En particular en la izquierda, pero no solo en ella, dos cosas se mezclan en la universidad, sobre todo si es subdesarrollada:
-las "jóvenes estrellas" suelen llegar a los 40 años (aproximadamente) completamente enfermas de protagonismo, desde que hay simbiosis entre universidad y medios de comunicación.
-el "derecho de piso" no se paga en trabajo (¿en ocasiones es en especie?): se paga en servicios personales, de tal modo que en vez de crear, esas "jóvenes estrellas" se pelean como fieras a la sombra intelectual de tal o cual "prócer" de la academia, vivo o muerto, mientras algunos siguen reservándose el derecho a afirmar cualquier cosa (por ejemplo Armando Bartra en su muy reciente Se hace terruño al andar sobre el callismo "jacobino" y la defensa cristera del "territorio comunitario" y las "costumbres" en el Bajío, ignorando lo documentado sobre el papel de la jerarquía católica y los latifundistas y desconociendo interpretaciones fundadas como las de Jesús Silva Herzog). No están peleando por ideas -que simplemente glosan- ni por conocimiento (no adquieren demasiado, porque toma tiempo y hay que tenerlo "fuera de escena"), sino por el poder de los "viejos" que les fascina en su capacidad para "disponer". Los medios de comunicación, los reflectores, no han hecho más que empeorar la necesidad de protagonismo y poder de tal forma que la universidad se convierte en medio de "compensar complejos" mediante la legitimación del arribismo, disfrazado de "derechos iguales en democracia", como si la educación tuviera que estar sujeta a sufragio (¿los contenidos se votan o se debaten?). En realidad, sin la menor experiencia real en un conocimiento que requiere de un trabajo largo y arduo, la tradición de la "influencia", la "palanca" y el "conecte" se mezclan con los reflectores, un rato en la entrevista radiofónica, televisiva o impresa, un séquito, un "carisma" (todos hablan en weberiano) que en realidad a edad muy temprana -demasiado- ya es ínfula, "donaire". Se quiere el beneficio del "homenajeado" sin el esfuerzo, porque los medios de comunicación masiva parecen dispensar aquél. Con un poco de iluminación y ,maquillaje cualquiera puede ser estrella.
La universidad es "la grande", el "estar en la grande" mientras otros prestan servicios como "expertos" hacia el exterior: unos atienden su fama, con frecuencia a la sombra de la gloria de los más antiguos (hay que asistir a cuanto homenaje haya, o crear el homenaje), otros atienden al poder exterior, pero la academia no es un fin en sí mismo y ha sido abandonada, como si no tuviera otro sentido que el de ser instrumentalizada, a veces por los mismos -los "expertos"- que pregonan la ciencia neutra. El conocimiento no tiene sentido inmanente: el universitario de hoy, puesto a escoger entre Platón y la verdad, se irá con su cuaderno, el más cuaderno.
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viernes, 9 de septiembre de 2016
FANÁTICAMENTE MODERADOS
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