interbalístico RS-28 Sarmat ("Satán 2", para los occidentales), tiene un alcance de 10 mil kilómetros y varias cabezas de guiado individual. Puede superar cualquier sistema de defensa antimisiles. Un Sarmat puede golpear territorio estadounidense vía el Polo Sur, sin pasar por el Polo Norte, y portar misiles hipersónicos Yu-71.
Desde el punto de vista de la defensa, Rusia tendrá para el año 2020, o incluso antes, y para completar la defensa actual S-400 el sistema antimisiles tierra-aire S-500, de un alcance de 600 kilómetros, capaz de derribar misiles hipersónicos y de interceptar misiles balísticos intercontinentales. Esto pone en jaque al sistema de "ataque global rápido" estadounidense. El S-500 puede detectar y destruir hasta diez ojivas de misiles balísticos en movimiento a velocidades de hasta 25 mil km/h (7km/s). El S-500 Prometey, que se sumará al sistema S-400, será capaz de proteger a grandes zonas de Rusia de las armas más letales.Así, Rusia puede crear zonas de "acceso limitado o prohibido" y ganar en defensa frente a una potencial agresión extranjera.
En resumen, la Federación Rusa ha ganado en invulnerabilidad frente a un ataque nuclear del exterior y en capacidad para volver vulnerable a Estados Unidos. Ha avanzado en ganancias de ataque frente a un potencial enemigo y vuelto mucho más costosa, si es que no prácticamente imposible, cierto tipo de agresión contra la misma Federación.
La Federación Rusa cuenta en la actualidad con el armamento suficiente para "horadar" esta invulnerabilidad. El misil hipersónico 3M22 Zircón no puede ser detenido ni "hackeado" por ninguno de los sistemas actuales de la Armada estadounidense, y puede ser desplegado en cualquier lugar del mundo y en cualquier plataforma. Puede ser lanzado desde barcos (cruceros, fragatas, corbetas), submarinos, aviones bombarderos y puede estar igualmente basado en tierra. La velocidad del 3M22 Zircón es de hasta Mach 8. Los objetivos estadounidenses (como los porta-aviones) se han vuelto por lo mismo relativamente fáciles de alcanzar.
Por su parte, el misil balístico interbalístico RS-28 Sarmat ("Satán 2", para los occidentales), tiene un alcance de 10 mil kilómetros y varias cabezas de guiado individual. Puede superar cualquier sistema de defensa antimisiles. Un Sarmat puede golpear territorio estadounidense vía el Polo Sur, sin pasar por el Polo Norte, y portar misiles hipersónicos Yu-71.
Desde el punto de vista de la defensa, Rusia tendrá para el año 2020, o incluso antes, y para completar la defensa actual S-400 el sistema antimisiles tierra-aire S-500, de un alcance de 600 kilómetros, capaz de derribar misiles hipersónicos y de interceptar misiles balísticos intercontinentales. Esto pone en jaque al sistema de "ataque global rápido" estadounidense. El S-500 puede detectar y destruir hasta diez ojivas de misiles balísticos en movimiento a velocidades de hasta 25 mil km/h (7km/s). El S-500 Prometey, que se sumará al sistema S-400, será capaz de proteger a grandes zonas de Rusia de las armas más letales.Así, Rusia puede crear zonas de "acceso limitado o prohibido" y ganar en defensa frente a una potencial agresión extranjera.
En resumen, la Federación Rusa ha ganado en invulnerabilidad frente a un ataque nuclear del exterior y en capacidad para volver vulnerable a Estados Unidos. Ha avanzado en ganancias de ataque frente a un potencial enemigo y vuelto mucho más costosa, si es que no prácticamente imposible, cierto tipo de agresión contra la misma Federación.
viernes, 17 de noviembre de 2017
ECUADOR: CRIA CUERVOS
"Cría cuervos" es un texto del escritor y Ministro de Cultura ecuatoriano, Raúl Pérez Torres, que desató la malicia del portal digital 4pelagatos, ligado a la Central de Inteligencia Americana (CIA). Para 4pelagatos, la ética es "estalinismo". ¿Pero qué decía "Cría cuervos"?
El texto criticaba a la nueva clase media: "la nueva clase media olvida pronto a quien posibilitó su ascenso, decía, y se convierte en la estrella semanal del supermercado. La competencia empieza a ser la ideología de los mass media y el vestido de marca se transforma en su piel. Dios es el mercado; el centro comercial, la nueva iglesia; y el cliente, su esclavo fiel. La honradez, la lealtad, la solidaridad, son lobos esteparios arruinados". Por lo visto, con la prosperidad material esa nueva clase media habría perdido valores -si los tenía- sin remplazarlos por nada que no sea una patología de esa prosperidad.
"El pueblo, gordo de avaricia, tambaleándose en la nueva realidad, no sabe qué hacer con lo que tiene", prosigue "Cría cuervos". "Le han caído del cielo los hospitales, las universidades, las carreteras, el trabajo, el sueldo mensual, las pensiones; ahora sí puede carajear, ahora sí puede insultar, solazarse y manifestar su ego escondido. Ahora nadie le ningunea. Puede hasta dilapidar y enseñorearse, y pervertirse, porque es su derecho. Nadie le quita su derecho. El Estado vigila y propone su derecho". Sucedió algo similar a lo ocurrido en Venezuela durante la bonanza chavista. No sólo se olvidó la formación política de cuadros, sino también la cultura, que supone aprender y enseñar y no nada más "gozar" de bienes materiales entre un mítin y otro.
¿Y el pueblo? "Analfabeto de principios y de símbolos, su egoísmo, su individualidad, su mediocridad, su ambición, están garantizadas", dice Raúl Pérez Torres. ¿A qué se refiere con cultura? A "la percepción que tenemos del mundo", y cierto que hoy pareciera no haber ninguna en amplios sectores de la población. Es también "la forma en que accedemos al otro", con "el aprendizaje diario de la generosidad y el respeto (...)", lo que igualmente dejó de importar. ¿Qué es lo que quedó? En la vida cotidiana, al menos, "la grosería, el trato burdo, el insulto brutal", dice "Cría cuervos". Y más allá, el pueblo "dispuesto a sacarte los ojos". En muy poco tiempo, la Revolución Ciudadana ecuatoriana, pese a sus logros, parece haber creado -salvo que lo desmienta el futuro muy próximo- lo que ahora muchos de los mismos de la última década pretenden "usufructuar". En el entorno del ex mandatario ecuatoriano Rafael Correa, la retórica revolucionaria y los gestos para la posteridad de algunas y algunos no arreglarán nada. No querer tener cultura -que no sea nada más de ornato o de olfateo de la oportunidad para escalar- es también negarse a cualquier sensibilidad a la existencia del otro y a valores mínimos para ser humanos y vivir en sociedad.
El texto criticaba a la nueva clase media: "la nueva clase media olvida pronto a quien posibilitó su ascenso, decía, y se convierte en la estrella semanal del supermercado. La competencia empieza a ser la ideología de los mass media y el vestido de marca se transforma en su piel. Dios es el mercado; el centro comercial, la nueva iglesia; y el cliente, su esclavo fiel. La honradez, la lealtad, la solidaridad, son lobos esteparios arruinados". Por lo visto, con la prosperidad material esa nueva clase media habría perdido valores -si los tenía- sin remplazarlos por nada que no sea una patología de esa prosperidad.
"El pueblo, gordo de avaricia, tambaleándose en la nueva realidad, no sabe qué hacer con lo que tiene", prosigue "Cría cuervos". "Le han caído del cielo los hospitales, las universidades, las carreteras, el trabajo, el sueldo mensual, las pensiones; ahora sí puede carajear, ahora sí puede insultar, solazarse y manifestar su ego escondido. Ahora nadie le ningunea. Puede hasta dilapidar y enseñorearse, y pervertirse, porque es su derecho. Nadie le quita su derecho. El Estado vigila y propone su derecho". Sucedió algo similar a lo ocurrido en Venezuela durante la bonanza chavista. No sólo se olvidó la formación política de cuadros, sino también la cultura, que supone aprender y enseñar y no nada más "gozar" de bienes materiales entre un mítin y otro.
¿Y el pueblo? "Analfabeto de principios y de símbolos, su egoísmo, su individualidad, su mediocridad, su ambición, están garantizadas", dice Raúl Pérez Torres. ¿A qué se refiere con cultura? A "la percepción que tenemos del mundo", y cierto que hoy pareciera no haber ninguna en amplios sectores de la población. Es también "la forma en que accedemos al otro", con "el aprendizaje diario de la generosidad y el respeto (...)", lo que igualmente dejó de importar. ¿Qué es lo que quedó? En la vida cotidiana, al menos, "la grosería, el trato burdo, el insulto brutal", dice "Cría cuervos". Y más allá, el pueblo "dispuesto a sacarte los ojos". En muy poco tiempo, la Revolución Ciudadana ecuatoriana, pese a sus logros, parece haber creado -salvo que lo desmienta el futuro muy próximo- lo que ahora muchos de los mismos de la última década pretenden "usufructuar". En el entorno del ex mandatario ecuatoriano Rafael Correa, la retórica revolucionaria y los gestos para la posteridad de algunas y algunos no arreglarán nada. No querer tener cultura -que no sea nada más de ornato o de olfateo de la oportunidad para escalar- es también negarse a cualquier sensibilidad a la existencia del otro y a valores mínimos para ser humanos y vivir en sociedad.
miércoles, 15 de noviembre de 2017
ECUADOR BAJO LENIN EL PEQUEÑO
Y había también...
