Si se la venden a buen precio y con "argumentos" acordes al mismo (es decir, argumentos que requieran de un esfuerzo mental no muy costoso, puesto que un buen precio es un bajo costo), el consumidor-propietario comprará la creencia de que, después de todo, una guerrita nuclear contra el "peligro ruso" no es algo negativo, sino parte de "nuestro bien", el que practicamos a diario. Menos aún puede ser negativo si lo que se obtiene es la paz del propietario para hacer ganancia. Las altas esferas ya saben que un mundo sin competidor nuclear es un monopolio de la destrucción masiva y es difícil detenerse ante la perspectiva de una ganancia tan, tan extraordinaria. Comprado el pleito, el problema de las altas esferas está en revenderlo a la gente (que no merece ni el nombre de "público"), para que a su vez "compre la idea" o "el concepto" y se socialice cualquier costo de la empresa.
Hace muy poco, la British Broadcasting Corporation, ni más ni menos que la BBC Two, ensayó una ficción televisiva-reality show en la cual, en apoyo a separatistas pro-Kremlin, que se han apoderado de decenas de ciudades, Rusia invade Letonia, país miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). El Reino Unido y Estados Unidos lanzan una respuesta terrestre contra "las tropas de Putin", pero Rusia pulsa "el botón rojo" y lanza un ataque nuclear contra un buque de guerra occidental. En el reality show (World War Three: Inside the War Room) participan políticos, diplomáticos y altos "responsables" militares que discuten qué hacer en ese cuarto de guerra (war room), mientras se les informa que el presidente ruso, Vladimir Putin, ha elegido Londres como su próximo objetivo.
El almirante Lord Alan West, por ejemplo, argumenta que Rusia se comporta en Letonia igual que en Ucrania. El general Richard Shirreff aconseja situar ya las Fuerzas de Reacción Rápida en Letonia. Sir Anthony Brenton (ex embajador británico en Rusia, 2004-2008) afirma, mientras imágenes ficticias y de documentales (incluyendo imágenes del Donbass ucraniano y del ataque georgiano contra Osetia del Sur) se mezclan en la pantalla: "la elección que se presenta es si vamos a matar sin sentido a algunos millones de rusos o no. Yo con mucho gusto mataría a decenas de miles de rusos (sic), pero si no conseguimos de todos modos asustarles, no tenemos que realizar el ataque sobre Rusia" (!). En suma, la ganancia debe estar garantizada ¿Compramos el ataque o no? "Argumentos" como los de Brenton o los de West son una invitación a ir a una guerra nuclear contra Rusia como se va a un picnic, con despreocupación una vez sopesados costos y ganancias en las compras y el "gasto".
Si compra el pleito, el consumidor-propietario lo hará completamente desinformado. De todos modos, el problema no es estar informado, sino llegar en la curva costo/beneficio al "punto de equilibrio" que garantice el máximo beneficio así haya que asesinar a "decenas de miles de rusos". Este tipo de reality show no despertó la menor indignación de nadie en Occidente; un ataque nuclear contra Rusia "con garantías" tampoco causaría la menor reacción del consumidor-propietario que volvería a probarse a sí mismo que es el mejor, un winner. ¿Cómo se atreve un loser como Putin a poner en tela de juicio "el Bien"?
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