El mundo árabe llegó a tener en la segunda posguerra y un poco más allá su momento de "gloria", con gobiernos nacionalistas y cierta influencia soviética: fue, desde luego, el caso de Gamal Abdel Naser en Egipto, con la nacionalización del Canal de Suez, en 1956. Nasser fue uno de los hombres importantes del Movimiento de los No Alineados. A los pocos años, Argelia logró su independencia y la anuencia del general Charles de Gaulle en Francia. No se llegaba muy lejos en la idea del "socialismo árabe", pero también se creó el partido Baaz (Árabe Socialista), en Irak y Siria, con carácter laico: dígase lo que se diga, el régimen de Sadam Huseín (Baaz) en Irak tenía adelantos importantes, por ejemplo en materia de emancipación de las mujeres y, en general, de educación. El partido Baaz tenía también presencia en Siria, y en algún momento, como parte del panarabismo, se buscó crear entre Egipto y Siria la RAU (República Árabe Unida), entre 1958 y 1961. La causa palestina llegó a ser fuerte, sobre todo con el liderazgo de Yasser Arafat en la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Siempre en el norte de África, en Libia tomó el poder Muamar el Qadafi en 1969, logrando un buen nivel de vida para la población libia. Todos estos países iban saliendo de la época colonial, y, aunque tenían bastantes ventajas y relegaban al fanatismo religioso, al mismo tiempo no carecían de rasgos populistas, cultos a la personalidad y también anticomunismo, pese a llamarse "socialistas", en algunos casos. La OLP no estaba exenta de algunos errores armados. Como sea, estos países eran el ala "progresista" -por lo que alcanzaban a dar a sus habitantes, sin excluir represiones- del mundo árabe, por contraste, en particular, con las monarquías petroleras del golfo Pérsico, con Arabia Saudita a la cabeza, mucho más conservadora. Sin ser un país árabe, sino persa, en 19979 se sumó el Irán de los ayatolás, aunque religioso. Uno de los problemas de los países árabes mencionados fue la tendencia de sus líderes a permanecer mucho tiempo en el gobierno; el otro estuvo en las dificultades para resolver lo que planteaban al interior diferencias religiosas y regionales: Huseín con los kurdos al norte y los chiítas al sur, la familia al Asad siendo de minoría alauíta con el resto del país, o a la larga el Qadafi entre el centro y el Este del país (Bengasi); eran diferencias que habían explotado las antiguas potencias colonizadoras. Andando el tiempo, en medio de las advertencias de el Qadafi, el panarabismo se debilitó, al igual que la causa palestina. Los frecuentes errores de cada uno de estos gobiernos, muchas veces anclados en el ejército, no fueron un secreto., incluso en el caso de el Qadafi. Siria no hizo nada desde la primera invasión a Irak, en 1991, y el recién depuesto Bashar al Asad se reía de el Qadafi. Desde los acuerdos de Oslo, a principios de los '90, Yasser Arafat estaba acabado. Al poco tiempo llegaron las "primaveras árabes", para nada inocentes. En resumidas cuentas, ante la crisis del panarabismo, otros, recogiendo lo sembrado por los británicos, apostaron a dos cosas:las divisiones internas, ya latentes, y la religión para desbancar a gobiernos laicos, algo que se intentó también pronto en Argelia con el FIS (Frente Islámico de Salvación). En este juego entraron a la vez las monarquías del Golfo y a su modo Irán, metiendo su mano en Líbano, a través del grupo Hezbollah, y Siria, dada la cercanía de los alauitas de al Asad con Irán. El mundo árabe progresista está hoy derrotado con las caídas de Irak, Siria, Palestina y Libia, con las excepciones parciales de Egipto y de Argelia. A raíz de distintas guerras desde 1991 para crear el "gran Medio Oriente", se debilitaron las influencias francesa, rusa y china, y se fortalecieron los intereses mancomunados de Israel, el gran vencedor desde Gaza hasta el sur del Líbano y las alturas del Golán, y Estados Unidos, apoyándose en monarquías del Golfo y fanatismos religiosos. Se trata ya de formas de barbarie, como lo mostrada la conducta del Estado Islámico o lo hicieran también los opositores a el Qadafi. Sin idealizar los gobiernos de la segunda posguerra, es una gran regresión para los árabes. No está de más señalar que Libia y Argelia, en su momento, tuvieron afinidad con algunos países latinoamericanos, dicho sea también por la incapacidad de éstos para unirse frente a Estados Unidos. El latinoamericanismo está bastante maltrecho, y vivieno de manera rentista de glorias pasadas.