Un príncipe malo
Una bruja hermosa
Y un pirata honrado
José Agustín Goytisolo, "El lobito bueno"
Hasta cierto punto, no hay sorpresa en lo que ha estado actuando Lenín Moreno, actual presidente del Ecuador, desde que está en el cargo hasta la fecha. Moreno es un antiguo amigo de Gustavo Larrea, ultraizquierdista (del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR) informante de la embajada de Estados Unidos en el Ecuador. Sorprende ver cómo desde antes de la llegada de Moreno al gobierno, en este año, Larrea hacía el mismo discurso, el de algo así como la reconciliación de todos en lo que el actual mandatario, con su don para el sermón y la cursilería, bien podría llamar "La República Amorosa", donde el estilo confrontativo es tomado por agresividad. Larrea ostentaba su "programa" conciliador bajo los reflectores de "A quemarropa", con el periodista Carlos Vera, otra persona cercana a la embajada en cuestión.
Como en buena parte del mundo, es la hora del revanchismo, y participan en él quienes toman la ética como un ataque, seguramente que al acomodo a lo que sea. La fiscalía ecuatoriana metió preso sin pruebas al vicepresidente Jorge Glas, quien participó en la expulsión del Ecuador de la empresa brasileña Odebrecht en 2008, aunque luego volviera, y en la incautación de fondos de la misma. En cambio, esa fiscalía se abstuvo de imputar al delator de Odebrecht, José Conceicao Santos Filho, representante de la empresa en Ecuador entre 2010 y 2016 y quien denunció haber pagado multimillonarios sobornos a funcionarios ecuatorianos. !Todos los dedos le apuntan!, llegó a decir Moreno. ¿Refiriéndose a Santos? No, a Glas.
Moreno se olvidó del programa de Alianza País que lo llevó al gobierno, se olvidó de concretar lo ofrecido -no ha hecho prácticamente nada- y llamó en cambio a una consulta popular -idea del candidato derechista y banquero Guillermo Lasso-. Lasso, en un arranque tuitero que haría saltar de alegría al mejor de los ultraizquierdistas, como Alberto Acosta, afirmó: "nosotros creemos en una economía que supere el modelo extractivista y que apueste por un modelo que incentive la riqueza de nuestras mentes" (sic). Y sigue: "también apoyamos los límites planteados a la actividad minera. Queremos una economía que no dependa de lo que está bajo el suelo".
Da pena ver a una jauría de medios de comunicación masiva, en especial televisivos, que compiten en majadería a nombre de la moral y de "todos los ecuatorianos", aún sin haber sido electos por nadie: desde el también informante Jorge Ortiz hasta Andrés Carrión, Diego Oquendo, Alfredo Pinoargote o Janet Hinostroza e incluso Carlos Rabascall, no hablan; gritan y sacan espuma por la boca si el entrevistado es de Alianza País y manifiesta alguna simpatía por el ex mandatario Rafael Correa. Entretanto, la prensa ecuatoriana, de gala, invita a columnistas de la talla de Michel Temer, presidente de Brasil, quien acaba de publicar en El telégrafo.
Como diría una amiga de Rafael Correa, a quien él retuiteó, "el peor ejemplo cunde desde las más 'altas' representaciones. Las generaciones actuales han perdido un referente de dignidad y consecuencia. Hoy todos sienten que pueden ser desleales y malagradecidos con cualquiera y sin ningún problema, con el mayor cinismo. El arribismo, el oportunismo y la cínica política del 'toma y daca' son los ejemplos de este presente". "Antivalores por doquier", ha agregado Correa.
Quienes desde el conservadurismo y la ultraizquierda hablan de "correísmo" se equivocan, puesto que el ex mandatario no quiso reelegirse, teniendo la oportunidad de hacerlo, y siempre dejó en claro su idea de que "no hay imprescindibles". Tampoco funciona el supuesto argumento del "populismo", aunque alrededor de Correa haya a veces demasiada retórica revolucionaria y muy poca formación real de cuadros, que es lo que falló. Tampoco es asunto, contra lo que ha escrito el ultraizquierdista y delator Heinz Dieterich Steffan (quien tachó de "misógino católico" a Correa), de que importe y pese poco lo que ocurre en un pequeño país. De revertirse los logros de la Revolución Ciudadana en el Ecuador, otros estarán en la mira con las mismas técnicas del "golpe blando" y el espectáculo de un mundo al revés.
lunes, 13 de noviembre de 2017
SOBRE CUALQUIER COSA...
La prensa occidental casi no informó nada sobre la gira de Donald J. Trump por Asia. Sin embargo, fue un viaje más bien exitoso, en particular en China. Estados Unidos representa el 70 % del superávit comercial chino y Trump se había quejado de prácticas comerciales injustas por parte de estos asiáticos.
China y Estados Unidos firmaron durante la gira de Trump acuerdos por 253 mil millones de dólares, y Beijing mostró su disposición a reducir el desequilibrio en el comercio con Washington. China importará aviones Boeing y vehículos eléctricos Tesla, además de que habrá empresas conjuntas, como con Ford. China reanudará asimismo las compras de carne de vacuno estadounidense. Los fabricantes chinos de teléfonos celulares firmaron acuerdos para el suministro de microcircuitos estadounidenses.
China invertirá en Estados Unidos, en la producción conjunta de gas natural en Alaska, mediante la compañía de energía estatal China Petroleum and Chemical Corp.. Beijing invertirá también en la producción de gas de esquisto en Virginia Occidental. Según el portal ruso Nakanune.ru, Trump logró una reducción del déficit comercial, garantizar la afluencia de inversiones productivas chinas a Estados Unidos y contratos para la compra de una amplia gama de productos estadounidenses, lo que significa puestos de trabajo. También habrá participación estadounidense en el Silk Road Fund, que está relacionado con las "nuevas rutas de la seda" (One Belt, One Road- OBOR).
Los mismos "analistas" izquierdistas que glorifican a China por su "cibercomunismo" se habían encargado hace no mucho tiempo de tildar de "fascista" a Trump, tal y como lo hizo Heinz Dieterich Steffan, llamándolo desde Duce, "Mussolini de la Casa Blanca" y piccolo Duce hasta Fuehrer ("Twitter, el FBI y los plutócratas instalan al Fuehrer"). No queda más que concluir que China cede y hace jugosos negocios con el Fuehrer, o que la lógica, en estos tiempos, no es de la incumbencia de los "grandes analistas" (¿o de los chinos?).
China y Estados Unidos firmaron durante la gira de Trump acuerdos por 253 mil millones de dólares, y Beijing mostró su disposición a reducir el desequilibrio en el comercio con Washington. China importará aviones Boeing y vehículos eléctricos Tesla, además de que habrá empresas conjuntas, como con Ford. China reanudará asimismo las compras de carne de vacuno estadounidense. Los fabricantes chinos de teléfonos celulares firmaron acuerdos para el suministro de microcircuitos estadounidenses.
China invertirá en Estados Unidos, en la producción conjunta de gas natural en Alaska, mediante la compañía de energía estatal China Petroleum and Chemical Corp.. Beijing invertirá también en la producción de gas de esquisto en Virginia Occidental. Según el portal ruso Nakanune.ru, Trump logró una reducción del déficit comercial, garantizar la afluencia de inversiones productivas chinas a Estados Unidos y contratos para la compra de una amplia gama de productos estadounidenses, lo que significa puestos de trabajo. También habrá participación estadounidense en el Silk Road Fund, que está relacionado con las "nuevas rutas de la seda" (One Belt, One Road- OBOR).
Los mismos "analistas" izquierdistas que glorifican a China por su "cibercomunismo" se habían encargado hace no mucho tiempo de tildar de "fascista" a Trump, tal y como lo hizo Heinz Dieterich Steffan, llamándolo desde Duce, "Mussolini de la Casa Blanca" y piccolo Duce hasta Fuehrer ("Twitter, el FBI y los plutócratas instalan al Fuehrer"). No queda más que concluir que China cede y hace jugosos negocios con el Fuehrer, o que la lógica, en estos tiempos, no es de la incumbencia de los "grandes analistas" (¿o de los chinos?).
viernes, 10 de noviembre de 2017
EN EL TUNEL DEL TIEMPO
La masa rusa se encuentra hoy sometida a un fuerte proceso de narcotización por parte de los medios de comunicación masiva, que no paran de ensalzar al zarismo como "época de oro". Es una curiosa compensación -con aires de grandeza- para un país en donde las desigualdades hoy son las mismas que en el año 1905.
