Cuando existía el Tercer Mundo, la causa palestina era un gran factor de unidad, en rechazo al sionismo, y sin que hubiera gente malintencionada para identificar antisionismo con antisemitismo. Dicha unidad se daba pese a que, en ocasiones, algunos palestinos recurrían erróneamente al terrorismo. Las cosas empezaron a malograrse desde los '80 hasta desembocar a principios de los '90 en los Acuerdos de Oslo, desfavorables para los palestinos. Al poco tiempo, a mediados de los '90, fue peor con el paulatino ascenso en Israel del actual primer ministro Benjamín Netanhayu. Se eclipsó Yasser Arafat, líder histórico de Palestina, y falleció a finales de 2004. Quedó un tiempo como símbolo de solidaridad con Palestina el uso de la kéfia. Nada más que ya ni siquiera se hace en Palestina, donde la competencia china arruinó los textiles locales, agravando los problemas de desempleo y miseria
Lo que ocurrió después fue silencioso, pero grave, porque, aunque no se quiera decir, los palestinos de Gaza y Cisjordania se fueron dividiendo, lo que facilitó la tarea de Israel. La Autoridad Nacional Palestina (ANP), viviendo en buena medida de ayuda internacional, se fue corrompiendo y perdiendo legitimidad, heredada de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), laica. Ante esta corrupción, con el antecedente de un demasiado largo liderazgo de Arafat, y las malas condiciones de vida, fue ganando terreno el fanatismo religioso, que se coló a través de Hamas, una organización financiada por países como Qatar y para colmo por los propios israelíes, para dividir y crear provocaciones. Esta organización religiosa surgió en 1987 y fue ganando terreno en la Franja de Gaza. Hamas debutó como parte de los Hermanos Musulmanes, una organización de 1928 partidaria de la yihad y la ley islámica. Pese a esfuerzos de conciliación con Fatah, organización de la OLP. Para más señas, con el ascenso de Hamas, más allá de los problemas con la ANP y con Arafat, fue desplazada esta vertiente del nacionalismo árabe laico, que existía bajo otras formas en Irak, Siria y Libia, y que contrariaba a las monarquías conservadoras árabes del golfo Pérsico, como Qatar, donde está una gigantesca base militar estadounidense, en Al Udeid (y Arabia Saudita). Tampoco iba a resultar sencilla ahora la solidaridad con Gaza cuando, con tal de crear problemas, llegó a financiarla el magnate húngaro-estadounidense George Soros, también metido a financiar yihadistas.
Lo que se sabe poco es que, a raíz de la discordia, en Cisjordania empezaron las pugnas intestinas entre palestinos. El presidente de la ANP, Mahmud Abás, fue tildado desde la izquierda de traidor. Abás, siguiendo una línea conciliadora con Israel, había tratado de buscar una solución negociada, y no a tiros. Al mismo tiempo, las fuerzas de seguridad oficiales palestinas, de Abás, comenzaron a tejer lazos con Estados Unidos, para reprimir desacuerdos, bajo supervisión del teniente general estadounidense Keith Dayton. Era una manera de crear una élite palestina que se quedaba con una tercera parte de la ayuda internacional, con muchos fondos procedentes de Estados Unidos, que terminó así de lograr la capitulación de la ANP. El dinero para fuerzas de seguridad fue restado a necesidades de educación, salud y otras. Era un efecto de pinza: corrupción y cooptación de Abás por parte de Estados Unidos, y desborde fanático con apoyo israelí por parte de Hamas en Gaza. Esto se basó en la muerte previa de los fundadores de Fatah y la OLP, con frecuencia asesinados por Israel hasta los '90. Abás iba a quedar como el "fanáticamente moderado", y Hamas como el "moderadamente fanático", aunque por las armas. Dado lo que ocurrió entre palestinos, y que no deja de recordar lo dicho por Muamar el Gadafi sobre los árabes, Abu Iyad llegó a decir:: "lo que más temo es que la traición se convierta un día en una opinión normalizada".
En Cisjordania, los palestinos llegan hoy a matarse entre sí, entre fuerzas de la ANP y de Hamas y las brigadas Al-Quds ((yihad islámica) y el Batallón Jenín. Entretanto, Israel quiere anexarse el 60 % de Cisjordania. Desde luego, el sionismo es condenable e Israel se permite desconocer el derecho internacional, lo que, en rigor, no es nuevo. Lo novedoso está en que, a fin de cuentas, los palestinos se vieron TAMBIÉN vencidos por sus pugnas intestinas: personalismos, corrupción, extremismo y, finalmente (y pese a esfuerzos de países como Egipto), la división. Sin que por cierto el mundo árabe haya dicho gran cosa. El imperialismo y el sionismo siempre fueron conocidos: pero afloraron también los males de los "valores tradicionales", reciclados por las potencias y sus "socios y aliados" cuando se fue resquebrajando el nacionalismo laico. Un desastre del "Sur global", hasta tener que aprender. (da click en el botón de reproducción).