Ya había rumores de "paracos" -paramilitares- colombianos que participaron en el asesinato del líder libio Muamar el Gadafi, en 2011. No se escondió la presencia de "paracos" de Colombia en Ucrania, al lado de neonazis. Hace pocos años, de nuevo un grupo de "paracos" de Locombia participó en una operación de asesinato del presidente haitiano Jovenel Moise en 2021. Recientemente, se dió a conocer la presencia de "paracos" de igual nacionalidad en el crimen organizado mexicano. Como producto de exportación, nada más falta que mande remesas. El teje y maneje es subterráneo, como lo probó el caso de Moise, y como corresponde a un paramilitarismo solapado, con contubernio estadounidense, para que, entre otras cosas, no se conozcan sus ramificaciones políticas. Debe ser más difícil entrar en este subterráneo "made in Colombia" que ponerse a cacarear sobre las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Por lo demás, el paramilitarismo estuvo asociado al narcotráfico. El presidente colombiano, Gustavo Petro, ya tuvo ocasión de darle al "paramilitar de todos los secretos", Salvatore Mancuso, algo así como un perdón bajo la forma de "gestor de paz". Al ritmo que va Petro con el incumplimiento de los Acuerdos de Paz, de 2016, hasta algunos paramilitares le han pedido que se mueva o mejor retirarse. Mancuso alcanzó a delatar lo que ya se sabía: connivencia del ejército, los servicios secretos y del uribismo. El presidente Juan Manuel Santos aparece como una persona turbia. Además del presidente Álvaro Uribe, hoy impune, participaron empresas transnacionales (entre ellas Coca Cola y Chiquita Brands) en servirse de paramilitares para asesinar líderes sociales. Los involucrados están como uno de los últimos conciertos de Joaquín Sabina: "lo niego todo".
Después de los Acuerdos de 2016, Estados Unidos ha seguido usando a Colombia como su plataforma militar en Sudamérica. Estados Unidos ha participado en el entrampamiento del proceso de paz, como lo mostró el montaje contra el hoy extinto líder guerrillero Jesús Santrich, para desacreditar y dividir a las FARC, lo que ya está logrado. En el entrampamiento ha participado la DEA (Agencial de Control de Drogas) estadounidense: los líderes más radicales de las FARC fueron aislados y los más moderados se hundieron en el ridículo. Santos reconoció que se trataba de entrampar a las FARC. Como el mismo Santos convirtió a Colombia en socio de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), se estuvo "limpiando la retaguardia" de una guerrilla antigua y poderosa, so pretexto del narcotráfico.
Colombia se volvió clave para el Comando Sur estadounidense. También empezó a volverse en parte plataforma de provocación a Venezuela, sin la menor definición clara por parte de Petro. Estados Unidos hace maniobras en Colombia, incluyendo el Caribe (Cartagena, Barranquilla, además de Coveñas). Colombia es parte de la Fuerza Naval Combinada, con 41 países, encabezada por Estados Unidos, y que actúa...en Oriente Medio. Hace mucho que hay presencia de israelíes en Colombia, y estuvieron asesorando en la lucha contra las FARC.
Colombia alberga bases militares estadounidenses, recientemente dos (isla de Gorgona y Amazonas). Por lo demás, la policía neoyorquina está por abrir oficinas en Bogotá, capital colombiana. Estados Unidos entrena desde hace décadas a la policía y el ejército colombianos. La oficina de mercenarios de Erik Prince, que está en Haití y en el Ecuador, está en Bogotá y reclutó a siete mil soldados para Oriente Medio.
Como ya no se trata tanto de política como de decadencia de una forma de contrainsurgencia triunfante, se "narcotiza" lo existente. Ya ha habido ocasión de decirlo: el trafico de droga no desciende. Colombia concentra ya casi el 70 % de los cultivos de coca en el mundo y lidera la producción de cocaína en el mundo. Sin FARC. La producción de cocaína !se disparó después de 2016! Durante el Plan Colombia, hubo unas siete bases militares estadounidenses en Colombia. Actualmente serían dos, las mencionadas de Gorgona y Amazonas. No parece que la principal preocupación estadounidense haya sido luchar contra el narcotráfico, sino limpiar la "retaguardia" de guerrilleros, lo que se fue implementando por lo demás junto a un mayor control en Centroamérica, para asegurarse el Mare Nostrum caribeño.
En cuanto a Petro, se hace de palabras con Trump y ve fascistas por doquier en Sudamérica Colombia tuvo después de México el mayor movimiento campesino de América Latina, por décadas, pero ya es otra sociedad más urbana, aunque, como México, con lo que se conoce como "ángulos muertos" sin presencia estatal suficiente, y sin que se resuelvan problemas estructurales, estando Petro sin ocuparse de lo pactado en 2016 para incorporar esos "ángulos" y otros territorios vía reforma agraria. Colombia tiene una economía distinta de la mexicana (petróleo, carbón, oro y, desde luego, café), y de lejos como principal socio comercial a Estados Unidos, importando bienes manufacturados. Además, Colombia exporta "paracos".
Salvo por Nicaragua, que de todos modos tiene importantes vínculos con Estados Unidos, aunque también una economía bien diversificada, parte de la "limpieza" emprendida desde los 2000, no sin alcances internacionales, incluye a Honduras y Panamá, luego de la tentativa de involucrar a México con el Plan Puebla-Panamá y la Iniciativa Mérida. Merodear en Sudamérica ya ha sido antes del presidente estadounidense Donald J. Trump política eficaz del Comando Sur estadounidense, a través de Laura Richardson. Se habrá notado que no hay mayor presencia rusa en América Latina, por lo que se trata más bien de "mensajes" para que China "baje su intensidad", como ya se hizo en el Ecuador, en el Perú y en Panamá (da click en el botón de reproducción).