Los zaristas, "patriotas blancos", aprovechando el silencio del putinismo, glorifican por ejemplo la "industrialización" que supuestamente habría iniciado con Nicolás II, siendo que en realidad comenzó en diciembre de 1925 con los bolcheviques, quienes usaron la palabra por primera vez. Antes, bajo el zarismo y con ministros de finanzas como Serguei Witte, no se "industrializaba", sino que se atraía capital extranjero de Europa (Francia, Gran Bretaña, Alemania) y Estados Unidos y se endeudaba al imperio. En vísperas de la primera Guerra Mundial, el imperio zarista era totalmente dependiente del extranjero. Cierto es que exportaba cereales (en 1913 hubo la mayor cosecha en la historia de la Rusia pre-revolucionaria), pero la masa campesina (80 % de la población) no tenía qué comer y vagaba con frecuencia fuera de las aldeas, reprimida por la tropa y los cosacos. Un campesino ruso, cuando le iba bien, consumía la mitad de carne que un danés y de siete a ocho veces menos que un francés. Bebía 2,5 menos leche que el danés y 1,3 veces menos que el francés. Un campesino ruso consumía 2,7 gr. de huevo al día, el danés 30 gr. y el francés más de 70 gr.
Lo mejor de los "patriotas blancos" hoy es afirmar que la gente bajo el zarismo era "muy educada", tanto más cuanto que en 1908 el gobierno adoptó un programa de educación universal. En 1912, el proyecto fue rechazado por el Consejo de Estado y se fue a pique, así que en realidad nunca entró en vigor. Poco importa: hoy se dice en Rusia que incluso desde antes, bajo Alejandro III, la movilidad social era muy alta y que el que no la aprovechaba era por "pecaminoso". La educación universal y obligatoria llegó en realidad en 1928, con los bolcheviques, y en 1934 la alfabetización universal. Dicho sea de paso, la educación secundaria en el zarismo se hacía en "gimnasios" disponibles sólo para los privilegiados (hijos de nobles, funcionarios y hombres ricos), mientras que con los bolcheviques se volvió gratuita. El zar prohibió el acceso de los "plebeyos" a los "gimnasios", con el "decreto de los cocineros" -como se lo conoció -en 1887. Por lo demás, antes de la revolución, la tasa de alfabetización en países como Turkmenistán, Uzbekistán o Kirguistán no pasaba del 2 %.
¿Qué sucedía con los niños bajo el zarismo? Trabajaban o eran vendidos. En rublos, un trabajador de Estados Unidos ganaba 71 por unas 56 horas a la semana, un inglés, 41; un alemán, 31; un francés, 43, y un ruso, pues entre 10 y 25. Los adolescentes recibían poco más de 7 rublos y los niños, 5 rublos y 8 kopeks. !Todo para una supuesta "industrialización"!
La mano de obra infantil se usaba, según el portal Nakanune.ru, en la elaboración de madera, productos animales, sustancias químicas y fibrosas, refinerías de petróleo, destilerías, fábricas de cerveza, fábricas de vodka, de tabaco, en el procesamiento de sustancias minerales y de fruta, uva y cerillas. No había código del trabajo y llegó con los bolcheviques en 1917.
En estos días, en vez de conmemorar la Revolución de Octubre, la masa rusa "saciada" -desde la época de Jrushchov- se fue a meter al cine a ver Matilda, película sobre una amante del zar, y a darle rienda suelta a la añoranza por los "buenos tiempos" de los Romanov.
Los zaristas, "patriotas blancos", aprovechando el silencio del putinismo, glorifican por ejemplo la "industrialización" que supuestamente habría iniciado con Nicolás II, siendo que en realidad comenzó en diciembre de 1925 con los bolcheviques, quienes usaron la palabra por primera vez. Antes, bajo el zarismo y con ministros de finanzas como Serguei Witte, no se "industrializaba", sino que se atraía capital extranjero de Europa (Francia, Gran Bretaña, Alemania) y Estados Unidos y se endeudaba al imperio. En vísperas de la primera Guerra Mundial, el imperio zarista era totalmente dependiente del extranjero. Cierto es que exportaba cereales (en 1913 hubo la mayor cosecha en la historia de la Rusia pre-revolucionaria), pero la masa campesina (80 % de la población) no tenía qué comer y vagaba con frecuencia fuera de las aldeas, reprimida por la tropa y los cosacos. Un campesino ruso, cuando le iba bien, consumía la mitad de carne que un danés y de siete a ocho veces menos que un francés. Bebía 2,5 menos leche que el danés y 1,3 veces menos que el francés. Un campesino ruso consumía 2,7 gr. de huevo al día, el danés 30 gr. y el francés más de 70 gr.
Lo mejor de los "patriotas blancos" hoy es afirmar que la gente bajo el zarismo era "muy educada", tanto más cuanto que en 1908 el gobierno adoptó un programa de educación universal. En 1912, el proyecto fue rechazado por el Consejo de Estado y se fue a pique, así que en realidad nunca entró en vigor. Poco importa: hoy se dice en Rusia que incluso desde antes, bajo Alejandro III, la movilidad social era muy alta y que el que no la aprovechaba era por "pecaminoso". La educación universal y obligatoria llegó en realidad en 1928, con los bolcheviques, y en 1934 la alfabetización universal. Dicho sea de paso, la educación secundaria en el zarismo se hacía en "gimnasios" disponibles sólo para los privilegiados (hijos de nobles, funcionarios y hombres ricos), mientras que con los bolcheviques se volvió gratuita. El zar prohibió el acceso de los "plebeyos" a los "gimnasios", con el "decreto de los cocineros" -como se lo conoció -en 1887. Por lo demás, antes de la revolución, la tasa de alfabetización en países como Turkmenistán, Uzbekistán o Kirguistán no pasaba del 2 %.
¿Qué sucedía con los niños bajo el zarismo? Trabajaban o eran vendidos. En rublos, un trabajador de Estados Unidos ganaba 71 por unas 56 horas a la semana, un inglés, 41; un alemán, 31; un francés, 43, y un ruso, pues entre 10 y 25. Los adolescentes recibían poco más de 7 rublos y los niños, 5 rublos y 8 kopeks. !Todo para una supuesta "industrialización"!
La mano de obra infantil se usaba, según el portal Nakanune.ru, en la elaboración de madera, productos animales, sustancias químicas y fibrosas, refinerías de petróleo, destilerías, fábricas de cerveza, fábricas de vodka, de tabaco, en el procesamiento de sustancias minerales y de fruta, uva y cerillas. No había código del trabajo y llegó con los bolcheviques en 1917.
En estos días, en vez de conmemorar la Revolución de Octubre, la masa rusa "saciada" -desde la época de Jrushchov- se fue a meter al cine a ver Matilda, película sobre una amante del zar, y a darle rienda suelta a la añoranza por los "buenos tiempos" de los Romanov.
miércoles, 8 de noviembre de 2017
UN POCO NEURAS
En los medios de comunicación masiva existen cada vez menos las noticias y su contextualización. ¿Qué intereses representa el presidente estadounidense Donald J. Trump?¿Qué programa ha tenido?¿Qué hace en Asia? Quién sabe.
En cambio, no faltan los grandes jueces que crean el estado de opinión para que puedan actuar, si es posible, los jueces de verdad. El escritor estadounidense Paul Auster decía hace no mucho tiempo: "no culpo a Trump por ser el maníaco psicópata que es, lo que sigo sin entender después de leer mil análisis sobre el tema es que 60 millones le votasen y que un 52 % fueran mujeres".
A finales de septiembre, unos 27 psiquiatras llegaron en un libro colectivo a la conclusión de que "Trump es el hombre más peligroso del mundo". La obra calificó a Trump de narcisista, sociópata, hedonista, impulsivo, inmaduro e incompetente. Philip Zimbardo escribió: "En el caso de Trump, tenemos un diagrama de Venn (se trata de un diagrama de conjuntos, nota nuestra) aterrador que consta de tres círculos: el primero es el hedonismo extremo presente; el segundo, el narcisismo; y el tercero, el comportamiento de la intimidación. Estos tres círculos se superponen en el centro para crear una persona impulsiva, inmadura e incompetente que, cuando está en una posición de poder supremo, se desliza fácilmente hacia el papel de tirano". "Creemos -agregó- que Trump es el hombre más peligroso del mundo, un poderoso líder de una nación poderosa que puede ordenar disparar misiles contra otra nación debido a la angustia que siente él o un miembro de su familia al ver escenas tristes de personas que han sido gaseadas hasta la muerte".
