El Papa Francisco, "dulce guerrero" (!), llegará a México a dorar la píldora, lo mismo que fue a hacer a Cuba para darle entrada al "poder blando" demócrata estadounidense, que esperaba la oportunidad por lo menos desde que así lo mostró "la Hillary" en su libro Hard choices ("Decisiones difíciles"), en el cual se adelantó -incluso más que el mandatario estadounidense, Barack Obama- a un astuto pedido de levantamiento del embargo a la isla caribeña. Nada mejor que ir reconciliándose con bendición papal. ¿El pueblo de México es hoy más católico que antes? Es difícil creerlo, aunque al mismo tiempo la Virgen de Guadalupe se ha vuelto un fenómeno más mediático que nunca. ¿Los jóvenes de hoy van a misa, al centro comercial o al "reventón" dominical? Tal vez el señor Bergoglio viene a hacerle creer al pueblo mexicano que debe creer más de lo que cree. Puede ser que este señor Bergoglio no tenga ninguna idea de la geopolítica y que le esté cubriendo las espaldas a Estados Unidos por pura casualidad.
De geopolítica parece saber un poco más el GIEI (Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes). ¿Independientes de quién? No de la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos), en todo caso, ni de la Organización de Estados Americanos (OEA). Este GIEI ha buscado insistentemente cuestionar la "acción" -parece haber sido sobre todo inacción- de los militares en el caso Ayotzinapa y crear en México la figura de "desaparición forzada", dando lugar a la imagen de que el gobierno mexicano del Partido Revolucionario Institucional (PRI) por lo menos "tolera" desapariciones (dizque "políticas") y la inmisción del ejército en ellas. No es dictadura ni perfecta, pero por momentos se le parece. Bergoglio se ocupará de las conciencias, si puede comprárselas, el GIEI se ocupa del retrato de las víctimas de algo que tiene "visos de dictadura". Que las autoridades mexicanas hagan su labor -con unos 113 detenidos (¿todos torturados y obligados a una actuación en un tablado digno de De Tavira?)- no importa en lo más mínimo: ese día, según satélites con imágenes no muy dadas a conocer, nevó en el basurero de Cocula, punto, y los normalistas estuvieron practicando esquí y deslizándose en trineo hasta que no se supo más de ellos. En realidad, no son las víctimas de Ayotzinapa qie están a discusión, sino el modo de utilizarlas para "encajarlas" en la imagen que se quiere dar de México: un pobre pueblo de creyentes víctimas del abuso.
Es, además, como toda dictadura tropical, una mafia, infiltrada por el crimen organizado (!hombre, la tenebra completa!). Ya en la acción de "pinza" -desde el organismo internacional hasta "la calle", de ser posible- para impedirle toda autonomía al PRI, el asunto no es que el ex líder nacional de este partido, Humberto Moreira, sea o no culpable según un proceso digno de este nombre: basta sembrarle que es "del cártel de los Zetas" para que un monero y un dizque jurista universitario mexicano de origen estadounidense (que debería saber lo que es la presunción de inocencia) tuiteen: "Narcopolítica en todo su esplendor.Policía española investiga vínculos Moreira-Los Zetas". El otro sugiere que el dinero de campaña del actual mandatario mexicano, Enrique Peña Nieta, pasó por Moreira-Los Zetas. En algunos países, acusar sin pruebas concluyentes -no las ha dado ni la justicia española ni la estadounidense, muy ducha- está penado con multa o amonestación: la difamación se castiga. No basta, por ejemplo, con señalar que alguien -un investigador/jurista mexicano de origen estadounidense, por ejemplo-ha trabajado como consultor para USAID (United States Agency for International Development) y Open Society Institute para concluir que está en nómina de algún tipo de agencia estadounidense encargada de armar "revoluciones de colores" en México (¿con ayuda amlosajona?), en la calle que mejor se preste. Pero México es México y se vale -aunque sea por alguien de origen estadounidense envalentonado por malinchistas y polkos- que un universitario -otro de los premiados por el Obispo de Copilco- se rebaje a poblador poblano de Ajalpan, alguien que orquesta linchamientos y esa mala costumbre nacional de armar el "lanzamiento de piedras" mientras todos esconden subrepticiamente la mano.
Desde luego que todos los hechos señalados son inconexos: nadie, mucho menos en Estados Unidos, tiene la menor intención de cercenar la poca autonomía política e institucional que le queda al PRI.
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martes, 26 de enero de 2016
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