Donde no hay intercambio, ni siquiera de equivalentes exactos, es difícil hablar de mercado. Tomar algo de alguien para beneficio propio perjudicándolo no es un intercambio: es un fraude. Según Paul Craig Roberts, economista y antiguo asistente del Tesoro de Estados Unidos, la economía de este país está basada en el fraude que consiste, ante todo, en sacar alguna ventaja de la ruina de otros países.
No hay ningún mercado, sino la búsqueda de la manera de hacerle fraude al prójimo. Ese es el beneficio al menor costo, es decir, el beneficio para sí cargándole el costo al otro. Por este motivo en Estados Unidos, en los países vasallos (como Francia) y en grandes estratos sociales de países atrasados, se desconfía del acercamiento del prójimo (¿qué me va a sacar?) porque nadie quiere ser víctima de un fraude ni nada que se parezca, pero al mismo tiempo, porque así lo dicta la "racionalidad", todos quieren sacar alguna ventaja de quien se deje y al menor costo. Este proceso que no es nada productivo aunque sí muy competitivo se llama -entre gente que se considera "empresaria de sí misma"- "prorrateo de la ganancia": los vecinos se matan entre sí pero se reconocen en la ganancia de un estatus logrado así sea con fraude. Este arte grandioso se llama, para decirlo más callejeramente, "verle la cara al otro".
Es así que los estadounidenses tienen aficiones raras, como la de ir a votar por quien les verá la cara y contra sus propios intereses. Fraude, si nos remitimos a Paul Craig Roberts, es por ejemplo presumir una tasa nacional de desempleo del 5 % donde nadie encuentra trabajo, donde, según una ya antigua predicción de Lesther Thurow, la mitad de los jóvenes de 25 años viven con algún pariente (padres o abuelos) porque no puede tener una existencia independiente (¿tiene esta mitad realmente un trabajo?), y donde no se incluye en las estadísticas a quienes han dejado de buscar empleo (si se incluyeran, la tasa de desocupación llegaría a 23 %). ¿El fraude? Sacar ventaja de un maquillaje de estadísticas que perjudica a quienes se quedaron en la cuneta. Es algo parecido a las cifras que, basadas en puros asuntos financieros, presentan como "recuperación" una actividad económica que no se ha levantado de la crisis de 2008, salvo para especular. ¿El fraude? Presentar como ventaja un estado de cosas perjudicial para muchos y, otra vez, sacar ventaja del maquillaje de estadísticas, un deporte tecnocrático muy extendido (incluso entre las universidades estadounidenses, que dedican a "gestión" el 75 % de su presupuesto mientras lo demás se cae a pedazos, en particular la calidad académica). Fraude, pues, es algo que excluye el intercambio porque donde uno saca ventaja el otro se ve perjudicado: está tan arraigado que el estadounidense difícilmente verá que la proliferación de este comportamiento es la ruina de los más. Es más: no se le llama fraude, se le llama "negocio", lo que tampoco es (porque no se invierte calculando costo, puesto que será otro el perjudicado y quien cargue con la pérdida).
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viernes, 29 de enero de 2016
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