Como el freudo-marxismo no es ajeno a esta manera de cancelar todo debate, el izquierdista Heinz Dieterich Steffan llamó a Trump "vulgar sociópata nuclear", "dominado por sus impulsos narcisistas herostráticos" y considerado "el más poderoso idiota de la Historia", al decir de Larry Flint, rey del porno (citado por Dieterich). ¿Qué mejor fuente que el rey del porno?
A principios de noviembre, la agencia oficial norcoreana de noticias KCNA (Korean Central News Agency, por sus siglas en inglés) calificó a Trump de "desequilibrado mental incurable", agregó que "necesita absolutamente medicamentos para cuidar sus desórdenes psíquicos" y afirmó que los discursos del presidente estadounidense son "síntomas histéricos espasmódicos". En suma, de Auster a Zimbardo, pasando por Dieterich, todos coinciden con la forma de ver el mundo desde Norcorea, lo que supone que no hay nada de qué hablar. De lo que se trata es de hacer ruido.
En cambio, no faltan los grandes jueces que crean el estado de opinión para que puedan actuar, si es posible, los jueces de verdad. El escritor estadounidense Paul Auster decía hace no mucho tiempo: "no culpo a Trump por ser el maníaco psicópata que es, lo que sigo sin entender después de leer mil análisis sobre el tema es que 60 millones le votasen y que un 52 % fueran mujeres".
A finales de septiembre, unos 27 psiquiatras llegaron en un libro colectivo a la conclusión de que "Trump es el hombre más peligroso del mundo". La obra calificó a Trump de narcisista, sociópata, hedonista, impulsivo, inmaduro e incompetente. Philip Zimbardo escribió: "En el caso de Trump, tenemos un diagrama de Venn (se trata de un diagrama de conjuntos, nota nuestra) aterrador que consta de tres círculos: el primero es el hedonismo extremo presente; el segundo, el narcisismo; y el tercero, el comportamiento de la intimidación. Estos tres círculos se superponen en el centro para crear una persona impulsiva, inmadura e incompetente que, cuando está en una posición de poder supremo, se desliza fácilmente hacia el papel de tirano". "Creemos -agregó- que Trump es el hombre más peligroso del mundo, un poderoso líder de una nación poderosa que puede ordenar disparar misiles contra otra nación debido a la angustia que siente él o un miembro de su familia al ver escenas tristes de personas que han sido gaseadas hasta la muerte".
Como el freudo-marxismo no es ajeno a esta manera de cancelar todo debate, el izquierdista Heinz Dieterich Steffan llamó a Trump "vulgar sociópata nuclear", "dominado por sus impulsos narcisistas herostráticos" y considerado "el más poderoso idiota de la Historia", al decir de Larry Flint, rey del porno (citado por Dieterich). ¿Qué mejor fuente que el rey del porno?
A principios de noviembre, la agencia oficial norcoreana de noticias KCNA (Korean Central News Agency, por sus siglas en inglés) calificó a Trump de "desequilibrado mental incurable", agregó que "necesita absolutamente medicamentos para cuidar sus desórdenes psíquicos" y afirmó que los discursos del presidente estadounidense son "síntomas histéricos espasmódicos". En suma, de Auster a Zimbardo, pasando por Dieterich, todos coinciden con la forma de ver el mundo desde Norcorea, lo que supone que no hay nada de qué hablar. De lo que se trata es de hacer ruido.
lunes, 6 de noviembre de 2017
EN EL PARTIDO DE LA GUERRA
No parece que las nuevas "pruebas" contra el presidente estadounidense Donald J. Trump sean contundentes. El asunto de Paul Manafort, ex director de campaña de Trump, ni siquiera tiene que ver con el Russia-gate. Y no parece muy de fiar George Papadopoulos, quien luego de mentirle a la Agencia Federal de Investigación (el FBI, por sus siglas en inglés) se entregó para seguir con lo que parece ser un cuento. Papadopoulos dijo haberse entrevistado con un académico de la Universidad de Stirling en Escocia, quien prometió introducirlo a círculos rusos "oficiales" y lo hizo, pero en el plano puramente académico. El profesor, Joseph Mifsud, ya negó en entrevistas a la prensa británica (Daily Telegraph) las conversaciones que le atribuye Papadopoulos, en particular sobre contactos rusos que habrían tenido emails comprometedores contra Hillary Clinton. Papadopoulos no ha logrado probar esos "contactos clave" ni su relación con la campaña de Trump. ¿Le dijo Papadopoulos a gente de Trump, y cuándo, que podía supuestamente acceder a miles de emails "sucios" contra Clinton? No se sabe. Pero ha sido suficiente para que muchos se emocionen de nuevo con la posibilidad de un impeachment contra Trump.
Lo que no queda claro es por qué círculos de izquierda (digamos que de ultraizquierda infantil) siguen denostando con lo que sea a Trump y mostrando sus preferencias no sólo por una criminal, sino por alguien que - según acaba de salir a la luz en las revelaciones de Donna Brazile, antigua directora interina del Comité Nacional Demócrata (DNC, por sus siglas en inglés)- manipuló al mismo Comité comprándolo para ganarle las elecciones internas a Bernard Bernie Sanders. Hillary Clinton simplemente se robó las primarias del Partido Demócrata.
¿Y qué importa? Desde Matilde Urióstegui hasta portales izquierdistas estadounidenses como Jacobin o Dissent (que tiene una pestaña especial: "la lucha contra Trump"), el asunto es caerle a un mandatario que hasta ahora no ha matado a nadie, a reserva de lo que haga en el futuro. Como lo sugiere en Consortiumnews el articulista James W. Carden, Trump provocó el enojo con solo decir que "hay que volver a hacer grande a Estados Unidos". El entonces presidente Barack Obama se apresuró a gritonear que "Estados Unidos ya es grande" y Hillary Clinton corrió a declarar que "Estados Unidos es grande porque es bueno". Simplemente Trump dejó entrever que algo no andaba bien y que sería preferible tratarlo antes que seguir en cruzadas externas. Lo que algunos conocen por establishment reaccionó con virulencia (Demócratas y Republicanos no tardaron en votar juntos el rearme anti-ruso en el Congreso) y puede que hasta con ceguera (en verdad, ¿qué hacen los izquierdistas en el "partido de la guerra"?): según Paul Craig Roberts, los Estados Unidos, empujados por Demócratas, neoconservadores, la Central de Inteligencia Americana (en particular, por gente como John Brennan, ex director de la Central), el complejo militar-industrial, progresistas e izquierdistas, pueden terminar un buen día de éstos enfrentándose a un enemigo incluso militarmente superior ("One Day Tomorrow Won't Arrive"). ¿Lo vislumbran? No es nada seguro.
Lo que no queda claro es por qué círculos de izquierda (digamos que de ultraizquierda infantil) siguen denostando con lo que sea a Trump y mostrando sus preferencias no sólo por una criminal, sino por alguien que - según acaba de salir a la luz en las revelaciones de Donna Brazile, antigua directora interina del Comité Nacional Demócrata (DNC, por sus siglas en inglés)- manipuló al mismo Comité comprándolo para ganarle las elecciones internas a Bernard Bernie Sanders. Hillary Clinton simplemente se robó las primarias del Partido Demócrata.
¿Y qué importa? Desde Matilde Urióstegui hasta portales izquierdistas estadounidenses como Jacobin o Dissent (que tiene una pestaña especial: "la lucha contra Trump"), el asunto es caerle a un mandatario que hasta ahora no ha matado a nadie, a reserva de lo que haga en el futuro. Como lo sugiere en Consortiumnews el articulista James W. Carden, Trump provocó el enojo con solo decir que "hay que volver a hacer grande a Estados Unidos". El entonces presidente Barack Obama se apresuró a gritonear que "Estados Unidos ya es grande" y Hillary Clinton corrió a declarar que "Estados Unidos es grande porque es bueno". Simplemente Trump dejó entrever que algo no andaba bien y que sería preferible tratarlo antes que seguir en cruzadas externas. Lo que algunos conocen por establishment reaccionó con virulencia (Demócratas y Republicanos no tardaron en votar juntos el rearme anti-ruso en el Congreso) y puede que hasta con ceguera (en verdad, ¿qué hacen los izquierdistas en el "partido de la guerra"?): según Paul Craig Roberts, los Estados Unidos, empujados por Demócratas, neoconservadores, la Central de Inteligencia Americana (en particular, por gente como John Brennan, ex director de la Central), el complejo militar-industrial, progresistas e izquierdistas, pueden terminar un buen día de éstos enfrentándose a un enemigo incluso militarmente superior ("One Day Tomorrow Won't Arrive"). ¿Lo vislumbran? No es nada seguro.
viernes, 3 de noviembre de 2017
LA SUPUESTA "OPERACION TRUMP"
Dos son las fuentes originarias de lo que se ha estado tratando de convertir a como dé lugar en un escándalo Russia Gate contra el actual mandatario estadounidense, Donald J. Trump. Una fuente es CrowStrike, una compañía privada de ciberseguridad, y la otra el antiguo agente de inteligencia británico Christopher Steele.
