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miércoles, 3 de diciembre de 2025

ENTREGA TOTAL

 El "último presidente de la Revolución Mexicana", José López Portillo, cerró con broche de oro, como se dice: el sexenio de aquél, entre 1976 y 1982, fue un fiestononón al final de cual resultó que había que pagar, por lo que se hipotecó la casa, pero sin renunciar a ella, pese a todo lo que se vendió con la "venta de garage" del seductor de la patria. Desde hace mucho que, cuando se habla de que se tiene "soberanía, independencia y libertad", no se trata de economía, sino de la renta más o menos grande o menor que se pueda sacar de lo que deje la injerencia económica extranjera, sobre todo estadounidense. México, como lo ha demostrado por ejemplo el economista Arturo Huerta, de la universidad pública, hace rato que no puede disponer de herramientas básicas para una política económica propia, como en materia fiscal, cambiaria o financiera. Tampoco es el centro de decisión de las relaciones con el exterior, salvo en un petróleo que ya no tiene la importancia de antes.

       El TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) tuvo efectos gravísimos, precedidos de ciertos pactos del gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988), cuando el país fue tomado por los juniors, no exentos de vínculos mafiosos. Lo que podía quedar de orientación al mercado nacional se fue perdiendo desde los años '80. Finalmente, como lo querían los estadounidenses, llegó una generación al gobierno formada en Estados Unidos (Pedro Aspe en Massachusetts, José Ángel Gurría en Harvard y California, Jaime Serra Puche en Yale, el seductor de la patria en Harvard, Ernesto Zedillo en Yale, Manuel Camacho en Princeton, el jefe de la Oficina en Stanford, e Ignacio Pichardo, un lord en Darmouth ...que reapareció con Zedillo). Gran parte venía escalando cuando menos desde el sexenio de De la Madrid, que además había tenido a Gustavo Petricioli (Yale), Alfredo del Mazo González (Bankers Trusts)  y varia de la gente del seductor de la patria. Los estadounidenses consideraban, también, que había sobre todo que controlar a un solo hombre: el presidente. La tecnocracia se hizo no sólo del gobierno, sino también de mucho del poder, porque no faltó a quien le pareciera de lo mejor llegar al Primer Mundo, gran parte del "pueblo" y de las clases medias incluidas, sin hablar de una intelectualidad fascinada. Para su desgracia desde un principio, Luis Donaldo Colosio casi no tenía estudios en el extranjero: una corta estancia en Pensilvania y otra igualmente breve en Austria. Fue desde la intelectualidad cercana a los tecnócratas que se esperó que el sucesor fuera Pedro Aspe o Manuel Camacho, y también desde esta ala que se consideró "fuchi" a Colosio, como una pésima ocurrencia del seductor de la patria, a quien había que "parar". A otros, como el señor Pedro Miguel, de extraña trayectoria, les pareció con "cara de carnicero" -el que vende la carne- y a algunos más "una persona muy humillada que se va a desquitar". No hay duda de con quiénes estaban alineados quienes no querían al "carnicero de la esquina", como nunca hubo duda de quiénes se atuvieron a las reglas del sistema y quiénes no. Se esperaba que la apertura se "derramara" en ríos de leche y miel o algo así, pensando en que se "distribuyera", entiéndase que entre los que ya tenían.

       En 1994, finalmente, fue electo Ernesto Zedillo, beneficiario de la muerte de Colosio. Según Francisco Labastida Ochoa, candidato a la presidencia del 2000, Zedillo pactó con Estados Unidos sacar al PRI (Partido Revolucionario Institucional, del que era candidato Labastida) del gobierno, a cambio de un préstamo de ayuda a la economía mexicana, lo que se remontaría a 1994. Lo mismo ha dicho otro priísta, Roberto Madrazo. La "transición" no vino de abajo: fue arreglada arriba. Dicho sea de paso, Colosio no sólo no tenía nada contra la apertura, sino que admiraba la "modernización" del seductor de la patria, y además de levantar al PRI, a partir de cierto momento iba levantando campaña. 

     Estados Unidos ya había asentado desde los '80, en los Documentos de Santa Fe, que se proponía arrumbar al ala nacionalista del PRI y buscar alguna "alternancia". Desde principios de los 90, el Memorándum Negroponte estadounidense consideró el libre comercio como una forma de arrumbar el nacionalismo mexicano. En perspectiva, Zedillo fue un alumno aplicado: hizo lo que debía para que México se fuera deshaciendo del PRI en lo que podía tener de nacionalista (ya estuvo...) y de obstáculo a las necesidades geopolíticas de Estados Unidos. El seductor de la patria, por mustio que sea, no sirve para pasar de Gran Guía al Primer Mundo a chivo expiatorio, pese a ser un bribón. Queda por saber quiénes debían alternar: se toleró a Acción Nacional, de derecha, con la victoria en Baja California en 1989, pero se persiguió al PRD (Partido de la Revolución Democrática), al menos al interior del país, aunque en 1997 ganara Cuauhtémoc Cárdenas el Distrito Federal (capital). Tal vez se barajaran distintas cartas mientras no se alejaran del "centro" y no volvieran sobre nada nacionalista. A la distancia, Zedillo aparece como alguien bastante oscuro: de los ex presidentes mexicanos, con la moda de ir a dar en España (y dos a callarse, lo que también corresponde a Andrés Manuel López Obrador), Zedillo, además de invitarse solo, como los de Acción Nacional, es el más ligado a Estados Unidos y  al "globalismo", vía el grupo The Elders, los Gates, George Soros (para despenalizar las drogas), Diálogo Interamericano y consejos directivos de varias empresas estadounidenses. Zedillo ha gozado de protección del Departamento de Estado estadounidense (por el caso Acteal). Es con Zedillo que ascendió el Woldie mayor -cuyo grupo se expresó en Etcétera contra la designación de Colosio- y que terminó de hacer su agosto, en pleno trepar, un grupo fuerte de la universidad pública (encubrió con un galimatías computarizado el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas, como otro escogido el de Colosio, tal vez por las mismas consideraciones sobre el modo de "parar" al seductor de la patria y "taparlo todo" con leguleyadas, puesto que al mismo tiempo fueron beneficiados en 1988-1994).

     Por cierto, el gobierno de Zedillo no atendió los avisos diplomáticos sobre los vínculos del querido ex chief of staff no sólo con el crimen organizado, sino también con el diputado Manuel Muñoz Rocha, involucrado en el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, en 1994. Aprovechando las andanzas del hermano incómodo, Zedillo no hizo nada contra el ex chief y se las ingenió, además, para que otro chivo expiatorio sirviera para intentar cerrar el caso Colosio, con otro premiado por la universidad pública (y de NosotrXs, otro negocio, cuya apuesta es a las "legítimas demandas" de cualquier cosa que parezca "global"). Como cuando vas al Primero y te despiertas en el Cuarto Mundo. Zedillo probablemente salga del agua sin mojarse, como otros. (da click en el botón de reproducción).



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