La "grandeza de México" es, en parte, un discurso reciente, de espectáculo, y no de la época de oro del nacionalismo mexicano, ligado a la Revolución de 1910. Parte del espectáculo comenzó cuando México se tiró de cabeza en la subordinación a Estados Unidos, y empezó a compensar con su "patrimonio" (ya hay algo en la Copa Mundial de Fútbol de 1986, cuando los juniors se tomaron la calle); lo otro, como parte del mismo "patrimonio", es la "grandeza" heredada del sentimiento colonial de ser lo que era la Nueva España: la Joya de la Corona, por una inmensa riqueza, y diversa. Es herencia señorial de mitomanía, para cubrirse de "gloria", que igual lo hacían personas como Agustín de Iturbide y Antonio López de Santa Anna; hoy es en parte una ""marca", por influencia de una manera de hacer muy estadounidense en la que todo tiene que ser "a lo grande", mega, súper, híper y "monstruo". Así que muy "a lo grande" son el nearshoring y el TMEC (Tratado México-Estados Unidos-Canadá), con la creencia de que todo es asunto de "abundancia", a lo que se agregó el cierre de goce de la Revolución, "abundante" para algunos, a los que "se les hizo justicia".
México puede dar desde un Santa Anna hasta un Benito Juárez. En el siglo XX, a partir en particular del presidente Lázaro Cárdenas, por su peculiar estabilidad política México tuvo un lugar casi de excepción en América Latina en materia de exilio, seguido parcialmente de Venezuela y a su modo Cuba y Panamá, y si acaso Costa Rica. Como es muy sabido, Cárdenas dió refugio al exilio español republicano y a León Trotski. Este exilio aportó a la cultura mexicana, aunque también creó cierto hábito endogámico, sin ser el único (también existe en una que otra religión, sin caer en "complots de jázaros", pero tampoco en la confusión de antisionismo y antisemitismo para enredarlo todo). Hay otros inmigrantes, un poco de todo, pero en los '70 fue el turno de los sudamericanos, muy en particular conosureños, desde mediados del sexenio de Luis Echeverría hasta principios del de José López Portillo. Fue también de "abundancia" para muchos exiliados, y para irritación algo explicable entre algunos mexicanos. La broma decía que Aerolíneas Argentinas con destino a México era una buena manera de obtener un título de educación superior sin tenerla. Luego, la costumbre perduró: enaltecerse como perseguido en México, para acceder a privilegios, e ir de vez en cuando al país natal para enaltecerse de haber "triunfado" en México, sirviéndose de manera aprovechada de México y los privilegios obtenidos. Se creyó en una "Edad de Oro" de las ciencias sociales, en particular, más allá de que tuviera o no significado real y contenido, porque desde entonces no se iba a ver el trabajo, sino el "brillo de la aureola" y el "nombre", olvidándose que no todo lo que brilla es oro: las huellas de la corrupción están hasta hoy por ejemplo en "escritores" que nunca lo fueron, en currícula engañosas y en la maña para, con simonía, además de aprovecharse, engañar con "la causa": en el discurso y "la acción", pero no en valores personales que fueron muchas veces los oligárquicos, mientras México iba reconstituyendo los propios. Si alguien lo hizo todo "en grande" y con la "administración de la abundancia", fue el hasta hoy intocable presidente José López Portillo (1976-1982), que le agregó a la mitomanía señorial y al nepotismo un toque de idolatría creyéndose Quetzalcoátl. Tan tranquilo como otro intocable posterior, el "innombrable", porque se "repartía". Como sea, desde finales del sexenio de López Portillo algunas cosas ya no eran igual: los exiliados de Centroamérica -en particular, de El Salvador- no tuvieron mayores privilegios, ni los desplazados guatemaltecos. Los de 1973-1976 habían gozado, en parte, de una estadía conjunta en Chile por pocos años (1970-1973).
Esa "edad de Oro" coincidió con el impulso de la Revolución Cubana - luego para algunos forma de extorsion- y con la Teoría de la Dependencia. Dicha Revolución fracasó por completo en su idea de lucha armada un poco por doquier, y el triunfo sandinista de 1979 fue otra cosa. Por su parte, la Teoría mencionada se concentró en el antiimperialismo, pero sin tocar el problema de las oligarquías locales y sus hábitos. Lo de la "grandeza" cubana y el dependentismo fue no el principio de nada, sino uno de los últimos coletazos oligárquicos antes de hipotecar la casa con el endeudamiento externo. Luego, fue llegando el turno de quienes se fueron colando con la renta de "glorias" pasadas, reales o supuestas. Con todo, hubo excepciones en el exilio en México, y gente que se tomó la molestia de conocer el país huésped en vez de parasitarlo. Tampoco faltaron, sin ser exiliados, algunos vivales de ciertos países europeos que lucraron con el llamado "malinchismo", a diferencia de quienes se ganaron un lugar con trabajo y no con "relaciones" de hasta con dos grupos de poder a la vez. En términos de valores personales, en un país que como todos es contradictorio y que sanciona la individualidad y la independencia, igual si es de alguien del lugar, la "gloria" fue no de Yoés mitificados, sino del aprovechamiento de las circunstancias. Quedarán las circunstancias, pero no los Yoés, porque pocos se quedaron, agradecieron y estuvieron dispuestos a vivir como tantos mexicanos, para los que México es, también, país de terrible injusticia y de tener que hacer proeza para sortear la corrupción, al grado que para algunos es preferible fundirse con las circunstancias, y que de los Yóes no quede huella. Es por -para parafrasear a un político mexicano de los años '30- mediocridad para el bien y para el mal. Tampoco está dicha "Edad de Oro" tan llena de "José Josés" para cantarle a la "grandeza mexicana", que...lo trituró. Algo profundamente equivocado hubo de ver "adelanto" donde estaban feneciendo, a muy largo plazo, los valores oligárquicos, las costumbres de hacienda, las de dueño de fundo y los lloriqueos nostálgicos de estancieros. Los valores que, en suma, no se podían tocar.
Si de agradecer se trata, más allá de que por cierto la presidentA mexicana, Claudia Sheinbaum, no tenga orígenes "originarios" ni españoles, sino lituanos y búlgaros (aunque, eso sí, la costumbre de la renta 68), es que el presidente Andrés Manuel López Obrador no sólo haya logrado salvar a Evo Morales (pese a la trayectoria posterior de éste) y a más de un ecuatoriano, sino a la familia del defenestrado presidente peruano Pedro Castillo, cuando los medios de comunicación masiva creen que México es "Norteamérica" -lo que es ser polko-, lo que es totalmente falso, más allá de que se quiera ser asociado de algo así como el país que es "el vendedor más grande del mundo". Y sin dejar de engañar, ser aprovechado y creer que es cosa de "podérselas". Ya no es "a lo grande" ni ""abundante", sino opulento, monstruoso y deforme, es decir, el camino a ser potencia (da click en el botón de reproducción).
Es frecuente que se ponga el acento en algo así como una "invasión china" en la economía internacional, desde que China se situó como el principal exportador y el segundo importador del mundo. A partir de aquí, se cree a veces en una "amenaza china", pero no se colocan las cifras en su contexto. Que China sea "el mayor exportador del mundo" sólo quiere decir, para los medios de comunicación masiva, que no es Estados Unidos, que está en segundo lugar. Ahora bien, tan sólo entre Estados Unidos y Alemania, exportan más que China; sumando otros países de la Unión Europea (UE) entre los primeros exportadores (Países Bajos, Italia, Bélgica, Francia), superan a China con mucho, y ni se diga agregando a Japón. La Tríada supera así a China. Lo que no gusta es que Estados Unidos se haya visto desplazado.
China y Rusia sumados de ninguna manera alcanzan a la Tríada. Rusia se sitúa en el puesto 14, y por debajo de México, a reserva de que, como ya se ha dicho, hay un truco contable: ¿qué parte de la exportación nacional de cada país es de empresas nacionales y qué parte, de empresas extranjeras? Hasta hace algunos años, según la estudiosa francesa Myléne Gaulard, 60 % de las exportaciones "chinas" eran en realidad de empresas extranjeras instaladas en China, lo que puede interpretarse casi como comercio intra-firmas de la Tríada. Desde otro punto de vista, en perspectiva comparativa, Estados Unidos, primer importador mundial, está muy por encima de China, en el segundo lugar, siguiendo muchos países de la Tríada, e India y México (Rusia no está ni de lejos en los primeros lugares). Lo dicho remite también a un fuerte comercio intraTríada. La pregunta es: ¿quién importa en India, México y China? Si son importaciones para empresas nacionales, es mayor dependencia. Como sea, la distancia entre Estados Unidos y China indica que el primero importa mucho, o demasiado, a reserva de que una parte sea de empresas transnacionales estadounidenses o de la Tríada en el exterior. Es en este punto que Estados Unidos ha perdido competitividad.
En materia de dependencia del comercio exterior, medida como porcentaje del comercio exterior en la riqueza (PIB- Producto Interno Bruto), Estados Unidos depende poco: un 23 %; México, un 78 %. Eso hace una diferencia entre ser independiente y ser ultradependiente. Incluso Japón, sin recursos naturales, es menos dependiente (31%). Los países de la UE aparecen como muy dependientes por el comercio intraeuropeo. China es un poco más dependiente que Japón (34 %). Panamá, por ejemplo (para hablar de un país que es tomado como símbolo de subdesarrollo), es ultradependiente (74 %), aunque menos que México (!). En general, es propio de los países del "Sur global" depender mucho del exterior, más que de las propias fuerzas. Así, contrasta el 23 % de Estados Unidos con el 78 % de México: el primer país es más libre, soberano e independiente, por mucho, y también por mucho que no falte quien quiera "meterse con Sansón a las patadas", como se dice coloquialmente en México. Por donde se vea, en México opera una confusión total entre lo propio y lo ajeno, folclore aparte.. Ya ni los villancicos: son de Mariah Carey. Que se diga con vanagloria que México es una gran economía porque está muy abierta no quiere decir mucho: ¿abierta a quiénes? Básicamente, a la Tríada, y sólo parcialmente a China, o países como India, Brasil y Colombia, bastante por debajo. Lideran Estados Unidos, Canadá, Alemania, España, Corea del Sur y Japón.
En materia de inversión extranjera directa, recibida, Estados Unidos va a la cabeza, y China llega en tercer lugar. Tómese el caso de México: el grueso de la inversión está en manos de países de la Tríada, casi al 60 %, y al 70 % agregando a Canadá, "provincia exterior estadounidense", como la llamara alguna vez el estudioso egipcio Samir Amin. China no es un inversionista neto. Recibe muchísima más inversión de la que tiene en el exterior. En esta medida, es más China la "invadida"" que la "invasora". Ni se diga México. Rusia está igualmente en un lugar bajo, pero no como México (172) y China (179). Japón invierte mucho en el exterior. Estados Unidos y la UE también, por lo que, a diferencia de México y China, son inversores netos. Rusia no tiene los niveles de dependencia de México y China, pese a no ser inversor neto. Ahora bien, lo que destaca es que, como porcentaje de la riqueza (PIB), dependiente de la entrada de inversión foránea, a la cabeza está puro país del "Sur Global", salvo Hungría y Luxemburgo. México está en el lugar 60. China en el 100.. Estados Unidos en el 121. Y Panamá, en el 177. Lo dicho quiere decir que, más inversión extranjera recibe México, en las condiciones actuales (estando en una situación peor que la de Panamá, si de dependencia se trata), y más se acerca, en dependencia para la creación de riqueza, del "Sur global". México se "moderniza", pero no de desarrolla.
Como ya se ha dicho, China está muy entrelazada con la Tríada. China no está ""invadiendo" el mundo, considerando que, después del sudeste asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés: Asociación de Naciones del Sudeste Asiático), los principales socios comerciales son la UE, Estados Unidos y Japón, seguidos bastante más abajo por India y Rusia. No son muchos países en América Latina que tienen por principal socio comercial a China: Brasil, Perú y Chile. Son sobre todo bastantes países africanos que tienen a China como principal socio comercial, aunque en un contexto diversificado como pocos: no son muchos países africanos que destinan más del 30 % de sus exportaciones a China (muchos están por debajo del 10 %), sino que son muchísimos los que importan mucho de China. Es el único caso, con el sudeste asiático, de "invasión" de productos chinos.