El Comité Nacional Demócrata (DNC, por sus siglas en inglés) no permitió que la Agencia Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés) examinara su servidor de computadora para verificar si había sido hackeado por los rusos. En cambio, pidió a CrowStrike que lo hiciera.
Entre los inversionistas en CrowStrike hay gente que donó a la campaña de Hillary Clinton y está también Dmitri Alperovich, miembro del Consejo Atlántico, con sede en Washington, y en parte financiado por el multimillonario ucraniano Viktor Pinchuk, quien también donó a la campaña de Clinton. CrowStrike llegó a la conclusión "evidente" de que hubo un hackeo ruso, pero lo cierto es que el acceso del FBI al servidor Demócrata fue "bloqueado". ¿Por qué?
Steele alegó por su parte tener "fuentes anónimas rusas" que aseguran que Moscú "visualizó" cómo ayudar a Trump !desde hace varios años, cuando Trump ni siquiera aparecía en el horizonte! Podría tratarse de lo que Joe Lauria llama en un reportaje de Consortiumnews "cash for trash", dinero a cambio de basura. Steele fue contratado por la empresa Fusion GPS. En abril de 2016, el DNC y los Clinton pagaron a su abogado Marc Elías para que comprometiera a Fusion GPS con tal de "desenterrar" supuestos "vínculos sucios" entre Trump y Rusia. Steele ya no trabajaba para el M-16 (servicios secretos británicos) al momento de ser contactado y no se tomó la molestia de hacer memorándums lo suficientemente buenos como para que el FBI los tomara demasiado en serio.
Aún así, los "memos" de Steele fueron la base para arrancar una investigación de tres agencias de inteligencia estadounidense (FBI, Central de Inteligencia Americana y Agencia de Seguridad Nacional, NSA por sus siglas en inglés) que, a las órdenes del todavía presidente Barack Obama, seleccionaron a los analistas que produjeron la "evaluación" de que hubo injerencia rusa en las elecciones presidenciales estadounidenses.
El mejor matemático que haya tenido jamás la NSA, William Binney, y el antiguo analista de la CIA, Ray McGovern, publicaron un análisis técnico (reproducido en Consortiumnews, "More Holes in Russia-gate Narrative") que explica por qué es imposible un hackeo transatlántico (en todo caso, la NSA lo hubiera detectado) y que, si algo hubo, pudo provenir de alguien descontento dentro del campo Demócrata.
De acuerdo con Joe Lauria ("The Democratic Money Behind Russia-gate"), "si uno pudiera hacer de lado por un momento el a veces justificado odio que mucha gente siente hacia Trump, sería imposible evitar la impresión de que el escándalo fue cocinado por el DNC y el campo de Clinton junto con jefes de inteligencia de Obama para servir a propósitos políticos y geopolíticos", cuyos alcances, agreguemos, podrían en cierto modo catalogarse de protofascistas o fascistoides.
El Comité Nacional Demócrata (DNC, por sus siglas en inglés) no permitió que la Agencia Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés) examinara su servidor de computadora para verificar si había sido hackeado por los rusos. En cambio, pidió a CrowStrike que lo hiciera.
Entre los inversionistas en CrowStrike hay gente que donó a la campaña de Hillary Clinton y está también Dmitri Alperovich, miembro del Consejo Atlántico, con sede en Washington, y en parte financiado por el multimillonario ucraniano Viktor Pinchuk, quien también donó a la campaña de Clinton. CrowStrike llegó a la conclusión "evidente" de que hubo un hackeo ruso, pero lo cierto es que el acceso del FBI al servidor Demócrata fue "bloqueado". ¿Por qué?
Steele alegó por su parte tener "fuentes anónimas rusas" que aseguran que Moscú "visualizó" cómo ayudar a Trump !desde hace varios años, cuando Trump ni siquiera aparecía en el horizonte! Podría tratarse de lo que Joe Lauria llama en un reportaje de Consortiumnews "cash for trash", dinero a cambio de basura. Steele fue contratado por la empresa Fusion GPS. En abril de 2016, el DNC y los Clinton pagaron a su abogado Marc Elías para que comprometiera a Fusion GPS con tal de "desenterrar" supuestos "vínculos sucios" entre Trump y Rusia. Steele ya no trabajaba para el M-16 (servicios secretos británicos) al momento de ser contactado y no se tomó la molestia de hacer memorándums lo suficientemente buenos como para que el FBI los tomara demasiado en serio.
Aún así, los "memos" de Steele fueron la base para arrancar una investigación de tres agencias de inteligencia estadounidense (FBI, Central de Inteligencia Americana y Agencia de Seguridad Nacional, NSA por sus siglas en inglés) que, a las órdenes del todavía presidente Barack Obama, seleccionaron a los analistas que produjeron la "evaluación" de que hubo injerencia rusa en las elecciones presidenciales estadounidenses.
El mejor matemático que haya tenido jamás la NSA, William Binney, y el antiguo analista de la CIA, Ray McGovern, publicaron un análisis técnico (reproducido en Consortiumnews, "More Holes in Russia-gate Narrative") que explica por qué es imposible un hackeo transatlántico (en todo caso, la NSA lo hubiera detectado) y que, si algo hubo, pudo provenir de alguien descontento dentro del campo Demócrata.
De acuerdo con Joe Lauria ("The Democratic Money Behind Russia-gate"), "si uno pudiera hacer de lado por un momento el a veces justificado odio que mucha gente siente hacia Trump, sería imposible evitar la impresión de que el escándalo fue cocinado por el DNC y el campo de Clinton junto con jefes de inteligencia de Obama para servir a propósitos políticos y geopolíticos", cuyos alcances, agreguemos, podrían en cierto modo catalogarse de protofascistas o fascistoides.
miércoles, 1 de noviembre de 2017
OCTUBRE 1917: ¿ERA CORPORATIVISTA LA URSS?
Sí, sí lo era, al decir del economista egipcio Samir Amin en Octubre 1917. "(...) el PC (partido comunista), dice Amin, organizaba redes clientelares populares (para la distribución y el control de todas las ventajas sociales, incluso de las más pequeñas), paralizando de este modo su eventual rebelión". El economista compara este sistema al que existió en diversos países del Tercer Mundo, aunque, agreguemos, los valores soviéticos heredados del periodo Lenin-Stalin fueran otros: "en este sentido, escribe, este tipo de partido no era en absoluto diferente, en cuanto a su naturaleza, a muchos de los partidos únicos del Tercer Mundo, que cumplían las mismas funciones (con la etiqueta del nacionalismo radical, como en el caso del nasserismo, del FNL argelino y el Baaz, o incluso sin esta etiqueta). "Este tipo de ejercicio de poder, prosigue, que divide a las clases populares mediante el clientelismo, tiene un efecto despolitizador, cuyos estragos no conviene subestimar. Los hechos demuestran hoy que esta despolitización en la URSS es de una amplitud tal que las clases populares creen que el régimen del que se han desembarazado era socialista, y por ello aceptan ingenuamente que el capitalismo 'será mejor...'. Todos los partidos que siguen este modelo se hunden como un castillo de naipes cuando sus dirigentes pierden el poder del Estado: nadie está dispuesto a arriesgar su vida para defender a un aparato de este tipo. Es por ello que las luchas en la cúpula de este tipo de partidos adoptan siempre la forma de revoluciones palaciegas sin intervención de las bases que, indefectiblemente, aceptan el veredicto del que resulta vencedor".
En efecto, nadie se movió en la Unión Soviética para defenderla cuando cayó y son muchos los que aceptaron el veredicto del nuevo vencedor, sobre todo en lo ideológico, desde Boris Yeltsin hasta la actualidad. "La paz social, considera Amin, fue 'comprada' con la moderación del ejercicio de poder -que nunca dejó de ser autocrático-, con la mejora de las condiciones materiales y con la tolerancia respecto de las desviaciones 'ilegales", como ocurre hasta ahora en la Federación Rusa. ¿Qué sucedía? "La fachada de autocracia -escribe Amín- enmascaraba la realidad: un poder asentado en la resolución 'pacífica' de los conflictos corporativistas y que sabía gestionarlos", al igual que hoy.
¿Quienes componían las clientelas que negociaban entre sí? Los dirigentes de empresas (podían ser varias en un combinado) con sus sindicatos, que creaban "bloques regionales" y se enfrentaban en distintos niveles: "estos 'bloques', escribe Amín, se enfrentaban unos con otros a todos los niveles: en las 'negociaciones' ('regateos') entre los ministerios y los departamentos del Gosplan (planificación estatal), en las relaciones cotidianas con las empresas de los otros combinados (...) El poder autocrático se disputaba en el seno de una clase dirigente entre los representantes de los bloques corporativistas".
