Antes de espaciar por descanso este blog, cabe redondear el esbozo de análisis hecho recientemente. México no logra hacerse de un empresariado fuerte y con visión, salvo excepciones, por lo que hay clase dominante, pero que no atina a dirigir. Parte de esta tarea está delegada hoy en sectores de clases medias.
La presidentA mexicana, Claudia Sheinbaum, convocó a los empresarios para invertir, a la sombra de las iniciativas de la asesora Altagracia Gómez. Parte del problema no es nuevo: el empresariado tiende a preferir la especulación en la alta finanza, por motivos de "confianza de los mercados", que son un instrumento de chantaje. A la convocatoria de Sheinbaum en un consejo de promoción de inversiones respondieron algunos empresarios. En algo que se asemeja a muchos países de América Latina, la cúpula empresarial no es ajena a orígenes sirio-libaneses, como se les llama indistintamente, así que el llamado a "creer en México" ("México, creo en tí") lo hizo Carlos Slim y familia, seguido por el grupo Chedraui. Después, los grupos más netamente mexicanos sean Banorte, de Monterrey, aunque con un Hank a la cabeza -familia de abuelo político convertido en hombre de negocios-, y Grupo Bal (Bailléres), muy antiguo, reconocido con la mexicana medalla Belisario Domínguez en 2015 y ligado al ITAM (Instituto Tecnológico Autónomo de México), mientras en el sexenio de Enrique Peña Nieto se seguía en la contradicción, del tipo reconocer a Bailléres y dejarle la suerte de los contratos petroleros a Estados Unidos vía Hillary Clinton. Bailléres tiene intereses en la minería.
Los demás tienen los problemas frecuentes del empresariado mexicano: para sobrevivir, digamos, van recurriendo al seppuku o harakiri, asociándose con intereses estadounidenses, como Televisa, grupo Alfa, de antigua tradición en Monterrey, Femsa/Coca Cola, y algunas más. Pocas incursionan en la industria, como Mexichem-Orbia (Alfa se pasó a la comercialización de alimentos, a través de Sigma). A cierta diferencia por cierto de lo que lleva Gómez (como DINA), más de uno es algo "patito", como se dice coloquialmente en México: la comida en Sanborns está para llorar, cuidado con que se descomponga un módem de Telmex, Alfa brinda alimentos como los de Fud y La Villita y, eso sí, un Oxxo saca de apuros en donde menos se lo espera, pero hasta ahí, porque comercializa comida chatarra y unas six para urgencias juveniles. Dicho de otro modo, la calidad deja que desear. Lo demás es parte de lo mismo: entretenimiento, como si no hubiera suficiente (Cooperación Interamericana de Entretenimiento), el súper negocio inmobiliario (Real Estate Media Group) y infraestructura de transporte (Grupo Aeroportuario del Sureste), salvo Fibra Dahnos.
El seductor de la patria fue un "creador de empresarios" -desde arriba- sin demasiada calidad, salvo uno que otro negocio de Slim para aprovechar grandes ocasiones, como los celulares (o DINA). Pero al mismo tiempo, son pocos los "grandes" que no se han asociado con el extranjero, en particular empresas estadounidenses. Grupo Bal es una excepción., y se explica el ITAM -con todo y la frecuente falta de visión de los "itamitas"-, y el ITESM ("Tec de Monterrey") responde a una añeja tradición empresarial, pero no hegemónica, porque lo que tanto reivindican algunos -la herencia "esplendorosa" capitalina -se lo traga todo en "política", aunque hay algunos cambios recientes no menores, que podrían consolidarse con Sheinbaum, al margen de saber si hay o no capacidad para crear una economía autocentrada. No se podrá mientras se considere que lo prioritario es agarrarse del libre comercio a como dé lugar, o de lo que haya de "relocalización", que es de lo que cojea Gómez. No sólo el ITAM y el ITESM no hacen "dirección": la capital mexicana no ha tenido capacidad, pese a que está cambiando desde el sexenio pasado.
A falta de verdadero empresariado que dirija, con verdaderos valores burgueses y no cantinelas sobre "la libertad" y el "anticolectivismo" (qué conformismo: son décadas de lo mismo sin la menor inventiva), no habrá vuelta sobre un Estado idealizado, pese a que en México logró algo de "forma" y "autonomía relativa", aunque sin el gigantismo que se le atribuye y sí, en cambio, con la rémora -por ser un lugar improductivo en términos capitalistas- de la creencia en "el poder" por cualquier medio: corrupción, amiguismo, clientelismo, tráfico de favores, etcétera. Ha disminuido, y es muy probable que este "atemperamiento" se consolide con Sheinbaum, cuyo gobierno en la capital mexicana no tuvo escándalos de corrupción y sí cuentas limpias y claras, aunque falte en eficiencia, porque no se introduce la racionalidad costo/beneficio. Después de todo, el Estado debiera estar para "la administración de las cosas", no para trepar y hacer negocio desde el poder, o sacar rentas.
Pese a tener problemas, hay que tener perspectiva, y los gobiernos "progres", cuando no los están estorbando (lo que no incluye a Venezuela), hacen mejor las cosas en términos distributivos y de seguridad, al no tener esa proclividad de derecha a asociarse con el crimen organizado. En el sexenio de López Obrador, se logró que se ampliaran las clases medias, a cerca del 40 % de la población (el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, ha aspirado a llegar a poco más del 51 %), junto con reducir la pobreza extrema, que rondaría el siete por ciento. De la "destrucción creativa" ya estuvo suave. El problema está en el manejo, porque, como no hay tantos ricos (y éso que la desigualdad en México ha disminuido), debe haber una parte importante de la población en pobreza moderada. No se está nada cerca de la "sociedad de los tres cuartos" de "clases medias" tendiéndole la mano al cuarto rezagado. Por lo demás, no hay realmente dirección, en ninguno de los dos sentidos, sino la creencia de que lo gringo es contagioso, y que un contagio no es forzosamente malo. Cosa de saber si hay "inmunidad", o de que el capitalismo, PESE A la americanización y la finanza, no sea nada más visto como "malo", porque individuo mata comunidad. De la "visconversa", como diría Cantinflas, ya estuvo como de "poder" -indígena, virreinal o señorial y porfiriano- que no reconoce más que muéganos, dulces en bola, pegajosos, de masa, bien inflados, resistentes (no cambian del árabe al poblano o tlaxcalteca)...y acaramelados, pero fritos. (da click en el botón de reproducción).