En el cuadro descrito, Estados Unidos puede ver con inquietud la llegada de China a América Latina, y buscar hacer lo que con Japón en los '80, pero dos cosas son más preocupantes: la muy llamativa tendencia de Estados Unidos a importar muchísimo, pese a una relativamente baja dependencia del comercio exterior y, en algunos terrenos, el tener que constatar que, en algunos sectores de alta tecnología, China ya tiene cierta capacidad de competir con los estadounidenses, además de tener minerales importantes, tipo galio, germanio y antimonio, entre otras cosas para semiconductores. Parte del problema es la afectación a los sectores militar, automotriz y médico. Como algo de esta competencia, la iniciativa de Estados Unidos es que empresas estadounidenses dejen China para pasar a producir en América Latina y a "las Américas" en general. La iniciativa ?Regreso a las Américas" busca favorecer a miles de empresas transnacionales estadounidenses con incentivos tributarios, y fue adoptada entre otros por el BID (Banco Interamericano de Desarrollo). Mauricio Claver-Carone, cubano-estadounidense, ex director del BID, es el enviado especial de Donald J. Trump para darle a América Latina las "vueltas de tuerca", en el entendido de que es un asunto de negocios, antiChina, y que puede encontrar entre los Republicanos gente dispuesta al uso de medios político-militares en el subcontinente. Algunas otras cosas de Trump son entendibles a medias: los cárteles de la droga no son "terroristas" (no atacan blancos civiles inocentes), aunque es falso que el "Sur" sólo ponga los muertos, porque pone también PARTE de las mafias y de los asesinos (Sinaloa no está en Estados Unidos); los más recientes inmigrantes ilegales en Estados Unidos no son los mismos de antes y llegan a ser tapadera de tráfico de droga. Mejor tomar en cuenta que Trump no inventa todo, ""nada más un poquito": son los globalistas de la Tríada y sus asociados que andan de campaña antinacionalista, por considerar la nación algo obsoleto. (da click en el botón de reproducción, que ha terminado el año).
Se le barre. Ya ocurrían cosas raras con la segunda esposa del presidente Andrés Manuel López Obrador, ya que ella no quiso ser Primera Dama, y terminó el sexenio con un libro feminista: Beatriz Gutiérrez Muller, señora, parece haber tenido conciencia del cargo del marido hasta donde ella se beneficiaba con algunas cosas para fines personales. Debió por tradición encargarse del DIF (Desarrollo Integral de la Familia), pero no quiso. Tampoco fue alguien muy criticado, dados sus lazos familiares propios (Gutiérrez Canet). Hay indicios de que el presidente se dejaba llevar por cierta admiración ante "la intelectual", aunque no puede decirse que realmente destacara, y más bien hacía de todo un poco, en el límite entre la investigación y lo que hoy "es lo que anda": la "cultura", que permite a medio mundo ser escritor y, si se da, hasta medio cantante también. No parece que López Obrador estuviera demasiado a gusto con el lado "corriente" de la señora, que aprovechó una despedida en Palacio para mostrarse ambivalente entre la muestra de cariño y la intemperancia, para imponer. "Mandar obedeciendo", digamos. En abono de la señora, hay que decir que su ambición no la llevó a tener cargo en el sexenio actual. En todo caso, no se trató de acompañar a López Obrador, y sí más bien de fines propios. Lejos de cualquier conciencia de sociedad y ni se diga de lo que se quiera entender por "pueblo", Gutiérrez Muller hizo uso de su libertad y sus derechos sin sentirse mayormente obligada, ni siquiera a ser considerada con el mandatario, y remató con sí misma, a través de su "feminismo silencioso". Al que le dió cierto bombo y platillo, sin mucha delicadeza.
La actual presidentA de México, Claudia Sheinbaum, lleva dos pifias algo parecidas, ahora que es tiempo de mujeres, y volvió a reincidir con el más reciente mensaje navideño. Lo primero había sido a propósito de las "amas de casa": Sheinbaum se dijo feliz de ser hija, madre y abuela, y se le pasó por completo la mención de lo que pudiera significar ser "esposa", porque la señora de la casa no incluye curiosamente al marido. ¿Era un error por casualidad? No parece, a juzgar por el mensaje navideño. El esposo de Sheinbaum no alcanzó a colocar casi nada, y por cierto que también es intocable, ya que no es de cualquier familia. Sheinbaum deseó lo mejor para las familias mexicanas, una cortesía normal. Dentro de la importancia del amor, por encima de las cosas materiales (es que "lo material no es importante"), según la presidentA, están el amor a los hijos, a las madres y a los adultos mayores. Con el marido al lado, que por su parte ve ante todo por lo suyo, Sheinbaum no incluyó a su esposo en la familia, ni mencionó nada del "amor al esposo y la esposa" o "a la pareja" ni nada parecido. Entonces ya no sería tan casualidad, puesto que por segunda vez Sheinbaum omitió la mención del esposo como "parte de la casa" y como parte "de la familia". El esposo, apenas balbuceante, menos bien adornado que el árbol navideño y casi a título de lo que se conoce habitualmente en el habla coloquial mexicana como "florero", fue omitido en dos lazos afectivos, los del hogar y los de la familia, que entonces muestran en qué consiste lo conservador-libertario: libertad y derechos, pero ninguna obligación ni consideración, salvo para los vínculos consanguíneos, en los cuales, en cambio, es posible un lazo que vaya hasta la complicidad o la incondicionalidad. Simplemente, no ser parte de esta consanguinidad, que puede ser por lo demás extendida (hasta donde alcancen todos los consanguíneos), implica exclusión u omisión del ""grupo", del "linaje", en la forma más primitiva: un "nosotros" más bien cerrado frente a un "otro" que no termina de ser "parte de". No se trata sino del lazo de sangre muy anclado por la herencia prehispánica, pero también señorial hispana de linaje, antes que propiamente por la sangre como raza. Es la base del aprendizaje de practicas clientelistas y, en el límite, de las mafiosas, puesto que pareciera que ahora las mafias son hereditarias, como ocurre en Sinaloa en pleito por la herencia. Libertad y derechos, sí, y al mismo tiempo la actitud atávica: la de "revancha" sobre el macho (no el hombre) para colocarlo como "el invisible de la foto", el "ausente" o casi, como en la familia oligárquica, como parte de la historia oculta o casi que lleva a que el monolitismo familiar tenga un muerto o el equivalente en el clóset, como lo mostrara tan bien Carlos Fuentes en Las buenas conciencias. Ninguna novedad, si se considera por ejemplo al Ricardo Garibay de Cómo se pasa la vida, aunque ahora se toma revancha sin siquiera seguridad de que el hombre sea un macho, y como tal, además, desobligado: habría que saberlo en el caso de López Obrador o el de Jesús María Tarriba. Ni idea. López Obrador fue sacado de su propia mañanera por Betty Muller y Tarriba alcanzó a eructar "feliz Navidad a todos y todas". En ese orden, para no terminar de hacer el ridículo (y López Obrador no era en cambio dejado).
En el pasado propiamente moderno, y no oligárquico, "los esposos" (entiéndase esposo y esposa) en vez de rivalizar se acompañaban y brindaban ayuda mutua, aunque quedaran desigualdades por subsanar. El desplome de la educación y el auge de las libertades y los derechos no han dejado más que la desconsideración por conveniencia -adaptarse al "feminismo" y la EXIGENCIA familiar para "convivir"- y el peor atavismo: el de no considerar, después de todo, como familia a quien no tenga lazos consanguíneos, a riesgo de dar en formas de endogamia que como sea no protegen de lo típico en la familia oligárquica centrada en la figura de la madre, por si hubiera duda sobre Sheinbaum y su "modelo", la "señorona": las pugnas por sistemas internos de alianzas. Con la "libertad"" se dió derecho a lo primitivo, y se acabó la modernidad de los "esposos", de la mujer valiendo como tal y no como madre centro del "grupo" -como la abuela de San José de Gracia descrita por Luis González y González-, de la pareja como lo "parejo" y de compañerismo. Tal vez en generaciones intermedias, a tientas, aparezca contradictoriamente no la unión por el espanto y el esquivar como sea la soledad, sino por sentido de igualdad y rechazo a toda dominación. Pero hoy es tiempo de fifís y de "éso que anda" y sus transmisores. (da click en el botón de reproducción).
No es un secreto que el presidente electo de Estados Unidos, Donald J. Trump, es alguien con extravagancias y proclive a algunos exabruptos verbales. Tampoco debiera ser un secreto que el "globalismo" con sede en la Tríada (Estados Unidos, Unión Europea- UE y Japón), que controla los grandes medios de comunicación masiva, le va a hacer a Trump la vida imposible.
Las cosas para América Latina no se ven bien, por una razón sencilla, en algo con cierto parecido con lo que ocurrió con Japón en los años '80: Estados Unidos buscará que China se detenga o que se vaya para atrás. Para empezar, la "idea" de Trump de que Panamá regrese el Canal de Panamá a Estados Unidos es un asunto puramente de negocios, ya que el mandatario estadounidense electo considera que la política panameña de peajes beneficia a China, el segundo usuario más importante de la vía interoceánica. Trump considera los peajes "exorbitantes" para "los barcos estadounidenses". El presidente panameño, José Raúl Mulino, se apresuró a salir en defensa de la soberanía panameña. A su vez, la presidentA de México, Claudia Sheinbaum, salió en defensa de Panamá. Algo curioso es que Mulino es alguien que empezó como miembro y representante de la Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresa y del Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP) en 1988 ante la Cruzada Civilista, surgida en oposición al oficialismo panameño y a Manuel Antonio Noriega, para entonces jefe de las FDP (Fuerzas de Defensa de Panamá). A la caída de Noriega y disueltas las FDP, desde 1990 Mulino ejerció como viceministro de Relaciones Exteriores de un gobierno que pretendió "restaurar la democracia", pero que, si lo hizo, fue de manera extraña, juramentando en una base militar estadounidense, como lo hizo entre otros Guillermo Endara, presidente de un país ocupado y superior de Mulino. Luego éste fue un tiempo canciller. También de un país ocupado.
De manera oficial, Estados Unidos tiene actualmente 11 bases militares en Panamá, aunque según las fuentes (Resumen Latinoamericano, por ejemplo), son 12, al igual que las existentes en Puerto Rico, y considerando por lo demás que la moneda de Panamá es el dólar.. A finales de noviembre de 2024, el gobierno de Mulino fue denunciado por la Central Nacional de Trabajadores de Panamá (CNTP) por la presencia militar estadounidense en Howard, en suelo panameño (y desde donde aeronaves estadounidenses sobrevuelan Panamá y en particular el Darién), y por la basificación de equipo militar estadounidense en el aeropuerto internacional Panamá Pacífico. Estados Unidos no está contento con la presencia china en Panamá y la ruptura de 2017 con Taiwán. Lo que la airada respuesta de Mulino a Trump significa no es que Panamá sea un país soberano, al menos no en materia económica y militar, sino que la clase dominante local no cree poder renunciar a su parte de renta, para lo que tiene que tener qué rentar, y por lo tanto sacar los títulos de propiedad de la casa, así los estadounidenses puedan estar instalados en ella como Pedro por su casa, como se dice coloquialmente. Como dijo Mulino del Canal, la soberanía "no es negociable", como no se negocia ningún título de propiedad. Dada cierta incapacidad para desarrollar el país -la clase dominante se ubica en las finanzas, el comercio y en parte en la agricultura-, de lo que se trata es de alquilarlo. Dejando de lado la clasificación errónea del transporte por el Canal como "servicio", la clase financiera es "asociada" a través del CFI (Centro Financiero Internacional), y depende, además, del turismo, incluyendo el de compras (desde países vecinos), y básicamente estadounidense, y de inversión extranjera (que entra a toda velocidad con Mulino, a la Zona Libre y las finanzas). Exporta banano y café. Ah, pero es que se alquilan las plantaciones a Chiquita Brands, principal exportador "panameño" y en realidad sucesor de la United Fruit (también está Del Monte Fresh Produce). Así que queda como consuelo el café de Boquete (Café Durán, Café Ruiz, Café Kotowa, y en este último caso, a medias), lugar infestado de turistas, y el azúcar y la pesca (la piña tampoco está en manos panameñas, por Greenyard Fresh, extranjera).