Lo señalado explica que alguien como el extinto Boris Yeltsin, desde "su" región, haya sido un producto del sistema soviético de posguerra, al igual que Mijaíl Gorbachov (cada uno con su clientela en su momento), y que también lo sea, aunque en otra dirección (sobre todo en política exterior), el actual mandatario Vladimir Putin, que no es extraño a las contradicciones del sovietismo (dicho sea de paso, las agencias rusas de noticias Russia Today en Español y Sputnik Mundo no son para nada ajenas al clientelismo). En todos los casos, la población rusa se ha mostrado apolítica mientras "le gestionan" y aseguran ventajas mínimas y movilidad, si bien Putin por sí mismo tiene más adeptos en pequeñas y medianas ciudades que en el mundo de los oligarcas y del enriquecimiento desenfrenado. En sí, el "sistema" no se ha caído.
En efecto, nadie se movió en la Unión Soviética para defenderla cuando cayó y son muchos los que aceptaron el veredicto del nuevo vencedor, sobre todo en lo ideológico, desde Boris Yeltsin hasta la actualidad. "La paz social, considera Amin, fue 'comprada' con la moderación del ejercicio de poder -que nunca dejó de ser autocrático-, con la mejora de las condiciones materiales y con la tolerancia respecto de las desviaciones 'ilegales", como ocurre hasta ahora en la Federación Rusa. ¿Qué sucedía? "La fachada de autocracia -escribe Amín- enmascaraba la realidad: un poder asentado en la resolución 'pacífica' de los conflictos corporativistas y que sabía gestionarlos", al igual que hoy.
¿Quienes componían las clientelas que negociaban entre sí? Los dirigentes de empresas (podían ser varias en un combinado) con sus sindicatos, que creaban "bloques regionales" y se enfrentaban en distintos niveles: "estos 'bloques', escribe Amín, se enfrentaban unos con otros a todos los niveles: en las 'negociaciones' ('regateos') entre los ministerios y los departamentos del Gosplan (planificación estatal), en las relaciones cotidianas con las empresas de los otros combinados (...) El poder autocrático se disputaba en el seno de una clase dirigente entre los representantes de los bloques corporativistas".
Lo señalado explica que alguien como el extinto Boris Yeltsin, desde "su" región, haya sido un producto del sistema soviético de posguerra, al igual que Mijaíl Gorbachov (cada uno con su clientela en su momento), y que también lo sea, aunque en otra dirección (sobre todo en política exterior), el actual mandatario Vladimir Putin, que no es extraño a las contradicciones del sovietismo (dicho sea de paso, las agencias rusas de noticias Russia Today en Español y Sputnik Mundo no son para nada ajenas al clientelismo). En todos los casos, la población rusa se ha mostrado apolítica mientras "le gestionan" y aseguran ventajas mínimas y movilidad, si bien Putin por sí mismo tiene más adeptos en pequeñas y medianas ciudades que en el mundo de los oligarcas y del enriquecimiento desenfrenado. En sí, el "sistema" no se ha caído.
lunes, 30 de octubre de 2017
OCTUBRE 1917: ¿FUE LA URSS SOLA LA QUE GANO LA GUERRA?
En las conmemoraciones anuales de la victoria soviética sobre el nazismo, el gobierno ruso de Vladimir Putin, fiel a sus tendencias internas de complacer a las "capas medias", ha querido sugerir que la historia, entiéndase que de la "grandeza" de Rusia, empezó con la guerra y no antes.
El economista egipcio Samir Amin ha propuesto otra visión de lo ocurrido en la guerra, que estuvo precedida de la colectivización forzada de la agricultura y la gran industrialización de la Unión Soviética. La planificación de la economía, que comenzó en 1929-1933 (primer plan quinquenal), permitió según el autor de Octubre 1917 "(...)la aceleración prodigiosa de la industrialización, la prioridad dada a las industrias pesadas de base y a la modernización del armamento; la estrategia económica puesta en marcha a su servicio, a saber, la transferencia del excedente agrícola (y a veces incluso más allá) en beneficio de una acumulación industrial extensiva, basada en la transferencia de fracciones importantes de la población desde el campo a la ciudad para constituir una nueva clase obrera urbana, y las formas de esta planificación centralizada, gestionada autoritariamente por el Estado y solo por él". La Unión se convirtió en una potencia antes de la segunda Guerra Mundial y no a raíz de ésta, que más bien la debilitó por la sangría de gente y recursos que significó.
"Se podrá decir lo que se quiera sobre el carácter socialista o no de esta aventura, prosigue Amin. No había alternativa a la elección de sus objetivos, aunque es posible imaginar formas de su puesta en práctica que hubiesen hecho posible hacer avanzar su gestión socializada. Fue el éxito de esta opción lo que hizo de la Unión Soviética en 1941 una nueva gran potencia industrial y militar, y lo que permitió, por tanto, al Ejército Rojo derrotar -él solo- a las hordas nazis. Pues la victoria fue obra del Ejército Rojo y sólo de él. El supuesto apoyo de los occidentales se redujo a unos cuantos envíos insignificantes. Y la tardía intervención militar de Estados Unidos y de Gran Bretaña -el segundo frente a partir del desembarco de Normandía en 1944- solo tenía por objetivo impedir que la Unión Soviética liberase ella sola a toda Europa".
La grandeza no fue nada más de la Rusia soviética, sino de toda la Unión, prácticamente al unísono, al convertirse en poco más de una década en la potencia que hoy vuelve a ser, no de la nada, sino de algún antecedente, el que se ubica entre 1929 y 1941. Para Vladimir Putin, en cambio, la Revolución de Octubre -según lo declaró recientemente al inaugurar en Moscú, capital rusa, un monumento a las víctimas de la represión política- no es el origen de la potencia rusa (¿acaso el imperio zarista era una potencia en algo, salvo en arte?), sino "de la división del país en dos bandos". Una curiosidad: la mitad de la población rusa actual cree que la Revolución de Octubre sirvió a las mayorías y la otra mitad no lo cree, por lo que la Federación está dividida hoy...en dos bandos.
El economista egipcio Samir Amin ha propuesto otra visión de lo ocurrido en la guerra, que estuvo precedida de la colectivización forzada de la agricultura y la gran industrialización de la Unión Soviética. La planificación de la economía, que comenzó en 1929-1933 (primer plan quinquenal), permitió según el autor de Octubre 1917 "(...)la aceleración prodigiosa de la industrialización, la prioridad dada a las industrias pesadas de base y a la modernización del armamento; la estrategia económica puesta en marcha a su servicio, a saber, la transferencia del excedente agrícola (y a veces incluso más allá) en beneficio de una acumulación industrial extensiva, basada en la transferencia de fracciones importantes de la población desde el campo a la ciudad para constituir una nueva clase obrera urbana, y las formas de esta planificación centralizada, gestionada autoritariamente por el Estado y solo por él". La Unión se convirtió en una potencia antes de la segunda Guerra Mundial y no a raíz de ésta, que más bien la debilitó por la sangría de gente y recursos que significó.
"Se podrá decir lo que se quiera sobre el carácter socialista o no de esta aventura, prosigue Amin. No había alternativa a la elección de sus objetivos, aunque es posible imaginar formas de su puesta en práctica que hubiesen hecho posible hacer avanzar su gestión socializada. Fue el éxito de esta opción lo que hizo de la Unión Soviética en 1941 una nueva gran potencia industrial y militar, y lo que permitió, por tanto, al Ejército Rojo derrotar -él solo- a las hordas nazis. Pues la victoria fue obra del Ejército Rojo y sólo de él. El supuesto apoyo de los occidentales se redujo a unos cuantos envíos insignificantes. Y la tardía intervención militar de Estados Unidos y de Gran Bretaña -el segundo frente a partir del desembarco de Normandía en 1944- solo tenía por objetivo impedir que la Unión Soviética liberase ella sola a toda Europa".
La grandeza no fue nada más de la Rusia soviética, sino de toda la Unión, prácticamente al unísono, al convertirse en poco más de una década en la potencia que hoy vuelve a ser, no de la nada, sino de algún antecedente, el que se ubica entre 1929 y 1941. Para Vladimir Putin, en cambio, la Revolución de Octubre -según lo declaró recientemente al inaugurar en Moscú, capital rusa, un monumento a las víctimas de la represión política- no es el origen de la potencia rusa (¿acaso el imperio zarista era una potencia en algo, salvo en arte?), sino "de la división del país en dos bandos". Una curiosidad: la mitad de la población rusa actual cree que la Revolución de Octubre sirvió a las mayorías y la otra mitad no lo cree, por lo que la Federación está dividida hoy...en dos bandos.
viernes, 27 de octubre de 2017
OCTUBRE 1917: ¿FUE LA ECONOMIA DE LA URSS TOTALMENTE ESTATAL?