Habiendo triunfado ampliamente Israel con el apoyo de Estados Unidos, queda por saber por qué cayó tan rápido en Siria el líder al Asad: decidió no oponer ninguna resistencia, entre otras cosas por las agresiones israelíes y el corte de la ruta Líbano-Siria, todo al cabo de una cruenta guerra interna de años. Era difícil para Rusia volver a intervenir, siendo un tema que ha dado lugar a especulaciones. Lo que queda más claro es que Irán no quiso hacer nada, pese a la cercanía con al-Asad, así que se acabó el "eje de la resistencia" contra Israel en Medio Oriente. El militar que era partidario de dicho "eje", Qasem Soleimani, fue asesinado por Estados Unidos en Bagdad, capital de Irak, durante el gobierno de Donald J. Trump. El gobierno iraní está dividido entre quienes se mantienen en la antigua línea "revolucionaria" y los "aperturistas", partidarios de "occidentalizarse", a raíz del surgimiento de una peculiar élite local, y de distanciarse de Rusia. Las relaciones entre Irán y Rusia no están en su mejor momento, pese a que Irán está en los BRICS (grupo ampliado, Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica). Falleció el presidente de la Teocracia Chiíta, Ibrahim Raisí, quien era el cercano a Moscú, capital rusa. El actual líder iraní, Masud Pezeshkian, es más bien "aperturista". Mientras el 85 % de los iraníes vive en la pobreza, una pequeña élite se hizo próspera a la sombra de las sanciones y en el comercio. Hace rato que Rusia cambió de ""socios", lo que explica la inclusión de Egipto y los EAU (Emiratos Árabes Unidos) en el grupo BRICS. La verdad, según la analista Nazanín Armanián (Público), es que Rusia no quiere problemas con Israel, mientras que Irán se mantiene en un discurso religioso que a veces raya en el absurdo, como con la negación del Holocausto. Rusia tiene poca gente en Irán, pero en Israel hay cerca de un millón de habitantes de origen ruso, y Rusia tampoco quiere -en lo que coincide con Estados Unidos- un Irán nuclear ni un competidor en el suministro de gas a China. La "revolución" iraní nunca fue especialmente fiable: Irán es ahora un país aislado. Rusia contribuyó decisivamente en el pasado a la derrota del Estado Islámico en Siria, es posible de pensar que cuidándose de que el terrorismo más brutal no se extendiera otra vez hacia Rusia, como ya había ocurrido durante las guerras de Chechenia. Esta vez, en cambio, no había mucho con qué sostener a al Asad, menos dados los trastabilleos de Irán, que podrían dar en el fin de un antiguo "tercermundismo" más. Siria cayó "por cansancio" y por la ofensiva israelí: toda una época está llegando a su fin para el mundo árabe, y el "gran Medio Oriente" planeado por Estados Unidos no está lejos de hacerse realidad.
No queda nadie en América Latina para nombrar como tal a la barbarie cuando algunos fueron ayudados por el Qadafi o por Argelia. Por barbarie se entiende el "caos controlado" -con semblantes de gobiernos lo suficientemente descentralizados para que se dividan- en lugar de lo que había antes: Estados-nación más o menos consolidados, aún con dificultades (no está de más recordar cómo se derrumbaron Yemen y Somalia, no muy lejos de Oriente Medio). Mañana, pese a la "expertís" de quienes van al ritmo de los grandes medios de comunicación masiva, nadie se acordará de Siria, como nadie lo hace de Libia o de Irak, salvo para recibir delegados fantasma, como el libio en la asunción de la presidentA mexicana, Claudia Sheinbaum. Ni de Somalia o Yemen. No queda claro qué sentido tiene discutir si los fanáticos religiosos lo son mucho, poquito o nada, nomás tantito, u omitir los logros de los antiguos regímenes nacionalistas árabes, no pocos en los casos de Irak y Libia, o en tiempos de Nasser en Egipto. Ponerse a la causa palestina no oculta la otra cara de la moneda: corrupción, personalismos, etcétera entre las autoridades palestinas. Tampoco el gobierno de al Asad estaba exento de problemas, aunque algo cabe hacer notar: no causó ni por asomo ni un mínimo del equivalente del terrorismo religioso apoyado por Occidente, y quien quiera fijarse se dará cuenta que en Damasco, capital siria, no hubo manifestaciones multitudinarias por la caída del "dictador".
Se ha logrado la caída de varios Estados en su tiempo, como nacionalistas laicos, con cercanía a la Unión Soviética (Irak, Siria, Libia). No se trata de ningún "choque de civilizaciones", pese a que algunos rusos se lo creen: este "choque" fue inventado por Estados Unidos para crear una falsa sinonimia entre "árabe" e "islamista fanático" y servirse del mundo árabe, del norte de África a Oriente Medio, para desestabilizar a la Unión Europea (UE) y a la Federación Rusa. Samuel Huntington, autor de la "teoría" de este supuesto "choque", fue debidamente pagado por la CIA (Central de Inteligencia Americana), además de haber colaborado con los servicios secretos sudafricanos. Huntington decidió utilizar las "civilizaciones" (al antojo) para debilitar a ciertos Estados nacionales. En realidad, como lo prueba entre otras cosas el financiamiento para Hamas, Israel no tiene mayores problemas con el islam fanático, con al Qaeda (con quien ha tratado el primer ministro israelí, Benjamín Netanhayu), ni con países como Qatar (amigo de Hamas, los talibanes afganos y los Hermanos Musulmanes): una de las razones entendibles es que la división en el panarabismo, el derrocamiento de los nacionalismos laicos árabes y el dinero de países como algunos del golfo Pérsico dividen a los palestinos, que se encuentran también con una causa que fenece y sin realmente un Estado propio. Si se trata de "divide y vencerás", está hecho en el mundo árabe, como lo advirtiera el Qadafi: lo que se invente para lograrlo es secundario, salvo que introduce por pugnas intestinas un "caos controlado" que es barbarie, y justamente, no civilización. Como para algunos nunca se toca fondo, igual se puede discutir si se está a la izquierda o la derecha de Gengis Khan, o de los Chapitos, si son más "moderados" o más "extremistas" que el "Mayito Flaco" (da click en el botón de reproducción).