Los Tratados Torrijos-Carter de 1977 quedaron con una enmienda a la Neutralidad, por lo que Estados Unidos puede intervenir en el Canal para "defenderlo de cualquier amenaza" y "sin consentimiento del soberano territorial". Con Donald J. Trump en su primera presidencia, fue a Panamá el consejero de seguridad nacional Robert O'Brien, con la misión, al igual que el cubano-estadounidense Mauricio Claver-Clarone, de implementar el plan "Regreso a las Américas" para la reinstalación en América Latina de empresas que estaban en China: esto existe desde ANTES del nearshoring como INSTRUCCIÓN para México. O'Brien y el presidente panameño anterior, Laurentino Cortizo, firmaron un Memorándum para "bloquear" a China, país con el que Panamá había sido el único de América Latina en sumarse a la "Nueva Ruta de la Seda".
Al día de hoy, en México, casi el 80 % de la inversión extranjera llegada con el nearshoring se concentra en Nuevo León (como si no tuviera suficientes problemas), con la parte mayoritaria (44 %) de origen estadounidense. Como México es, como Panamá con su cafecito con azúcar, un país "libre, independiente y soberano" (eso sí, con el artículo 32.10 del TMEC -Tratado México Estados Unidos y Canadá-dirigido contra China), las gorditas, los sopes, los huaraches, las tlayudas, los tlacoyos, las memelas, los salbutes, las chalupitas y las pellizcaditas sí son de aquí. Y uno de cada dos kilogramos de maíz en México es importado. De Estados Unidos. Eso sí no nos vamos a anexar porque nos quedamos sin la renta. El señor Trump sólo entiende de negocios, no de política. Qué tonto, ¿no? Si todo México es territorio...Telcel.
Como parte de una provocación, desde las potencias occidentales de la Tríada (Estados Unidos y la Unión Europea) y algunos de sus "expertos" mercenarios se ha tratado de insinuar que Rusia se ha lanzado a la defensa del "mundo ruso" (russkii mir). Hay una parte que no es falsa: el presidente ruso, Vladimir Putin, consideró la caída de la Unión Soviética la ""tragedia del siglo XX" por los rusos que quedaron viviendo como minorías en las repúblicas ex soviéticas. De igual modo, Putin quiso sacarse de la manga la ""Rus de Kíev" para mostrar un origen común entre rusos y ucranianos, hace muchos siglos. Sin embargo, Rusia no se ha entrometido demasiado donde hay minorías rusas: por ejemplo, en Estonia y Letonia, pese a que los rusófonos tienen derechos conculcados en esos países. Pese a problemas con parte de su equipo, como con el ex presidente Dmitri Medvedev, Putin no se apresuró a ocupar Odesa, ciudad ucraniana de raigambre rusa, ni otras similares como Járkov o Dniepropetrovsk (alguna vez Yekaterinoslav), rebautizada "Dnipró" por el gobierno ucraniano. Nadie está yendo hasta el Transdniéster ruso, en la frontera con Moldavia. Lo ocurrido con Crimea en 2014 fue, en parte, resultado "por rebote" del golpe de Estado neonazi ucraniano, que desató por lo demás la reacción del Este de Ucrania, hoy ruso, y mayoritariamente rusófono. Al cabo de casi una década de espera (apenas un poco menos) para que el Este SE QUEDARA en Ucrania, con autonomía, Putin terminó por intervenir ante el riesgo de una nueva ofensiva contra los habitantes del Donbás, masacrados por miles, en parte por grupos neonazis. No se trata de crear una "gran Rusia" con la idea "étnica" de que "donde hay un ruso, ahí está Rusia" (o donde hay un rusófono). Putin se ha manejado con mucha prudencia, y hasta ahora ni siquiera ha buscado anexarse por ejemplo Belarús, que tiene tan corta historia propiamente nacional como la ha tenido Ucrania. Si fueran ciertos los dichos de Putin y de Nikolai Pátrushev, ex de la KGB (Comité de Seguridad del Estado) cercano a Putin, en el sentido de que Ucrania es un invento bolchevique, Bielorrusia también lo es, en más de un aspecto. Pese a un culturalismo erróneo, Putin se ha decantado por la prudencia y la mayor responsabilidad posible: por lo mismo, no ha buscado "recuperar" la "Novorrosiya" de algunos siglos atrás, que incluía otras partes de Ucrania. Así, no hay "actuación imperial gran rusa", por si en algunos lugares de Occidente se quiere creer en el equivalente del invento de la "Gran Serbia", para seguir con el mismo guión.
Lo dicho no quita que alguna gente en Rusia esté en elucubraciones imperiales, asociadas al "conservadurismo" y "la tradición", aunque Putin no hace mucho caso. Uno de los "teóricos" de ese "imperio" es Alexandr Duguin, cuya hija fue asesinada por un atentado ucraniano. Antes, otro "teórico" fue en parte Alexandr Solzhenitsyn. Duguin está en un error completo: pese a que busca una "Cuarta Teoría Política", más allá del comunismo, el fascismo y el liberalismo, sus fuentes son nazi-fascistas con frecuencia, trátese de Julius Évola, Nietzsche o el nefasto Martin Heidegger, dos de ellos muy utilizados en Occidente (los dos segundos). Duguin se entrecruza con el "eurasianismo" (Rusia como "gran potencia euroasiática", del mundo de la estepa), que desde la época soviética, según lo expresó el mismo Duguin, interesó a la KGB, entre otras cosas por los trabajos de Lev Gumiliev. No parece que funcione tan bien: a duras penas se evitó un golpe en Kazajistán poco antes del conflicto ruso-ucraniano, los rusos tienden a irse del mismo Kazajistán e importa más la lucha por los recursos naturales que por el paisaje de la estepa. En el sentido descrito, no hay la "política imperial"" que quisiera alguien como Duguin, y contra lo que ha dicho la periodista Inna Afinogenova, por ejemplo, Rusia no está ni en la extrema derecha ni en el "fascismo". Putin no sigue a alguien como Duguin en todas sus ocurrencias. Tampoco es ningún "zar Vlady". Con reivindicaciones como la de Piotr Stolypin, Rusia busca más bien un capitalismo propio, con énfasis en la soberanía nacional y su garantía por el Estado. Lo dicho no implica que no estén entremezclados en Rusia valores capitalistas, feudales con apariencia "cultural" y soviéticos, para pensar en términos de sociedad y no de una "cultura" reducida a estereotipos.
Hay rechazo a ciegas a un "liberalismo" mal conocido, al igual que en Occidente. Los "valores tradicionales rusos" son espirituales (más allá del rechazo en público a la PROPAGANDA LGBTTTIQ+A) y entremezclan religión y valores que en algunos casos parecen sacados del Códex del Constructor del Comunismo, mientras el capitalismo los erosiona: incluyen el colectivismo (!), la compasión, el humanismo, la asistencia mutua, el patriotismo, la dignidad, los altos ideales morales, la justicia, e incorporan el trabajo creativo y los Derechos Humanos y las libertades, por si se quiere ver la Constitución rusa. El rasgo feudal se cuela a través de la familia "fuerte": es una necesidad demográfica, pero también el refugio de lo contrario a la igualdad, valor que ahora también está ausente en Occidente y ni se diga en Asia. Es la desigualdad la que, empezando por la familia, se encuentra "en libertad" con el capitalismo mal entendido (a la manera de los oligarcas), y que recicla el peor pasado, aunque tal vez algo despunte en parte de las nuevas generaciones. La "razón cultural" es un craso error. (da click en el botón de reproducción).
Algunos países de la periferia ex soviética y hoy, de la periferia de Rusia, tienen con ésta vínculos más estrechos que otros, por lo que, por ejemplo, no es demasiado anormal que, en el Asia Central, de vínculos más bien débiles en algunos casos, Turkmenistán y Kirguistán se hayan acercado a China. El vínculo más sólido de Rusia es sin duda Belarús (Bielorrusia), y en el Caúcaso, el de historia más larga, de cerca de tres siglos, es Georgia, por más que haya una importante presencia económica rusa en Armenia.
Georgia ha vivido una historia bastante similar a la de otros países de la periferia ex soviética: primero un burócrata ex comunista reconvertido como presidente, lo que fue el caso del canciller de Mijaíl Gorbachov, Eduard Shevardnadze, y luego el caos y el ascenso de alguien muy ligado a las potencias de Occidente, Mijaíl Saakashvili. Georgia se acercó mucho a la Unión Europea (UE), pero desde 2012 las cosas tomaron otro giro, considerando también una importante presencia económica rusa en este país: el partido Sueño Georgiano se hizo del gobierno y ha tomado medidas de distanciamiento de la UE, pese a la cercanía con ésta de la presidente ornamental, Salomé Zurabishvili. El partido Sueño Georgiano ha buscado limitar la actividad de "organizaciones de la sociedad civil" que responden a intereses extranjeros, no ha participado en las sanciones contra Rusia y ha limitado la propaganda LGBTTTIQ+A. Suficiente para represalias de la UE y que Sueño Georgiano haya respondido retrasando las negociaciones con dicha Unión hasta 2028. Lo anterior no ha significado un gran acercamiento a Rusia, sino más bien la decisión de tomarse en serio la soberanía. Algunos georgianos tuvieron un pésimo papel en el Euromaidán ucraniano de 2014, como francotiradores, y Saakashvili fue a dar después como alcalde de la ciudad portuaria ucraniana de Odesa. Pero la tradición mercenaria de Georgia es poca considerada en comparación con la de Ucrania.
Como ya ha sucedido en otros casos, como los de Macedonia del Norte y hace poco Rumanía, la UE y Estados Unidos desconocen referéndums o elecciones que no ganen los suyos, y alegan fraude, mientras una parte de Europa Central no tiene mayores deseos de seguir contra Rusia, como ocurre, además de con Serbia, con Hungría y Eslovaquia. Terminó por ocurrir con Georgia. Sin que haya pruebas de injerencia política o militar rusa, pese a la presencia económica, la ornamental Salomé Zurabishvili alegó fraude, una intervención foránea y llamó no sólo a seguir con protestas callejeras, sino a un golpe de Estado policíaco-militar. Sin embargo, hay que hacer notar que Zurabishvili no parece saber cuál es su patria: de nacionalidad francesa, fue educada en el atlantista Instituto de Estudios Políticos de París y en Estados Unidos en la universidad de Columbia, cuando enseñaba el "halcón" antirruso Zbigniew Brzezinski, quien capacitó a Zurabishvili. Esta fue representante de Francia en Washington, capital estadounidense, en la misión permanente de Francia en la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) y en Naciones Unidas en materia de sanciones contra Irán. De 2003 a 2005 fue embajadora de Francia en Georgia. Como diplomática francesa, apoyó en 2017 la candidatura de Emmanuel Macron en Francia. Originalmente cercana a Sueño Georgiano, Zurabishvili se fue distanciando y no fue por cierto sino hasta 2018 que renunció a la doble nacionalidad. Lo extravagante es que sea Zurabishvili que se oponga a la "injerencia extranjera", cuando no ha hecho sino representarla.
La influencia rusa en Georgia es en parte por ciertas empresas (Telasi, VTB, Lukoil...), pero también por viejos lazos: remesas, turismo...Rusia no se ha pronunciado sobre los problemas recientes de Georgia, y lo cierto es que, como lo sugirieran desde tiempo atrás algunos rotativos, la población georgiana es más cercana a Rusia, desde hace mucho tiempo, que la del centro y occidente de Ucrania. Si ésta es grosera y altanera, incluso con su propia gente, la "de abajo", los georgianos tienden a destacar más bien, sin idealizarlos, por su elegancia y gran hospitalidad, aunque la población, como en toda la ex Unión Soviética, está dividida sobre el pasado. Más de uno no es que se esté sumando a ciegas a Rusia, sino que, ya que las cosas se han puesto a los "valores tradicionales", países como Belarús y Georgia, además de lo que fuera el Este de Ucrania rusófono (y hoy ruso) han sido históricamente más cercanos a Rusia que a las potencias de Occidente: la diáspora georgiana aquí es muy pequeña en comparación con la que vive en Rusia. No impide que, en un ánimo de diversificación, Georgia mantenga en general una actitud proUE, cercana a Turquía (oleoducto Bakú-Tiflis-Ceyhan, que no pasa por Rusia) y a China. Hace rato que se cerraron las bases militares rusas en Georgia y que menguaron las tensiones con Abjasia y Osetia. (da click en el botón de reproducción).
