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lunes, 30 de diciembre de 2024

POLKA, NO POLKO, GRACIAS

 La "grandeza de México" es, en parte, un discurso reciente, de espectáculo, y no de la época de oro del nacionalismo mexicano, ligado a la Revolución de 1910. Parte del espectáculo comenzó cuando México se tiró de cabeza en la subordinación a Estados Unidos, y empezó a compensar con su "patrimonio" (ya hay algo en la Copa Mundial de Fútbol de 1986, cuando los juniors se tomaron la calle); lo otro, como parte del mismo "patrimonio", es la "grandeza" heredada del sentimiento colonial de ser lo que era la Nueva España: la Joya de la Corona, por una inmensa riqueza, y diversa. Es herencia señorial de mitomanía, para cubrirse de "gloria", que igual lo hacían personas como Agustín de Iturbide y Antonio López de Santa Anna; hoy es en parte una ""marca", por influencia de una manera de hacer muy estadounidense en la que todo tiene que ser "a lo grande", mega, súper, híper y "monstruo". Así que muy "a lo grande" son el nearshoring y el TMEC (Tratado México-Estados Unidos-Canadá), con la creencia de que todo es asunto de "abundancia", a lo que se agregó el cierre de goce de la Revolución, "abundante" para algunos, a los que "se les hizo justicia".

     México puede dar desde un Santa Anna hasta un Benito Juárez. En el siglo XX, a partir en particular del presidente Lázaro Cárdenas, por su peculiar estabilidad política México tuvo un lugar casi de excepción en América Latina en materia de exilio, seguido parcialmente de Venezuela y a su modo Cuba y Panamá, y si acaso Costa Rica. Como es muy sabido, Cárdenas dió refugio al exilio español republicano y a León Trotski. Este exilio aportó a la cultura mexicana, aunque también creó cierto hábito endogámico, sin ser el único (también existe en una que otra religión, sin caer en "complots de jázaros", pero tampoco en la confusión de antisionismo y antisemitismo para enredarlo todo). Hay otros inmigrantes, un poco de todo, pero en los '70 fue el turno de los sudamericanos, muy en particular conosureños, desde mediados del sexenio de Luis Echeverría hasta principios del de José López Portillo. Fue también de "abundancia" para muchos exiliados, y para irritación algo explicable entre algunos mexicanos. La broma decía que Aerolíneas Argentinas con destino a México era una buena manera de obtener un título de educación superior sin tenerla. Luego, la costumbre perduró: enaltecerse como perseguido en México, para acceder a privilegios, e ir de vez en cuando al país natal para enaltecerse de haber "triunfado" en México, sirviéndose de manera aprovechada de México y los privilegios obtenidos. Se creyó en una "Edad de Oro" de las ciencias sociales, en particular, más allá de que tuviera o no significado real y contenido, porque desde entonces no se iba a ver el trabajo, sino el "brillo de la aureola" y el "nombre", olvidándose que no todo lo que brilla es oro: las huellas de la corrupción están hasta hoy por ejemplo en "escritores" que nunca lo fueron, en currícula engañosas y en la maña para, con simonía, además de aprovecharse, engañar con "la causa": en el discurso y "la acción", pero no en valores personales que fueron muchas veces los oligárquicos, mientras México iba reconstituyendo los propios. Si alguien lo hizo todo "en grande" y con la "administración de la abundancia", fue el hasta hoy intocable presidente José López Portillo (1976-1982), que le agregó a la mitomanía señorial y al nepotismo un toque de idolatría creyéndose Quetzalcoátl. Tan tranquilo como otro intocable posterior, el "innombrable", porque se "repartía". Como sea, desde finales del sexenio de López Portillo algunas cosas ya no eran igual: los exiliados de Centroamérica -en particular, de El Salvador- no tuvieron mayores privilegios, ni los desplazados guatemaltecos. Los de 1973-1976 habían gozado, en parte, de una estadía conjunta en Chile por pocos años (1970-1973).

       Esa "edad de Oro" coincidió con el impulso de la Revolución Cubana - luego para algunos forma de extorsion- y con la Teoría de la Dependencia. Dicha Revolución fracasó por completo en su idea de lucha armada un poco por doquier, y el triunfo sandinista de 1979 fue otra cosa. Por su parte, la Teoría mencionada se concentró en el antiimperialismo, pero sin tocar el problema de las oligarquías locales y sus hábitos. Lo de la "grandeza" cubana y el dependentismo fue no el principio de nada, sino uno de los últimos coletazos oligárquicos antes de hipotecar la casa con el endeudamiento externo. Luego, fue llegando el turno de quienes se fueron colando con la renta de "glorias" pasadas, reales o supuestas. Con todo, hubo excepciones en el exilio en México, y gente que se tomó la molestia de conocer el país huésped en vez de parasitarlo. Tampoco faltaron, sin ser exiliados, algunos vivales de ciertos países europeos que lucraron con el llamado "malinchismo", a diferencia de quienes se ganaron un lugar con trabajo y no con "relaciones" de hasta con dos grupos de poder a la vez. En términos de valores personales, en un país que como todos es contradictorio y que sanciona la individualidad y la independencia, igual si es de alguien del lugar, la "gloria" fue no de Yoés mitificados, sino del aprovechamiento de las circunstancias. Quedarán las circunstancias, pero no los Yoés, porque pocos se quedaron, agradecieron y estuvieron dispuestos a vivir como tantos mexicanos, para los que México es, también, país de terrible injusticia y de tener que hacer proeza para sortear la corrupción, al grado que para algunos es preferible fundirse con las circunstancias, y que de los Yóes no quede huella. Es por -para parafrasear a un político mexicano de los años '30- mediocridad para el bien y para el mal. Tampoco está dicha "Edad de Oro" tan llena de "José Josés" para cantarle a la "grandeza mexicana", que...lo trituró. Algo profundamente equivocado hubo de ver "adelanto" donde estaban feneciendo, a muy largo plazo, los valores oligárquicos, las costumbres de hacienda, las de dueño de fundo y los lloriqueos nostálgicos de estancieros. Los valores que, en suma, no se podían tocar.

       Si de agradecer se trata, más allá de que por cierto la presidentA mexicana, Claudia Sheinbaum, no tenga orígenes "originarios" ni españoles, sino lituanos y búlgaros (aunque, eso sí, la costumbre de la renta 68), es que el presidente Andrés Manuel López Obrador no sólo haya logrado salvar a Evo Morales (pese a la trayectoria posterior de éste) y a más de un ecuatoriano, sino a la familia del defenestrado presidente peruano Pedro Castillo, cuando los medios de comunicación masiva creen que México es "Norteamérica" -lo que es ser polko-, lo que es totalmente falso, más allá de que se quiera ser asociado de algo así como el país que es "el vendedor más grande del mundo".  Y sin dejar de engañar, ser aprovechado y creer que es cosa de "podérselas". Ya no es "a lo grande" ni ""abundante", sino opulento, monstruoso y deforme, es decir, el camino a ser potencia (da click en el botón de reproducción).



YO NO ME LLAMO JAVIER

 No es muy fácil saber qué es el "pueblo", aunque en él resida la soberanía, al decir de diversas Cons tituciones, la estadounide...