El capitalismo, en el cual cuando es necesario el Estado interviene masivamente para salvar a los ricos y los financieros en aprietos, como ocurrió en la crisis de 2008, ha logrado convencer al habitante promedio de que el Estado en el socialismo "se robaba a los niños" o de que el "populismo" les "quita los apartamentos" a la clase media. El mismo capitalismo pinta un mercado que supuestamente se "autorregula" y funciona solito, mediante las señales de precios, como si hubiera "libertad absoluta" y no una competencia obstruída por monopolios, duopolios, oligopolios, etcétera...
Samir Amin ha escrito en Octubre 1917 que "la oposición propuesta entre la 'economía de la penuria' (del socialismo) y la 'economía de la abundancia' (del capitalismo) constituye un discurso ideológico vacío. Es evidente que la penuria (las colas, etcétera) la producía la fijación (voluntaria) de los precios que permitía un acceso amplio al consumo, una concesión a las presiones igualitaristas ejercidas tanto por las clases populares como por las capas medias. Es evidente que al subir masivamente los precios ya no hay colas...pero la penuria, que aparentemente había desaparecido, sigue ahí, para quienes ya no tienen acceso al consumo. Las tiendas en México y en Egipto están llenas a rebosar de productos, y no hay colas delante de las carnicerías, aunque el consumo de carne per cápita es en estos países muy inferior al que había en la Europa del Este".
En tiempos de Stalin existía mayor propiedad privada en la Unión Soviética que después (por ejemplo, a través del artel, a medio camino entre la cooperativa y el intercambio mercantil). En el campo, los koljoses permitían la pequeña iniciativa privada (huertos para la venta en el pequeño mercado). Después de Stalin y constatados los problemas de estatizarlo todo, se intentaron diversas reformas "de mercado", para combinar la planificación con mecanismos de regulación de mercado: sucedió con las reformas de Evsei Liberman en 1962 para fortalecer la autonomía de las empresas y con la reforma de Aleksei Kosyguin en 1965, que terminaría liberalizando las relaciones de propiedad, lo que Mijaíl Gorbachov finalmente puso en práctica "siguiendo los consejos del liberal abiertamente procapitalista Aganbeyan", como lo señala Amin. El economista egipcio recuerda: "(...) tuve ocasión de escuchar a Gorbachov en Rímini poco después del derrumbamiento. La impresión que me produjo fue la de que nunca había sido marxista y que ignoraba los principios más elementales del marxismo. La conclusión que saqué fue que no se trataba más que de un 'apparatchik' que hubiera podido hacer carrera en cualquier sistema político".
Con la perestroika y luego con Boris Yeltsin se oficializó el saqueo que tenía sus antecedentes no en el "mercado" en general, sino en un mercado negro que no era de pequeñas proporciones, pero sí tolerado. "Una manifestación de la total negligencia benigna -han escrito Roger Keeran y Thomas Kenny en El socialismo traicionado- fue la casi nula persecusión de las actividades económicas evidentemente ilegales". Servían para imitar el consumo occidental y sortear la penuria, pero el costo de esta "válvula de escape" era la tolerancia al delito y la corrupción. "Dicho de manera simple, escriben esos autores, para existir y prosperar, la producción y la venta ilegal necesitaban de un nivel de corrupción en el Partido y en los funcionarios del Estado". El "mercado" que el capitalismo acabó festinando en la Unión Soviética fue el del delito elevado a rango de crimen, con tal de "no quedarse atrás" en la competencia con Occidente. Donde no llegaba a mafia, el "mercado" soviético de posguerra -el ilegal- era ya lo suficientemente corruptor en tiempos de Gorbachov como para lograr que el Partido no reaccionara positivamente, a diferencia de lo que ocurrió contra Nikita Jrushchov y antes contra Nikolai Bujárin.
Samir Amin ha escrito en Octubre 1917 que "la oposición propuesta entre la 'economía de la penuria' (del socialismo) y la 'economía de la abundancia' (del capitalismo) constituye un discurso ideológico vacío. Es evidente que la penuria (las colas, etcétera) la producía la fijación (voluntaria) de los precios que permitía un acceso amplio al consumo, una concesión a las presiones igualitaristas ejercidas tanto por las clases populares como por las capas medias. Es evidente que al subir masivamente los precios ya no hay colas...pero la penuria, que aparentemente había desaparecido, sigue ahí, para quienes ya no tienen acceso al consumo. Las tiendas en México y en Egipto están llenas a rebosar de productos, y no hay colas delante de las carnicerías, aunque el consumo de carne per cápita es en estos países muy inferior al que había en la Europa del Este".
En tiempos de Stalin existía mayor propiedad privada en la Unión Soviética que después (por ejemplo, a través del artel, a medio camino entre la cooperativa y el intercambio mercantil). En el campo, los koljoses permitían la pequeña iniciativa privada (huertos para la venta en el pequeño mercado). Después de Stalin y constatados los problemas de estatizarlo todo, se intentaron diversas reformas "de mercado", para combinar la planificación con mecanismos de regulación de mercado: sucedió con las reformas de Evsei Liberman en 1962 para fortalecer la autonomía de las empresas y con la reforma de Aleksei Kosyguin en 1965, que terminaría liberalizando las relaciones de propiedad, lo que Mijaíl Gorbachov finalmente puso en práctica "siguiendo los consejos del liberal abiertamente procapitalista Aganbeyan", como lo señala Amin. El economista egipcio recuerda: "(...) tuve ocasión de escuchar a Gorbachov en Rímini poco después del derrumbamiento. La impresión que me produjo fue la de que nunca había sido marxista y que ignoraba los principios más elementales del marxismo. La conclusión que saqué fue que no se trataba más que de un 'apparatchik' que hubiera podido hacer carrera en cualquier sistema político".
Con la perestroika y luego con Boris Yeltsin se oficializó el saqueo que tenía sus antecedentes no en el "mercado" en general, sino en un mercado negro que no era de pequeñas proporciones, pero sí tolerado. "Una manifestación de la total negligencia benigna -han escrito Roger Keeran y Thomas Kenny en El socialismo traicionado- fue la casi nula persecusión de las actividades económicas evidentemente ilegales". Servían para imitar el consumo occidental y sortear la penuria, pero el costo de esta "válvula de escape" era la tolerancia al delito y la corrupción. "Dicho de manera simple, escriben esos autores, para existir y prosperar, la producción y la venta ilegal necesitaban de un nivel de corrupción en el Partido y en los funcionarios del Estado". El "mercado" que el capitalismo acabó festinando en la Unión Soviética fue el del delito elevado a rango de crimen, con tal de "no quedarse atrás" en la competencia con Occidente. Donde no llegaba a mafia, el "mercado" soviético de posguerra -el ilegal- era ya lo suficientemente corruptor en tiempos de Gorbachov como para lograr que el Partido no reaccionara positivamente, a diferencia de lo que ocurrió contra Nikita Jrushchov y antes contra Nikolai Bujárin.
miércoles, 25 de octubre de 2017
OCTUBRE 1917: ¿FUE LA URSS INTERNACIONALISTA?
Seguramente no lo fue tanto como Cuba, y lo fue menos que la República Democrática Alemana (RDA).
De todos modos, la Unión Soviética llegó a tener prestigio en el Tercer Mundo: "la URSS, gracias a los éxitos -y no los fracasos- de su construcción, considera Samir Amin en Octubre 1917, había conseguido elevarse al rango de superpotencia militar. Fue su ejército el que derrotó a los nazis, y después, durante la posguerra, consiguió en un tiempo récord poner fin al monopolio nuclear y balístico de Estados Unidos (...) Estos éxitos están en el origen de su presencia política en el tablero mundial de la posguerra (...)(Pero) contrariamente a las afirmaciones de la propaganda antisoviética, no se proponía ni 'exportar la revolución' ni conquistar la Europa occidental (el falso motivo invocado por Washington y por las burguesías para hacer aceptar la OTAN). Puso en marcha, sin embargo, su potencia política (y militar) para obligar al imperialismo dominante a retroceder en el tercer mundo, abriendo a las clases dominantes (y a los pueblos) de Asia y de Africa un margen de autonomía que perdieron con la caída de la URSS". Dicho sea de paso, este margen también se perdió en América Latina, aunque algunos creyeron por un tiempo ganarlo porque "ya no se los acusaría de comunistas". Se los acusó de "populistas" y la andanada siguió igual o peor, mediáticamente al menos.
Como lo recuerda el economista egipcio Amin, "en su inserción en el sistema mundial, la URSS ocupaba una posición de 'periferia', principalmente exportadora de materias primas". Desde este punto de vista, no era "imperial" en Europa del Este (con los países del Consejo de Ayuda Mutua Económica -CAME, desde donde a cambio de petróleo importaba bienes manufacturados), ni con Cuba, aunque veía con malos ojos el aventurerismo armado de los cubanos, que no condujo a gran cosa.