Cuando existía el Tercer Mundo, la causa palestina era un gran factor de unidad, en rechazo al sionismo, y sin que hubiera gente malintencionada para identificar antisionismo con antisemitismo. Dicha unidad se daba pese a que, en ocasiones, algunos palestinos recurrían erróneamente al terrorismo. Las cosas empezaron a malograrse desde los '80 hasta desembocar a principios de los '90 en los Acuerdos de Oslo, desfavorables para los palestinos. Al poco tiempo, a mediados de los '90, fue peor con el paulatino ascenso en Israel del actual primer ministro Benjamín Netanhayu. Se eclipsó Yasser Arafat, líder histórico de Palestina, y falleció a finales de 2004. Quedó un tiempo como símbolo de solidaridad con Palestina el uso de la kéfia. Nada más que ya ni siquiera se hace en Palestina, donde la competencia china arruinó los textiles locales, agravando los problemas de desempleo y miseria
Lo que ocurrió después fue silencioso, pero grave, porque, aunque no se quiera decir, los palestinos de Gaza y Cisjordania se fueron dividiendo, lo que facilitó la tarea de Israel. La Autoridad Nacional Palestina (ANP), viviendo en buena medida de ayuda internacional, se fue corrompiendo y perdiendo legitimidad, heredada de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), laica. Ante esta corrupción, con el antecedente de un demasiado largo liderazgo de Arafat, y las malas condiciones de vida, fue ganando terreno el fanatismo religioso, que se coló a través de Hamas, una organización financiada por países como Qatar y para colmo por los propios israelíes, para dividir y crear provocaciones. Esta organización religiosa surgió en 1987 y fue ganando terreno en la Franja de Gaza. Hamas debutó como parte de los Hermanos Musulmanes, una organización de 1928 partidaria de la yihad y la ley islámica. Pese a esfuerzos de conciliación con Fatah, organización de la OLP. Para más señas, con el ascenso de Hamas, más allá de los problemas con la ANP y con Arafat, fue desplazada esta vertiente del nacionalismo árabe laico, que existía bajo otras formas en Irak, Siria y Libia, y que contrariaba a las monarquías conservadoras árabes del golfo Pérsico, como Qatar, donde está una gigantesca base militar estadounidense, en Al Udeid (y Arabia Saudita). Tampoco iba a resultar sencilla ahora la solidaridad con Gaza cuando, con tal de crear problemas, llegó a financiarla el magnate húngaro-estadounidense George Soros, también metido a financiar yihadistas.
Lo que se sabe poco es que, a raíz de la discordia, en Cisjordania empezaron las pugnas intestinas entre palestinos. El presidente de la ANP, Mahmud Abás, fue tildado desde la izquierda de traidor. Abás, siguiendo una línea conciliadora con Israel, había tratado de buscar una solución negociada, y no a tiros. Al mismo tiempo, las fuerzas de seguridad oficiales palestinas, de Abás, comenzaron a tejer lazos con Estados Unidos, para reprimir desacuerdos, bajo supervisión del teniente general estadounidense Keith Dayton. Era una manera de crear una élite palestina que se quedaba con una tercera parte de la ayuda internacional, con muchos fondos procedentes de Estados Unidos, que terminó así de lograr la capitulación de la ANP. El dinero para fuerzas de seguridad fue restado a necesidades de educación, salud y otras. Era un efecto de pinza: corrupción y cooptación de Abás por parte de Estados Unidos, y desborde fanático con apoyo israelí por parte de Hamas en Gaza. Esto se basó en la muerte previa de los fundadores de Fatah y la OLP, con frecuencia asesinados por Israel hasta los '90. Abás iba a quedar como el "fanáticamente moderado", y Hamas como el "moderadamente fanático", aunque por las armas. Dado lo que ocurrió entre palestinos, y que no deja de recordar lo dicho por Muamar el Gadafi sobre los árabes, Abu Iyad llegó a decir:: "lo que más temo es que la traición se convierta un día en una opinión normalizada".
En Cisjordania, los palestinos llegan hoy a matarse entre sí, entre fuerzas de la ANP y de Hamas y las brigadas Al-Quds ((yihad islámica) y el Batallón Jenín. Entretanto, Israel quiere anexarse el 60 % de Cisjordania. Desde luego, el sionismo es condenable e Israel se permite desconocer el derecho internacional, lo que, en rigor, no es nuevo. Lo novedoso está en que, a fin de cuentas, los palestinos se vieron TAMBIÉN vencidos por sus pugnas intestinas: personalismos, corrupción, extremismo y, finalmente (y pese a esfuerzos de países como Egipto), la división. Sin que por cierto el mundo árabe haya dicho gran cosa. El imperialismo y el sionismo siempre fueron conocidos: pero afloraron también los males de los "valores tradicionales", reciclados por las potencias y sus "socios y aliados" cuando se fue resquebrajando el nacionalismo laico. Un desastre del "Sur global", hasta tener que aprender. (da click en el botón de reproducción).
China es un país capitalista, según lo han demostrado diversos estudios (por ejemplo, de Myléne Gaulard o de Branko Milanovic): la propiedad privada de medios de producción es muy importante, incluyendo la presencia extranjera, de grandes empresas transnacionales. El problema está en saber si existe un sistema productivo chino, es decir, a la vez un mercado interno integrado (básicamente por empresas nacionales, ya que no es lo mismo mercado interno que nacional) y empresas nacionales en el exterior ligadas a dicho mercado. China está en una situación intermedia. A su vez, Estados Unidos, menos dependiente del comercio exterior, vive el temor de que su sistema productivo se deshaga, en particular el mercado nacional, por la desindustrialización, ciertas desventajas tecnológicas (antes con Japón, ahora con China) y la presencia de mercancías e inversión extranjera. Como se llega a decir, es el "tejido" económico nacional y su proyección en el exterior que están en entredicho, mientras en China no queda claro hasta dónde existe este tejido como propiamente nacional, pese a que el Estado intervenga para lograrlo. Lo que hay en China es tendencia a la sobreacumulación y a buscar una "válvula de escape" en el mercado internacional. Sobreacumulación implica una gran capacidad potencial de inversión que no puede realizarse porque no hay una buena tasa de ganancia.
El deslumbramiento con China es de larga data, y frecuente en el "Sur global". Algunos especialistas en China consideran que este país ha logrado reducir su dependencia de Estados Unidos, lo que es parcialmente cierto, y acercarse al "Sur global", como si de lo anterior pudiera deducirse que se trata de un candidato a hegemón, o a una hegemonía compartida con Estados Unidos ("Chimérica"). Ahora bien, si se considera que Estados Unidos no actúa solo, sino con "socios y aliados" (!), es posible hablar de la Tríada (Estados Unidos, Unión Europea-UE, Japón) y algunos países asociados, como Corea del Sur y Taiwán en el Pacífico asiático. Contra quienes crean en alguna importancia mayor del "Sur global" para China, es un error: por más que China haga mucho en cantidad, depende para su comercio exterior de la Tríada y asociados; exporta a Estados Unidos, Japón y Alemania, en los primeros lugares, junto al truco contable de Hong Kong; e importa de Estados Unidos, Corea del Sur, Japón y Australia, en los primeros lugares. Lo anterior, a reserva de saber si son exportaciones de empresas chinas o extranjeras en china, y a quién se dirigen parte de las importaciones, para no hacer trucos contables, y pese al "made in China" promovido por el líder Xi Jinping.
Que bastantes países del "Sur global" tengan a China como principal socio comercial .sobre todo en el sudeste asiático y en África-, o que reciban inversión china, no quiere decir la inversa, que China los tenga como socios comerciales importantes, por lo que es una parte del "Sur global" que depende de China, y no a la inversa, lo que ocurre también parcialmente con Rusia. Llama la atención, más allá de un importante grado de regionalización del comercio en el Pacífico asiático (sobre todo con Vietnam y en parte con Myanmar), el acercamiento de China al Asia Central ex soviética: así por ejemplo, el 71 % de las exportaciones de Turkmenistán van a China, tratándose de hidrocarburos del mar Caspio, y es una cifra muy alta;; al mismo tiempo, 64% de las importaciones de Kirguistán provienen de China. Cabe agregar que un aliado histórico de Rusia, Mongolia, exporta casi en un 80 % a China. Los vínculos del Asia Central ex soviética que se mantienen con Rusia -en particular por la migración- son de Tayikistán y Uzbekistán (aunque este país importa en un 24 % de China). Es un principio de resquebrajamiento de la influencia rusa en la región, cercana a Afganistán.
Por lo que respecta a América Latina, pocos países, de Sudamérica, tienen a China como principal socio comercial: destaca Brasil; y siguen, en materia de exportaciones, Chile y Perú, y de importaciones, Argentina. A grandes rasgos, la presencia china es más fuerte en África que en América Latina. Rusia es por su parte el sexto socio comercial de China, mientras que China es el primero de Rusia. El comercio y las inversiones chinas, a diferencia de las estadounidenses, suelen no tener condicionamientos políticos o militares. Como sea, China se interesa sobre todo por materias primas y productos agrícolas del "Sur global", y en esta medida no es un factor de desarrollo, aunque sí de diversificación. Para lo demás, parte del comportamiento chino, a diferencia del ruso, es imprevisible: la dependencia de la Tríada y asociados es un hecho real, por más "equilibrios" que parezca hacer China con Rusia o el Sur. El problema es el efecto desarticulador de las importaciones desde China sobre el sistema productivo estadounidense y en parte "europeo", aunque no hay pese a la UE un sistema productivo "europeo", más allá del núcleo antiguo industrial del norte de Italia, la región del Rhin (Alemania) y el Este de Francia, también golpeado (da click en el botón de reproducción).
Lo que ocurrió en Siria es presentado como si "rebeldes" hubieran derrocado al "régimen", pero no es así. Estados Unidos, entre otras cosas con el plan del "gran Medio Oriente", decidió desde la administración de Barack Obama, entre 2011 y 2012, tumbar al gobierno sirio, con la operación Timber Sycamore, encargada a la CIA (Central de Inteligencia Americana). Al dibujar el "nuevo mapa"" de Medio Oriente, el militar estadounidense Wesley Clark dijo desde 2001 (había tenido un papel importante en los Balcanes) que siete países se derrumbarían (Irak, Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán e Irán) y con el único con el que no ha ocurrido es con Irán. Como lo ha explicado el portal Rebelión, antes de 2011 Siria era un país de ingreso medio y que tan mal que bien funcionaba: a raíz del conflicto que comenzó en las fechas señaladas, la economía siria se arruinó por sanciones, efectos de la guerra y confiscación del petróleo sirio, entre otras cosas.
A raíz de la decisión de Obama, Siria fue objeto no de "rebeldes", sino de distintos grupos terroristas, desde el Estado Islámico hasta Al Qaeda, influidos por Estados Unidos. En su momento se ofreció la prueba de una reunión del congresista republicano John McCain con el Estado Islámico. En el marco de algo llamado "línea de ratas" y supervisado por Hillary Clinton, se trasladaron en masa yihadistas y sobre todo armas desde Libia a Siria, algo descrito en 2014 por el periodista estadounidense Seymour Hersh. También intervino Israel, primero apoyando en el sur de Siria a yihadistas de Al Qaeda, con los que se reunió el primer ministro israelí Benjamín Netanhayu, y a últimas fechas con unos 480 bombardeos, ni más ni menos, que entre otras cosas destruyeron la flota siria en Latakia. Desde Obama, también hubo un acuerdo para que Turquía metiera sus manos en Siria, por los que los turcos jugaron un papel igualmente importante al abrir recientemente el paso de yihadistas en el centro de Siria. También participaron con financiamiento para los yihadistas Arabia Saudita y Qatar. El grupo Hayat Tahrir al Sham, que hace poco tomó Damasco, capital siria, y mostró a su líder, mitad Al Qaeda mitad Estado Islámico, Abu Mohammed al-Jolani, fue financiado por Qatar y con inteligencia turca. Desde principios de diciembre, la operación para lograr la caída del gobierno sirio de Bashar al Asad fue supervisada por el general estadounidense Jaspers Jeffers III, jefe de las fuerzas especiales de Estados Unidos USSOCom. Al-Jolani contó igualmente con asesores británicos. A partir del 9 de diciembre, terminó de supervisar la destrucción del gobierno sirio, cuyo ejército depuso las armas (unos tres mil soldados se refugiaron en Irak) el general Michel Kurilla, jefe de las fuerzas de Estados Unidos en Medio Oriente (CentCom), de gira por Jordania, el norte de Siria (bajo control kurdo), Israel y Líbano para lograr un "control del caos".
En suma, por una decisión de hace ya varios años de Estados Unidos, Siria cayó bajo presión armada y de dinero de Israel, Turquía, Gran Bretaña, Arabia Saudita y Qatar, al mismo tiempo que se dieron garantías a Rusia e Irán de no afectarlos directamente, en el Foro de Doha (6 y 7 de diciembre). Irán no tenía intención de resistir mayormente, dados sus problemas internos, y Rusia difícilmente podía abrir un nuevo frente, pese a que en el pasado fue la que derrotó al Estado Islámico. Al cabo de años de conflicto y de sanciones que prohibieron incluso a Naciones Unidas ayudar a Siria, la población fue a dar en la miseria. Pese a dos o tres muy pequeñas tomas televisivas, sin verdadera significación, está claro que no hubo festejos en grande por la salida de al Asad. En las "mazmorras del dictador" no se pudo encontrar más que a una persona.
Israel aprovechó para incursionar en los Altos del Golán y Turquía se cree en la época otomana, cuando le pertenecía Alepo, ciudad siria. Medio Oriente queda en una situación de "plataforma" de fanatismo religioso para tratar de influir en la población musulmana de la Federación Rusa, para presionar a Europa con flujos migratorios y amenazas de terrorismo -Turquía puso las bombas de hace algún tiempo en Francia (Bataclán)- y para cerrarle a China el paso desde Irán a Europa para las "nuevas rutas de la seda". Esta idea sobre Medio Oriente la ha expresado el analista mexicano Alfredo Jalife Rahme en Sputnik Mundo. Lo de los "rebeldes" contra la "dictadura" es para consumo de la "opinión pública" occidental, sin que se sepa por qué, contra todo derecho internacional, o lo que quede de él, tantos países pueden meterse a destruir uno en el que las diferencias religiosas y confesionales eran llevaderas -!por décadas!- hasta que se decidió DESDE EL EXTERIOR utilizarlas, SIN que ello implique anuencia de la población. No es al Asad quien paga, sino la población siria, salvo el lumpen que aparece en situaciones de crisis (da click en el botón de reproducción).
Hace unos 35 años, el 20 de diciembre de 1989, Estados Unidos invadió Panamá. Andando el tiempo, algunos dijeron que había sido un "golpe de Estado", pero no: las tropas estadounidenses, algunas de origen latino, salieron de las bases que les estaban asignadas en la Zona del Canal de Panamá (ZCP), estadounidense, para adentrarse en territorio panameño. Con el mismo paso del tiempo, el antiguo diplomático panameño, Julio Yao, está entre los pocos que se atuvieron a la verdad. Hasta la fecha, no se ha aclarado el número de muertos. El líder panameño Manuel Antonio Noriega, ya fallecido, tuvo después la ocasión de aclarar en un libro mucho de lo sucedido. Lo cierto es que hubo poca resistencia, y las fuerzas de defensa (FDP) se desbandaron. Pasado el acontecimiento, poco se quiso decir de las causas de la invasión. Se trató, en parte, de frenar la penetración económica japonesa en Panamá, y de mandar una advertencia a Japón, que la entendió. Por otra parte, y sin que se entienda lo dicho al respecto por algunos panameños, se trató de dejar a Panamá sin ejército propio. El canal y la zona adyacente fueron entregados a Panamá casi una década después.
En Panamá se probaron nuevas armas estadounidenses, sin que hasta hoy se sepa completamente cuáles. También se ensayó un guión: dos años de sanciones, desde 1987, para fracturar a la sociedad panameña, y luego la demonización de Noriega. Es poco frecuente que se recuerde hoy en Panamá lo ocurrido entre 1987 y 1989, y el papel de la oposición llamada "rabiblanquera". De igual manera, otras fuerzas se movilizaron en defensa de Panamá y para pedir de Noriega un mayor giro a la izquierda, que SÍ tuvo lugar, en vísperas de la invasión. Se trató asimismo de dividir al ejército, lo que llevó a una intentona esa sí -y no mencionada- de golpe de Estado por parte del militar Moisés Giroldi. Sanciones, fractura social y división en el ejército: es posible que Panamá, nación joven, no tuviera lo suficiente para resistir la "coronación" del proceso con la invasión.
La Unión Soviética todavía existía, y puede creerse en la invasión de Panamá en algo puramente local, aunque se ensayaba un guión relativamente nuevo. El canal era una vía importante de controlar, incluido en un caso de guerra. Poquísimos años antes de la invasión, entre 1985 y 1986, el especialista en asuntos nucleares británicos Frank Barnaby sacó un libro llamado La guerra del futuro. Lo que tenía de llamativo el texto era un mapa de una Unión Soviética "recortada", sin el territorio que le correspondía. Por lo visto, ya había "plan" contra la Unión Soviética, para ir aprovechando diferencias nacionales, cuando menos algunos años antes de que se desplomara. Y como lo mostró la invasión de Panamá, Estados Unidos ensayaba guiones de ocupación y armas. Parte del "recorte"" del territorio soviético incluía el mundo musulmán. A los poquísimos años de la invasión a Panamá, se dió la primera invasión de Irak, en 1991. Era un mensaje indirecto a aliados de Irak: algunos países europeos, como Francia en particular, y la Unión Soviética. El mundo entró luego en una fase contradictoria: más pacífico que el de la segunda posguerra, pero con Estados Unidos y "socios y aliados" interviniendo en Somalia, de nuevo Irak en 2003, Afganistán, Yugoslavia, Libia y, ya se verá, Siria. Salvo por la intervención en el Este ucraniano, hoy ruso, son las potencias de la Tríada (Estados Unidos, Unión Europea y Japón) las que armaron una guerra tras otra. Sí, desaparecida la "amenaza". Y con Estados Unidos y la UE metidos a fondo a provocar en Ucrania. Lo ocurrido en Panamá fue parte de esta historia: parte de una rivalidad interimperialista, porque las hay dentro de la Tríada, y parte de un "ensayo" para un guión que habría de repetirse luego en forma ampliada: sanciones, búsqueda de fracturas internas, demonización para "descabezar" liderazgos e intervención. Cada caso se presentó aislado. Pero, además de la repetición del guión, llama la atención la importancia geopolítica de cada caso. En éso se perdió el panarabismo y unidad latinoamericana no hay, como no la hubo en solidaridad con Panamá en 1989 (da click en el botón de reproducción).
Tratándose de un país capitalista, Rusia no puede suprimir el potencial conflicto social. El presidente ruso, Vladimir Putin, es muy popular, pero como quiera hay algunos elementos de descontento interno, aunque no se traduce por protestas abiertas, si bien las cosas tampoco se callan: hace falta luchar contra la corrupción, incluso en el ejército; la juventud no aprecia siempre a Putin y tiene con frecuencia la "cabeza como un desierto", en particular en las grandes ciudades, Moscú y San Petersburgo; hay principios de atomización social, y descontento por la inflación; uno que otro elude ir al frente, por ejemplo yéndose a refugiar en Georgia o más lejos; la inflación permanece sin controlar, etcétera. Rusia no es un país sin problemas, y parte de ellos es una curiosa mezcla de capitalismo, con lo que implica de rivalidad interpersonal, y "valores tradicionales", que son feudales, al menos como son interpretados por los clasemedieros locales. Hay algo más: entre las generaciones que conocieron la Unión Soviética, con frecuencia se piensa que se estaba mejor, en particular en términos de relaciones humanas, sin la tendencia actual a la atomización. Para algunos, lo que existe hoy, por la "competencia" (que se torna rivalidad), es un "asilo de locos"; al mismo tiempo, no falta quienes sigan creyendo que hay que "alcanzar" el modo de vida de las potencias de Occidente, idealizadas. Rusia no se considera un país asiático, y sí europeo, pese a que las mejores relaciones se tienen ahora con China. Tal vez algo sirva de aprendizaje sobre los oligarcas: la traición de Yevgueni Prigozhin, del grupo de mercenarios Wagner, una aberración, y, por contraste y pese a lo que se piense en las grandes ciudades, la alta disponibilidad de voluntarios para ir al frente, uno de los factores que ha permitido acercarse a la victoria, y que debe incluir seguramente gente de abajo. El conflicto social latente esta amortiguado por el patriotismo.
Un nombramiento clave ha sido el de Andrei Belousov, un economista, al frente del ministerio de Defensa. Belousov no es alguien cercano a los oligarcas, siempre ambiguos, es anticorrupción (por ejemplo, en materia fiscal) y pro-Estado, antes que promercado. El nombramiento tiene un objetivo particular: no nada más evitar un gasto en Defensa erróneo, como el de la Unión Soviética, sino que lo haga "sinérgico" con la economía civil, beneficiándola, para permitir un proceso de sustitución de importaciones gracias a mejoras tecnológicas. Rusia ya es autosuficiente en alimentos, pero permanece dependiente de la exportación de hidrocarburos y tiene fallas en algunos sectores industriales, que es lo que se trata de remediar. En concreto, el objetivo de Belousov es lograr que Rusia sea tecnológicamente autosuficiente, en particular en microelectrónica, máquinas herramienta de precisión y tecnología de defensa avanzada. No se puede depender de insumos extranjeros, ni demasiado de China. Belousov más bien la reduciría. Los otros dos países de los que ha dependido Rusia para sortear las sanciones son Turquía e India, y no son del todo fiables. De lograrse los objetivos que se plantea el nuevo ministro de Defensa, Rusia podría ir acercándose a la autosuficiencia tecnológica y en parte, industrial. Si Rusia es hoy la cuarta potencia del mundo, lo sería a mediano plazo en un doble proceso a considerar: fortaleciendo al Estado y manteniendo la cohesión nacional, mientras que Occidente se enfrenta al debilitamiento del Estado, que por lo demás no es muy del aprecio estadounidense, y a la división de las naciones, bajo distintas formas. Belousov es de quienes creen más bien inevitable una guerra. Pese a la llegada de Donald J. Trump a la presidencia estadounidense, Rusia no baja los brazos.
Convertida en un país capitalista, por lo demás saqueado en los años '90, bajo la presidencia de Boris Yeltsin, y desde antes dependiente de exportaciones de materias primas, Rusia está camino de un verdadero desarrollo, por la fuerza de las cosas, ya que desde hace mucho que había decidido ponerse a remolque de "la civilización", por la vieja herencia soviética de Nikita Jrushchov: "alcanzar", cuando se supone que un país socialista no tiene por qué "alcanzar" a uno capitalista, salvo que se termine en que el capitalismo es la fase superior del socialismo (!).. El mismo equipo original del presidente ruso Vladimir Putin, de Leningrado/San Petersburgo y la KGB (Comité de Seguridad del Estado) local, quería hacerse aceptar por las potencias de Occidente, y en particular por la Unión Europea (UE), apostándole al entramado de gasoductos y oleoductos desde Rusia hacia Europa: los oligarcas querían entrar en la "élite global", y es por ello que, hasta la fecha, hay una parte de la sociedad rusa que imita a ciegas al exterior. Putin se equivocó sobre Europa, y, eso sí, los rusos no son especialmente fanáticos de Estados Unidos. A su vez, la dirigencia de la principal oposición rusa, el partido comunista (KPRF), no encontró nada mejor que querer imitar a China. El nombramiento de Belousov habla de una necesidad de autosuficiencia, de "encontrarse a sí mismo" y de dejar de creer que la solución está en mirar al exterior, puesto que ya está claro que éste es amenazante, sobre todo entre los países que eran "a alcanzar". Si redujera su dependencia de los hidrocarburos y, pese a una "economía de guerra", lograra amortiguar el conflicto social latente, Rusia podría eventualmente colocarse en posición de no querer "alcanzar" a nadie, ni a europeos ni a chinos. Parte del reto está en seguir mejorando la Defensa sin sacrificar la economía civil y logrando algo más holgado para la población. Rusia aparecería entonces como un país capaz de solucionar sus problemas -que no se trata de negar- con sus propias fuerzas, lo que no puede Estados Unidos -que parasita a buena parte del mundo- ni puede China, amarrada de mil y un maneras al exterior. (da click en el botón de reproducción).