Siempre según Samir Amin, "la URSS y China inician la salida de su aislamiento a partir de la conferencia de Bandung (1955), cuando comprenden el beneficio que pueden obtener de un apoyo -incluso limitado- a los movimientos de liberación del tercer mundo". Este apoyo, que nunca se regateó demasiado, fue a la larga desgastante, y no nada más porque dió lugar a la creencia en un supuesto "expansionismo soviético", sino también porque supuso un gran despilfarro de recursos para un país exhausto, y que en el fondo no quería más que conservar posiciones defensivas, al menos hasta cierto momento. Quienes se beneficiaron del apoyo soviético en Asia, Africa y América Latina no expresaron la menor gratitud cuando se desplomó la Unión, sino que, habiéndole ganado la batalla a los antiguos imperios (Francia, Gran Bretaña e incluso España y Portugal), se cargaron del lado estadounidense o siguieron imperturbables jugando la carta china, en un asunto de puras "maniobras" y no de valores como el internacionalismo.
De todos modos, la Unión Soviética llegó a tener prestigio en el Tercer Mundo: "la URSS, gracias a los éxitos -y no los fracasos- de su construcción, considera Samir Amin en Octubre 1917, había conseguido elevarse al rango de superpotencia militar. Fue su ejército el que derrotó a los nazis, y después, durante la posguerra, consiguió en un tiempo récord poner fin al monopolio nuclear y balístico de Estados Unidos (...) Estos éxitos están en el origen de su presencia política en el tablero mundial de la posguerra (...)(Pero) contrariamente a las afirmaciones de la propaganda antisoviética, no se proponía ni 'exportar la revolución' ni conquistar la Europa occidental (el falso motivo invocado por Washington y por las burguesías para hacer aceptar la OTAN). Puso en marcha, sin embargo, su potencia política (y militar) para obligar al imperialismo dominante a retroceder en el tercer mundo, abriendo a las clases dominantes (y a los pueblos) de Asia y de Africa un margen de autonomía que perdieron con la caída de la URSS". Dicho sea de paso, este margen también se perdió en América Latina, aunque algunos creyeron por un tiempo ganarlo porque "ya no se los acusaría de comunistas". Se los acusó de "populistas" y la andanada siguió igual o peor, mediáticamente al menos.
Como lo recuerda el economista egipcio Amin, "en su inserción en el sistema mundial, la URSS ocupaba una posición de 'periferia', principalmente exportadora de materias primas". Desde este punto de vista, no era "imperial" en Europa del Este (con los países del Consejo de Ayuda Mutua Económica -CAME, desde donde a cambio de petróleo importaba bienes manufacturados), ni con Cuba, aunque veía con malos ojos el aventurerismo armado de los cubanos, que no condujo a gran cosa.
Siempre según Samir Amin, "la URSS y China inician la salida de su aislamiento a partir de la conferencia de Bandung (1955), cuando comprenden el beneficio que pueden obtener de un apoyo -incluso limitado- a los movimientos de liberación del tercer mundo". Este apoyo, que nunca se regateó demasiado, fue a la larga desgastante, y no nada más porque dió lugar a la creencia en un supuesto "expansionismo soviético", sino también porque supuso un gran despilfarro de recursos para un país exhausto, y que en el fondo no quería más que conservar posiciones defensivas, al menos hasta cierto momento. Quienes se beneficiaron del apoyo soviético en Asia, Africa y América Latina no expresaron la menor gratitud cuando se desplomó la Unión, sino que, habiéndole ganado la batalla a los antiguos imperios (Francia, Gran Bretaña e incluso España y Portugal), se cargaron del lado estadounidense o siguieron imperturbables jugando la carta china, en un asunto de puras "maniobras" y no de valores como el internacionalismo.
lunes, 23 de octubre de 2017
OCTUBRE 1917: ¿FUE LA URSS UN IMPERIO?
El asunto es sencillo, y otra vez de correlación en lugar de conceptualización. Rusia es grande, sus vecinos son pequeños. Lo mismo sucede con Estados Unidos al Sur. Si Estados Unidos que es grande y frío se entromete a la mala en asuntos de sus pequeños vecinos, Rusia que es grande y fría hace lo mismo en territorios de la ex Unión Soviética o en Siria. Estados Unidos es imperialista, luego Rusia también. Aquí están los ecos de la vieja tesis china sobre el "socialimperialismo" soviético. La ultraizquierda pueril coincide con quienes hubieran querido que la Federación Rusa se balcanizara como la Unión Soviética.
La Unión Soviética no era un imperio, ni una "cárcel de las nacionalidades", en primera porque no puede haber explotación entre países (no la hay en el mundo capitalista), y en segunda porque ni siquiera había intercambio desigual entre Rusia y las repúblicas "periféricas" de la Unión. Afirma Samir Amin en una publicación reciente, Octubre 1917: "Lenin, comunista internacionalista, no podía imaginar otra cosa que una unión de las naciones comprometidas en pie de igualdad en una construcción socialista común. La Unión Soviética que puso en práctica este principio sin apartarse de él ni un milímetro era, por lo tanto, un Estado plurinacional y no un Imperio constituido por una metrópoli con sus colonias. El sistema económico soviético (tanto si ha sido socialista como si ha sido otra cosa) estaba perfectamente integrado: los salarios y los precios eran rigurosamente idénticos desde Moscú a Bakú o a Tachkén (subrayado nuestro). Este no ha sido nunca el caso de los imperios del imperialismo capitalista (!el mismo salario para el obrero británico que para el obrero de Mumbai!). Por consiguiente, el flujo de los capitales en la Unión Soviética iba desde las regiones avanzadas hacia las periferias pobres, exactamente lo contrario de lo que caracteriza al mundo capitalista (...) La destrucción de la Unión no ha constituido, por tanto, de ninguna manera un progreso que haya permitido a las naciones supuestamente oprimidas liberarse del yugo colonial ruso, como repiten los medios de comunicación imperialistas".
Las primeras repúblicas en largarse de la Unión fueron las que eran conocidas por tener un nivel de vida más alto que la Federación Rusa, las tres del Báltico (Letonia, Estonia y Lituania), hoy ocupadas por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), donde los rusos son vistos como "chusma", visión que es compartida por lo demás por un buen número de habitantes de la que fuera la acomodada Ucrania (por su grado de desarrollo industrial y agrícola). Con Georgia pasó algo un tanto similar. No se quisieron ir las repúblicas supuestamente más "oprimidas" (en Asia Central). De todos modos, así hablen casi por sí solos los hechos económicos, sociales y políticos, es poco lo que puede hacerse si algunos científicos sociales los manipulan como variables, hacen ecuaciones y establecen correlaciones al margen de la realidad, que es asunto de conceptos y no de cálculo.
La Unión Soviética no era un imperio, ni una "cárcel de las nacionalidades", en primera porque no puede haber explotación entre países (no la hay en el mundo capitalista), y en segunda porque ni siquiera había intercambio desigual entre Rusia y las repúblicas "periféricas" de la Unión. Afirma Samir Amin en una publicación reciente, Octubre 1917: "Lenin, comunista internacionalista, no podía imaginar otra cosa que una unión de las naciones comprometidas en pie de igualdad en una construcción socialista común. La Unión Soviética que puso en práctica este principio sin apartarse de él ni un milímetro era, por lo tanto, un Estado plurinacional y no un Imperio constituido por una metrópoli con sus colonias. El sistema económico soviético (tanto si ha sido socialista como si ha sido otra cosa) estaba perfectamente integrado: los salarios y los precios eran rigurosamente idénticos desde Moscú a Bakú o a Tachkén (subrayado nuestro). Este no ha sido nunca el caso de los imperios del imperialismo capitalista (!el mismo salario para el obrero británico que para el obrero de Mumbai!). Por consiguiente, el flujo de los capitales en la Unión Soviética iba desde las regiones avanzadas hacia las periferias pobres, exactamente lo contrario de lo que caracteriza al mundo capitalista (...) La destrucción de la Unión no ha constituido, por tanto, de ninguna manera un progreso que haya permitido a las naciones supuestamente oprimidas liberarse del yugo colonial ruso, como repiten los medios de comunicación imperialistas".
Las primeras repúblicas en largarse de la Unión fueron las que eran conocidas por tener un nivel de vida más alto que la Federación Rusa, las tres del Báltico (Letonia, Estonia y Lituania), hoy ocupadas por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), donde los rusos son vistos como "chusma", visión que es compartida por lo demás por un buen número de habitantes de la que fuera la acomodada Ucrania (por su grado de desarrollo industrial y agrícola). Con Georgia pasó algo un tanto similar. No se quisieron ir las repúblicas supuestamente más "oprimidas" (en Asia Central). De todos modos, así hablen casi por sí solos los hechos económicos, sociales y políticos, es poco lo que puede hacerse si algunos científicos sociales los manipulan como variables, hacen ecuaciones y establecen correlaciones al margen de la realidad, que es asunto de conceptos y no de cálculo.
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