En Occidente y Japón se ha perdido en gran medida la capacidad de protesta, y muchas decisiones se toman sin que se consulte a nadie más que a grandes intereses económicos. Estos, en el capitalismo, no conocen el motivo de la "suficiencia", porque todo tiene que ser siempre "más". La gente suele callar por distintos motivos, pero uno suele ser la indiferencia "mientras no me toque a mí". Es algo que se conoce como actitud de "pasota". Así, resulta indiferente que se plantee liquidar a Rusia, por ejemplo, o se cree que Rusia es una "amenaza", lo que implica no saber siquiera ver un mapa geopolítico. Es la Federación Rusa la que está cercada, y no es el caso de Estados Unidos, la Unión Europea (UE) o Japón, para lo que también es suficiente ver un mapa. O hay ignorancia, o hay también un "no querer saber" porque es lo que aparece como lo más cómodo, y Estados Unidos tiende a transmitir esa impresión de invulnerabilidad u omnipotencia, como se quiera llamar. Estados Unidos no ha sufrido una guerra en su territorio desde mediados del siglo XIX y, más allá de una muy esporádica incursión de "Pancho" Villa en Columbus, ni siquiera es seguro que el atentado de las Torres Gemelas haya sido realmente una agresión externa y no una operación de falsa bandera. Es algo en lo que Estados Unidos ya tenía cierta experiencia.
Desde antes del desplome de la Unión Soviética, ya existían en algunos libros sobre "guerras futuras" mapas curiosos, que mostraban incluso a una Rusia muy disminuida. Ya ha habido ocasión de decir que el presidente estadounidense, William Clinton, decidió "reventar" a Rusia para lograr su implosión, como la de la Unión Soviética. No es algo que importe si se convierte en ganancia para las potencias de la Tríada, ya mencionadas, y lo siguiente es al margen de lo que se piense del régimen ruso: ¿Es algo normal albergar la idea de destruir a un país, cualquiera que sea? Sí, es algo que se ha banalizado, siempre y cuando el destruido no sea Estados Unidos o algún otro de la Tríada. Los planes son de los más variados para liquidar a Rusia, según "modelos" previamente ensayados, y que no son tratados como anticipos de lo que se espera en la Federación Rusa: un "cambio de régimen", en el mejor de los casos, o algún chantaje mayúsculo para ir desde la "decapitación nuclear" -alegando que el arma nuclear en Rusia es una "amenaza"- hasta la "intervención humanitaria", si las condiciones se dan, salvo que se crea que el continuo despliegue de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) en las fronteras rusas en verdad es contra alguna "amenaza", al igual que el incremento de armas nucleares tácticas en Europa. Se crea la impresión de que, mientras la Tríada se sienta invulnerable, no da visos de detenerse, aunque mide las cosas cuando se ve obligada a hacerlo. Ya ha habido ocasión de decir que, ante la situación creada, la izquierda en general ha tenido un papel vergonzoso. No es estar "a favor de", sino preguntarse con qué derecho se abre la posibilidad de destruir un país, con lo que ello implica para quienes lo habitan.
No se trata de ninguna "conspiración". Así por ejemplo, en el año 2010 el periódico británico The Guardian reveló un telegrama en el cual la OTAN hablaba de un "ataque masivo contra Rusia", y los países que debían encabezarlo. Resulta por lo demás que quien estaba al tanto de esta "idea" era la secretaria del Departamento de Estado estadounidense, Hillary Clinton. Pidió a los representantes estadounidenses ante la OTAN que en lo posible "mantuvieran en secreto" el plan. El pretexto para el ataque era "defender a los países del Báltico". Nadie en Rusia, hasta hoy, apunta a esos países. El presidente estadounidense Barack Obama estaba al tanto del plan Como el asunto salió al público, Rusia protestó, sin ningún efecto. Lo que es posible de pensar, dada la actitud de la OTAN, en el sentido de seguir moviendo tropas y armas hacia las fronteras rusas, es que no ha habido renuncia al "plan".
En septiembre de 2014, a través de Radio Europa Libre/Radio Libertad, el periodista ucraniano Dmitro Sinchenko publicó un artículo que incluyó mapas de la "partición" de Rusia: sin Kaliningrado, con la segregación del noroeste a favor de Finlandia (a partir de Karelia), del centro de Rusia para Belarús, de una parte del sur para Ucrania, con la "federalización" del Cáucaso del norte (hoy ruso, de fe musulmana, y donde se encuentra Chechenia), Sajalín para Japón (que ha reclamado las islas Kuriles) y una parte del oriente ruso para China, multiplicando las "independencias" en Siberia. No se trata de una casualidad: de manera completamente abierta, como ya se ha dicho, en 1997 se publicó (con la versión española en una editorial archiconocida) El gran tablero mundial, del "halcón" Demócrata Zbigniew Brzezinski, quien propuso dividir a Rusia en tres y a lo mucho "federalizarla". Como ya se ha dicho antes, no se trata de planes en el aire o de puro delirio: cuando los bolcheviques tomaron el poder, en 1917, al poco tiempo, en medio de pugnas internas, 14 países extranjeros intervinieron en el antiguo imperio zarista.
El guión es siempre el mismo: sanciones (embargos, bloqueos, etcétera), demonización de una persona (el líder "villano"), fractura social, utilización a fondo de las diferencias nacionales y otras, como las religiosas (la Federación rusa es multinacional y multirreligiosa), y formación de una "gran coalición" internacional "humanitaria" a la espera de una ocasión para intervenir, en medio de una enorme campaña mediática y con más de uno dispuesto a la "expertís" sobre la "opresión rusa sobre las minorías". Ya se han hecho eventos sobre el tema, fractura social no falta en Rusia de manera latente, y no parece que, a diferencia de los '90, se exacerben las diferencias nacionales o religiosas, aunque algunos en Rusia en el habla se equivocan entre russkii (habitante de la Federación) y rossian (ruso de "nacionalidad"). El guión se ha utilizado en Irak, Afganistán, Somalia, Libia y Yugoslavia, y de manera indirecta en Siria. La OTAN de manera insidiosa y la UE quisieran utilizarlo en Ucrania.
A grandes trazos, es el "proyecto" globalista -con sedes nacionales en el Centro- para Rusia, y no se sabe muy bien qué creen los habitantes de la Tríada sobre lo que está en juego: con su silencio o su manera de recitar como actores de televisión con un "chícharo" en la oreja, muchos le dan la impresión a "sus" líderes que tienen de su lado a la "opinión pública", aunque hay otro factor en juego, que es una división de facto en varios países de la misma Tríada. No queda claro hasta dónde puede atreverse el globalismo, sobre todo si calcula -el presidente ucraniano Volodímir Zelenski ya lo ha hecho explícito - que "Rusia no se atreverá". "Escenarios" no faltan, salvo que, hasta ahora, los de la Tríada no incluyen detenerse. O es que algunos no se saben otra que estar "porque sí" con quien parece el más fuerte. Lo que es propio de cobardes(da click en el botón de reproducción).
En México, la geografía del país fue vista en el pasado como lo que hoy es: un cornucopio de abundancia orientado hacia Estados Unidos. Es algo que no puede cambiar en el corto o mediano plazos: en el "Plan México", dado a conocer hace poco tiempo por la presidentA Claudia Sheinbaum ante la "amenaza" estadounidense de poner aranceles a lo que se exporta desde el país (y que ni siquiera es mayoritariamente mexicano), no faltó la maña: llamado a sustitución de importaciones, sí, pero en algo muy específico para obedecer a Estados Unidos, las importaciones desde...China, porque es lo que señaló Hacienda. Estados Unidos ha estado desde los Demócratas en plan de frenar la incursión china en América Latina.
Pese a, para variar, un remiendo por aquí u otro por allá, sin desistir del nearshoring, como lo ha señalado Carlos Ramírez en El Independiente, México no tiene verdadera vocación de rehacer o hacer un tejido industrial propio y coherente, basado en fuerzas internas, como no tiene autosuficiencia alimentaria ni mayores servicios propios, ni un Plan Nacional de Desarrollo digno de ese nombre. Alguna vez, el #halcón" Demócrata de siempre, ya fallecido, Zbigniew Brzezinski, fue muy claro: "nada de tener un Japón en la frontera". El llamado "Memorándum Negroponte", referido por Carlos Ramírez, fue igualmente explícito: por motivos geopolíticos, era necesario deshacerse del nacionalismo mexicano, que llegó a ser proverbial en América Latina, con por lo demás grandes expresiones artísticas, y contar con el libre comercio, además de ir desplazando al PRI (Partido Revolucionario Institucional), lo que también indicó el Comité de Santa Fe desde los años '80. Llegó el tiempo en que México dejó presuntamente de ser un país latinoamericano para ser "norteamericano", aunque se trata de un sinsentido, más allá de una convención geográfica, puesto que en la historia es mucho más lo compartido con América Latina. Pese a la asesoría de Altagracia Gómez, Carlos Ramírez considera que el nearshoring no implica plantas industriales nacionales profesionales y especializadas, cuadros educativos para la producción y tecnología nacional, por más "polos regionales" que se quieran hacer. Lo que argumenta Carlos Ramírez es que la autodenominada 4T (Cuarta Transformación) "(...) carece de una propuesta alternativa a las dependencias y a los intereses productivos de Estados Unidos y sólo defiende a capa y espada la capacidad soberana de definir una política de subsidios sociales a su base electoral". Sheinbaum y el actual secretario de Economía, Marcelo Ebrard, fueron los artífices de lanzarse a depender por enésima vez de algo venido de fuera, el nearshoring, siendo lo propio de un país subdesarrollado esta dependencia y la carencia de fuerzas económicas propias. Para colmo, pareciera que sabía más Porfirio Díaz a finales del siglo XIX al decir "pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos", cosas ambas que hasta parecieran, hoy que se agravan, proféticas.
El Memorándum Negroponte, de 1991, buscaba doblegar la política exterior independiente de México, dicho sea de paso otro logro ligado a una Revolución de la que pocos se acuerdan. El problema ya estaba con la "enchilada completa" del presidente Vicente Fox, a principios de los 2000. Lo que estuvo haciendo Ebrard como canciller es reciclando el panamericanismo y la doctrina Monroe, "América para los americanos", creyendo en una unión de América Latina con Estados Unidos similar a la Unión Europea (UE). A Sheinbaum, más interesada en salvar el libre comercio con Estados Unidos que el propio presidente estadounidense electo Donald J. Trump, se le ocurrió hace poco ampliar el TMEC (Tratado México Estados Unidos Canadá) a América Latina, luego de que visitara México el presidente colombiano Gustavo Petro. No pareciera que la presidentA tenga claro lo que dice: "gracias" al libre comercio con Estados Unidos y Canadá, México es, entre otras cosas, uno de los países latinoamericanos que menos crece. Y tampoco parece que se entienda para qué es el libre comercio con países de lejos más fuertes: para abrirles mercados a SUS empresas y a SUS inversiones, en particular al gran capital transnacional y ""globalista". Cierto capital nacional, donde persiste, no permanece con frecuencia sino como "asociado", es decir, como arrimado al capital transnacional. Todo en nombre de que "hay que competir" y de que, contra lo que suele decir la teoría económica, el libre comercio es lo máximo y "no hay de otra".
Desde este punto de vista, no hay cambio de ruta en la escogida desde los '80 en el sexenio del presidente Miguel de la Madrid (1982-1988), luego de que el presidente José López Portillo (1976-1982) hipotecara el país con la deuda externa. Queda por saber qué entiende Sheinbaum, si no se limita a recitar, cuando dice que México es un país "soberano, independiente y libre", cuando está al son del exterior, no del interior. Una vieja tradición, algo malhadado de la Independencia, quiso que en América Latina los criollos se vieran a sí mismos como intermediarios: dueños de la casa, pero sin saber qué hacer con ella e inclinándose por alquilarla. Para cobrar la renta se necesita no perder la casa, porque ya sería "colonial", y, es más, garantizar que esté en condiciones de ser alquilada, para que otro la "valorice", si le interesa o hasta donde le interesa. Si la 4T está de intermediaria, y no exactamente de "vendepatrias", no pierde ocasión de ver cómo alquilar: si el "capital nacional", salvo excepciones, se asocia, la 4T, que NO es deshonesta ni especialmente corrupta, pareciera querer su "poder", en particular político, y estar maniobrando a un muy vago "pueblo" para no perder aquél. En el fondo, pese a ciertas cosas positivas, la vocación de intermediación y de alquiler no cambia. Si el ex presidente ecuatoriano Rafael Correa decía que a quienes salen de la pobreza les entra el "síndrome de Doña Florinda", para no querer juntarse con "la chusma", a quienes "administran" el país ya sin dirigirlo -lo que constatara muy bien Cuauhtémoc Cárdenas- pareciera haberles dado el "síndrome del Sr. Barriga", el de pasar a cobrar la renta, en parte económica y en parte de un viejo gusto por el poder. La influencia antiimperialista de la Revolución Cubana nunca dejó ver con claridad este lugar de intermediación, que a fin de cuentas ve el país propio entre extrañado, porque no lo conoce (no basta el folclore de boutique), caricaturizado y como "feudo" del cual disponer. La teoría de la dependencia no quiso ocuparse del tema. Pero es sencillo: México nació a la vida independiente a principios del siglo XIX, y en vez de molestar a España, por algo que NO incumbe a México, salvo en la guerra de independencia, cabe preguntarse por qué no se le pide a Estados Unidos que se disculpe por la intervención de 1847 o la de 1914. De la intervención francesa ya se ocupa Estados Unidos al festejar el 5 de mayo. Y aquí con un problemón porque un español en una fiesta indígena mató a mujeres y niños: como vil narco mexicano, vaya. (da click en el botón de reproducción).
A las potencias de la Tríada (Estados Unidos, Unión Europea-UE y Japón) no les ha ido mal en una largamente planeada desestabilización de la periferia de Rusia, aunque pase desapercibida por el conflicto con Ucrania. Armenia ha sido un país tradicionalmente aliado de Rusia y contrario a Turquía, a raíz del genocidio de armenios a principios del siglo XX. Ahora, es en cierta medida Estados Unidos que manda entre los armenios: el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinián, ha hablado de salir de la OTSC (Organización del Tratado de Seguridad Colectiva), que intervino en Kazajistán en vísperas del conflicto entre Rusia y Ucrania. Pashinián no las tiene todas consigo, ya que ha cedido en el histórico conflicto con Azerbaiyán por Nagorno-Karabaj, donde mediaban fuerzas rusas hasta hace poco y la población es de mayoría armenia. A raíz de lo ocurrido en Siria, no puede asegurarse que Turquía, fortalecida, no vuelva a "empujar" a Azerbaiyán en Nagorno-Karabaj, más si Rusia se ha alejado. En el Caúcaso, se ha acercado más Georgia a Rusia: los georgianos son considerados a veces más cercanos a Rusia que los ucranianos del centro y el occidente, influidos por polacos y lituanos. El partido georgiano en el gobierno, Sueño Georgiano, se ha distanciado de la Unión Europea y de las provocaciones de apariencia espontánea desde "la sociedad civil", instigada desde el exterior. Como están las cosas, Georgia, dividida, se encuentra en el Caúcaso como el país más cercano a Rusia. Hay que mencionar dos cosas: hay una importante diáspora georgiana en Rusia, mientras que la diáspora armenia es fuerte en Estados Unidos (Los Ángeles, Glendale, Fresno, Boston, Watertown, Detroit,, Nueva York, San Francisco, Miami, Chicago, Phoenix, Filadelfia, Cleveland). Muy grande en Rusia, la diáspora georgiana en Estados Unidos es comparativamente muy pequeña. Rusia ha tenido que retirarse aún más del Caúcaso (pese a la importancia de la inmigración armenia en Rusia). La retirada de las fuerzas de paz rusas desde principios de 2024 hace que Rusia ya no medie ante las ambiciones de Azerbaiyán en Nagorno Karabaj. Aunque se argumente cierto acercamiento ruso con los turcos, no deja de ser ambiguo, puesto que Turquía es un país miembro de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte). ¿El Caúcaso es parte del "Sur global" o de qué? Porque Azerbaiyán es un país con fuerte influencia de la inteligencia estadounidense. Ahora sucede que consiguió dicho país tragarse Nagorno-Karabaj y que Armenia paga. Algo debe sorprender: en varios de estos países, las cosas se han jugado entre una insoportable fuerza de líderes de origen soviético convertidos en "dueños de feudo" -como la familia Aliyev en Azerbaiyán (el padre del actual presidente azerí, Ilham Aliyev, que era Heydar Aliyev, estuvo al frente de 1969 ...hasta 2003, con un interludio de unos diez años), que no incomoda en lo más mínimo a "Occidente", como tampoco lo hacía Nursultán Nazarbáev en Kazajistán, salido de las filas del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética). Georgia es una excepción: no ha tenido esta clase de líderes vitalicios ni dinásticos, aunque sí malos gobernantes, incluyendo a quien fuera canciller de Mijaíl Gorbachov, el último líder soviético, Eduard Shevardnadze. En Armenia predominaron los burócratas de raigambre comunista "gente de Nagorno-Karabaj". Tocará a Armenia ver cómo sale del problema en el que está, mientras Rusia se ha sido saliendo del Caúcaso. Es un error alegar "vínculos ancestrales": no le han impedido a una parte de los armenios desentenderse de una añeja amistad con Rusia, como lo hizo por cierto en el Este europeo Bulgaria, que alardeaba de la ayuda del "gran hermano ruso" para "liberarse de los otomanos". Muy tradicional, porque fue en el siglo XIX: no es algo que se recuerde.
También se pasa por alto la disminución de la influencia rusa en Asia Central, pese a buenas relaciones con Turkmenistán, otro país con líder vitalicio y objeto de culto. Dejando de lado a las diásporas armenia y georgiana, muy antiguas en Rusia, hay inmigraciones más recientes, en parte de azeríes, pero también, desde los años 2000, de uzbekos (construcción, limpieza y comercio) y tayikos . Tayikistán es un país pobre. En 2022, en un hecho inusitado, Emomalí Rahmón, líder tayiko, pidió a Rusia "respeto", sin que sea inexistente: el mandatario ruso Vladimir Putin no escondió su enorme enojo. Rahmón estaba en realidad chantajeando con irse con China y con otros que se han estado metiendo en Asia Central, además de acusar a Rusia de no ayudar a los tayikos en una disputa fronteriza con Kirguistán. Es más difícil un alejamiento tayiko: hay cerca de un millón en Rusia y Tayikistán depende mucho de las remesas enviadas desde la Federación Rusa (hay un número de cerca de dos millones de uzbekos). Pese a estos vínculos, que datan de la época posterior a la Unión Soviética, el chantaje de Rahmón quiso decir algo: es China que está atrayendo en su órbita a una parte de Asia Central a la que, como parte del "Sur global", si lo es, no le importan los "valores tradicionales": Tayikistán no tiene ninguna cercanía histórica con China, sino más con Persia, y los "valores tradicionales" consisten, en plena frontera con Afganistán, en pelearse entre "feudos". El rumbo de Rahmón además niega una fuerte contribución de soldados tayikos a la Gran Guerra Patria soviética (260 mil soldados tayikos lucharon en el frente). Hay a todo ésto algo incomprensible: si se trata de hablar en términos "milenarios", Rusia tiene suerte de que Mongolia no reclame hasta las puertas de Europa. Pareciera en todo caso que cierta dosis de "chantaje al ruso" va de Kazajistán a Tayikistán, con la Federación Rusa perdiendo influencia y buscando sobre todo que cesen de armarle problemas desde Afganistán, como el ocurrido -justamente a través de tayikos- a principios de 2024 con un atentado terrorista en Moscú. Con el inconveniente de que en suelo afgano hay bastantes tayikos y uzbekos. Valores "tradicionales" no van a faltar, puesto que es habitual en Asia Central tal pelea feudal de emires, sultanes y pequeños imperios que a duras penas se consiguen mantener ciertas unidades nacionales.
Por cierto, para hacer notar el grado en que se dicen cosas ilógicas en la Tríada: una de las mayores diásporas en Rusia, si no la mayor, es la ucraniana, y el ucraniano está entre las lenguas más habladas en territorio ruso. Como el problema no es en sí "con Ucrania", a ningún ucraniano se le ha tocado un solo pelo en Rusia. No es más que la decisión de la Tríada de meterse a fondo en Ucrania -justamente para explotar las diferencias de "valores tradicionales" entre el Este y el centro y occidente- que llevó a que una parte de Ucrania creyera que sus enemigos estaban en la otra parte. Retroceso en Ucrania, dada la pésima actitud de ucranianos del centro y el occidente; retroceso en el Caúcaso, con un muy duro golpe para Armenia; y retroceso parcial en Asia Central, donde no cesan pugnas intestinas, muy "tradicionales". Pareciera olvidarse que el "Sur global", como por lo demás el Norte, el Oriente y el Occidente, tienden la milenaria costumbre de vivir guerreando (como los aztecas o los incas, en plena pugna intestina a la llegada española). Cuando se los para, resulta que se les "impone" y se atenta contra las "tradiciones". De Ucrania a Asia Central, pasando por el Caúcaso, desde poco antes de la caída de la Unión Soviética no se trata más que de pleitos, no siempre por la "independencia nacional", sino en plan de ave carroñera, que es de buitre que tiene aspecto más de uno, como el señor Volodímir Zelenski. (da click en el botón de reproducción).
Desafortunadamente para algunos, la Rusia de hoy no es la Unión Soviética de ayer, y no es tampoco un país muy unido que se diga más allá de la necesidad de defender la patria y el Estado actual. Las diferencias de opinión son notorias entre quienes vivieron en tiempos soviéticos y quienes no los conocieron. Ya ha habido ocasión de decir que no cabe mucho idealizar el pasado, ya que el sovietismo vivía un reconocido "estancamiento", a pesar de que el último líder soviético, Mijaíl Gorbachov, hablara de "socialismo desarrollado". Era a finales de los '80, pero los problemas venían apareciendo desde cuando menos los '60, y no eran un secreto. No era raro que a los soviéticos no les gustara oír hablar de marxismo, y el estudioso egipcio Samir Amin llegó a decir que era obvio que de marxismo Gorbachov no sabía nada. Ya estaban presentes algunos problemas entre repúblicas: podía suceder que un ruso no se expresara bien de alguna república del Báltico, o que se supiera de la corrupción en Azerbaiyán. Desde los años '70, los encargados de la seguridad o incluso jerarcas del partido comunista estaban en asuntos de "geocultura", como Anatoli Lukianov protegiendo al "euroasiatista" Lev Gumilev. La geopolítica interesaba a un líder como Yuri Andropov, quien por cierto llegó a decir: "no conocemos la sociedad en la que vivimos". Andropov era del KGB (Comité de Seguridad del Estado), y fue de aquí, ya desde San Petersburgo, que salió el núcleo dirigente de Rusia en tiempos de Vladimir Putin. Tuvo que pasar el tiempo para que este equipo se percatara de que Rusia no iba a ser admitida como país europeo, ni siquiera con suministros de petróleo y gas a la UE (Unión Europea) desde distintas rutas: por el Báltico, por Ucrania y hacia el Mediterráneo a través de Turquía y de los Balcanes. Si había la idea de "jalar" a la UE fuera de la órbita estadounidense, falló: Estados Unidos logró cortar todos los lazos de energéticos. No está de más decir que, indirectamente, el bloqueo de Europa Central y del norte lo es también -como la victoria de Israel en Siria- para algunos de los proyectos de la "nueva ruta de la seda" china. En Europa, y aún a costa de ésta, el "globalismo" ganó la batalla contra los planes de los primeros tiempos de Putin, y también parcialmente con parte de los recursos del Caúcaso, al menos los de Azerbaiyán, "gasolinera" estadounidense en la región, y pese al fracaso turco-estadounidense en Chechenia, entre los 90 y principios de los 2000.
Como prolongación de este gusto por la geopolítica, desde los '90 se planteó la doctrina Primakov, buscando retener Eurasia con una alianza con India y China. Con India no es sino a medias, dada la alianza pronta del derechista primer ministro hindú Narendra Modi con Estados Unidos. Turquía e India han contribuido a que Rusia pueda sortear las sanciones que tiene encima, pero ambos países se dedican a "maniobras" entre potencias, sin ser del todo fiables. No queda claro tampoco en qué del "Sur global" cabe confiar: Arabia Saudita ha contribuido a un reguero islamista en el Asia Central ex soviético, con religión y mucho dinero, e igualmente poca fiabilidad. India también pasa por un repliegue sobre un hinduismo en versión nociva con Modi. Desde este punto de vista, y más allá de un asunto en gran medida cuantitativo, no queda claro qué hace India en el grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), ya que es India sin nada que ver con el pasado No Alineado de Jawaharlal Nehru o Indira Gandhi. Se acabó desde antes de Modi y con un acercamiento a Estados Unidos capitalizado por los Demócratas. Salvo parcialmente con China, la "doctrina Primakov" es otra subestimación del alcance de las potencias capitalistas centrales (Estados Unidos, UE, Japón): India, además de con Estados Unidos, está asociada a Japón en el grupo QUAD (que suma también a Australia: es un país que está en el Sur, pero que se alinea con las potencias centrales).
Tal vez sea en el ambiente ambiguo del tercermundismo que fue creciendo la figura de otro ex de la KGB muy cercano al mandatario ruso Vladimir Putin, Nikolai Pátrushev. Este no se equivoca cuando ve en Estados Unidos a un "imperio parásito", pero no es algo que se remonte a las Cruzadas ni a la conquista dizque "europea" del Nuevo Mundo, ya que fue sobre todo asunto español y portugués, no de toda Europa. En esta misma perspectiva, Estados Unidos no tiene tradición colonial, por lo que no hay ningún "orden mundial colonial centrado en Occidente", al menos no en Estados Unidos aunque, eso sí, la Francia de Emmanuel Macron sea tan deplorable que se ha hecho correr a patadas del Sahel africano. Pátrushev, en "El colapso de los imperios parásitos", se equivoca, como es frecuente hoy, entre colonialismo e imperialismo: los ejércitos de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) no son "coloniales", ni el racismo es cosa exclusiva de anglosajones, ni hay "mesianismo" de Estados Unidos. Peor todavía es dar en la creencia en los pueblos "santificados por miles de años de experiencia": ni por "cientos", porque la Rus de Kíev, por ejemplo, poco tiene que ver con lo que ocurre hoy entre Ucrania y Rusia, ni hay nada "azteca" en el México de hoy frente a Estados Unidos. No sólo nadie quiere "reeducar" a "pueblos con costumbres de miles de años", sino que Estados Unidos sabe muy bien servirse de conductas "arcaicas" y no siempre idealizables, para dividir y reinar. Tampoco es ya un hecho que el "centro de la actividad económica se ha desplazado del Occidente global a lo que hasta ahora se ha llamado países en desarrollo". Lo más importante de la actividad económica mundial tiene lugar en la Tríada, incluso pese al ascenso chino. Este es un punto de partida erróneo para recitar sobre la "multipolaridad" basándose en el "Sur global" que no conoce ya mayor cosa de lo que es el desarrollo, y existe hoy, como parcialmente China, como "mercado emergente" para dos cosas, la cacería de potenciales consumidores para las empresas de la Tríada y la llegada de inversiones extranjeras de la misma Tríada. Pátrushev considera que "los occidentales se están aislando del resto del mundo a un ritmo rápido". Lo que sucede en Ucrania o en Oriente Medio indica otra cosa.
Ciertamente, la Unión Soviética fue de ayuda para que varios países salieran del colonialismo y otros entraran en la llamada "liberación nacional", pero es igualmente sabido que Estados Unidos, entre otras cosas por no ser potencia colonial, también buscó orientar a su favor la descolonización. Hay una percepción tan errada que se olvida como fue con los 14 puntos de Woodrow Wilson que una parte de Europa se fue deshaciendo de imperios coloniales como el zarista ruso, el austro-húngaro y el otomano. No es ninguna colonia que sostiene la "imprenta de billetes" estadounidense. Al entrar en la ruta de la descolonización e incluso en algunos casos de "liberación nacional", más de un país no dejó de ver con atractivo a Estados Unidos. Varios con tradición nacionalista fuerte se orientaron hacia Estados Unidos desde los '80, de México hasta India con el último de la dinastía Gandhi (no son de Mahatma Gandhi). Por lo demás, China, por antisovietismo, se abrió desde 1972 a buenas relaciones con Estados Unidos, ayudándolos desde Afganistán hasta Angola. Losa casos de "éxito" en el "Sur" no estuvieron desligados de la ayuda estadounidense, como en Corea del Sur y Taiwán.
Pátrushev, no sin influencia de lo que el tercermundismo algún día le contó al oído al sovietismo, como "revolución a la vuelta de la esquina", dice que "el Occidente destruyó las herramientas que le funcionaban mejor que la maquinaria militar". Es precipitado. Pátrushev habla desde lo que algún día conoció, cuando parecía que el tercermundismo servía de soporte al sovietismo, aunque el primero en realidad estuviera sobre todo a la expectativa para saber hacia dónde inclinarse, en parte por falta de fuerzas propias, pese a las apariencias "nacional-populares" y su facilidad para la grandilocuencia.
Pátrushev afirma que la descolonización de posguerra se hizo con fuerte influencia soviética. Hubo de ésto, de lazos de amistad entre algunos del Tercer Mundo -no tantos- y los soviéticos y, contra la opinión de los comunistas, de creencia como ahora en "el Gran Cambio que se avecina". Lo que sí es cierto -y contradice a lo dicho por el propio autor, Pátrushev- es que "los colonizadores tuvieron que cambiar a mecanismos y métodos de coerción indirecta": son los que, sin renunciar a las armas, tienen Estados Unidos y sus "socios y aliados" a su favor, y dicho con toda claridad: el "poder blando" que, sumado al militar, hace el "poder inteligente", si acaso es una expresión inteligente.
Pátrushev, nacido en 1951, tuvo tiempo de crecer en la Unión Soviética, y de vivir a edad temprana el auge tercermundista, que no existe más, ni como fuerza del "Sur global". Era un auge ambiguo, y contribuyó a sangrar recursos soviéticos, a hacerle creer a Moscú, entonces capital soviética, en una correlación de fuerzas inexistente, hasta que todo "salió volando" en los años '90. Fue en los '70 que Pátrushev y Putin se conocieron, para luego ser dos "claves" en la inteligencia rusa en los años '90, bajo la presidencia de Boris Yeltsin. Ambos debieron haber conocido las ideas geopolíticas que fueron apareciendo en la Unión Soviética desde los '70. Lukianov, ya mencionado, promovió con otros la nueva Constitución soviética de 1977, más "nacional-popular" que la de 1936. Más allá del realmente existente "imperio parásito", con el inconveniente de que un parásito puede comerse al huésped -lo que Rusia no es-, Pátrushev fue a dar en el "antídoto" de la "preservación de los valores morales tradicionales", más allá de los "valores tradicionales" rusos: desafortunadamente, a "los occidentales" esos valores les encantan, sobre todo si es para turistear y ponerse en algo igual de hippie, lo "auténtico", "natural", "espiritual", etcétera. Como no se trata de los valores socialistas, es algo poco fiable, más si data de sabrá Dios qué pasado "milenario", en la típica actitud del ignorante estadounidense de negocios que se pone a comprar cultura: ¿la de los árabes que esclavizaron a los negros por mucho más tiempo que los "occidentales"?¿La de los reyes negros que vendieron a los de su propia raza como esclavos a "los occidentales"?¿La de la nobleza rusa que tenía a siervos con un trato rayano en la esclavitud?¿La de las castas en India?¿Las tradiciones de una parte del islam con las mujeres?¿Lo bien que se estaba entre aztecas con sacrificios humanos para fines religiosos?' La maya que, por motivos religiosos y jerárquicos, acabó con el sustento ecológico propio?¿La inca que no conocía la escritura?¿La señorial española de dilapidación de riquezas y de pugnas intestinas y traición?¿La de los mormones polígamos?¿Las de Haile Selassie en Etiopía, para inspiración rastafari?¿Las creencias vudú y los zombies?
Estados Unidos es un país joven, sin mayor cultura, por lo mismo: puso a los pueblos originarios en reservaciones y a los negros liberados en guetos. Para compensar, el hombre de negocios estadounidense es amante de la filantropía y, como parte de ésta, de todo lo que sea petrificación histórica, porque la cultura, como es para compraventa y un negocio más, es un "patrimonio". La fuerza estadounidense no nada más está en el atractivo de su modo de vida, que crea la impresión de dar para todos los gustos y para satisfacer cualquier deseo o fantasía, y hasta pulsión; también está en la "razón cultural", es decir, en ir a esconder en la cultura los conflictos sociales. Estados Unidos no se ha planteado como un "excepcionalismo cultural", porque cualquiera sabe que se trata de un país de gente feliz de ser inculta, de no tener casi tradiciones más allá del Día de Acción de Gracias, de comer chatarra y de detestar todo lo que no sea simplón y de negocios, o de técnica. Por lo mismo, cada cultura que llega a Estados Unidos se vuelve negocio y "parte de la competencia", lo propio de un mercado, y al mismo tiempo en museo de toda clase de antiguedades: es decir que, salvo en el grado de patriotismo heredado de la Gran Guerra Patria y lo que significó de prácticamente improfanable, la cultura o los "valores tradicionales" no impiden que Rusia se vea ante problemas sociales que actúan -salvo en lo que queda de sovietismo- contra esos mismos valores; no son los del capitalismo y Rusia es capitalista, ni son los de una nobleza brutal con sus siervos y a la menor rebelión, como lo mostrara de maravilla Vasili Shukshin sobre Stenka Razín. Es que es el reciclaje "a la rusa" para gusto de oligarcas, cuando las cosas se hacen "al estilo de...", como el "socialismo con características chinas", cada vez más chino y menos socialista. Este "estilo" se cruza con la folclórica herencia del tercermundismo muy "multicolor", pero no se trata más que de competencia entre marcas, que al fin y al cabo el "Sur global" para los mil y un nichos de mercado. La descolonización y la "liberación nacional" para tener algo propio con qué negociar, y algo más: para hacerse de algo con qué intermediar y de "alquiler", pasión del Sur. No se puede alquilar lo que no se tiene. Las cosas han sido de tal modo que no es algo que interese ya tanto a Rusia. Dejando de lado el "estilo" y las ilusiones sobre el "Sur global", queda por saber si Rusia puede encontrar algo en lo que convergen Pátrushev e incluso el debilitado partido comunista apenas opositor: una paz lo suficientemente duradera y un amortiguamiento tal del conflicto social interno que el rumbo sea algo parecido al escandinavo. Con valores zaristas no funciona, salvo que haya paz y el país se cierre lo suficiente. A los globalistas no les gustará, a más de un moscovita tampoco, y los "valores morales tradicionales", sin son los decretados, no son tomados muy en serio por una parte de la sociedad rusa que a lo sumo los entiende como hacer negocio reciclando desigualdades de todo tipo para dominar, como es lo propio de gran parte del Sur, en lo nacional-popular. Si te choca, te checa (da click en el botón de reproducción).